… son condiciones inflamatorias graves del corazón, que en ciertas circunstancias incluso pueden ser mortales. Recientemente, los varones jóvenes en particular tienen un riesgo 7 a 20 veces más elevado de sufrir esta condición, debido a una intervención médica que no es permitido nombrar en este contexto. Tan solamente en EEUU, se han reportado oficialmente más de 2500 casos hasta agosto de este año. Ya que el registro no es obligatorio, hay muchos casos que quedan sin registrar; las estimaciones van desde 5 veces hasta 100 veces el número de los registrados. Otros países reportan cifras similares, de manera que algunos países del hemisferio norte comenzaron a poner freno a determinadas intervenciones médicas, para evitar el aumento de casos.
¿Y qué nos dicen a eso aquí? – El organismo supervisor de los medicamentos en el Perú se apresuró a asegurar que «no se han registrado estos casos en nuestro país».
Ahora tenemos que desenterrar lo que queda de nuestra capacidad de razonar, (después de tantos ataques de pánico y de sicosis masivas que los medios de comunicación han lanzado sobre nosotros desde el año pasado), y tenemos que analizar críticamente lo que dijo el representante del gobierno. No dijo que no hay tales casos en el Perú. Tan solamente por probabilidad estadística, ya deben haber ocurrido aquí también varios cientos de esos casos. ¿O acaso quieren hacernos creer que de manera milagrosa, los productos farmacéuticos se comportan en el Perú de una manera distinta a todos los otros países del mundo?
No, lo que dijo el gobierno es que esos casos «no se han registrado». O sea, esos casos ocurren, pero por alguna razón el gobierno no está interesado en que los médicos los registren. En otras palabras, el gobierno está admitiendo indirectamente que hay un encubrimiento.
Eso a su vez tiene repercusiones sobre la figura del «consentimiento informado». Un paciente tiene derecho a recibir información verídica y completa acerca de los beneficios y riesgos de un tratamiento. Si los organismos que pretenden darnos órdenes acerca del cuidado de nuestra salud, están ahora haciendo como si ciertos riesgos no existieran, y están descuidando la colección y publicación de los datos al respecto, entonces ya no existe un consentimiento informado. Mas bien se está engañando a la población para que dé un «consentimiento desinformado». Y estamos hablando de sólo dos de los posibles efectos adversos; hay muchos otros que tampoco se reportan ni se informan.
Sé que es arriesgado hablar sobre estos temas en los tiempos actuales. Pero la situación es seria; hay gente que se está muriendo (conocí casos en mi propio entorno personal); y el silencio es complicidad. Si los políticos y los medios de comunicación no están cumpliendo con su deber de informar la verdad, entonces nosotros tenemos que hacerlo, cada uno de nosotros. Si usted conoce a víctimas, indague acerca de las causas de la enfermedad o muerte, y acerca de las intervenciones médicas que el/la paciente recibió en las semanas o meses antes de enfermarse. Si usted es pariente directo de una víctima mortal, y la causa de la muerte no se ha esclarecido satisfactoriamente, insista en una autopsia. Y si los médicos y otras personas encargadas no están dispuestas a registrar y reportar debidamente estos casos, por lo menos regístrelos Ud. en su propia consciencia y en las consciencias de todas las personas que Ud. conoce. Esto, por lo menos, lo debemos a la generación joven que actualmente está en alto riesgo – y no solamente los jóvenes; hay otros riesgos que más afectan a los ancianos. Y no es por causas naturales, sino por las acciones deliberadas de quienes tienen el dinero y el poder.