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Razonemos … acerca de la economía

Para entender lo que sucede en el mundo, hay que entender también algo de economía. Eso se considera generalmente un campo complejo. Pero existen algunos principios fundamentales que aun los niños pueden entender. Por eso propongo seguir los siguientes razonamientos, que darán una perspectiva adicional acerca de la situación actual. Converse también con sus niños acerca de aquellos aspectos que ellos ya pueden entender, y hágalos razonar. Es muy importante en estos tiempos, recuperar nuestra capacidad de razonar.


¿Cuánto vale el dinero?

Estamos acostumbrados a decir que el dinero representa un «valor». Pero mira un billete, por ejemplo de 100 dólares: Es sólo papel y tinta, y quizás unos otros ingredientes. El papel, la tinta, y el proceso de impresión, juntos valen solamente unos pocos centavos. ¿Por qué entonces decimos que el billete tiene «valor»?

– Es solamente porque con el dinero puedo comprar bienes: alimentos, herramientas, máquinas, etc. ¿Y por qué puedo hacer esas compras? – Es que hay otras personas que atribuyen valor al dinero, y lo reciben como un medio de pago.

En otras palabras, este sistema de hacer compras con dinero funciona a base de un acuerdo generalizado entre las personas de aceptar el dinero como pago. Una vez que este acuerdo se quebranta, el dinero pierde su valor. El dinero no tiene valor en sí. Solamente vale lo que puedes comprar con él.

Originalmente se usaban monedas de oro, de plata y de cobre. Esos metales representan un valor real.
Cuando se introdujo el dinero de papel, se hizo primero en forma de «notas bancarias», donde el banco se comprometía a pagar al portador de la nota un monto determinado de oro o de plata. Por tanto, los bancos no podían emitir más «notas» que el monto total de oro y plata que almacenaban. Así, las «notas» representaban un valor en metales preciosos que realmente existía. Y por tanto, por ejemplo, «un dólar de oro» era siempre la misma cantidad de oro.
Pero más tarde, se permitió a los bancos emitir la cantidad de dinero que querían, independientemente de la cantidad de oro que tenían o no tenían. Desde entonces, el dinero ya no representa ningún valor real. Por eso, el dinero que usamos actualmente es «volátil»: En tiempos de crisis puede perder su valor muy rápidamente.

Para seguir pensando:
– Si el dinero es un valor tan inseguro, ¿por qué seguimos usándolo?
– ¿Conoces ejemplos del pasado o presente donde la moneda de un país efectivamente perdió su valor?
– ¿Quién(es) se beneficia(n) de una economía con dinero «volátil»?
– ¿Por qué dijo Jesús que no nos hagamos tesoros en la tierra (Mateo 6:19-21)?
– ¿Por qué dijo Pablo que el amor al dinero es una raíz de todos los males (1 Timoteo 6:8-10 y 17-19)?
– ¿Qué otras formas de intercambiar bienes y servicios puedes imaginarte, que no requieren usar dinero?


Cómo se devalúa el dinero

Representemos la entera economía de un país «en miniatura». En la siguiente imagen, las monedas significan todo el dinero que existe en el país, y los panes significan todos los bienes que existen en el país.

5 monedas, 5 panes

Hay un total de cinco monedas, y cinco panes. Haciendo una correspondencia sencilla, lo más lógico es que un pan vale una moneda; o sea con una moneda se puede comprar un pan.

Los dos años pasados hemos vivido una situación donde se restringía la producción. Muchas áreas de la economía no podían trabajar como normal. En parte, esas restricciones todavía continúan. ¿Cuál fue el resultado? – Obviamente, la cantidad total de los bienes disponibles disminuye.

Al mismo tiempo aumentó la cantidad de dinero. Los gobiernos han dado ayudas financieras a muchos negocios y personas individuales. La gente recibió esas ayudas con alegría: «¡El gobierno nos está regalando dinero!»
Detengámonos unos momentos para reflexionar: ¿Cuánto dinero tiene el gobierno? ¿De dónde lo tiene? ¿Cómo lo gana?

Si lo pensamos bien, en realidad el gobierno no tiene dinero. El gobierno no produce ni vende nada; por tanto no recibe dinero por ventas ni por trabajos hechos. Básicamente hay sólo dos formas cómo el gobierno puede conseguir dinero:
– Cobrando impuestos; o sea, nos quita una parte de lo que todos nosotros hemos producido.
– Prestándose dinero de los grandes bancos. Eso significa que el gobierno incentiva a los bancos a «crear» más dinero, y el gobierno recibe ese dinero en calidad de préstamo. Para devolver el préstamo, el gobierno nuevamente tendrá que cobrar impuestos; y además tiene que pagar intereses.

Entonces, si el gobierno regala dinero de los impuestos, eso significa que una parte de la población tiene que empobrecerse para enriquecer a otros.
Si el gobierno regala dinero que crearon los bancos, eso significa que la cantidad total de dinero es ahora mayor que antes. Entonces, la situación se ve más o menos así:

8 monedas, 4 panes

Tenemos ahora más dinero, pero menos bienes. ¿Cuánto vale ahora un pan? – En la imagen hay un total de 8 monedas, y hay 4 panes. Entonces, para poder comprar un pan, necesitamos ahora dos monedas.

¿Nos damos cuenta de lo que sucedió? Mucha gente tiene ahora más dinero; pero lo que pueden comprar con él, es menos que antes. Al fin de cuentas, nadie se ha vuelto «más rico»; al contrario. El dinero se ha devaluado.

Eso es lo que se llama inflación. La cantidad del dinero se «infla», o sea aumenta, pero sin que aumenten los bienes disponibles. En consecuencia, todo cuesta más.

Para seguir pensando:
– Si el gobierno regala dinero, ¿eso ayuda a recuperar la economía? ¿Por qué sí, o por qué no? ¿Puedes pensar en una forma más eficaz de recuperar la economía?
– ¿La inflación es algo como un desastre natural, que sucede sin que alguien pudiera preverlo? ¿o es el resultado de las acciones deliberadas de ciertas personas e instituciones?
– Si el gobierno aumenta el monto del sueldo mínimo, ¿qué consecuencias tiene eso para la inflación? ¿y para la situación económica en general?
– En tiempos de inflación, ¿es mejor ahorrar dinero, o ahorrar bienes, o no ahorrar nada en absoluto?
– ¿Quiénes sufren más de la inflación?
– ¿Quiénes se benefician de la inflación?


Inversión y producción

Hemos visto que en una crisis económica, el problema normalmente no es la escasez de dinero. El problema es la escasez de bienes. Lo mismo aplica a las situaciones de pobreza. Por tanto, la solución no consiste en aumentar la cantidad de dinero. El dinero no se puede comer. Lo único que ayudará a largo plazo, es crear condiciones donde se pueden producir e intercambiar más bienes.

La única manera de combatir la pobreza consiste en producir bienes.

Algunos modelos de educación activa, por ejemplo la Fórmula Moore, recomiendan que los niños creen y administren un pequeño negocio propio: que produzcan algún producto que pueden vender a sus vecinos y conocidos; que ofrezcan algún servicio pagado; etc. Y que en vez de darles propinas, los niños puedan disfrutar de las ganancias de su negocio.
Esta es la mejor educación económica para principiantes: Los niños aprenden por experiencia propia acerca de una buena administración y el valor del trabajo; acerca de las inversiones y el rendimiento; acerca de oferta y demanda; y aprenden a hacer un presupuesto y a llevar una contabilidad sencilla.
Eso se puede complementar con la experiencia de un negocio «adulto», si los niños tienen la oportunidad de ayudar en el negocio de sus padres o de unos parientes o conocidos, y al mismo tiempo enterarse de cómo funciona ese negocio.
Si los niños tienen esta base de experiencia propia, también entenderán mejor los razonamientos que siguen.

