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Un peligro para el movimiento de la educación en casa

Corrientes autoritarias y abusivas en el movimiento de la educación en casa

Durante varias décadas, el movimiento de la educación en casa en Estados Unidos ha disfrutado de muchas libertades. Tiene ahora bastante prestigio ante la sociedad y ante las instituciones y autoridades del sistema escolar y universitario, debido a sus éxitos en el rendimiento académico y la madurez emocional y social de la mayoría de los estudiantes educados en casa. Diversas investigaciones profesionales testifican de estos éxitos.

Sin embargo, durante los últimos años han aumentado también las críticas contra la educación en casa en aquel país. Eso se debe en gran parte a unos escándalos de maltrato infantil y abuso sexual dentro de algunas familias educadoras. Salieron a la luz un número considerable de testimonios de hijos de tales familias, ahora adultos, quienes relatan cómo en sus familias se cultivaba una «cultura del encubrimiento» respecto a esos delitos. En su mayoría se trata de familias que se identifican como cristianas, pero practican una forma aberrante, muy autoritaria del cristianismo. Tristemente, eso ha hecho que muchos de sus hijos rechazaran no solamente el ambiente autoritario de su familia, sino la fe cristiana en general, como se puede notar en diversos artículos y comentarios en internet.

Se enseña también un concepto extremista de «obediencia» y «sumisión»: una obediencia inmediata, sin cuestionar, sin tomar en cuenta si una orden es irrazonable, moralmente mala, o dañina. (Vea el artículo anterior.) Aun peor es cuando ese concepto errado de «obediencia» se lleva a la esfera de las relaciones entre personas adultas; por ejemplo entre los miembros de una iglesia y sus líderes; en contradicción contra Hechos 5:29: «Hay que obedecer a Dios más que a los hombres».
Los casos de maltrato y abuso sexual que fueron conocidos en los EEUU, tienen una característica particularmente escandalosa en común: Las víctimas y sus familiares, amigos, y líderes religiosos hicieron todo lo posible para encubrir los abusos, y para evitar que el culpable tuviera que asumir las consecuencias de sus actos. Es que el autoritarismo enseña también que «nunca debes hablar mal de tus autoridades» (donde «autoridades» incluye también padres, líderes de iglesias, y otros). Así que en esos círculos, los hijos nunca se atreverían a hablar de un delito cometido por sus padres, una esposa de su esposo, o un miembro de una iglesia respecto a un líder en la iglesia. Si pusieran una denuncia o siquiera hablasen con alguien más, se sentirían culpables ante Dios por «haber hablado mal de una autoridad».
Este es un terrible abuso del nombre de Dios y de la Biblia. Dios manda que los pecados y delitos deben exponerse y confrontarse (Ef.4:11); y es irrelevante si el culpable es a la vez una «autoridad» de alguna clase. Sin embargo, parece que un segmento considerable de quienes se identifican como «cristianos», creen en esas doctrinas aberrantes, de que ellos serían obligados a encubrir los pecados y delitos de quienes llaman «autoridades».
Los documentos enlazados al final de este artículo proveen un poco más de trasfondo acerca de este tema.

Este es entonces el trasfondo ideológico detrás de muchos de los casos deplorables, dentro de una corriente marginal, pero que actualmente amenaza con desprestigiar el movimiento de la educación en casa en los EEUU. Observo con mucha preocupación, que esta misma corriente está ganando terreno también en América Latina. Si eso se extiende más, pronto tendremos los mismos escándalos como en los EEUU. Y eso a su vez podrá causar que los representantes del gobierno y de los sistemas escolares, que actualmente proveen bastante apertura para la educación en casa, podrían cambiar su opinión y podrían empezar a restringir, o incluso prohibir, la educación en casa.

Por supuesto que el mismo autoritarismo existe también en los sistemas escolares. América Latina, por su trasfondo histórico y cultural colonial, es particularmente influenciada por el autoritarismo; de manera que muchos lo consideran «normal», en todas las esferas de la sociedad, y ni siquiera están conscientes de que tienen una mentalidad autoritaria. Pueden incluso mostrarse preocupados porque «en la sociedad ya no se respeta la autoridad». (Eso puede ser cierto para la cultura europea y norteamericana. Pero todavía no he visto eso en América Latina.)
Al contrario, un problema mucho mayor es que mucha gente está demasiado dispuesta a someterse bajo autoridades falsas y corruptas. El famoso experimento de Stanley Milgram demostró que entre 60 a 70% de la población están dispuestos a maltratar, torturar, hasta poner en peligro de muerte a sus prójimos, si una «autoridad» se lo ordena – únicamente con órdenes verbales, sin que la autoridad tenga alguna medida de presión a su disposición. Y un problema complementario, no menor, de la sociedad actual es el abuso de poder por parte de las autoridades.

