Educación cristiana alternativa

Just another Homeschool Perú site

Razonemos … acerca de la economía

Para entender lo que sucede en el mundo, hay que entender también algo de economía. Eso se considera generalmente un campo complejo. Pero existen algunos principios fundamentales que aun los niños pueden entender. Por eso propongo seguir los siguientes razonamientos, que darán una perspectiva adicional acerca de la situación actual. Converse también con sus niños acerca de aquellos aspectos que ellos ya pueden entender, y hágalos razonar. Es muy importante en estos tiempos, recuperar nuestra capacidad de razonar.


¿Cuánto vale el dinero?

Estamos acostumbrados a decir que el dinero representa un «valor». Pero mira un billete, por ejemplo de 100 dólares: Es sólo papel y tinta, y quizás unos otros ingredientes. El papel, la tinta, y el proceso de impresión, juntos valen solamente unos pocos centavos. ¿Por qué entonces decimos que el billete tiene «valor»?

– Es solamente porque con el dinero puedo comprar bienes: alimentos, herramientas, máquinas, etc. ¿Y por qué puedo hacer esas compras? – Es que hay otras personas que atribuyen valor al dinero, y lo reciben como un medio de pago.

En otras palabras, este sistema de hacer compras con dinero funciona a base de un acuerdo generalizado entre las personas de aceptar el dinero como pago. Una vez que este acuerdo se quebranta, el dinero pierde su valor. El dinero no tiene valor en sí. Solamente vale lo que puedes comprar con él.

Originalmente se usaban monedas de oro, de plata y de cobre. Esos metales representan un valor real.
Cuando se introdujo el dinero de papel, se hizo primero en forma de «notas bancarias», donde el banco se comprometía a pagar al portador de la nota un monto determinado de oro o de plata. Por tanto, los bancos no podían emitir más «notas» que el monto total de oro y plata que almacenaban. Así, las «notas» representaban un valor en metales preciosos que realmente existía. Y por tanto, por ejemplo, «un dólar de oro» era siempre la misma cantidad de oro.
Pero más tarde, se permitió a los bancos emitir la cantidad de dinero que querían, independientemente de la cantidad de oro que tenían o no tenían. Desde entonces, el dinero ya no representa ningún valor real. Por eso, el dinero que usamos actualmente es «volátil»: En tiempos de crisis puede perder su valor muy rápidamente.

Para seguir pensando:
– Si el dinero es un valor tan inseguro, ¿por qué seguimos usándolo?
– ¿Conoces ejemplos del pasado o presente donde la moneda de un país efectivamente perdió su valor?
– ¿Quién(es) se beneficia(n) de una economía con dinero «volátil»?
– ¿Por qué dijo Jesús que no nos hagamos tesoros en la tierra (Mateo 6:19-21)?
– ¿Por qué dijo Pablo que el amor al dinero es una raíz de todos los males (1 Timoteo 6:8-10 y 17-19)?
– ¿Qué otras formas de intercambiar bienes y servicios puedes imaginarte, que no requieren usar dinero?


Cómo se devalúa el dinero

Representemos la entera economía de un país «en miniatura». En la siguiente imagen, las monedas significan todo el dinero que existe en el país, y los panes significan todos los bienes que existen en el país.

5 monedas, 5 panes

Hay un total de cinco monedas, y cinco panes. Haciendo una correspondencia sencilla, lo más lógico es que un pan vale una moneda; o sea con una moneda se puede comprar un pan.

Los dos años pasados hemos vivido una situación donde se restringía la producción. Muchas áreas de la economía no podían trabajar como normal. En parte, esas restricciones todavía continúan. ¿Cuál fue el resultado? – Obviamente, la cantidad total de los bienes disponibles disminuye.

Al mismo tiempo aumentó la cantidad de dinero. Los gobiernos han dado ayudas financieras a muchos negocios y personas individuales. La gente recibió esas ayudas con alegría: «¡El gobierno nos está regalando dinero!»
Detengámonos unos momentos para reflexionar: ¿Cuánto dinero tiene el gobierno? ¿De dónde lo tiene? ¿Cómo lo gana?