Para producir algo, tenemos que pagar lo que necesitamos para la producción. Eso es la inversión:
– Los materiales o ingredientes necesarios;
– Dependiendo de las circunstancias, podemos necesitar también: electricidad; herramientas o máquinas; un ambiente adecuado (p.ej. taller); etc.
– Si otras personas trabajan por nosotros, tenemos que pagar sus sueldos.
– ¿Qué otras cosas podríamos necesitar para producir algo? Piensa en unos ejemplos concretos: hornear pan; construir una casa; diseñar e imprimir una revista; etc.
– ¿Y qué necesitamos para dar a conocer y vender nuestro producto?

Cuando vendemos nuestro producto o realizamos un servicio, recibimos ingresos. La diferencia entre los ingresos y la inversión es la ganancia.

Pensemos además en la inversión de tiempo: Tenemos solamente una cantidad limitada de horas que podemos trabajar cada día. El tiempo también es valioso.
Calcula la ganancia que obtienes de tu negocio, y divídela entre el número de horas que tienes que invertir para producir y vender tu producto o servicio. El resultado te dice cuánto vale una hora de tu trabajo en tu negocio. (En el caso de un empleado, se haría el mismo cálculo usando su sueldo en vez de la ganancia.)

Si toda la inversión sirve para producir, tenemos condiciones óptimas para la producción. Se puede entonces producir la mayor cantidad de bienes con un mínimo de inversión en dinero y tiempo.

Pero en nuestros tiempos actuales, eso no es así. Averigua con una persona que tiene un negocio formal:
– ¿Qué cantidad de sus ganancias tiene que pagar en impuestos? ¿Qué porcentaje de las ganancias es eso?
– ¿Cuánto dinero y tiempo tiene que invertir en los trámites burocráticos para que el gobierno permita a su negocio seguir funcionando?
– ¿Qué otros gastos tiene su negocio (en dinero y en tiempo), que no son relacionados ni con la producción ni con la venta?

Todo lo mencionado son gastos improductivos: No contribuyen a aumentar la cantidad de bienes disponibles. Si, por ejemplo, el 40% de los gastos de un negocio son gastos improductivos, entonces se producen 40% menos bienes de lo que se podría producir en condiciones óptimas. Por tanto, al fin de cuentas, esos son gastos que aumentan la pobreza general.

No olvidemos que el tiempo que invertimos, también es un gasto. Pongamos como ejemplo a un padre de familia que tiene un negocio pequeño, y su hora de trabajo vale 4 dólares. Para renovar el permiso de funcionamiento de su negocio, ese padre tiene que pasar dos veces cinco horas en una oficina – haciendo cola, llenando formularios, discutiendo con los funcionarios … Eso significa una pérdida de 40 dólares, además del dinero que le cobran por el trámite.

En la actualidad, a los gastos improductivos se ha añadido todo lo que el gobierno exigió respecto a la «bioseguridad», incluso obligando a muchos negocios a realizar toda clase de controles a sus clientes. (Consideremos, además, que hasta hoy no existe evidencia científica de que alguna de esas medidas haya efectivamente mejorado la salud de la población en general. La experiencia peruana del año 2020 sugiere mas bien lo contrario.) No extraña entonces que con todo eso la pobreza haya aumentado.

Para seguir pensando:
– ¿Qué se podría hacer para disminuir los gastos improductivos?
– ¿Existen también maneras de disminuir los gastos necesarios para la producción?
– Algunas personas no pueden mantenerse a sí mismos mediante un trabajo productivo: niños, ancianos, enfermos, discapacitados, … Piensen en unas posibilidades de cómo ayudar y mantener a esas personas, sin que eso cause gastos improductivos a todos los demás. Consideren también lo que dice la Biblia al respecto.


El trabajo improductivo aumenta la pobreza.

En el apartado anterior hemos considerado el tema de la productividad, desde la perspectiva del productor. Hemos visto que diversas políticas del estado causan gastos improductivos. Pero eso todavía no es todo: El gobierno también tiene que pagar a los funcionarios que implementan esas políticas. Esas personas no producen nada. Y el gobierno tiene que construir y mantener las oficinas donde trabajan esos funcionarios. Así que también el gobierno tiene muchos gastos improductivos. Aumentar los puestos de trabajo improductivos, también aumenta la pobreza.

Para pensar:
– ¿Es «improductivo» todo trabajo que no resulta en un producto o servicio material? Por ejemplo, ¿son «improductivos» los músicos, los profesores, los predicadores del evangelio, los psicólogos?
– ¿Es «productivo» todo trabajo que resulta en un producto material? Por ejemplo, ¿son «productivos» los productores de drogas dañinas, de películas pornográficas, de armas de guerra, de juguetes de mala calidad que se rompen en el primer uso?
– ¿Cómo podríamos definir más claramente lo que es un trabajo «productivo», en el sentido de que contribuye al bienestar general?
– ¿Qué tendría que pasar para que haya menos necesidad de policías y agentes de seguridad; de abogados y jueces; de funcionarios del gobierno; de profesores; … ? ¿Qué otros trabajos serían menos necesarios, si hubiera ciertos cambios en la sociedad y en la forma de gobierno?
– ¿Cuáles productos alimenticios implican más gastos improductivos: los productos procesados que se venden en los supermercados, o los productos agrícolas que vienen directamente del productor?
– ¿Necesito que el estado controle la salubridad de los restaurantes? ¿O puedo yo mismo, si como en un restaurante, darme cuenta de que es insalubre, y en este caso decidir ya no comer allí?
– Como padre de familia, ¿necesito que el estado decida cuáles escuelas o servicios educativos pueden funcionar y cuáles no? ¿o puedo yo mismo darme cuenta si mis hijos no reciben una buena educación, y en este caso buscar una alternativa?
– Tomando en cuenta que muchos funcionarios del estado son corruptos, ¿puedo confiar en que el estado me protegerá de productos y servicios de mala calidad? ¿o es preferible ejercer mi juicio propio y decidir de quién comprar?

(Vea también: «Conciencia consumidora«.)


La economía es interconectada.

¿Conoces el juego «Yengha»? (Quizás en otros lugares se conoce con otro nombre.) Consiste en unas piezas de madera que se ponen unos sobre otros para formar una torre alta. Después, sucesivamente, se sacan piezas de abajo y se colocan encima de la torre … hasta que la torre pierde el equilibrio y cae.

Podemos comparar la economía con una torre de yengha. Cada pieza se apoya sobre otras piezas, y ésas a su vez sobre otras piezas, y así sucesivamente. Cada productor depende de ciertos insumos, herramientas, medios de transporte, etc; y ésos a su vez dependen de otros productores; y así sucesivamente.

Imagínate ahora que tenemos una torre de yengha como en la imagen, con piezas de diferentes colores. Alguien decide arbitrariamente que, por ejemplo, las piezas rojas y anaranjadas se consideran «no esenciales», y deben quitarse. ¿Qué va a pasar?

Lo más probable es que la torre entera se vendrá abajo. En un juego de yengha siempre vamos a notar que son relativamente pocas piezas que podemos quitar sin que la torre se caiga.Y hay que probar cuidadosamente cada pieza, para saber si se puede quitar con seguridad o no. No podemos quitar arbitrariamente todas las piezas de un color determinado.

Así también en la economía, no se pueden arbitrariamente cerrar ciertas ramas, y pensar que lo demás seguiría funcionando como antes. Toda interferencia estatal causa un desequilibrio que al fin de cuentas afecta a la economía entera. No se puede hacer una distinción arbitraria entre negocios «esenciales» y «no esenciales». O como dijo alguien: «Todo trabajo es esencial para la persona que gana su vida con él.»

