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Aprendizaje en casa en la etapa de la secundaria

Aprendizaje en casa en la etapa de la secundaria

Al pasar a la etapa de la educación secundaria, varias cosas están cambiando, tanto en las características de los alumnos como en las exigencias académicas. Eso a su vez va a requerir unos cambios en la forma de educar en casa.

Tengamos siempre presente que cada niña y niño tiene su propio ritmo de desarrollo. Entonces no podemos decir: «Ahora mi hijo(a) ha alcanzado la edad de la secundaria, ahora es tiempo para esos cambios.» Los métodos que son apropiados para un alumno, pueden no serlo para otro. Observe el desarrollo de sus hijos; observe cómo cambia su manera de aprender, y provea un entorno adecuado a sus características personales. Algunos alumnos demoran hasta los 14 ó 15 años, hasta que muestren algunas de las características que se describen a continuación. Otros pueden mostrarlos tan temprano como a los 11 ó 12 años. Algunos otros se desarrollan de una manera tan distinta que nunca pasan por una adolescencia «típica», o solamente en la edad adulta.


Crece el deseo de independencia personal.

Los adolescentes suelen tener un deseo de hacer sus decisiones propias en áreas cada vez más amplias de su vida personal: cómo vestirse y peinarse; cómo adornar su habitación; cómo pasar su tiempo libre; a qué hora acostarse y levantarse; tener cierto monto de dinero a su disposición libre; etc.
Eso puede causar conflictos con los padres. Pero los deseos de mayor autonomía son una parte normal y necesaria de la preparación para una vida adulta responsable. Como padres sabios, no vamos a suprimir esos deseos, imponiendo nuestra voluntad. Con eso solamente impediríamos la maduración de nuestros hijos. – Pero tampoco vamos a dejar que hagan todo lo que quieren, porque todavía no tienen la madurez de adultos. Tenemos que acompañarlos como «mentores», con una actitud positiva, durante esta transición difícil de la niñez a la edad adulta.

En este camino será muy importante, practicar constantemente el diálogo respetuoso. Recordemos que el respeto verdadero es mutuo: Solamente si yo doy el ejemplo, y me dirijo a mis hijos de una manera respetuosa, puedo exigir que ellos muestren el mismo respeto hacia mi persona. Entonces, las «leyes de la casa» tendrán que establecerse en acuerdo mutuo – excepto donde se trata de reglas absolutas definidas por los mandamientos de Dios, tales como la honestidad, la veracidad, etc.
Si vemos la necesidad de imponer alguna regla más allá de eso, tenemos que fundamentarlo bien. Por ejemplo, si lo vemos necesario imponer una hora cuando tienen que estar en casa después de salir por la noche, podemos fundamentarlo 1) que es para su propia seguridad, ya que existen riesgos que ellos todavía no pueden reconocer plenamente; y 2) que ellos todavía están dependientes de nosotros, viviendo en nuestra casa, y por tanto tenemos el derecho de imponer ciertas condiciones a las personas que tienen el privilegio de vivir en nuestra casa.

Como regla general, las libertades y la independencia deben crecer en la misma medida como crece la capacidad de asumir responsabilidades. Por ejemplo respecto al dinero, es recomendable no darles propinas, pero que puedan disponer libremente del dinero que ganan con su propio trabajo. Si un adolescente gana dinero con su trabajo, es una muestra de responsabilidad y capacidad, y por tanto merece su medida correspondiente de independencia. Es también un principio bíblico que «el trabajador merece su sueldo».

Respecto al aprendizaje, debe crecer la libertad de los alumnos de elegir ellos mismos los contenidos que desean estudiar, sus métodos de estudio, y las metas que desean alcanzar.

Todo eso funcionará mejor si se ha practicado ya durante la primaria. Si se ha forjado una buena relación de confianza entre padres e hijos, si se ha involucrado a los niños en las decisiones que toma la familia (respecto a la vida diaria y también respecto a los aprendizajes), si se han acostumbrado a asumir sus pequeñas responsabilidades en la casa durante la niñez, entonces la transición hacia responsabilidades mayores no debería ser demasiado problemática.


Crece la capacidad para el aprendizaje independiente.

Este es el lado positivo: A medida que los adolescentes se vuelven más independientes, necesitarán menos de nuestra ayuda y supervisión para aprender. Eso es también la solución para aquellos padres que temen no poder continuar con la educación en casa durante la secundaria, porque les faltan los conocimientos académicos: No es necesario que nosotros sepamos todo lo que nuestros hijos van a aprender. Ellos mismos pueden encontrar las informaciones que necesitan, y estudiarlas por su cuenta. Hoy en día, con la internet, ¡la información está por todas partes! Como ejemplo, uno de mis hijos comenzó a los 15 años a aprender el idioma japonés, con materiales que encontró en internet. Ahora traduce libros japoneses. Nadie en nuestra familia ni en nuestro entorno habla japonés; él lo hizo sin ninguna ayuda «presencial».
Por si en algún tema especializado persistirían unas dificultades, siempre se puede buscar contacto con algun(a) amigo(a) mayor que entiende el tema, o un(a) profesor(a) particular.

Entonces, algunas de las siguientes opciones tendrán mayor importancia a partir de la adolescencia:

Aprendizaje autogestionado: Los alumnos buscan y procesan por sí mismos las informaciones que necesitan para entender un tema. Deciden ellos mismos acerca de los contenidos que desean estudiar, y diseñan sus propios proyectos de aprendizaje, de investigación, o de práctica. Hasta pueden ellos mismos ver unas formas de presentar sus aprendizajes: sea en forma de una pequeña exposición en familia; una exposición ante un grupo mayor de interesados; una publicación en internet (blog, foro de discusión, video, etc); la participación en algún concurso público; etc.

Participación en grupos de interés: En la adolescencia es normal que ciertos campos de interés adquieran una mayor intensidad. Entonces, según ese interés, un adolescente puede beneficiar por ejemplo de participar en un club de ajedrez, un equipo deportivo, un grupo de computación o robótica, un círculo de lectura, un grupo de scouts, de experimentación científica, de excursiones geográficas y botánicas, etc. Si en su entorno no existe ningún grupo que corresponde a su interés, aun puede tomar la iniciativa de fundar uno. – En el caso de no tener ninguna de esas posibilidades, se pueden también buscar grupos virtuales por internet. Pero si existen oportunidades para la experiencia vivencial, normalmente eso es mejor que el mundo virtual.

Educación a distancia: Ésta puede ser formal (matricularse y participar en el programa de una escuela a distancia), o informal (participación en cursos a distancia que se ofrecen por internet). Se diferencia del aprendizaje autogestionado en que la secuencia del aprendizaje, y los métodos a usar, son preprogramados por la entidad que ofrece los materiales de estudio.

La primera variante, la escuela a distancia, es en realidad una educación dentro del sistema escolar, solamente que éste se traslada a la casa. Por tanto, no recomiendo esa opción: No respeta los procesos naturales de aprendizaje. La mayoría de esos programas, igual como el sistema escolar, sobrecargan a los alumnos con un montón de tareas repetitivas que ahogan la creatividad, y con conocimientos innecesarios y alejados de la vida real. Además socavan la idea fundamental de la educación en casa, que es la autonomía de cada familia; porque no dejan a las familias en la libertad de diseñar su propio programa educativo. El asunto sería diferente si existieran escuelas a distancia que ofrezcan a las familias participantes esa libertad. Pero hasta la fecha todavía no tengo conocimiento de una tal escuela oficialmente reconocida en el mundo hispanohablante.

Por el otro lado, pueden ser muy útiles los cursos a distancia que un(a) alumno(a) elige por interés propio. Hoy en día se ofrece una amplia gama de tales cursos, muchos de ellos incluso gratuitos. Solamente que allí también habrá que fijarse en la metodología que usan. Un curso que solamente presenta contenidos para memorizar, y exámenes para reproducir lo memorizado, no es de mucha utilidad educativa. Un buen curso a distancia involucra elementos como los siguientes:

  • Tareas que requieren formular ideas propias y presentarlas en forma de ensayo, presentación digital, video, etc; con la oportunidad de recibir retroalimentación de otros participantes y/o del instructor.
  • Proyectos prácticos que los participantes pueden realizar en su propio entorno.
  • Oportunidades para la interacción entre participantes del curso (p.ej. foro de discusión).

