Educación cristiana alternativa

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Ya no somos libres

En estos días se conmemora la independencia del Perú, y por todas partes se escucha el himno nacional: «Somos libres …» Pocos se dan cuenta de lo absurdo que es cantar este himno en la coyuntura actual. Ya no existe libertad para trabajar; ya no existe libertad para viajar; ya no existe libertad para reunirse. Ni siquiera existe la libertad de celebrar la supuesta «libertad» con los desfiles acostumbrados. Entonces ¿cómo vamos a cantar «Somos libres»? Es completamente incoherente.

– «Estamos en una emergencia», me dirán. Pero como he señalado en un artículo anterior, esa clase de emergencias siempre ha existido, y nunca se usó como pretexto para quitarnos nuestras libertades más fundamentales. Por ejemplo la tuberculosis cobra 1’600’000 (un millón seiscientas) víctimas mortales cada año (confirmadas, no sólo «sospechadas»). Pero siempre se consideraba, de manera razonable, que es responsabilidad de cada uno cómo protegerse contra los riesgos del contagio.

– Otros quizás señalarán que «ya estamos en una reactivación económica», que «ya se puede trabajar y viajar, cumpliendo ciertos protocolos de seguridad». Sí, así dice la propaganda del gobierno y de los diarios y noticieros. Pero muchos podrán testificar de que esa no es la realidad. No es suficiente cumplir con los protocolos: también necesitas un permiso oficial donde el gobierno acredita que estás cumpliendo los protocolos. Si ya es complicado cumplir con los protocolos, conseguir ese papel de la burocracia estatal es todavía mucho más complicado. Así que, aun lo que supuestamente es permitido, en la práctica no lo es.

Otro aspecto es que la libertad nunca les importaba realmente a la mayoría de los peruanos.
La historia de la emancipación del Perú comienza con la rebelión de Túpac Amaru II en la sierra sur. Él se levantó contra los gobiernos coloniales locales; después juntó un ejército y marchó contra Cusco para tomar la ciudad. ¿Qué sucedió? Los cusqueños se levantaron en armas contra Túpac Amaru, defendiendo a los españoles. Túpac Amaru tuvo que huir y esconderse, fue traicionado por uno de sus propios hombres, y cruelmente ejecutado por los españoles. Así acabó el primer intento peruano de conseguir la libertad.
Tuvieron que llegar unos extranjeros, el argentino José de San Martín y el venezolano Simón Bolívar, para luchar exitosamente por la independencia. No conozco a otro país fuera del Perú, que celebra como los héroes de su independencia a dos extranjeros. Y después de lograrlo, ¿qué hicieron los peruanos para expresar su nueva «libertad»? – Eligieron a Bolívar como dictador vitalicio. O sea, se negaron a asumir la responsabilidad por su nación recién liberada, y prefirieron continuar bajo una dictadura «desde afuera».
Así, cada página de la historia peruana testifica de ese extraño rechazo contra la libertad, y del deseo peruano de vivir sin asumir responsabilidad, pero también sin libertad. (Vea también acerca de este tema: «Las ovejas heridas del Perú».)

Hasta hace poco, se podía hacer una comparación con otros países, para darse cuenta de que la actitud peruana hacia la libertad está lejos de lo normal. Se podía señalar, por ejemplo, que en la Constitución estadounidense ni siquiera existe el «estado de emergencia». Eso es porque los fundadores de los EEUU estaban muy conscientes de los peligros: Si al gobierno se le dan facultades extraordinarias, ese gobierno se convertirá en una dictadura. Por más que las medidas parezcan justificadas por una emergencia nacional: Un país que valora su libertad, no concede facultades dictatoriales a su gobierno. – Se podía señalar también que en Suiza, los gobiernos no pueden hacer decisiones de mayor envergadura, sin que sean aprobadas en una votación popular. Y cuando el pueblo ha votado acerca de un proyecto de ley, la ley entra en vigor tal como se votó; no puede posteriormente ser alterada por el parlamento o por el ejecutivo. Este mecanismo opera tanto al nivel nacional como también al nivel regional y municipal.
Estos ejemplos sean suficientes para demostrar que los conceptos peruanos de «libertad», «democracia», y «estado de derecho» son insuficientes y mutilados, en comparación con países que establecieron estos conceptos en su forma original.

