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Cómo detectar si te están lavando el cerebro

Hace poco leí el testimonio de alguien que había viajado a Corea del Norte. Entre otras cosas, relató lo siguiente:
«Los oficiales de inmigración están muy diligentemente tipeando en sus computadoras. Pero las computadoras están inoperativas; no hay electricidad.
En las calles de Pyongyang (la capital), uno puede ver policías que están dirigiendo el tránsito. Pero no hay tránsito; no hay carros circulando en las calles.»

Parece de verdad un mundo irreal. Solamente después de un lavado de cerebro, una población entera se somete a tales prácticas irrazonables. – Pero ¿cuán diferentes somos nosotros?
Escuché de una universidad peruana – una bastante prestigiosa – que está incluyendo en sus currículos de pregrado unos cursos tan avanzados que los mismos profesores no son capaces de comprenderlos, ni mucho menos enseñarlos. Los estudiantes no tienen ningún beneficio de esos cursos. Entonces, ¿para qué están en el currículo? – Es solamente para dar la apariencia de que la universidad tiene un «alto nivel académico». Así se espera conseguir alguna acreditación internacional. ¿Acaso es eso menos «irreal» que las actuaciones de los oficiales norcoreanos?

Y eso ya empieza con los niños pequeños. En la actual «educación» a distancia – no es verdadera educación, eso ya es otra actuación irreal -, en la actual escolarización a distancia, bajo el lema engañoso de «Aprendo en casa», los profesores dan a los niños unas tareas tan difíciles que los niños no pueden entenderlas; y en cantidades tan excesivas que los niños no tienen tiempo ni fuerzas para resolverlas, ni siquiera trasnochándose. Es solamente para dar la apariencia de que los profesores estén «avanzando». Pero los niños no están en las condiciones de resolver sus tareas; entonces sus padres tienen que hacerlas, para dar la apariencia de que los niños han aprendido algo.
Y para añadir otra contradiccón: Las disposiciones del gobierno (por lo menos aquí en el Perú) dicen exactamente lo contrario. Dicen que las tareas deben adaptarse a la capacidad y el nivel de comprensión de los niños. Pero las escuelas y los profesores no permiten que se haga así. Exigen tareas excesivas, y hechas a la perfección – hechas por los padres, por supuesto.
Es difícil imaginarse una «educación» más irreal que eso.

¿Y qué decimos de la actual mania de ponerse mascarillas? Se han hecho comparaciones entre el tamaño de un virus, y el tamaño de las pequeñas aperturas en las mascarillas comunes que la gente suele usar. La conclusión fue, que el querer defenderse contra un virus con una mascarilla común, es como usar una malla de pescar en lugar de mosquitero. Pregunte a la gente que se infectó. La mayoría dirán que estaban usando mascarilla – pero igual se infectaron. ¿Por qué entonces la insistencia en esa actuación irreal, hasta el punto de imponer multas a quienes no cumplen?

Cada vez que vemos a la gente aceptar tales «irrealidades» como si fueran la realidad, tenemos que concluir que sufrieron un lavado de cerebro.

Antiguamente, los «lavados de cerebro» se hacían con métodos brutales: campamentos de concentración y de reeducación; exposición forzada a la propaganda las 24 horas al día; golpes y torturas. Eso todavía existe – y todo señala a que eso se volverá a introducir, aun en los países que hasta ahora disfrutaron de relativa libertad.
Pero por mientras, se han inventado métodos mucho más sutiles de lavar los cerebros de la entera población simultáneamente.

Después de la caída de la Unión Soviética, un ruso visitó los Estados Unidos. Le preguntaron: «¿Qué cosas le impresionan en el Occidente?» – El ruso respondió: «La propaganda política. En la Unión Soviética, la propaganda estatal era tan torpe y obvia, que la gente ya no la tomaba en serio. Pero vuestros gobiernos difunden su propaganda de una manera tan sutil que la gente ni siquiera se da cuenta de que es propaganda.»