Deseo acotar aquí que para alumnos de primaria esas modalidades a distancia no me parecen aconsejables, porque generalmente requieren que los alumnos pasen muchas horas al día ante la pantalla, y eso es dañino para el desarrollo de su vista y de su cerebro. Por eso, mi curso de Matemática Activa se dirige en primer lugar a los padres, y les da ideas para proyectos prácticos que ellos pueden llevar a cabo con sus hijos.

– Incluso, algunos alumnos educados en casa podrían en la edad de la secundaria decidir que desean asistir a un colegio. Si ellos hacen esa decisión por cuenta propia, como expresión de su capacidad de decidir independientemente acerca de su educación, opino que a esa edad hay que respetarla. Solamente que en lo posible se deberá elegir un colegio que corresponde a los valores y convicciones de la familia.

El aprendizaje independiente provee el potencial de ser mucho mejor preparado para los desafíos cambiantes de la vida. El sistema escolar produce aprendedores dependientes: se acostumbran a aprender solamente lo que el profesor les pone delante, bajo obligación. Así también en la edad adulta, sabrán apoyarse solamente en lo que se les ha enseñado y mandado en la escuela; pero no sabrán pensar por sí mismos ni buscar recursos adecuados, cuando se encuentran ante una situación improvista. Es por eso que, por ejemplo, los profesores del sistema escolar dificultan tanto en adaptarse a los retos de una sociedad tecnologizada y digitalizada; porque ese es un campo donde los cambios y las innovaciones suceden muy rápidamente.
Un aprendedor independiente, en cambio, sabe que siempre puede seguir aprendiendo, aun si nadie le enseña. Así encontrará por sí mismo las informaciones y las soluciones que necesita en una situación nueva.

Por el otro lado, estemos conscientes que el aprendizaje independiente no es la última meta. Alcanzamos nuestro potencial completo cuando somos aprendedores dependientes de Dios. Acostumbremos a nuestros hijos a preguntar a Dios: ¿Cuál es tu plan para mi vida? ¿Cuáles son los dones y talentos particulares que me has dado? ¿y cómo puedo con esos dones y talentos servirte a tí y a mis prójimos? ¿Qué cosas necesito aprender para poder cumplir ese plan de mi vida? Es la seguridad en Dios la que nos hace independientes frente a los hombres, sus opiniones y sus críticas.

Aquí también aplica: Estas capacidades se desarrollarán mejor, si los alumnos ya en la edad de la primaria se han encontrado ante el desafío de buscar ellos mismos una información que necesitan; de decidir entre varios aprendizajes posibles; o de expresar razonamientos y opiniones propias.


Las fases de aprendizaje se vuelven más irregulares.

Ya en la primaria, el aprendizaje de los niños no sucede de manera constante. Hay períodos de unas horas, días, o incluso semanas, donde están entusiasmados y absorbidos en un tema que los interesa, y hacen progresos fenomenales. Y hay otros períodos donde solamente quieren volver a jugar los mismos juegos como siempre, o «no hacer nada». Por eso no sirven los currículos cronogramados que exigen que los niños cumplan cada día su misma ración prescrita de lenguaje, de matemática, y de otros contenidos. El cerebro infantil no funciona de esta manera programada como si fuera una computadora.

En la adolescencia, esas fases pueden volverse aun más pronunciadas e irregulares. Eso es debido a los fuertes cambios físicos, hormonales y emocionales que suceden en esa etapa de la vida. Los adolescentes pueden por más tiempo sentirse sin fuerzas, apáticos, y con una mayor necesidad de descanso. Pero pueden también descubrir nuevos campos de interés que los incentivarán a aprender y producir a un ritmo más intenso que antes.

Es un reto para los padres, mantener un equilibrio sano en estas circunstancias. Por un lado, no podemos insistir en un horario demasiado rígido, porque los adolescentes realmente no podrán cumplirlo cuando están en una fase de apatía o depresión. Por el otro lado, ellos tendrán que aprender también a no dejarse vencer por las emociones cambiantes, y a desarrollar el dominio propio de cumplir con las cosas necesarias (quehaceres de la casa, horas de comida, etc.) aun en una fase depresiva. Este es otro tema que se debe tratar y resolver en el diálogo mutuo.


Despierta la capacidad del pensamiento abstracto.

Entre los 12 y los 15 años de edad, aproximadamente, la mayoría de los adolescentes empiezan a adquirir la capacidad de pensar de manera abstracta. Con eso se entiende la capacidad de razonar acerca de algo que uno solamente se imagina en la mente, sin haberlo visto o experimentado antes, y sin que esté relacionado con algún objeto concreto del mundo real. Por ejemplo, los siguientes temas requieren razonamiento abstracto: Gramática; álgebra; lógica; filosofía; programación de computadoras; y otros.

La adolescencia es entonces la etapa donde tiene sentido, confrontar a los alumnos con temas como éstos. Como en las etapas anteriores, es necesario observarlos para entender cuándo están listos para el razonamiento abstracto; y no cargarlos con esos temas antes del tiempo. Muchas veces, los alumnos empezarán de manera natural interesarse por algunos de esos temas cuando llega su tiempo.

En general, la secundaria es la etapa donde podemos empezar a introducir «teoría», mientras que en la primaria debería predominar la experiencia práctica. Por ejemplo, en la primaria se pueden hacer diversos experimentos de física y de química, y los niños disfrutarán de observar los resultados, y se asombrarán de resultados inesperados. Pero la teoría subyacente, p.ej. los principios relacionados con fuerzas y energías, o con átomos y elementos químicos, no la podrán entender hasta que su pensamiento abstracto haya despertado. – Por el otro lado, si en la primaria tuvieron la oportunidad de hacer las experiencias prácticas, ésas les ayudarán a entender mejor la teoría cuando estén en la secundaria.


La necesidad de una orientación vocacional.

Los últimos años de la secundaria son también la etapa de decidir acerca de la ocupación o vocación futura. Para poder decidir bien, un joven necesita sobre todo dos cosas:

  • Conocer de manera realista sus dones, talentos y capacidades.
  • Experiencia práctica en aquellos campos ocupacionales que le interesan.

Por tanto es importante que los jóvenes tengan suficientes oportunidades de «experimentar» con diversos dones y talentos, para llegar a una evaluación realista de sí mismos. Necesitan experimentar cuáles son las cosas que saben hacer bien, y las que no saben hacer bien. Entre éstos deben figurar no solamente temas «académicos», sino también capacidades artísticas, manuales y prácticas (dibujar; tejer; cocinar; hacer trabajos de carpintería o de mecánica; etc), y de relaciones interpersonales (tener comprensión por otros; trabajar en equipo; liderar; dar ánimo; solucionar conflictos; etc.)
El sistema escolar exige que los alumnos pasen mucho tiempo «reforzando» aquellas áreas que no saben bien; quiere «nivelarlos» para que todos estén «al mismo nivel». Pero esa no es una buena preparación para la vida, porque en la vida real no se necesita mucha gente que sabe todo «al mismo nivel». Mas bien se necesitan personas que saben hacer bien lo que es su especialidad. Por tanto, es mucho mejor que los adolescentes descubran cuáles pueden ser sus «especialidades», y que inviertan tiempo en reforzar esas habilidades que saben hacer bien.

También es importante el contacto con el mundo adulto del trabajo. En algunos países es usual que los alumnos de los últimos años de secundaria hagan varias prácticas o voluntariados, de dos a tres semanas, en empresas o instituciones de acuerdo a sus intereses. Eso es una muy buena preparación para esa decisión tan importante: los jóvenes pueden hacer su decisión, sabiendo ya cómo es la realidad de su futuro trabajo.
Esa clase de orientación no debe limitarse a las carreras universitarias. Hoy en día mucha gente desprecia los trabajos no universitarios. Pero el trabajo de un panadero, un chofer, un mecánico, merece el mismo aprecio y la misma preparación cuidadosa como el trabajo de un ingeniero, un abogado, o un administrador de empresas. En realidad, la sociedad no podría funcionar si la mayoría de la gente ejercería una carrera universitaria.