Así se podía argumentar hasta hace poco, dije. Pero ahora la situación se ha agravado, porque aun aquellos países que eran protagonistas de la libertad, del derecho y de la democracia, han cedido ante la presión mundial de instituir modelos dictatoriales. Una entera cultura de libertad y responsabilidad, que existía en el mundo occidental durante varios siglos, ha desaparecido. Ya no será posible, conocer ejemplos de esa cultura en vivo y directo. Ahora solamente se la puede encontrar en los libros de historia. Y es probable que pronto se tomarán medidas para borrarla también de allí.

Una de las características más resaltantes de una dictadura, es la censura de las informaciones y opiniones. El gobierno y los medios de comunicación presentan información sesgada, con el propósito de promover un narrativo específico en apoyo a las políticas del gobierno. O sea, lo que pasa por información, es en realidad propaganda. Y se hacen esfuerzos por impedir la publicación y el acceso a informaciones y opiniones divergentes.
De hecho, muchos ya no tienen ni siquiera la libertad de opinar. Diversos funcionarios estatales, médicos, periodistas, y otros personajes de la vida pública fueron despedidos, castigados, o difamados, por divulgar informaciones y opiniones contrarias a las políticas del gobierno.
Un estado libre y de derecho se fundamenta sobre la discusión abierta de todos los puntos de vista. Una sociedad que suprime esa discusión, ya no puede llamarse libre, ni «de derecho», ni democrática.

Ya no son solamente los gobiernos nacionales quienes nos quitan la libertad. Incluso, muchos gobernantes son ellos mismos víctimas de la propaganda. El verdadero «gobierno» incluye ahora a los organismos internacionales, a ONGs y a las poderosas empresas transnacionales, dirigidos por personas que no fueron elegidos por nadie. Así también la idea de la independencia y soberanía nacional se está convirtiendo más y más en una ficción: Los gobiernos nacionales están sujetos a presiones contra las cuales no pueden defenderse.

El Señor Jesús dijo: «Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad les liberará.» (Juan 8:31-32.) Aquí vemos que hay una estrecha conexión entre la libertad y la verdad. Jesús habla en primer lugar de la verdad acerca de Él mismo, y de conocer al Dios verdadero. Pero podemos extender el principio a todo lo que es verdadero: Las personas que conocen la verdad, no se dejan esclavizar tan fácilmente. Y viceversa: Una sociedad libre no impide a sus ciudadanos buscar y conocer la verdad. En particular, no les impide descubrir si su gobierno les está mintiendo. No hay libertad sin la verdad; y no se puede conocer la verdad donde no hay libertad.

Tenemos también la siguiente profecía respecto a la llegada del «hombre del pecado»: «[Llegará …] en todo engaño de la injusticia entre los que serán destruidos, porque no aceptaron el amor de la verdad para que fueran salvos. Y por esto Dios les enviará una energía engañosa para que ellos crean la mentira, para que sean juzgados todos los que no creyeron en la verdad, sino que les gustó la injusticia.» (2 Tesalonicenses 2:10-12.)
O sea, la dictadura mundial de los últimos tiempos será precedida por un tiempo en el cual la gente será engañada por muchas mentiras. ¿Y por qué creen en las mentiras? – Porque no amaron la verdad. Las personas que disfrutan de hablar y practicar mentiras, serán ellas mismas engañadas con mentiras. Eso incluye aun a muchos que se identifican como «cristianos». Un cristiano verdadero, nacido de nuevo, no ama ni practica la mentira. Pero aun dentro de las iglesias hay muchos que no nacieron de nuevo, y que siguen amando la mentira. Su participación en la iglesia no los protegerá contra el engaño. Es necesario nacer de nuevo.