La Homeschool Legal Defense Association (HSLDA) es una organización estadounidense bastante conocida, que provee apoyo legal a familias educadoras. Esta organización tiene bastante cercanía con las corrientes autoritarias arriba descritas. Sin embargo, incluso el fundador y presidente de esa organización, Michael Farris, se vio obligado a pronunciarse respecto a los excesos que salieron a la luz en los últimos años:

«Algunos jóvenes que fueron educados en hogares patriarcales y/o legalistas están ahora contando sus historias. Por sus historias me he enterado de que las enseñanzas de esos hombres están siendo aplicadas de maneras que son claramente faltos de sabiduría y dañinas desde cualquier punto de vista razonable, sea cristiano o secular. La gente está siendo herida.»
«En la vista de esos escándalos recientes, creo que es ahora tiempo de pronunciarnos – no acerca de los pecados individuales de esos hombres, pero acerca de sus enseñanzas. Sus pecados han dañado las vidas de sus víctimas, y deben investigarse por quienes tienen la autoridad legal y espiritual apropiada; pero sus enseñanzas siguen amenazando la libertad e integridad del movimiento de la educación en casa. Es por eso que HSLDA tiene que ponerse de pie y pronunciarse.»
«Francamente, deberíamos habernos pronunciado más antes. Cuánto más antes, es difícil de decir. Hay una diferencia sutil entre enseñanzas con las que simplemente no estamos de acuerdo, y enseñanzas que son realmente peligrosas.»
«Como un líder de la educación en casa por 30 años, y canciller del Colegio (Universidad) Patrick Henry, he entrado en contacto con muchos jóvenes que fueron educados en hogares patriarcales o legalistas. Casi ninguno de ellos sigue estas filosofías hoy en día. Algunos rechazaron el cristianismo por completo. Con todo, si fueron criados con una idea equivocada de Dios, no debe sorprender a nadie cuando ellos se van – están rechazando algo que no es el Dios de la Biblia. Pero aquellos que siguen siendo cristianos, en su mayoría, rechazaron los puntos de vista extremos de su niñez, y asumieron un punto de vista más equilibrado.»
«En este sentido, el legalismo sucede cuando alguien eleva su punto de vista personal de lo que es una conducta sabia, a un nivel donde reclama que las opiniones propias de esa persona son los mandamientos universales de Dios. Debemos tener sospechas acerca de maestros que pretenden hablar por Dios acerca de asuntos [que dependen] de opiniones personales.»

Michael Farris, «A Line in the Sand» (Una línea en la arena), Circular para los miembros de HSLDA, agosto de 2014

Hasta donde veo, la mayoría de las familias educadoras decidieron educar en casa, porque llegaron a la convicción de que eso es lo mejor para sus hijos; sea desde el punto de vista psicológico, académico, ético, o religioso. Pero en las corrientes autoritarias hay una motivación adicional, que a menudo opaca y anula la preocupación por el bienestar de los niños: el deseo de producir más «soldados» para el «ejército» propio. El autoritarismo no respeta la autonomía de cada familia en cuanto a la educación de sus hijos. Prescribe a los padres cómo deben tratar con sus hijos, y a qué «principios» deben someterlos; no a manera de simples consejos, sino como órdenes no-opcionales; ya que según las enseñanzas del autoritarismo, también los padres de familia deben «sumisión» y «obediencia» hacia sus «superiores». A menudo, esos «superiores» son líderes eclesiásticos que difunden las doctrinas autoritarias, porque eso beneficia su propia posición de poder. De esta manera, las familias educadoras son instrumentalizadas para aumentar el poder y la influencia de un líder en particular.

Quiero aclarar en este momento que no tengo nada en contra de la autoridad paterna en sí. En una familia funcional, los niños por sí mismos respetarán esa autoridad, a base de una relación de confianza, y porque reciben muestras del amor, de la sabiduría, justicia, provisión y protección de sus padres. Es legítimo que los padres ejerzan autoridad, por tener mayor experiencia y madurez que los niños. Pero que lo hagan en amor e integridad, velando primeramente por el bienestar de los niños, y respetando que Dios tiene un diseño individual para cada niño, que solamente el niño mismo puede descubrir. La autoridad paterna no es para presionar a los niños dentro de un molde prediseñado por el padre o por algún «superior», ni para «someterlos» bajo un principio teorético de autoridad.

Siempre existirán diferencias entre una familia y otra. Unos enfatizarán más la autoridad; otros más la libertad y el respeto mutuo. Es legítimo que exista esta diversidad; que cada familia elija el estilo de educación que encaja mejor con su situación particular.

Pero no es legítimo interpretar el concepto de «autoridad» de una manera que justifica abusos, maltratos, y el encubrimiento de delitos.

Y no es legítimo que unos líderes, maestros o escritores se aprovechen de la afiliación religiosa de muchas familias educadoras, para propagar un modelo autoritario como si fuera el único compatible con dicha afiliación religiosa. (Respecto a la validez de alternativas, vea «Educadores alternativos aplicando principios bíblicos«.)
En el pasado, la gran mayoría de los líderes evangélicos que conocí, estaban muy en contra de la educación en casa. (Probablemente no estaban conformes con la gran autonomía de las familias individuales, que la educación en casa promueve.) Pero ahora, unos pastores parecen haber descubierto los modelos autoritarios de la educación en casa, los cuales permiten a los pastores controlar y dirigir directamente lo que las familias hacen en casa, aun más de lo que podrían hacerlo en el caso de una escuela eclesiástica.

Así que hay que ejercer discernimiento también respecto a los grupos de apoyo para familias educadoras. Por un lado, es legítimo que se formen grupos con inclinaciones pedagógicas o religiosas particulares, ya que una razón importante por educar en casa es el derecho de educar a los niños de acuerdo a los valores y convicciones propias de cada familia. Solamente que esos grupos deberían declarar su inclinación abiertamente; por ejemplo: «Somos un grupo que promueve el método Charlotte Mason» (o cualquier otro). – O: «Somos un grupo de cristianos evangélicos.» – O: «Somos un grupo que promueve un estilo de vida vegano.» – O lo que sea.
Por el otro lado, hay que tener cuidado con aquellos grupos que pretenden ser grupos de apoyo entre familias, pero que en realidad son «anexos» de alguna otra organización que está detrás, por ejemplo una escuela a distancia, o una iglesia. En este caso hay una gran probabilidad de que las familias miembros sean sutilmente instrumentalizadas para avanzar los propósitos económicos, religiosos, o ideológicos de la organización que está detrás. Cuando es una escuela o una iglesia que «dirige» a las familias, se desvirtúa la idea fundamental de que los padres son los encargados de educar a sus hijos. Un grupo genuino de apoyo para familias es uno que es gestionado por las mismas familias, y que cuenta con mecanismos internos para asegurar que se elijan como «dirigentes» a familias educadoras con experiencia, y que respeten la autonomía de cada familia, dentro del marco de la inclinación particular del grupo que se ha declarado abiertamente.