La propaganda se da la apariencia de ser información. Pero es información seleccionada y editada de manera calculada, para inducir en nosotros ciertos cambios en nuestra percepción, en nuestra manera de pensar y de actuar. Y ahora ya no son solamente las instancias del gobierno que emiten su propaganda. Se han unido los medios de comunicación, y las grandes empresas internacionales que manejan la mayor parte de la internet, para inundarnos constantemente con propaganda.

He aquí unas señales para reconocer la propaganda:

Se mezcla información con opinión.

Antiguamente, el ideal periodístico era la objetividad. Cuando se reportaban hechos y sucesos, los periodistas se esforzaban por representarlos de manera imparcial. Si el periodista deseaba adicionalmente comunicar su propia opinión, lo hacía en un comentario aparte o en una columna de opinión. De esta manera se distinguía claramente entre información y opinión.
Pero durante las últimas décadas nos hemos acostumbrado a que nos sirvan cada información junta con su valoración oficial. En las secciones de noticias, ciertas personas y acciones reciben calificativos como «famoso», «reconocido», «respetado», «heroico», etc. Mientras que otros son tildados de «cuestionable», «controvertido», «irresponsable», «temerario», etc. Ahora los medios de comunicación nos dictan cómo debemos pensar, y cómo debemos sentirnos, respecto a las personas y sus actos. Ya no se nos permite evaluar los hechos por nosotros mismos.
Cuando leas tales noticias, reflexiona: «¿Cómo quieren que yo me sienta acerca de eso? ¿De verdad quiero sentirme así? ¿Existen puntos de vista alternativos para calificar este hecho?»

Todos los medios de comunicación dicen lo mismo.

Antiguamente, existía libertad de la prensa y de la opinión. Cada medio de comunicación podía representar los hechos desde su propia perspectiva. Existían medios «derechistas» e «izquierdistas»; medios que defendían la libertad, y otros que defendían el autoritarismo; medios favorables al cristianismo, y otros que se le oponían; medios dedicados a la política, otros dedicados a la cultura y el arte; etc. Cierto, se ejercía cierta «censura» dentro de cada medio, rechazando ciertas opiniones que se alejaban demasiado de la línea de la redacción. Pero si un periodista no estaba conforme con eso, podía irse a otro medio que tenía una línea distinta. O podía fundar su propio medio.
Ahora, en cambio, ya no se puede distinguir entre un diario y otro, entre un canal de televisión y otro. Todos tratan los mismos temas, desde la misma perspectiva y con la misma opinión. Y todos omiten los mismos temas. (¿Cuándo fue la última vez que Ud. vio o leyó una noticia acerca de la persecución de los cristianos en China? ¿O acerca del juicio contra Julian Assange? ¿O acerca de la corrupción entre los periodistas?)
Ya no existe ninguna discusión abierta entre opiniones divergentes. Aun las «redes (a)sociales» en internet restringen más y más los contenidos que contradicen el narrativo oficial. Con todo eso, es obvio que se está ejerciendo un control y una censura global. La prensa ya no está para informar; está para dirigirnos en la dirección trazada por los poderes en las sombras.
(Nota: En este sitio se encuentran informaciones médicas y estadísticas bien documentadas, que no suelen reportarse en los medios oficiales de comuncación.)

Se censuran y se desacreditan fuentes alternativas de información.

Una forma de censura consiste en limitar las fuentes de información a las «oficialmente aprobadas». En los tiempos de la Unión Soviética, eso se lograba de manera cruda: Simplemente se prohibía todo medio de comunicación que no estaba autorizado por el gobierno. Hoy en día se usan métodos más sutiles para asegurar que los periodistas colaboren con el narrativo oficial. Además, las «redes (a)sociales» han asumido prácticamente una función de gobierno sobre las comunicaciones personales. La censura directa en esos medios todavía no es tan fuerte, pero aumenta diariamente. Además, nos dicen que no confiemos en fuentes de información que no sean «oficiales» – o sea, del gobierno o de los medios de comunicación «respetados», lo que significa asociados con el gobierno. Como si los políticos fueran de la clase de personas conocidas por decir siempre la verdad…