Desescolarización en la secundaria

Algunas familias empiezan a interesarse por la educación en casa recién cuando sus hijos ya están en la edad de la secundaria. (O se ven obligadas a ocuparse del tema por causa de las circunstancias, ahora que en muchos países se han cerrado las escuelas.)

Para algunos alumnos puede ser beneficioso, salir de la escuela. Algunos, al finalizar la primaria ya están tan agotados que difícilmente aguantarían más años escolares sin sufrir unos daños serios en su salud emocional y física. Algunos, desde el inicio no encajaron bien en el sistema escolar, y necesitan urgentemente una forma diferente de aprender. Eso aplica sobre todo a aquellos que se alejan mucho del promedio – o sea, los alumnos con problemas de aprendizaje por un lado, y los superdotados por el otro lado.

El problema es, que después de tantos años de haberse acostumbrado al sistema escolar convencional, puede ser difícil acostumbrarse a métodos diferentes. Eso vale tanto para los alumnos como para los padres. En esta situación es aun más importante, «desescolarizarnos» a nosotros mismos primero. Sobre todo si queremos realmente ofrecer a nuestros hijos la forma de educación que necesitan, y no solamente trasladar la escuela a la casa.

Primeramente, se plantearán unos asuntos prácticos:

Cambios en la rutina diaria: Será un alivio, ya no tener que estresarse en las mañanas para estar listos a tiempo para ir a la escuela. Pero en su lugar, habrá que dar otra estructura a nuestra vida diaria. Una estructura que no sea tan rígida como el horario de una escuela, pero que sí defina unos hitos importantes: Horas de comer; tiempos de estudiar, de hacer los trabajos de la casa, de realizar proyectos prácticos, tiempos libres, etc.

Cambios en la estructura social: Con los niños que anteriormente asistieron a una escuela, cuando se comienza a educar en casa, un problema frecuente es que dicen que extrañan a sus amigos de la escuela. Allí tendremos que hacerles ver en qué consiste una verdadera amistad. No es que simplemente nos metan juntos en un salón de clases, y por eso ahora somos «amigos». La amistad se basa en que he elegido ser amigo(a) de alguien. Esa elección no depende de si estamos juntos en un salón de clases o no. Entonces si alguien es realmente mi amigo(a), seguiremos comunicándonos, visitándonos, haciendo cosas juntos, aunque no estemos en la misma escuela durante las mañanas. Si después de salir de la escuela, la otra persona ya no está interesada en tener contacto conmigo, entonces no fue una verdadera amistad.
Por el otro lado, estamos libres de hacer amistad con personas de cualquier edad y de cualquier trasfondo. La escuela nos limita a «amistades» entre personas de exactamente la misma edad, y a menudo también de la misma clase social. Enseñemos a nuestros hijos a no rechazar la amistad de nadie, solamente porque es una persona mayor, o menor, o de circunstancias de vida diferentes.
También tendrán que aprender que hacer amistad requiere cierto esfuerzo. Por ejemplo, hay que ir a tocar la puerta de alguien y preguntar: «¿Quieres jugar conmigo?» – O también: «¿Necesitas alguna ayuda?»
Seguramente habrá unos cambios en las amistades de nuestros hijos. Pero esperamos que sus contactos sociales se vuelvan más variados y más interesantes.

Cambios en el aprendizaje: Los alumnos tendrán que acostumbrarse a métodos como los antes descritos. (A menos que quieran seguir un programa completamente escolarizado a distancia.) Para lograr eso, primero tendrán que «desaprender» ciertos hábitos de estudio que adquirieron en el sistema escolar, y que no ayudan realmente a aprender. Al mismo tiempo, habrá que adquirir unas destrezas nuevas. Lo siguiente son algunas destrezas importantes para el aprendizaje, pero que raras veces se adquieren en la escuela:

Plantear preguntas propias. La escuela nos acostumbra a que el profesor es quien hace las preguntas, y quien dicta también las respuestas. Pero para un aprendizaje activo y exitoso es necesario hacer nuestras propias preguntas. Estas preguntas señalarán la ruta de nuestro aprendizaje.
Una forma de practicar eso es la siguiente: Estudien juntos la Biblia (o alguna otra lectura) con el siguiente método: Todos leen juntos el mismo pasaje. Después, cada uno hace una pregunta acerca de lo que leyeron, y algunos de los demás responden. Si son pocas personas, pueden hacerlo todos juntos; si son muchas, repártanse en grupos de a tres o cuatro. – No se limiten a meras preguntas de comprensión; hagan preguntas que incentivan a razonar y opinar: ¿Qué opinan de lo que hizo …? – ¿Qué hubiera pasado si …? – ¿Por qué … dijo eso? – ¿Qué hubieras hecho tú en esa situación? – Etc. – O preguntas que incentivan a averiguar algo que todavía no sabían, y entonces investiguen juntos. Por ejemplo: ¿Dónde queda Macedonia? – ¿Cuál es la causa de la lepra? – ¿Cuánta gente vivía en Jerusalén en aquel tiempo? – Etc.

Curiosidad investigadora. Los niños por naturaleza son curiosos y desean saber muchas cosas. Pero si han pasado muchos años en el sistema escolar, es probable que esa curiosidad se haya apagado. Hay que despertarla de nuevo.
Por ejemplo: Descubra cuáles son los temas que más interesan a sus hijos. Busque unos datos sorprendentes o extraordinarios acerca de esos temas, o unos experimentos con resultados inesperados. Confronte a sus hijos con esos datos, y anímelos a hacer sus propias averiguaciones.

Creatividad. Una buena manera de practicar creatividad es con un proyecto de arte abierto, o sea sin esperar un resultado predeterminado. Si los niños han perdido su creatividad, no funcionará decir: «Dibuja cualquier cosa.» Pero podemos imponer unas limitaciones, y sin embargo plantear un desafío abierto. Por ejemplo, podemos darles un poco de lana y una hoja de un periódico, y decir: «Fabrica un animal con esto.»
(Vea también esta serie de artículos.)

Aprendizaje colaborativo. El sistema escolar acostumbra a los niños a hacerse la competencia todos contra todos, en vez de ayudarse unos a otros. Necesitamos crear un ambiente donde ellos se sienten en la seguridad de que nadie se va a reír de ellos si cometen un error; que están en la libertad de pedir ayuda si la necesitan; que sus ideas y opiniones son bienvenidas y valoradas. Eso lo tenemos que demostrar primero nosotros mismos en nuestro trato con ellos; y entonces ellos también lo practicarán entre ellos.

Razonar. Muchos alumnos del sistema escolar se acostumbran a que aprueban los exámenes si han memorizado las respuestas correctas, entendiendo o no. Eso es particularmente dañino en aquellas áreas que requieren razonar, como matemática, ciencias, composición literaria, etc. A eso se suma el problema de que muchos alumnos se ven obligados a aprender contenidos mucho antes de que son capaces de entenderlos. En consecuencia, muchos de ellos terminan la primaria con un cerebro mal organizado, incapaces de razonar lógicamente.
Esta es una situación muy difícil de arreglar. Algunos de esos alumnos no logran acostumbrarse a aprender activamente, y quieren ser alimentados con cucharita por el resto de su vida. Otros, con los cambios que trae la adolescencia, pueden todavía lograr una recuperación parcial.