Investigando, descubrí que por el lado evangélico, fue mayormente un único hombre de tremenda influencia (y sus seguidores), quien jaló a muchos evangélicos hacia el lado del autoritarismo. Por eso, dos de los tres documentos enlazados abajo se refieren específicamente a sus enseñanzas y prácticas; y los tres documentos se enfocan principalmente en la situación y teología de las iglesias evangélicas. Sin embargo, sé por experiencia que las enseñanzas y prácticas descritas en estos documentos, son representativas de prácticamente todas las corrientes autoritarias y abusivas. – No estoy bien informado acerca de la situación por el lado católico; pero la jerarquía católica romana tiene una larga historia de exigir «sumisión» y de reclamar infalibilidad, así que no me sorprendería si esas mismas corrientes se encontraran también en diversas organizaciones católicas.

Una señal del autoritarismo es que los líderes autoritarios no toleran ningún desacuerdo con sus enseñanzas y prácticas. A menudo siguen a algún líder o maestro, a una organización, o a unos «principios», con una lealtad esclavizante que bordea a idolatría. Cuando se trata de líderes evangélicos, eso debería denunciarse como una desviación de su propia fe. Es que todas las denominaciones evangélicas afirman, por lo menos en teoría, que las Sagradas Escrituras son la máxima autoridad sobre la enseñanza y práctica cristiana. En consecuencia, todo maestro o líder que pretende ser evangélico, debe estar dispuesto a ser evaluado a la luz de la Biblia. Si no está dispuesto a una discusión abierta, basada en la Biblia, acerca de lo que enseña y practica, entonces no es un evangélico genuino; es un seguidor del autoritarismo.

Documentación:

Firmes en la libertad con la que Cristo nos hizo libres. Un análisis bíblico y pastoral de las enseñanzas del autoritarismo.

¿Principios bíblicos? Artículos que examinan las enseñanzas típicas de una corriente representativa del autoritarismo.

Estrategias de un manipulador. Testimonios de personas que experimentaron por experiencia propia las artimañas astutas de un líder autoritario y manipulador.

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PS: Unas notas acerca de la sección de comentarios:
1. Si alguien desea enviar una pregunta o consulta muy personal acerca de sus experiencias con el autoritarismo, respetaré la privacidad de la persona y no publicaré el comentario, excepto si la persona misma lo pide explícitamente.
2. No podré entrar en correspondencia acerca de los artículos en los últimos dos documentos enlazados, ya que no son de mi autoría.
3. No admitiré comentarios contenciosos en defensa del autoritarismo. Quien desea eso, que por favor lleve su contienda a los sitios web indicados como fuentes en los últimos dos documentos enlazados; esos sitios son administrados por personas especializadas en los asuntos.

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¿Cuántas horas académicas necesita un niño?

Este año tuve la experiencia grata de que mi hijo de 16 años pudo empezar a estudiar la carrera universitaria que él mismo había elegido. Aprobó el examen de admisión en el primer intento, en una universidad que tiene la reputación de ser una de las más exigentes en cuanto a su examen de admisión.

Ahora, las personas que no conocen nuestros métodos educativos, asumen que seguramente él tuvo que «chancar» día y noche, quizás durante años, para lograr este éxito. ¡Al contrario! A base de las investigaciones existentes acerca del desarrollo del niño, sabemos que su éxito se debe precisamente al hecho de que hemos limitado sus horas académicas, sobre todo durante sus años de primaria.
(Para entender las bases científicas y metodológicas de esta afirmación, lea el resumen de «Mejor tarde que temprano», y «La Fórmula Moore», por Raymond y Dorothy Moore.)

Durante toda la niñez de nuestros hijos, o sea hasta la edad de 13 años, no recuerdo que alguna vez hayamos tenido más que una sola «hora académica» por día con ellos. Lo llamábamos «el tiempo de hacer tareas con papá (o mamá)». (Para los lectores no familiarizados con nuestros métodos: Nuestros hijos recibieron toda su educación primaria en casa, y también la mayor parte de su educación secundaria.)
En estos tiempos solíamos introducir algún tema nuevo de la matemática, del lenguaje, de la Biblia, de las ciencias, u otro; o resolvíamos unos ejercicios que nuestros hijos no podían hacer sin nuestra ayuda. Todo el resto del tiempo estaba dedicado a trabajos y proyectos prácticos, la exploración libre, o juegos, tomando muy en cuenta los intereses propios de los niños.

  • Muchos juegos tienen un gran valor educativo. (Vea p.ej. «La matemática de los juegos y los juegos de matemática», y los artículos siguientes.)
  • La «exploración libre» incluía tanto expediciones al campo y experimentos científicos, como mucha lectura independiente por parte de los niños. A ellos les gustaba mucho leer, así que constantemente buscaban nuevos libros sobre temas que les interesaban. Y esta motivación por la lectura se debe a que nunca presionamos a nuestros hijos a leer. Los niños escolares están desmotivados porque fueron obligados a leer, mucho antes de que su cerebro alcanzó la madurez necesaria para ello, y con métodos que se parecen más a un entrenamiento de loros o a un arrear de esclavos. ¡No extraña que ellos no puedan encontrar nada placentero en la experiencia de leer! (Vea también «¿Cómo aprenden a leer?»)
  • Los proyectos prácticos son mucho más adecuados a las necesidades de un niño que el estudio con libros y cuadernos; porque los niños son esencialmente aprendedores concretos. Ellos necesitan ver, tocar, manipular, probar, armar y desarmar, para aprender.

