Aprendizaje en casa en la etapa de la secundaria
Al pasar a la etapa de la educación secundaria, varias cosas están cambiando, tanto en las características de los alumnos como en las exigencias académicas. Eso a su vez va a requerir unos cambios en la forma de educar en casa.
Tengamos siempre presente que cada niña y niño tiene su propio ritmo de desarrollo. Entonces no podemos decir: «Ahora mi hijo(a) ha alcanzado la edad de la secundaria, ahora es tiempo para esos cambios.» Los métodos que son apropiados para un alumno, pueden no serlo para otro. Observe el desarrollo de sus hijos; observe cómo cambia su manera de aprender, y provea un entorno adecuado a sus características personales. Algunos alumnos demoran hasta los 14 ó 15 años, hasta que muestren algunas de las características que se describen a continuación. Otros pueden mostrarlos tan temprano como a los 11 ó 12 años. Algunos otros se desarrollan de una manera tan distinta que nunca pasan por una adolescencia «típica», o solamente en la edad adulta.
Crece el deseo de independencia personal.
Los adolescentes suelen tener un deseo de hacer sus decisiones propias en áreas cada vez más amplias de su vida personal: cómo vestirse y peinarse; cómo adornar su habitación; cómo pasar su tiempo libre; a qué hora acostarse y levantarse; tener cierto monto de dinero a su disposición libre; etc.
Eso puede causar conflictos con los padres. Pero los deseos de mayor autonomía son una parte normal y necesaria de la preparación para una vida adulta responsable. Como padres sabios, no vamos a suprimir esos deseos, imponiendo nuestra voluntad. Con eso solamente impediríamos la maduración de nuestros hijos. – Pero tampoco vamos a dejar que hagan todo lo que quieren, porque todavía no tienen la madurez de adultos. Tenemos que acompañarlos como «mentores», con una actitud positiva, durante esta transición difícil de la niñez a la edad adulta.
En este camino será muy importante, practicar constantemente el diálogo respetuoso. Recordemos que el respeto verdadero es mutuo: Solamente si yo doy el ejemplo, y me dirijo a mis hijos de una manera respetuosa, puedo exigir que ellos muestren el mismo respeto hacia mi persona. Entonces, las «leyes de la casa» tendrán que establecerse en acuerdo mutuo – excepto donde se trata de reglas absolutas definidas por los mandamientos de Dios, tales como la honestidad, la veracidad, etc.
Si vemos la necesidad de imponer alguna regla más allá de eso, tenemos que fundamentarlo bien. Por ejemplo, si lo vemos necesario imponer una hora cuando tienen que estar en casa después de salir por la noche, podemos fundamentarlo 1) que es para su propia seguridad, ya que existen riesgos que ellos todavía no pueden reconocer plenamente; y 2) que ellos todavía están dependientes de nosotros, viviendo en nuestra casa, y por tanto tenemos el derecho de imponer ciertas condiciones a las personas que tienen el privilegio de vivir en nuestra casa.
Como regla general, las libertades y la independencia deben crecer en la misma medida como crece la capacidad de asumir responsabilidades. Por ejemplo respecto al dinero, es recomendable no darles propinas, pero que puedan disponer libremente del dinero que ganan con su propio trabajo. Si un adolescente gana dinero con su trabajo, es una muestra de responsabilidad y capacidad, y por tanto merece su medida correspondiente de independencia. Es también un principio bíblico que «el trabajador merece su sueldo».
Respecto al aprendizaje, debe crecer la libertad de los alumnos de elegir ellos mismos los contenidos que desean estudiar, sus métodos de estudio, y las metas que desean alcanzar.
Todo eso funcionará mejor si se ha practicado ya durante la primaria. Si se ha forjado una buena relación de confianza entre padres e hijos, si se ha involucrado a los niños en las decisiones que toma la familia (respecto a la vida diaria y también respecto a los aprendizajes), si se han acostumbrado a asumir sus pequeñas responsabilidades en la casa durante la niñez, entonces la transición hacia responsabilidades mayores no debería ser demasiado problemática.
Crece la capacidad para el aprendizaje independiente.
