Educación cristiana alternativa

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Una breve historia enojada de la escolarización obligatoria americana

Por John Taylor Gatto

Exposición ante la conferencia de educadores en casa, del estado de Vermont

Entre 1967 y 1974, el entrenamiento de los profesores en los Estados Unidos fue secretamente cambiado por los esfuerzos concertados de un pequeño número de fundaciones privadas, ciertas universidades, empresas multinacionales, y grupos parecidos.
Tres documentos críticos en esta transformación eran: Primero «Taxonomía de objetivos educativos» por Benjamín Bloom. Después un proyecto en varios estados que comenzó en 1967, bajo el nombre «Diseñando la educación para el futuro». Y finalmente el «Proyecto educativo del profesor orientado al comportamiento». Estos fueron difundidos en los departamentos de educación de todos los estados; y aquellos distritos pilotos que introdujeron primero estas novedades, recibieron una forma de soborno.

Comenzaremos con «Diseñando la educación para el futuro». Los autores redefinen la educación, según el modelo alemán del siglo XIX, como «un medio para lograr importantes metas económicas y sociales nacionales». – Y añado que el desarrollo de su hijo o de su hija no figura en ninguna de estas metas. Las autoridades educativas de los estados actuarían entonces como «reforzadores federales, asegurando que las escuelas locales cumplan con las directivas federales.» El documento dice además, que «el Departamento de Educación de cada estado tiene que ser un agente de cambio», y «el cambio tiene que institucionalizarse». No creo que algún reporte sobre esto haya aparecido en algún diario del país.

El «Proyecto educativo del profesor orientado al comportamiento» describe unas reformas específicas que debían introducirse a la fuerza a partir de 1967. Su meta es: «la manipulación impersonal, por medio de la escuela, de una América futura donde muy pocas personas serán capaces de mantener el control sobre sus propias opiniones». Una América donde «cada individuo recibe al nacer un número de identificación multipropósito, el cual permite a los empleadores y a otros controladores hacerle un seguimiento, y a exponerle a la influencia subliminal del Departamento de Educación del estado…»
…Se espera de los profesores que actúen como «agentes de cambio» estatales. Los capacitadores de profesores fueron informados que desde ahora el currículo académico sería remplazado por la ciencia del comportamiento. El proyecto describe un futuro donde «una pequeña liga mantendrá el control sobre todos los asuntos importantes, y la democracia participativa desaparecerá largamente». Los niños debían ser entrenados a ver que sus compañeros, y todas las personas en general, serían tan inadecuados e irresponsables que tenían que ser controlados y regulados. El aumento tremendo de violencia escolar al final de la década de los 60 – un período cuando los profesores fueron despojados de su capacidad de disciplinar a los niños – proveyó un pretexto conveniente para restringir drásticamente las libertades tradicionales.

(…) La «Taxonomía de objetivos educativos» fue «un instrumento para clasificar las maneras como los individuos deben actuar, penar o sentir, como resultado de su participación en una unidad de instrucción». – Dudo de que algún padre o alguna madre enviaría a sus hijos a la escuela bajo estas condiciones, si fueran personas que reflexionan. Sus hijos tendrían que aprender las actitudes «apropiadas», y tendrían que remediar las actitudes «inapropiadas» (o sea, aquellas que aprendieron en su familia).

Pero ¿por qué se hace todo esto? – Gran parte de la respuesta se encuentra en la última edición de la «Revista para asuntos exteriores», una de las revistas más influyentes de los Estados Unidos, en un artículo por Mort Zukerman. El atribuye la superioridad económica de los Estados Unidos a ciertas características del trabajador americano. Entre las líneas se ve que esta superioridad viene de la forma como entrenamos a nuestros jóvenes. ¿Y en qué consiste esta superioridad? – En primer lugar, según Zukerman, en que el trabajador americano es un dominó que se deja dominar por la administración y no tiene mucho que decir. En cambio, dice Zukerman, Europa «sufre» de una fuerte tradición artesanal que exige que el trabajador opine acerca de las decisiones.
Además dice que «los obreros en América viven en un constante estado de pánico; un miedo a ser pasado por alto; ellos saben que la empresas no les deben nada y que no tienen el poder de apelar contra las decisiones de la gerencia. El miedo es nuestro poder secreto; les da a los gerentes una flexibilidad que los otros países nunca tendrán.» … En 1996, casi la mitad de los empleados de empresas grandes temían ser despedidos – a pesar de que la situación económica era muy buena.
Y nuestro consumo interminable cierra el círculo dorado. Zukerman dice que la asombrosa adicción americana a las novedades provee este único mercado doméstico para las empresas. En otros países, el negocio se estanca en tiempos difíciles; pero nosotros aquí seguimos comprando hasta la bancarrota, e hipotecamos nuestro propio futuro para que los productos y servicios sigan fluyendo.
Sin duda, las riquezas fantásticas de las empresas americanas son el resultado directo de la educación escolar. Escuelas que educan la masa social a ser necesitados, miedosos, envidiosos, aburridos, sin talentos e incompletos. La economía de producción masiva necesita esta clase de público. … En la escuela aprendemos que el gozo y la satisfacción vienen de cosas externas, de las posesiones, y no de adentro. La escuela acorta nuestro tiempo de concentración a pocos minutos, de manera que clamamos toda la vida por un alivio de nuestro aburrimiento y por estímulos externos. Junto con la televisión y los juegos de computadora, que usan este mismo método, se graban estas lecciones de manera duradera en nuestras mentes…

Las escuelas fueron diseñadas para servir a la economía; no a los niños y familias. Esta es la razón por qué la escuela es obligatoria. Por eso la escuela no puede ayudar a nadie a madurar. Su primera directiva es: atrasar la maduración. Lo hace enseñando que todo es difícil, que otra personas dominan nuestra vida, y que nuestros prójimos no son confiables e incluso peligrosos. La escuela es la primera impresión de la sociedad que los niños reciben. Puesto que las primeras impresiones a menudo son las decisivas, la escuela llena nuestros hijos con miedo, desconfianza de unos contra otros, y ciertas adicciones de por vida. Pone una emboscada contra la intuición natural, la fe, y el amor a la aventura; y remplaza estas cosas por un «evangelio» de procedimientos racionales y gerencia racional.
Una investigación en mil escuelas estatales encontró que los profesores pasan un promedio de 7 minutos diarios en un intercambio personal con alumnos. Dividido entre 30 alumnos, esto resulta en 14 segundos por niño. En el aula hay una competencia constante por la atención y el «status» que un solo adulto puede darles; y este adulto no tiene ni el tiempo ni la información necesaria para poder proveerlo. Esto nos enseña a odiarnos y a desconfiar unos de los otros. Esta constante «subasta de favores» es una raíz de nuestra ira, y de nuestra incapacidad de ser honestos o responsables, aun como adultos. Pero irónicamente, la irresponsabilidad sirve a la administración mucho mejor que el comportamiento honrado. Justifica la vigilancia, y todos estos abogados, juzgados, policías, y escuelas …

(Continuará)

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¿A quiénes puso Dios para educar a los niños?

Deseo en este artículo (y en unos posteriores, Dios mediante) mencionar unos principios bíblicos muy básicos. En casi todo lo que escribo en este blog, estoy asumiendo que el lector tenga estos principios como base. (Por fin, el blog se llama «Educación cristiana alternativa».) Sin embargo, me parece necesario exponer estos principios claramente. Es que aun las iglesias (supuestamente) apegadas a la Biblia han olvidado estos principios, e incluso los contradicen.

Para ordenar la sociedad, Dios ha instituido diferentes estructuras de autoridad («gobiernos» o «instituciones»). La Biblia menciona básicamente cuatro «instituciones» divinas:

1. El matrimonio y la familia. (Gén.1:28, Ef.5:21-6:4)
Cuando Dios creó al hombre, instituyó primero el matrimonio y la familia: El creó a Adán y a Eva para que estuvieran juntos y para que tuvieran hijos.
La familia es la institución fundamental de la sociedad humana. Todas las otras instituciones dependen de ella. Sin familias sanas, las otras instituciones tampoco funcionarán. Por tanto, ninguna de las otras instituciones puede interferir con la familia o sustituirla: ni el estado, ni la iglesia, ni las empresas o asociaciones de trabajo. Donde tales instituciones interfieren con la familia, se pone en marcha un proceso destructivo que terminará con disolver la sociedad entera. (Vea «Las lecciones sabias de la historia para educadores».)

