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Por qué la privacidad en internet es importante

Permíteme comenzar con unas noticias de los años recientes.

En EEUU, la policía irrumpió violentamente en la casa de una familia, y comenzó a rebuscar todo. Sólo con dificultad obtuvo la familia una explicación del por qué: Poco antes, el padre de familia había buscado en internet por las palabras «mochila» y «olla de presión». Por casualidad, esos dos artículos habían sido utilizados algún tiempo antes en un atentado terrorista en Boston. Por tanto, la búsqueda por estas dos palabras desde una misma computadora activó una alarma antiterrorista en la policía.
Aquel incidente terminó con un alivio: la familia logró convencer a la policía de que ellos no tenían ninguna intención terrorista. Tuvieron suerte. La policía estadounidense mata cada año a más de mil personas; en su mayoría ciudadanos indefensos que fueron víctima de una falsa alarma.
Lo más preocupante: ¿Cómo sabía la policía lo que el hombre estaba buscando en internet? Obviamente, las palabras de búsqueda que tipeas en Google, son transmitidos automáticamente al gobierno. O sea, el gobierno utiliza tu computadora para espiarte.

En China, como en todo el mundo, en el año 2020 muchas iglesias comenzaron a ofrecer «reuniones» virtuales por Zoom. Pero entonces sucedió algo preocupante: La policía comenzó a entrar en las casas de los participantes, mientras que la videoconferencia estaba todavía activa, y los detuvo por «participar en una reunión religiosa ilegal». En China, la mayoría de las actividades religiosas son prohibidas. Muchos miles de cristianos y seguidores de otras religiones están encarcelados, tan solamente por practicar su fe.
¿Cómo sabía la policía de esas videoconferencias y de sus participantes? Averiguando, los cristianos chinos descubrieron que Zoom envía todos los datos de sus usuarios, y los contenidos de sus comunicaciones, al gobierno chino. Eso aplica no solamente a los usuarios chinos. Si usas Zoom, mala suerte: El gobierno chino ya sabe todo acerca de ti.

En Canadá, en 2022, el gobierno ordenó congelar las cuentas bancarias de todas las personas que habían donado a cierta organización de defensa de los derechos humanos. ¿Y cómo sabía el gobierno quiénes eran esos donantes? Porque habían hecho sus donaciones por internet. Así que, si se trata de los servicios por internet, ya no existe el secreto de las comunicaciones ni el secreto bancario. Todas tus acciones se convierten en actos públicos, y pueden ser castigadas si tus opiniones políticas desagradan al gobierno.

De manera similar, el servicio de pagos Paypal «multa» ahora con 2500 dólares a sus usuarios que difunden comentarios políticamente indeseados. O sea, Paypal quita arbitrariamente esa cantidad de las cuentas de los usuarios, si publican alguna opinión política que no agrada a Paypal.

Desde hace años ya se sabe que empresas como Google y Facebook coleccionan y venden cantidades inmensas de datos personales acerca de sus usuarios, incluyendo detalles de su vida personal, su situación financiera, sus opiniones religiosas y políticas, etc.

Usando una tablet con una opción de administrar los permisos que utilizan las aplicaciones, me fue posible verificar personalmente que aproximadamente un tercio de todas las páginas web que visitas, te sacan una foto apenas que las abres. ¿Qué hacen los dueños de las páginas web con esas fotos? Sólo los personajes oscuros que están detrás de esas prácticas lo sabrán …

Y no solamente las grandes empresas nos espían; también lo hacen los delincuentes comunes que son sus usuarios. Un gran número de jóvenes y niños (y aun más niñas) caen víctimas de estafadores, violadores, y otros delincuentes, por compartir demasiados datos personales en las mal llamadas «redes sociales».

Como ves, ya estamos viviendo en un estado de vigilancia total, peor que el que describió Orwell. ¿Qué tiene que husmear mi banco en mis opiniones políticas? ¿Por qué unas empresas de comunicación se ofrecen a un gobierno tiránico para actuar de agencias de espionaje? ¿Por qué nos venden computadoras y celulares que permiten fotografiar y grabarnos clandestinamente?
Todo eso sucede porque nosotros, los usuarios, lo permitimos. Facebook y Google sobreviven porque tú sigues utilizándolos, aun sabiendo las maldades que cometen. Tu banco te sigue espiando porque nunca tuviste la valentía de decirles claramente que te buscarás otro banco si ellos no paran esa práctica. Te siguen vendiendo celulares que te espían porque nunca exigiste que te vendan otro que no hace eso. En breve, es porque no hay conciencia consumidora en los usuarios, uno de los cuales eres tú.

Realmente me asombra y me espanta ver como millones de personas, normalmente prudentes y sensatas, siembran despreocupadamente todos sus datos y circunstancias personales por toda la internet. ¿Quién dejaría su billetera abierta en la mesa de un restaurante, mientras tiene que ausentarse por unos minutos? ¿Quién colgaría en la plaza de su ciudad un gran cartel publicando todos sus datos personales, inclusive fotos de su casa, información financiera, y sus hábitos de su vida diaria? ¿Quién quisiera vivir en una casa con paredes totalmente transparentes? – Sin embargo, tan pronto como están comunicándose por internet, la mayoría de la gente cometen el equivalente de todas estas imprudencias y aun más.

Algunos dicen: «¿Y qué me importa si me espían? No hago nada malo, no tengo nada que esconder.» – ¿De verdad? ¿Por qué entonces tienes cortinas en tus ventanas y cerrojos en tus puertas? ¿Por qué te encierras cuando te desvistes o cuando vas al baño? ¿Por qué no dices a todo el mundo dónde guardas tu dinero y tus objetos de valor? – Con nuestro comportamiento personal demostramos que sí hay asuntos en nuestra vida que consideramos privados, y que no son para compartir con el mundo entero. Siempre, hasta hace pocos años, la humanidad ha sabido valorar y proteger su esfera privada. Es por eso que existe (o existía) el secreto de las comunicaciones, el secreto bancario, y el secreto profesional de los abogados, médicos, etc.

Además, en los años pasados todos hemos visto que un gobierno autoritario puede arbitrariamente, de una día al otro, criminalizar las acciones más comunes de la vida diaria: ir a trabajar; visitar amigos; viajar; participar en una reunión religiosa. Puedes ser la persona más amable y honesta del mundo, pero si caes mal a un gobierno tiránico, siempre encontrarán una razón de acusarte. Y si no es el gobierno, puede haber otra banda de delincuentes allí afuera que tienen malas intenciones. No te libras por «no hacer nada malo».

Particularmente si haces alguna cosa «fuera del sistema», practicando alguna solución alternativa en el ámbito de la educación, de la medicina, de la economía, de la religión, etc, seguro que en algún momento tus comunicaciones llamarán la atención de alguna de las inteligencias artificiales que están constantemente rastreando la internet, al servicio de personas con malas intenciones. Es necesario tomar medidas para proteger nuestros espacios de privacidad y libertad – y más aun cuando tenemos hijos menores, que todavía no pueden proteger sus espacios ellos mismos.

¿Qué hacemos entonces?

Lo primero: que estés consciente de la importancia de proteger tu privacidad. Espero que este artículo haya contribuido un poco a la concientización. Entonces sigue informándote, y seguro que encontrarás muchos buenos consejos. Yo por mi parte me limitaré a unas pocas sugerencias.

No existe ninguna seguridad absoluta – a menos que te desconectes por completo de todos los medios electrónicos de comunicación. (De hecho, algunas personas optan por esta solución radical. ¿Y por qué no? Nuestros antepasados también vivían así, y nadie murió por desconexión.)
Pero ciertos ambientes son más peligrosos que otros, y si seguimos «conectados», podemos por lo menos minimizar ciertos riesgos. El mayor riesgo lo presentan obviamente aquellas empresas y plataformas que hacen sus ganancias con la colección, el análisis y la venta de los datos personales de sus usuarios: Google, Facebook, y similares. Ya ganamos bastante si evitamos usar esas plataformas y sus servicios asociados – eso incluye por ejemplo Gmail, Youtube, Whatsapp, y otros. Existen alternativas que son más respetuosas de nuestra privacidad.

Y aun si sigues «conectado», puedes por lo menos reducir tus comunicaciones al mínimo necesario:
– No comuniques por internet lo que puedes decir en persona.
– No compres por internet lo que puedes comprar en persona.
– No divulgues por internet lo que no necesita divulgación pública.

Para que no te saquen fotos a escondidas, cubre la cámara frontal con una cinta no transparente. (Aun Marc Zuckerberg hace eso con su laptop personal. Él debe saber muy bien por qué …)

Si tienes los conocimientos informáticos necesarios – o cuentas con el asesoramiento de alguien que los tiene -, puedes también considerar opciones como las siguientes:

– Usar un VPN.

– Usar un programa o servicio de encriptación.

– Comprar tu propio dominio y alojamiento web. Esto te permitirá, por ejemplo:
Establecer cuentas personales de e-mail para ti y tus amigos, independientes de las plataformas grandes.
Instalar grupos y foros de discusión privados (que son realmente privados, no como en las plataformas grandes que espían también los mensajes «privados»).
Publicar tu propio sitio web, blog, etc, sin temor de ser censurado por las opiniones que expresas.
Intercambiar datos y archivos con otras personas sin necesidad de usar servicios públicos.
Etc.

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Razonemos: Dos conceptos de derechos humanos

«Desmenuzar bajo de sus pies todos los encarcelados de la tierra,
Hacer apartar el derecho del hombre ante la presencia del Altísimo,
Trastornar al hombre en su causa, el Señor no lo aprueba.»
(Lamentaciones 3:34-36)

«¿Se juntará contigo el trono de iniquidades,
Que hace agravio bajo forma de ley?
Se juntan contra la vida del justo, y condenan la sangre inocente.»
(Salmo 94:20-21)


Antes de compartir unas informaciones, deseo retarles a reflexionar y responder algunas preguntar acerca del tema.

– ¿Qué son derechos humanos?

– ¿Quiénes tienen derechos humanos?

– ¿Quién nos da esos derechos?

– ¿y quién puede quitarnos esos derechos?

Y después de responder, vuelvan a leer las dos citas bíblicas del inicio. Después consideren que cada una de estas preguntas se puede responder desde por lo menos dos perspectivas diferentes:

  • considerando la situación actual del mundo, y la manera como las personas poderosas manejan los derechos,
  • o considerando lo que dice Dios, y lo que significan los derechos humanos según el plan de Dios.

¿Pueden ahora dar dos respuestas a cada una de las cuatro preguntas, desde las dos perspectivas mencionadas?


Las primeras declaraciones de derechos humanos

De hecho existen dos conceptos bastante distintos. Eso se manifiesta ya desde las primeras ocasiones cuando se formularon «derechos humanos». Tengamos presente eso, cada vez que se habla de derechos humanos. Analicemos: ¿En cuál de los dos conceptos se basa la persona que habla?

La primera declaración oficial de «derechos humanos» todavía no contiene exactamente esa expresión, pero sí el concepto. Se trata del preámbulo a la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776):

«Sostenemos estas verdades como evidentes por sí mismas: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inajenables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Que para asegurar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados;
Que cada vez que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno fundamentado en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. (…)»

La expresión «derechos humanos» se encuentra literalmente por primera vez en la «Declaración de los derechos de los hombres y de los ciudadanos», de la Revolución Francesa de 1789. Aquí los pasajes esenciales:

«Los representantes del pueblo francés, constitutidos en la Asamblea Nacional, (…) resolvieron exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inajenables y sagrados del hombre,
para que esta declaración, constantemente presente a todos los miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes;
para que las acciones del poder legislativo y del poder ejecutivo puedan en cada instante ser comparadas con la finalidad de toda institución política, y así sean más respetadas;
para que los reclamos de los ciudadanos, fundamentados desde ahora sobre principios sencillos e incontestables, se dirijan siempre hacia la preservación de la Constitución y hacia la felicidad de todos. (…)

Art.1: Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales pueden fundamentarse únicamente sobre la utilidad común.

Art.2: La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos humanos naturales e imprescriptibles. Estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad, y la resistencia contra la opresión.

Art.3: El principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación. Ningún cuerpo, ningún individuo puede ejercer alguna autoridad que no emane explícitamente de ella.

(…)»

A primera vista, esta declaración parece casi igual a la americana. Hay una única diferencia esencial – pero esa diferencia es tan fundamental que en ella podemos ver la causa de los sucesos históricos tan distintos en los dos países. A partir de este trasfondo histórico, deseo llamarlos el «concepto americano» y el «concepto francés».

La diferencia sutil consiste en que la declaración francesa no sabe nada de un Dios y Creador.

Los luchadores por la independencia de los Estados Unidos estaban convencidos de que Dios les había dado derechos y libertades, y que por eso Él iba a aprobar e incluso apoyar sus esfuerzos por la libertad. Ellos contaron con que Dios mismo iba a garantizar sus derechos.
Los revolucionarios franceses, en cambio, se rebelaron explícitamente contra Dios. Uno de sus lemas era:: «Ni Dieu ni maître» («Ni Dios ni maestro»). Pero ¿quién iba a garantizar sus derechos, si Dios quedaba fuera del cuadro?
La respuesta es obvia: el estado. De cierta manera, el estado ocupa el lugar de Dios. Por eso, si leemos detenidamente, encontramos que las dos declaraciones de derechos humanos contienen también dos conceptos distintos acerca del estado.

En el concepto francés, la conservación de los derechos humanos es «la finalidad de toda asociación política». Esa asociación política, «la nación» (Art.3) o sea el estado, se presupone que existe desde el principio. Solamente que ahora, a ese estado preexistente se le impone cierto compromiso con los derechos humanos – ¿para qué fin? – Para que sus acciones «sean más respetadas», dice en el preámbulo. O sea, al fin de cuentas, los derechos humanos sirven para fortalecer al estado, al gobierno.
Si continuamos leyendo la declaración francesa, es un poco chocante encontrar que los artículos 12, 13 y 14 hablan de instituir una fuerza policial, y de cobrar impuestos para su mantenimiento. Tales artículos podrían ser apropiados en una Constitución del estado; ¿pero en una declaración de derechos humanos? La policía y los impuestos no son derechos, al contrario, son restricciones de los derechos humanos, particularmente del derecho a la propiedad. Pero cuando la presuposición básica es que el estado es lo primero, que el estado incluso es casi divino, entonces parece lógico: entonces los «derechos del estado» son superiores a los derechos de los hombres, y por tanto la declaración de derechos humanos menciona también los derechos del estado.