Por ejemplo, en el año 2020 diversos gobiernos decidieron que los hospitales eran «esenciales», pero que las ferreterías eran «no esenciales». Entonces, ¿qué pasa si en un hospital se rompe un tubo de agua y se inunda un piso entero? Hay que llamar a un gasfitero, pero el gasfitero no tiene permiso para trabajar, porque su trabajo se considera «no esencial». Supongamos que con mucha perseverancia y suerte, el gasfitero consigue un permiso especial para trabajar, ya que es para un hospital. Pero no puede conseguir un tubo de repuesto, porque las ferreterías están cerradas. Entonces el hospital ya no puede funcionar normalmente porque no hay ferreterías.
O ¿qué pasa si un camión que transporta medicamentos se malogra en el camino, y no hay mecánico para arreglarlo, porque el gobierno prohibió a los mecánicos trabajar? Al hospital le faltarán medicamentos, y quizás hasta mueren pacientes por eso.

Lo mismo sucede ahora, que varios gobiernos prohíben trabajar a ciertos grupos de personas, por ejemplo a los que no están dispuestos a participar en cierto experimento médico riesgoso. Eso tiene las mismas consecuencias: se desestabiliza la economía entera. (Por no mencionar que por supuesto, todas esas medidas son violaciones flagrantes de los derechos humanos.) No se pueden quitar arbitrariamente a ciertas «piezas» del juego, solamente por no cumplir con ciertos criterios, o por no estar de acuerdo con la política del gobierno. Eso hace caer al sistema entero.

Hay innumerables interdependencias entre las diferentes ramas de la economía, algunas muy complejas. Algunas de las restricciones que se impusieron hace dos años, empiezan recién ahora a mostrar sus consecuencias, en forma de interrupciones de la cadena de suministros. Cuanto más complejo es un producto, más insumos diferentes necesita para su fabricación. Si uno solo de esos insumos no puede llegar a la fábrica, la producción ya no puede continuar.

Para seguir pensando:
– ¿Qué partes se necesitan para fabricar un automóvil? ¿De dónde vienen esas diferentes partes? ¿Cómo llegan esas partes a la fábrica de autos?
– Si se dejan de fabricar automóviles y camiones, ¿qué consecuencias tendrá eso para el transporte de todos los otros bienes?
– Si se dejan de fabricar fertilizantes, ¿qué ramas de la economía se afectan? ¿Con qué consecuencias?
– Muchos dicen que «por causa de la pandemia» se cerraron fábricas, entraron empresas en quiebra, etc. ¿De verdad tiene un virus el poder de cerrar una fábrica? ¿o quiénes fueron en realidad los que cerraron las empresas? – ¿Y cuán alto era realmente el riesgo de los obreros a quienes se les prohibió trabajar, de morir por el virus? (Toma en cuenta que ese riesgo es mucho mayor para personas ancianas que para personas en edad de trabajar; y que es mucho mayor para personas que ya están enfermas, que para personas sanas. Toma en cuenta también que muchos de los que murieron, eran personas que se quedaron en casa, y eso aparentemente no los protegió.)
– Busca unos ejemplos históricos y actuales de gobiernos que intentaron controlar y planificar la economía de sus países a lo máximo. Busca ejemplos de gobiernos que dieron mayor libertad. Compara lo que sucedió en los unos y en los otros.

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UNICEF advierte: Más niños morirán por las restricciones gubernamentales que por la pandemia

Ya se sabía en mayo. Ponernos a todos bajo arresto domiciliario, y especialmente a los niños, no salva vidas. Al contrario, nos pone en riesgo de más muertes. Una investigación conducida por la Universidad Johns Hopkins y UNICEF, señala que las restricciones impuestas limitan el acceso a los servicios básicos de salud, y el abastecimiento con alimentos. En consecuencia, la mortalidad infantil aumentaría hasta en 45%, y las muertes maternas en casi 39%. Eso significaría, aun en el mejor caso, 253,500 muertes adicionales de niños, y 12,200 muertes adicionales de madres. En el peor caso, más de un millón de niños podrían morir.

El diario "Telegraph" reporta acerca de la investigación, y cita al Dr Stefan Peterson, director de salud de UNICEF:

"El confinamiento indiscriminado no tiene ningún efecto óptimo contra el virus. Si usted obliga a las familias pobres que se queden en casa en una única habitación, carentes de alimento y agua, eso no frenará la transmisión del virus. (…)
"(La mortalidad de niños) está en aumento, y no es por el Covid. Covid no es una enfermedad de niños. Sí, hay unos pocos casos excepcionales, y esos se publicitan en los medios de comunicación. Pero la neumonía, la diarrea, el sarampión, las muertes en el parto, ésas son las razones por qué la mortalidad aumenta. Estas amenazas exceden en mucho cualquier riesgo presentado por el coronavirus, en los países de ingresos bajos y medianos."

El Dr.Peterson también dijo que estaba preocupado de que la batalla actual contra Covid-19 se esté convirtiendo en una "crisis de los derechos del niño", privando a una generación de su salud, de su educación, y de sus expectativas económicas.

En agosto, varios representantes de las Naciones Unidas reiteraron su llamado a liberar a los niños:

"Henrietta H.Fore, directora de UNICEF, junto con Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director de la OMS, Qu Dongyu, el jefe de la Organización de Alimentación y Agricultura de las Naciones Unidas, y David M.Beasley, director del Programa Mundial de Alimentación, firmaron un llamado a la acción, publicado en (la revista médica) "The Lancet". Dijeron que las medidas como "el distanciamiento físico, el cierre de las escuelas, las restricciones de comercio, y el confinamiento de países enteros" contribuyen a la desnutrición infantil global. Eso puede hacer que el número de niños afectados por desnutrición aguda aumente en 6.7 millones adicionales."
(Fuente: rt.com)

De hecho, los niños están siendo robados de sus derechos de jugar, de cultivar amistades, de ejercitarse al aire libre, de disfrutar del sol y de la naturaleza. Y como muestran las investigaciones citadas, eso no trae ningún beneficio, al contrario, deteriora la salud de los niños. Una vez más, los niños tienen que ser los chivos expiatorios por los errores y las ambiciones de los adultos.

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Niños encerrados en casa – ¿qué hacer?

En la actual cuarentena, millones de niños en todo el mundo tienen que pasar sus días encerrados en casa. Es urgente tomar medidas para satisfacer las necesidades de los niños de moverse, de estar al aire libre, de tener contacto con la naturaleza. Si esas necesidades no son satisfechas, los niños pueden sufrir daños serios en su desarrollo y en su salud.

Las ventajas de tener un jardín

Si usted pertenece a las familias felices que tienen un jardín, o por lo menos un patio, entonces puede ofrecer a sus niños las tres cosas de una vez: ejercicio físico, aire libre, y naturaleza. Provea oportunidades de pasar tiempo en el jardín, con tanta frecuencia como sea posible. Puede ser para ayudar en los trabajos normales de un jardín (voltear tierra, siembra, riego, cosecha, etc), o para jugar, o para hacer ejercicios juntos, o para observar plantas y animales … incluso para observar las estrellas de noche, si no hay demasiadas luces alrededor que interfieren. Dependiendo de las circunstancias, quizás pueden incluso armar un espacio en el patio con una mesa y sillas, y una sombrilla, para comer o hacer tareas escolares allí.
Si no tienen esta posibilidad, ¿quizás tienen algún vecino que todavía no se contagió con el pánico generalizado, y que estuviera dispuesto a «prestarles» su jardín o patio por unas horas a la semana? (Respecto a los riesgos de contagio, vea más abajo.)

Otras formas de conseguir aire libre

Quizás su casa tiene un balcón o una azotea. Piensen en unas actividades que pueden hacer con los niños en esos espacios: Saltar soga. Ayudar a lavar y extender la ropa. O incluso trasladar la mesa familiar a uno de esos espacios, algunas veces.
Todos tenemos que hacer compras. Encargue a los niños con eso, de vez en cuando. Así tienen la oportunidad de salir temporalmente de su encierro.
Ventile su casa con frecuencia: Abra todas las ventanas, aun las puertas si es posible, durante unos minutos cada día, o incluso varias veces al día. Contrario a lo que algunos noticieros nos hacen creer, las enfermedades respiratorias se propagan mayormente en ambientes cerrados. La mejor prevención es salir al aire libre – o si eso no es posible, por lo menos hacer que el aire entre a nuestra casa.