2. El trabajo. – El trabajo está relacionado con el «mandato cultural» (de administrar y cultivar la tierra), Gén.1:28-29, 2:15, 2:19-10. El trabajo tiene también sus estructuras de autoridad; y debe realizarse para glorificar a Dios (Col.3:22-4:1).
Algunos predicadores dicen que el trabajo es una maldición; que es solamente a causa de la caída de Adán que tenemos que trabajar. Pero esto no es bíblico. En Génesis 1 y 2 (vea los pasajes arriba mencionados), vemos que Adán y Eva trabajaban ya en el huerto de Edén, antes de la caída. El trabajo es llamado y bendición de Dios.
Lo que sí es una maldición de la caída, son el cansancio, las dificultades y obstáculos que hoy se relacionan con el trabajo, etc. (Gén.3:17-19). Pero el trabajo en sí no es una maldición.

3. El Estado, y el gobierno civil. (Rom.13:1-7)
Dios dice que El pone a los gobernantes, y que ellos están aquí para alabar al que hace lo bueno, y para castigar al que hace lo malo. O sea, deben velar por el cumplimiento de las leyes y administrar justicia. Además, son responsables de organizar la defensa de su país contra intromisiones y ataques desde afuera. Esto, y nada más, es la tarea del gobierno según los principios bíblicos.
– El gobierno debe gobernar según la Palabra de Dios, sus gobernantes deben someterse a la Palabra de Dios, y sus leyes deben estar de acuerdo con las leyes de Dios. (Vea Deut.17:18-20).

4. La Iglesia (Ef.4:11-16, 1 Pedro 5:1-5)
El liderazgo espiritual es también un «gobierno» puesto por Dios, para ejercer autoridad espiritual y para administrar la iglesia visible.

Como personas individuales y cristianos, nos encontramos al mismo tiempo en cada una de estas instituciones, y bajo cada una de sus autoridades. Pero cada una de estas instituciones tiene su propia «esfera de gobierno» definida, y no debe interferir en la esfera de otra.

Como notamos, la educación y la escuela no aparecen entre estas instituciones divinas. Entonces tenemos que preguntarnos: ¿A cuál de las instituciones mencionadas pertenece el área de la educación?

La Biblia contiene muchos mandamientos acerca de la educación de los niños. Casi todos estos mandamientos se dirigen a los padres. – Al mismo tiempo tenemos varios mandamientos a los niños, de recibir instrucción y educación. Allí también, esta instrucción y educación viene casi siempre de los padres.
– Vea Deuteronomio 6:4-7, Salmo 78:5-8, Proverbios 1:8-9, 2:1-6, 4:1-6, 5:1-2, 6:20-22, Efesios 6:1-4.

Entonces está claro que la educación pertenece a la institución de la familia. – Cuando la Biblia habla de educación, incluye la formación completa del carácter y del conocimiento. Esto obviamente incluye toda la «educación» que hoy en día se da en las escuelas. Este es un principio bíblico muy importante:

Dios dio a los padres la autoridad sobre la educación, incluida la educación «escolar».

Y así se hizo en prácticamente todas las civilizaciones del mundo, por lo menos hasta la mitad del siglo XIX. El diccionario Webster original de 1828, que estableció los estándares para el idioma inglés, define «educar» de esta manera:

«Criar, como niño; instruir; informar e iluminar el entendimiento; instilar en la mente los principios de las artes, la ciencia, la moral, la religion y la conducta. Educar bien a los niños, es uno de los deberes más importantes de los padres y tutores.»

Notamos que esta definición establece claramente la «educación» como una responsabilidad de la familia. No menciona la escuela con ninguna palabra. Solamente en los últimos 150 años, los proponentes de la escolarización estatal han cambiado el significado de la palabra «educación». Hoy en día, la mayoría de la gente confunde «educación» con «escolarización». Pero orginialmente, la palabra «educación» no tenía nada que ver con «escuela». Mas bien, el lugar de la «educación» es la familia.

Aparte de la familia, también la congregación del pueblo de Dios tiene una tarea educativa (Israel en el A.T, la Iglesia en el N.T.). Vea Deut.31:12-13, Neh.8:2-3, 8:7-8, 1 Juan 2:12. Pero esta tarea educativa del pueblo de Dios es siempre subordinada a la familia. Donde la Biblia menciona la participación de niños en reuniones de enseñanza (como algunos de los pasajes mencionados), siempre fue juntos con sus padres.

En ningún lugar de la Biblia se menciona el gobierno civil en relación con la educación. Tampoco existe un mandato tal como «Profesores, enseñad a vuestros alumnos», o «Niños, honrad y obedeced a vuestros profesores». Este mandato existe solamente para la relación entre padres e hijos.

Bíblicamente, el Estado y el gobierno no tienen ningún mandato de educar niños.

Entonces, si hoy en día los gobiernos controlan los sistemas educativos, lo hacen en contra de la Palabra de Dios, y están usurpando una esfera de autoridad que pertenece a los padres.
Tenemos que mantener esto en mente, cada vez que reflexionamos acerca de los problemas de los sistemas escolares. Estos problemas no se solucionarán con reformar «el sistema». La mayoría de estos problemas se deben a que la idea de un sistema escolar estatal es de por sí contraria a la voluntad de Dios, y por tanto no puede funcionar. ¡El estado no es, y nunca ha sido, un educador de niños! Y donde intenta serlo, solamente prepara su propia destrucción.

Se puede dar el caso que los padres necesiten la ayuda de un «profesor» o «maestro» de afuera de la familia, para enseñar a los niños ciertos conocimientos o habilidades que los mismos padres no poseen. Pero aun en este caso, el profesor o maestro es (según los principios bíblicos) un encargado de los padres y permanece bajo la autoridad de los padres.

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¿Cómo aprenden a leer?

Para muchos niños sometidos al sistema escolar, el aprender a leer es una tortura. No importa qué método emplean los profesores, la mayoría de los niños parecen no entender, ni con explicaciones ni con amenazas. Aun después de dos o tres años en la escuela todavía no leen de manera fluida, confunden letras y palabras, y no comprenden lo que leen. Y lo peor de todo: Cuando por fin parece que lo han aprendido, han perdido todo deseo de leer algo. Leer es para ellos un deber molesto que tratan de evitar a todo costo.

Todos estos problemas son completamente innecesarios.

Según mis experiencias con mis propios hijos, y con alumnos con problemas escolares, cada niño puede aprender a leer sin ningún estrés dentro de un período de aproximadamente dos meses, si es que se cumplen dos condiciones:

1) Los niños crecen en un ambiente de confianza, donde el leer y escribir es una parte natural de la vida diaria; y

2) No son obligados a leer hasta que ellos mismos alcancen la madurez necesaria en su desarrollo físico y mental.

En cuanto al punto 1), esto depende de la actitud y del estilo de vida de los padres. Es más difícil para padres que han perdido el gozo de leer en su propia niñez por causa de las presiones escolares. Pero el Señor puede restaurar el gozo de leer, con Su mano sanadora, y al descubrir los tesoros escondidos en las Sagradas Escrituras (lo que nos animará a leer más y descubrir más tesoros).

  • Si los padres leen a sus hijos historias bíblicas (por ejemplo de una Biblia ilustrada para niños), y otras historias interesantes, en algún momento el niño deseará por sí mismo aprender a leer.
  • Cuando los niños hacen preguntas y los padres no pueden dar una respuesta completa, se puede buscar en un diccionario o en una enciclopedia. Así los niños se dan cuenta que leyendo se pueden descubrir muchas cosas que de otro modo uno no podría saber.
  • Algunas familias tienen la costumbre de llevar un diario acerca de los sucesos más importantes o interesantes de la familia; o de coleccionar en un álbum las fotos de la familia y escribir leyendas explicativas acerca de las fotos. Así los niños entienden que el saber escribir ayuda a preservar los recuerdos de los momentos que uno no desea olvidar.
  • Una familia que lee, tendrá una buena biblioteca familiar. Vale la pena buscar unos libros con historias para niños que tengan una enseñanza cristiana: Ejemplos de la vida de cristianos famosos; cuentos infantiles que ilustran principios bíblicos; historias bíblicas ilustradas. No deben faltar los diccionarios, enciclopedias, y obras de referencia acerca de los más variados campos del saber. También es bueno tener biografías históricas, mapas, libros con ideas para experimentos científicos y trabajos manuales, etc, y un diccionario bíblico para encontrar informaciones acerca del trasfondo de las historias bíblicas. Si los padres usan estos libros y muestran interés en ellos, los niños pronto desarrollarán también un interés por la lectura.

En un ambiente como este, los niños aprenderán a leer en su tiempo, casi automáticamente. Lo he visto en mis propios hijos: ellos no necesitaban casi ninguna instrucción para aprender a leer. Aunque en aquel tiempo yo estaba elaborando unas hojas de trabajo para enseñar a leer a los principiantes; pero ¡mis hijos aprendieron a leer más rápidamente de lo que yo pude escribir las hojas de trabajo!
En este proceso, el «método» que usamos para enseñarles a leer, no tiene casi ninguna importancia. Si se cumplen las dos condiciones mencionadas, los niños aprenden a leer con casi cualquier método, o aun en la ausencia de un método – con la misma naturalidad con la que aprendieron a caminar y a hablar.