Un tiempo de desintoxicación

Con todo, la desescolarización todavía es posible en los primeros años de la secundaria, si tanto padres como hijos están de acuerdo con ello, y saben adónde quieren llegar. Se recomienda comenzar con un tiempo de «desintoxicación», durante el cual no exigimos ninguna actividad «escolar» de nuestros hijos, excepto lo que ellos desean hacer por iniciativa propia. Como regla general, se dice que se necesita aproximadamente un mes de «desintoxicación» por cada año que uno pasó dentro de un sistema tóxico. Por tanto, los alumnos que pasaron toda su primaria en el sistema convencional, pueden necesitar más de medio año hasta que puedan asimilar los métodos de un aprendizaje activo en casa. (Y nosotros los adultos … ¡más de un año!)
Los alumnos pueden aprovechar este tiempo para hacer cosas que les gustan y que en el sistema convencional no se valoran mucho, tales como trabajos manuales y artísticos, deportes, aprender nuevos juegos, actividades que fomentan el compañerismo con otros jóvenes, hacer viajes, acompañar a personas adultas en sus trabajos, etc. Así recuperarán su desarrollo en algunas áreas que se descuidaron anteriormente. También pueden durante ese tiempo comenzar a descubrir cuáles son sus verdaderos talentos e intereses. Después podrán poco a poco comenzar a estudiar de una manera más activa y más independiente, tomando en cuenta sus campos de interés.
En cuanto a los contenidos académicos, probablemente tendrán que volver a varios temas que ya aprendieron (supuestamente) en la primaria, pero sin entenderlos. Lo ideal es si eso puede suceder en el marco del estudio de un tema de su interés. De otro modo, también puede ayudar si estudian esos temas con métodos diferentes de los convencionales. Por ejemplo, muchos alumnos lograron entender temas de matemática que antes no entendieron, cuando los experimentaron de nuevo con métodos de la matemática activa, manejando objetos concretos y haciendo investigaciones propias.

– Todo eso puede dar buenos resultados, si sucede al inicio de la secundaria. Pero cuando faltan solamente uno o dos años para terminar, ya no es aconsejable hacer todos esos cambios de sistema. El tiempo de transición será más largo y más difícil, y los cambios requeridos pueden interferir con una buena conclusión de la etapa escolar. Por eso, opino que en los últimos años de la secundaria, una desescolarización es indicada solamente en casos graves, donde la salud emocional y/o física del alumno corre peligro por una situación insoportable en la escuela (estrés excesivo, bullying, pandillaje, etc.); o si el alumno mismo está desesperado por salir del ambiente escolar, y suficientemente motivado para emprender un aprendizaje independiente.

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Conciencia consumidora

He notado una marcada diferencia cultural entre el Perú, donde vivo, y los países que llamamos «desarrollados»: En los países «desarrollados» existe conciencia consumidora. La gente evalúa conscientemente la calidad de los productos que compra y consume. Si un producto no corresponde a sus expectativas, entonces la gente deja de comprarlo, o compran un producto similar de otra empresa que lo entrega con mejor calidad. O si conscientemente desean comprar un producto de baja calidad para ahorrar gastos, entonces exigen que el precio sea más bajo, en correspondencia a la calidad inferior.

La consecuencia es que en aquellos países, las empresas que venden productos de mala calidad no pueden sobrevivir por mucho tiempo. Pierden sus clientes, y entonces van a la bancarrota. Lo mismo con toda clase de servicios: Empresas de transporte; imprentas; oficinas de ingenieros y arquitectos; médicos; abogados; lo que sea: Si no atienden bien, pronto ya no tendrán a nadie a quien atender. Hay un lema en aquellos países que dice: «El cliente es el rey.»

Esta es una razón importante por qué aquellos países han logrado por mucho tiempo mantener estándares elevados en los productos y servicios que producen: La gente lo exige. Por tanto, entregar calidad es una cuestión de sobrevivencia económica.
No así en el Perú (y en muchos otros países): Aguantamos diariamente que nos vendan alimentos malogrados, que se nieguen a cambiar una pieza defectuosa de un artefacto, que se pierdan encomiendas, que se caigan casas y puentes, que los tratamientos médicos nos enfermen más en vez de sanarnos… y es por eso que las cosas quedan como están. En un tal ambiente es lógico que florezcan aquellas empresas y servicios que estafan a sus clientes; y son las empresas honestas quienes van a la bancarrota.

Hace unos meses escuché por primera vez en mi vida en una radio peruana un llamado a boicotear a una empresa. Se había llegado a saber que esa empresa vendía «leche en polvo» que no era leche. Así que un periodista se acordó de esa medida que en países con conciencia consumidora es muy eficaz para llamar la atención a una empresa: Si una empresa estafa a sus clientes, o destruye el medio ambiente, o financia causas inmorales, entonces un número considerable de clientes dejan de comprar sus productos, y así la empresa se ve obligada a cambiar sus prácticas o a desaparecer.

Aquí en el Perú, se suele exigir «más control» de parte del gobierno para solucionar tales problemas. Eso es más cómodo para el ciudadano común: no necesita informarse, no necesita tomar acción, no necesita renunciar a sus bienes de consumo. Pero el control gubernamental no resuelve nada. Al gobierno se le puede evadir, se le puede sobornar, se le puede chantajear… mientras con una multitud de consumidores conscientes no se puede hacer nada de eso. Un país «desarrollado» es un país donde el pueblo mismo – o sea, usted y yo – asume la responsabilidad de controlar a sus empresas e instituciones; y por eso no tiene necesidad de tanto control gubernamental. Los problemas no se resuelven desde el gobierno; se resuelven partiendo de cada uno de nosotros.

Hay una multitud de asuntos que podrían reformarse con una mayor consciencia consumidora. Mencionaré solamente unos cuantos como ejemplos:

Los servicios de comunicación por internet, tales como e-mail, redes sociales, etc. Muchos de estos servicios son gratuitos. ¿Quién no aceptará si le ofrecen algo gratis? Pero ¿usted alguna vez se preguntó cómo se financian las empresas que manejan estos servicios? – Algunas lo hacen alojando avisos comerciales de otras empresas. Eso es todavía una manera transparente de financiarse. Pero varias otras lo hacen exigiéndole algo a cambio sin que usted se dé cuenta: ¡sus datos personales! La comercialización de los datos y direcciones de potenciales clientes es un negocio muy lucrativo entre las empresas involucradas en internet. Un consumidor consciente se informa primero para saber qué sucederá con los datos que entrega a cambio de contratar un servicio «gratuito», y lo pensará conscientemente para decidir cuáles datos entregar. ¿Realmente será prudente, entregar mi número de teléfono o mi dirección de domicilio a una empresa que después vende estos datos a no sé quiénes?
Desde lejos la peor empresa en este respecto es Facebook. Esta empresa comercializa no solamente los datos personales de usted: comercializa también todo lo que puede enterarse de usted mediante lo que usted y sus amigos postean: sus circunstancias de vida, sus gustos y preferencias personales, sus amistades, sus opiniones políticas y religiosas… En un futuro cercano, tales datos en las manos de un gobierno totalitario pueden llevar a persecuciones políticas y religiosas nunca antes vistas. Expertos en espionaje y privacidad de datos, como Julian Assange y Edward Snowden, ya advirtieron que empresas como «Facebook» son la agencia de espionaje más gigantesca de todos los tiempos. A pensar que con tan solo un poco de conciencia consumidora se podría parar eso…

Los servicios de salud. Ya que en los tiempos presentes, los gobiernos financian y administran una gran parte de los servicios de salud, mucha gente ha llegado a pensar que los trabajadores de salud son algo como «autoridades» o «funcionarios del gobierno», a quienes habría que obedecer sin cuestionar nada. ¡Eso no es así! Si usted solicita una atención médica, entonces usted es cliente y tiene el derecho de exigir una atención adecuada. También tiene el derecho de comparar las ofertas de varios proveedores, y de elegir al que considera mejor. En Estados Unidos por ejemplo se aconseja a los pacientes no conformarse con un diagnóstico médico que reciben, sino que siempre busquen una segunda opinión de otro médico.
Solamente por la actitud (demasiado) sumisa de la gente ante el personal médico, se pueden dar casos como las esterilizaciones forzadas en los tiempos de Fujimori, o los experimentos con vacunas y medicamentos en estado de prueba y con posibles efectos dañinos, que se realizan constantemente en escuelas y en establecimientos estatales de salud, sin informar al público acerca del carácter experimental de esos productos.
Tenemos aquí el problema adicional de que se trata de servicios subvencionados por el gobierno, y por tanto puede ser difícil encontrar otro proveedor. Esa es una razón por qué en estas áreas el gobierno no debería tener tanto poder como tiene: Los servicios estatales se convierten en monopolios privilegiados, y por eso son mucho más difíciles de boicotear que las empresas privadas. El control del pueblo sobre las empresas, que funciona bastante bien en los países «desarrollados» y podría funcionar aquí también, no funciona igualmente con las entidades estatales. Cuando el gobierno asume un servicio, se institucionaliza la mala calidad.

