Educación cristiana alternativa

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El primer experimento en estimulación temprana; o: Como se provoca un «burnout» a una edad temprana.

Por el Dr. Raymond Moore

Al inicio del siglo XX, el docente de psicología de la universidad de Harvard, Boris Sidis, se obsesionó con la idea de producir «súper-bebés». El iba a hacerse famoso con el experimento, y su primera «muestra de exposición» iba a ser su propio hijo, el recién nacido William. Diariamente, él colgó letras y números sobre la cuna del bebé, y dijo sus nombres en voz alta. Efectivamente, a los seis a ocho meses, el pequeño niñito pudo reconocer algunos de ellos. A la edad de dos años sabía leer libros escolares. A los cuatro años escribió artículos en inglés y francés; y a los cinco años escribió sobre anatomía.
Pero cuando tenía ocho años, William empezó a desarrollar una risa histérica cuando se sentía estresado. Con esto dio más la impresión de un demente que de un genio. A la edad de catorce años, su padre insistió en que él diera su primera conferencia en la universidad de Harvard. Allí, el muchacho recibió un aplauso resonante – solamente para bajar del podio con una risa histérica e incontrolable. Su padre avergonzado lo despachó rápidamente a un sanatorio. Allí lo buscaron los periodistas; y William les dijo que su único deseo era poder vivir como una persona normal. Hizo un llamado a su padre a que terminase este experimento.
Pero cuando se había graduado en la universidad de Harvard y comenzó a trabajar en el instituto Rice en Texas, un instituto de la élite, él descubrió que no podía llevarse bien con otras personas.

Mientras él intentaba establecerse con sus colegas y sus estudiantes en este instituto, él fue convicto de haber incitado un disturbio, y fue suspendido como docente. William desapareció; y más tarde fue visto como trabajaba atendiendo en una tienda común. Una vez, por la insistencia de un amigo, aceptó una invitación a exponer sobre la probabilidad de la existencia de vida en Marte. Pero su mente sin juicio lo llevó, en lugar de esto, a hablar durante una hora sobre transferencias de carros.
América era demasiado ocupada con la guerra en el año 1944, para tomar nota de la muerte de William Sidis. El murió a la edad de 46 años en un hostal en Brookline, Massachusetts. Hasta su muerte se había negado a tener algún contacto con su padre, e incluso había rechazado su sustancial herencia.

Alrededor de 1960 se inició un programa notable en la ciudad afluente de Grosse Point, Michigan, una ciudad conocida por su alto porcentaje de ejecutivos brillantes. (…) El director de las escuelas estatales, Paul Mawhinney, empezó a experimentar con la escolarización temprana de los niños, admitiéndolos a la escuela a partir de los cuatro años de edad. El, y otros psicólogos, esperaban que se producirían jóvenes bien adaptados y que aprenderían más y mejor.
El proyecto debía durar catorce años. Pero después de tan solamente cuatro o cinco años, el Dr.Mawhinney y sus psicólogos se quedaron decepcionados. De los niños que habían comenzado la escuela a los cuatro años, resultó que un tercio de ellos tenian problemas con la adaptación social. Tres cuartas partes de ellos estaban deficientes en cuanto a las cualidades de liderazgo. Y solamente uno de cada veinte calificaba como un líder destacado – un porcentaje muy por debajo del promedio. Y se disparó el número de los fracasos escolares.
El comité declaró que el programa había sido un fracaso. Y no solamente esto: Fue un fracaso personal para la mayoría de los niños que participaban, porque destruyó su autoestima. Ellos concluyeron que si se hubiera permitido a los niños desarrollarse normalmente, muy probablemente hubieran destacado en todas las áreas. Sin embargo, los padres estaban tan obsesionados con la idea del «súper-bebé», que obligaron a los directores escolares a continuar con este experimento, ya fracasado, durante nueve años más.