La siguiente anécdota ilustra cuánto se esfuerza el sistema escolar por ocultar esta simple verdad:

Quizás un buen ejemplo, de lo que hace la escuela con estos saberes que tienen que ver con la enseñanza de destrezas, sea una anécdota que le escuché al poeta Fernando Charry Lara. Las autoridades educativas de la época encargaron al padre del poeta la elaboración de una cartilla gracias a la cual los niños aprendieran a leer. El señor Charry cumplió con su labor (la famosa cartilla Charry con la que mi generación aprendió el goce infinito de la lectura) pero los burócratas de la época le preguntaron por el tiempo en el que consideraba que un niño aprendería a leer. «Tres meses», calculó el maestro. “No, no, ¡alárguela para que sea en un año!”, respondieron.
(Gabriel Restrepo, Colombia: «Citando a la escuela». En: «Un mundo por aprender», Acción en Educación sin Escuela (ESE), Autoaprendizaje Colaborativo (AC) y Educación en Familia (EF). Congresos Internacionales Realizados en la Universidad Nacional de Colombia, los años 2009 y 2010.)

En cuanto al punto 2), el momento apropiado de aprender a leer es decisivo. Es allí donde la mayoría de los padres y profesores se equivocan; y es allí donde surgen casi todos los problemas de aprendizaje en el campo de la lectura y escritura. La gran mayoría de los niños alcanzan la madurez necesaria varios años después de que el sistema escolar les exige que lean. El Dr. Raymond Moore describe en «Mejor tarde que temprano» como tanto el cerebro, como también la vista y el oído, tienen que alcanzar sus respectivos niveles de madurez, hasta que el aprendizaje de la lectura es posible sin causarle un estrés excesivo al niño. ¡Y muchos niños alcanzan este «nivel de madurez integrada» no antes de los ocho años de edad!

En este aspecto de la maduración, existen grandes diferencias entre un niño y otro. Unos cuantos niños alcanzan esta madurez ya a los cuatro años o aun antes; otros demoran hasta los diez años o aun más. Pero esto no significa que los que demoran más, estuvieran «retrasados» o «discapacitados». Una vez que llegan a su nivel de madurez, pronto leerán igual o mejor que los otros niños de su edad. Estos niños de «desarrollo lento» pueden incluso tener una inteligencia superior, como demuestran los siguientes dos ejemplos:

Woodrow Wilson tenía más de diez años cuando aprendió a leer. A los 23 años se graduó de la universidad de Princeton y llegó a ser presidente de la universidad. Más tarde fue elegido presidente de los Estados Unidos.
Albert Einstein no habló ni una palabra antes de cumplir cuatro años, y tenía problemas del habla hasta la edad de nueve años. De adulto fue uno de los científicos más destacados del siglo XX. Una vez dijo que probablemente era exactamente esta lentitud, la cual lo capacitó para reflexionar más profundamente sobre los problemas que las demás personas.

A veces son también los problemas personales de los niños, que les impiden a aprender. Estos problemas se originan a menudo en una familia disfuncional, o en la misma escuela. En este último caso, la escuela resulta contraproducente: El niño es rechazado o maltratado por sus compañeros o profesores, y con esto se retrasa su aprendizaje. Así no cumple las exigencias de la escuela; como resultado es aun más rechazado y maltratado; esto a su vez dificulta aun más su aprendizaje, etc.

Una niña de nueve años vivía con nuestra familia durante medio año, por causa de unos problemas en su familia. Ella había asistido a la escuela durante tres años, pero no había aprendido a leer. Ella asistía a una escuela nocturna, de manera que la presión no era tan grande, y ella podía pasar casi todo el día con nosotros. Entonces lo primero era ganar la confianza de ella, y tratar los diversos problemas psicológicos que ella sufría, con la ayuda del Señor. Una vez que logramos esto, ella aprendió con nosotros a leer dentro de menos de dos meses.
Otra niña llegó a nuestro refuerzo escolar con nueve años de edad; ella estaba por tercera vez en segundo grado porque no sabía leer. En su caso notábamos que todavía no estaba lista, así que decidimos tener paciencia con ella. (Puesto que ella tenía que cumplir con las exigencias de la escuela, ella nos dictaba sus respuestas a sus tareas, nosotros las escribíamos en una hoja, y de allí ella las copiaba en su cuaderno. Pero no le exigíamos que leyera o que entendiera lo escrito.) – Un año más tarde notamos que ella llegó al nivel de madurez necesario, y también estaba motivada para aprender a leer. Pero su carga de tareas escolares impidió que pudiésemos hacer este trabajo con ella; así que fue necesario hacer un acuerdo con su profesora: Los días viernes la niña fue exonerada de ir a la escuela, y en este tiempo nosotros trabajamos con ella. De esta manera, esta niña también aprendió a leer dentro de dos meses y medio. (Hubiera sido mucho más fácil para ella si todavía no hubiera entrado a la escuela. Cuando vino a nosotros, ya tenía toda una historia de maltrato y marginación en la escuela.)

Entonces, cumplir con este punto 2) puede significar para muchos niños, postergar su entrada a la escuela o educarlos completamente en casa. Esto no es ninguna pérdida para ellos, al contrario: Así mantendrán su motivación para leer intacta, y lo aprenderán de una manera mucho más fácil y sin estrés. Además, comprenderán lo que leen.

Determinar exactamente el nivel de madurez mental de un niño, requeriría diversas evaluaciones y diagnósticos. Pero podemos saber por lo menos aproximadamente si un niño está listo para aprender a leer, mediante esta prueba sencilla: Un niño está listo para aprender a leer, cuando desarrolla la capacidad de juntar letras y sílabas de manera sensata.
La mayoría de los niños saben el significado de varias letras, mucho antes de que aprenden a leer. Muchos niños pueden aprender las letras tan temprano como a los cuatro o incluso los tres años; pero ¡esto todavía no significa que puedan leer! Quizás saben leer una «L» y una «O»; pero todavía no pueden sin ayuda juntar la «L» con la «O» y entender que significan «LO», y que en orden inverso significan «OL». O si están aprendiendo a reconocer sílabas, pueden quizás reconocer la sílaba «pa» y la sílaba «la»; pero todavía no pueden entender sin ayuda que las dos sílabas juntas forman la palabra «pala». Cuando empiecen a crear estas uniones de letras o sílabas, sin que alguien se lo «sople», entonces ha llegado el momento en que podrán aprender a leer de manera natural.

Para los niños que se desarrollan rápidamente, este momento puede llegar cuando reciben sus primeras clases de lectura, o aun antes. Pero los niños de desarrollo promedio y lento se verán forzados por el sistema escolar a «aprender a leer» mucho antes de llegar a este punto. Entonces sus profesores, compañeros o padres tienen que «soplarles» el significado de las sílabas y de las palabras. Así el niño no aprende a leer; solamente aprende a «adivinar» lo que podría significar. Más tarde es muy difícil cambiar este mal hábito y aprender a leer de verdad, en vez de «adivinar». Por eso, para estos niños, la escuela es más un estorbo que una ayuda para aprender a leer.
Esto es confirmado por la siguiente estadística. El nivel educativo de los Estados Unidos, en cuanto a la lectura, bajó después de introducir la escolarización obligatoria:

«Antes de la introducción de la escolarización obligatoria (alrededor de 1850), 98% de los habitantes del estado de Massachusetts sabían leer y escribir. Después, la tasa de alfabetización bajó a menos de 91% y permaneció en este nivel hasta hoy (1990).»
(Citado por John Taylor Gatto en su famoso discurso «Por qué las escuelas no educan».)

Antes de 1850, la mayoría de los norteamericanos aprendían a leer de manera natural en sus propias familias, como lo describimos más arriba. Esto explica por qué antes de esa fecha prácticamente no existían analfabetas en aquel país.

– En cuanto al método, ya mencioné que no tiene mucha importancia. Las muchas discusiones de expertos acerca del «método correcto de enseñar a leer», son bastante superfluas, si consideramos solamente los dos puntos sencillos mencionados arriba.
Una sola pauta metódica me parece digna de mencionar porque es realmente importante: Las letras deben introducirse según el sonido que producen (p.ej. «L»), no según su «nombre» en el abecedario (p.ej. «ELE»). Los niños se confunden cuando les decimos «Esta es una ELE», porque cuando ven las letras «LO», leerán «ELE-O». Entenderán mucho mejor cuando les decimos: «Esta letra suena: LLLLL…, y si la juntamos con la O, suena LO.» – Más tarde, cuando sepan leer bien, habrá todavía suficiente tiempo para enseñarles el abecedario con su orden y sus nombres.

