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Se busca: Ladrón optimista

Hace poco, al ordenar papeles viejos, me topé con una infografía titulada «Perfil del profesional competitivo» (Diario «La República», Lima, 4 de diciembre de 2014). Aunque tiene más de cinco años de antigüedad, supongo que diversos aspectos de aquella infografía siguen vigentes. Se trata, aparentemente, de los resultados de encuestas entre empresas, acerca de las cualidades que ellas más valoran en sus empleados profesionales.

Algunos puntos dan lugar a esperanza. Por ejemplo, en el aspecto académico, las empresas (según la infografía) valoran «Especialización y actualización» por encima de «Doctorado, maestría o diplomado». Así que, quizás, un genio comercial como Bill Gates o Soichiro Honda, quienes abandonaron sus estudios por fundar sus empresas, podría tener alguna oportunidad de éxito aun en la sociedad peruana.

Por el otro lado, en ningún lugar de la infografía aparece la capacidad para el estudio independiente y la investigación como una cualidad deseable. Aparentemente, a las empresas peruanas tampoco les interesa si sus profesionales han demostrado sus capacidades de alguna manera práctica. Por ejemplo, si alguna vez han fundado una empresa propia o una asociación para el bien común, si han hecho algún invento, escrito algún libro, o si alguna vez han destacado por alguna acción original o novedosa a favor del desarrollo económico o social. Estas son capacidades altamente valoradas en países que lideran el avance tecnológico y científico. Recordemos que la infografía se refiere específicamente a profesionales, no a simples obreros. Pero las empresas peruanas, según parece, siguen teniendo su horizonte limitado a los papeles y diplomas que certifican que un candidato ha pasado una detereminada cantidad de horas de su vida sentado en las aulas de alguna institución académica. Si en todas esas horas desarrollaron también alguna capacidad de utilidad práctica o no – eso parece interesarlos menos.

En una lista de «cualidades», por lo menos aparece «Innovación y creatividad«; pero en el último lugar de la lista, apenas visible.

Y ahora la cosa se vuelve realmente preocupante: En una lista de «valores» deseables, en el primer lugar figura «Optimismo» (33%). «Honestidad» ocupa el último lugar (6%). En la mayoría de las concepciones éticas y morales (quizás con excepción del pragmatismo), «optimismo» ni siquiera es un «valor». Se caracterizaría más acertadamente como una «disposición psicológica», o un aspecto del temperamento personal, pero no un «valor». Un «valor» es una calidad ética; pero el optimismo es una calidad psicológica. – Sin embargo, las empresas peruanas lo califican como el «valor» más deseable. Preferirán a un ladrón, un estafador, un mentiroso, en vez de un colaborador honesto – con tal que sea optimista.

¿Por qué la honestidad tiene tan poca demanda? – ¿Será porque muchos empresarios y empleadores tampoco son honestos? Si un empresario corrupto contrata a un profesional honesto, corre el peligro de que ese profesional honesto lo descubra y lo denuncie. Entonces preferirá contratar a profesionales deshonestos.

Pero eso tiene consecuencias desastrosas para la sociedad y la economía. Donde no hay honestidad, se destruye la confianza. Efectivamente, unas investigaciones señalaron que el Perú es uno de los países donde la gente menos confía unos en otros.
Pero la confianza es uno de los ingredientes más importantes de una buena economía. Donde no hay confianza, se rompen los contratos, causando perjuicios a una de las partes o a ambas. Donde no hay confianza, se invierten millones en trabajos que no son productivos, o que incluso reducen la productividad de los demás: Mecanismos de vigilancia y control; burocracia estatal; corrupción y otras actividades delictivas. El Perú es también uno de los países que más trabas impone contra la creación de una empresa propia. Una economía de desconfianza no puede ser exitosa.