Este es el lado positivo: A medida que los adolescentes se vuelven más independientes, necesitarán menos de nuestra ayuda y supervisión para aprender. Eso es también la solución para aquellos padres que temen no poder continuar con la educación en casa durante la secundaria, porque les faltan los conocimientos académicos: No es necesario que nosotros sepamos todo lo que nuestros hijos van a aprender. Ellos mismos pueden encontrar las informaciones que necesitan, y estudiarlas por su cuenta. Hoy en día, con la internet, ¡la información está por todas partes! Como ejemplo, uno de mis hijos comenzó a los 15 años a aprender el idioma japonés, con materiales que encontró en internet. Ahora traduce libros japoneses. Nadie en nuestra familia ni en nuestro entorno habla japonés; él lo hizo sin ninguna ayuda «presencial».
Por si en algún tema especializado persistirían unas dificultades, siempre se puede buscar contacto con algun(a) amigo(a) mayor que entiende el tema, o un(a) profesor(a) particular.
Entonces, algunas de las siguientes opciones tendrán mayor importancia a partir de la adolescencia:
Aprendizaje autogestionado: Los alumnos buscan y procesan por sí mismos las informaciones que necesitan para entender un tema. Deciden ellos mismos acerca de los contenidos que desean estudiar, y diseñan sus propios proyectos de aprendizaje, de investigación, o de práctica. Hasta pueden ellos mismos ver unas formas de presentar sus aprendizajes: sea en forma de una pequeña exposición en familia; una exposición ante un grupo mayor de interesados; una publicación en internet (blog, foro de discusión, video, etc); la participación en algún concurso público; etc.
Participación en grupos de interés: En la adolescencia es normal que ciertos campos de interés adquieran una mayor intensidad. Entonces, según ese interés, un adolescente puede beneficiar por ejemplo de participar en un club de ajedrez, un equipo deportivo, un grupo de computación o robótica, un círculo de lectura, un grupo de scouts, de experimentación científica, de excursiones geográficas y botánicas, etc. Si en su entorno no existe ningún grupo que corresponde a su interés, aun puede tomar la iniciativa de fundar uno. – En el caso de no tener ninguna de esas posibilidades, se pueden también buscar grupos virtuales por internet. Pero si existen oportunidades para la experiencia vivencial, normalmente eso es mejor que el mundo virtual.
Educación a distancia: Ésta puede ser formal (matricularse y participar en el programa de una escuela a distancia), o informal (participación en cursos a distancia que se ofrecen por internet). Se diferencia del aprendizaje autogestionado en que la secuencia del aprendizaje, y los métodos a usar, son preprogramados por la entidad que ofrece los materiales de estudio.
La primera variante, la escuela a distancia, es en realidad una educación dentro del sistema escolar, solamente que éste se traslada a la casa. Por tanto, no recomiendo esa opción: No respeta los procesos naturales de aprendizaje. La mayoría de esos programas, igual como el sistema escolar, sobrecargan a los alumnos con un montón de tareas repetitivas que ahogan la creatividad, y con conocimientos innecesarios y alejados de la vida real. Además socavan la idea fundamental de la educación en casa, que es la autonomía de cada familia; porque no dejan a las familias en la libertad de diseñar su propio programa educativo. El asunto sería diferente si existieran escuelas a distancia que ofrezcan a las familias participantes esa libertad. Pero hasta la fecha todavía no tengo conocimiento de una tal escuela oficialmente reconocida en el mundo hispanohablante.
Por el otro lado, pueden ser muy útiles los cursos a distancia que un(a) alumno(a) elige por interés propio. Hoy en día se ofrece una amplia gama de tales cursos, muchos de ellos incluso gratuitos. Solamente que allí también habrá que fijarse en la metodología que usan. Un curso que solamente presenta contenidos para memorizar, y exámenes para reproducir lo memorizado, no es de mucha utilidad educativa. Un buen curso a distancia involucra elementos como los siguientes:
- Tareas que requieren formular ideas propias y presentarlas en forma de ensayo, presentación digital, video, etc; con la oportunidad de recibir retroalimentación de otros participantes y/o del instructor.
- Proyectos prácticos que los participantes pueden realizar en su propio entorno.
- Oportunidades para la interacción entre participantes del curso (p.ej. foro de discusión).
Deseo acotar aquí que para alumnos de primaria esas modalidades a distancia no me parecen aconsejables, porque generalmente requieren que los alumnos pasen muchas horas al día ante la pantalla, y eso es dañino para el desarrollo de su vista y de su cerebro. Por eso, mi curso de Matemática Activa se dirige en primer lugar a los padres, y les da ideas para proyectos prácticos que ellos pueden llevar a cabo con sus hijos.