 

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Creatividad (Parte 3): Recuperación de la creatividad

Si usted se da cuenta de que el enemigo le ha robado su creatividad, entonces en primer lugar necesita reconocer que este es un problema espiritual. A medida que usted llega a conocer mejor a Dios y aprecia Su creatividad, podrá también recuperar la creatividad que El le ha dado a usted. Aunque algunas personas por naturaleza tienen más creatividad que otros, cada ser humano tiene algo de creatividad.
Quizás Dios le muestra unas circunstancias específicas del pasado que han causado la pérdida de creatividad (ser ridiculizado o rechazado en la escuela; haber crecido en un hogar con excesivas limitaciones y prohibiciones; etc.) Entonces puede ser necesario traer estos asuntos ante El en oración, para que El pueda sanar y restaurar su personalidad en este aspecto.
En algunos casos (a raíz de tales circunstancias o independientemente de ellas) la creatividad se pierde por una decisión propia, quizás inconsciente, tal como: «Ya no voy a hacer ningún dibujo propio.» – «Ya no voy a intentar nada nuevo.» – «Para estar seguro, haré solamente lo que siempre he hecho.» – «Fulano es mi gran ejemplo; haré las cosas siempre como él las hace.» – «Es más fácil copiar lo que otros han hecho, ¿para qué hacerme el trabajo de crear algo propio?» – Si usted se da cuenta de que ha hecho una decisión parecida en algún momento del pasado, necesita revocar esta decisión y las actitudes causadas por ella. (Reconocer lo erróneo de decisiones anteriores, y revocarlas, es una forma de arrepentimiento.) Con la ayuda de Dios, podrá entonces agradecer a su Creador por la creatividad que El le dio, y empezar a vivir con una actitud diferente.
Si usted se da cuenta de que su creatividad ha sido tergiversada por una vida mental corrompida, necesita entonces «limpiar su mente»: «… derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo…» (2 Cor.10:5) – «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento…» (Rom.12:2). Es un ejercicio que demanda mucha perseverancia y disciplina, reconocer y rechazar los pensamientos e imaginaciones que son contrarios a la voluntad de Dios, y remplazarlos por pensamientos agradables a Dios. Pero las armas espirituales que Dios nos dio, son suficientes para esto. Cuando se limpian los pensamientos, se limpian también sus expresiones creativas.

Entonces, después de resolver los problemas espirituales de fondo, usted podrá entrenarse nuevamente en la creatividad que Dios le ha dado. Practique una actividad creativa que le agrada (sea dibujo, pintura, tejido o costura, carpintería, otros trabajos manuales, inventar juegos, poesía, teatro, canto, música, o cualquier otra). No se preocupe por si el resultado será de alguna calidad o utilidad. Al inicio se trata simplemente de recobrar la valentía para crear «algo» – cualquier cosa. A medida que usted progresa, ya verá que sus creaciones mejorarán y le podrán servir para algo, por ejemplo para la educación de sus hijos.

Gran parte de la creatividad consiste en atreverse a hacer las cosas de una manera diferente, o a imaginarse que las cosas podrían ser diferentes. Los niños, mientras crecen de manera sana, hacen esto de manera natural. Por ejemplo, un niño normal encontrará cien y tantas maneras diferentes de subir y bajar las gradas. Muchos inventos y descubrimientos se hicieron porque alguien se atrevió a pensar o actuar de una manera diferente de los demás. Por ejemplo, Colón descubrió América porque pensó que se podía llegar a la India no solamente viajando al este, sino también viajando al oeste.
Desafíe su creatividad con tareas como las siguientes:
– Use cada día un camino diferente, o un medio de transporte diferente, para ir de su casa a su trabajo.
– Reordene los muebles en su casa de una manera diferente.
– Dibuje una casa que es diferente de todas las casas que usted alguna vez ha visto. (o un animal diferente, una máquina diferente, un vestido diferente …)
– Mencione el mayor número posible de usos novedosos para un destornillador. (o una correa; una rueda de bicicleta; un diccionario; un zapato; …)
– Describa como sería el mundo si no hubiera gravedad. (o si llovería aceite en vez de agua; o si los humanos estuviéramos diseñados para vivir debajo del agua; o si la luna fuera caliente y el sol frío; – invente otras condiciones «diferentes».)
– Invente una comida nueva con los alimentos que en este momento se encuentran en su cocina.
– Invente algunas nuevas tareas creativas para añadir a esta lista.

Incentivar la creatividad de los niños

Un niño sano que crece en el seno de una familia sana, normalmente muestra señales de creatividad desde una edad temprana. En realidad, no hay mucha necesidad de «incentivar» la creatividad de un niño. Mucho más importantes son los siguientes puntos:

– Proveer un ambiente propicio a la creatividad.
El niño necesita un ambiente donde puede moverse y explorar libremente. Los padres tienen que aclarar donde están los límites de esta libertad; de acuerdo a la edad de los niños. (Por ejemplo, a los niños pequeños no se les puede permitir experimentar libremente en la cocina, por los peligros que existen allí. Pero cuando son más grandes, ya han ayudado con frecuencia a los adultos a cocinar, y saben como usar las herramientas, entonces se les puede dar libertad también en el uso de la cocina.)
Un ambiente propicio a la creatividad contiene una diversidad de materiales y herramientas que los niños pueden usar para trabajos manuales y juegos (de acuerdo a su edad y madurez). Entonces ellos mismos inventarán muchas cosas creativas. Adicionalmente se pueden proveer unos libros con sugerencias para trabajos manuales, juegos, experimentos, etc.
En los niños pequeños, a veces la creatividad no funciona bien si están abrumados con una diversidad demasiado amplia de materiales o sugerencias. En estos casos, es mejor darles solamente dos o tres materiales – por ejemplo periódicos viejos, cinta adhesiva y lana; o plastilina y palitos de fósforo – e incentivarlos que hagan algo con estos materiales. O se les puede dar dos o tres sugerencias de lo que podrían hacer, y que ellos escojan. (Dar una sola sugerencia tampoco es bueno, porque así el niño ya no tiene la oportunidad de reflexionar y decidir.)

– Encauzar la creatividad en una buena dirección.
A veces, la creatividad de un niño se expresa de una manera que no es aceptable. En vez de simplemente prohibirle lo que hace, es mucho mejor ofrecerle una alternativa constructiva. Por ejemplo, a muchos niños pequeños les gusta dibujar en las paredes. (Puede que una hoja de papel no les provee suficiente espacio; o que la posición de pie es más adecuada para su necesidad de moverse.) Entonces, se puede conseguir una pizarra con tizas o plumones y colgarla en la pared a una altura accesible al niño (o simplemente pintar una porción de la pared con pintura de pizarra). Así el niño tiene su «lugar permitido» donde puede dibujar en la pared y puede desarrollar su creatividad, sin causar a sus padres la molestia de tener que limpiar las paredes. Esto es mucho mejor que solo prohibirles que dibujen en la pared. – También, a muchos niños les gusta jugar con barro y formar «tortas» y toda clase de figuras; pero la mamá se horroriza al ver lo sucio que regresan a casa. Para esto también existen varias alternativas: Para modelar figuras, se puede conseguir plastilina o un material parecido. O se puede usar arcilla y conseguir un delantal de plástico fácil de limpiar, entonces el niño tiene que ponerse el delantal cuando quiere jugar con la arcilla. Si se trata de jugar afuera, se puede preparar una caja de arena o ir a un lugar donde hay arena (la playa, o la orilla de un río). (La arena se puede limpiar mucho más fácilmente que el barro.) Y es práctico que el niño tenga un juego de ropas viejas, destinado específicamente para jugar afuera, para que no ensucie su mejor ropa.
Así existen muchas maneras de evitar que la creatividad de los niños cause mayores problemas a la mamá y ama de casa. Con un poco de creatividad (!) de parte de los padres, se pueden encontrar alternativas sin prohibir las actividades creativas de los niños.

– Proteger al niño contra influencias que atentan contra su creatividad.
Hemos visto en la parte anterior algunos «enemigos de la creatividad». Como padres cristianos debemos proveer a nuestros hijos un ambiente donde su creatividad puede desarrollarse de manera sana y de acuerdo a la voluntad de Dios. Por eso debemos protegerlos contra las influencias que atentan contra la creatividad, de parte del sistema escolar, de la televisión y de los videojuegos, de las obras de arte inmorales y blasfemos, etc. En su lugar debemos animarlos a usar su propia creatividad, y proveerles ejemplos de obras creativas que verdaderamente honran a Dios.

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Por qué no es buena pedagogía, juntar a niños de la misma edad

Este artículo es la continuación del anterior: «De la importancia de tener hermanos mayores y menores». Allí hemos visto la dinámica positiva que se desarrolla en una familia sana entre hermanos mayores y hermanos menores. Hemos visto que Dios en Su sabiduría diseñó la familia de esta manera, con niños de distintas edades que crecen juntos, aprendiendo unos de los otros, y aprendiendo a valorarse mutuamente.