Todo eso está estrechamente relacionado con la educación y el sistema escolar. Una gran parte del sistema escolar se basa en la «pedagogía de la socialización». Ésa dice que es tarea de la escuela, formar la clase de personas que la sociedad exige. O sea, formar a personas adaptadas a la sociedad; personas que «siguen la corriente». Y aquellos alumnos que no se conforman, tienen que ser corregidos, reeducados, «nivelados», humillados … hasta que ellos se conforman también.
Ahora, si el miembro mejor adaptado a la sociedad es el ladrón optimista, ¿será entonces la meta educativa del sistema escolar, formar ladrones optimistas? – De hecho, la muy propagada «educación para la competitividad» apunta exactamente a éso. Se premia al que vence a sus competidores, sin importar si sus métodos son honestos o no.

Ahora podríamos hacer la pregunta acerca de la gallina y el huevo: ¿Cuál fue primero? ¿Fue primero un sistema escolar que incentiva la corrupción y la deshonestidad, y entonces los egresados formaron empresas según ese mismo molde? ¿O fueron primero las empresas deshonestas, y entonces el sistema escolar se adaptó para formar a la clase de gente que esas empresas requieren?

Pero más útil será preguntar cómo podemos romper ese círculo vicioso. Empecemos con lo más cercano: nuestros propios hijos. Eduque a sus hijos en la honestidad, dando usted mismo(a) el ejemplo. Y sáquelos de un sistema escolar deshonesto y corrupto. Existen alternativas; este blog presenta varias de ellas. Si tiene preguntas o consultas prácticas, envíelas mediante el formulario de comentarios.

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Citas de «La educación prohibida»

En el artículo anterior presenté la película documental «La educación prohibida». A continuación una colección de citas de la película que me gustaría resaltar. Estas darán una pequeña idea del contenido:

«Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz. La gente educa para la competencia, y la competencia es el principio de cualquier guerra.»
(Pablo Lipnizky, Colombia)

«En teoría, todas las leyes de educación nos hablan de objetivos de desarrollo humano profundos: valores humanos, cooperación, comunidad, solidaridad, igualdad, libertad, paz, felicidad; son llenas de palabras hermosas. Pero la realidad es que la estructura básica del sistema promueve justamente los valores opuestos: la competencia, el individualismo, la discriminación, el acondicionamiento, la violencia emocional, el materialismo…»
(German Doin, Argentina)

«En Argentina, la inmensa mayoría de los niños dicen: Qué macana, hoy es lunes, tengo que ir otra vez a esa escuela. Pero este no es el peor de los datos: La inmensa mayoría de los docentes en Argentina dicen lo mismo.»
(Carlos Wernicke, Argentina)

«Es mucho más fácil decir: Ahora se callen, ahora abran el cuaderno, ahora agarren el lápiz rojo – lo cual es un adiestramiento canino. Esto no es educación.»
(Carlos Wernicke, Argentina)

«Nuestro problema para la comprensión de la escolarización obligatoria tiene su origen en un hecho inoportuno: el daño que hace desde una perspectiva humana, es un bien desde una perspectiva del sistema.»
(John Taylor Gatto, EEUU.)

«Observando como actúan los niños, descubrimos que usan todos los criterios de un investigador dotado, exactamente los mismos. Por supuesto que hay distintos niveles de complejidad; pero no hay niño que no sea sistemático en la observación. No hay niñita pequeña que no esté observando, que no esté generando experimentos. Si siguen haciéndolo, mañana van a ser científicos, mañana van a ser artistas. Hay que dejarlos.»
(Dr. Carlos Calvo Muñoz, Chile)

«(En la escuela) desvirtuamos el proceso educativo, que es el descubrimiento, no el aprendizaje, de las verdades.»
(Dr. Carlos Calvo Muñoz, Chile)

«A todo nivel, el ser humano aprende lo que hace. Tiene que esforzarse para aprender lo que no hace.»
(Carlos Wernicke, Argentina)