En la adolescencia comienza a desarrollarse el razonamiento abstracto, y la capacidad de analizar sistemáticamente las reglas de la gramática, las leyes científicas, etc. Para tener éxito en este análisis sistemático, el adolescente necesita poder referirse constantemente a un gran tesoro de experiencias prácticas que acumuló anteriormente, en su niñez.

Por eso, lo que el niño en edad de primaria más necesita, es la exploración libre y los trabajos prácticos. Si un niño tuvo muchas oportunidades de divertirse con agua y arena, de hacer experimentos con pelotas y palancas, o de armar y desarmar sus propias máquinas, entonces no le será difícil entender las leyes de la física cuando sea adolescente. Si encontró placer en leer libros por su cuenta, y tuvo un contacto natural con diversas formas del lenguaje, entonces no dificultará con las reglas de la gramática cuando sea adolescente. Pero no le aprovecha si le obligamos a memorizar los resultados de tales sistematizaciones antes del tiempo.

Es una observación psicológica que un niño o adolescente no puede «saltar» ninguna etapa en su desarrollo. Y si lo intenta (o si es obligado a hacerlo), más tarde sentirá la necesidad de «recuperar» la etapa perdida. Permitamos a los niños ser niños; y entonces actuarán también en la adolescencia y en la edad adulta de acuerdo a su edad. Pero si obligamos a los niños a ser pequeños adultos (estudiando conceptos demasiado abstractos), de adultos sentirán una necesidad irresistible de comportarse de manera infantil. ¿No podemos observarlo ya en la actual generación de jóvenes adultos?

Ante este trasfondo es realmente deprimente ver lo que hace el sistema escolar. Si el rendimiento de los alumnos es «bajo», los profesores y funcionarios escolares siempre tienen la misma respuesta: ¡Más horas académicas! (Vea también: «Más cárcel para los niños».)

horasAcademicas

Desde la experiencia de muchos años, ofreciendo ayuda y refuerzo para niños escolares, sé que en realidad este «remedio» es la enfermedad. Muchos niños sufren de problemas de aprendizaje porque tienen demasiadas horas académicas. Están estresados, nerviosos y agotados por la sobrecarga escolar. Como demuestran las evaluaciones de los alumnos de secundaria (como el conocido estudio PISA), este sistema no tiene ningún provecho académico. Miles de profesores y millones de alumnos desperdician su valioso tiempo (y el dinero de nuestros impuestos) en miles de horas académicas mal concebidas y superfluas, que no producen ningún verdadero aprendizaje. ¿Será que alguna vez algún planificador escolar se ponga a reflexionar sobre los efectos negativos que este sistema tiene sobre la economía?

Pero yo prefiero considerar el asunto desde el punto de vista del bienestar del niño. Es una forma de maltrato infantil, someter a un niño a esta sobrecarga de horas de clase improductivos, y todavía a tantas horas más de tareas en casa. En vez de maltratarlos con aun más clases y tareas, deberíamos darles un descanso y permitirles aprender de acuerdo a sus necesidades. La experiencia de nuestros hijos ha demostrado que un niño puede rendir más, con mucho menos esfuerzo y menos estrés, si tan solamente le permitimos ser niño, le ofrecemos actividades prácticas, y no lo sobrecargamos ni con horas académicas ni con contenidos demasiado abstractos. Un niño necesita mucho menos horas académicas de lo que usted piensa.

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Unas voces sensatas acerca del sistema escolar peruano

Mi último artículo puede haber dejado la impresión de que quiero pintar todo de negro. Eso no es así. De vez en cuando oigo o leo unos comentarios muy sensatos, bien pensados, en los medios de comunicación. También en el Perú hay unos educadores que entienden lo que es una buena educación. Solamente que estos comentarios por lo general tienen dos pequeños problemas. Uno es, que son conscientes solamente de la mitad del problema, y por tanto sugieren mejoras a medias. Eso ya es mucho mejor que las sugerencias oficiales que van en una dirección completamente equivocada: aun más horas de clases, más teoría, más presiones – cuando es exactamente el exceso de esas cosas que causa el bajo rendimiento de los alumnos. Los comentaristas sensatos se han dado cuenta de eso (por lo menos en parte) y piden una escuela más humana, más de acuerdo a las características del niño, más práctica y más consciente de la vida real. Eso ya es bueno. Pero el segundo problema es, que esos comentarios simplemente no se toman en cuenta en la práctica escolar y en las decisiones de política escolar.

Así por ejemplo la reconocida psicóloga Lupe Maestre, que en su programa radial «Confidencias» trata a menudo de problemas escolares. En diversas oportunidades ha hecho escuchar su voz en contra del maltrato infantil que sucede en las escuelas. Pero al mismo tiempo mencionó que el ministerio de educación nunca reacciona a lo que ella tiene que decir.