La educación. Necesariamente tengo que mencionar esto en un blog sobre educación. Al igual como los trabajadores de salud, también los profesores y directores de escuelas no son «autoridades», no son «gobernadores» a quienes usted tuviera que someterse. Son proveedores de servicios, y usted y sus hijos son sus clientes. Entonces usted tiene el derecho de comparar las ofertas de diferentes proveedores y de elegir la que les convence.
En la mayoría de los estados modernos, el gobierno está obligado por ley a proveer servicios educativos. Pero eso no implica que usted esté obligado a hacer uso de esos servicios estatales, si usted tiene la posibilidad de brindar a sus hijos una mejor educación en otra parte. Tampoco implica que las escuelas privadas deban funcionar según el mismo modelo como las estatales. (Especialmente en un país como el Perú, donde el gobierno es incapaz de ofrecer un servicio educativo de calidad, no tiene sentido que el gobierno imponga su modelo sobre las escuelas privadas.)
Si las familias tuvieran más conciencia consumidora, las escuelas mejorarían más rápidamente que con todas las intervenciones gubernamentales. Pero la mayoría de las familias se conforman con que ni siquiera se les permite saber cómo trata la escuela a sus hijos. Según la ley, a los padres corresponde «informarse sobre la calidad del servicio educativo y velar por ella» (Ley General de Educación del Perú, Art.54). Pero en la mayoría de las escuelas, a los padres ni siquiera se les permite el acceso a las aulas donde estudian sus hijos. ¡Yo nunca enviaría a mis hijos a una escuela que mantiene tal práctica ilegal e irrespetuosa hacia las familias! – En nuestros programas vacacionales y de refuerzo escolar siempre hemos tenido las puertas abiertas para los padres, incluso los invitamos explícitamente; pero hemos notado que la gran mayoría de ellos ni siquiera tenían interés en saber cómo estaban sus hijos.
En lugar de verse como clientes de las escuelas, en muchas familias todavía prevalece la noción equivocada de que «al profesor se respeta», tan solamente por el hecho de ser profesor. Pero el respeto verdadero se gana, no se exige. Un profesor gana respeto por sus conocimientos, por su habilidad de hacer entender a los niños, por su amor y comprensión hacia los niños, por actuar de manera justa y honesta, … pero no por el mero hecho de tener un título de profesor. Hay todavía demasiados profesores que ni siquiera dominan los contenidos que deberían enseñar a los niños, mucho menos saben explicarlos de una manera entendible para los niños; y otros que dan mal ejemplo con su persona, son corruptos, o son orgullosos y tiránicos y maltratan a los niños. Tales profesores no merecen respeto ni merecen su sueldo; deberían buscarse otra ocupación que saben hacer mejor, para que no sigan haciendo daño a la niñez. Pero por la falta de conciencia consumidora en la población, tales profesores permanecen en sus posiciones y quitan los puestos a los profesores buenos. La conciencia consumidora es un factor esencial para resolver la miseria del sistema escolar; pero es algo que no se puede decretar desde el gobierno. Cada familia individual necesita desarrollarla.

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Educadores alternativos aplicando principios bíblicos

Recientemente tuve la oportunidad de participar en una conferencia donde pude conocer diversas iniciativas de educación alternativa. Los trasfondos y métodos de estas iniciativas son diversos, pero coinciden en que desean ofrecer una educación más de acuerdo a las necesidades de los niños. En su mayoría coinciden también en que desean tratar a los niños con respeto y darles un rol protagónico en su propia educación – a diferencia del sistema tradicional que ve a los niños mayormente como «objetos» que deben ser moldeados según los propósitos y deseos de sus educadores.

Ninguna de esas iniciativas educativas se identificó como «cristiana». Y sin embargo me quedé impresionado al ver que muchas de ellas, quizás sin estar conscientes de ello, aplican principios bíblicos en su modelo educativo. Por ejemplo:

El respeto hacia los niños.

Es un principio bíblico importante que los niños tienen valor como personas y por tanto debemos valorarlos. Recordamos que los discípulos de Jesús no querían permitir que los niños se acercasen a Él: «¡El maestro está demasiado ocupado!» – Pero Jesús se enojó con ellos y dijo: «¡Dejen a los niños venir a mí, porque de los tales es el reino de Dios!» (Marcos 10:13-16 y paralelas.)
Ya en el Antiguo Testamento dice: «Una herencia del Señor son los hijos; digno de estima es el fruto del vientre.» (Salmo 127:3)
Jesús dijo también: «Si ustedes no se arrepienten y se vuelven como los niñitos, no entrarán en absoluto al reino de los cielos. (…) Y cualquiera que recibe a uno de estos niñitos en mi nombre, me recibe a mí.» (Mateo 18:3.5)
Incluso dice a continuación, siempre hablando de los niños: «Pero el que hace tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, le conviene que le sea colgada una piedra de molino al cuello y que sea hundido en la profundidad del mar.» (Mateo 18:6) Esta es una de las palabras más radicales que habló Jesús, y lo dijo contra aquellos que hacen tropezar a un niño.

Así que una educación que enfatiza el trato respetuoso hacia los niños, está cumpliendo con estas palabras del Señor. Muchas escuelas alternativas y otras formas de educación alternativa dan importancia a que se debe permitir a los niños expresar sus opiniones libremente; que no se debe gritarles; que hay que darles opciones para que ellos mismos elijan sus actividades; etc.

En cambio, algunas corrientes de educación cristiana se enfocan excesivamente en la necesidad de corregir y «disciplinar» a los niños. ¡Pero ese no es el orden bíblico de las prioridades!

La preeminencia del amor

En las prioridades de Dios, el amor es lo primero. Así declaró Jesús – en concordancia con los maestros de su tiempo – que los dos mandamientos más importantes son: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente»; y: «Ama a tu cercano como a ti mismo». (Lucas 10:27 y paralelas; vea Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18).

También el apóstol Pablo dice enfáticamente que «si no tengo amor, no soy nada» (1 Corintios 13:1-7). Y el apóstol Juan dice: «Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.» (1 Juan 4:7-8)

En la conferencia participé en una actividad donde se juntaban las opiniones de todos los presentes acerca de lo que es lo más importante en la educación. Y resultó en el consenso común que algo de lo más importante y esencial en la educación es el amor. Esto es muy llamativo cuando vemos que esta es efectivamente la prioridad bíblica – y cuando lo comparamos con el sistema escolar tradicional, donde (según mi conocimiento) nunca se capacita a los profesores para amar a sus alumnos.

Solución de conflictos

Los representantes de una escuela alternativa me explicaron su sistema de solución de conflictos: En primer lugar se alienta a los niños a solucionar sus conflictos entre ellos, conversando y llegando a un acuerdo. Pero también encargan a algunos de los niños con la responsabilidad de ser conciliadores. Si unos niños involucrados en un conflicto no logran solucionarlo entre ellos, entonces tiene que intervenir un(a) conciliador(a) para ayudarles a llegar a una solución. Los casos graves, los que no se pueden solucionar con la ayuda de los conciliadores, se llevan a la asamblea general donde se reúnen una vez por semana todos los que son parte de la escuela, adultos y niños. Allí se busca una solución del conflicto con la ayuda de todos (y por supuesto tomando en cuenta las normas y reglas de conducta de la escuela). – La asamblea sirve también para planificar actividades, dar anuncios importantes, acordar normas de conducta, etc.

Este procedimiento para resolver conflictos corresponde exactamente a las instrucciones que Jesús dio a sus discípulos:

«Si tu hermano peca contra ti, anda, amonéstale entre tú y él solo. Si te escucha, ganaste a tu hermano. Y si no escucha, lleva contigo a uno o dos otros, para que ‘por la boca de dos o tres testigos sea confirmado todo asunto.’ Y si no los quiere escuchar, dilo a la asamblea (…)» (Mateo 18:15-17)

En sus instrucciones a los discípulos, Jesús no hace ninguna diferencia entre «líderes» y «miembros comunes». No hay posiciones jerárquicas cuando se trata de resolver conflictos entre hermanos. Y así también en la mencionada escuela no se hace diferencia entre adultos y niños en este respecto. Si un adulto ha tratado mal a un niño, tiene que rendir cuentas de ello y enmendar el asunto, igual como cuando un niño trata mal a otro niño o a un adulto.