En el concepto americano, este orden es diferente. Los derechos humanos son lo primero, porque se remontan directamente al Creador. Por eso, los derechos humanos existen aun antes que el estado. El gobierno se instituye posteriormente «para asegurar esos derechos»; pero su poder depende del «consentimiento de los gobernados». O sea, el gobierno está al servicio del pueblo. Eso es otro detalle que falta en la declaración francesa.

¿Entendemos ahora cómo esta diferencia influenció los sucesos históricos? Si los derechos humanos se originan en Dios, entonces ningún gobierno del mundo tiene el derecho de quitarlos a alguien. Pero si es el gobierno quien garantiza esos derechos, entonces el gobierno puede también decidir quitar esos derechos a ciertas personas en ciertas circunstancias. Y exactamente eso sucedió en Francia. Sabemos que la revolución no produjo ninguna sociedad pacífica ni justa. Al contrario, produjo una tiranía sangrienta. Y la época revolucionaria no terminó con el establecimiento de una democracia, al contrario: terminó con Napoleón como emperador.
Los Estados Unidos, en cambio, desde su fundación florecieron durante varias décadas en condiciones tan democráticas y libres como no se dieron en prácticamente ningún otro país del mundo. Eso debe haber sido también la meta de los idealistas entre los franceses; pero no lograron alcanzarla, porque en su pensamiento y en sus vidas no tomaron en cuenta a Dios. En EEUU, esa meta pudo realizarse porque entendieron que Dios está por encima del gobierno, y que el gobierno está al servicio del pueblo.

Para seguir pensando:

– En tu país, en tu entorno social, ¿cuál concepto de los derechos humanos predomina? ¿El americano o el francés?

– ¿Cómo actúa el gobierno de tu país, respecto a los derechos humanos? ¿Como garante de esos derechos (que también puede quitarlos), o como sujeto a ellos, que tiene que respetarlos en todo momento y en todas las circunstancias?
(Nota que la verdadera actitud de un gobierno a menudo se manifiesta cuando alguna emergencia o amenaza perturba su paz. ¿Cómo responde el gobierno a eso? ¿Respetando los derechos de todos sus habitantes, o infringiendo esos derechos?)


El estado de derecho y su perversión

De acuerdo al concepto americano, en la Constitución de los EEUU no existe la figura de un «estado de emergencia», «estado de excepción», o similar. Los fundadores de los EEUU entendieron que al declarar un estado de emergencia, el gobierno iba a usarlo inmediatamente como pretexto para abusar de sus poderes de manera dictatorial. Ellos querían evitar exactamente una situación como la que ocurrió durante los últimos dos años. (Con eso vemos que los mismos EEUU, también han abandonado el «concepto americano».)
La idea original del «estado de derecho» fue descrita por Voltaire, en sus «Cartas acerca de la nación inglesa» (1733), de la manera siguiente:
«Los ingleses son el único pueblo del mundo que lograron limitar el poder de los reyes, resistiendo contra ellos; y que en una serie de conflictos finalmente (…) establecieron un gobierno sabio, donde el rey tiene todo el poder de hacer el bien, pero es impedido de hacer el mal (…)» – Con otras palabras:
En un estado de derecho (según el modelo inglés o el americano), la Constitución y las leyes sirven para proteger a los ciudadanos contra los atropellos por parte del estado.

Pero en aquellos países donde predomina el concepto francés, la Constitución y las leyes sirven para legitimizar los atropellos que comete el estado. Y tristemente, eso es lo que sucede actualmente en casi todas las naciones del mundo, y por supuesto también en las Naciones Unidas.

La declaración más conocida hoy en día es la «Declaración universal de los derechos humanos», de las Naciones Unidas. Y ésa sigue claramente el concepto francés, no el americano. Por ejemplo el Art.29.3 limita los derechos humanos de la siguiente manera: «Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.»
En esta cosmovisión no existe ningún Dios por encima del gobierno; ningún Dios ante quien los gobernantes tuvieran que rendir cuentas. Al contrario, las Naciones Unidas quieren dictar ellos mismos quiénes pueden ejercer sus derechos humanos y quiénes no.

Ya en la declaración francesa de 1789 hemos visto como se mezclan derechos con deberes. Aunque el título dice «Declaración de derechos», su propósito es, según el preámbulo, recordar a los ciudadanos «sus derechos y sus deberes». Y durante las últimas décadas, más y más derechos humanos se han pervertido en deberes. Solamente unos ejemplos:

– El «derecho a la educación» se entiende ahora como un deber de asistir a una escuela controlada por el gobierno. Como resultado, muchos alumnos ya no reciben ninguna educación que merece este nombre; solamente reciben una adoctrinación ideológica. Y las alternativas educativas se obstaculizan con exagerados requisitos burocráticos, o en algunos países se prohíben por completo.

– El «derecho a una identidad» se entiende ahora como un deber de portar un documento de identidad en todas las circunstancias, y de brindar sus datos personales para poder comprar, vender, tener acceso a servicios pagados, etc. Y actualmente, muchos gobiernos aun se atribuyen el derecho a negar arbitrariamente el acceso a esas transacciones para aquellos ciudadanos que no cumplen con ciertos requisitos, tales como tratamientos médicos, conformidad con la ideología del gobierno, y otros.

– El «derecho a la salud» se entiende ahora como un deber de someterse a restricciones arbitrarias de la libertad, y a experimentos médicos (en contradicción contra el Código de Núremberg y la Declaración de Helsinki). Como resultado, muchas personas fueron efectivamente dañados en su salud.

¿Son legítimas estas interpretaciones de los derechos humanos?

Para responder a esta pregunta, tenemos que razonar acerca de esta pregunta de fondo:

¿Los derechos humanos son colectivos, o son individuales?

Un derecho colectivo es un derecho de «todos», en conjunto. Un derecho individual es un derecho que yo personalmente puedo ejercer. Esta distinción es crítica, como veremos a continuación.
Por ejemplo, ¿puedo ser obligado a renunciar a mi derecho a la salud, para que «todos» puedan ejercer este derecho?
¿O pueden mis hijos ser obligados a renunciar a una educación adecuada a sus necesidades, para que «todos» puedan ejercer el derecho a la educación?

Si ponemos el siguiente ejemplo, aun los niños van a poder entender de qué se trata:

Mamá hizo panqueques. Mario pregunta: «Mami, ¿puedo comer un panqueque?» – «No.» – «¿Por qué no?» – «Porque todos tienen derecho de comer. Si tú comes uno, quizás para alguna otra persona ya no va a alcanzar.»

¿Cuán lógico, o ilógico, les parece el razonamiento de la mamá de Mario?

En el concepto americano, la respuesta es clara. Si los derechos humanos son inajenables, nadie me los puede quitar, ni siquiera alegando los derechos de «todos». No es el estado que en su benevolencia nos concede algunos derechos; es Dios quien los dio, y el estado es obligado a respetarlos.

Pero ya hemos visto que en el mundo actual se propaga el concepto francés. Por eso, los gobiernos y las Naciones Unidas promueven ahora la siguiente idea:

«Los derechos humanos valen para un «colectivo» abstracto, pero no para ti como persona concreta.»
O sea, te pueden privar de tus derechos individuales, para garantizar los imaginarios «derechos del colectivo». Y no piden tu opinión cuando se trata de definir lo que requiere «el colectivo». Eso lo definen ciertos personajes y organizaciones poderosos, que arbitrariamente se atribuyen el derecho de representar «el colectivo».
Aun esa idea se insinúa ya en la declaración francesa de 1789. Por ejemplo el Art.1 concede que se pueden hacer «distinciones sociales», si «la utilidad común» lo requiere.
El concepto americano no conoce tales ideas. Allí es claro que los derechos humanos son para cada persona individualmente. Y si los gobiernos dejan de respetar esos derechos, «los gobernados» (o sea las personas individuales) pueden revocar o derrocar el gobierno. En este concepto no existe el pretexto de un «bienestar común» que exigiría quitar los derechos a las personas individuales. Igualmente en la Constitución de los EEUU no existe el término «bien común» o «bienestar común».

Pero en el mundo actual se aplica el concepto francés para someterte a restricciones drásticas de tus derechos, para garantizar los supuestos «derechos de todos» – derechos que tú mismo en el caso concreto no puedes reclamar para ti.

Por ejemplo, un médico ya no puede dar ciertos tratamientos a sus pacientes, aunque esos tratamientos contribuirían a la sanidad del paciente, o sea, protegerían su derecho individual a la salud. Eso se fundamenta con que el médico, según la opinión de ciertos «expertos» pagados por el gobierno, atentaría contra la «salud pública». Y por el otro lado, se obliga al médico a aplicar ciertos tratamientos que tienen una alta probabilidad de dañar la salud del paciente, porque eso protegería la «salud pública», supuestamente. Y se amenaza a los médicos con quitarles su trabajo o incluso su licencia médica, si no obedecen a estas órdenes.

Y ya no puedes expresar tu opinión libremente en público, porque atentarías contra el «derecho de todos a la no discriminación». Aunque esta prohibición te discrimina a ti mismo, porque se te niega la libertad de la conciencia y de la expresión – un derecho que ahora pueden reclamar solamente quienes siguen la ideología del gobierno mundial.

En algunos países incluso te pueden secuestrar y encerrarte en algún «centro», porque tu presencia supuestamente inhibe la libertad del «público» de transitar por la calle. Tu derecho personal a la libertad ya no cuenta. Y tampoco se considera que no eres tú quien impides a los demás circular por la calle; es el gobierno mismo quien dijo a los demás – sin fundamentación convincente – que es peligroso transitar por la calle.

La última consecuencia

Si queremos evaluar una corriente de pensamiento, hay que considerar también adónde conduce esta corriente. ¿Cuál es la última consecuencia de esa idea, de que los derechos humanos sean colectivos, pero no individuales?

Ya desde hace décadas, los seguidores de Thomas Malthus dicen que todos los problemas de la humanidad se deban a la sobrepoblación. Por tanto, la solución consistiría en reducir la población mundial. Eso requiere eliminar cierto porcentaje de la población. Dicho claramente: «La humanidad» tiene el derecho de sobrevivir, pero no tú como persona individual. Si los gobernantes mundiales consideran que tu existencia es una amenaza contra la sobrevivencia de la humanidad, te pueden quitar el derecho a la vida.
Eso todavía no se dice tan abiertamente. Pero muchas personas de mucha influencia ya tienen este pensamiento. Y sigilosamente ya están comenzando a ponerlo en práctica, por ejemplo mediante experimentos médicos arriesgados; manipulaciones de la economía mundial y de las cadenas de suministro que producen hambrunas; provocando guerras; etc.

Los derechos humanos se consideran como uno de los fundamentos de la libertad y del estado de derecho. Pero hemos visto que exactamente este concepto se está ahora pervirtiendo, y se está usando como un instrumento de la opresión y de la dictadura – de la misma manera como se pervirtieron las constituciones y las leyes. En vez de proteger a los ciudadanos contra los atropellos del estado, ahora son usados para legitimizar los atropellos del estado.

Una cultura de la mentira

Usar el término «derechos humanos» para los fines que hemos mencionado, es una mentira. Porque no se trata de derechos, al contrario, se trata de negarnos los derechos.
La propaganda y el engaño a menudo comienzan con un uso engañoso de las palabras. No comienzan con falsedades directas; pero las palabras se utilizan de una manera que contradice su significado verdadero. Se dice «derechos», pero se quiere decir «abolición de derechos». Se dice «protección» y «seguridad», pero se quiere decir «opresión». Se dice «salud pública», pero se quiere decir «experimentación médica». Y así con muchas otras palabras más. Y así la gente se acostumbra a creer mentiras bajo el disfraz de palabras «buenas».

La Biblia dice en 2 Tes.2:11 que el establecimiento del reino anticristiano de los últimos tiempos será precedido por el actuar de «un poder engañoso, para que crean la mentira». ¿Será eso lo que ahora empieza a cumplirse? Tanto más importante será para los seguidores de Cristo, detectar las mentiras y contrarrestarlas con la verdad – no solamente en el ámbito religioso, sino en todos los ámbitos de la vida y de la sociedad.

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Razonemos: Noticias engañosas

La Biblia dice que debemos examinar todo lo que escuchamos, vemos, o leemos; para no ser engañados por enseñanzas equivocadas. Eso vale especialmente para las noticias que aparecen en los medios de comunicación. Muchas veces, esas noticias son sesgadas para influenciarnos hacia una determinada ideología o política.

Imágenes engañosas

Mi primer encuentro con esa manipulación noticiosa sucedió hace muchos años. Entre amigos estábamos mirando noticias en la televisión. Hablaron acerca de cierto país africano donde, según dijeron, había una guerra civil, y uno de los partidos había cometido una matanza masiva. Mostraron imágenes de una plaza amplia en una ciudad, donde muchas personas estaban tiradas en el suelo.
Uno de mis amigos había estado en aquel mismo país, y había regresado hace poco. Él se enojó mucho cuando vio esas imágenes: «¡Qué engaño! Yo conozco esa plaza. Muchas veces he caminado por allí y he visto a la gente tirada allí. ¡Esos no son muertos! Solamente tienen la costumbre de dormir su siesta allí.»

Esa es una técnica de manipulación muy frecuente. Las imágenes nos impactan emocionalmente: pueden causar asombro, risa, o miedo. Nos pueden dar la impresión de que cierta noticia es especialmente «grande» o «impactante». Pero muchas veces, las imágenes que se muestran con las noticias, no tienen nada que ver con lo que dice la noticia. Si recibiéramos la noticia sin las imágenes, o con las imágenes auténticas, nuestra reacción sería diferente.

El periodista alemán Udo Ulfkotte causó gran revuelo cuando reveló cómo los periodistas de los medios importantes son habitualmente sobornados por gobiernos, empresas, y otros actores interesados. Eso concierne sobre todo a aquellos periodistas que reportan acerca de la política nacional e internacional.