– Incluso, algunos alumnos educados en casa podrían en la edad de la secundaria decidir que desean asistir a un colegio. Si ellos hacen esa decisión por cuenta propia, como expresión de su capacidad de decidir independientemente acerca de su educación, opino que a esa edad hay que respetarla. Solamente que en lo posible se deberá elegir un colegio que corresponde a los valores y convicciones de la familia.
El aprendizaje independiente provee el potencial de ser mucho mejor preparado para los desafíos cambiantes de la vida. El sistema escolar produce aprendedores dependientes: se acostumbran a aprender solamente lo que el profesor les pone delante, bajo obligación. Así también en la edad adulta, sabrán apoyarse solamente en lo que se les ha enseñado y mandado en la escuela; pero no sabrán pensar por sí mismos ni buscar recursos adecuados, cuando se encuentran ante una situación improvista. Es por eso que, por ejemplo, los profesores del sistema escolar dificultan tanto en adaptarse a los retos de una sociedad tecnologizada y digitalizada; porque ese es un campo donde los cambios y las innovaciones suceden muy rápidamente.
Un aprendedor independiente, en cambio, sabe que siempre puede seguir aprendiendo, aun si nadie le enseña. Así encontrará por sí mismo las informaciones y las soluciones que necesita en una situación nueva.
Por el otro lado, estemos conscientes que el aprendizaje independiente no es la última meta. Alcanzamos nuestro potencial completo cuando somos aprendedores dependientes de Dios. Acostumbremos a nuestros hijos a preguntar a Dios: ¿Cuál es tu plan para mi vida? ¿Cuáles son los dones y talentos particulares que me has dado? ¿y cómo puedo con esos dones y talentos servirte a tí y a mis prójimos? ¿Qué cosas necesito aprender para poder cumplir ese plan de mi vida? Es la seguridad en Dios la que nos hace independientes frente a los hombres, sus opiniones y sus críticas.
Aquí también aplica: Estas capacidades se desarrollarán mejor, si los alumnos ya en la edad de la primaria se han encontrado ante el desafío de buscar ellos mismos una información que necesitan; de decidir entre varios aprendizajes posibles; o de expresar razonamientos y opiniones propias.
Las fases de aprendizaje se vuelven más irregulares.
Ya en la primaria, el aprendizaje de los niños no sucede de manera constante. Hay períodos de unas horas, días, o incluso semanas, donde están entusiasmados y absorbidos en un tema que los interesa, y hacen progresos fenomenales. Y hay otros períodos donde solamente quieren volver a jugar los mismos juegos como siempre, o «no hacer nada». Por eso no sirven los currículos cronogramados que exigen que los niños cumplan cada día su misma ración prescrita de lenguaje, de matemática, y de otros contenidos. El cerebro infantil no funciona de esta manera programada como si fuera una computadora.
En la adolescencia, esas fases pueden volverse aun más pronunciadas e irregulares. Eso es debido a los fuertes cambios físicos, hormonales y emocionales que suceden en esa etapa de la vida. Los adolescentes pueden por más tiempo sentirse sin fuerzas, apáticos, y con una mayor necesidad de descanso. Pero pueden también descubrir nuevos campos de interés que los incentivarán a aprender y producir a un ritmo más intenso que antes.
Es un reto para los padres, mantener un equilibrio sano en estas circunstancias. Por un lado, no podemos insistir en un horario demasiado rígido, porque los adolescentes realmente no podrán cumplirlo cuando están en una fase de apatía o depresión. Por el otro lado, ellos tendrán que aprender también a no dejarse vencer por las emociones cambiantes, y a desarrollar el dominio propio de cumplir con las cosas necesarias (quehaceres de la casa, horas de comida, etc.) aun en una fase depresiva. Este es otro tema que se debe tratar y resolver en el diálogo mutuo.
Despierta la capacidad del pensamiento abstracto.
Entre los 12 y los 15 años de edad, aproximadamente, la mayoría de los adolescentes empiezan a adquirir la capacidad de pensar de manera abstracta. Con eso se entiende la capacidad de razonar acerca de algo que uno solamente se imagina en la mente, sin haberlo visto o experimentado antes, y sin que esté relacionado con algún objeto concreto del mundo real. Por ejemplo, los siguientes temas requieren razonamiento abstracto: Gramática; álgebra; lógica; filosofía; programación de computadoras; y otros.