Ejercicio físico

Muchos ejercicios de gimnasia pueden realizarse aun en espacios reducidos. En internet se pueden encontrar muchas ideas para ejercicios. Establezca su rutina de gimnasia familiar o individual, por lo menos 20 minutos al día. Aquí también recuerde: Ventile su «gimnasio» con mucha frecuencia.
También algunos trabajos del hogar, o trabajos manuales, proveen un buen ejercicio físico. Involucre a los niños en ello, según sus capacidades. Por ejemplo: Barrer y trapear el piso; lavar los servicios; lavar ropa; trabajos de carpintería; etc. – Quizás les gustaría variar la ubicación de los muebles de la sala, o del dormitorio. Aparte del esfuerzo físico que requiere, combate el aburrimiento, y provee una oportunidad para una limpieza más detenida.
Si su casa tiene varios pisos, a los niños les gustará subir y bajar las gradas de diferentes maneras: caminando, corriendo, subiendo dos gradas a la vez, saltando con los dos pies juntos, saltando con un solo pie … (Por razones de seguridad, se recomienda practicar las variaciones «saltando» solamente de subida, no de bajada.) – Si viven en un bloque, quizás los vecinos se pueden quejar de la bulla. Enseñe a los niños cómo hacerlo con un mínimo de bulla. Y al mismo tiempo, hable respetuosamente con sus vecinos acerca de las necesidades de los niños, y pídales un poco de tolerancia. No solamente los niños deben ser educados respecto a las necesidades (o preferencias) de los adultos; también los adultos necesitamos ser educados respecto a las necesidades de los niños.

Un parque de juegos en la casa

¡Esto es para los valientes! Pero con un poco de iniciativa, destreza y creatividad, los niños podrán tener hasta su pequeño parque de juegos. Por ejemplo:
Una tabla puesta sobre dos ladrillos, puede servir de subibaja.
Una tabla ancha y lisa puede colocarse de manera inclinada de la cama al piso, para que sirva de rodadero. (No debe tener astillas.)
En el marco de una puerta se puede fijar horizontalmente un tubo fuerte de metal, a una altura suficiente para que los niños puedan colgarse con las manos, columpiarse, y hacer otras acrobacias. El tubo tiene que fijarse con suficiente seguridad para que aguante el peso; y al usarlo se recomienda poner una colchoneta debajo para amortiguar caídas.
Si la casa tiene vigas de madera, en una de ellas se pueden fijar dos ganchos fuertes para colgar un columpio. – Se puede hacer lo mismo con una viga de cemento, pero requiere mayores cuidados para que los ganchos aguanten el peso.
Una vez que empiecen, seguramente tendrán más ideas. Solamente tomen siempre las precauciones de seguridad necesarias.

Traiga la naturaleza a la casa.

Si no tienen jardín, pueden cultivar unas plantas en maceteros en la casa. Para los niños es una buena lección de biología (¡y de paciencia!), observar el crecimiento de las plantas. En vez de comprar plantitas, pueden también sembrar cualquier clase de semillas que encuentran en su alimento diario: arvejitas, habas, granos de maíz, pepas de frutas, de tomates, etc…
Algunas mascotas se pueden criar aun en un departamento pequeño: hámster, canario, peces en un acuario, y otros. A algunos niños incluso les gusta tener orugas, hormigas o caracoles como «mascotas». Solamente hay que prepararles un ambiente adecuado: con suficiente aire, alimento, tierra, y bien cerrado para que no puedan escapar.

En este contexto deseo señalar una vez más que el pánico por la pandemia es en gran parte injustificado. En los medios de comunicación y en las redes sociales circulan muchas noticias sesgadas y sensacionalistas. En el siguiente enlace se encuentran muchas informaciones bien documentadas que ayudan a mantener el equilibrio:
http://piensachile.com/2020/03/un-medico-suizo-analiza-la-informacion-que-circula-sobre-el-covid-19/
En particular, como se documenta en esta página, diversos epidemiólogos han señalado que es contraproducente, mantener a los niños encerrados. Eso solamente debilita la salud de ellos, y demora el proceso de alcanzar la inmunidad generalizada de la población, lo cual es lo único que puede detener una pandemia. Para los niños mismos, el riesgo de desarrollar una enfermedad seria en consecuencia de un contagio con coronavirus es prácticamente nulo. El único verdadero riesgo consiste en que los niños a su vez pueden contagiar a otras personas, quienes sí están en riesgo. Entonces, desde el punto de vista de la salud no hay ningún problema con que los niños salgan afuera; solamente hay que cuidar que no estén en contacto cercano con personas que pertenecen a un grupo en riesgo.

Limite los tiempos de pantalla.

Es una gran tentación que los niños (¡y adultos!) estén compensando su aburrimiento con mayores actividades de «pantalla»: mirar tele, jugar juegos de computadora o en el celular, chatear, etc. Eso se agrava ahora con la educación a distancia que transmite la mayor parte de sus contenidos por medios de «pantalla». Particularmente para los niños, eso conlleva un riesgo elevado para su salud física y mental, como documenta este artículo: http://drupal6.allianceforchildhood.org/fools_gold_spanish

Tenemos que encontrar alternativas a las actividades de pantalla. Por ejemplo, en vez de jugar juegos de computadora, juegue juegos de mesa con sus niños. Aprendan nuevas manualidades. Lean libros. Hagan experimentos. Inventen cuentos.

Si buscamos en internet ideas para tales actividades, es preferible que los padres hagamos la mayor parte de la búsqueda, y no los niños. Los niños son más vulnerables, porque sus ojos y cerebros están todavía en pleno desarrollo. Los adultos aguantamos más horas de pantalla con menos efectos dañinos para nuestra salud.
Lo mismo aplica a la educación a distancia. Por lo menos durante la etapa de la primaria, es mejor que los padres recibamos las informaciones y las ideas para actividades educativas, y después las transmitamos a los niños en persona. Asi evitamos una sobrecarga de tiempo de pantalla para los niños, y al mismo tiempo les proveemos el contacto personal que ellos necesitan. – Algunos ejercicios vienen por internet, pero requieren solamente leer y escribir o dibujar. En este caso, si tenemos la posibilidad, los podemos dar a los niños como hoja de trabajo impresa, para que no necesiten mirar la pantalla para resolverlos. Así podemos reducir las horas de pantalla a aquellas actividades que realmente requieren que los niños interactúen ellos mismos con un programa de computadora; y quizás una o dos actividades «divertidas» que los niños mismos escogen. Por lo demás, es mejor que se ocupen con personas y objetos reales, concretos.

Respecto al tema de la educación, vea también «Aprender en casa – ¡pero bonito!».

Encuentre un equilibrio entre estar juntos y estar a solas.

Muchas familias tienen actualmente más tiempo juntos. ¡Eso es una gran oportunidad! Aprovéchela para conocer mejor a sus niños, para compartir experiencias, para resolver conflictos. Haga un esfuerzo para comprenderlos mejor.
Pero eso puede ser también una gran carga. Especialmente si en la familia existen ciertos patrones de comportamiento conflictivo que se repiten con frecuencia. Eso se puede agravar cuando la familia pasa mucho tiempo juntos, y puede requerir la ayuda de una persona de afuera para resolverlo.
Es una buena idea, reservar ciertos tiempos para reuniones familiares. Podemos tener reuniones para charlar y jugar; para comer juntos un postre rico; para hacer juntos alguna reparación en la casa que hace tiempo ya se debía hacer; etc. También necesitamos de vez en cuando una reunión de «consejo familiar», donde cada miembro puede plantear asuntos que se deben solucionar, y juntos llegar a acuerdos y soluciones.