(Raymond y Dorothy Moore, «The Successful Homeschool Family Handbook», 1994)

Mi comentario:

Estos experimentos (y varios otros parecidos) se hicieron hace mucho tiempo, y sus resultados negativos son conocidos. ¿Por qué entonces tantos países, tantos gobiernos y tantos padres de familia insisten en repetir estos mismos experimentos fracasados con sus propios hijos?

– Artículo relacionado: «Como las casas-cuna pueden destruir una nación»

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Buenas noticias (casi) del ministerio de educación

En el Perú (¿en otros países también?) existe toda una histeria acerca de las «vacaciones útiles». Todos los profesores quieren ganarse un dinero adicional, ofreciendo su «academia vacacional». Y todos los padres que «se preocupan por la educación de sus hijos» (supuestamente), entran en pánico de que su hijo podría «quedarse atrás» si no lo matriculan en una tal academia. En efecto, la mayoría de los niños peruanos son de esta manera despojados de sus vacaciones. Las «vacaciones útiles» son simplemente una continuación del mismo sistema escolar opresivo e ineficaz. Si se permitiese a los niños tener vacaciones verdaderas, solamente harían cosas «inútiles» como jugar fútbol, aprender a manejar una bicicleta, dibujar lo que ellos quieren (en vez de copiar del libro escolar), o ayudar a su mamá en la cocina. Para que no hagan tales cosas «inútiles», hay que meterlos a la escuela aun durante las vacaciones – así dice la creencia popular.

Nuestro programa vacacional (que acaba de terminar) es diferente. Ofrecemos una gran variedad de materiales que permiten a los niños realizar actividades creativas y divertidas: juegos de construcción, juegos de mesa, libros con ideas para trabajos manuales, rompecabezas, etc. Ofrecemos grupos de interés donde los niños pueden aprender, según su propia elección, unas habilidades que raras veces se cultivan en la escuela: hacer teatro, cocinar, arreglar bicicletas, jugar ajedrez, hacer origami, diseñar modelos recortables de papel, etc. Una vez a la semana vamos de paseo: sea a la naturaleza libre, o a algún lugar de trabajo interesante. (Este año por ejemplo hemos visitado una central hidroeléctrica.)
Los niños necesitan bastante tiempo (varias semanas) para recuperar su equilibrio emocional después del estrés del año escolar, y para acostumbrarse a la libertad de elegir sus propios proyectos. Pero les gusta, y con el tiempo salen a la luz los talentos escondidos: el talento de construir torres, o de actuar, o de inventar nuevos juegos, o de mantener la cabeza bajo agua durante medio minuto. También empiezan a despertar sus neuronas. Niños pequeños que en la escuela nunca entendieron las decenas y las unidades – ni siquiera con cien páginas de ejercicios en sus libros – empiezan a comprenderlo manejando un ábaco o unas regletas de madera. Niños que detestaron la lectura como una obligación pesada y sin sentido, empiezan a rebuscar la biblioteca y encuentran que un libro sí puede ser algo interesante. Solo algunos alumnos ya mayores tienen dificultad de «entrar en onda», y hasta el último día parecen esperar que alguien los amenace desde atrás con un palo, para hacer algo. Es que así fueron acostumbrados en sus escuelas durante toda su vida.

Los niños aprecian mucho estos programas; pero los padres, al parecer, no tanto. Varios padres han sacado a sus hijos de nuestro programa, diciendo: «Allí no aprenden nada, solo juegan.» Y esto después de decenas de reuniones de orientación, donde intentamos hacer ver a los padres que el juego – el juego creativo y lógico – es algo de lo más educativo que existe. Pero no, no se puede permitir que los niños jueguen, ni siquiera en sus vacaciones. Si algo les gusta, no puede ser educativo. «Educación» es solamente lo que se hace de mala gana y lo que uno no puede entender – esta es otra de las creencias populares tan difundidas entre padres, profesores, y autoridades educativas.