Todavía no he encontrado a ninguna iglesia institucional que haya puesto en práctica estas instrucciones de Jesús, tales como están escritos. En particular, parece que no entienden lo que significa la palabra «asamblea» – mayormente traducida como «iglesia» – en la Biblia; y no entienden el dicho de Jesús de que «uno solo es vuestro maestro, y ustedes todos son hermanos» (Mateo 23:8).
¡Pero unos educadores alternativos que no se identifican como cristianos, y que quizás ni siquiera conocen estas palabras de Jesús, las están poniendo en práctica!

La importancia de la familia y de estructuras familiares

Escuelas alternativas buscan diversas maneras de valorar la vida familiar, y/o de organizarse en la escuela con estructuras que se asemejan a una familia. Practican diversas maneras de involucrar a los padres en la vida de la escuela: Teniendo las puertas abiertas para que los padres puedan visitarlos en cualquier momento que desean. – Invitando a los padres para que ofrezcan talleres acerca de áreas de su conocimiento, para los niños interesados de la escuela. – Hacendo frecuentes reuniones de padres donde los padres tienen la libertad de expresar sus opiniones y de hacer cualquier pregunta.
En una de las escuelas hay clases solamente cuatro días a la semana. En el quinto día laborable, los niños están con sus padres o pasan un tiempo de tutoría personal con uno de los educadores de la escuela. En ese día, los educadores dedican también tiempo a visitar a aquellos padres que lo desean, para aconsejarlos acerca de la educación de sus hijos.

De estas y otras maneras, muchas escuelas alternativas demuestran que dan importancia a la vida en familia. Así coinciden con el principio bíblico de que la educación es en primer lugar un asunto de la familia.

Muchas escuelas alternativas tratan de proveer la atención personal que cada niño necesita, al tener clases más pequeñas que las escuelas tradicionales. Algunas pedagogías alternativas (por ejemplo la pedagogía Montessori) mezclan conscientemente a niños de diferentes edades, para que cada niño pueda experimentar tanto el rol de hermano mayor como el rol de hermano menor. Con todo eso, sus estructuras se acercan más a la estructura de una familia que de una escuela tradicional.

Educación para la tierra nueva

Otro momento revelador fue cuando una representante de cierta escuela alternativa dijo: «Nuestra meta es educar a los niños para la vida en una tierra nueva. Queremos darles también suficientes herramientas para la vida en esta tierra porque tendrán que relacionarse con la sociedad de esta tierra; pero sabemos que tiene que venir una tierra nueva, y lo más importante es que los niños estén preparados para eso.»

¿No es esto lo que dice también el apóstol Pedro? «Pero esperamos cielos nuevos y una tierra nueva según su promesa, donde habita justicia. Por eso, amados, esperando esto, sean diligentes para ser encontrados por él sin mancha e impecables, en paz.» (2 Pedro 3:13-14). Un verdadero cristiano nacido de nuevo sabe que esta tierra no es su hogar; que vendrá una tierra nueva que requiere una manera diferente de vivir, y que su tarea más importante es entrenarse en esta nueva manera de vivir. Y si toma la palabra de Dios en serio, entonces dará más importancia a educar a sus hijos para esa vida nueva, en vez de educarlos según las costumbres de esta tierra.

Ahora, la educadora que dijo eso no se identifica como cristiana, y su concepto de la tierra nueva probablemente difiere del bíblico en varios puntos. Y sin embargo, ella está consciente de que algo está fundamentalmente mal en esta tierra presente y en la sociedad actual; y está anhelando algo diferente y está preparando a los niños para eso. Mientras que muchas personas que se llaman «cristianos» y que han leído en la Biblia acerca del cielo nuevo y la tierra nueva, no lo están tomando en serio y nunca lo relacionan con la educación de sus hijos. Muchos «cristianos» que conocí, nunca podrían identificarse con estas palabras del gran predicador Juan Wesley del siglo 18: «¿Para qué fin envías a tus hijos a la escuela? – ‘Qué, para que sean preparados para vivir en el mundo.’ – ¿De qué mundo hablas, de este o del por venir? Quizás pensaste solo en este mundo, y te olvidaste de que hay un mundo por venir; sí, ¡y uno que durará eternamente!»

Conclusión

Las verdades del Dios Creador son universales y eternas. Por eso pueden ser descubiertas por cada persona que le busca – aun por aquellos que ni siquiera están conscientes de que están buscando a Dios. Al pensar acerca de ello, recordé que está escrito:
«Porque no los que oyen la ley [de Dios] son justos ante Dios, sino los que hacen [lo que dice] la ley serán justificados. Porque cuando gente de las naciones que no tienen la ley, por naturaleza hacen lo que dice la ley, estos, aunque no tienen la ley, son ley para ellos mismos; los que demuestran que la obra de la ley está escrita en sus corazones, y junto con ella testifica su conciencia …» (Romanos 2:13-15)
Por eso, las pedagogías alternativas nos presentan muchos ejemplos a seguir, incluso ejemplos «cristianos», aunque provienen de personas que no se identifican como cristianos.

Por el otro lado, me entristece ver que tales ejemplos están prácticamente ausentes entre aquellos que se llaman cristianos, y entre aquellas escuelas que se llaman escuelas cristianas. Estas, hasta donde pude ver, se orientan según el sistema tradicional, según los usos de «este mundo» (que enfatiza los conocimientos y la «competitividad» más que la formación de la persona y el amor); y no según la cultura del «mundo por venir». Yo desearía que los educadores que se llaman cristianos, puedan descubrir cuál fue realmente la idea de Dios acerca de la educación. Y que los educadores alternativos que ya ponen en práctica tales principios, puedan descubrir al Dios Creador detrás de estos principios – no el Dios de las iglesias e instituciones religiosas, sino el Dios vivo que cambia vidas. Pero temo que los mismos que se llaman cristianos, hayan sido obstáculos en este camino, impidiendo que los que le buscan encuentren a Dios. Esto será otro tema profundo y difícil; espero poder abordarlo en otro artículo.

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Pedagogía de la confianza (3)

Parte 3: La «intervención Join-Up»

Esta es la tercera parte de un artículo acerca de la «pedagogía de la confianza», un modelo pedagógico propuesto por el educador suizo Heinz Etter. En la primera parte describí sus principios, y en la segunda parte unas aplicaciones prácticas. Su concepto fundamental es que según el diseño de Dios, las relaciones entre padres e hijos se basan en la confianza mutua, y los niños tienen un deseo natural de someterse a sus padres.
Entonces, si en una familia hay enemistades y «luchas por el poder» entre padres e hijos, y los hijos están en un «modo de resistencia» contra los padres, eso señala que el fundamento de la confianza está ausente. En este caso, los buenos consejos de la pedagogía de la confianza no funcionarán bien. Los padres se sentirán tentados a recurrir a los métodos de las «pedagogías de la desconfianza»: La manipulación, las presiones, amenazas y castigos, o recompensas según un plan sistemático (como en la pedagogía conductista); o la renuncia a la autoridad, quizás de manera resignada: «¡Pues hagan lo que quieren!»
Pero la pedagogía de la confianza nos anima a hacer un esfuerzo para volver a ganar la confianza y la colaboración aun de aquellos niños que se encuentran en un «modo de resistencia». Eso es lo que Etter llama «la intervención Join-Up».

¿Realmente lo deseas?

Esta es la primera pregunta que hay que hacerse en esta situación. ¿Realmente deseas vivir en una relación de confianza mutua con tus hijos (o como profesor(a) con tus alumnos)?

Etter escribe al respecto:

Muchas personas, en lo profundo de su corazón no desean ninguna relación Join-Up con los niños. Están cargados con una necesidad nefasta de ejercer poder, y de mantener el control sobre todas las situaciones. Eso puede tener diversas razones. Para muchas personas inseguras, ejercer poder es la única manera que conocen de escapar de su aislamiento. Muchas personas no creen que exista algo como una relación Join-Up entre personas, ni entre humanos y animales, y tampoco entre humanos y Dios.
Experimentar el Join-Up con un caballo podría quizás ser un incentivo para cambiar de opinión.»