Las mentiras para justificar un gobierno autocrático, también tienen una larga tradición histórica en el Perú. Los Incas se ganaron el corazón de los pueblos, diciéndoles que eran hijos del dios Sol, enviados por él para conquistarlos. De manera muy similar, los españoles justificaron la conquista, diciendo que habían venido por encargo del papa como representante de Dios. Y en tiempos recientes, ¿no han ganado muchos presidentes las elecciones con el cuento de combatir la corrupción, siendo ellos mismos los más implicados en la corrupción?

Con eso hemos vuelto al inicio de nuestras reflexiones. Cantar «Somos libres» cuando ya no lo somos, ¿acaso no sería otra mentira más? ¿No nos acostumbran tales actos a aceptar más y más mentiras, y a dejarnos dominar por cualquier poder mentiroso?

¿Por qué menciono todo eso en un blog sobre educación? – Nuestros hijos están expuestos a toda esa propaganda de los últimos tiempos. Aun si los educamos «fuera del sistema», igual escucharán lo que dicen los medios de comunicación. Y si están en un programa escolar convencional, mucho más serán adoctrinados con propaganda engañosa. Tenemos que enseñarles cómo evaluar las «informaciones» y noticias que reciben; cómo distinguir entre verdad y mentira, entre información y propaganda. Tenemos que enseñarles que la verdad y la integridad valen más que el «estar conformes».
El tiempo de las fiestas patrias es además una oportunidad para enseñar acerca del valor de la independencia y de la libertad. Y para aprender de la historia – aun si nuestros antepasados a menudo hicieron un papel poco favorable, por lo menos aprender de sus fallas, para no repetir sus errores.

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¿Por qué hay pocos educadores cristianos alternativos?

Advertencia: Este artículo puede tocar sensibilidades y abrir heridas. Deseo aclarar de antemano que mi objetivo no es ofender, es señalar posibles soluciones. Pero como un cirujano necesita realizar una operación (tal vez dolorosa) para que el paciente pueda sanar, los problemas del pasado histórico no se resuelven excepto si uno tiene primero la valentía de enfrentarse con ellos y nombrarlos.

En el artículo anterior he señalado una discrepancia extraña que observo entre quienes buscan una educación alternativa: Hay quienes desarrollan modelos pedagógicos distintos a lo tradicional, más de acuerdo a las necesidades de los niños, y que en diversos detalles concuerdan con principios bíblicos – pero muchos de ellos están ajenos a una fe bíblica. Y por el otro lado hay quienes se identifican como cristianos y abren escuelas que se llaman cristianas, pero su modelo pedagógico se orienta en las escuelas estatales, tradicionales, y no se preocupan por aplicar principios bíblicos como los que he señalado en el artículo anterior. ¿Cómo podemos entender esta situación?

En cuanto a las escuelas cristianas, pienso que la mayoría de ellas deberían más correctamente llamarse «escuelas eclesiásticas». Fueron fundadas como extensión de una iglesia determinada y para seguir la tradición de esa iglesia en particular. Pero la mayoría de las iglesias existentes en la actualidad tienen una tradición que se asemeja más al sistema escolar que a la nueva vida que trajo Jesús. (Vea «Iglesias y escuelas – los mismos problemas».) Hasta ahora he conocido una sola escuela donde por lo menos los fundadores tenían la idea de fundamentar toda su enseñanza y práctica sobre lo que enseña el Señor Jesús en la Biblia. Pero también en esa escuela, después de algunos años de existencia, los usos del sistema escolar tradicional y la visión eclesiástica comenzaron a desplazar la visión bíblica. Eso no fue una escuela católica; fue de los evangélicos quienes dicen no ser tradicionalistas y dar preeminencia a la palabra de Dios. Pero encontré que muchos evangélicos en el fondo mantienen la mentalidad católica de seguir a una tradición y de someterse a una jerarquía de líderes humanos, en vez de evaluar ellos mismos lo que dice el Señor. Y si esa jerarquía está encasillada en los moldes del sistema tradicional y no conoce otra escuela que la tradicional, entonces sus súbditos tampoco se atreven a salirse de este molde; diga la Biblia lo que diga.