Ya que últimamente bastantes personas se volvieron alertas al hecho de que los medios de comunicación no siempre dicen la verdad, se están propagando ahora los «verificadores» o «fact checkers», que supuestamente detectan noticias falsas. Pero esos «verificadores» a menudo son periodistas asociados al conjunto de medios que son los mismos culpables de difundir noticias falsas y propagandísticas. Seguramente ellos no van a destapar las mentiras de su propia tribu. Revisando esas supuestas «verificaciones», encontramos mayormente afirmaciones sin fundamento. Citan una noticia y dicen: «Esta noticia es falsa», pero no hacen referencia a ninguna fuente original que demostraría la falsedad de la noticia. Tengo que creer al verificador, por el mero hecho de que él mismo se atribuyó la función de «verificador».
– O refutan algún punto marginal de una noticia, sin siquiera hacer referencia al punto principal. «Una noticia pretende que 52 alumnos educados en casa, que participaron en una evaluación oficial de matemática, alcanzaron un promedio 17 puntos porcentuales por encima de los alumnos de las escuelas estatales. Esta noticia es falsa. La evaluación fue en aritmética, no en matemática.» – Este es un ejemplo ficticio, pero ilustra los métodos que se usan para desacreditar noticias políticamente incómodas.
Tenemos que verificar críticamente a los verificadores.

Mensajes sumamente emocionales.

Las emociones fuertes anulan la capacidad de analizar racionalmente. Por eso, la propaganda se esfuerza por incitar emociones:
– El pánico ante un peligro (sea real o imaginario). Se muestran las imágenes más horrorosas; se inflan desproporcionadamente unos casos anecdóticos de personas que sucumbieron a algún riesgo; se insinúa que todos vamos a morir (o sufrir un grave daño) si no nos sometemos bajo las órdenes que recibimos, no importa cuan irrazonables sean.
– El odio hacia un grupo que se percibe como enemigo. Una vez que se ha decidido desacreditar a cierto grupo de personas, los medios culpan a esas personas de todo mal. Se esfuerzan por encontrar casos de tales personas que cometieron crímenes, causaron la propagación de enfermedades, participaron en la corrupción, etc; y entonces dan mucha prominencia a las noticias acerca de esos casos. (Un ejemplo reciente es la manera como los medios de comunicación están pintando las iglesias y las familias como «focos infecciosos» – mientras que, por ejemplo, nadie se tomó la molestia de investigar cuántas personas se infectaron en hospitales.)
– Una adulación religiosa hacia aquellas personas o grupos que son claves en difundir el narrativo oficial y cumplir el plan oficial. Hasta se instituyen ritos de «adoración» hacia tales personas – como en algunos países recientemente el aplauso ritual para los médicos. (Pero obviamente, si un médico se atreve a publicar su experiencia clínica que contradice el narrativo oficial, inmediatamente cae en desgracia y pierde su trabajo. Los sacerdotes de la nueva religión médica no toleran a disidentes en sus filas.)

Un claro ejemplo histórico de estos mecanismos fue la propaganda nazi en la década de los 1930. Primero, los nazis se enfocaron en la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, y evocaron el miedo de que los países europeos estarían planeando una nueva destrucción de Alemania. Después difundieron supuestas evidencias de que los judíos estarían detrás de una tal conspiración internacional contra Alemania; y así incitaron el odio contra los judíos. Y se presentaron a sí mismos, el partido nazi, como el «salvador» que iba a liberar a Alemania de esos peligros. Instituyeron rituales de aclamación pública al «Fuhrer». Con todo eso lograron que los alemanes rindiesen voluntariamente todas sus libertades, y que aun el parlamento otorgase poderes dictatoriales al gobierno nazi. No hubo necesidad de ninguna revolución; la propaganda fue suficiente. Pero sabemos también que, apenas que ellos tuvieron el poder, comenzó el terror.

Uso de «palabras cargadas».