En una exposición pública, Ulfkotte relató el siguiente ejemplo de lo que sucede diariamente en los medios noticiosos:

«Durante la primera guerra entre Irak e Irán (1980-1986) fui enviado por primera vez a Irak para hacer un reportaje de guerra. Sin ninguna preparación me metieron en un bus del ejército, junto con muchos reporteros de guerra experimentados, de medios de renombre como la BBC y otros.
Lo primero que vi, fue que todos ellos llevaban un bidón de gasolina. Tuve mala conciencia y pensé: Hombre, si el bus se queda sin gasolina en el camino, todos tendremos que aportar.
Avanzamos por horas por el desierto. Unos 20 a 30 kilómetros antes de la frontera, en un lugar donde no había nada – en particular, no había ninguna guerra -, vimos unos tanques de guerra quemados en el desierto. Allí bajamos del bus, y los periodistas echaron la gasolina de sus bidones sobre esos tanques. Nos acompañaban unos soldados irakíes con sus ametralladoras y en sus uniformes. Imagínese, ahora hacen arder esos tanques que se habían quemado ya hace tiempo, suben humaredas, y los periodistas arman allí sus cámaras.
Entonces – eso fue mi primera experiencia con los reportajes de los medios masivos – ellos todos empiezan a hablar en sus micrófonos, en muchos idiomas: «Estamos reportando aquí directamente del frente de guerra entre Irak e Irán …», etc, y en el fondo se ven las llamas de fuego y el humo, y los irakíes corrían continuamente con sus ametralladoras de un lado al otro, dentro del enfoque de las cámaras. (…) Un colega me explicó que después se iba a añadir el ruido de ametralladoras a las imágenes grabadas, para que el efecto fuera más realista.

(…) De regreso a Bagdad, en el hotel, intenté llamar por teléfono a alguien en Alemania. La única persona con quien logré contactarme fue mi madre. Iba a decirle que no sabía qué reportar a mi diario, que no había visto ninguna guerra, y que necesitaba un consejo; pero ella grita: «¡Hijo, estás vivo!» – Yo pienso, ¿por qué? – «Hijo, hemos pensado que tú …» – «Pero mamá, ¿qué pasa?» – «Lo hemos visto en la tele, alrededor de ti disparaban por todas partes …» – Las emisoras ya habían difundido unos reportajes sensacionalistas. Intenté explicar a mi mamá: «No, eso en realidad no era así.» – Pero ella pensaba que su hijo había perdido la razón por causa de la guerra. «¡Pero yo lo he visto en la tele!»

Ulfkotte relata también cómo los gobiernos, los servicios de inteligencia, y las grandes empresas ejercen influencia sobre los medios de comunicación, para que las noticias se publiquen de la manera como ellos quieren.

Al inicio del año 2020, por todo el mundo se difundieron videos de China donde unas personas repentinamente cayeron muertos en la calle, supuestamente por el «nuevo virus». Esos videos sirvieron para crear un pánico anticipado ante esa enfermedad, aun antes que se extendiera a otros países. Después se descubrió que esos videos no tenían nada que ver con esa enfermedad, que eso no sucede, y que eran sólo actuaciones. Pero aun sabiendo eso, era difícil borrar de la mente el impacto emocional que esas imágenes habían creado.

Omisión de noticias no deseadas

En el transcurso de los años 2021 y 2022 sucedió que efectivamente un número considerable de personas murieron repentinamente; entre ellos muchos jóvenes previamente sanos. En particular, muchos deportistas profesionales sufrieron ataques cardiacos; algunos colapsaron repentinamente durante su entrenamiento o incluso en pleno partido. Durante el año pasado se reportaron 317 de esos casos en deportistas profesionales; 178 murieron. Nunca antes se ha visto una tal acumulación de tales casos tan excepcionales. ¡Los jóvenes no suelen tener ataques al corazón! Los médicos no ofrecen ninguna explicación. El único factor que todas estas muertes tienen en común, y que no existía antes de 2021, es que esos deportistas se sometieron a cierta intervención médica que supuestamente los protegería del virus. Por tanto, la única explicación lógica es que se trata de los efectos no deseados de esa intervención.
Pero los medios de comunicación no muestran imágenes sensacionalistas de esos casos. Por lo general, ni siquiera reportan esta absoluta novedad. En el caso de estas noticias, se quiere evitar todo impacto emocional.

Esta es otra técnica de manipulación: Las noticias que contradicen la ideología dominante, simplemente se callan, se censuran, se omiten. Por eso no es suficiente, razonar acerca de lo que reportan los medios de comunicación. También es necesario buscar otros canales de información, donde podemos encontrar aquellos datos que los medios omiten.

Otro ejemplo: En 2020, el gobierno peruano comunicó que supuestamente algo como 180 niños habrían muerto por el nuevo virus. Pero revisando las noticias de aquel período, se encuentra que en el mismo período el diario «Perú 21» reportó una disminución de la neumonía en 59%, en niños menores de 5 años. Es conocido que en la sierra peruana, durante los meses de invierno, cada año mueren varios cientos de niños por neumonía. ¿Sería sensato creer que en 2020, como por arte de magia, la neumonía hubiera desaparecido repentinamente? ¿No es más razonable suponer que esos casos habituales de neumonía se renombraron ahora como «casos del nuevo virus»?

A veces, una noticia o su contexto permite entrever que se omitieron datos importantes. Por ejemplo, este año apareció una noticia acerca de un niño de 8 años, previamente sano, que murió repentinamente, poco después de entrar a su escuela. La noticia dijo que los familiares insisten en saber la causa de la muerte, y «están esperando los resultados de la autopsia». Sin embargo, nunca apareció una noticia de seguimiento que nos hubiera informado acerca de esos resultados. Aparentemente, no era políticamente oportuno mencionarlo; por tanto los medios de comunicación optaron por simplemente no darle seguimiento a ese caso.

Titulares engañosos

En septiembre de 2020, se podía leer en las noticias que «un niño de tres años que falleció en Kimbiri, tenía coronavirus». Pero algunos medios noticiosos informaron con más exactitud. Por ejemplo en el diario «La República» se podían leer las circunstancias verdaderas de esa muerte:

«Si bien el pequeño padecía el virus, no falleció por esta causa. De acuerdo al reporte de Diresa, su deceso fue causado por quemaduras.
“Este niño, como todos los pacientes que salen positivos para coronavirus, así fallezca con otra enfermedad, va a figurar como que falleció de COVID-19. Es un menor que se quemó y falleció básicamente por las quemaduras”, indicó el director regional de Salud, Juan Alberto Spelucín, en declaraciones a los medios locales.»

Esta noticia revela cómo se fabricaron las estadísticas infladas que crearon pánico en todo el mundo: Se contaron como «muertos por COVID» a todas las personas que en algún momento anterior a su muerte salieron «positivos» en una prueba de laboratorio; aun si murieron por una causa completamente diferente, y aun si ni siquiera se enfermaron por el virus.

Pero el lector superficial se queda con la impresión de que «un niño de tres años murió por el virus». Ya que la mayoría de la gente no se detiene para leer todos los detalles de una noticia, se quedan con la primera impresión que causa el titular. Por eso, esta forma de manipulación es muy eficaz.

Otro ejemplo, que apareció en varios medios noticiosos a inicios del año 2022: «Villa Panamericana – Casos de niños internados por COVID-19 se duplicaron», o también: «195 niños internados por COVID-19». Otro titular diseñado para sembrar pánico acerca de los niños, como si ellos estuvieran en gran peligro por esa enfermedad. Había que buscar bastante para encontrar la verdad. En un informe más completo se puede leer que los niños se encuentran allí «aislados con sus familias», y que «la mayoría de ellos llegan al establecimiento de salud porque sus padres dieron positivo a las pruebas de descarte de la COVID-19.» (Fuente) Entonces, la mayoría de los niños no estaban allí porque estuvieran enfermos. Estaban allí solamente porque sus padres estaban internados. Otro ejemplo de un titular que da una impresión completamente falsa, contraria al verdadero contenido de la noticia.

– Como «práctica», pueden ustedes revisar algunos artículos noticiosos. Investiguen si los titulares coinciden con lo que se detalla en el artículo, o no. Investiguen también si el contenido del artículo es coherente en sí, o si quizás ciertas partes contradicen a otras.

Noticias directamente falsas

A veces nos encontramos con «noticias» descaradamente falsas. En estos casos puede ser difícil detectarlo. Tenemos que contar con que siempre cierto porcentaje de las noticias que recibimos son falsas, y que a veces no estamos en la capacidad de detectarlo. Podemos verificar una noticia:
– si podemos comunicarnos con personas que fueron testigos de los hechos;
– o si tenemos acceso a una fuente independiente que presenta un punto de vista distinto;
– o si encontramos contradicciones internas dentro de la misma noticia (lo cual indicaría que es falsa).

Un ejemplo: Durante este año 2022, el gobierno peruano comunicó repetidamente que «el 90% de los hospitalizados» no se habrían sometido al tratamiento experimental que actualmente se propaga en todo el país. No encontré ningún medio de comunicación que hubiera cuestionado ese dato. Sin embargo, si uno dispone de unas herramientas de análisis de datos, puede verificarlo mediante los datos oficiales que el mismo gobierno publica en su sitio web. Y resulta que el dato es falso. El siguiente gráfico muestra las proporciones verdaderas:

Porcentaje de los hospitalizados por COVID-19 según estado de vacunación, evolución semanal desde agosto de 2021 al julio 2022. Fuente de los datos: https://www.datosabiertos.gob.pe/dataset/hospitalizados-vacunados-y-fallecidos-por-covid-19
Se nota que en julio de este año, aproximadamente la mitad de los hospitalizados (50%) tenían tres dosis o más. Solamente entre el 20 y 30% no tenían ninguna dosis.

Este análisis supone que los datos del sitio web del gobierno son verdaderos. No tenemos posibilidades para verificar si ese es realmente el caso o no. Si alguien quisiera indagar esta pregunta más a fondo, tendría que hacer una encuesta representativa entre los pacientes de los hospitales. Eso sería una tarea de periodismo investigativo independiente, y ya no está al alcance de la mayoría de nosotros, hacer esta clase de esfuerzo. Pero vemos en este ejemplo que existe una verdadera necesidad de personas que se dediquen a esta tarea, de investigar por su cuenta sin ser influenciados por los intereses y presiones de los gobiernos, de las grandes empresas, de las organizaciones internacionales, etc. Mientras que no se haga periodismo investigativo independiente, nuestras posibilidades de enterarnos de la verdad serán muy limitadas.

Podría ser un proyecto familiar interesante, hacer alguna investigación propia. Pero es recomendable que no empiecen con un tema demasiado ambicioso. Algo más sencillo sería, por ejemplo, hacer una encuesta entre los vecinos, preguntándoles cuántos de sus familiares murieron o fueron hospitalizados por causa del virus, y cuántos en consecuencia de una intervención médica.

Calificativos manipulativos

Nos dejamos manipular fácilmente por el uso de ciertos calificativos, a ver los hechos desde un ángulo determinado. El truco aquí consiste en mencionar hechos, pero describirlos con palabras que insinúan una valoración claramente positiva o negativa, para que los oyentes o lectores asuman inconscientemente el punto de vista del periodista. Por ejemplo, durante el año 2020 salieron piezas periodísticas similares a lo siguiente:

«Mientras nuestros médicos y enfermeras heoricos ponen diariamente sus vidas en juego para combatir la enfermedad, algunas personas irresponsables siguen saliendo a vender en los mercados y las calles, a pesar de la prohibición, poniendo así en riesgo la salud pública.»

El sesgo se hace obvio en los calificativos que se usan: Los médicos son «heroicos», mientras que los vendedores son «irresponsables». Podemos ver aun más claramente la manipulación, si consideramos que los mismos hechos podrían describirse también así:

«Mientras que los hospitales se están convirtiendo en focos de contagio, poniendo en riesgo la salud de los pacientes y del personal, algunas vendedoras heroicas ponen diariamente sus vidas en juego, saliendo a los mercados y a las calles a vender, para poder alimentar a sus familias.»

Otro ejemplo, ya de varios años atrás – lo cito de la memoría, porque ya no tengo la noticia original:

«¡Los niños tienen derechos! Desde ahora, con su DNI los niños tendrán el derecho de ser atendidos en los establecimientos estatales de salud. Por tanto, consiga hoy mismo el DNI para sus hijos.»

Este aviso lo hace parecer como si los niños tuvieran ahora más derechos. Lo que no se dice, es que los niños siempre fueron atendidos en los establecimientos estatales de salud – aun sin DNI. En realidad se trató de una restricción de los derechos: A partir de ese momento, los niños sin DNI ya no iban a recibir atención.

Este ejemplo es muy similar al que relata George Orwell en su novela «1984»: Un día, el gobierno anuncia por todo el país: «¡La ración permitida de chocolate se aumentó a 20 gramos!» No se dijo que anteriormente, la ración había sido de 30 gramos – o sea, en realidad, no había aumentado, había disminuida.
(La novela de Orwell describe un gobierno totalitario que controla a la población mediante vigilancia permanente y mediante una comunicación engañosa. Es muy instructiva respecto a los métodos de los gobiernos actuales.)

Como ejercicio, busquen algunos breves artículos periodísticos, y analicen:
– ¿Qué palabras descriptivas o calificativas se usan?
– Esas palabras, ¿en qué sentido influencian nuestra opinión o nuestro punto de vista?
– ¿Cómo se describirían los mismos hechos desde un punto de vista opuesto?

¿Cuál es el propósito?

Esta es otra buena pregunta que podemos hacer acerca de las noticias. ¿Para qué se difunde esta noticia? ¿Qué quieren lograr sus autores?

Por ejemplo, muchas noticias quieren inducir en nosotros una opinión específica acerca de algún asunto, como hemos visto en la sección anterior acerca de los calificativos. De la misma manera se puede lograr también un efecto emocional: hay noticias que son diseñadas para infundirnos miedo, odio, y otras emociones.

Algunas noticias son propaganda directa a favor de ciertas instituciones. En esta categoría caen todas las noticias que resaltan los logros del gobierno en cuanto al desarrollo social, la educación, la salud, etc: «Gobierno invierte 12 milliones en mejorar la infraestructura educativa», etc. Se quiere que digamos: «¡Cuán generoso y eficiente es nuestro gobierno!» (Respecto a la generosidad: por supuesto que esas noticias no nos hacen pensar de dónde tiene el gobierno ese dinero: la verdad es que lo sacó de los bolsillos de nosotros todos.) – Se quiere hacernos creer que sin las intervenciones del gobierno no podríamos sostener a los necesitados, ni educarnos a nosotros y a nuestros hijos, ni cuidar nuestra salud. En breve, la meta final es endiosar al gobierno.
De manera similar hay noticias que son propaganda a favor de ciertas ONGs y organizaciones internacionales, a favor de ciertas grandes empresas, etc.