El problema de fondo, según mi parecer, es este: Cuando la gente escucha «Jesús», «Cristo», «Dios», inmediatamente piensan: «Iglesia». Aquellos que pertenecen a una iglesia y se identifican con ella, piensan que Jesús es como su iglesia, que Jesús mismo instituyó y avala todo lo que se hace en su iglesia, y no analizan lo que Jesús dijo en realidad, ni se les ocurre la idea de que su iglesia podría haberse apartada de la voluntad del Señor en ciertos puntos. – Por el otro lado, aquellos que no pertenecen a una iglesia o que han percibido el lado oscuro de las iglesias, piensan: «Si Dios es como las iglesias, entonces no quiero saber nada de él.»

Y en este punto tenemos que retroceder a la época más oscura en la historia del Perú y de toda América Latina. El primer encuentro de América Latina con el nombre del Dios cristiano fue sumamente traumático, marcado de abusos, robos, asesinatos, y crueldades indescriptibles. Cuando Francisco Pizarro llegó al reino de los Incas, trajo consigo a un sacerdote y un decreto del papa, del supuesto «vicario de Cristo», según el cual todas esas tierras pertenecerían al rey de España. De manera similar procedieron otros conquistadores. Así abusaron del nombre de Dios para sojuzgar un continente entero.
Hubo muy pocos españoles que se atrevieron a confrontar estos abusos con lo que Jesús realmente había dicho. Uno de ellos, Bartolomé de las Casas, por lo menos logró que el rey lo escuchara; pero el daño ya estaba hecho. Se encontró también el testamento del conquistador Manco Sierra Lejesema, quien aparentemente antes de su muerte se arrepintió de haber participado en la conquista, y se sintió obligado por su conciencia a pedir perdón públicamente. Él lamenta no solamente las crueldades cometidas, sino más que todo la corrupción moral que los españoles trajeron a América, muy en contradicción contra el evangelio de Cristo. (Vea las citas en la Nota 1 al final.) Solamente gracias a estas pocas voces que se atrevieron a ir en contra de la corriente, podemos formarnos una idea de lo que realmente sucedió en la conquista.

Ante esta historia es entendible que hay personas que no quieren saber nada del Dios de la Biblia. Tanto más necesidad hay para aclarar que la conquista no fue culpa de Dios; fue culpa de hombres codiciosos y crueles que nunca fueron autorizados por Dios para hacer lo que hicieron.

Contrastemos esta historia con el efecto que la Biblia tuvo en aquellos países donde su mensaje se tomó en serio – los que son mayormente los países de la Reforma. Los ingleses aprendieron de la Biblia que todas las personas son iguales ante Dios, y que aun los reyes no pueden gobernar según su antojo, sino que tienen que rendir cuentas a Dios. En consecuencia, fueron la primera nación en establecer un estado de derecho constitucional, en 1688. Estas ideas comenzaron a extenderse a otros países, mayormente países reformados (mientras p.ej. España tardó hasta 1977 en conceder a sus ciudadanos los mismos derechos y libertades). – En el siglo 18, la base cristiana de Inglaterra fue profundizada por la influencia del predicador Juan Wesley y sus seguidores, quienes lograron una transformación moral y espiritual de la nación entera. Entre las personas profundamente influenciados por la predicación bíblica de Wesley, se encontró el parlamentario William Wilberforce. En consecuencia dedicó su vida entera a luchar por la abolición de la esclavitud, hasta que en el año 1807 alcanzó esta meta.
Voltaire, el filósofo francés, vivió en Inglaterra de 1726 a 1729 y se impresionó mucho de las libertades, del orden y de la paz que disfrutaban los ingleses. Escribió: «Los ingleses son la única nación en la tierra que ha logrado limitar el poder de los reyes, oponiéndose a ellos; y que en una serie de disputas establecieron por fin un gobierno sabio donde el rey tiene todo el poder de hacer lo bueno, pero se le impide hacer lo malo … y donde el pueblo participa en el gobierno sin que esto lleve a la confusión.» (Voltaire, Cartas acerca de la nación inglesa.)