Ella también ha expresado preocupación por los niños que sufren bajo un exceso de tareas escolares. A una madre que se quejó de que sus niños no quieren hacer las tareas cuando regresan de la escuela, respondió: «¿Pero cuándo van a descansar tus hijos? Llegan desde la escuela a las tres de la tarde, están agotados de tanto estudiar, ¿y tú quieres que enseguida empiecen a hacer sus tareas? Déjales descansar hasta las cinco, que jueguen, que correteen, y entonces cuando hayan recuperado sus fuerzas, que hagan sus tareas hasta la hora de la cena.» (Lo relato de la memoria porque no lo tengo escrito.) – Solamente que el problema es en realidad aun más grave: Muchos niños hoy en día tienen tantas tareas que si empiezan haciéndolas a las cinco de la tarde, no terminan hasta la medianoche. Entonces no duermen lo suficiente, lo que acarrea toda clase de problemas de salud, y también disminuyen las capacidades intelectuales. Para que el consejo de la psicóloga funcione, habría que lograr también que los profesores den menos tareas, y tareas más sensatas.

En otra oportunidad, ella habló acerca de la situación de los niños preescolares: «Para un niño es muy difícil separarse de su mamá, de su casa, y muchas veces no tiene ningún sentido, ni ninguna motivación, de ir al nido. Para un niño tiene que tener sentido lo que hace. Si a un niño le dices: ¿Quieres cambiar a tu mamá, tu casa, tus juguetes, por un lugar desconocido?, el niño va a decir no. (…) Si una niña sigue llorando y llorando y no habla con los niños (en el nido), es porque evidentemente es maltratada, se siente no querida en ese lugar (…) Y de pronto sale que la han pegado, y entonces la niña debe tener miedo de ir al nido. Ella se siente en un lugar abandonada y sola. Las profesoras de inicial muchas veces tienen que hacer las veces de una mamá …» – Entonces su consejo era, que la mamá busque para su niña otro nido donde la profesora sea capaz de «hacer las veces de una mamá», y donde la niña no sea maltratada. Nuevamente un consejo bueno y sensato, pero bastante idealista pensar que la mamá va a encontrar prontamente un nido o jardín que cumpla estas condiciones. Típicamente, una profesora de inicial está a cargo de veinte a treinta niños; y es completamente ilusorio pensar que ella pueda «hacer las veces de una mamá» para tantos niños a la vez. Separar a un niño de sus padres y meterlo en un jardín de infancia, de por sí ya es traumático, independientemente de la calidad del jardín. (Vea en «Mejor tarde que temprano».) La verdadera solución consistiría en que la misma mamá se encargue de su hija, en vez de mandarla fuera de la casa; así le evitaría muchas experiencias traumáticas.

Pasamos a otro comentario reciente:

«Una prueba alternativa a PISA
Nos hemos (mal) acostumbrado a usar las pruebas PISA como el referente principal consensuado para evaluar la calidad de la educación de los países del mundo (…)
¿Qué pasaría si (…) en lugar de evaluar ciertas materias escolares se evaluara la capacidad de los alumnos de crear luego ciencia, tecnología, patentes, start ups, innovaciones en ciencias sociales al final del proceso educativo escolar y universitario? ¿Qué pasaría si en lugar de evaluar matemáticas, lectura y ciencias se evaluara arte, creatividad, habilidades sociales, informática, desarrollo psicomotor, deportes, o capacidad de resolver problemas cotidianos simples y complejos? Por ejemplo, evaluar qué alumnos logran hacer funcionar una máquina que se detiene por fallas mecánicas, reaccionar ante un desastre natural o un accidente vial, producir manualmente alguna pieza de madera o fierro, encontrar el camino de vuelta a la ciudad cuando se les deja abandonado en el bosque o el desierto, comunicarse con un pueblo nativo que no habla el idioma del alumno, etc.»
(León Trahtemberg, en «El Tiempo» (Piura), «La Industria» (Trujillo), «Correo» (Regiones), 8 de diciembre de 2013)

Es muy cierto que los exámenes escolares no son precisamente la mejor manera de evaluar a los alumnos. En otro lugar he escrito acerca de eso. (Vea en el «Manifiesto Pedagógico Cristiano Alternativo», capítulo V.9, y «¿Qué es calidad educativa?».) La prueba PISA tiene por lo menos la ventaja de que requiere algo más que solamente aplicar mecánicamente unos procedimientos mecanizados (como es el caso de los exámenes peruanos). Las pruebas PISA evalúan también el razonamiento. Por ejemplo, una pregunta de la prueba pide que los alumnos describan cómo diseñarían un experimento para comprobar o refutar una sencilla hipótesis científica. Pero es cierto que aun esta prueba es todavía muy teórica, muy «escolar», y en este sentido Trahtemberg tiene mucha razón con su comentario.

Pero otra pregunta muy distinta sería, ¿qué resultados sacarían los escolares peruanos en una «prueba alternativa» como él propone? En nuestros programas vacacionales he tenido muchas oportunidades de observar a alumnos en tales situaciones. ¡El sistema escolar no los prepara en absoluto para resolver esta clase de problemas prácticos! Los alumnos – aun los de secundaria – no eran capaces por sí solos de preparar una comida según una receta, de diseñar un sencillo experimento para medir la longitud de un resorte estirado, o de ir a una comunidad para entrevistar a algunos de sus pobladores.