Si lo pensamos bien, en realidad el gobierno no tiene dinero. El gobierno no produce ni vende nada; por tanto no recibe dinero por ventas ni por trabajos hechos. Básicamente hay sólo dos formas cómo el gobierno puede conseguir dinero:
– Cobrando impuestos; o sea, nos quita una parte de lo que todos nosotros hemos producido.
– Prestándose dinero de los grandes bancos. Eso significa que el gobierno incentiva a los bancos a «crear» más dinero, y el gobierno recibe ese dinero en calidad de préstamo. Para devolver el préstamo, el gobierno nuevamente tendrá que cobrar impuestos; y además tiene que pagar intereses.

Entonces, si el gobierno regala dinero de los impuestos, eso significa que una parte de la población tiene que empobrecerse para enriquecer a otros.
Si el gobierno regala dinero que crearon los bancos, eso significa que la cantidad total de dinero es ahora mayor que antes. Entonces, la situación se ve más o menos así:

8 monedas, 4 panes

Tenemos ahora más dinero, pero menos bienes. ¿Cuánto vale ahora un pan? – En la imagen hay un total de 8 monedas, y hay 4 panes. Entonces, para poder comprar un pan, necesitamos ahora dos monedas.

¿Nos damos cuenta de lo que sucedió? Mucha gente tiene ahora más dinero; pero lo que pueden comprar con él, es menos que antes. Al fin de cuentas, nadie se ha vuelto «más rico»; al contrario. El dinero se ha devaluado.

Eso es lo que se llama inflación. La cantidad del dinero se «infla», o sea aumenta, pero sin que aumenten los bienes disponibles. En consecuencia, todo cuesta más.

Para seguir pensando:
– Si el gobierno regala dinero, ¿eso ayuda a recuperar la economía? ¿Por qué sí, o por qué no? ¿Puedes pensar en una forma más eficaz de recuperar la economía?
– ¿La inflación es algo como un desastre natural, que sucede sin que alguien pudiera preverlo? ¿o es el resultado de las acciones deliberadas de ciertas personas e instituciones?
– Si el gobierno aumenta el monto del sueldo mínimo, ¿qué consecuencias tiene eso para la inflación? ¿y para la situación económica en general?
– En tiempos de inflación, ¿es mejor ahorrar dinero, o ahorrar bienes, o no ahorrar nada en absoluto?
– ¿Quiénes sufren más de la inflación?
– ¿Quiénes se benefician de la inflación?


Inversión y producción

Hemos visto que en una crisis económica, el problema normalmente no es la escasez de dinero. El problema es la escasez de bienes. Lo mismo aplica a las situaciones de pobreza. Por tanto, la solución no consiste en aumentar la cantidad de dinero. El dinero no se puede comer. Lo único que ayudará a largo plazo, es crear condiciones donde se pueden producir e intercambiar más bienes.

La única manera de combatir la pobreza consiste en producir bienes.

Algunos modelos de educación activa, por ejemplo la Fórmula Moore, recomiendan que los niños creen y administren un pequeño negocio propio: que produzcan algún producto que pueden vender a sus vecinos y conocidos; que ofrezcan algún servicio pagado; etc. Y que en vez de darles propinas, los niños puedan disfrutar de las ganancias de su negocio.
Esta es la mejor educación económica para principiantes: Los niños aprenden por experiencia propia acerca de una buena administración y el valor del trabajo; acerca de las inversiones y el rendimiento; acerca de oferta y demanda; y aprenden a hacer un presupuesto y a llevar una contabilidad sencilla.
Eso se puede complementar con la experiencia de un negocio «adulto», si los niños tienen la oportunidad de ayudar en el negocio de sus padres o de unos parientes o conocidos, y al mismo tiempo enterarse de cómo funciona ese negocio.
Si los niños tienen esta base de experiencia propia, también entenderán mejor los razonamientos que siguen.