Entonces, ¿qué consecuencias tiene este diseño sabio para el sistema escolar?

Gran parte del sistema escolar se fundamenta en la separación de los niños por edades: Cada niño es asignado a su grado estrictamente según su edad cronológica. A cada grado se asignan currículos, planes de enseñanza y objetivos de conocimientos y habilidades específicos. Las escuelas multigrado se consideran «antipedagógicas» y solamente se admiten como «soluciones de emergencia». Con excepción de unas pocas escuelas alternativas que han descubierto que una escuela multigrado es más cerca del modelo familiar, y por tanto más adecuada para el desarrollo de los niños.

La separación por edades se fundamenta con la idea de «juntar a niños del mismo nivel». Los defensores de esta separación desean poder enseñar a todos sus alumnos lo mismo, y con un mismo método para todos. Por eso desean que sus alumnos estén todos al mismo nivel de comprensión y conocimientos. Pero la realidad escolar demuestra diariamente que esto no funciona así. La madurez de los niños de una misma edad varía grandemente. En una determinada sección de tercer grado, por ejemplo, hay niños que pueden competir en matemáticas con niños de quinto grado, mientras otros niños de la misma edad están todavía en la etapa intuitiva y no pueden encontrar ningún sentido en los números que tienen que escribir en sus cuadernos. Además, los que están más maduros en su pensamiento matemático, no lo están necesariamente en su lenguaje o en sus habilidades manuales, y viceversa. Por tanto, la separación de los niños por edades no cumple con su supuesto objetivo, de juntar a niños de un mismo nivel.

En la pubertad, las diferencias individuales en el desarrollo se acentúan aun más:

«En 1959, Goodlad y Anderson publicaron evidencia irrefutable de que el sistema de aulas por grado (inventado en 1847 y adaptado de un sistema militar prusiano de 1536) está equivocado. La Investigación Medford de Crecimiento y Desarrollo del Niño, llevada a cabo durante doce años por la universidad de Oregon (1957-1969), demostró que entre los «alumnos de séptimo grado» existe una variación fisiológica de seis años: Algunos niños de una edad cronológica de 12 años, tienen fisiológicamente solo 9 ó 10 años, mientras otros tienen un desarrollo correspondiente a los 14 ó 15 años. (…) La variación «académica» entre los «alumnos de séptimo grado» refleja una gama de diez años en el rendimiento – desde puntajes correspondientes al tercer grado hasta el décimotercer grado según exámenes tradicionales estatales. No puede existir una clasificación de «séptimo grado» [basada en la edad cronológica], sin embargo, sigue persistiendo hasta hoy como si fuera un edicto de los dioses.»
(Don Glines: «Cien años de guerra contra el aprendizaje»)

Además, la separación de los niños por grados incentiva una mentalidad de competencia que es antisocial. Puesto que, en la teoría, todos deberían estar «del mismo nivel», un niño que se queda «atrás» se considera fracasado. Los niños compiten entre ellos por alcanzar o superar este «nivel» imaginario. Los pocos que están en la punta, desarrollan orgullo y egoísmo. Los muchos que se quedan «atrás», se desaniman, pierden su autoestima y su deseo natural de aprender. En su lugar adquieren una motivación no natural: Estudian para no ser ridiculizados, o para no tener que repetir el año; pero ya no por el deseo de saber y entender. En un sistema así, los alumnos son masificados: pierden su individualidad y su personalidad propia. Ya no valoran su propia manera de ser; ya no pueden entender que es normal que cada niño es diferente. En vez de ver la diversidad como un valor, la ven como un defecto. En vez de ayudarse mutuamente, compiten todos contra todos. A los niños no se les permiten los beneficios de tener hermanos mayores y menores. En cambio, son obligados a una forma de «socialización» que no es natural, y puede ser hasta cruel.

Es un viejo principio pedagógico que no se debe comparar a los niños entre sí: «Pedro es más inteligente que Arnaldo; Carla es más obediente que su hermana; Felipe es mejor deportista que Juan; Anita es más bonita que Fabiola …» Es que en estas comparaciones siempre hay uno que queda atrás, se siente mal y se desanima. También, estas comparaciones en su mayoría resaltan calidades que no son ningún mérito del niño. (A menudo los principios viejos son mejores que los modernos.) – Es mucho mejor comparar a cada niño solamente consigo mismo: «Ya estás entendiendo este tema mejor que ayer. – Parece que hoy tienes un día malo, yo sé que tú puedes comportarte mejor. – El año pasado todavía no podías dibujar vacas; ¡ahora ya puedes!» Así el niño se da cuenta de sus progresos y es animado a progresar más.

Pero el sistema escolar promueve exactamente aquella clase de comparaciones que es dañina para la autoestima y la motivación de los niños: la comparación de los niños entre sí. En cambio la familia (y en cierta medida también la escuela alternativa multigrado) incentiva mucho más la sana comparación de cada niño consigo mismo.

En una familia, es lógico que no se pueden evaluar a todos los niños con un mismo examen. Se entiende que cada uno está a un nivel diferente. Una buena pedagogía consiste en ayudar a cada uno para que avance desde el nivel actual en el cual se encuentra. Juzgar a todos los niños de una familia basado en un mismo examen, sería muy injusto. Pero raras veces los planificadores escolares se dan cuenta de que es igualmente injusto, juzgar a todos los niños de una determinada edad cronológica basado en un mismo examen. Entre estos niños existen tantas diferencias en su trasfondo familiar y cultural, su desarrollo individual, etc, que no podemos tratarlos como si «todos deberían estar en el mismo nivel».

El sistema escolar no premia a los niños más inteligentes o más esforzados. Simplemente premia a aquellos que están un poco adelantados en su desarrollo, o sea, a los niños precoces. Pero no existe ninguna evidencia de que los niños precoces sigan siendo «sobresalientes» cuando sean adultos – a menudo es lo contrario. La velocidad del desarrollo no dice nada acerca de su calidad. A veces, una inteligencia superior necesita más tiempo para desarrollarse adecuadamente. Por ejemplo, Albert Einstein y Woodrow Wilson eran tales inteligencias superiores que se desarrollaron lentamente. Wilson tenía más de diez años cuando aprendió a leer; pero se graduó de la universidad de Princeton a los 23 años, y más tarde fue presidente de la universidad. Einstein no hablaba ni una palabra hasta los cuatro años de edad, y tuvo dificultades de hablar hasta los nueve años. De adulto, fue uno de los científicos más destacados del siglo XX.

¿Por qué entonces las escuelas insisten en que los niños sean estrictamente separadas por edades?
– No puede ser para «juntar a niños del mismo nivel», porque la separación por edades no es apropiada para alcanzar esta meta. Eso es solamente un pretexto. ¿Cuál es la verdadera razón?
Obviamente, la separación por edades facilita la administración estatal de los niños. Es más fácil dictar leyes y reglamentos basados en el año de nacimiento de cada niño, en vez de preocuparse por conocer y atender a cada uno individualmente. No son razones pedagógicas ni científicas, son solamente razones burocráticas, las que exigen que cada niño sea metido en un cajón que corresponde a su edad. Un educador que realmente ama a los niños, no los someterá a este sistema inhumano.

Una comunidad de familias que educan a sus hijos en casa, o una escuela multigrado y activa, no impide que se formen grupos de niños «de un mismo nivel». Al contrario: estos grupos se forman de manera más natural y espontánea que en una escuela separada por edades. Por ejemplo, un niño escoge de la biblioteca un libro acerca de los países del mundo. Pronto este niño se ve rodeado por tres o cinco otros niños que comparten este mismo interés, y leen el libro juntos. Un padre o profesor puede acercarse a este grupo para incentivar sus investigaciones con preguntas y sugerencias adicionales. Se ha formado un grupo de interés que puede estudiar un mismo tema juntos, y lo hacen con más motivación y naturalidad que una clase de niños reunidos forzosamente. – Lo mismo sucede p.ej. con los materiales de matemática. Un material de fracciones será escogido solamente por aquellos niños que han madurado lo suficiente para poder entender estos conceptos. Los niños «del mismo nivel» se juntarán naturalmente alrededor de este material; mientras aquellos que todavía no están listos para aprender sobre fracciones, no lo encontrarán interesante y buscarán un material más fácil.

Entonces, la idea de juntar a niños «de un mismo nivel», no es ningún argumento a favor de una separación por edad cronológica. Al contrario, es un argumento a favor de la escuela alternativa multigrado, la cual permite avanzar a cada niño según su ritmo individual. Y es un argumento a favor de la familia, donde existen mejores posibilidades para educar a cada niño según su nivel efectivo. (Por supuesto, esto no se aplica a una escuela multigrado tradicional, la cual intenta mantener la separación artificial por grados dentro de sus aulas, imponiéndoles un currículo rígido. Solamente se aplica a escuelas que permiten a los alumnos escoger sus actividades, temas y materiales de acuerdo a su propio nivel de comprensión. Vea «Pedagogía de la escuela activa».)