Por el otro lado, todos – adultos y niños – tenemos también la necesidad de estar solos. Esa necesidad difiere según el temperamento individual: las personas introvertidas necesitan más tiempo a solas. Respetemos también esta necesidad. Hay que conceder a cada miembro de la familia un «lugar de retiro» donde puede aislarse cuando siente esa necesidad – sea para reflexionar a solas, para orar, para llorar, para superar una crisis emocional, o simplemente para descansar. Si cada miembro de la familia tiene su propia habitación, es lógico que su habitación sea también su lugar de retiro. Si varias personas comparten una habitación, hay que encontrar otra solución. Algunos ya pueden estar contentos si se pueden esconder en su cama debajo de la frazada, y si pueden saber que los demás respetarán su privacidad y no los molestarán en ese lugar. A algunos les gusta retirarse al baño – solamente que eso causa problemas si otra persona necesita urgentemente usar ese lugar. Para los niños se pueden también construir unas casitas de cartones grandes, y colocarlas en unos rincones libres. Estas casitas pueden servir tanto para jugar como para lugares de retiro.

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La obediencia de los niños

Todo padre, toda madre se alegra cuando sus hijos son obedientes. Y muchos se ponen como meta, educar a sus hijos para la obediencia. Pero ¿qué entendemos con «obediencia»? ¿Y es toda obediencia buena? Es allí donde las opiniones difieren.

Observo con preocupación que dentro del mundo evangélico están ganando popularidad ciertos libros sobre educación que promueven un concepto extremista de «obediencia». Los autores de esa corriente enseñan que los niños deban obedecer a cualquier orden que les dan sus padres, sin tomar en cuenta la situación donde un padre puede dar una orden irrazonable, dañina, o moralmente mala. Así dice uno de esos autores: «¿Qué es obedecer? – (…) Obedecer es hacer lo que se dice: Sin desafíos; sin excusa; sin demora.»

Ya que estamos hablando del mundo evangélico, es legítimo examinar este concepto a la luz de la Biblia. ¿Es éste el concepto bíblico de «obediencia»?

«Pero ¿qué piensan? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero dijo: ‘Hijo, anda hoy a trabajar en mi viña.’ Pero él respondió: ‘No quiero.’ Pero más tarde, arrepentido, se fue. Y acercándose al otro, dijo de la misma manera. Y él respondió: ‘Yo, señor[, iré].’ Y no se fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» – Le dicen: «El primero.» (Mateo 21:28-31)

Jesús usa este ejemplo para enseñar a los sacerdotes y ancianos que «los cobradores de impuestos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el reino de Dios» (v.31). El hijo obediente contradijo a su padre, y demoró en cumplir la orden. Sin embargo, Jesús lo presenta como un ejemplo de obediencia. ¡El concepto de Jesús acerca de la obediencia es mucho más benigno que el de muchos autores de libros sobre educación cristiana!

Además, existen situaciones donde no hay que obedecer en absoluto. «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hechos 5:29). No hay que obedecer cuando los padres ordenan a los hijos a mentir, a engañar, a hacer daño a alguien, o a dañarse a sí mismos. Una orden que contradice a lo que Dios dijo, no hay que obedecer.
El apóstol Pablo escribe acerca de ciertos líderes, «a los que ni por una hora cedimos en sumisión» (Gálatas 2:5). Hay «autoridades» a quienes no hay que obedecer, porque exigen cosas contrarias a la voluntad de Dios.

La única persona en el mundo que podría exigir una obediencia «inmediata y sin cuestionar», es Dios mismo. Solamente él es infalible; solamente él es digno de nuestra confianza ilimitada. ¡Pero ni siquiera Dios exige una tal obediencia! – De Moisés dice que él fue «el hombre más manso de todos los que había sobre la tierra» (Números 12:3). Pero cuando Dios lo llamó para ir a hablar con el Faraón, Moisés le cuestionó y le contradijo durante más de un capítulo entero (Éxodo, capítulos 3 y 4): «¿Quién soy yo para que yo vaya al Faraón …?» – «…si ellos me preguntan: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?» – «Pero ellos no me creerán …» – «…Pero yo soy tardo en hablar y torpe de lengua.»
Dios responde pacientemente a cada uno de estos cuestionamientos, y da a Moisés unas señales sobrenaturales para validar su llamado. Solamente al final, cuando Moisés sigue negándose a ir, dice que «Dios se enojó». Pero aun en ese punto, Dios le hace una concesión: le libra de la carga de tener que hablar al pueblo y al Faraón directamente. En su lugar, le permite ir acompañado por Aarón quien iba a ser su portavoz.

Si Dios permitió al «hombre más manso de todos», discutir de esta manera con él, y le hizo concesiones, ¿quiénes somos nosotros, meros humanos, para exigir de nuestros hijos una obediencia «inmediata y sin cuestionar»?

La obediencia de por sí misma no es ningún valor bíblico. La Biblia valora la obediencia hacia Dios, y la obediencia reflexionada, la obediencia responsable, la obediencia por el bien de otra persona, la obediencia de fe (=confianza) … pero no la obediencia «por obedecer» y nada más.

Es natural que los niños analicen, cuestionen, hagan preguntas. Eso es una parte normal y necesaria del desarrollo de su razonamiento. Así es también normal que cuestionen algunas de las órdenes que reciben. Si los amedrentamos para que ya no hagan preguntas ni discutan, dañamos su desarrollo intelectual y espiritual.

Para un niño puede ser un proceso bastante largo y difícil, llegar a entender por qué queremos mantener nuestra casa limpia y ordenada, por qué hay que cepillarse los dientes, por qué es necesario que todos ayuden en los quehaceres de la casa, etc. Es natural que en el transcurso de este proceso surjan preguntas, dudas, cuestionamientos. Entonces es necesario ayudar al niño a resolver esas dudas, para que llegue a una mayor comprensión. Cuando se reprime todo cuestionamiento, el niño no puede completar este proceso de razonamiento y maduración. No llega a ser una persona responsable y capaz de hacer buenas decisiones; solamente aprende a ser una ruedita en una maquinaria.

Una gran ayuda en este proceso consiste en permitir que los niños sean «dueños» de ciertos proyectos o trabajos del hogar. Por ejemplo, ¿por qué deben siempre los niños «ayudar a mamá» a cocinar? ¿Por qué no permitir que un día a la semana los niños decidan acerca del menú, qué quieren cocinar, que hagan la lista de compras, vayan a comprar los ingredientes, organicen los trabajos ellos mismos, etc? Mamá estará allí para dar consejos si los niños llegan a un punto donde no pueden seguir por sí solos. Mamá también decidirá cuáles son los trabajos que ella tendrá que hacer: «Sé que ustedes todavía no saben limpiar el pescado. Yo haré eso, y ustedes pueden mirar cómo se hace.» Así los niños aprenden algo más que la mera obediencia: aprenden a ser responsables, a organizar y a decidir, y a colaborar entre ellos.

Cuando los niños se acomodan a un concepto extremista de obediencia, pierden su capacidad de razonar, analizar, y ejercer discernimiento. Se vuelven vulnerables ante las artimañas de cualquier manipulador e impostor, porque aprendieron a «hacer caso» a todo, sin cuestionar.
Nunca hubo tantas enseñanzas y prácticas aberrantes dentro del mundo evangélico, como en el presente. Hay grupos evangélicos que enseñan que dentro de su local de reunión hay un «lugar santísimo», y que uno debe purificarse de una manera especial para poder entrar allí. Hay grupos evangélicos que enseñan que los padres cristianos deben hacer circuncidar a sus bebés varones. Hay pastores evangélicos que enseñan que Dios les permite tener una amante y concubina, y que si él elige a una joven como su concubina, ella debe «obedecerle» y hacerle caso. Hay grupos evangélicos que hacen peregrinajes a las tumbas de predicadores eminentes, y enseñan que echándose encima de la tumba recibirán el poder del predicador difunto. Hay grupos evangélicos que enseñan que la víctima de una violación tiene la culpa de lo que le hicieron. Etc. etc.
¿Por qué el pueblo evangélico acepta tales monstruosidades sin protestar? – Mucho tiene que ver con el concepto errado de «obediencia» que se les ha enseñado. Muchos evangélicos creen que deben a sus «pastores» la misma clase de «obediencia» como la que se enseña en los libros arriba mencionados acerca de la educación de niños. Por eso no usan su Biblia para examinar lo que un líder les dice, no se atreven a cuestionar y a ejercer su discernimiento, no se atreven a buscar a Dios por sí mismos. El resultado es esa proliferación de enseñanzas y prácticas antibíblicas, porque el pueblo lo acepta todo «obedientemente».
En realidad, quienes hacen eso están traicionando la Reforma. El principio fundamental de la Reforma es que las Sagradas Escrituras son la máxima autoridad sobre las enseñanzas y prácticas de los cristianos. Eso significa que cada cristiano puede y debe examinar a la luz de la Biblia, todo lo que sus líderes enseñan y hacen. Cuando el pueblo evangélico ya no hace esa evaluación, o se le niega el derecho de hacerlo, entonces los evangélicos desecharon sus propias raíces espirituales.