La adolescencia es entonces la etapa donde tiene sentido, confrontar a los alumnos con temas como éstos. Como en las etapas anteriores, es necesario observarlos para entender cuándo están listos para el razonamiento abstracto; y no cargarlos con esos temas antes del tiempo. Muchas veces, los alumnos empezarán de manera natural interesarse por algunos de esos temas cuando llega su tiempo.
En general, la secundaria es la etapa donde podemos empezar a introducir «teoría», mientras que en la primaria debería predominar la experiencia práctica. Por ejemplo, en la primaria se pueden hacer diversos experimentos de física y de química, y los niños disfrutarán de observar los resultados, y se asombrarán de resultados inesperados. Pero la teoría subyacente, p.ej. los principios relacionados con fuerzas y energías, o con átomos y elementos químicos, no la podrán entender hasta que su pensamiento abstracto haya despertado. – Por el otro lado, si en la primaria tuvieron la oportunidad de hacer las experiencias prácticas, ésas les ayudarán a entender mejor la teoría cuando estén en la secundaria.
La necesidad de una orientación vocacional.
Los últimos años de la secundaria son también la etapa de decidir acerca de la ocupación o vocación futura. Para poder decidir bien, un joven necesita sobre todo dos cosas:
- Conocer de manera realista sus dones, talentos y capacidades.
- Experiencia práctica en aquellos campos ocupacionales que le interesan.
Por tanto es importante que los jóvenes tengan suficientes oportunidades de «experimentar» con diversos dones y talentos, para llegar a una evaluación realista de sí mismos. Necesitan experimentar cuáles son las cosas que saben hacer bien, y las que no saben hacer bien. Entre éstos deben figurar no solamente temas «académicos», sino también capacidades artísticas, manuales y prácticas (dibujar; tejer; cocinar; hacer trabajos de carpintería o de mecánica; etc), y de relaciones interpersonales (tener comprensión por otros; trabajar en equipo; liderar; dar ánimo; solucionar conflictos; etc.)
El sistema escolar exige que los alumnos pasen mucho tiempo «reforzando» aquellas áreas que no saben bien; quiere «nivelarlos» para que todos estén «al mismo nivel». Pero esa no es una buena preparación para la vida, porque en la vida real no se necesita mucha gente que sabe todo «al mismo nivel». Mas bien se necesitan personas que saben hacer bien lo que es su especialidad. Por tanto, es mucho mejor que los adolescentes descubran cuáles pueden ser sus «especialidades», y que inviertan tiempo en reforzar esas habilidades que saben hacer bien.
También es importante el contacto con el mundo adulto del trabajo. En algunos países es usual que los alumnos de los últimos años de secundaria hagan varias prácticas o voluntariados, de dos a tres semanas, en empresas o instituciones de acuerdo a sus intereses. Eso es una muy buena preparación para esa decisión tan importante: los jóvenes pueden hacer su decisión, sabiendo ya cómo es la realidad de su futuro trabajo.
Esa clase de orientación no debe limitarse a las carreras universitarias. Hoy en día mucha gente desprecia los trabajos no universitarios. Pero el trabajo de un panadero, un chofer, un mecánico, merece el mismo aprecio y la misma preparación cuidadosa como el trabajo de un ingeniero, un abogado, o un administrador de empresas. En realidad, la sociedad no podría funcionar si la mayoría de la gente ejercería una carrera universitaria.
Desescolarización en la secundaria
Algunas familias empiezan a interesarse por la educación en casa recién cuando sus hijos ya están en la edad de la secundaria. (O se ven obligadas a ocuparse del tema por causa de las circunstancias, ahora que en muchos países se han cerrado las escuelas.)
Para algunos alumnos puede ser beneficioso, salir de la escuela. Algunos, al finalizar la primaria ya están tan agotados que difícilmente aguantarían más años escolares sin sufrir unos daños serios en su salud emocional y física. Algunos, desde el inicio no encajaron bien en el sistema escolar, y necesitan urgentemente una forma diferente de aprender. Eso aplica sobre todo a aquellos que se alejan mucho del promedio – o sea, los alumnos con problemas de aprendizaje por un lado, y los superdotados por el otro lado.
El problema es, que después de tantos años de haberse acostumbrado al sistema escolar convencional, puede ser difícil acostumbrarse a métodos diferentes. Eso vale tanto para los alumnos como para los padres. En esta situación es aun más importante, «desescolarizarnos» a nosotros mismos primero. Sobre todo si queremos realmente ofrecer a nuestros hijos la forma de educación que necesitan, y no solamente trasladar la escuela a la casa.