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De la importancia de tener hermanos mayores y menores

La familia es uno de los inventos más sabios de Dios. En el mismo momento de crear al hombre, Dios ya definió la familia como el lugar donde los futuros seres humanos debían nacer y crecer. (Vea Génesis 1:27-28, Efesios 5:31-6:4.) En un artículo anterior hemos visto lo que sucede cuando una sociedad intenta remplazar la familia por otras instituciones, tales como el estado o la escuela: La sociedad entera se quebranta dentro de pocas generaciones. («Las lecciones sabias de la historia para educadores».) Debemos asumir, por tanto, que cada aspecto de la familia tiene un propósito bien diseñado por Dios.

Deseo en este artículo examinar un aspecto particular: En una familia existen normalmente hermanos mayores y hermanos menores. ¿Por qué decidió Dios hacerlo de esta manera? El podría habernos diseñado de tal manera que llegamos a este mundo como personas adultas, sin tener que pasar por las distintas etapas de la infancia. O podría haber creado la familia de tal manera que crezca un solo hijo a la vez, y cada hijo siguiente nacería solamente cuando los anteriores ya serían adultos. O podría habernos creado como los peces, las mariposas, y muchos otros animales, cuyas crías nacen juntas y crecen juntas, teniendo todas la misma edad. (Un planificador moderno de «educación» probablemente lo hubiera hecho así.) Pero no, Dios creó familias humanas con hijos de distintas edades. ¿Cuál será la sabiduría escondida detrás de este hecho?

Creo que podemos encontrar una respuesta, si hacemos la pregunta: ¿Cómo se benefician mutuamente hermanos mayores y hermanos menores? – Estoy hablando aquí de familias que funcionan según el diseño de Dios; no de las familias disfuncionales y desfiguradas por el pecado, de las que hay muchas (desafortunadamente).

En una familia sana, los hijos menores aprenden muchas cosas de sus hermanos mayores: desde habilidades cotidianas como amarrarse los zapatos, hasta conocimientos avanzados. (Por ejemplo, mi hijo menor hasta la edad de aproximadamente once años aprendió casi todos sus conocimientos matemáticos de su hermano mayor.) El ejemplo y la enseñanza de un hermano mayor puede ser más eficaz que el ejemplo y la enseñanza de un adulto. Es que el hermano mayor está más «cerca» del hermano menor (en su edad y en su manera de pensar). Por eso puede haber más comprensión entre ellos, que entre el niño menor y un adulto.

Al mismo tiempo, el hermano mayor también se beneficia de esta relación, porque aprende a ser responsable y considerado, a tener paciencia y misericordia con los más débiles, a compartir sus conocimientos y habilidades con los que saben menos, y a dar un buen ejemplo.

Esta forma de «enseñanza por hermanos mayores» produce aun mejores resultados que la enseñanza escolar por profesores profesionales, como demostró un experimento en escuelas de los Estados Unidos:

«Hace años, unas escuelas en zonas pobres hicieron el experimento de que los alumnos de quinto grado enseñaron a los alumnos de primer grado a leer. Los resultados fueron los siguientes:
Primero, que los alumnos de primer grado aprendieron más rápidamente que otros alumnos de primer grado que fueron enseñados por profesores profesionales.
Segundo, que los alumnos de quinto grado que enseñaron, mejoraron ellos mismos mucho en su lectura. (Muchos de ellos no habían sido buenos lectores.)»
(John Holt, «Teach Your Own»)

¿Por qué entonces no se aplica este sistema en más lugares, si es tan eficaz? – Simplemente porque muchos profesores perderían su trabajo. Para mantener a los profesores ocupados, se sigue manteniendo el actual sistema escolar ineficaz.

Otra ventaja de la familia es la siguiente: Con niños de diferentes edades, es natural que ninguno es igual que el otro. Los niños aprenden a valorar a cada uno en su individualidad. Aprenden en su vivencia que es normal que unos niños ya saben leer y otros todavía no; que unos son buenos en manualidades y otros son buenos en matemática o en ciencias; que cada niño tiene intereses diferentes, y que interesarse por la música no es «mejor» ni «peor» que interesarse por los dinosaurios.

Es cierto que entre hermanos existen también los problemas. (Pero veremos en la continuación que en grupos de niños de la misma edad, los problemas son aun mayores). Una tentación particular para el hermano mayor son los celos contra los hermanos menores. A menudo el hermano mayor siente que él está llevando más carga y tiene mayores responsabilidades, mientras los padres protegen más a los menores y son más complacientes hacia ellos. (Los padres pueden contrarrestar esto, dando a los hijos mayores no solamente responsabilidades, pero también privilegios correspondientes.) – El hermano menor, en cambio, puede resentirse porque es el más débil y no puede defenderse bien contra sus hermanos mayores.
La Biblia nos muestra diversos ejemplos de estas tensiones entre hermanos, como por ejemplo en la historia de José y sus hermanos, o en la relación entre David y sus hermanos mayores. Pero vemos en estas historias, que Dios usó estas tensiones para moldear el carácter de todos los hermanos, tanto de los mayores como de los menores. Aun estas dificultades, que son naturales cuando niños y jóvenes de diversas edades viven juntos, son diseñadas por Dios para un propósito bueno; para que podamos decir al final con José:
«Ustedes pensaron mal contra mí, pero Dios lo encaminó para bien …» (Génesis 50:20)

(Continuará…)

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Buenas noticias (casi) del ministerio de educación

En el Perú (¿en otros países también?) existe toda una histeria acerca de las «vacaciones útiles». Todos los profesores quieren ganarse un dinero adicional, ofreciendo su «academia vacacional». Y todos los padres que «se preocupan por la educación de sus hijos» (supuestamente), entran en pánico de que su hijo podría «quedarse atrás» si no lo matriculan en una tal academia. En efecto, la mayoría de los niños peruanos son de esta manera despojados de sus vacaciones. Las «vacaciones útiles» son simplemente una continuación del mismo sistema escolar opresivo e ineficaz. Si se permitiese a los niños tener vacaciones verdaderas, solamente harían cosas «inútiles» como jugar fútbol, aprender a manejar una bicicleta, dibujar lo que ellos quieren (en vez de copiar del libro escolar), o ayudar a su mamá en la cocina. Para que no hagan tales cosas «inútiles», hay que meterlos a la escuela aun durante las vacaciones – así dice la creencia popular.

Nuestro programa vacacional (que acaba de terminar) es diferente. Ofrecemos una gran variedad de materiales que permiten a los niños realizar actividades creativas y divertidas: juegos de construcción, juegos de mesa, libros con ideas para trabajos manuales, rompecabezas, etc. Ofrecemos grupos de interés donde los niños pueden aprender, según su propia elección, unas habilidades que raras veces se cultivan en la escuela: hacer teatro, cocinar, arreglar bicicletas, jugar ajedrez, hacer origami, diseñar modelos recortables de papel, etc. Una vez a la semana vamos de paseo: sea a la naturaleza libre, o a algún lugar de trabajo interesante. (Este año por ejemplo hemos visitado una central hidroeléctrica.)
Los niños necesitan bastante tiempo (varias semanas) para recuperar su equilibrio emocional después del estrés del año escolar, y para acostumbrarse a la libertad de elegir sus propios proyectos. Pero les gusta, y con el tiempo salen a la luz los talentos escondidos: el talento de construir torres, o de actuar, o de inventar nuevos juegos, o de mantener la cabeza bajo agua durante medio minuto. También empiezan a despertar sus neuronas. Niños pequeños que en la escuela nunca entendieron las decenas y las unidades – ni siquiera con cien páginas de ejercicios en sus libros – empiezan a comprenderlo manejando un ábaco o unas regletas de madera. Niños que detestaron la lectura como una obligación pesada y sin sentido, empiezan a rebuscar la biblioteca y encuentran que un libro sí puede ser algo interesante. Solo algunos alumnos ya mayores tienen dificultad de «entrar en onda», y hasta el último día parecen esperar que alguien los amenace desde atrás con un palo, para hacer algo. Es que así fueron acostumbrados en sus escuelas durante toda su vida.

Los niños aprecian mucho estos programas; pero los padres, al parecer, no tanto. Varios padres han sacado a sus hijos de nuestro programa, diciendo: «Allí no aprenden nada, solo juegan.» Y esto después de decenas de reuniones de orientación, donde intentamos hacer ver a los padres que el juego – el juego creativo y lógico – es algo de lo más educativo que existe. Pero no, no se puede permitir que los niños jueguen, ni siquiera en sus vacaciones. Si algo les gusta, no puede ser educativo. «Educación» es solamente lo que se hace de mala gana y lo que uno no puede entender – esta es otra de las creencias populares tan difundidas entre padres, profesores, y autoridades educativas.