Este es el verdadero fruto de una cultura influenciada por la palabra de Dios. Lo que hicieron los conquistadores, en cambio, fue un abuso que no se puede justificar con lo que Jesús enseñó. Por tanto es necesario aclarar lo siguiente:

  • Dios no es un conquistador español.
  • La religión de los conquistadores no es lo que trajo Jesús.

Jesús no vino para robar ni para quitar vidas. Él vino para dar Su propia vida por nosotros. Si alguien tuviera dudas acerca de la integridad de Jesús, si alguien quisiera creer que Jesús es cómplice de opresores y conquistadores, que mire no más el ejemplo de Su vida y muerte. Si alguien no quiere creer Sus palabras, que por lo menos crea Su ejemplo.

A los puntos mencionados tenemos que añadir el siguiente:

  • La gran mayoría de las iglesias actuales, tanto católicas como evangélicas, no funcionan según el modelo de la comunidad cristiana fundada por Jesús y sus discípulos.

Acerca de eso habría que decir muchas cosas, más de lo que cabe en un artículo como este. Pero bastaría con leer el Nuevo Testamento sin tener en la mente ya una imagen preconcebida de lo que es «iglesia», y contrastarlo con las prácticas de las «iglesias» actuales. Refiero al lector interesado p.ej. al Evangelio según Mateo, capítulos 5 a 7 y capítulo 23; y al libro de los Hechos de los apóstoles, capítulos 1 a 5 (o si desean, el libro entero).

Si hoy en día hay personas que creen que Dios es un déspota sin misericordia, partidario de dictadores y delincuentes, entonces las «iglesias» llevan una buena parte de la culpa. El apóstol Pablo dice a los que conocen la palabra de Dios, pero no le hacen caso: «Tú que enseñas a otro, ¿a ti mismo no enseñas? Tú que anuncias que no hay que robar, robas? Tú que dices que no hay que adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú que te jactas en la ley, cometes transgresión la ley y así menosprecias a Dios. Porque ‘el nombre de Dios es difamado entre las naciones por causa de ustedes’, como está escrito.» (Romanos 2:21-24)

También hoy, el nombre de Cristo está siendo difamado en el mundo, por causa de los que dicen ser Sus seguidores, pero que no hacen lo que Él dice. Aunque hoy en día ya no se cometen las atrocidades que se cometían en los tiempos de la conquista; pero hay quienes se dicen cristianos y son mentirosos, estafadores, traidores, codiciosos, …

Según el Nuevo Testamento, el proceso de volverse cristiano comienza con que uno reconozca su culpa y se arrepienta de su pecado; y entonces puede confiar en Jesús quien le dará una vida renovada. Si eso es así, ¿sería pedir demasiado que los representantes de las iglesias reconozcan su culpa y se arrepientan por no haber vivido de la manera como Jesús manda, y por haber dado un mal ejemplo a sus súbditos y al mundo?
(Vea Nota 2 al final.)

Por el otro lado, el llamado de Dios sigue en pie, independientemente de lo que hagan o no hagan los que usan Su nombre. Él no exige que reconozcamos a alguna iglesia que le desobedece; solamente exige que le reconozcamos a Él mismo. Los Incas reconocieron al Dios Creador, simplemente a base de sus observaciones de la naturaleza. (Este hecho es poco conocido porque lo mantuvieron como un secreto entre la clase sacerdotal; pero es testificado en diversas crónicas antiguas.) No hay razón para excluir a Dios de nuestras vidas, solamente porque Él ha sido mal representado por las iglesias. «Dios no hace acepción de personas; sino que en cada nación le es bienvenido el que le teme y obra justicia.» (Hechos 10:34-35).