La propaganda repite ciertas palabras claves que comunican una obligación de cumplir con ciertas órdenes, o que sirven para desacreditar públicamente a los oponentes. Eso se logra, «cargando» la palabra con significados adicionales, más allá de su significado original.
Una de esas palabras es, por ejemplo, «salud pública». ¿Quién no querrá que el «público» esté sano? Y con eso, el «público» acepta muchos mensajes adicionales: Que la salud no sería un asunto personal, que sería un asunto de la política del estado. Que te pueden culpar por el estado de salud de tu vecino o de tus clientes. Que el estado tendría el derecho de discriminarte y hasta castigarte, en base a tu estado de salud. Que el estado tendría el derecho de imponer ciertos tratamientos médicos como obligatorios, y de prohibir otros. (En una sociedad libre, cada uno es libre de escoger de quién solicitar tratamiento médico; y el paciente y su médico deciden en mutuo acuerdo acerca del tratamiento. Incluso se sugiere que en caso de duda, el paciente busque una segunda opinión de otro médico. Pero en un país que aceptó el narrativo de la «salud pública», el estado decide sobre tu cuerpo.)
Últimamente surgieron algunas nuevas palabras cargadas para reforzar este narrativo, tales como «buena ciudadanía» y «bioseguridad». Dejo al lector la tarea de investigar cuál fue el significado original de esas palabras, y cuáles son las «cargas» que recientemente se han impuesto sobre ellas.

No importan los hechos, el narrativo oficial siempre gana.

Con un poco de retórica, casi cualquier noticia se puede interpretar a favor del narrativo oficial.

Si los niños aprenden algo en la actual educación a distancia, por supuesto que es porque el programa del gobierno funciona. (No puede ser el mérito de los padres que llevaron toda la carga…)
Si los niños no aprenden nada, es porque los padres no colaboraron lo suficiente.

Si el número de nuevos infectados se reduce, es porque las medidas represivas del gobierno tienen éxito; hay que continuar así.
Si el número de nuevos infectados aumenta, es por culpa de quienes desobedecen las medidas del gobierno; entonces hay que imponer aun más represión.

Nadie se detiene para analizar por qué es que el Perú, uno de los primeros países en imponer las más drásticas restricciones y castigos, recientemente saltó al puesto mundial número 1 en muertes, relativo a la población. No se permite que los hechos hablen; así o así se tiene que sostener el narrativo oficial.

Cambios repentinos del narrativo.

Hasta hace poco, los defensores de la escolarización total hablaban mucho de la «socialización.» «Los niños tienen que ir a la escuela para que se socialicen.» – «Los niños educados en familia crecen en una burbuja.»
¿Dónde están ahora todas esas voces? Se quedaron calladas. Al contrario, ahora exigen que los niños sean educados en una especie de burbuja tan extrema como ninguna familia educadora jamás lo propuso: aislados aun de sus amigos, vecinos y familiares más cercanos, sin conocer nada del mundo que los rodea, excepto lo que les llega de manera filtrada a través de un canal de internet o de televisión controlado por el gobierno. Los niños son ahora condenados a crecer en un mundo completamente virtual, irreal, que es cada vez menos coherente con el mundo real.

Hasta hace poco, hubo una gran histeria acerca del uso del plástico. «El plástico destruye el ecosistema»; «el plástico nos está envenenando». Se impusieron prohibiciones y nuevos impuestos sobre las bolsas de plástico.
Ahora, al contrario, la humanidad produce miles de toneladas de basura de mascarillas y guantes desechables, hechos de materiales dañinos para el medio ambiente, y por supuesto con sus bolsas de plástico correspondientes. Y las multitudes que antes vociferaban y entraban en pánico por la contaminación con el plástico, ahora al contrario propagan el uso de esos productos.

Parece que la mayor parte de la humanidad acepta sin cuestionar esos cambios irrazonables en los comunicados oficiales, y en los mensajes que transmiten los medios de comunicación. Mucha gente está ahora dispuesta a aceptar dichos tan irrazonables como este lema de un gobierno regional de Australia: «Staying apart keeps us together» («Distanciarnos nos mantiene juntos»). Eso es otro síntoma de que somos víctimas de una operación de propaganda de la máxima escala.