Y por el lado opuesto, hay noticias que son diseñadas para difamar a ciertas personas o grupos de personas, y para que sintamos odio hacia ellos. Eso es más notorio en los reportajes de guerra. Sabemos que en toda guerra se cometen actos horribles, y que mucha gente sufre. Pero a menudo los medios de comunicación resaltan las atrocidades de uno de los partidos de la guerra, y los sufrimientos del otro partido. El propósito es obviamente, representar a uno de los bandos como «los malos» y al otro bando como «los buenos». Eso raramente corresponde a la realidad.

Otras noticias quieren inducirnos a ciertas acciones o comportamientos. Por ejemplo, ¿qué harías si encontraras la siguiente noticia (y la tomaras en serio)? «Investigación científica encuentra que las personas que hablan a sus amigos por teléfono, tienen una expectativa de vida 9 años mayor que los que se encuentran con sus amigos en persona.» – Obvio: dejarías de visitar a tus amigos y les hablarías solamente por teléfono. La intención de tal noticia es clara: quiere incentivar el uso del teléfono y así beneficiar a las empresas de telefonía.
Así también es clara la intención de la mayoría de las noticias recientes sobre salud y enfermedad: quieren aumentar las ventas de cierto producto farmacéutico, incentivando su uso, y así aumentando las ganancias de sus productores.

Esta es otra pregunta que nos puede guiar en el análisis de los mensajes de los medios de comunicación. Analicen algunas noticias de la prensa, de la radio o de la tele según este criterio:
– ¿Con qué propósito se difunde esta noticia?
– ¿En qué sentido quiere el autor influenciar mi opinión acerca de los asuntos?
– ¿Qué desea el autor que yo haga, en consecuencia de su noticia?
– ¿Quiénes se benefician, si yo actúo en el sentido de esta noticia?
– ¿Qué otros datos puedo averiguar, que podrían dirigir mi opinión y mis acciones en un sentido diferente?

Conclusión

En los tiempos actuales, el papel de los medios de comunicación consiste más en manipular que informar. Tenemos que estar al tanto de eso, y no creer ciegamente lo que nos dicen. Enseñemos también a nuestros hijos, a analizar críticamente lo que ven, escuchan y leen.

Recapitularé algunas de las pautas y preguntas que nos ayudarán en esos análisis.

– Lean y escuchen detenidamente, razonen y cuestionen: ¿Es verdad lo que dice el periodista (o el político)? ¿Por qué debo creer lo que dice? ¿En qué fuentes se basa? ¿Cuán confiables son esas fuentes?

– Si el artículo contiene imágenes, o se trata de un video o un programa televisivo:
¿Están las imágenes relacionadas con el contenido de la noticia, o no? ¿Qué reacción emocional provocan en mí? ¿Tuviera yo la misma reacción, si la noticia no tuviera imágenes? ¿Qué datos adicionales estoy asumiendo a base de las imágenes, sin que esos datos aparezcan en la noticia misma? ¿Qué otra imagen podríamos asociar con esta noticia, para que cause una impresión distinta?

– Y para todas las noticias:
¿Qué datos adicionales deberíamos saber, que no se mencionan en la noticia, pero que serían necesarios para verla en su contexto? ¿Dónde puedo encontrar esos datos adicionales?

Fuentes de información alternativas:

No existen muchos medios de comunicación realmente independientes en el idioma español. Abajo enumeraré a algunos que pueden ayudarnos a equilibrar la perspectiva.

OJO: Eso no significa que esos medios siempre digan la verdad. Tienen también sus sesgos y sus inclinaciones particulares. Pero esas inclinaciones son distintas de los medios convencionales (los que son financiados por los gobiernos y por las grandes empresas, y por tanto reportan según el dictado de sus financiadores). Leer reportajes con inclinaciones distintas, nos ayuda a neutralizar las impresiones falsas que nos dejan los medios convencionales.

Fuente 1

Fuente 2

Fuente 3

Fuente 4

Fuente 5

Fuente 6 (buscar dónde se puede cambiar el idioma a español)

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Tres noticias para razonar

Pensaba escribir acerca de otro tema. Pero durante las últimas semanas me topé con tres noticias que claman por ser analizadas con las herramientas de la lógica. Aquí están, para todos quienes conservaron todavía su capacidad de razonar lógicamente, aun a través de la locura colectiva de los últimos dos años:


1. «¿Por qué la vacunación es lenta en Ayacucho, Cajamarca y Puno?» («La República», 23 de mayo de 2022)

En esta noticia dice: «El 34.4 % de la población cuenta con la tercera dosis de la vacuna contra la Covid-19 en la región Puno, lo que representa un ritmo de vacunación lento …» – De hecho, comparando las cifras, se puede concluir que Puno es la región menos vacunada del país.
Consultando la estadística correspondiente, que el mismo medio noticioso ofrece en su página web, se pudo averiguar además que en el mes de mayo, las regiones más vacunadas eran Callao, Ica y Lima.


2. «Desactivan 60% de camas UCI en Puno ante falta de pacientes» («La República», 4 de junio de 2022)

Eso es lo que sucede en Puno:

«El titular de la Dirección Regional de Salud de Puno, Juan Carlos Mendoza, informó que se desactivarán 60% de las camas de Unidad de Cuidados Intensivos que eran destinadas para los pacientes graves con Covid-19. Hasta el último jueves solo se reportó un paciente en esta área crítica.»


3. «Por sexta semana consecutiva, aumentan casos de coronavirus» («La República», 5 de junio de 2022)

Si leemos esta noticia atentamente, vemos que se refiere a Lima:

«… desde mediados de abril, … el número de contagios diarios aumentó de 250 a 550 infectados. … El aumento de casos se viene registrando, principalmente, en Lima Metropolitana, en los distritos de Cercado, Magdalena, Miraflores, San Borja, San Isidro, Jesús María, Surquillo, San Miguel, Pueblo Libre, San Juan de Miraflores, Surco y La Molina.»


Tomando los datos de estas tres noticias en conjunto, ¿quiénes de mis lectores son capaces de sacar la conclusión obvia?

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Razonemos … acerca de la economía

Para entender lo que sucede en el mundo, hay que entender también algo de economía. Eso se considera generalmente un campo complejo. Pero existen algunos principios fundamentales que aun los niños pueden entender. Por eso propongo seguir los siguientes razonamientos, que darán una perspectiva adicional acerca de la situación actual. Converse también con sus niños acerca de aquellos aspectos que ellos ya pueden entender, y hágalos razonar. Es muy importante en estos tiempos, recuperar nuestra capacidad de razonar.


¿Cuánto vale el dinero?

Estamos acostumbrados a decir que el dinero representa un «valor». Pero mira un billete, por ejemplo de 100 dólares: Es sólo papel y tinta, y quizás unos otros ingredientes. El papel, la tinta, y el proceso de impresión, juntos valen solamente unos pocos centavos. ¿Por qué entonces decimos que el billete tiene «valor»?

– Es solamente porque con el dinero puedo comprar bienes: alimentos, herramientas, máquinas, etc. ¿Y por qué puedo hacer esas compras? – Es que hay otras personas que atribuyen valor al dinero, y lo reciben como un medio de pago.

En otras palabras, este sistema de hacer compras con dinero funciona a base de un acuerdo generalizado entre las personas de aceptar el dinero como pago. Una vez que este acuerdo se quebranta, el dinero pierde su valor. El dinero no tiene valor en sí. Solamente vale lo que puedes comprar con él.

Originalmente se usaban monedas de oro, de plata y de cobre. Esos metales representan un valor real.
Cuando se introdujo el dinero de papel, se hizo primero en forma de «notas bancarias», donde el banco se comprometía a pagar al portador de la nota un monto determinado de oro o de plata. Por tanto, los bancos no podían emitir más «notas» que el monto total de oro y plata que almacenaban. Así, las «notas» representaban un valor en metales preciosos que realmente existía. Y por tanto, por ejemplo, «un dólar de oro» era siempre la misma cantidad de oro.
Pero más tarde, se permitió a los bancos emitir la cantidad de dinero que querían, independientemente de la cantidad de oro que tenían o no tenían. Desde entonces, el dinero ya no representa ningún valor real. Por eso, el dinero que usamos actualmente es «volátil»: En tiempos de crisis puede perder su valor muy rápidamente.

Para seguir pensando:
– Si el dinero es un valor tan inseguro, ¿por qué seguimos usándolo?
– ¿Conoces ejemplos del pasado o presente donde la moneda de un país efectivamente perdió su valor?
– ¿Quién(es) se beneficia(n) de una economía con dinero «volátil»?
– ¿Por qué dijo Jesús que no nos hagamos tesoros en la tierra (Mateo 6:19-21)?
– ¿Por qué dijo Pablo que el amor al dinero es una raíz de todos los males (1 Timoteo 6:8-10 y 17-19)?
– ¿Qué otras formas de intercambiar bienes y servicios puedes imaginarte, que no requieren usar dinero?


Cómo se devalúa el dinero

Representemos la entera economía de un país «en miniatura». En la siguiente imagen, las monedas significan todo el dinero que existe en el país, y los panes significan todos los bienes que existen en el país.

5 monedas, 5 panes

Hay un total de cinco monedas, y cinco panes. Haciendo una correspondencia sencilla, lo más lógico es que un pan vale una moneda; o sea con una moneda se puede comprar un pan.

Los dos años pasados hemos vivido una situación donde se restringía la producción. Muchas áreas de la economía no podían trabajar como normal. En parte, esas restricciones todavía continúan. ¿Cuál fue el resultado? – Obviamente, la cantidad total de los bienes disponibles disminuye.

Al mismo tiempo aumentó la cantidad de dinero. Los gobiernos han dado ayudas financieras a muchos negocios y personas individuales. La gente recibió esas ayudas con alegría: «¡El gobierno nos está regalando dinero!»
Detengámonos unos momentos para reflexionar: ¿Cuánto dinero tiene el gobierno? ¿De dónde lo tiene? ¿Cómo lo gana?

Si lo pensamos bien, en realidad el gobierno no tiene dinero. El gobierno no produce ni vende nada; por tanto no recibe dinero por ventas ni por trabajos hechos. Básicamente hay sólo dos formas cómo el gobierno puede conseguir dinero:
– Cobrando impuestos; o sea, nos quita una parte de lo que todos nosotros hemos producido.
– Prestándose dinero de los grandes bancos. Eso significa que el gobierno incentiva a los bancos a «crear» más dinero, y el gobierno recibe ese dinero en calidad de préstamo. Para devolver el préstamo, el gobierno nuevamente tendrá que cobrar impuestos; y además tiene que pagar intereses.

Entonces, si el gobierno regala dinero de los impuestos, eso significa que una parte de la población tiene que empobrecerse para enriquecer a otros.
Si el gobierno regala dinero que crearon los bancos, eso significa que la cantidad total de dinero es ahora mayor que antes. Entonces, la situación se ve más o menos así:

8 monedas, 4 panes

Tenemos ahora más dinero, pero menos bienes. ¿Cuánto vale ahora un pan? – En la imagen hay un total de 8 monedas, y hay 4 panes. Entonces, para poder comprar un pan, necesitamos ahora dos monedas.

¿Nos damos cuenta de lo que sucedió? Mucha gente tiene ahora más dinero; pero lo que pueden comprar con él, es menos que antes. Al fin de cuentas, nadie se ha vuelto «más rico»; al contrario. El dinero se ha devaluado.

Eso es lo que se llama inflación. La cantidad del dinero se «infla», o sea aumenta, pero sin que aumenten los bienes disponibles. En consecuencia, todo cuesta más.

Para seguir pensando:
– Si el gobierno regala dinero, ¿eso ayuda a recuperar la economía? ¿Por qué sí, o por qué no? ¿Puedes pensar en una forma más eficaz de recuperar la economía?
– ¿La inflación es algo como un desastre natural, que sucede sin que alguien pudiera preverlo? ¿o es el resultado de las acciones deliberadas de ciertas personas e instituciones?
– Si el gobierno aumenta el monto del sueldo mínimo, ¿qué consecuencias tiene eso para la inflación? ¿y para la situación económica en general?
– En tiempos de inflación, ¿es mejor ahorrar dinero, o ahorrar bienes, o no ahorrar nada en absoluto?
– ¿Quiénes sufren más de la inflación?
– ¿Quiénes se benefician de la inflación?


Inversión y producción

Hemos visto que en una crisis económica, el problema normalmente no es la escasez de dinero. El problema es la escasez de bienes. Lo mismo aplica a las situaciones de pobreza. Por tanto, la solución no consiste en aumentar la cantidad de dinero. El dinero no se puede comer. Lo único que ayudará a largo plazo, es crear condiciones donde se pueden producir e intercambiar más bienes.

La única manera de combatir la pobreza consiste en producir bienes.

Algunos modelos de educación activa, por ejemplo la Fórmula Moore, recomiendan que los niños creen y administren un pequeño negocio propio: que produzcan algún producto que pueden vender a sus vecinos y conocidos; que ofrezcan algún servicio pagado; etc. Y que en vez de darles propinas, los niños puedan disfrutar de las ganancias de su negocio.
Esta es la mejor educación económica para principiantes: Los niños aprenden por experiencia propia acerca de una buena administración y el valor del trabajo; acerca de las inversiones y el rendimiento; acerca de oferta y demanda; y aprenden a hacer un presupuesto y a llevar una contabilidad sencilla.
Eso se puede complementar con la experiencia de un negocio «adulto», si los niños tienen la oportunidad de ayudar en el negocio de sus padres o de unos parientes o conocidos, y al mismo tiempo enterarse de cómo funciona ese negocio.
Si los niños tienen esta base de experiencia propia, también entenderán mejor los razonamientos que siguen.