Pero mira que sorpresa: Este año, el ministerio de educación del Perú ha publicado en su página web un folleto instructivo para padres, con el título: «¿Cómo las actividades recreativas contribuyen con el desarrollo de nuestras hijas e hijos?» – Este folleto contiene una larga lista de actividades recomendadas para las vacaciones. Además, con cada actividad indica las áreas del desarrollo personal que son estimuladas con la actividad respectiva. Aquí encontramos por ejemplo:

«Hacer teatro, interpretando personajes – Desarrolla la función simbólica, estimula la seguridad y la confianza.»
«Visitar centros recreacionales, de preferencia donde se tome contacto con la naturaleza. – Fomenta la integración y socialización, contribuye al cuidado y valoración de la naturaleza.» (Además contribuye a la salud física y refuerza los conocimientos de botánica, zoología y ecología – esto se olvidó el ministerio de educación.)
«Jugar en el parque (escondidas, mundo, la liga, la soga, trompo, bolitas, canga y otros.) – Permite asumir diferentes roles y promueve el liderazgo y el trabajo en equipo. Desarrolla la capacidad viso-motora y motora fina. Desarrolla la atención y concentración. Estimula la imaginación y creatividad. Refuerza el trabajo en equipo y el respeto a las reglas del juego.» (¿Alguien dijo que jugar es inútil?)
«Juegos de mesa: Dominó, Ludo, Pictureka, etc. – Favorece la coordinación visual, la memoria, la atención. Aprende a respetar las reglas de juego y a tolerar la frustración. Estimula su desarrollo cognitivo: comprende la noción de semejanza y diferencia.»
«Preparación de platos típicos de la región. – Fomenta la identidad local y regional. Propicia el reconocimiento de olores, sabores y texturas. Impulsa la capacidad de planificación, organización y distribución de alimentos y de cariño.» (Además, cuando se cocina según una receta, desarrolla el entendimiento de cantidades, pesos y medidas.)
«Practicar origami y kirigami. – Desarrolla habilidades lógico-matemático (sic) y coordinación viso-motora. Estimula la creatividad y la imaginación.»

Efectivamente, casi todo lo que hacemos en nuestros programas vacacionales se encuentra en esta lista. Parece como si alguien del ministerio de educación se hubiera decidido a copiar nuestros programas y a defender su valor educativo. (Solamente que nosotros podríamos todavía añadir un buen número de entradas a esta lista.) Incluso dijo una representante del ministerio de educación en una entrevista radial (cito de la memoria): «No se trata de que los niños estudien en las vacaciones aun más matemática, comunicación, etc. En las vacaciones necesitan otras clases de actividades, y que lo hagan en familia.»

Es una buena noticia que el ministerio de educación reconozca ahora la necesidad de los niños de tener vacaciones. Vacaciones verdaderas para jugar, desarrollar habilidades físicas, ser creativos, y pasar tiempo en familia. Podemos ahora decir a todos los padres y profesores que se quejan: «Estamos haciendo exactamente lo que el ministerio de educación recomienda.»

Hay solamente un problema aquí: Nadie hace caso a estas recomendaciones. Los padres y profesores, según veo, ni siquiera están enterados de que estas recomendaciones existen. He escrito al ministerio de educación para preguntar cómo se están difundiendo estas recomendaciones a los profesores y al público en general; y no he recibido ninguna respuesta. Las escuelas y los profesores siguen llevando a cabo las mismas aburridas «vacaciones (in-)útiles» como siempre. Y los padres siguen sintiéndose obligados a mandar a sus hijos allá, para que no «queden atrás». En realidad sucede lo contrario: Los niños ya no recuperan su equilibrio emocional, ni sus fuerzas físicas, ni su creatividad, ni su motivación para aprender. Comienzan el nuevo año escolar tan estresados y «apagados» como terminaron el anterior.
El ministerio de educación ha dado un paso importante al publicar las recomendaciones citadas. Pero haría un servicio aun mucho más grande a los niños y a las familias, si se esforzara por dar mayor publicidad a estas recomendaciones, y por liberar a los niños de la carga de las «academias vacacionales» innecesarias.

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Como los centros de cuidado diurno («Casas-cuna») pueden destruir una nación

Apenas publiqué el artículo pasado sobre la importancia de la familia, y me topé con el artículo que reproduzco abajo. Fue escrito en Suecia hace más de veinte años, y demuestra lo que sucede cuando el estado asume el cuidado de los niños. Suecia es la cuna de las «casas-cuna» para niños menores de cinco años, y es el país con la más larga tradición de dichas instituciones. Como demuestra este artículo, el cuidado estatal de los niños pequeños afuera de sus hogares y familias resultó desastroso para la sociedad sueca. Por tanto, me extraña mucho que varios países latinoamericanos deseen ahora reproducir este experimento sueco. ¿Será por ignorancia o al propósito?
Y aun más me extraña el hecho de que la mayoría de los evangélicos, y sus líderes, sigan esta corriente sin cuestionar, y aun aplaudiéndola. Los evangélicos, quienes oficialmente se apoyan en la Biblia, deberían saber que la educación de los niños es tarea de la familia. También deberían saber que la unidad y la restauración de las familias es una de las prioridades más grandes en el plan de Dios. Sin embargo, la mayoría de ellos no solo apoyan modelos como el fracasado modelo sueco, sino incluso lo reproducen en sus propias iglesias. Da mucho que pensar.


Como los centros de cuidado diurno («Casas-cuna») pueden destruir una nación
Por Jan-Olaf Gustafsson, 1989

Antes de relatar mis experiencias con los centros de cuidado diurno en Suecia, deseo presentarme a mí mismo.

Soy ciudadano sueco, de 47 años, casado, y padre de dos hijas que ahora tienen 20 y 17 años. Mi esposa es educadora diplomada para casas-cuna y trabajó en su profesión hasta el nacimiento de nuestra primera hija.

Cuando ella estaba embarazada con nuestra primera hija, ella me dijo que no quería poner a nuestro bebé en una casa-cuna. En aquel tiempo, ella misma trabajaba en una casa-cuna. La pregunté por qué, y ella me respondió que desde su propia experiencia, ninguna persona ajena era capaz de dar a un niño el amor y la atención que corresponde a la unión amorosa entre padres e hijos.
Algunas noches ella regresaba de su trabajo y lloraba por sus pequeños «clientes» que fueron dejados por la mañana en la cuna como encomiendas vivas, y por la tarde recogidos por sus padres.
Le prometí que iba a hacer todo lo posible para asegurar los ingresos necesarios para nosotros, para que ella misma pudiera atender a nuestro bebé.

Nuestra hija mayor nació en 1969. Al inicio todo fue bien. Pero en 1971, el gobierno sueco promulgó una ley que lo hizo prácticamente imposible para una familia sueca promedia, vivir con un solo sueldo. Esta reforma tributaria fue uno de los hitos en el camino hacia la destrucción de la familia tradicional en nuestro país.

Nuestra segunda hija nació en 1972. Desde entonces hemos luchado por nuestra sobrevivencia frente a un sistema maligno de impuestos, el cual discrimina a miles de padres en nuestro país, solamente porque ellos desean educar a sus hijos ellos mismos en su propio hogar. Logramos mantenernos a duras penas. Hace unos años, mi esposa volvió a su trabajo anterior para dar un poco de amor a aquellos niños, que en ciertos libros de sociología son descritos como «objetos».

Con excepción de los países (entonces) comunistas de Europa Oriental, Suecia tiene la tradición más larga de cunas estatales para niños pequeños. Pero antes de describir la situación actual (de 1989), deseo resumir nuestra historia. Esto es importante, porque muchos países alrededor del mundo están copiando nuestro sistema de casas-cunas – aunque con la experiencia de 25 años aquí en Suecia, este sistema resultó ser el desastre social y económico más grande del siglo XX.

El concepto de los centros de cuidado diurno fue diseñado en la década de los 1930 por Alva Myrdal – sin considerar si los padres tenían alguna necesidad de ello o siquiera se interesaban en ello. Junto con su esposo Gunnar, ella describió estas ideas en varios libros. (Más tarde, ambos ganaron el Premio Nobel por otros logros.) Como muchos de su generación, ellos hablaban a menudo de «crear una nueva generación de hombres que encajarían mejor en un nuevo orden mundial». Al inicio de la década de los 1930, ellos cambiaron de partido y se hicieron miembros del partido gobernante en Suecia. Poco después fueron encargados con elaborar planes para la «familia moderna» y la sociedad del futuro.