No aceptemos cualquier información que nos llega por los medios de comunicación, los políticos, o los currículos escolares. Investiguemos por cuenta propia. Apliquemos el principio bíblico: «Examinen todo, retengan lo bueno.» Gente que no razona, que no analiza, quedará reducida a esclavitud.

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Nuevas investigaciones acerca del autismo

Nuevas investigaciones acerca del autismo

En una antigua serie de artículos acerca del Síndrome de Asperger mencioné que los trastornos del espectro autista (TEA) tienen un origen genético. Por un buen tiempo ya se discute la posibilidad de que también ciertas influencias ambientales en la niñez temprana podrían desencadenar el autismo. Ahora existe mayor evidencia a favor de esta posibilidad.

La pregunta central en la discusión es la siguiente: Ya que los TEA están relacionados con diferencias fundamentales en la estructura del cerebro, ¿es posible que esa estructura se altere aun después del nacimiento, en consecuencia de influencias ambientales? – Investigaciones recientes indican que sí. La plasticidad del cerebro en los primeros años de la vida es enorme. Por eso, el cerebro es también muy sensible a las influencias del ambiente.
Por supuesto que también debe existir una predisposición genética para que el cerebro de un niño asuma una "estructura autista". Pero las investigaciones indican que al ser expuestos a ciertas sustancias, esa predisposición llega a expresarse aun en muchos niños donde no se hubiera manifestada sin esa influencia externa.

Otro indicador que comprueba esta tesis, es que la prevalencia de los TEA está aumentando. Hasta hace diez o quince años se podría haber argumentado que eso se debe al aumento de las evaluaciones, porque anteriormente existía menos conciencia respecto al problema del autismo. Pero ahora ya existen datos de muchos años, durante los cuales los niños fueron universalmente evaluados por autismo; y aun durante estos años, su prevalencia sigue en aumento. Si fuera una condición puramente genética, se esperaría que el porcentaje de la población afectada se mantendría estable.

Para informaciones científicas detalladas, vaya a esta página, descargue el documento PDF, y ábralo con la palabra "Autismo" (con A mayúscula).


Sitio alterno (para el caso de que este blog deje de funcionar)

Este blog está alojado en un servicio gratuito que se puede suspender sin aviso previo. Estoy en el proceso de construir un sitio alterno en: https://homeschoolperu.com/educacionCristianaAlternativa/. Por favor guarde este enlace, por si alguna vez el blog ya no se encuentre aquí.

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Se busca: Ladrón optimista

Hace poco, al ordenar papeles viejos, me topé con una infografía titulada «Perfil del profesional competitivo» (Diario «La República», Lima, 4 de diciembre de 2014). Aunque tiene más de cinco años de antigüedad, supongo que diversos aspectos de aquella infografía siguen vigentes. Se trata, aparentemente, de los resultados de encuestas entre empresas, acerca de las cualidades que ellas más valoran en sus empleados profesionales.

Algunos puntos dan lugar a esperanza. Por ejemplo, en el aspecto académico, las empresas (según la infografía) valoran «Especialización y actualización» por encima de «Doctorado, maestría o diplomado». Así que, quizás, un genio comercial como Bill Gates o Soichiro Honda, quienes abandonaron sus estudios por fundar sus empresas, podría tener alguna oportunidad de éxito aun en la sociedad peruana.

