Durante los últimos meses tuve tres oportunidades para compartir unas ideas y experiencias con distintos profesores suizos, y para hablarles un poco de las escuelas peruanas. En los tres casos, esta fue su reacción:«¿Entonces los profesores peruanos no saben nada acerca del desarrollo del niño?»
Fueron los siguientes puntos en particular, que provocaron esta reacción:
1. El hecho de que muchos profesores peruanos (y especialmente en las escuelas que son consideradas «mejores») prohíben a los niños jugar, y que algunos incluso creen que jugar es dañino para el desarrollo y el progreso académico de un niño.
2. El hecho de que se obliga a niños de cuatro años a aprender a leer, escribir y calcular; y que muchas escuelas primarias (especialmente las que son consideradas «mejores») exigen que los niños ya sepan leer al entrar al primer grado.
3. El hecho de que la mayoría de los profesores (y nuevamente, especialmente en las escuelas que son consideradas «mejores») dan a sus alumnos tareas que no pueden entender, y en cantidades exageradas; y como colmo, después castigan al alumno cuando no las puede terminar, en vez de que el profesor se esfuerce por dar tareas más adecuadas y explicarlas mejor.
Estas tres prácticas (y varias otras) revelan una profunda ignorancia en cuanto a la psicología del niño. Solo esta ignorancia puede explicar por qué en el Perú, para supuestamente «mejorar» el sistema escolar, se propone siempre reforzar exactamente estas tres prácticas erróneas: Más horas de clase (lo que significa menos tiempo de juego para los niños); contenidos más avanzados a edades cada vez más tempranas; y más tareas escolares para la casa. (Una excepción notable es la publicación «Rutas de aprendizaje» por el ministerio de educación (2013); pero por desgracia, todo lo demás en la política escolar contradice las buenas ideas que hay en esa publicación, de manera que nadie les hace caso.)
En comparación, ¿cómo maneja el sistema escolar suizo estos tres puntos?
1. Según pude entender, los profesores suizos atribuyen al juego un alto valor pedagógico. Por tanto, muchos contenidos se enseñan en forma de juegos y mediante la manipulación de materiales concretos (rompecabezas de madera, letras y palabras de diversos materiales, ábacos, etc.) En particular, el uso de las regletas Cuisenaire y de materiales Base 10 para la matemática tiene ya una tradición de por lo menos cincuenta años en Suiza. Eso es probablemente debido a la herencia del psicólogo suizo Jean Piaget, quien demostró que los niños en edad de primaria necesitan la manipulación de objetos concretos para poder razonar lógicamente.
Además, se sobreentiende que una de las actividades más importantes de los niños en su tiempo libre es jugar. Por tanto, ningún profesor suizo aconsejaría a los padres que ocupen todo el tiempo libre de sus hijos con ejercicios escolares en libros y cuadernos.
2. En el sistema escolar suizo por lo general se entiende (eso también en base a las investigaciones de Piaget) que el niño necesita primero alcanzar cierto grado de madurez mental para poder dominar con éxito las habilidades de leer, escribir y calcular; y que no tiene sentido hacer intentos artificiales para «apurar» esta maduración del cerebro. Así por ejemplo escribió Piaget:
«Sabemos que durante la primera infancia sólo los primeros números son accesibles al sujeto porque son números intuitivos que corresponden a figuras perceptibles. La serie indefinida de los números y, sobre todo, las operaciones de suma (y su inversa, la resta) y de multiplicación (con su inversión, la división) no son, en cambio, accesibles por término medio hasta después de los siete años.«
En los últimos años parece que incluso el sistema escolar estatal en Suiza se está dando cuenta de que existen grandes variaciones en el desarrollo individual de los niños, y que es dañino intentar «nivelar» estas variaciones artificalmente. Por tanto, un número considerable de escuelas suizas están comenzando a abandonar el currículo rígido por grados, por lo menos en los grados inferiores, y en su lugar han introducido lo que llaman el «nivel básico» o «ciclo básico». Éste consiste en una combinación flexible del jardín de infancia con el primer y segundo grado de primaria, y recoge también algunas ideas que María Montessori propuso ya hace casi un siglo.
Niños desde 4 ó 5 años hasta 8 años se unen en un solo grupo, pero tienen dos (o hasta tres) profesores(as), y tienen dos aulas a su disposición. Una de las aulas es ambientada como «jardín», con materiales para trabajos manuales, rompecabezas, juegos de construcción, caja de arena, rincón de cocina, etc. – pero todavía nada de lectura, escritura o números. La otra aula es ambientada como «escuela», con materiales y juegos (¡!) para aprender a leer, escribir y calcular. Ahora, la palabra clave es «flexible». La transición de los niños del «jardín» a la «escuela» se maneja de una manera sumamente flexible; no hay ningún límite rígido de edad. Si un niño precoz de cuatro años y medio demuestra el interés y la capacidad de aprender a leer, nadie se lo va a impedir: este niño está libre para pasarse al aula de «escuela» y participar allí en las actividades de lectura y escritura (mientras para otras actividades puede volver al aula de «jardín»). Si por el otro lado, un niño de desarrollo lento demora hasta los ocho años antes que despierten estas capacidades en él, este niño tiene la libertad de permanecer en el «jardín» el tiempo que necesite. Así se empieza a cumplir el postulado enunciado por muchos grandes educadores, que debemos adaptar la enseñanza al nivel de comprensión del niño (individual), en vez de forzar al niño bajo una forma de enseñanza que todavía no puede comprender.
3. En cuanto a las tareas escolares en casa, los reglamentos suizos limitan la cantidad y el nivel académico de las tareas que un profesor puede dar, porque se entiende que un exceso de tareas hace daño a los niños. Así dice por ejemplo el currículo oficial del cantón de Berna:
«Las tareas en casa deben ser adecuadas según la capacidad de aprendizaje y de trabajo del alumno. Tienen que ser posibles de resolver sin la ayuda de padres u otros adultos.
(…) Las tareas deben explicarse claramente; los alumnos tienen el derecho de saber en qué contexto se deben entender las tareas.
(…) No se pueden dar tareas durante los fines de semana, los feriados y las vacaciones.
Las tareas en casa no pueden sobrepasar los siguientes límites de tiempo:
1./2. grado: 1½ horas por semana (¡!)
3./4. grado: 2 horas por semana
5./6. grado: 3 horas por semana
7.-9. grado: 4 horas por semana.»(Nota: Esto es a base de un horario que prevé entre 23 (1er grado) a 32 (secundaria) horas de clase por semana, durante 38 semanas al año; la «hora» a 50 minutos.)
Por supuesto que el sistema suizo tampoco es perfecto. Pero por lo menos da resultados mucho mejores que el peruano – y eso es porque Suiza hace lo contrario de lo que quiere hacer el Perú para (supuestamente) «mejorar» su sistema. Esta diferencia la hace – en gran medida – el entendimiento de la psicología del niño.