Para producir algo, tenemos que pagar lo que necesitamos para la producción. Eso es la inversión:
– Los materiales o ingredientes necesarios;
– Dependiendo de las circunstancias, podemos necesitar también: electricidad; herramientas o máquinas; un ambiente adecuado (p.ej. taller); etc.
– Si otras personas trabajan por nosotros, tenemos que pagar sus sueldos.
– ¿Qué otras cosas podríamos necesitar para producir algo? Piensa en unos ejemplos concretos: hornear pan; construir una casa; diseñar e imprimir una revista; etc.
– ¿Y qué necesitamos para dar a conocer y vender nuestro producto?

Cuando vendemos nuestro producto o realizamos un servicio, recibimos ingresos. La diferencia entre los ingresos y la inversión es la ganancia.

Pensemos además en la inversión de tiempo: Tenemos solamente una cantidad limitada de horas que podemos trabajar cada día. El tiempo también es valioso.
Calcula la ganancia que obtienes de tu negocio, y divídela entre el número de horas que tienes que invertir para producir y vender tu producto o servicio. El resultado te dice cuánto vale una hora de tu trabajo en tu negocio. (En el caso de un empleado, se haría el mismo cálculo usando su sueldo en vez de la ganancia.)

Si toda la inversión sirve para producir, tenemos condiciones óptimas para la producción. Se puede entonces producir la mayor cantidad de bienes con un mínimo de inversión en dinero y tiempo.

Pero en nuestros tiempos actuales, eso no es así. Averigua con una persona que tiene un negocio formal:
– ¿Qué cantidad de sus ganancias tiene que pagar en impuestos? ¿Qué porcentaje de las ganancias es eso?
– ¿Cuánto dinero y tiempo tiene que invertir en los trámites burocráticos para que el gobierno permita a su negocio seguir funcionando?
– ¿Qué otros gastos tiene su negocio (en dinero y en tiempo), que no son relacionados ni con la producción ni con la venta?

Todo lo mencionado son gastos improductivos: No contribuyen a aumentar la cantidad de bienes disponibles. Si, por ejemplo, el 40% de los gastos de un negocio son gastos improductivos, entonces se producen 40% menos bienes de lo que se podría producir en condiciones óptimas. Por tanto, al fin de cuentas, esos son gastos que aumentan la pobreza general.

No olvidemos que el tiempo que invertimos, también es un gasto. Pongamos como ejemplo a un padre de familia que tiene un negocio pequeño, y su hora de trabajo vale 4 dólares. Para renovar el permiso de funcionamiento de su negocio, ese padre tiene que pasar dos veces cinco horas en una oficina – haciendo cola, llenando formularios, discutiendo con los funcionarios … Eso significa una pérdida de 40 dólares, además del dinero que le cobran por el trámite.

En la actualidad, a los gastos improductivos se ha añadido todo lo que el gobierno exigió respecto a la «bioseguridad», incluso obligando a muchos negocios a realizar toda clase de controles a sus clientes. (Consideremos, además, que hasta hoy no existe evidencia científica de que alguna de esas medidas haya efectivamente mejorado la salud de la población en general. La experiencia peruana del año 2020 sugiere mas bien lo contrario.) No extraña entonces que con todo eso la pobreza haya aumentado.

Para seguir pensando:
– ¿Qué se podría hacer para disminuir los gastos improductivos?
– ¿Existen también maneras de disminuir los gastos necesarios para la producción?
– Algunas personas no pueden mantenerse a sí mismos mediante un trabajo productivo: niños, ancianos, enfermos, discapacitados, … Piensen en unas posibilidades de cómo ayudar y mantener a esas personas, sin que eso cause gastos improductivos a todos los demás. Consideren también lo que dice la Biblia al respecto.


El trabajo improductivo aumenta la pobreza.

En el apartado anterior hemos considerado el tema de la productividad, desde la perspectiva del productor. Hemos visto que diversas políticas del estado causan gastos improductivos. Pero eso todavía no es todo: El gobierno también tiene que pagar a los funcionarios que implementan esas políticas. Esas personas no producen nada. Y el gobierno tiene que construir y mantener las oficinas donde trabajan esos funcionarios. Así que también el gobierno tiene muchos gastos improductivos. Aumentar los puestos de trabajo improductivos, también aumenta la pobreza.