Por el otro lado, en ningún lugar de la infografía aparece la capacidad para el estudio independiente y la investigación como una cualidad deseable. Aparentemente, a las empresas peruanas tampoco les interesa si sus profesionales han demostrado sus capacidades de alguna manera práctica. Por ejemplo, si alguna vez han fundado una empresa propia o una asociación para el bien común, si han hecho algún invento, escrito algún libro, o si alguna vez han destacado por alguna acción original o novedosa a favor del desarrollo económico o social. Estas son capacidades altamente valoradas en países que lideran el avance tecnológico y científico. Recordemos que la infografía se refiere específicamente a profesionales, no a simples obreros. Pero las empresas peruanas, según parece, siguen teniendo su horizonte limitado a los papeles y diplomas que certifican que un candidato ha pasado una detereminada cantidad de horas de su vida sentado en las aulas de alguna institución académica. Si en todas esas horas desarrollaron también alguna capacidad de utilidad práctica o no – eso parece interesarlos menos.

En una lista de «cualidades», por lo menos aparece «Innovación y creatividad«; pero en el último lugar de la lista, apenas visible.

Y ahora la cosa se vuelve realmente preocupante: En una lista de «valores» deseables, en el primer lugar figura «Optimismo» (33%). «Honestidad» ocupa el último lugar (6%). En la mayoría de las concepciones éticas y morales (quizás con excepción del pragmatismo), «optimismo» ni siquiera es un «valor». Se caracterizaría más acertadamente como una «disposición psicológica», o un aspecto del temperamento personal, pero no un «valor». Un «valor» es una calidad ética; pero el optimismo es una calidad psicológica. – Sin embargo, las empresas peruanas lo califican como el «valor» más deseable. Preferirán a un ladrón, un estafador, un mentiroso, en vez de un colaborador honesto – con tal que sea optimista.

¿Por qué la honestidad tiene tan poca demanda? – ¿Será porque muchos empresarios y empleadores tampoco son honestos? Si un empresario corrupto contrata a un profesional honesto, corre el peligro de que ese profesional honesto lo descubra y lo denuncie. Entonces preferirá contratar a profesionales deshonestos.

Pero eso tiene consecuencias desastrosas para la sociedad y la economía. Donde no hay honestidad, se destruye la confianza. Efectivamente, unas investigaciones señalaron que el Perú es uno de los países donde la gente menos confía unos en otros.
Pero la confianza es uno de los ingredientes más importantes de una buena economía. Donde no hay confianza, se rompen los contratos, causando perjuicios a una de las partes o a ambas. Donde no hay confianza, se invierten millones en trabajos que no son productivos, o que incluso reducen la productividad de los demás: Mecanismos de vigilancia y control; burocracia estatal; corrupción y otras actividades delictivas. El Perú es también uno de los países que más trabas impone contra la creación de una empresa propia. Una economía de desconfianza no puede ser exitosa.

Todo eso está estrechamente relacionado con la educación y el sistema escolar. Una gran parte del sistema escolar se basa en la «pedagogía de la socialización». Ésa dice que es tarea de la escuela, formar la clase de personas que la sociedad exige. O sea, formar a personas adaptadas a la sociedad; personas que «siguen la corriente». Y aquellos alumnos que no se conforman, tienen que ser corregidos, reeducados, «nivelados», humillados … hasta que ellos se conforman también.
Ahora, si el miembro mejor adaptado a la sociedad es el ladrón optimista, ¿será entonces la meta educativa del sistema escolar, formar ladrones optimistas? – De hecho, la muy propagada «educación para la competitividad» apunta exactamente a éso. Se premia al que vence a sus competidores, sin importar si sus métodos son honestos o no.

Ahora podríamos hacer la pregunta acerca de la gallina y el huevo: ¿Cuál fue primero? ¿Fue primero un sistema escolar que incentiva la corrupción y la deshonestidad, y entonces los egresados formaron empresas según ese mismo molde? ¿O fueron primero las empresas deshonestas, y entonces el sistema escolar se adaptó para formar a la clase de gente que esas empresas requieren?

Pero más útil será preguntar cómo podemos romper ese círculo vicioso. Empecemos con lo más cercano: nuestros propios hijos. Eduque a sus hijos en la honestidad, dando usted mismo(a) el ejemplo. Y sáquelos de un sistema escolar deshonesto y corrupto. Existen alternativas; este blog presenta varias de ellas. Si tiene preguntas o consultas prácticas, envíelas mediante el formulario de comentarios.

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