«El principio del Join-Up no es ningún truco para lograr que los niños te hagan caso. Uno podría quizás abusarlo para este propósito; pero entonces se convertiría en una forma de psicoterror que amenaza a los niños con privarlos del amor, les quita toda la seguridad en su relación contigo, y así estropea su desarrollo.
Es una gran ayuda experimentar el principio del Join-Up primero con un caballo, porque según nuestra experiencia, un caballo nunca seguiría voluntariamente a alguien que no merece su confianza, o solamente desde una distancia de dos metros.
Un verdadero Join-Up con los niños sucede solamente donde hay confianza. No se puede forzar; igual como no puedes forzar a nadie a amarte.»

Con un niño «difícil», es natural que nos preguntemos primero: «¿Qué puedo hacer para que este niño cambie?» – Pero la pedagogía de la confianza nos anima a hacer primero un trabajo en nuestra propia persona. Quizás soy yo quien tengo que cambiar, antes que pueda esperar un cambio en el niño.

La Intervención «Join-Up», Paso 1:
Independízate emocionalmente de tus niños; deja de «necesitarlos».

Ya hemos visto este principio en los artículos anteriores: El que necesita al otro, es el que debe someterse. Si nosotros «necesitamos» que el niño se sienta contento, que el niño apruebe nuestras acciones, que el niño tenga éxito, que el niño no sufra, etc. – entonces no tenemos autoridad para guiarlo. Entonces, el primer paso consiste en recuperar nuestra independencia emocional.

Etter dice acerca de este punto:

«Si usted quiere liberarse de esta dependencia, o ni siquiera caer en ella, estará en las mejores condiciones si vive en una relación cariñosa de amor con su esposo/a. (…) Si usted es madre soltera (o padre soltero), cultive unas amistades cercanas. Aun si piensa que los niños no le dejan tiempo para eso, en este caso lo necesitará aun más.»

De hecho, cuando nuestra necesidad de afecto, cariño, consuelo y apoyo emocional se satisface en la relación matrimonial, estamos menos en peligro de esperar que los niños llenen nuestro vacío emocional.
Pero como cristianos podemos saber que tenemos un apoyo aun mucho más grande en Dios mismo. «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar», dijo Jesús (Mateo 11:28). Y también: «Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.» (Juan 4:13-14). – En la comunión personal con el Señor mismo podemos recibir todo el ánimo y apoyo que necesitamos, especialmente para las situaciones conflictivas con los niños.

Y es que nuestra independencia emocional es esencial para poder aguantar los conflictos con los niños. También necesitamos estabilidad emocional para poder cambiar nuestra propia actitud y nuestra manera de actuar.

La Intervención «Join-Up», Paso 2:
Aléjate un poco de un niño que está en el «modo de resistencia», hasta que una conversación pacífica sea posible.

Voy a citar directamente los consejos de Etter para este paso:

«Mantenga un poco de distancia hacia un niño que no quiere someterse. Hágalo sentir que usted lo ama, pero que no tolera su comportamiento y que usted desea un cambio. No luche, no riña, no amenace. Simplemente diga: ‘Tenemos que conversar.’ Usted decide acerca del momento y del lugar de la conversación; y usted determina el tono que se usa al hablar.

‘No riña al niño’: ¿por qué es eso tan importante? – Esta forma amenazante y acusadora de hablar, pone en peligro la intervención Join-Up. Le animo a confiar en lo que digo: El éxito de su intervención corre peligro si usted empieza a reñir al niño. (…)

El que define y mantiene el tono de la conversación, es superior en la jerarquía.
El que define el comienzo y el fin de la conversación, es superior en la jerarquía.

Si usted desea llegar a una relación Join-Up con un niño, entonces no intente influenciar al niño, hacer acuerdos, etc, mientras la jerarquía todavía no está como debe ser.»

Los caballos no tienen manos

El siguiente pasaje puede ilustrar un poco más la idea de «alejarse» y «mantener cierta distancia»:

«¿Cómo logran los caballos una jerarquía de dignidad igual para todos? Creo que para ellos es mucho más fácil que para nosotros porque no tienen manos. Por eso están libres de la tentación de forzar a otro caballo a seguirles. Los caballos pueden alejar a otros caballos de sí, pero no pueden obligar a ningún caballo a ir por un camino determinado.
Nuestras manos, tan maravillosas como son, nos han seducido a hacer algo que nos causa muchos problemas en nuestro trato entre humanos. Piensa cuántas veces dijiste a un niño: ‘¡Ven acá!’, y esperaste que venga, y si no venía lo reñiste (lo trataste como enemigo). Si lo presionas, el niño probablemente recordará situaciones cuando sus padres lo cargaron para llevarlo a la fuerza a algún lugar.
(…) Cada vez que obligas a un niño a que se acerque a ti, actúas en contra de nuestro ‘sistema operativo’ como humanos. Nuestra cultura ha desplazado nuestro comportamiento natural de tal manera que ya no estamos conscientes de ello. Y quizás la regla tiene unas excepciones. Pero la pedagogía de la confianza saca conclusiones útiles de este descubrimiento. Verás como cambiará tu vida como educador(a) cuando comiences a fijarte en eso.

Jesús tampoco forzó a nadie a seguirle. Nunca obligó a alguien a estar cerca de él. ¡Al contrario!
‘Los zorros tienen guaridas y las aves del cielo tienen nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza.’ (Lucas 9:58) – O sea: ‘Piénsalo bien si realmente quieres seguirme.’ – En una ocasión Jesús se enojó con Pedro porque Pedro le había hablado con los pensamientos de satanás. Entonces alejó a Pedro de sí.
Jesús tenía todo el poder, y él sabía cuan importante hubiera sido para los hombres, hacerle caso. Pero aun así se limitó a invitarles.

Como educadores, queremos entonces formular nuestra exigencia básica de la siguiente manera:

‘Yo no puedo ni quiero forzarte a escucharme o a seguirme aquí y ahora. Pero si quieres estar aquí, en mi esfera de influencia inmediata, entonces tienes que hacer caso a las reglas.’

– ‘No puedo simplemente mandar afuera a todos los niños que no quieren obedecerme’, dirás. Ten un poco de paciencia. Claro que no lo decimos tan tajantemente; pero eso es aproximadamente lo que un caballo ‘dice’ a un potro que quebranta las reglas. La idea es, que brindes la mayor parte de tu energía, de tu incentivo y de tu creatividad a aquellos niños que están en una relación Join-Up contigo; y que ya no intentes forzar bajo tu mando a aquellos que por alguna razón se encuentran en el ‘modo de resistencia’. Sigue tratándolos con respeto, pero mantenlos a cierta distancia, y verás unas maravillas.»

Me parece importante entender que eso de «mantener una distancia» no significa negarle el amor a un niño. No rechazamos al niño; seguimos tratándolo con amor y respeto; pero le hacemos entender que por causa de su comportamiento, por ahora no podemos hacer ciertas cosas con él o para él.
Esto puede significar que dejemos de hacer ciertas cosas por el niño, mientras los asuntos no están aclaradas y mientras no se haya llegado a un acuerdo. Por ejemplo: «Mientras tú sigues dejando tu cuarto en desorden, no lo voy a limpiar.» O: «Mientras sigues descuidando tu ropa de esta manera, no la voy a lavar ni remendar.» (Por supuesto que estas condiciones tienen que ser de acuerdo a la edad y las capacidades del niño; pero no subestimemos sus capacidades.)

La Intervención «Join-Up», Paso 3:
Aclara las cosas en una conversación objetiva, donde tú defines el tono. Lleguen a un acuerdo mutuo.

Aquí se trata primeramente de esperar el momento apropiado:

«Según las circunstancias, puede durar bastante tiempo hasta que un niño esté listo para una tal conversación. Es necesario que el niño acepte el lugar, el tiempo, y el tono de conversación que usted define. Eso es una señal de que reconoce la autoridad de usted. – Pero según nuestras experiencias, raramente durará más que unos cuantos días.»