Para pensar:
– ¿Es «improductivo» todo trabajo que no resulta en un producto o servicio material? Por ejemplo, ¿son «improductivos» los músicos, los profesores, los predicadores del evangelio, los psicólogos?
– ¿Es «productivo» todo trabajo que resulta en un producto material? Por ejemplo, ¿son «productivos» los productores de drogas dañinas, de películas pornográficas, de armas de guerra, de juguetes de mala calidad que se rompen en el primer uso?
– ¿Cómo podríamos definir más claramente lo que es un trabajo «productivo», en el sentido de que contribuye al bienestar general?
– ¿Qué tendría que pasar para que haya menos necesidad de policías y agentes de seguridad; de abogados y jueces; de funcionarios del gobierno; de profesores; … ? ¿Qué otros trabajos serían menos necesarios, si hubiera ciertos cambios en la sociedad y en la forma de gobierno?
– ¿Cuáles productos alimenticios implican más gastos improductivos: los productos procesados que se venden en los supermercados, o los productos agrícolas que vienen directamente del productor?
– ¿Necesito que el estado controle la salubridad de los restaurantes? ¿O puedo yo mismo, si como en un restaurante, darme cuenta de que es insalubre, y en este caso decidir ya no comer allí?
– Como padre de familia, ¿necesito que el estado decida cuáles escuelas o servicios educativos pueden funcionar y cuáles no? ¿o puedo yo mismo darme cuenta si mis hijos no reciben una buena educación, y en este caso buscar una alternativa?
– Tomando en cuenta que muchos funcionarios del estado son corruptos, ¿puedo confiar en que el estado me protegerá de productos y servicios de mala calidad? ¿o es preferible ejercer mi juicio propio y decidir de quién comprar?

(Vea también: «Conciencia consumidora«.)


La economía es interconectada.

¿Conoces el juego «Yengha»? (Quizás en otros lugares se conoce con otro nombre.) Consiste en unas piezas de madera que se ponen unos sobre otros para formar una torre alta. Después, sucesivamente, se sacan piezas de abajo y se colocan encima de la torre … hasta que la torre pierde el equilibrio y cae.

Podemos comparar la economía con una torre de yengha. Cada pieza se apoya sobre otras piezas, y ésas a su vez sobre otras piezas, y así sucesivamente. Cada productor depende de ciertos insumos, herramientas, medios de transporte, etc; y ésos a su vez dependen de otros productores; y así sucesivamente.

Imagínate ahora que tenemos una torre de yengha como en la imagen, con piezas de diferentes colores. Alguien decide arbitrariamente que, por ejemplo, las piezas rojas y anaranjadas se consideran «no esenciales», y deben quitarse. ¿Qué va a pasar?

Lo más probable es que la torre entera se vendrá abajo. En un juego de yengha siempre vamos a notar que son relativamente pocas piezas que podemos quitar sin que la torre se caiga.Y hay que probar cuidadosamente cada pieza, para saber si se puede quitar con seguridad o no. No podemos quitar arbitrariamente todas las piezas de un color determinado.

Así también en la economía, no se pueden arbitrariamente cerrar ciertas ramas, y pensar que lo demás seguiría funcionando como antes. Toda interferencia estatal causa un desequilibrio que al fin de cuentas afecta a la economía entera. No se puede hacer una distinción arbitraria entre negocios «esenciales» y «no esenciales». O como dijo alguien: «Todo trabajo es esencial para la persona que gana su vida con él.»