«Este niño habla demasiado, tendría que ser más silencioso. Este niño habla muy poco, tendría que ser más hablador. Este niño juega poco, tendría que jugar más. Este niño es muy movido, tendría que estarse más quieto. Haga lo que haga, parece que está mal. Tiene que acabar siendo el niño estándar que hace exactamente la mitad de todo.»
(Carlos González, pediatra, España)

«Una de dos: O los niños ahora son mucho más hiperactivos que antes – cosa que me cuesta creer, pero entonces tendríamos que preguntarnos cuál es la causa de este problema y qué hemos hecho para que los niños estén así. O los niños son igual que antes, y entonces ¿qué hemos hecho para que ya no los aguantamos?»
(Carlos González, España)

«La escuela tiene que ser un banco de experimentación, una apertura de posibilidades totales.»
(Helen Flix, España)

«Uno no puede aprender libertad en teoría, y después cuando uno sale de la escuela, ser libre. Los chicos tienen que ser libres en la escuela.»
(Ginés Del Castillo, Argentina) – yo añado: «… o ser libres de la escuela».

«No podemos pretender que un joven pueda tomar decisiones conscientes sobre su vida, su entorno, su país, si siempre decidimos por él cómo debe ir vestido a la escuela, qué debe aprender, o qué hacer en su vida.»
(German Doin, Argentina)

«No se puede dar lo que uno no tiene. O sea, todo lo que se enseña, debe tener el aval de la propia experiencia, de la propia vida.»
(Fernán Melledas, Argentina)

«Los que están enseñando, vienen de un sistema de educación represiva. Por lo tanto, los maestros que enseñan, no saben cómo gestionar sus propias emociones. Por lo tanto, no pueden enseñarlas. (…) Si realmente en la educación no eres feliz, no estás educando.»
(Sergi Torres, España)

«Tienes que hacer un trabajo interior muy profundo de sensibilidad, de conciencia, de armonía, de alegría, para atreverte a llamarte maestro.»
(Gabriela Obregón Gutiérrez, México)

«Cuando estás realmente conectado con los chicos, sales de las clases como rejuvenecido, lejos de irse de la escuela cansado, te vas con un montón de energía (…) Yo pienso que ser maestro es un privilegio en esta vida (…) sales transformado. Tienes que estar muy, muy ciego para no aprovechar de esta oportunidad de crecimiento…»
(Sandra Majluf, Argentina)

«Parece que los padres piensan que criar a un hijo es una actividad profesional. Es decir, que yo para criar a mi propio hijo debería estudiar, debería esforzarme, y como al fin y al cabo probablemente no lo acabo de hacer bien, por mucho que me esfuerce, pues lo mejor es que directamente deje al niño a un profesional, a un pedagogo, un pediatra, un psicólogo, que ellos sí saben de cuidar hijos. Y no es así. Los únicos que pueden criar bien a los hijos, son los padres.»
(Carlos González, pediatra, España)

«Cuando un niño vuelve de la escuela a casa, la pregunta que los padres hacen: ¿Qué hiciste?, y ¿cómo te fue?, y ¿qué aprendiste? – Pero la pregunta que normalmente nunca hacemos, es: ¿y cómo te sentiste hoy en la escuela?»
(Miguel Angel Domínguez, Uruguay)

«Creo en que las mamás y los papás estamos volviendo a ser los educadores que fuimos en algún momento, más allá de ir y botar a tu hijo en algún lugar donde parece que lo van a educar, estamos diciendo: No, momento, esto no lo acepto; y creo que lo demás tiene que surgir de allí.»
(Gabriela Obregón Gutiérrez, México)

«Hay una sola cosa que realmente es importante, y es – el amor. Si queremos una sociedad diferente, lo único que realmente tenemos que hacer es amar a los niños, para que ellos aprendan a amar a otros. Los conocimientos van a venir solos.»
(Pablo Lipnizky, Colombia)

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