¿Es esta la clase de niños que queremos criar? ¿susceptibles a cualquier engaño y a cualquier práctica extraña que se les presenta con algún aire de «autoridad»? ¿o preferimos a niños capaces de razonar y de discernir?

En algunos círculos existe una tremenda presión sobre los padres, de tener «hijos que se comportan bien». Cuando un niño hace algo que los adultos consideran «inapropiado», sus padres se sienten avergonzados. Por ejemplo si el niño se ríe a voz alta, o si dice abiertamente lo que piensa («¡Mira cuán gorda es esa mujer!»), o si juega con el barro, o si por descuido hace caer un pedazo de su comida – todo eso y un millón de otras situaciones puede causar que los padres sientan vergüenza, y que busquen una oportunidad para reñir y hasta castigar a sus hijos. Esa vergüenza dice más acerca de los mismos padres, que acerca del comportamiento del niño. Los padres dan más importancia a la apariencia exterior, que a un desarrollo sano de sus hijos. Están dispuestos a enemistarse con sus hijos y a echar a perder su buena relación con sus hijos, solamente para evitar que «alguien podría pensar mal» acerca de ellos como padres. Se sienten obligados a castigar un comportamiento infantil normal, como si fuera el peor pecado. Todo eso indica que sus valores están muy fuera del equilibrio:

Qué es más importante: ¿dar la apariencia de un buen padre, o realmente ser un buen padre para sus hijos?

Qué es lo que queremos reforzar en los niños: ¿su transparencia y sinceridad, o su capacidad de fingir y de aparentar algo que no son?

Qué es una motivación correcta por lo que hacemos: ¿lo que otras personas podrían pensar de nosotros, o la determinación de elegir lo bueno y no lo malo?

El «evitar la vergüenza» ciertamente no es un buen criterio para hacer nuestras decisiones. Es el camino más seguro para criar a unos pequeños hipócritas que aparentan un buen comportamiento hacia afuera, pero sin tener ninguna integridad personal. Ese es también un concepto muy errado de «obediencia».

Es algo muy diferente si enseñamos a los niños a hacer o a evitar ciertas cosas por amor al prójimo. Por ejemplo, si les explicamos que la abuela está sufriendo por tener una joroba, y por tanto se pondrá triste cuando un niño la pregunta: «¿Por qué no te enderezas al caminar?» Así los niños pueden aprender a no hablar de manera desconsiderada acerca de la joroba de la abuela, no para evitar una «vergüenza», sino por una consideración genuina por los sentimientos de la abuela. Ahora ya no es una cuestion de «obediencia» o de «mantener la apariencia»; es ahora una cuestión del amor que el niño tiene por su abuela. Y la mamá o el papá ya no necesita sentir vergüenza si el niño a pesar de todo hace un comentario inapropiado: eso es ahora un asunto entre el niño y la abuela.

Un último punto: Un niño que tiene plena confianza en sus padres, va a estar mucho más inclinado a obedecerles. Va a sentirse seguro en saber que sus papás no le van a ordenar nada malo. Va a estar más dispuesto a ayudar a sus padres cuando ve que lo necesitan. Va a obedecer no por miedo a un castigo, sino por amor a sus padres y porque se siente amado por ellos. Eso es una motivación mucho mejor.
Los padres pueden ganar esta confianza cuando demuestran que ellos mismos son honestos, que no mienten o engañan a sus hijos, que hacen lo que es lo mejor para los niños; cuando escuchan a sus hijos y les permiten hablar de sus problemas, dudas, aun quejas, y los toman en serio; cuando no dan órdenes innecesarias o irrazonables.

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¿»Escuela en casa» o educación en familia? – Dos aspectos adicionales

Lo siguiente son dos puntos complementarios al artículo anterior:

1. Usted mismo/a debe elaborar una perspectiva cristiana.

Familias cristianas desearán que sus hijos reciban una formación cristiana, donde todos los contenidos se presentan bajo una perspectiva cristiana. Y quizás se sienten incapaces de transmitir ellos mismos una tal perspectiva cristiana a sus hijos; entonces buscan una escuela cristiana a distancia que lo hace en lugar de ellos.

Pero eso es otra vez el mismo prejuicio escolar, de que «solamente los profesores profesionales son capaces de educar bien.» Usted mismo/a puede estudiar la Biblia y aplicarla a los contenidos que sus hijos estudian. Usted mismo/a puede recibir sabiduría y entendimiento por el Espíritu Santo (Santiago1:5-6, 1 Juan 2:27). Usted mismo/a puede «examinar todo y retener lo bueno» (1 Tesalonicenses 5:21). Si usted y sus hijos siguen ciegamente a las enseñanzas que otra persona ha elaborado, ¿no están en peligro de convertirse nuevamente en «ciegos guiados por ciegos»?

El material escolar, por más que sea elaborado con un trasfondo cristiano, no es la palabra de Dios. Lo único que debemos recibir al pie de la letra y aceptar sin cuestionar, es la palabra de Dios. Todas las otras enseñanzas (inclusive enseñanzas cristianas) deben examinarse a base de la palabra de Dios, para que retengamos solamente lo que es bueno. Un material escolar que exige memorizar o repetir al pie de la letra sus contenidos sin analizar ni expresar opiniones propias, pasa por alto este proceso importante de la «re-interpretación» bíblica. ¿Qué pasará más adelante si un joven educado con tales materiales cae bajo la influencia de un líder ideológico, o de un predicador de una secta? Ya que no aprendió a ejercer su discernimiento, ¿no aceptará ciegamente sus enseñanzas falsas, de la misma manera como aprendió a aceptar ciegamente las enseñanzas del libro escolar?
Un buen programa de educación cristiana intelectual incentiva a los estudiantes a razonar por sí mismos, a usar su juicio propio, y a elaborar ellos mismos su punto de vista a base de la palabra de Dios. Si usted desea brindar un tal programa a sus hijos, primero usted mismo tendrá que hacer este trabajo de re-interpretación bíblica en cuanto a los contenidos que estudian juntos. Y a medida que usted y sus hijos maduran juntos, podrá enseñarles a que ellos hagan lo mismo.

Si Ud. no tiene ninguna idea de cómo aplicar principios bíblicos a los temas que estudia, aquí y en los artículos siguientes hay unas ideas de cómo empezar. Un buen material es también la «Enciclopedia de verdades bíblicas para materias escolares» por Ruth C.Haycock (Asociación Internacional de Colegios Cristianos, http://www.acsilat.org). No es un «material de enseñanza» ya preparado; es una colección de citas y principios bíblicos, ordenados según las asignaturas escolares usuales, para que usted los pueda aplicar en los estudios que usted mismo prepara.