Primeramente, se plantearán unos asuntos prácticos:
Cambios en la rutina diaria: Será un alivio, ya no tener que estresarse en las mañanas para estar listos a tiempo para ir a la escuela. Pero en su lugar, habrá que dar otra estructura a nuestra vida diaria. Una estructura que no sea tan rígida como el horario de una escuela, pero que sí defina unos hitos importantes: Horas de comer; tiempos de estudiar, de hacer los trabajos de la casa, de realizar proyectos prácticos, tiempos libres, etc.
Cambios en la estructura social: Con los niños que anteriormente asistieron a una escuela, cuando se comienza a educar en casa, un problema frecuente es que dicen que extrañan a sus amigos de la escuela. Allí tendremos que hacerles ver en qué consiste una verdadera amistad. No es que simplemente nos metan juntos en un salón de clases, y por eso ahora somos «amigos». La amistad se basa en que he elegido ser amigo(a) de alguien. Esa elección no depende de si estamos juntos en un salón de clases o no. Entonces si alguien es realmente mi amigo(a), seguiremos comunicándonos, visitándonos, haciendo cosas juntos, aunque no estemos en la misma escuela durante las mañanas. Si después de salir de la escuela, la otra persona ya no está interesada en tener contacto conmigo, entonces no fue una verdadera amistad.
Por el otro lado, estamos libres de hacer amistad con personas de cualquier edad y de cualquier trasfondo. La escuela nos limita a «amistades» entre personas de exactamente la misma edad, y a menudo también de la misma clase social. Enseñemos a nuestros hijos a no rechazar la amistad de nadie, solamente porque es una persona mayor, o menor, o de circunstancias de vida diferentes.
También tendrán que aprender que hacer amistad requiere cierto esfuerzo. Por ejemplo, hay que ir a tocar la puerta de alguien y preguntar: «¿Quieres jugar conmigo?» – O también: «¿Necesitas alguna ayuda?»
Seguramente habrá unos cambios en las amistades de nuestros hijos. Pero esperamos que sus contactos sociales se vuelvan más variados y más interesantes.
Cambios en el aprendizaje: Los alumnos tendrán que acostumbrarse a métodos como los antes descritos. (A menos que quieran seguir un programa completamente escolarizado a distancia.) Para lograr eso, primero tendrán que «desaprender» ciertos hábitos de estudio que adquirieron en el sistema escolar, y que no ayudan realmente a aprender. Al mismo tiempo, habrá que adquirir unas destrezas nuevas. Lo siguiente son algunas destrezas importantes para el aprendizaje, pero que raras veces se adquieren en la escuela:
Plantear preguntas propias. La escuela nos acostumbra a que el profesor es quien hace las preguntas, y quien dicta también las respuestas. Pero para un aprendizaje activo y exitoso es necesario hacer nuestras propias preguntas. Estas preguntas señalarán la ruta de nuestro aprendizaje.
Una forma de practicar eso es la siguiente: Estudien juntos la Biblia (o alguna otra lectura) con el siguiente método: Todos leen juntos el mismo pasaje. Después, cada uno hace una pregunta acerca de lo que leyeron, y algunos de los demás responden. Si son pocas personas, pueden hacerlo todos juntos; si son muchas, repártanse en grupos de a tres o cuatro. – No se limiten a meras preguntas de comprensión; hagan preguntas que incentivan a razonar y opinar: ¿Qué opinan de lo que hizo …? – ¿Qué hubiera pasado si …? – ¿Por qué … dijo eso? – ¿Qué hubieras hecho tú en esa situación? – Etc. – O preguntas que incentivan a averiguar algo que todavía no sabían, y entonces investiguen juntos. Por ejemplo: ¿Dónde queda Macedonia? – ¿Cuál es la causa de la lepra? – ¿Cuánta gente vivía en Jerusalén en aquel tiempo? – Etc.
Curiosidad investigadora. Los niños por naturaleza son curiosos y desean saber muchas cosas. Pero si han pasado muchos años en el sistema escolar, es probable que esa curiosidad se haya apagado. Hay que despertarla de nuevo.
Por ejemplo: Descubra cuáles son los temas que más interesan a sus hijos. Busque unos datos sorprendentes o extraordinarios acerca de esos temas, o unos experimentos con resultados inesperados. Confronte a sus hijos con esos datos, y anímelos a hacer sus propias averiguaciones.