Para producir algo, tenemos que pagar lo que necesitamos para la producción. Eso es la inversión:
– Los materiales o ingredientes necesarios;
– Dependiendo de las circunstancias, podemos necesitar también: electricidad; herramientas o máquinas; un ambiente adecuado (p.ej. taller); etc.
– Si otras personas trabajan por nosotros, tenemos que pagar sus sueldos.
– ¿Qué otras cosas podríamos necesitar para producir algo? Piensa en unos ejemplos concretos: hornear pan; construir una casa; diseñar e imprimir una revista; etc.
– ¿Y qué necesitamos para dar a conocer y vender nuestro producto?

Cuando vendemos nuestro producto o realizamos un servicio, recibimos ingresos. La diferencia entre los ingresos y la inversión es la ganancia.

Pensemos además en la inversión de tiempo: Tenemos solamente una cantidad limitada de horas que podemos trabajar cada día. El tiempo también es valioso.
Calcula la ganancia que obtienes de tu negocio, y divídela entre el número de horas que tienes que invertir para producir y vender tu producto o servicio. El resultado te dice cuánto vale una hora de tu trabajo en tu negocio. (En el caso de un empleado, se haría el mismo cálculo usando su sueldo en vez de la ganancia.)

Si toda la inversión sirve para producir, tenemos condiciones óptimas para la producción. Se puede entonces producir la mayor cantidad de bienes con un mínimo de inversión en dinero y tiempo.

Pero en nuestros tiempos actuales, eso no es así. Averigua con una persona que tiene un negocio formal:
– ¿Qué cantidad de sus ganancias tiene que pagar en impuestos? ¿Qué porcentaje de las ganancias es eso?
– ¿Cuánto dinero y tiempo tiene que invertir en los trámites burocráticos para que el gobierno permita a su negocio seguir funcionando?
– ¿Qué otros gastos tiene su negocio (en dinero y en tiempo), que no son relacionados ni con la producción ni con la venta?

Todo lo mencionado son gastos improductivos: No contribuyen a aumentar la cantidad de bienes disponibles. Si, por ejemplo, el 40% de los gastos de un negocio son gastos improductivos, entonces se producen 40% menos bienes de lo que se podría producir en condiciones óptimas. Por tanto, al fin de cuentas, esos son gastos que aumentan la pobreza general.

No olvidemos que el tiempo que invertimos, también es un gasto. Pongamos como ejemplo a un padre de familia que tiene un negocio pequeño, y su hora de trabajo vale 4 dólares. Para renovar el permiso de funcionamiento de su negocio, ese padre tiene que pasar dos veces cinco horas en una oficina – haciendo cola, llenando formularios, discutiendo con los funcionarios … Eso significa una pérdida de 40 dólares, además del dinero que le cobran por el trámite.

En la actualidad, a los gastos improductivos se ha añadido todo lo que el gobierno exigió respecto a la «bioseguridad», incluso obligando a muchos negocios a realizar toda clase de controles a sus clientes. (Consideremos, además, que hasta hoy no existe evidencia científica de que alguna de esas medidas haya efectivamente mejorado la salud de la población en general. La experiencia peruana del año 2020 sugiere mas bien lo contrario.) No extraña entonces que con todo eso la pobreza haya aumentado.

Para seguir pensando:
– ¿Qué se podría hacer para disminuir los gastos improductivos?
– ¿Existen también maneras de disminuir los gastos necesarios para la producción?
– Algunas personas no pueden mantenerse a sí mismos mediante un trabajo productivo: niños, ancianos, enfermos, discapacitados, … Piensen en unas posibilidades de cómo ayudar y mantener a esas personas, sin que eso cause gastos improductivos a todos los demás. Consideren también lo que dice la Biblia al respecto.


El trabajo improductivo aumenta la pobreza.

En el apartado anterior hemos considerado el tema de la productividad, desde la perspectiva del productor. Hemos visto que diversas políticas del estado causan gastos improductivos. Pero eso todavía no es todo: El gobierno también tiene que pagar a los funcionarios que implementan esas políticas. Esas personas no producen nada. Y el gobierno tiene que construir y mantener las oficinas donde trabajan esos funcionarios. Así que también el gobierno tiene muchos gastos improductivos. Aumentar los puestos de trabajo improductivos, también aumenta la pobreza.

Para pensar:
– ¿Es «improductivo» todo trabajo que no resulta en un producto o servicio material? Por ejemplo, ¿son «improductivos» los músicos, los profesores, los predicadores del evangelio, los psicólogos?
– ¿Es «productivo» todo trabajo que resulta en un producto material? Por ejemplo, ¿son «productivos» los productores de drogas dañinas, de películas pornográficas, de armas de guerra, de juguetes de mala calidad que se rompen en el primer uso?
– ¿Cómo podríamos definir más claramente lo que es un trabajo «productivo», en el sentido de que contribuye al bienestar general?
– ¿Qué tendría que pasar para que haya menos necesidad de policías y agentes de seguridad; de abogados y jueces; de funcionarios del gobierno; de profesores; … ? ¿Qué otros trabajos serían menos necesarios, si hubiera ciertos cambios en la sociedad y en la forma de gobierno?
– ¿Cuáles productos alimenticios implican más gastos improductivos: los productos procesados que se venden en los supermercados, o los productos agrícolas que vienen directamente del productor?
– ¿Necesito que el estado controle la salubridad de los restaurantes? ¿O puedo yo mismo, si como en un restaurante, darme cuenta de que es insalubre, y en este caso decidir ya no comer allí?
– Como padre de familia, ¿necesito que el estado decida cuáles escuelas o servicios educativos pueden funcionar y cuáles no? ¿o puedo yo mismo darme cuenta si mis hijos no reciben una buena educación, y en este caso buscar una alternativa?
– Tomando en cuenta que muchos funcionarios del estado son corruptos, ¿puedo confiar en que el estado me protegerá de productos y servicios de mala calidad? ¿o es preferible ejercer mi juicio propio y decidir de quién comprar?

(Vea también: «Conciencia consumidora«.)


La economía es interconectada.

¿Conoces el juego «Yengha»? (Quizás en otros lugares se conoce con otro nombre.) Consiste en unas piezas de madera que se ponen unos sobre otros para formar una torre alta. Después, sucesivamente, se sacan piezas de abajo y se colocan encima de la torre … hasta que la torre pierde el equilibrio y cae.

Podemos comparar la economía con una torre de yengha. Cada pieza se apoya sobre otras piezas, y ésas a su vez sobre otras piezas, y así sucesivamente. Cada productor depende de ciertos insumos, herramientas, medios de transporte, etc; y ésos a su vez dependen de otros productores; y así sucesivamente.

Imagínate ahora que tenemos una torre de yengha como en la imagen, con piezas de diferentes colores. Alguien decide arbitrariamente que, por ejemplo, las piezas rojas y anaranjadas se consideran «no esenciales», y deben quitarse. ¿Qué va a pasar?

Lo más probable es que la torre entera se vendrá abajo. En un juego de yengha siempre vamos a notar que son relativamente pocas piezas que podemos quitar sin que la torre se caiga.Y hay que probar cuidadosamente cada pieza, para saber si se puede quitar con seguridad o no. No podemos quitar arbitrariamente todas las piezas de un color determinado.

Así también en la economía, no se pueden arbitrariamente cerrar ciertas ramas, y pensar que lo demás seguiría funcionando como antes. Toda interferencia estatal causa un desequilibrio que al fin de cuentas afecta a la economía entera. No se puede hacer una distinción arbitraria entre negocios «esenciales» y «no esenciales». O como dijo alguien: «Todo trabajo es esencial para la persona que gana su vida con él.»

Por ejemplo, en el año 2020 diversos gobiernos decidieron que los hospitales eran «esenciales», pero que las ferreterías eran «no esenciales». Entonces, ¿qué pasa si en un hospital se rompe un tubo de agua y se inunda un piso entero? Hay que llamar a un gasfitero, pero el gasfitero no tiene permiso para trabajar, porque su trabajo se considera «no esencial». Supongamos que con mucha perseverancia y suerte, el gasfitero consigue un permiso especial para trabajar, ya que es para un hospital. Pero no puede conseguir un tubo de repuesto, porque las ferreterías están cerradas. Entonces el hospital ya no puede funcionar normalmente porque no hay ferreterías.
O ¿qué pasa si un camión que transporta medicamentos se malogra en el camino, y no hay mecánico para arreglarlo, porque el gobierno prohibió a los mecánicos trabajar? Al hospital le faltarán medicamentos, y quizás hasta mueren pacientes por eso.

Lo mismo sucede ahora, que varios gobiernos prohíben trabajar a ciertos grupos de personas, por ejemplo a los que no están dispuestos a participar en cierto experimento médico riesgoso. Eso tiene las mismas consecuencias: se desestabiliza la economía entera. (Por no mencionar que por supuesto, todas esas medidas son violaciones flagrantes de los derechos humanos.) No se pueden quitar arbitrariamente a ciertas «piezas» del juego, solamente por no cumplir con ciertos criterios, o por no estar de acuerdo con la política del gobierno. Eso hace caer al sistema entero.

Hay innumerables interdependencias entre las diferentes ramas de la economía, algunas muy complejas. Algunas de las restricciones que se impusieron hace dos años, empiezan recién ahora a mostrar sus consecuencias, en forma de interrupciones de la cadena de suministros. Cuanto más complejo es un producto, más insumos diferentes necesita para su fabricación. Si uno solo de esos insumos no puede llegar a la fábrica, la producción ya no puede continuar.

Para seguir pensando:
– ¿Qué partes se necesitan para fabricar un automóvil? ¿De dónde vienen esas diferentes partes? ¿Cómo llegan esas partes a la fábrica de autos?
– Si se dejan de fabricar automóviles y camiones, ¿qué consecuencias tendrá eso para el transporte de todos los otros bienes?
– Si se dejan de fabricar fertilizantes, ¿qué ramas de la economía se afectan? ¿Con qué consecuencias?
– Muchos dicen que «por causa de la pandemia» se cerraron fábricas, entraron empresas en quiebra, etc. ¿De verdad tiene un virus el poder de cerrar una fábrica? ¿o quiénes fueron en realidad los que cerraron las empresas? – ¿Y cuán alto era realmente el riesgo de los obreros a quienes se les prohibió trabajar, de morir por el virus? (Toma en cuenta que ese riesgo es mucho mayor para personas ancianas que para personas en edad de trabajar; y que es mucho mayor para personas que ya están enfermas, que para personas sanas. Toma en cuenta también que muchos de los que murieron, eran personas que se quedaron en casa, y eso aparentemente no los protegió.)
– Busca unos ejemplos históricos y actuales de gobiernos que intentaron controlar y planificar la economía de sus países a lo máximo. Busca ejemplos de gobiernos que dieron mayor libertad. Compara lo que sucedió en los unos y en los otros.

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Gremios médicos: Combatiendo la ciencia en nombre de la ciencia

«La ciencia» tiene que servir muchos propósitos en nuestros tiempos. Anteriormente, «ciencia» significaba la búsqueda de la verdad. En el caso de divergencias, ésas se resolvían mediante discusiones abiertas e imparciales, a base de observaciones y experimentos.

Hoy en día ya no existe la discusión abierta; y ya no se da mucha importancia a los criterios objetivos (observaciones y experimentos). En su lugar, «la ciencia» tiene que servir los intereses políticos y comerciales. Las personas que definen esos intereses, ya definieron también de antemano lo que debe decir «la ciencia»; y cualquier científico que llega a conclusiones opuestas, debe ser censurado.

«Ciencia» al servicio de fines políticos

Eso se puede observar con la mayor claridad en torno a cierta intervención médica que los gobiernos de este mundo quieren forzar sobre toda la población, diciendo que sólo así serían protegidos contra cierta enfermedad. Ya que éste es el interés, se sumprime toda evidencia científica de que esa intervención podría ser menos eficaz de lo que sus proponentes dicen; que podría ser más peligrosa de lo que dicen; o que podrían existir alternativas. Así la ciencia deja de preocuparse por la verdad. «La ciencia» es ahora un instrumento de dominio en las manos de los poderosos de este mundo.

Hace poco, el Colegio Médico del Perú inició un proceso disciplinario contra un médico. ¿Cuál fue su crimen? – Había dicho públicamente que las intervenciones mencionadas habían causado ya más de 50’000 muertes.
Algunos países donde hay todavía un poco más de transparencia que en el Perú, tienen sistemas informáticos donde se pueden reportar los efectos adversos de tratamientos médicos. (En realidad, en el Perú también existe un sistema similar; pero los políticos y los médicos no quieren que nadie se entere de ello, mucho menos que uno lo use.) Tan solamente en los países de la UE, hasta el 20 de noviembre de este año se habían reportado 31’014 muertes en relación con dicha intervención. El sistema de los EEUU registra 19’532 muertes hasta el 26 de noviembre (de los cuales 8986 sucedieron dentro de los EEUU). Eso ya da un total de más de 50’000, solamente en esta selección relativamente pequeña de los países del mundo.
(Para detalles acerca de la interpretación de los datos registrados, vea la nota al final.)*

Entonces, la declaración del médico era completamente científica, basada en datos estadísticos oficiales. Sin embargo, el Colegio Médico la censuró como «desinformación». Bajo el pretexto de defender la ciencia, suprimen la publicación de informaciones científicas políticamente indeseadas.

Si el Colegio Médico cree que los datos presentados por ese médico son falsos, ¿por qué no presentan su propia evidencia? ¿Por qué no se enfrentan a una discusión abierta, imparcial y sin amenazas, para buscar la verdad de una manera realmente científica?
Sólo los dictadores pretenden definir ellos mismos lo que es la verdad científica, suprimiendo la expresión libre. Ellos suelen hacer eso cuando saben que no pueden ganar en un debate abierto y libre con argumentos racionales. Esta actitud autoritaria mata el pensamiento científico, mata la libertad, y a veces incluso mata gente.

¿En el interés de quién?

Debemos preguntarnos en este punto: ¿Los intereses de quiénes representa el Colegio Médico?
Esta pregunta suele estar relacionada con la pregunta: ¿De dónde viene el dinero? «El que paga, decide la música.»