No solamente es necesario que el niño esté dispuesto a conversar. También hay que hacerle entender que nosotros mismos deseamos cambiar la forma como nos tratamos mutuamente; que no se trata de que «nosotros ganemos la lucha», sino que se llegue a un acuerdo mutuo en paz. (¡Y eso funcionará solamente si eso es nuestra intención verdadera y sincera!) Por eso dice Etter:

«Por mientras, evite toda acción que lo haga dificíl para el niño someterse. No se sorprenda si el niño intenta provocar una pelea, para que vuestra relación continúe según las mismas reglas como antes – las reglas acostumbradas, en las que el niño se siente fuerte. No le haga caso; ignore toda provocación, hasta donde sea posible. Tampoco empiece a discutir acerca de otros asuntos. Evite toda comunicación más allá de lo necesario. Hable de manera decidida, pero amable. Concéntrese enteramente en la conversación que debe tener lugar.»

Entonces, cuando llega el momento, explica al niño qué es lo que te molesta en su comportamiento, y por qué. Concéntrate en los puntos más importantes. Aclara que tú también deseas ayudar al niño para que le sea más fácil cambiar en estos aspectos. Reconoce tu propia parte de la responsabilidad por los conflictos. Aquí puede también ser el lugar de pedir perdón por tus propias reacciones equivocadas. Es importante mantener la conversación en un tono objetivo y pacífico. Etter dice:

«Si el niño reacciona de manera agresiva en esta conversación, no le responda en el mismo tono. En su lugar, interrumpa la conversación y defina otro momento más tarde para continuarla.»

Después conversen de cómo podrían actuar mejor en estos puntos conflictivos; y ambas partes asumirán ciertos compromisos en cuanto a su comportamiento. Valora las sugerencias del niño. Cito el siguiente ejemplo práctico:

«El éxito de la primera intervención es importante. Por eso le animo a planificarla cuidadosamente. (Antes de la conversación,) anote las situaciones acerca de las que desea conversar. Por ejemplo así:

1. ¿Cómo es la situación actual?
Casi todos los días cuando llego a casa, la casaca de Ana está tirada sobre la baranda o en el piso. Yo suelo colgarla en su lugar. Cuando le hablo a Ana de ello, ella solamente dice: ‘Puedes colgarla tú si te molesta.’

2. ¿Cómo reacciono yo en esta situación?
Esa actitud me irrita tanto que ya no digo nada, solamente cuelgo la casaca. Pero cada vez que lo hago, me siento humillado.

3. ¿Qué quiero lograr?
Quiero que Ana cuelgue su casaca ella misma. Pero aun más importante: que ya no reaccione de esta manera insolente cuando le digo algo.

El padre que anotó eso, llevó a cabo la intervención con éxito. Después de mucho tiempo, tuvo por primera vez una conversación seria y amable con su hija, y Ana se mostró enseguida dispuesta a cooperar. Ellos anotaron el siguiente acuerdo:

1. Yo (Ana) colgaré mi casaca yo misma.
2. Si alguna vez lo olvido, mi papi pondrá la casaca sobre mi asiento en el comedor. Entonces la colgaré sin protestar.
3. Mi papi no me hará reproches ni me mirará mal.

El punto 3 deja entrever que hubo algunos aspectos adicionales en juego. Cuando volví a hablar con aquel padre unos meses después y le pregunté en qué había quedado ese asunto, él ya lo había olvidado. Por fin dijo: ‘Ah, ¿eso de la casaca? Creo que una sola vez tuve que ponerla sobre el asiento de Ana. Hace tiempo ya que eso se ha arreglado.'»

La idea detrás de esta estrategia es dar lugar al niño, para que vuelva a darse cuenta de que nos necesita. Después de un tiempo de «distancia» (pero no rechazo), puede despertar nuevamente en un niño su deseo natural de seguirnos. Etter dice:

«Confíe en las fuerzas de apego del niño hacia usted. Estas fuerzas son enormes, aunque en el momento usted no siente que están aquí. Aguante esta situación, donde usted por el momento no recibirá muestras de afecto de parte de su niño. Si usted sufre bajo esta situación, confíe en que el niño sufre igualmente, aunque no quiere mostrarlo.
Su deseo de cercanía con usted es aun más grande que viceversa. Pero este sufrimiento tiene un propósito: Es lo que llevará al niño de regreso a una relación de Join-Up con usted – aunque inicialmente sea solamente por unas cuantas horas o días.»

Para niños pequeños, obviamente habría que adaptar esta estrategia. Con un niño de tres años todavía no podemos llevar una conversación como en el ejemplo citado; y aun de un niño de cuatro o cinco años todavía no podemos esperar que recuerde por sí mismo un acuerdo formal. También hay que tener cuidado cómo entender lo de «mantener distancia» con un niño pequeño: no debe entenderse en el sentido de «dejarlo solo», porque los niños de esa edad siempre necesitan saber que papá o mamá están cerca y accesibles en caso de necesidad, de otro modo se sienten abandonados.
Etter no da muchos consejos acerca del trato con niños muy pequeños. Dice que es más fácil con ellos porque están más fácilmente dispuestos a regresar al «Join-Up» con sus padres, mientras tienen la certeza de que estamos de su lado. Entonces reaccionarán mejor cuando pronunciamos p.ej. prohibiciones no en un tono amenazante, sino de manera amable (pero firme): «Mira, esta tijera es muy punzante. Tiene quedarse aquí en su lugar para que no te lastime.» Y en casos de emergencia todavía es posible cargar a un niño pequeño a otro lugar fuera del peligro – eso sería una de las excepciones a la regla mencionada en el apartado «Los caballos no tienen manos». Pero habría que dar una explicación: «Lo siento, pero ahora tengo que llevarte adentro, porque aquí puede pasar un accidente.»

La Intervención «Join-Up», Paso 4:
Ten confianza en el niño; y cumple por tu parte con los acuerdos.

Si la conversación se llevó a cabo exitosamente, ya se ha ganado mucho:

«Lo más importante es que la conversación haya tenido lugar, bajo condiciones que usted estableció y el niño aceptó. (…) Ahora ustedes tienen un nuevo fundamento para seguir adelante. Evite que la conversación sea una experiencia humillante, o negativa, para el niño. El niño debe darse cuenta de que vale la pena tratarse de una manera más respetuosa. En una conversación de Join-up todos ganan; no hay perdedores.»

Ahora se trata se seguir adelante sobre esta base nueva, y no recaer en el antiguo comportamiento conflictivo o manipulador. ¡Eso vale tanto para los adultos como para los niños! Etter dice que en los casos donde padres buscaron su consejo porque los acuerdos hechos «no funcionaban», casi siempre la causa era que los padres no cumplieron su parte del acuerdo.

Ahora que el niño ha afirmado su decisión de cooperar, es importante confiar en su capacidad, y no desanimarlo con nuestra desconfianza:

«Sea generoso. En lo posible, permita que el niño haga sus propias decisiones. Confíe en que el niño asumirá la responsabilidad por sí mismo; pero asegure que le reconozca a usted como autoridad.
(…) Un niño que vive en una relación de Join-Up, no necesita las constantes amonestaciones y correcciones: ‘No olvides cepillar tus dientes.’ – ‘Guarda tus libros.’ – Tales amonestaciones son incluso contraproducentes.
(…) Muchos padres tienen poca confianza en sus hijos y temen todo el tiempo que los niños olviden sus deberes, que se descontrolen, que no puedan solucionar sus conflictos, que no puedan resistir las tentaciones … Necesitamos cambiar nuestra idea acerca de los niños.
(…) Muchos padres no empiezan a informarse acerca de la educación de los niños, hasta que noten que sus hijos no están en una relación de Join-Up con ellos. Por eso, la mayoría de los libros sobre educación están llenos de consejos para tales situaciones. (Nota: Y esta clase de consejos a menudo hacen solamente que los padres ganen una ‘lucha por el poder’, pero los niños siguen en el ‘modo de resistencia’.) Pero lo que más necesitamos aprender, es cómo tratar con un niño que está en Join-Up con nosotros; y cómo mantener esta relación.»

Como enfatiza Etter, es relativamente fácil llevar a un niño de regreso a una relación de Join-Up – por lo menos por un tiempo. Lo que es más difícil, y más importante, es mantener esta relación a lo largo del tiempo. Allí se aplican todos los principios y consejos mencionados en la Parte 2.

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