Pero mira que sorpresa: Este año, el ministerio de educación del Perú ha publicado en su página web un folleto instructivo para padres, con el título: «¿Cómo las actividades recreativas contribuyen con el desarrollo de nuestras hijas e hijos?» – Este folleto contiene una larga lista de actividades recomendadas para las vacaciones. Además, con cada actividad indica las áreas del desarrollo personal que son estimuladas con la actividad respectiva. Aquí encontramos por ejemplo:

«Hacer teatro, interpretando personajes – Desarrolla la función simbólica, estimula la seguridad y la confianza.»
«Visitar centros recreacionales, de preferencia donde se tome contacto con la naturaleza. – Fomenta la integración y socialización, contribuye al cuidado y valoración de la naturaleza.» (Además contribuye a la salud física y refuerza los conocimientos de botánica, zoología y ecología – esto se olvidó el ministerio de educación.)
«Jugar en el parque (escondidas, mundo, la liga, la soga, trompo, bolitas, canga y otros.) – Permite asumir diferentes roles y promueve el liderazgo y el trabajo en equipo. Desarrolla la capacidad viso-motora y motora fina. Desarrolla la atención y concentración. Estimula la imaginación y creatividad. Refuerza el trabajo en equipo y el respeto a las reglas del juego.» (¿Alguien dijo que jugar es inútil?)
«Juegos de mesa: Dominó, Ludo, Pictureka, etc. – Favorece la coordinación visual, la memoria, la atención. Aprende a respetar las reglas de juego y a tolerar la frustración. Estimula su desarrollo cognitivo: comprende la noción de semejanza y diferencia.»
«Preparación de platos típicos de la región. – Fomenta la identidad local y regional. Propicia el reconocimiento de olores, sabores y texturas. Impulsa la capacidad de planificación, organización y distribución de alimentos y de cariño.» (Además, cuando se cocina según una receta, desarrolla el entendimiento de cantidades, pesos y medidas.)
«Practicar origami y kirigami. – Desarrolla habilidades lógico-matemático (sic) y coordinación viso-motora. Estimula la creatividad y la imaginación.»

Efectivamente, casi todo lo que hacemos en nuestros programas vacacionales se encuentra en esta lista. Parece como si alguien del ministerio de educación se hubiera decidido a copiar nuestros programas y a defender su valor educativo. (Solamente que nosotros podríamos todavía añadir un buen número de entradas a esta lista.) Incluso dijo una representante del ministerio de educación en una entrevista radial (cito de la memoria): «No se trata de que los niños estudien en las vacaciones aun más matemática, comunicación, etc. En las vacaciones necesitan otras clases de actividades, y que lo hagan en familia.»

Es una buena noticia que el ministerio de educación reconozca ahora la necesidad de los niños de tener vacaciones. Vacaciones verdaderas para jugar, desarrollar habilidades físicas, ser creativos, y pasar tiempo en familia. Podemos ahora decir a todos los padres y profesores que se quejan: «Estamos haciendo exactamente lo que el ministerio de educación recomienda.»

Hay solamente un problema aquí: Nadie hace caso a estas recomendaciones. Los padres y profesores, según veo, ni siquiera están enterados de que estas recomendaciones existen. He escrito al ministerio de educación para preguntar cómo se están difundiendo estas recomendaciones a los profesores y al público en general; y no he recibido ninguna respuesta. Las escuelas y los profesores siguen llevando a cabo las mismas aburridas «vacaciones (in-)útiles» como siempre. Y los padres siguen sintiéndose obligados a mandar a sus hijos allá, para que no «queden atrás». En realidad sucede lo contrario: Los niños ya no recuperan su equilibrio emocional, ni sus fuerzas físicas, ni su creatividad, ni su motivación para aprender. Comienzan el nuevo año escolar tan estresados y «apagados» como terminaron el anterior.
El ministerio de educación ha dado un paso importante al publicar las recomendaciones citadas. Pero haría un servicio aun mucho más grande a los niños y a las familias, si se esforzara por dar mayor publicidad a estas recomendaciones, y por liberar a los niños de la carga de las «academias vacacionales» innecesarias.

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