Busqué en la página web del Colegio Médico, pero no encontré ningún dato acerca de su financiamiento. No existe transparencia en este respecto.
Por el otro lado, es un hecho conocido que esta clase de instituciones, en todos los países, reciben sumas grandes de parte de las empresas farmacéuticas. Aquí unas cuantas citas relevantes:

«Las grandes empresas innovadoras financian a los expertos (que ha convertido en «líderes clave de opinión») [8], financian a las instituciones de salud pública (como los CDC y la FDA) y financian a las asociaciones médicas profesionales.«
(Adam C Urato, «Vaccine hesitancy: Don’t blame the public», Indian Journal of Medical Ethics, 9 de agosto de 2021)

«La industria farmacéutica domina la agenda de formación de los médicos, domina la agenda de la investigación y domina la agenda pública en Sanidad. La mayoría de los actos, medios de comunicación especializados, etcétera, están financiados por ellos.»
(Ildefonso Hernández, ex Director General de Salud Pública español; en el documental «¿Sobremedicados?», La Sexta, abril de 2013)

«Me decía un dirigente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria que los demás [sociedades médicas] dependen mucho de la industria y ellos ¡sólo en un 80%! ¡Y es una de las más independientes!»
(Dr. Joan Ramón Laporte, Director de la Fundació Institut Catalá de Farmacología y miembro del cuadro de expertos de la OMS; loc.cit.)

«Un nuevo estudio revela que los hospitales no informan a los pacientes cuando los médicos responsables de elegir sus medicamentos han recibido miles de libras de compañías farmacéuticas. (…)
Pero los médicos pueden recibir pagos por una variedad de razones, tales como dar conferencias o asistir a conferencias y eventos de capacitación, que generalmente se reflejan en pagos de hoteles y restaurantes de lujo.
En 2017,
la industria farmacéutica informó haber gastado 116 millones de libras [tan sólo en Gran Bretaña] en dicha actividad.»
(Henry Bodkin, «Patients not told about doctors’ big pharma conflicts of interest – new study», Diario «The Telegraph», 26 de marzo de 2018)

«En este estudio observacional se analizó la información disponible públicamente sobre las contribuciones a las campañas políticas y los gastos en «lobbying» (tráfico de influencias) en EEUU entre 1999 y 2018, y se encontró que la industria farmacéutica y de productos para la salud gastó US$ 4’700 millones, un promedio de US$ 233 millones al año, en «lobbying» al gobierno federal de EEUU; US$ 414 millones en contribuciones de campaña a candidatos presidenciales y miembros del Congreso (…); y US$ 877 millones en contribuciones a candidatos y comités estatales. Las contribuciones fueron principalmente para los congresistas de alto nivel, involucrados en la redacción de leyes de salud, y para los miembros de los comités estatales que se opusieron o apoyaron referéndums importantes sobre precios y regulación de medicamentos.»
(Olivier J.Wouters, «Lobbying expenditures and campaign contributions by the pharmaceutical and health product industry in the United States, 1999-2018», Revista JAMA-Medicina Interna, 3 de marzo de 2020)

Alguien debería investigar eso a fondo. En el «Caso Odebrecht» se descubrió que muchos políticos y partidos políticos habían sido financiados por Odebrecht, con la intención de que posteriormente iban a dar un trato preferencial a esa empresa. Eso se llama corrupción, y muchos de los implicados están ahora en la cárcel. ¿Cómo debemos llamarlo entonces, si ciertos gremios médicos y autoridades del «sistema de salud» son financiados por grandes empresas farmacéuticas, con miras de que entonces promuevan los productos de éstas, y supriman informaciones que podrían exponerlas?

Pero no podemos esperar que la prensa investigue eso, ya que participan en la misma trama, y por supuesto que no se van a investigar a sí mismos. Necesitamos investigadores independientes, quienes se nieguen a recibir dinero que los puede corromper; y esa clase de personas es difícil de encontrar en un país como el Perú. Es por eso que estamos nuevamente al punto de perder la independencia, y de ser colonizados por las empresas internacionales. Es que la independencia requiere la integridad de decir No a las influencias indebidas.

Enseñemos a nuestros niños a resistirse contra la corrupción, y a no recibir regalos que vienen con un anzuelo.

Prohibido que haya cura

A este mismo capítulo pertenece la guerra sucia que se está librando contra ciertos medicamentos que ya han salvado las vidas de miles de personas. Esos medicamentos tienen las siguientes características en común:

  • Ya están en uso desde hace décadas; o sea son medicamentos con una larga historia de éxito en el tratamiento de otras enfermedades; y también son conocidas sus posibles reacciones adversas (si es que existen).
  • Ya no están protegidos por patentes, de manera que pueden producirse de manera libre y económica en cualquier país del mundo.
  • Por tanto, son fácilmente accesibles para la población del mundo entero.
  • Y por la misma razón, no proveen ganancias a las grandes empresas farmacéuticas.

¡Eso último es obviamente una gran razón para hacerles la guerra! No se puede permitir que todo el mundo se cure a bajo costo, sin beneficio alguno para los monopolistas.
Y además, no les conviene que exista una cura; porque así su intervención forzada pierde credibilidad. Tienen que mantener a todo costo la creencia de que esa intervención sería la única solución, y que no existiría otra.

– Existe una medicación particular que cumple con las mismas características, pero que no pueden desacreditar de la misma manera como las otras, porque nadie les creería. Me refiero al oxígeno medicinal. En este caso, obviamente, no se atreven a decir que el oxígeno sea ineficaz o que sea dañino. Pero me llama la atención la frecuencia con la que se escucha que en algún lugar una planta de oxígeno dejó de funcionar – mayormente dicen que por fallas técnicas -, o que otra no puede ni siquiera comenzar a funcionar por trabas burocráticas. Al parecer, existen diversas maneras de combatir los tratamientos accesibles y eficaces …

Y en su lugar, se promueven otras intervenciones y tratamientos con características como las siguientes:

  • Son nuevos y experimentales, de manera que no existen datos confiables acerca de su eficacia, y acerca de sus posibles riesgos y efectos adversos.
  • Son producidos exclusivamente por la empresa que tiene la patente.
  • Por tanto, en la mayor parte del mundo tienen que importarse desde el extranjero y cuestan caro.
  • Y por tanto, proveen millonarias ganancias a las grandes empresas.

Ahí tenemos una explicación lógica de por qué ciertos tratamientos e intervenciones se propagan con tanta vehemencia, mientras que otros son satanizados. Volvamos a razonar y a analizar, no sigamos ciegamente a lo que dicen los medios de comunicación.


* Nota acerca de los efectos adversos:

Los partidistas de los gigantes farmacéuticos suelen negar esos datos, diciendo que no se ha comprobado una relación causal entre la intervención médica y las muertes registradas. Pero si los preguntamos qué datos tienen ellos para demostrar que no existe tal relación, no pueden mostrar nada. Es que el asunto ni siquiera se investiga; los gobiernos del mundo no están interesados en saber la respuesta.
Sólo unos cuantos investigadores más independientes se ocuparon de este asunto. Por ejemplo el Dr.Peter Schirmacher, director del Instituto Patológico de la Universidad de Heidelberg (Alemania), investigó las historias clínicas e hizo autopsias a más de 40 personas fallecidas después de la intervención. Como resultado, él estima que en el 30 a 40% de los casos, la intervención médica fue la causa directa de la muerte.
Otra investigación sistemática, hecha en EEUU, concluyó que hasta el 86% de las muertes reportadas deben haber sido causadas por la intervención médica.

Pero adicionalmente hay que tomar en cuenta que solamente una muy pequeña fracción de los sucesos adversos siquiera se reporta. Respecto al sistema estadounidense, ya en 2009 una investigación concluyó que menos que el 1% de los efectos adversos se reportan. O sea, las cifras verdaderas serían ¡más que 100 veces las reportadas! Otras investigaciones cuentan con un factor menor, pero todavía en el rango de 30 a 40 veces.
Entonces, aun tomando los valores mínimos de los que se proponen (sólo el 30% de las muertes causadas por la intervención, y el número de casos 30 veces lo reportado), aun así, habrían muerto por causa de la intervención médica por lo menos 9 veces el número de personas que aparecen en los registros.

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A partir del 15 de diciembre aumentarán los contagios y las muertes en el Perú …

… quizás a un paso bastante acelerado.

Usted no necesita creerlo sólo porque yo lo digo. En los tiempos bíblicos ya se aplicaba este criterio para evaluar a los profetas: «Cuando un profeta habla en el nombre del Señor, y no se cumple ni sucede, es una palabra que el Señor no ha hablado. Con soberbia la habló aquel profeta; no tengas temor de él.» (Deuteronomio 18:22) – En las ciencias se aplicaba hasta hace poco el mismo criterio: «Si las predicciones de un científico se cumplen, su teoría tiene mérito. Si no se cumplen, la teoría se descarta.»

Recién en los últimos dos años se han cambiado los criterios. Ahora se considera «científico» lo que corresponde con lo que dicen los políticos, las empresas poderosas, y los medios de comunicación. Si las predicciones de esa gente fallan, se alteran las estadísticas hasta que coincidan nuevamente con lo que ellos quieren. Y las predicciones de una teoría alternativa se cumplen, entonces se prohíbe hablar de ello en los noticieros y en las redes (anti-)sociales.

En esta situación sugiero lo siguiente a todos quienes desean reactivar sus cerebros, después de su parálisis inducida por el pánico de los medios noticiosos:
Recuperemos la capacidad de pensar científicamente.
Hagamos de eso un objetivo educativo importante para nuestros hijos y para nosotros mismos.

Pensar científicamente no es creer ciegamente lo que dice algún científico, profesor, libro escolar, o medio de comunicación. Al contrario, es evaluar todo críticamente; considerar todos los datos disponibles; y llegar a conclusiones propias e independientes.

Tomemos entonces como ejemplo la predicción que puse en el título. Esta predicción se basa en una teoría alternativa a la teoría oficial. Si se cumple, será un punto fuerte a favor de la teoría alternativa.

Comparemos primero las dos teorías que están en competencia una con otra:

Teoría oficial Teoría alternativa
1) Nos encontramos en una pandemia de una enfermedad sumamente mortal que nos amenaza a todos por igual. 1) La mortalidad de la enfermedad es relativamente baja: 0.2 a 0.3% en promedio (lo que corresponde aproximadamente a una gripe fuerte).
La gran mayoría de los casos fatales se limitan a ciertos grupos de riesgo claramente definidos: Ancianos; personas con enfermedades preexistentes graves (diabetes, cáncer, etc); y unos cuantos otros.
Para personas sanas jóvenes y de mediana edad no existe un riesgo significativo de muerte.
2) La enfermedad es incurable; por tanto la única manera de detenerla consiste en vacunar a la población entera. 2) Existen opciones de prevención y tratamiento accesibles y eficaces, con tal que se administren a tiempo y en las dosis correctas. Estos tratamientos ya han salvado miles, quizás millones de vidas.
Solamente que la información acerca de estas opciones está siendo censurada por los medios de comunicación y las redes (anti-)sociales.
3) Las vacunas que actualmente se administran, son

a) aprobadas,

b) eficaces, y

c) seguras.

3.a) La Fase III de los ensayos clínicos, que es una fase previa a la aprobación oficial, dura todavía hasta el año 2023. Actualmente, las vacunas se administran bajo una autorización de emergencia, que tiene como condición que los puntos 1) y 2) de la teoría oficial sean ciertos. Por tanto, los representantes de la teoría oficial intentan impedir la difusión de toda información que podría refutar esos puntos.

b) Las altas cifras de eficacia que se reportaron inicialmente, se refieren únicamente a las primeras semanas siguientes a la vacuna. Después decaen rápidamente.Y se refieren únicamente a la reducción de síntomas. Los ensayos de la Fase II ni siquiera evaluaban si había una reducción de contagios. Ahora hay fuertes indicios de que la vacuna no reduce los contagios.

c) Los datos acerca de los efectos adversos no se están coleccionando sistemáticamente. Por tanto, la ausencia de datos no significa ausencia de efectos adversos; al contrario, significa que pueden existir un gran número de efectos adversos todavía desconocidos. En EEUU ya se han reportado más de 10’000 muertes en relación con las vacunas; en la UE más de 20’000; y muchos casos no se reportan.

4) Los vacunados están en riesgo de ser contagiados por los no vacunados. 4) Este punto contradice directamente el punto 3.b) de la teoría oficial. Si los vacunados están en riesgo, entonces es porque las vacunas son ineficaces.
5) Conclusiones:

Según la teoría oficial, todo el mundo debería estar obligado a vacunarse, y entonces terminaría la pandemia.

5) Conclusiones:
Según la teoría alternativa, se deben ofrecer todas las opciones de prevención y de tratamiento temprano.
Respecto a la vacuna, cada persona debe individualmente hacer su balance de beneficios y riesgos, con la ayuda de un médico independiente, sin vínculos con la industria farmacéutica ni con intereses políticos.
No se deben imponer restricciones a la gran mayoría de la población que no pertenecen a los grupos de riesgo, porque tales restricciones son contraproducentes. En el Perú, las restricciones estrictas del año 2020 causaron que el país llegase al primer lugar al nivel mundial en cuanto a las muertes por millón de habitantes.
6) Predicción:
La teoría oficial predice que los contagios y las muertes disminuirán poco a poco y finalmente desaparecerán, a medida que aumente el porcentaje de vacunados, y que se impongan restricciones a los no vacunados.
6) Predicción:
La teoría alternativa predice que las vacunas y su obligatoriedad no disminuirán los contagios ni las muertes, ya que los vacunados siguen contagiando.
Y a eso se añadirán las hospitalizaciones y muertes por efectos adversos; de manera que la mortalidad total (por todas las causas) aumentará.

Nota: Algunos representantes de la teoría oficial predicen una «tercera ola», diciendo que será por culpa de los no vacunados. Esta predicción contradice su propia teoría: Si los no vacunados tendrían toda la culpa de los contagios, entonces la «tercera ola» hubiera sucedido cuando había todavía muchas personas no vacunadas; no ahora que hay pocas.
Pero eso es típico del deterioro que la ciencia está sufriendo actualmente: Se ofrecen predicciones y explicaciones que ni siquiera son lógicas. Simplemente se voltea todo suceso a favor de la teoría oficial, sin presentar datos que lo respalden. Por ejemplo:
Cuando disminuye el número de enfermos, dicen que es «porque las vacunas funcionan».
Pero cuando aumenta el número de enfermos, dicen que es «porque no se han vacunado suficientes personas».
Eso no se llama ciencia; eso se llama propaganda.

La tabla comparativa que presenté arriba, permite ahora probar las dos teorías de manera científica:

Si en los meses siguientes al 15 de diciembre, los contagios y las muertes siguen disminuyendo, entonces tenemos un fuerte sustento a favor de la teoría oficial.