John Hay, un profesor de la Facultad de Educación de una universidad cristiana y fundador de escuelas cristianas, una vez fue preguntado por qué no publicaba los materiales educativos de sus escuelas en forma de libros que otras escuelas podrían usar. Su respuesta fue:

«El valor de los materiales que usamos en nuestra escuela, consiste en que nosotros mismos los hemos elaborado. Si los profesores de otra escuela simplemente copiaran estos materiales para su propio uso, se perderían todo el proceso de reflexionar sobre estos asuntos, de pensar y re-pensar y re-interpretar bíblicamente todas las materias de enseñanza, y de llegar a conclusiones y materiales adecuados para su propia escuela en su propia situación. Es necesario que los profesores de cada escuela pasen por este proceso ellos mismos

Lo mismo se aplica a los padres educadores. Si queremos educar a los niños según principios bíblicos, nosotros mismos tenemos que conocer y aplicar los principios bíblicos primero. Eso no sucede cuando simplemente agarramos un material que otra persona ha preparado. Eso sucede solamente cuando nosotros mismos estudiamos la Biblia y la aplicamos a nuestra vida y a los contenidos de nuestros estudios.


2. El problema de la pantalla

Hoy en día, las escuelas a distancia se apoyan fuertemente en las posibilidades de la internet. Entonces, para ser atractivas, llenan sus programas con mucho contenido multimedia y con evaluaciones computarizadas, lo cual requiere la presencia del alumno ante la computadora por mucho tiempo.

Ahora, el potencial de la educación por internet es realmente enorme. Las familias educadoras se benefician mucho por la accesibilidad de materiales educativos por internet. Y por el otro lado, una educación en casa, si promueve la capacidad de hacer decisiones y el aprendizaje autogestionado, puede ser una preparación ideal para la educación superior del futuro, que dependerá mucho de materiales ofrecidos por internet. He escrito en otra oportunidad acerca de este tema.

Pero hay un detalle importante aquí. La educación por internet es una herramienta excelente para adultos y para adolescentes maduros y responsables; pero no para niños. La exposición prolongada a la pantalla hace daño a los niños de diversas maneras. Por eso, durante la edad de primaria deberían ser los padres quienes buscan ideas y materiales en internet, de preferencia ideas para proyectos prácticos, creativos y «movidos». Entonces, ellos pueden llevar a cabo esas ideas con sus hijos, haciendo experiencias prácticas como corresponde a las necesidades de los niños. – Por eso, mi curso por internet de Matemática Activa para familias educadoras se dirige a los padres y les da ideas de actividades que pueden practicar con sus hijos.
Durante los últimos años de la primaria podemos poco a poco enseñar a los niños cómo buscar información por internet y cómo escoger aquella información que es buena y apropiada (ejercer discernimiento), y así guiarlos poco a poco hacia un aprendizaje responsable y autogestionado usando recursos de internet. Pero no recomiendo aquellos programas computarizados que exigen «seguir el hilo» al pie de la letra, y que no permiten al niño explorar un tema libremente, ni escoger entre diversos contenidos y diversas maneras de aprender. Tales programas son aun peores que el sistema escolar tradicional, en cuanto inducen a los niños a asimilar pasivamente cualquier enseñanza sin ejercer su juicio propio.

Pasar varias horas diarias ante la pantalla puede causar problemas serios de salud y de desarrollo mental en los niños. La Alianza por la Niñez dice: (en «La ilusión educativa», capítulo 2: «Los peligros de las computadoras en la niñez»)

«Hacer hincapié en el uso de las computadoras en la infancia puede exponer a los niños a un mayor riesgo de sufrir lesiones repetitivas por estrés, tensión visual, obesidad, y otras consecuencias dañinas de un estilo de vida sedentario. Algunos expertos en desarrollo advierten también que, el aumento del tiempo que los niños pasan frente a una computadora, (…) puede contribuir a los retrasos en el desarrollo de la habilidad para coordinar impresiones sensoriales y de movimiento y darse cuenta de los resultados. Ello podría llevar a su vez a retrasos en el habla y a otros problemas del aprendizaje.»

«La psicóloga educacional y antes maestra Jane Healy, apunta que la creatividad involucra la habilidad para generar ‘imágenes personales y originales, visuales, físicas o auditivas- imágenes de la mente, a decir de las propias palabras de un niño’. Sin embargo, ella agrega: ‘Los maestros encuentran hoy en día que los niños inmersos en los videos no pueden formar en sus mentes imágenes originales, o desarrollar representaciones imaginativas. Los maestros de niños pequeños lamentan el hecho de que muchos niños deben ser enseñados a jugar simbólicamente o a pretender – un síntoma que antes se daba solo en jóvenes con desórdenes emocionales o mentales.»

Acerca de este último punto, Healy enfatiza desde sus investigaciones que la capacidad de crear sus propias imágenes mentales es esencial para comprender lo que uno lee: (Vea también «La importancia de las letras sin imágenes».)

«Una de las críticas más serias contra el mirar televisión (o programas de computadora basados fuertemente en imágenes y videos) es que así los niños son privados de la oportunidad de crear imágenes en su propia mente. Pero esta capacidad importante es una piedra fundamental de la buena lectura; no solamente porque mantiene al lector conectado al texto, sino también porque es una manera muy práctica de organizar mentalmente y recordar lo que uno leyó. Es una característica de aquellos niños que dificultan en la lectura y en la solución de problemas, que cuando escuchan o leen palabras, no pueden proyectar nada sobre la pantalla de su propia imaginación.»
(Jane Healy, «Endangered Minds» (Nueva York, 1990), Capítulo 11)

Particularmente en los videos y dibujos animados, las imágenes y secuencias a menudo se siguen tan rápidamente que el cerebro del niño no tiene tiempo para procesarlos. Eso produce un «cortocircuito mental»: El niño se acostumbra a prestar atención solamente a aquellos imágenes o sonidos que son sorpresivos y llamativos, pero sin procesar o analizar lo que ve; y por lo demás recae en la pasividad mental. Como resultado, su capacidad de atención y de observar detenidamente se deteriora cada vez más.

También, el uso frecuente de la computadora distancia a los niños del mundo real y de las otras personas. Los niños necesitan la cercanía de papá y mamá que juegan con ellos, trabajan junto con ellos, conversan con ellos. También necesitan muchas experiencias prácticas haciendo cosas con sus manos, ejercitando su cuerpo, estando en contacto con la naturaleza, etc. Sólo así puede desarrollarse su cerebro de manera sana, y su capacidad de interactuar con otras personas. El desarrollo de un niño está en riesgo cuando su «educación» consiste mayormente en manejar un mundo virtual apretando unas teclas, o en mirar en la pantalla a una profesora virtual.

La Alianza por la Niñez (op.cit.) resume en la siguiente tabla los riesgos que conlleva la exposición prolongada de los niños a la pantalla:

Riesgos físicos
• Daños osteomusculares
• Fatiga visual y miopía
• Obesidad y otras complicaciones de un estilo de vida sedentario
• Posibles efectos colaterales por emisiones tóxicas y radiación electromagnética
Riesgos emocionales y sociales
• Aislamiento social
• Lazos débiles con los maestros
• Falta de autodisciplina y automotivación
• Separación emocional de la comunidad
• Explotación comercial
Riesgos intelectuales
• Falta de creatividad
• Imaginación poco desarrollada
• Lenguaje y habilidades alfabetizadoras empobrecidos
• Pobre concentración, déficits de atención
• Demasiada poca paciencia para el trabajo duro del aprendizaje
• Plagio
• Distracción del significado
Riesgos morales
• Exposición a la violencia en línea, la pornografía, fanatismo y otros materiales inapropiados
• Énfasis en la información desviada de su contexto ético y moral
• Falta de propósito e irresponsabilidad en la búsqueda y aplicación del conocimiento

Es preferible que los niños preescolares todavía no usen televisores, celulares o computadoras; y que hasta los diez años de edad (o aun más allá) su «tiempo de pantalla» se limite a una hora por día. Más adelante habrá todavía suficiente tiempo para que se ocupen de los dispositivos electrónicos, con una mayor madurez.