Trahtemberg propone, entre otras: «Encontrar el camino de vuelta a la ciudad cuando se les deja abandonado en el bosque o el desierto». A un grupo de universitarios limeños les sobrevino inadvertidamente esta prueba. Con un resultado desastroso, según esta noticia:

«Sanmarquinos corrieron peligro de muerte perdidos en los andes de Lima.
Grupo de 46 estudiantes y un profesor se extravió en ruta a las ruinas de Rúpac, en Huaral. Estuvieron 36 horas indefensos a más de 4000 msnm. La policía los halló maltrechos, con signos de hipotermia.
(…) Se trata de estudiantes del cuarto y sexto ciclos de la Facultad de Sociales y Geografía, quienes tenían previsto explorar las ruinas arqueológicas de Rúpac, como parte de un trabajo especial para el curso de Cartografía.»
(Diario La República, Lima, 4 de noviembre de 2013)

Más tajantemente no se puede ilustrar la ineficacia del sistema escolar (y universitario) peruano. Un entero curso de cartografía (!), inclusive su profesor, ¡son incapaces de orientarse en el terreno! Y para enmendar esta situación, seguramente los funcionarios pedirán más clases de teoría, en vez de dejar que los estudiantes realmente hagan cartografía.

En conclusión: Es una muy buena idea, evaluar la capacidad de los estudiantes según criterios más prácticos, más sensatos, y más cercanos a la vida real, como propone Trahtemberg. Pero él se equivoca si piensa que en una tal evaluación el Perú saldría mejor. Al contrario, una tal prueba resaltaría aun más las deficiencias del sistema actual. Entonces, si algunos profesores, directores, o funcionarios del estado tomen en serio estas propuestas de evaluación, no mejorarían la imagen de sus escuelas. Pero por lo menos tendrán entonces un incentivo para emprender reformas en la dirección correcta. En este sentido sí deseo que la voz de Trahtemberg pueda ser escuchada – aunque es poco probable.

Ahora, que el lector adivine quién escribió los siguientes tres comentarios:

«El trabajo con lápiz y papel es posterior. En el nivel de Educación Inicial los niños necesitan trabajar con su cuerpo y con material concreto mediante el juego. No es necesario insistir en que los niños dibujen los números, que son símbolos abstractos que no tienen significado para ellos.»

«Muchas veces, por desconocimiento y de manera equivocada, hemos enseñado conceptos que no corresponden a los niños del nivel de Educación Inicial, tratando de adelantar contenidos de Educación Primaria, creyendo que los niños logran aprenderlos porque recitan mecánicamente los números, etc.
Sin embargo, se trata de un aprendizaje pasajero, producto de una enseñanza memorística, que propicia en ellos una mala experiencia, ya que aún no tienen preparadas las estructuras mentales que sustenten las bases de los conceptos. Muestra de ello son los resultados muy bajos en los logros de aprendizaje en Matemática en segundo grado de Primaria. (…)
Para superar los bajos resultados que tenemos, es tarea del Nivel de Educación Inicial asegurar los aprendizajes que corresponden a la edad de los niños y no adelantar conceptos para los cuales no están preparados, de acuerdo con su nivel de desarrollo cognitivo.»

«Cantidad y calidad:
Existe la creencia de que un estudiante eficiente en la resolución de problemas desarrolla y resuelve gran cantidad de ejercicios: mientras más ejercicios haga será mejor resolviendo problemas. Este pensamiento es impreciso.
Las investigaciones demuestran que los mejores resolviendo problemas invierten más tiempo en dos procesos: la comprensión y la metacognición o evaluación de sus resultados. Esto implica reconocer que resolver un problema con calidad requiere más tiempo.»

No es ningún otro que el mismo ministerio de educación del Perú, quien reconoce aquí algunas de las fallas principales del sistema actual. Las tres últimas citas son de su publicación oficial «Rutas de aprendizaje» (2013). Casi parece que los autores hubieran leído y adaptado algunos artículos de este blog …
– Solamente que, hasta donde pude ver, estas buenas ideas no se aplican en las escuelas. Al contrario, parece que muchos profesores se quedaron confundidos y hasta molestos: «¿Qué? ¿Ahora a los niños del jardín ya no hay que dar tareas para la casa? ¿Qué vamos a hacer entonces con ellos? ¿Y ya no deben aprender a leer y escribir? Pero si en la escuela primaria les exigen eso en su examen de ingreso … y los padres también lo exigen …»
Es que las ideas expresadas en las citas arriba son buenas, pero contradicen todo el resto de la política de las escuelas, y del mismo ministerio de educación. Por eso no se podrán realizar, a menos que el ministerio de educación dé también el otro paso necesario, el de abolir aquellas políticas que favorecen las presiones indebidas, la burocratización, y las exigencias académicas inapropiadas. Pero es poco probable que eso suceda. Más me da la impresión de que estas citas en «Rutas de aprendizaje» revelan unas contradicciones entre distintas corrientes pedagógicas que existen dentro del ministerio de educación. La solución correcta consistiría en dar libertad para que cada una de estas corrientes desarrolle sus propias escuelas. (Vea en «Manifiesto Pedagógica Cristiana Alternativo», capítulos III.7. y V.1.) Pero mientras se mantiene la idea de un solo sistema escolar estatal centralizado y monolítico, este sistema no va a poder manejar la existencia de una diversidad de corrientes pedagógicas dentro de su propio medio. Lástima por las muchas buenas ideas que de esta manera se pierden.