Si después del 15 de diciembre vemos un aumento de contagios y muertes, entonces tenemos un fuerte sustento a favor de la teoría alternativa.

Para quienes no son peruanos: A partir del 15 de diciembre, los no vacunados en el Perú serán excluidos de todos los espacios públicos que se encuentran en ambientes cerrados.

Me atrevo a hacer una predicción más:

Cuando aumenten los contagios y muertes, los representantes de la teoría oficial no reconocerán que estaban equivocados.
Seguirán echando la culpa a los no vacunados, aunque ya los excluyeron de los espacios públicos. Seguirán mintiendo acerca de los hospitalizados, diciendo que «son los no vacunados».
Seguirán aumentando las restricciones, y las violaciones de los derechos humanos.
Pero nada de eso pondrá fin a la pandemia.

Si eso se cumple también, entonces tendremos otro punto más a favor de la teoría alternativa.

Aquí (noticia en inglés) tenemos un ejemplo notable de una población que sí venció la enfermedad:
Los «Amish» son un grupo religioso que rechazan el uso de la tecnología moderna, y también rechazan las interferencias del estado en su estilo de vida tradicional. Seguían viviendo y trabajando normalmente, se contagiaron todos con el virus, pero no tenían más muertes que el resto de la población. Y aun aquellos que enfermaron gravemente, normalmente no quisieron ser hospitalizados. Preferían morir en casa, rodeados por sus seres queridos, en vez del aislamiento de un hospital.
Uno de ellos dijo:
«Dejar de trabajar es peor que morir. ¿Cerrarlo todo, dejar de ir a la iglesia, dejar de reunirnos entre familiares, dejar de visitar a nuestros ancianos, dejar de trabajar? Eso va completamente en contra de todo lo que creemos.»
Y por supuesto, solamente una minoría de ellos se hizo vacunar.
Como resultado de todo eso, en marzo de 2021 se reportó que los Amish del Condado de Lancaster eran la primera comunidad en alcanzar la inmunidad del rebaño. La mayoría de ellos ahora son inmunes, y el virus ya no los afecta.

Por el otro lado, la predicción de la teoría alternativa ya se cumplió en varios países que están entre los más adelantados en cuando a las vacunas: Israel, Chile, Gibraltar, Singapur, Islandia, y varios otros.

Vea adicionalmente esta noticia y ésta, acerca de lo que dicen grupos de médicos y la misma OMS. Otros artículos se pueden encontrar en este sitio.
Fue bastante difícil encontrar información pertinente en español. Parece que en el mundo hispanohablante, la censura mediática es más fuerte que en otros idiomas. Pero estoy dando por lo menos los pocos enlaces que encontré.

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Si no funciona, hay que hacer más de lo mismo

Eso ha sido la política oficial ya desde hace un buen tiempo. Lo hemos visto en el pasado, en cuanto a las horas de asistencia a las escuelas. Los niños pasaban cada día cinco horas en la escuela, y durante ese tiempo no aprendían casi nada. Las muchas horas de estudio, casi sin descanso, solamente los agotaban y los dejaban confundidos. Pero ¿qué dijeron los planificadores escolares? «Que tengan entonces seis horas de clases al día.» – Pero esa hora adicional, con los mismos métodos desconsiderados como antes, solamento produjo más estrés y más confusión. «Que tengan entonces ocho horas de clases.» – El resultado fue previsible.

A Albert Einstein se le atribuye el dicho: «La demencia consiste en intentar lo mismo vez tras vez, y esperar que se produzca un resultado diferente.»

Pero ahora, esa misma demencia ha alcanzado nuevos niveles sin precedentes, y eso al nivel mundial. Los gobiernos del mundo entero se esfuerzan por duplicar y triplicar los esfuerzos inservibles.

Nos dijeron que las mascarillas frenaban la transmisión de cierta enfermedad. Todo el mundo se ponía mascarillas, pero se enfermaban igual como la gente en los lugares donde no se usan mascarillas. «Que se pongan entonces dos mascarillas.» – «Que se cubran toda la cara.» – «Que se pongan tres mascarillas.» – Etc. Nada funcionaba. Pero igualmente, nos dijeron que había que hacer más de lo mismo.

Nos dijeron que cierta intervención médica iba a proteger a todos contra los contagios. Aunque esta vez, ni siquiera iban a esperar los resultados. Desde el inicio dijeron que había que hacerlo dos veces. No funcionó. Los países que tenían el mayor porcentaje de su población sometida a esas intervenciones, empezaron a tener las tasas más altas de contagios. Poco a poco, las autoridades empezaron a admitir que esa intervención – además de ser muy riesgosa – no impedía los contagios; solamente aliviaba los síntomas durante algún tiempo. Entonces, ¿acaso se llegó a la conclusión de que esa intervención no servía? – Por nada. Al contrario, ahora hay que hacerlo una tercera vez (y una cuarta, y quinta, y …)

Los gobiernos empezaron a repartir bonos en dinero, para aliviar la crisis económica. Pero puesto que muchas restricciones seguían en pie, la economía seguía sin producir nada. ¿Qué sucede cuando la cantidad de dinero aumenta, pero la cantidad de los bienes disponibles disminuye? No es necesario ser experto en economía para saber la respuesta: Todos los precios suben. La palabra «inflación» significa literalmente que se «infla» la cantidad del dinero; y eso es precisamente lo que se hizo.
Entonces, ¿se llegó a la conclusión de que eso de los bonos no sirve, y que sería mejor volver a permitir que la gente trabaje y produzca libremente? – No, se dijo: «La economía todavía no se ha recuperado; tenemos que dar más bonos.» Y la gente se alegró: «Tendremos más dinero». Pero no entendieron que el dinero no vale más de lo que se puede comprar con él; y que el dinero no se puede comer. Pregunte a los venezolanos; ellos lo saben por la experiencia de muchos años.

¿Será verdad que toda la gente detrás de esas decisiones estén dementes? Normalmente se necesita una inteligencia alta para llegar a una posición de influencia. Por eso, es más probable que ellos de alguna manera se benefician de esas políticas inservibles que nos hacen daño a todos los demás. Por ejemplo, las empresas más poderosas del mundo multiplicaron sus ganancias durante el año 2020, mientras que muchas empresas medianas y pequeñas se quebraron. ¿Pura casualidad?

Por el otro lado, parece que hay también una estrategia para que nosotros nos volvamos dementes, o por lo menos que dejemos de razonar. Así nadie hace preguntas críticas acerca de esas políticas, y nadie se queja de los daños hechos.

¿Qué hicieron los políticos, los medios de comunicación, y el sistema escolar, todo el tiempo durante los últimos 19 meses? – Sembraron el pánico. Y cuando uno está dominado por el pánico, deja de razonar. Por eso, la gente cree ahora cosas tan absurdas como: «Si te prometieron que serás protegido y resulta que igual te enfermas, entonces es por culpa de esa otra gente que hasta ahora no quiere hacerse proteger.» Eso es como decir que si tu techo nuevo tiene goteras, es por culpa de tus vecinos que no hicieron arreglar su techo.

Por tanto, una tarea importante que tenemos por delante, es recuperar nuestra capacidad de razonar. Y aun más importante, hacer razonar a nuestros niños. Si ellos están bajo la influencia del sistema escolar, entonces creen ahora cosas aun más absurdas que nosotros. Si están educados en familia o en una escuela alternativa, entonces por lo menos podemos proveerles acceso a informaciones más confiables que las oficiales.

Durante el año pasado, las escuelas no solamente han cambiado su modalidad, enseñando ahora a distancia (y de paso desechando toda su propaganda anterior acerca de la «socialización»). Al mismo tiempo, introdujeron unos cambios masivos en los contenidos y en la perspectiva ideológica. Todo apunta ahora a que el estado es nuestro salvador, y que todos nuestros problemas se solucionan mediante las intervenciones del gobierno. (Sí, todas esas intervenciones que no funcionan, y que justo por eso necesitamos más de lo mismo…) En cambio, los conocimientos sólidos se han reducido drásticamente. Sobre todo en aquellos campos que requieren razonar: La matemática se enseña ahora de una manera aun más incoherente que antes, y casi únicamente en el contexto de temas de adoctrinación ideológica. Los cursos de química y física prácticamente han desaparecido, aun de los últimos años de la secundaria. La biología se limita ahora a enseñar unos pocos temas de conservación ambiental, y a promover la política oficial (que no funcionó) «contra los contagios». El resultado serán alumnos políticamente adoctrinados, pero ignorantes.

Razone entonces acerca de los temas mencionados más arriba, y haga razonar a sus niños. Reflexione acerca de preguntas como las siguientes:
¿Qué es lo que realmente nos protege contra las enfermedades? – La respuesta correcta es la que ya no se enseña en las escuelas, ni se menciona en los medios de comunicación: Nuestro sistema inmunológico. Todo lo demás – medicamentos, intervenciones médicas, cambios en el estilo de vida, etc. – ayudan solamente en la medida en que fortalecen el sistema inmunológico. Y algunas intervenciones médicas hacen daño al sistema inmunológico.
¿Cuál es el papel de un médico: aconsejarme y curarme según mis necesidades, o implementar las políticas del gobierno? (Vea «La salud es personal».)
¿Por qué Dios nos ha mandado trabajar? (Génesis 2:15, Efesios 4:28, 1 Tesalonicenses 4:11-12) – ¿El gobierno tiene el derecho de prohibir o restringir el trabajo? ¿Qué sucede cuando el gobierno hace eso?
¿Quién(es) financia(n) los medios de comunicación? ¿y qué hacen los medios de comunicación, para no perder su financiamiento?
¿De qué manera podrían los políticos, o los grandes empresarios, beneficiarse de una política que no funciona?
Si un determinado tratamiento me protege contra contagios, ¿por qué me dicen que estoy todavía en peligro de que otros me contagien? – y si el tratamiento no protege contra contagios, ¿por qué insisten tanto en que yo lo reciba?

– También puede ser muy instructivo, analizar cuál es el denominador común de todas esas políticas; inclusive el aumento de las horas escolares, y los cambios recientes en los contenidos que se enseñan. ¿Puede haber una meta común detrás de todo eso? Creo que nos acercamos a una respuesta, si analizamos qué forma de gobierno es favorecida por esas políticas: ¿Conducen a un sistema más democrático, o a uno más dictatorial? ¿Son compatibles con un estado de derecho, o con un gobierno que da órdenes arbitrarias? ¿Conducen a una economía libre, o a una economía de planificación central? ¿Se benefició la gente común, o se beneficiaron las grandes empresas (de internet; farmacéuticas; etc)?
Un análisis detenido de las últimas dos preguntas puede resultar bastante desafiante. Si observamos los resultados de esas políticas, vemos que condujeron a una economía planificada – donde el gobierno decide quiénes pueden trabajar y quiénes no, y bajo qué condiciones -, y que beneficiaron a las grandes empresas. Según los esquemas tradicionales, la idea de una economía planificada suele asociarse con el comunismo; mientras que una economía que beneficia a las grandes empresas suele asociarse con el capitalismo. O sea, aquí parece haber una contradicción, si examinamos la situación bajo los esquemas tradicionales. Eso indica que esos esquemas (de «capitalismo contra comunismo», o «derecha contra izquierda») ya no sirven para describir adecuadamente la nueva forma de gobierno que está surgiendo. Entonces, ¿cuál sería una forma adecuada de describirlo? ¿Por qué se beneficia esa forma de gobierno con repetir políticas que no funcionan? ¿Y qué consecuencias tiene eso para la vida de todos nosotros?

Y así hay muchos otros aspectos que se deberían analizar, razonando.

Y trate de conseguir informaciones más allá de lo que se publica en los medios de comunicación. Muchas cosas importantes ni siquiera se mencionan allí; y otras se presentan de una manera muy distorsionada. Analicemos lo que nos dicen, no lo creamos así no más.

También puede ser muy instructivo en este contexto, leer la novela «1984» por George Orwell. Contiene varios pasajes que no son aptos para niños; pero todo adulto debería leerla.

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La salud es personal

En estos tiempos, que «la verdad tropezó en la plaza» (y más aun en los medios de comunicación), me parece muy importante dar a nuestros niños desde el inicio una perspectiva sana y cristiana acerca de los asuntos importantes de la vida.

Por ejemplo la salud. Desde hace décadas ya se nos lava el cerebro, diciéndonos que «la salud es asunto del gobierno». De manera que hoy en día, mucha gente cree que el gobierno es el encargado de decirles cómo cuidar su salud, y qué hacer cuando se enferman. La palabra mágica que induce esta creencia, es «salud pública«. Este es el mismo truco como cuando a las escuelas gubernamentales las llaman «escuelas públicas»: En realidad quieren decir «Escuelas controladas por el gobierno». Y así también «salud pública» significa en realidad: «la salud controlada por el gobierno». (Vea también «El estado no es Dios».)

De hecho, algo así como «salud pública» no existe. La salud es un asunto personal. Solamente una persona individual puede diagnosticarse como «sana» o «enferma» en el sentido médico; pero no el «público» en general. Hasta hace poco, en los países civilizados regía el secreto profesional de los médicos: No era permitido que un médico divulgase datos acerca de los pacientes que trató, y acerca de su estado de salud. Solamente en los últimos años, los gobiernos del mundo exigen de una manera cada vez más agresiva el acceso y el control sobre las historias clínicas de la población, y empiezan a emitir órdenes discriminatorias basadas en el estado de salud o en los tratamientos recibidos.

En los países que disfrutaron de mayores libertades, la libre elección del médico siempre se ha considerado un derecho fundamental. O sea, que nadie se vea obligado a hacerse tratar por un médico desconocido, o por uno en quien no tiene plena confianza.
Obviamente, este derecho no existe en los países latinoamericanos, los que están acostumbrados a gobiernos autoritarios y enfatizan la «salud pública». En estos países, solamente las personas muy adineradas pueden darse el lujo de tener un «médico de cabecera». El pueblo común se ve obligado a acudir a las instituciones estatales, donde son asignados arbitrariamente a ser tratados por personas desconocidas; donde los pacientes son tratados como súbditos, y los médicos se creen pequeños reyes.
Nos debe dar que pensar que aun en Estados Unidos, un país donde la medicina está bastante avanzada, la tercera causa más frecuente de muerte es el tratamiento médico. Eso incluye no solamente los casos de negligencia médica o mala práctica. Incluye también muchos casos donde los médicos actúan correctamente según los protocolos estándar, y sin embargo, el tratamiento administrado tiene consecuencias mortales. De verdad, en muchos casos el tratamiento es peor que la enfermedad. ¿Y cuánto más en un país donde los médicos son tan privilegiados que raras veces tienen que responsabilizarse por sus errores; trabajan de manera menos concienzuda; y la burocracia estatal interfiere constantemente con los derechos de los pacientes?