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Más cárcel para los niños

El gobierno peruano anunció que en el futuro, los niños tendrán que pasar siete horas diarias, sin interrupción, en las instituciones estatales de encierro forzoso (también llamadas «instituciones educativas» por algunos mal informados). Y el público lo aplaudió como si esto fuera una mejora significativa en la «calidad educativa». Como siempre, la gente quiere ser engañada, y por eso se alegran cuando alguien les vende cantidad por calidad, como cuando alguien les vende gato por liebre. O quizás los muchos papás y las muchas mamás se alegran porque ahora les quedarán muy pocas horas al día para tener en casa la «carga» de sus hijos, a quienes obviamente no aman tanto como dicen; porque si los amaran de verdad, quisieran pasar más tiempo con ellos.

Y es que la cantidad de horas escolares tiene poco o nada que ver con la «calidad educativa». Al contrario: la sobrecarga de horas académicas cansa el cerebro y disminuye su rendimiento. Esto se ha confirmado en varios estudios realizados en diferentes partes del mundo; sin embargo, los planificadores de la educación no conocen estas investigaciones o no quieren conocerlas. Por ejemplo, en febrero de este año se publicó una investigación según la cual es necesario hacer una siesta prolongada después de cuatro horas de estudio, a lo máximo, para que el cerebro recupere su capacidad de trabajar. Y cuando los estudiantes renuncian a horas de sueño para estudiar antes de sus exámenes, su rendimiento mental disminuye en un 40%. – Para niños menores de diez años, ya se comprobó hace varias décadas que la enseñanza formal, tal como se presenta en el sistema escolar, no es apropiada para ellos, porque en esta edad los niños asimilan conocimientos de manera informal, no de manera formal. – En la comparación internacional, entre los estudiantes más sobresalientes están los finlandeses. ¿Qué hay de especial en el sistema escolar finlandés? Los niños no entran a la escuela hasta que hayan cumplido siete años. Tienen menos horas académicas; y aun en la escuela secundaria, tienen solo media hora de tareas por la tarde. El ejemplo finlandés refuta esta ecuación equivocada de que «cantidad = calidad». ¡Es al revés!

Y no es necesario ser un psicólogo graduado para entender que un niño necesita tiempos de juego, tiempos de recreación, tiempos que pasa con sus padres y con sus familiares más cercanos, tiempos de usar sus manos y su creatividad, y tiempos de descansar. La política educativa actual les quita todo esto a los niños, y de esta manera asegura que la siguiente generación crezca enfermiza, estresada, con la mente pasiva y apagada, y llenos de trastornos psicológicos.

Entonces, si todo esto está comprobado clara y nítidamente, ¿por qué en nuestras tierras todo el mundo quiere ver a los niños en las escuelas durante el día entero, desde la mañana hasta la noche? Es obvio que alguien tiene un interés en ver a los niños encerrados. Y es obvio que el que desea esto, no piensa precisamente en el bien de los niños.

Efectivamente, las escuelas tienen mucho – demasiado – en común con las cárceles. Si usted ve un edificio amurallado, vigilado, donde cada persona que entra o sale es controlada, entonces quedan pocas posibilidades: O es una base súper-secreta del ejército, o es una cárcel, o es una escuela. Roger Shank, un investigador y pionero en nuevos métodos educativos, publicó en su blog (http://educationoutrage.blogspot.com) la siguente lista de características comunes entre escuelas y cárceles:

1. Los internos (estudiantes/presos) tienen que quedarse en su lugar asignado, excepto si reciben un permiso especial por sus vigilantes (guardianes/profesores).
2. Los internos no pueden comer sin el permiso de sus vigilantes.
3. Los internos no pueden ir al baño sin el permiso de sus vigilantes.
4. Los internos tienen que cumplir con sus tareas asignadas.
5. Los internos no pueden cuestionar las tareas asignadas.
6. No se permite expresar un punto de vista contrario al de los vigilantes, acerca de las reglas.
7. Un vigilante puede humillar a un interno en cualquier momento.
8. Un interno puede intimidar y aterrorizar a otros internos.
9. Toda recreación es supervisada por los vigilantes, y solo puede tener lugar en horas determinadas.
10. Los vigilantes determinan si un material de lectura es apropiado o no.
11. Todos los visitantes son estrictamente controlados.
12. El que no obedece las reglas, será castigado.
13. El que no se comporta de la manera apropiada, prolongará su sentencia.
14. La aprobación por parte de los vigilantes obedece a unos criterios extremamente arbitrarios.
15. Existe un control estricto sobre la libertad de la expresión.
16. Existe un control estricto sobre el código de vestir.
17. Si consigues ser del agrado del vigilante, tu vida en la institución será un poco menos desagradable.
18. No se permite descansar.
19. No se permite seguir los propios intereses de uno mismo.
20. Definitivamente no se permite pensar que podrías hacer mejores cosas que estar en la cárcel o en la escuela.

Roger Shank añade: «Estoy consciente de que no todas las cárceles y no todas las escuelas son exactamente iguales; pero usted comprenderá la idea.»

Por todos los tiempos, y según el diseño de Dios, la educación de los niños sucedía en la familia. Solamente en tiempos muy recientes se empezó a separar a los niños de sus familias. La Biblia dice lo siguiente acerca de la responsabilidad educativa de los padres:

«Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.» (Deuteronomio 6:6-7)

«Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre; porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello.» (Proverbios 1:8-9)

«Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca…» (Proverbios 4:3-5)

«…y partiendo el pan en las casas (familias), comían juntos con alegría y sencillez de corazón.» (Hechos 2:46)

«Y ustedes, padres, no provoquen a ira a vuestros hijos, sino edúquenlos en disciplina y amonestación del Señor.» (Efesios 6:4)
(Los versos anteriores a éste se dirigen a los hijos. El mismo hecho de que el apóstol escribe a los hijos y a los padres, demuestra que en las reuniones de los primeros cristianos, donde se leía esta carta, los padres y los hijos estaban juntos, unidos.)

Noé Webster, el «padre de la educación cristiana americana», publicó en 1828 el primer diccionario oficial del idioma inglés americano, después de veintisiete años de investigación. Este Diccionario Webster define «educar» de la siguiente manera:

«Criar, a un niño; instruir; informar e iluminar el entendimiento; infundir en la mente los principios de las artes, las ciencias, la moral, la religión y el comportamiento. Educar bien a los niños es uno de los deberes más importantes de los padres y tutores.»

Llama la atención que esta primera definición oficial de «educación» no menciona la escuela con ninguna palabra. ¡La verdadera «institución educativa» es la familia!

Cada padre cristiano, cada madre cristiana, deseará en primer lugar formar una familia sana, feliz, y temerosa del Señor. Deseará pasar tiempo con sus hijos y enseñarles la sabiduría de Dios y sus experiencias de vida. Deseará compartir la vida de sus hijos y estar allí para ellos cuando necesiten consejo, consuelo, ayuda y comprensión. Para una madre o un padre cristiano es inconcebible la idea de mandar a sus hijos lejos de la casa, cada día, durante la mayor parte del día, bajo el cuidado de personas a quienes apenas conoce, en quienes no puede tener mucha confianza, y que en su gran mayoría no son cristianos. El «cristiano» que sigue esta corriente mundana de deshacerse de los hijos, a la más temprana edad posible y por el tiempo más largo posible, demuestra así que él mismo es un mundano – por más que exteriormente profese el cristianismo.

El sistema escolar actual es un ataque frontal contra la unidad de la familia, porque separa a los padres de los hijos y a los hijos entre sí. Esta situación debería llamar la atención de cada cristiano que toma la palabra de Dios en serio. Pero en la actualidad, las mismas iglesias y los mismos pastores aplauden este supuesto aumento de «calidad educativa» (que en realidad es un deterioro de la educación). Esta es una señal seria de que las iglesias necesitan de verdad una Reforma Bíblica muy cortante y profunda.

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