Por eso, yo creo en la posibilidad de una educación que es «cristiana» y «alternativa» a la vez. Pero para realizar esta posibilidad, tal vez será necesario que algunos de los que se identifican como educadores alternativos, reevalúen su concepto de Dios; y que algunos de los que se identifican como cristianos, reevalúen su concepto de iglesia y de la educación.

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Nota final 1: Citas acerca de la conquista española:

«Todas estas universas e infinitas gentes de todo género creó Dios los más simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas, fidelísimas a sus señores naturales y a los cristianos a quien sirven; (…) Son asimismo de limpios y de vivo entendimiento, muy capaces y dóciles para toda buena doctrina, aptísimos para recibír nuestra santa fe católica …
En estas ovejas mansas, y de las calidades susodichas por su Hacedor y Creador así dotadas, entraron los españoles desde luego que las conocieron como lobos y tigres y leones cruelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta parte, hasta hoy, y hoy en este día lo hacen, sino despedazarlas, matarlas, angustiarlas, afligirlas, atormentarlas y destruirlas por las extrañas y nuevas y varias y nunca otras tales vistas ni leídas ni oídas maneras de crueldad.
(…) Daremos por cuenta muy cierta y verdadera que son muertas en los dichos cuarenta años por las dichas tiranías e infernales obras de los cristianos, injusta y tiránicamente, más de doce cuentos (millones) de almas, hombres y mujeres y niños …»
(Bartolomé de las Casas: Brevísima relación de la destrucción de las Indias, 1552. Ligeramente modernizado.)

» … que entienda su Majestad Católica que los dichos Incas los tenian gobernados de tal manera, que en todos ellos no habia un ladrón ni hombre vicioso, ni hombre holgazán, ni una mujer adúltera ni mala; ni se permitia entre ellos ni gente de mal vivir en lo moral; (…) y que entienda su Majestad que el intento que me mueve a hacer esta relación, es por descargo de mi conciencia, y por hallarme culpado en ello, pues hemos destruido con nuestro mal ejemplo gente de tanto gobierno como eran estos naturales, y tan quitados de cometer delitos ni excesos así hombres como mujeres, tanto por el indio que tenia cien mil pesos de oro y plata en su casa, y otros indios dejaban abierta y puesta una escoba o un palo pequeño atravesado en la puerta para señal de que no estaba allí su dueño, y con esto según su costumbre no podía entrar nadie adentro, ni tomar cosa de las que allí había, y cuando ellos vieron que nosotros poníamos puertas y llaves en nuestras casas, entendieron que era de miedo de ellos, porque no nos matasen, pero no porque creyesen que ninguno tomase ni hurtase a otro su hacienda; y así cuando vieron que había entre nosotros ladrones, y hombres que incitaban a pecado a sus mujeres e hijas, nos tuvieron en poco, y han venido a tal rotura en ofensa de Dios estos naturales por el mal ejemplo que les hemos dado en todo, que aquel extremo de no hacer cosa mala se ha convertido en que hoy ninguna o pocas hacen buenas, y requieren remedio, y esto toca a su Majestad, para que descargue su conciencia, y se lo advierte, pues no soy parte para más; y con esto suplico a mi Dios que me perdone …»
(Extracto del testamento del conquistador Manco Sierra Lejesema, 1589. Ligeramente modernizado.)

Nota 2: El papa Juan Pablo II pidió perdón públicamente por las crueldades cometidas por los conquistadores. Pero no revocó aquel infame decreto que repartía el entero continente americano entre los reyes de España y Portugal, a pesar de haber sido peticionado acerca de ello repetidamente. Esta petición sigue pendiente con el papa actual. Mientras este decreto sigue en pie, todo «arrepentimiento» del papa carece de credibilidad.

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