En realidad, una buena relación personal de confianza entre paciente y médico es esencial para un exitoso proceso de sanación. Un médico de confianza no aplicará rutinariamente un protocolo prescrito por el gobierno. Evaluará la situación individual del paciente, las circunstancias particulares de su enfermedad o lesión, y las reacciones particulares de su cuerpo a determinados tratamientos. Informará al paciente verídicamente acerca de las opciones disponibles, sus potenciales beneficios y riesgos. Respetará las decisiones del paciente respecto a los tratamientos a seguir. Así también el paciente se siente tranquilo, está psicológicamente mucho mejor, y eso a su vez favorece su recuperación.
Pero no sucede así en las instituciones de la «salud pública». Quienes trabajan allí, no son realmente «trabajadores de salud»; son funcionarios del gobierno. Trabajan para implementar las políticas del gobierno, no para mejorar la salud de los pacientes. No se dan tiempo para tratar de entender la situación individual de cada paciente; y no asumen responsabilidad por los efectos adversos de sus tratamientos. Y a menudo están bajo la presión de metas burocráticas impuestas desde el gobierno y desde las grandes empresas farmacéuticas: tienen que alcanzar un número determinado de enfermedades respiratorias tratadas, de mujeres esterilizadas, de niños vacunados; tienen que vender un número determinado de dosis de ciertos medicamentos; etc. En un ambiente así, los pacientes se deprimen, y eso a su vez empeora su estado de salud.
Sí, existen también clínicas privadas; pero ésas funcionan a menudo según el mismo modelo como las instituciones gubernamentales. Además, muchas de ellas basan sus decisiones en la maximización de ganancias, y no en las necesidades de los pacientes. De hecho, los problemas del supuesto «sistema de salud» tienen mucho en común con los problemas del sistema escolar, que hemos tratado repetidamente en este blog.

Un conocido epidemiólogo estadounidense dijo:

La comunidad de los trabajadores de salud es una estructura muy autoritaria. La mayoría de los médicos no se informan mediante investigaciones originales, ni razonan por sí mismos. Solamente escuchan a los representantes de las empresas farmacéuticas (…), y así tienen un montón de conflictos [de interés].»

A la mayoría de los niños no les gusta ir al médico, y le tienen miedo. Podemos distinguir allí dos componentes diferentes:

1. El miedo al dolor, al sufrimiento.
Este es un miedo que debemos ayudar al niño a superarlo poco a poco, con mucha paciencia y comprensión. El dolor y el sufrimiento son una parte normal de la vida, y a veces incluso son necesarios para alcanzar una meta. Un trabajo físicamente exigente, una caminata larga, un entrenamiento deportivo intenso, también causarán dolor, igual como un tratamiento médico puede causar dolor. En este aspecto, los niños necesitarán aprender a ser seguidores de Jesús, quien «por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz» (Hebreos 12:2).

2. El miedo a la invasión de la privacidad de su cuerpo.
Este es un miedo justificado, que no debemos pasar por alto ni tomarlo a la ligera. Es natural que no querramos que otras personas toquen nuestro cuerpo de una manera que nos parece desagradable. Es este mismo miedo que protege al niño contra el abuso físico y sexual, porque hace que el niño se sienta alarmado y se dé cuenta de que algo está mal, cuando alguien lo toca de una manera indebida. Si hacemos callar esta alarma, y si damos a entender al niño que está mal sentir este miedo (por ejemplo en ocasión de un examen médico), entonces hacemos que se vuelva vulnerable hacia el abuso.
Esta es una razón más por qué el médico debe ser una persona de confianza; alguien a quien elegimos libremente a base de una relación personal. No es sabio ni seguro, dejar que nuestros niños sean examinados y tratados por personas desconocidas en una institución estatal despersonalizada.
Aun nosotros como adultos necesitamos recuperar nuestra autoestima respecto a nuestro derecho de decidir nosotros mismos acerca de nuestro cuerpo y nuestra salud. El principio del consentimiento informado, reconocido internacionalmente, define que nadie puede ser sometido a un tratamiento médico sin su consentimiento voluntario. El consentimiento se considera inválido si fue obtenido mediante manipulación, coerción, o la influencia de personas en posición de autoridad; o si el paciente no fue informado de manera verídica y completa acerca de los posibles riesgos. (Resumido según el artículo correspondiente en Wikipedia.) Esto es de suma importancia hoy en día, donde por presión o manipulación de «personas en posición de autoridad» se inyectan sustancias potencialmente dañinas en millones de personas, sin informarlos adecuadamente de que existe el riesgo de discapacidad e incluso de la muerte. Muchos de nosotros los adultos también nos hemos acostumbrado, cuando se trata de asuntos médicos, a apagar nuestra alarma interna que nos dice: «Me molesta y me da miedo que hagan eso con mi cuerpo.»

Si la salud es personal, y si el «consentimiento informado» tiene algún significado, entonces ningún gobierno tiene el derecho de declarar ciertas intervenciones médicas como obligatorias, y de prohibir otras. Aunque a mucha gente les parezca extraño, pero no necesitamos ninguna ordenanza gubernamental para cepillar nuestros dientes, lavar nuestras manos, o alimentarnos de manera saludable. Cada persona tiene el derecho de decidir en responsabilidad propia cómo manejar asuntos como estos, si darles importancia o no, o cuidar su salud de alguna otra manera.

Sugiero entonces, para llegar a una perspectiva más sana acerca de los cuidados de la salud, que primero bajemos a la profesión médica de su pedestal. Un médico no es un dios; no es omnisciente; y tampoco es un gobernante con el derecho de darnos órdenes. Un médico es simplemente alguien que ha estudiado mucho acerca de la salud y la enfermedad; pero también es un ser humano con sus puntos fuertes y sus fallas. Si es un buen profesional, entonces aplicará sus conocimientos sabiamente para ayudarnos a sanar, dentro de sus posibilidades y limitaciones. (Desgraciadamente, algunos médicos ni siquiera son buenos profesionales.) Pero al fin de cuentas, no es el médico que nos sana. El tratamiento médico solamente ayuda a nuestro cuerpo a realizar mejor sus propias funciones de curación, creadas por Dios; como por ejemplo las funciones del sistema inmunológico, o los mecanismos de restauración de tejidos para la curación de heridas.

En segundo lugar, sugiero que en lo posible busquemos opciones de tratamiento médico que sean independientes del sistema estatal. Sé que eso requiere un esfuerzo de buscar a personas idóneas, y que existen limitaciones financieras. Pero no es que por naturaleza sea más caro hacerse atender por un médico independiente. Mas bien, el sistema está sesgado por la política financiera del gobierno. (Tenemos aquí otra paralela a la situación respecto a la educación.) Cuando haya más personas que conscientemente busquen independizarse en cuanto a los cuidados de salud, entonces se crearán más oportunidades de trabajo para médicos independientes, y la medicina independiente se volverá también más sostenible económicamente. Si la salud es un asunto personal, debe tratarse en el marco de una relación personal.
¿Qué cualidades buscaría yo en un médico, para encomendarle mi salud? – La siguiente lista seguramente es incompleta, pero es un inicio:
– Que sea una persona íntegra y honesta.
– Que me respete como persona, y que respete mis derechos de paciente.
– Que demuestre, en su práctica, capacidades adecuadas de diagnóstico y tratamiento.
– Que respete el secreto profesional, no compartiendo mis datos y asuntos personales con terceras personas.

Si Ud. me dice ahora que no puede encontrar un médico según estos criterios, entonces pregúntese por qué. ¿Será que el sistema de la «salud pública» desalienta el desarrollo de las cualidades humanas en los médicos? Seguramente, algo está muy mal si un médico puede perder su trabajo por discrepar con la política del gobierno, mientras que ningún médico pierde su trabajo por tratar mal a sus pacientes. Con tanto más razón hay que volver a incentivar el trabajo de los médicos independientes. Donde los pacientes eligen libremente a sus médicos, los médicos tienen un incentivo para tratar bien a sus pacientes. Donde los médicos son funcionarios del estado, tienden a convertirse en la misma clase de burócratas despiadados como los que manejan las otras áreas del gobierno.

Y tercero, pero no menos importante, que devolvamos a Dios el lugar que le corresponde. Nuestros cuerpos no son propiedad del estado; son creación de Dios. Él es Señor sobre la salud y la enfermedad. En la enfermedad, busquemos primero a Dios y sólo después al médico. En este respecto, mi hijo nos enseñó una gran lección cuando tenía sólo tres años de edad. Jugando, se había caído de un árbol y se había lesionado los pies. Toda la tarde, el dolor era tan fuerte que no podía caminar. Oramos juntos a Dios, pero el dolor no disminuyó. Le dijimos: «Ahora tenemos que llevarte al médico.» – Él respondió: «No, prefiero confiar en Dios.» – Nosotros no estábamos felices con su respuesta, pero cedimos. Pedimos otra vez con más insistencia a Dios que lo sanara. Después dijimos: «Pero si mañana tus pies no están mejor, iremos al médico.» – En la mañana siguiente, nuestro hijito se despertó sin dolor y caminó normalmente.
Y en las situaciones donde sí necesitamos un médico, preferimos que también el médico tenga temor a Dios. Añadamos esto a la lista de los criterios de un buen médico.
Confiar en Dios, en mi opinión, incluye también hacer uso de las propiedades curativas de las plantas y de otros elementos de Su creación. Así podemos disminuir grandemente la dependencia de los medicamentos sintéticos, los que a menudo tienen efectos secundarios no deseados.
Y finalmente, si reconocemos a Dios como Señor, reconocemos también que Él es quien determina el fin de nuestra vida. La vida no es el máximo valor. – «Porque mejor es tu misericordia que la vida» (Salmo 63:3). – «Ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo …» (Hechos 20:24). – No tiene sentido dejar de hacer lo que Dios nos ha mandado (p.ej. trabajar; ayudarnos mutuamente; reunirnos para animarnos mutuamente en la fe), en el afán de quizás añadir con eso unos cuantos años a nuestra vida o a las vidas de otras personas. Desde la perspectiva de Dios no importa si nuestra vida es larga o corta, con tal que la vivamos para Su gloria. Jesús vivió solamente 33 años en esta tierra; pero Su vida tuvo el máximo impacto para la gloria de Dios. Aprendamos entonces «de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría» (Salmo 90:12); y enseñemos lo mismo a nuestros niños.

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La miocarditis y la pericarditis

… son condiciones inflamatorias graves del corazón, que en ciertas circunstancias incluso pueden ser mortales. Recientemente, los varones jóvenes en particular tienen un riesgo 7 a 20 veces más elevado de sufrir esta condición, debido a una intervención médica que no es permitido nombrar en este contexto. Tan solamente en EEUU, se han reportado oficialmente más de 2500 casos hasta agosto de este año. Ya que el registro no es obligatorio, hay muchos casos que quedan sin registrar; las estimaciones van desde 5 veces hasta 100 veces el número de los registrados. Otros países reportan cifras similares, de manera que algunos países del hemisferio norte comenzaron a poner freno a determinadas intervenciones médicas, para evitar el aumento de casos.

¿Y qué nos dicen a eso aquí? – El organismo supervisor de los medicamentos en el Perú se apresuró a asegurar que «no se han registrado estos casos en nuestro país».

Ahora tenemos que desenterrar lo que queda de nuestra capacidad de razonar, (después de tantos ataques de pánico y de sicosis masivas que los medios de comunicación han lanzado sobre nosotros desde el año pasado), y tenemos que analizar críticamente lo que dijo el representante del gobierno. No dijo que no hay tales casos en el Perú. Tan solamente por probabilidad estadística, ya deben haber ocurrido aquí también varios cientos de esos casos. ¿O acaso quieren hacernos creer que de manera milagrosa, los productos farmacéuticos se comportan en el Perú de una manera distinta a todos los otros países del mundo?
No, lo que dijo el gobierno es que esos casos «no se han registrado». O sea, esos casos ocurren, pero por alguna razón el gobierno no está interesado en que los médicos los registren. En otras palabras, el gobierno está admitiendo indirectamente que hay un encubrimiento.

Eso a su vez tiene repercusiones sobre la figura del «consentimiento informado». Un paciente tiene derecho a recibir información verídica y completa acerca de los beneficios y riesgos de un tratamiento. Si los organismos que pretenden darnos órdenes acerca del cuidado de nuestra salud, están ahora haciendo como si ciertos riesgos no existieran, y están descuidando la colección y publicación de los datos al respecto, entonces ya no existe un consentimiento informado. Mas bien se está engañando a la población para que dé un «consentimiento desinformado». Y estamos hablando de sólo dos de los posibles efectos adversos; hay muchos otros que tampoco se reportan ni se informan.

Sé que es arriesgado hablar sobre estos temas en los tiempos actuales. Pero la situación es seria; hay gente que se está muriendo (conocí casos en mi propio entorno personal); y el silencio es complicidad. Si los políticos y los medios de comunicación no están cumpliendo con su deber de informar la verdad, entonces nosotros tenemos que hacerlo, cada uno de nosotros. Si usted conoce a víctimas, indague acerca de las causas de la enfermedad o muerte, y acerca de las intervenciones médicas que el/la paciente recibió en las semanas o meses antes de enfermarse. Si usted es pariente directo de una víctima mortal, y la causa de la muerte no se ha esclarecido satisfactoriamente, insista en una autopsia. Y si los médicos y otras personas encargadas no están dispuestas a registrar y reportar debidamente estos casos, por lo menos regístrelos Ud. en su propia consciencia y en las consciencias de todas las personas que Ud. conoce. Esto, por lo menos, lo debemos a la generación joven que actualmente está en alto riesgo – y no solamente los jóvenes; hay otros riesgos que más afectan a los ancianos. Y no es por causas naturales, sino por las acciones deliberadas de quienes tienen el dinero y el poder.

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