Por ejemplo, en el año 2020 diversos gobiernos decidieron que los hospitales eran «esenciales», pero que las ferreterías eran «no esenciales». Entonces, ¿qué pasa si en un hospital se rompe un tubo de agua y se inunda un piso entero? Hay que llamar a un gasfitero, pero el gasfitero no tiene permiso para trabajar, porque su trabajo se considera «no esencial». Supongamos que con mucha perseverancia y suerte, el gasfitero consigue un permiso especial para trabajar, ya que es para un hospital. Pero no puede conseguir un tubo de repuesto, porque las ferreterías están cerradas. Entonces el hospital ya no puede funcionar normalmente porque no hay ferreterías.
O ¿qué pasa si un camión que transporta medicamentos se malogra en el camino, y no hay mecánico para arreglarlo, porque el gobierno prohibió a los mecánicos trabajar? Al hospital le faltarán medicamentos, y quizás hasta mueren pacientes por eso.

Lo mismo sucede ahora, que varios gobiernos prohíben trabajar a ciertos grupos de personas, por ejemplo a los que no están dispuestos a participar en cierto experimento médico riesgoso. Eso tiene las mismas consecuencias: se desestabiliza la economía entera. (Por no mencionar que por supuesto, todas esas medidas son violaciones flagrantes de los derechos humanos.) No se pueden quitar arbitrariamente a ciertas «piezas» del juego, solamente por no cumplir con ciertos criterios, o por no estar de acuerdo con la política del gobierno. Eso hace caer al sistema entero.

Hay innumerables interdependencias entre las diferentes ramas de la economía, algunas muy complejas. Algunas de las restricciones que se impusieron hace dos años, empiezan recién ahora a mostrar sus consecuencias, en forma de interrupciones de la cadena de suministros. Cuanto más complejo es un producto, más insumos diferentes necesita para su fabricación. Si uno solo de esos insumos no puede llegar a la fábrica, la producción ya no puede continuar.

Para seguir pensando:
– ¿Qué partes se necesitan para fabricar un automóvil? ¿De dónde vienen esas diferentes partes? ¿Cómo llegan esas partes a la fábrica de autos?
– Si se dejan de fabricar automóviles y camiones, ¿qué consecuencias tendrá eso para el transporte de todos los otros bienes?
– Si se dejan de fabricar fertilizantes, ¿qué ramas de la economía se afectan? ¿Con qué consecuencias?
– Muchos dicen que «por causa de la pandemia» se cerraron fábricas, entraron empresas en quiebra, etc. ¿De verdad tiene un virus el poder de cerrar una fábrica? ¿o quiénes fueron en realidad los que cerraron las empresas? – ¿Y cuán alto era realmente el riesgo de los obreros a quienes se les prohibió trabajar, de morir por el virus? (Toma en cuenta que ese riesgo es mucho mayor para personas ancianas que para personas en edad de trabajar; y que es mucho mayor para personas que ya están enfermas, que para personas sanas. Toma en cuenta también que muchos de los que murieron, eran personas que se quedaron en casa, y eso aparentemente no los protegió.)
– Busca unos ejemplos históricos y actuales de gobiernos que intentaron controlar y planificar la economía de sus países a lo máximo. Busca ejemplos de gobiernos que dieron mayor libertad. Compara lo que sucedió en los unos y en los otros.

No Comments »

¿Qué clase de escuelas privadas quiere el gobierno del Perú?

A grandes rasgos, las escuelas privadas se pueden clasificar en dos categorías: las que existen por convicción pedagógica y amor a los niños; y las que existen por negocio. (Sé que esta clasificación es simplificada; pero para los propósitos de este artículo es suficiente.)

Las críticas generalizadas a las escuelas privadas se dirigen mayormente al segundo grupo: «Solamente sacan plata a la gente.» – «No ofrecen buena educación, pero se lucran con ella.» Etc. Y estas críticas afectan también a las escuelas del primer grupo, aunque los puntos mencionados no se aplican a ellas, pero muchos críticos suelen meter a todas las escuelas privadas en el mismo saco.

¿Qué hace el gobierno frente a esta situación? – Según escucho de fundadores de escuelas, mayormente se aumentan las exigencias a la infraestructura. Por ejemplo, una nueva escuela primaria con jardín, para ser reconocida, debe ahora contar con un terreno de 600 metros cuadrados y 9 aulas. También, si estoy bien informado (que me corrijan si estoy equivocado), ya no existe la figura de una escuela privada «sin fines de lucro», así que todas tienen que pagar impuestos (¿aún si tienen un balance económico negativo?). Entonces, ¿qué sucede?