Creatividad. Una buena manera de practicar creatividad es con un proyecto de arte abierto, o sea sin esperar un resultado predeterminado. Si los niños han perdido su creatividad, no funcionará decir: «Dibuja cualquier cosa.» Pero podemos imponer unas limitaciones, y sin embargo plantear un desafío abierto. Por ejemplo, podemos darles un poco de lana y una hoja de un periódico, y decir: «Fabrica un animal con esto.»
(Vea también esta serie de artículos.)
Aprendizaje colaborativo. El sistema escolar acostumbra a los niños a hacerse la competencia todos contra todos, en vez de ayudarse unos a otros. Necesitamos crear un ambiente donde ellos se sienten en la seguridad de que nadie se va a reír de ellos si cometen un error; que están en la libertad de pedir ayuda si la necesitan; que sus ideas y opiniones son bienvenidas y valoradas. Eso lo tenemos que demostrar primero nosotros mismos en nuestro trato con ellos; y entonces ellos también lo practicarán entre ellos.
Razonar. Muchos alumnos del sistema escolar se acostumbran a que aprueban los exámenes si han memorizado las respuestas correctas, entendiendo o no. Eso es particularmente dañino en aquellas áreas que requieren razonar, como matemática, ciencias, composición literaria, etc. A eso se suma el problema de que muchos alumnos se ven obligados a aprender contenidos mucho antes de que son capaces de entenderlos. En consecuencia, muchos de ellos terminan la primaria con un cerebro mal organizado, incapaces de razonar lógicamente.
Esta es una situación muy difícil de arreglar. Algunos de esos alumnos no logran acostumbrarse a aprender activamente, y quieren ser alimentados con cucharita por el resto de su vida. Otros, con los cambios que trae la adolescencia, pueden todavía lograr una recuperación parcial.
Un tiempo de desintoxicación
Con todo, la desescolarización todavía es posible en los primeros años de la secundaria, si tanto padres como hijos están de acuerdo con ello, y saben adónde quieren llegar. Se recomienda comenzar con un tiempo de «desintoxicación», durante el cual no exigimos ninguna actividad «escolar» de nuestros hijos, excepto lo que ellos desean hacer por iniciativa propia. Como regla general, se dice que se necesita aproximadamente un mes de «desintoxicación» por cada año que uno pasó dentro de un sistema tóxico. Por tanto, los alumnos que pasaron toda su primaria en el sistema convencional, pueden necesitar más de medio año hasta que puedan asimilar los métodos de un aprendizaje activo en casa. (Y nosotros los adultos … ¡más de un año!)
Los alumnos pueden aprovechar este tiempo para hacer cosas que les gustan y que en el sistema convencional no se valoran mucho, tales como trabajos manuales y artísticos, deportes, aprender nuevos juegos, actividades que fomentan el compañerismo con otros jóvenes, hacer viajes, acompañar a personas adultas en sus trabajos, etc. Así recuperarán su desarrollo en algunas áreas que se descuidaron anteriormente. También pueden durante ese tiempo comenzar a descubrir cuáles son sus verdaderos talentos e intereses. Después podrán poco a poco comenzar a estudiar de una manera más activa y más independiente, tomando en cuenta sus campos de interés.
En cuanto a los contenidos académicos, probablemente tendrán que volver a varios temas que ya aprendieron (supuestamente) en la primaria, pero sin entenderlos. Lo ideal es si eso puede suceder en el marco del estudio de un tema de su interés. De otro modo, también puede ayudar si estudian esos temas con métodos diferentes de los convencionales. Por ejemplo, muchos alumnos lograron entender temas de matemática que antes no entendieron, cuando los experimentaron de nuevo con métodos de la matemática activa, manejando objetos concretos y haciendo investigaciones propias.
– Todo eso puede dar buenos resultados, si sucede al inicio de la secundaria. Pero cuando faltan solamente uno o dos años para terminar, ya no es aconsejable hacer todos esos cambios de sistema. El tiempo de transición será más largo y más difícil, y los cambios requeridos pueden interferir con una buena conclusión de la etapa escolar. Por eso, opino que en los últimos años de la secundaria, una desescolarización es indicada solamente en casos graves, donde la salud emocional y/o física del alumno corre peligro por una situación insoportable en la escuela (estrés excesivo, bullying, pandillaje, etc.); o si el alumno mismo está desesperado por salir del ambiente escolar, y suficientemente motivado para emprender un aprendizaje independiente.