La publicación «Rutas de aprendizaje» exhibe otro aspecto interesante. Los fascículos para la «educación inicial» (jardín de infantes) contienen unas ilustraciones lindas que muestran una maestra con unos niños en diversas situaciones: conversando en círculo acerca de asuntos personales; caminando por la calle y entrevistando a personas de la comunidad; haciendo excursiones a la naturaleza libre; etc. Los dibujos transmiten una atmósfera de tranquilidad, alegría y armonía. Pero generalmente muestran a lo máximo cinco niños a la vez. Entonces, ¿qué es lo que en realidad se retrata en esos dibujos? – No es la realidad de un jardín de infancia. Una maestra de jardín no puede darse el lujo de ir a pasear con cinco niños, porque tiene a veinte otros niños que atender, que en ese tiempo se aburrirán, se pelearán, desordenarán y destruirán los materiales, etc. – un comportamiento inevitable donde se amontonan tantos niños pequeños. Lo que los dibujos retratan en realidad, es la situación de una familia. En familia se pueden dar todas esas situaciones dibujadas y todas esas experiencias de aprendizaje. Las ilustraciones en «Rutas de aprendizaje» son un reconocimiento silencioso de que el ambiente educativo ideal para un niño preescolar no es el jardín de infantes, sino la familia.

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Maltrato de niños en las escuelas

En años pasados ya habíamos sido confrontados con algunos casos de niños que habían sido golpeados por sus profesores (resp. profesorAs; descubrimos que son más mujeres que hombres que se hacen culpables de esto). Normalmente avisamos a los padres y ellos iban a la escuela a hablar con la profesora, y así algunos casos mejoraron. En un caso tuvimos que ir nosotros mismos a hablar con la profesora, y aunque ella se negó, después ya no volvió a pegar a la niña afectada.

Pero últimamente aumentaron y se agravaron estos casos – o quizás mejor dicho, los niños tienen más confianza para hablar de ello, y posiblemente nuestra sensibilidad al problema ha aumentado. Empezamos a preguntar a los niños, y CADA UNO de ellos dijo que su profesor(a) pega a los niños; no solamente por razones disciplinarias, sino también cuando no habían terminado sus tareas en casa, o cuando sacaron una mala nota en un examen. Los niños escolares están siendo pegados con reglas, con palos y con ortigas (!), son jalados del cabello y de las pestañas (!); algunos profesores(as) hasta tienen la costumbre de bajar a los niños los pantalones ante toda la clase para darles nalgadas. Y lo más increíble: los padres lo saben, y en la mayoría de los casos, ¡lo aprueban!

Alguien me dijo que estas actitudes reflejan quizás la mentalidad de la zona donde vivimos (la sierra peruana), y que en otras zonas geográficas el problema podría ser menor … que los lectores me informen si esto es cierto.

Parece que muchos padres y profesores se imaginan que con estas presiones y estos maltratos, los niños aprendan más. Pero lo contrario es el caso: Muchos niños tienen horrendos miedos ante los exámenes, porque saben que serán castigados si sacan una mala nota. De esto resulta toda clase de fobias y neurosis. Entonces el miedo les hace olvidar todo, y rinden aun menos de lo que podrían.

Hemos dedicado una buena parte de una reunión de padres a esta problemática, y les dijimos que ellos como padres estaban en la obligación de defender a sus hijos contra el maltrato.
El resultado fue, que varios padres retiraron a sus hijos de nuestro refuerzo escolar, obviamente porque no quieren que alguien interfiera con su filosofía de «educar» a los niños maltratándolos. Algunos otros, en conversaciones posteriores, dijeron que estaban de acuerdo con nosotros, pero que no se atrevían a hacer nada en defensa de sus hijos, porque tenían miedo a las represalias de parte de los profesores y de la escuela.
Otros incluso dijeron que sí se habían quejado contra una profesora que maltrataba a los niños, pero que el director de la escuela había defendido a la profesora: «Ella es nuestra mejor profesora.» Además les habían dicho: «Si no les gusta, llévese pues a su hijo a otra escuela.» Pero esto no lo quieren hacer los padres porque «es muy difícil conseguir un cupo en otra escuela; y además no hay otra escuela buena por aquí.»

Una madre incluso fue obligada por una profesora a dar nalgadas a su hija de nueve años, en presencia de la profesora, porque la niña no había entendido una parte de su tarea. Como dijo la madre (y espero poder creerle), esa fue la única vez que ella pegó a su hija, y fue hace varios años; sin embargo, fue suficiente para dejar traumada a la niña de por vida. Ella es una niña inteligente, pero es una de las que más tiene miedo a las exámenes. Cuando le explicamos algo, normalmente lo entiende y lo puede hacer; pero cuando le damos la misma tarea y decimos «Es un examen», su mente se queda en blanco y no puede resolver nada. Después la pregunté a qué tenía miedo, y ella dijo: «A que mi mamá me pegue cuando me saco una mala nota.»

Estamos horrorizados de que una madre se deje inducir a maltratar a su hija de esta manera, y que aun después de esto no esté dispuesta a sacarla de este colegio o por lo menos cambiar de profesora. Estamos horrorizados de que un colegio que permite y promueve tales maltratos, tenga la reputación del «mejor colegio de la ciudad» y de «colegio emblemático». Estamos horrorizados de que esta situación se considere tan «normal», que hasta ahora no hemos encontrado ninguna excepción entre los niños que atendemos. Estamos horrorizados de que después de 191 años de independencia del Perú, los niños de la nación entera todavía estén siendo educados en condiciones de esclavitud, y que el lema colonial «La letra con sangre entra» todavía está en plena vigencia.

Y por supuesto, me pregunto una vez más: ¿Dónde están los que se llaman cristianos? ¿Qué hacen las iglesias evangélicas?

Habiendo trabajado anteriormente quince años en el ámbito de las iglesias evangélicas del Perú, con un gran número de maestros de Escuela Dominical y líderes de iglesias, ni una sola vez se mencionó este problema. ¿Por qué tuve que salir primero fuera de las iglesias, para enterarme del calvario que sufren los niños peruanos diariamente? ¿Están los líderes evangélicos, inclusive los maestros de Escuela Dominical, tan ajenos al sufrimiento de los niños? ¿O acaso creen ellos también que esto es normal y bueno?