Las escuelas que existen por negocio, no tienen ningún problema con ello. Estas escuelas pertenecen mayormente a empresas millonarias que saben poco de pedagogía, pero mucho de negocios. A ellas no les faltan los medios para comprar terrenos, construir aulas, y llenar la ciudad con su propaganda hasta que las aulas estén llenas. El trato que los niños reciben en estas aulas es secundario.

No así las escuelas que existen por convicción pedagógica. Estas escuelas, por amor a los niños, aplican pedagogías distintas de las escuelas estatales. Y por ser «diferentes», no encuentran a mucha gente que confía en ellas, porque la mayoría quiere «lo de siempre». Son pocas las familias que aman a sus hijos lo suficiente, y tienen suficiente espíritu pionero, para brindarles una educación que toma en cuenta sus necesidades: la necesidad de moverse, de jugar, de ser comprendido y tomado en serio, de aprender las cosas a manera de niños y no a manera de adultos. Por eso, muchas de esas escuelas comienzan con tan solamente tres o cuatro familias idealistas que desean realizar este sueño de ofrecer a sus hijos una educación diferente. Así que en total tienen quizás diez niños. Y los burócratas del ministerio de educación, ajenos a la realidad, ¡les exigen que construyan nueve aulas para diez niños!

¿Cuál es el efecto de esta política? – Obviamente, que se favorecen las escuelas comerciales, y se marginan las que podrían contribuir a verdaderas innovaciones educativas. ¿Qué motivos tendrá el gobierno para desear eso? ¿Son sus funcionarios tan alejados de toda buena pedagogía, que creen que una empresa comercial educa mejor que un equipo de educadores que aman a los niños? ¿O se incentiva este comercialismo con el fin de poder criticar después aun más a las escuelas privadas, «que es solo negocio», y así poder exigir que se les impongan aun más trabas?

Se manifiesta aquí también el concepto materialista que el gobierno tiene acerca de la educación: Para el gobierno, «educación» es infraestructura, dinero, y reglamentos. Para un verdadero educador, la educación trata de seres humanos. Una familia humilde en una casita de adobe, que trata a sus hijos con cariño y comprensión y les brinda experiencias estimulantes, puede brindarles una educación de mejor calidad que las escuelas estatales y empresas en sus palacios de concreto y cristal. Eso es lo que los burócratas no entienden.

A pesar de todas las afirmaciones del ministerio de educación, de querer impulsar la «innovación educativa», se hace todo lo contrario. Los directores y profesores de las escuelas estatales están siendo estrangulados por el exceso de normas, reglamentos, y procedimientos administrativos. Y a las escuelas privadas, que todavía gozan de ciertas libertades, se las quiere poner poco a poco en la misma situación. Entonces, ¿quién va a innovar todavía? La innovación no puede florecer bajo reglamentos y procedimientos prescritos, porque innovar significa hacer las cosas de manera diferente. Casi todos los observadores del sistema escolar coinciden en que este sistema está mal, que se debe hacer de manera diferente; pero al mismo tiempo el gobierno impide con su política controladora que alguien haga realmente algo diferente. Así que queda un solo grupo de educadores que podrían todavía producir innovaciones y mejoras: los que renuncian completamente al reconocimiento estatal y se colocan deliberadamente afuera de todo sistema. Y estoy observando que esta es efectivamente una tendencia entre educadores alternativos e innovadores. Así que la política del gobierno está logrando lo siguiente: por un lado, que las escuelas privadas se «comercializan» aun más; y por el otro lado, que el potencial creativo e innovador que existe todavía en algunos educadores, migra más y más hacia una subcultura de «educación inoficial» que ha cortado todos los lazos con el sistema escolar existente. ¿Es realmente eso lo que quiere el gobierno?

No Comments »