¿Nunca han leído lo que dice el Señor Jesús?

«Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. (…) Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.»
(Mateo 18:6.10)

Por lo menos ya no somos los únicos indignados. La conocida psicóloga Lupe Maestre, en su programa radial «Confidencias» (Radio RPP), hizo un llamado expresivo a los padres y profesores, a que paren este maltrato de los niños en las escuelas, después de que una niña de once años llamó a la radio para decir que su profesor la pega con un palo cuando no tiene las tareas hechas, y que su madre no hace nada para defenderla.

Pero nos entristece que al parecer no hay cristianos que se interesen en hacer algo a favor de los niños. Nos vuelve a suceder lo mismo como ya en otros asuntos: Nos vemos obligados a entrar en una alianza con no cristianos si queremos alcanzar una meta que debería interesar a los cristianos; o en caso contrario, nos quedamos solos y no podemos hacer mucho.

Deseo aclarar que este maltrato de los niños en las escuelas no tiene nada que ver con la «vara» mencionada en el libro de Proverbios. Primero, el poder de la «vara» está entregado única y exclusivamente a los padres, y ninguna otra persona tiene derecho a ello, ni a obligar a un padre a que haga uso de ello (como lo hizo la mencionada profesora).
Además, el uso de la «vara» se limita exclusivamente a los casos de desobediencia premeditada, rebelde y obstinada, o sea, cuando un niño decide conscientemente y por principio oponerse a la autoridad de sus padres y a sus demandas justificadas y razonables. Estos casos ocurren con poca frecuencia.
(El conocido psicólogo cristiano Dr. James Dobson dice que aun en estos casos, el castigo físico ya no debería ser necesario, o en muy raros casos, después de los seis años de edad.)

Nada de lo mencionado se aplica a los casos descritos aquí. Cuando un niño no comprende sus tareas escolares o saca una mala nota en un examen, esto no es ninguna culpa ni desobediencia. Al contrario, si alguien tiene culpa aquí, es el profesor o la profesora, porque es responsabilidad del profesor, explicar las tareas de tal manera que los niños lo entiendan.

¿Alguien conoce alguna persona, organización o iniciativa (especialmente cristianos, y especialmente en el Perú) que se dedique a la defensa de los niños contra los maltratos y abusos de parte de sus profesores?
¿Y qué hace usted mismo(a) al respecto?

He enviado este llamado dos veces a todos los integrantes de nuestra lista de correos electrónicos, y recibí una sola respuesta (de un misionero extranjero que no tenía información al respecto). Esto es aun más triste: aun los amigos de nuestra obra, personas que desean estar informados sobre los avances de la obra con niños y de la obra de Dios en general, parecen estar totalmente indiferentes ante el sufrimiento de los niños escolares.

«Libra a los que son llevados a la muerte;
salva a los que están en peligro de muerte.
Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos,
¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? … »
(Proverbios 24:11-12)

Al propósito, aumentan también los casos donde los niños son cargados con tareas excesivas, demasiado difíciles y sin sentido. Últimamente tuvimos a un buen número de alumnos que no podían terminar sus tareas dentro de las tres horas que están con nosotros; y ni siquiera pudimos explicarles algo acerca de los temas que no entendían, porque dijeron: «Tengo que avanzar mi tarea, tengo que terminar», y ni siquiera pudieron escuchar. Tampoco quisieron salir a jugar en el recreo: «La profesora nos va a pegar si se entera de que hemos jugado en el refuerzo escolar.» – Una madre nos comentó que su hijo de tan solo nueve años a veces se queda haciendo tareas hasta medianoche.

Esto de por sí ya es un abuso, como dijo acertadamente John Holt:

«Niños de 12 años tienen días escolares muy largos, y además dos, tres o más horas de tareas en casa, y aun más durante los fines de semana. Aun antes de llegar a la secundaria, la escuela sujeta a muchos niños a una semana de trabajo de 70 horas o más. Desde los días brutales de la Revolución Industrial, los niños nunca fueron obligados a trabajar tantas horas hasta hoy.»

(La Constitución Política del Perú prohíbe someter a alguien a una semana de trabajo de más de 48 horas; pero como parece, ¿esto no se aplica a los niños escolares?)

No solo la cantidad, también el contenido de las tareas es completamente inapropiado para la edad de los niños. Los libros escolares que comúnmente se usan, están en sus exigencias entre dos a cinco (!) años adelantados al desarrollo mental promedio de los niños que tienen que usarlos.
Ya sabíamos acerca de los posibles daños que estas exigencias irrazonables pueden causar en el desarrollo de los niños, por las investigaciones de Raymond y Dorothy Moore ( http://www.altisimo.net/escolar/moore.htm ), y los hallazgos de Jean Piaget acerca del desarrollo de la inteligencia (los que cada profesor debería conocer, pero al parecer los profesores y los planificadores escolares del Perú no los conocen; o si los conocen, no entienden su significado.)
– Pero hace poco encontré unos datos adicionales, según los cuales los daños son aun más graves de lo que supuse, y especialmente en cuanto al desarrollo del cerebro. Si un niño es obligado a aprender conceptos demasiado abstractos, sin estar mentalmente listo para ello, su cerebro se organiza de una manera deficiente, y esto obstaculiza su aprendizaje posterior. De manera que esta forma de «acelerar» a los niños puede, en el peor de los casos, estropear toda su carrera futura. (Vea «Esas neuronas mal conectadas».)

¿Hay alguien a quien le importa todo eso?

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