Los Myrdal tenían opiniones chocantes acerca de la familia, y acerca de las amas de casa que se dedicaban a la educación de sus propios hijos. En su libro «Crisis en el asunto de la población», escribieron:
«Para individuos débiles, tontos, perezosos, sin ambiciones o menos inteligentes (con esto se refieren a las madres que se preocupan por sus hijos en casa, N.d.tr.), todavía es posible quedarse en el ambiente del hogar y vivir como amas de casas y sirvientas. Y al fin la prostitución, para la cual ellas como sirvientas se hacen siempre disponibles.»

El ex primer ministro Palme anunció la muerte del ama de casa. Su ministro de igualdad dijo que las amas de casa eran piezas de museo; y un diario grande declaró que las amas de casa eran «traidoras». Después de difamar de esta manera a las amas de casa y ensuciar su reputación, era más fácil quitarles sus derechos. Incontables mujeres de todas las edades perdieron su orgullo y su autoestima, y fueron atrapadas por el sistema.

Las mujeres son forzadas a trabajar. Esta es la realidad del «paraíso» sueco hoy. En el transcurso de cuarenta años llegamos a esta situación, porque al inicio nadie sabía donde iba a terminar. El proceso comenzó con la legislación. Hoy hemos llegado a un punto donde la palabra «familia» ya no existe en las leyes y fue sustituida por «hogar». ¿Pero qué significa «hogar»? Un «hogar» puede consistir en dos lesbianas o dos homosexuales que adoptaron hijos. Aun la Constitución no menciona ningún derecho de los padres.

Además, los impuestos sobre los ingresos fueron cambiados paulatinamente, de manera que una familia promedia con un solo sueldo ya no puede sobrevivir. ¡Tenemos hoy en Suecia la situación de que los matrimonios se divorcian para poder seguir viviendo juntos! Esto suena extraño; pero el sistema social apoya a los divorciados más que a los casados. Por tanto, muchos matrimonios están dispuestos a divorciarse jurídicamente, para mejorar su situación financiera. Por la misma razón, muchas parejas no se casan. Mientras son solteros, reciben dos subsidios y lo doble de todo.

El partido gobernante de Suecia publicó un libro que presenta el programa para el futuro de la sociedad. El libro es titulado «La familia del futuro: una política socialista para la familia.» – Este libro dice que los niños son «obstáculos para la emancipación de la mujer moderna». En un capítulo se exige que el desarrollo emocional, intelectual y material de los niños sea sometido al estado. A los jóvenes suecos hoy les parece completamente normal, aceptar estas directivas. Así viven según las convicciones que les fueron impuestos por la propaganda masiva y por el sistema tributario. Es muy triste ver a padres jóvenes, inteligentes y educados, con capacidades sobresalientes en diversas áreas de la vida, pero que al mismo tiempo carecen de toda confianza en sus propias capacidades como padres.

Usted se preguntará: ¿Cómo fue posible que esto sucediera en un país que se llama un país libre? – Los diseñadores de este sistema implementaron una combinación astuta de un principio que es a la vez permisivo y restrictivo. La mayoría de la gente concentra sus metas en el dinero y en la adquisición de cosas materiales, lo que llaman «nivel de vida». Suecia es un campo experimental del sistema bancario internacional y de los mega sistemas de registración y control de la población. El país tiene un territorio grande, pero solo ocho millones de habitantes. El sueco promedio fue formado por una tradición de 500 años, de aceptar los reglamentos y decretos gubernamentales sin cuestionar. A menudo observo que los extranjeros que vienen a Suecia, se dan cuenta fácilmente de la situación, mientras los mismos suecos no se dan cuenta de lo que pasa, porque no confían en sus propias opiniones y conclusiones.

Hace unos años, el parlamento sueco decretó que cada niño entre uno y cinco años tenga un cupo garantizado en una cuna estatal. Este «derecho legal del niño» garantiza a cada niño a partir de seis meses un lugar en un centro de cuidado diurno, según el programa político antes mencionado. El sistema sueco es totalitario; no deja alternativas a sus ciudadanos. Se invierten sumas enormes de dinero en las casas-cunas; pero aquellos padres que desean educar a sus propios hijos, no reciben nada. Al contrario, ellos tienen que pagar más impuestos que aquellos que se adaptan al sistema.

La situación social en la Suecia actual está en revuelta. Las escuelas son dominadas por la violencia; padres y profesores son amenazados y derribados a golpes. El metro subterráneo es contínuamente destruido por adolescentes. Ellos pintan los trenes con spray y cortan los asientos con cuchillos. Cada año se gastan cinco millones de dólares para arreglar estos daños. ¿Qué futuro le espera a un país donde los ancianos ni siquiera de día se atreven a salir a la calle?

Los problemas ocurren aun en los niños muy pequeños. Según las investigaciones médicas del Instituto para la investigación del estrés en Suecia, cada tercer niño de cuatro años sufre de trastornos psicológicos. No estamos hablando aquí de adolescentes, ¡se trata de pequeñitos de cuatro años!
Cada año, en Suecia se suicidan cien niños. Este es el mismo número como en Alemania, pero con la diferencia de que Alemania tiene 80 millones de habitantes y Suecia solamente ocho millones. Muchos de estos niños tienen tan solamente cuatro, cinco o seis años.

La educación escolar es otro problema. Un número creciente de alumnos concluyen sus nueve años de escolarización, sin saber leer ni escribir. Los profesores se quejan de que tienen que invertir mucho tiempo para enseñar un buen comportamiento a los pequeños, y cosas tan cotidianas como abotonar una camisa, amarrar los pasadores o comer con cuchillo y tenedor. La situación es realmente loca.
Otro ejemplo de la disposición sueca para experimentos, es la ley reciente sobre los «derechos básicos» de los animales en granjas. (…) Esta ley para «condiciones más humanas» para los chanchos, gallinas y vacas significa la bancarrota para miles de granjeros suecos, porque ya no pueden pagar la construcción de la clase de establos lujosos que las nuevas leyes exigen.

Aun el diario New York Times reportó sobre ello en 1988. ¿Qué debemos pensar de una nación que concede a sus animales más y mejores derechos que a sus niños humanos? ¿De verdad deberían otros países seguir el ejemplo de una nación que niega a los padres e hijos el derecho de vivir juntos durante sus primeros años de vida tan importantes, mientras concede a los chanchos y gallinas un «derecho a espacio suficiente y tratamiento apropiado para su especie»?

¿Qué pasará en el futuro? Por ejemplo, ¿qué sucederá cuando estos niños, que ahora crecen como «obstáculos» (desde el punto de vista de los padres), más tarde asumirán el gobierno de la nación? Ellos, que nunca experimentaron amor y sentimientos, ¿despreciarán la vieja generación de sus padres y los considerarán obstáculos para la nueva generación activa? Ya ahora podemos observar un aumento del egoismo, mientras están desapareciendo el amor, la ayuda mutua y la disposición de compartir la carga de los demás.

¿Quién se beneficiará de un sistema que después de 25 años en Suecia resultó ser un desastre social y económico? He vivido muchos años en este sistema. Mi familia y yo hemos sufrido bajo este sistema, económicamente y mentalmente, bajo las campañas estatales contra aquellos que defendieron su deber y derecho fundamental de cuidar de sus propios hijos. He examinado este sistema bajo todas las perspectivas posibles, y no encuentro a nadie quien se beneficiará de ello, excepto un estado secular que transforma a sus ciudadanos para que ellos acepten un sistema totalitario. Esta nueva clase de ciudadanos, sin confianza en sí mismos y dependientes de la ayuda social estatal, no se atreven a hacer cambios ni saben como. Si este mismo proceso se lleva a cabo en otro países, entonces desaparecerán las democracias de personas libres que desean vivir según los mandamientos de Dios. (…) ¿Quién ganará cuando las naciones son debilitadas en vez de ser fortalecidas?

La fuerza más importante de una nación son personas sanas y felices, que han crecido en familias sanas y contentas. Cada sociedad o nación depende de las condiciones de sus familias, porque la familia refleja la situación de la nación. Cuando la familia se debilita o se destruye, la nación entera será destruida dentro de poco. Es necesario detener este proceso de destrucción mientras todavía es posible.

Jan-Olaf Gustafsson es miembro de comité de la Fundación Sueca de Campaña Familiar.

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¿Quién salvará … la FAMILIA?

Dios nos ha creado de tal manera que nacemos en una familia, que se necesita un papá y una mamá para que nazca un niño, y que entonces papá y mamá se ocupen de educar al niño. Este es el orden de la sociedad humana desde la creación, y es confirmado y reforzado muchas veces en la Biblia. Solo unos cuantos ejemplos:

«Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes…»
(Deuteronomio 6:6-7)

«…Pero yo y mi casa (familia) serviremos al Señor.» (Josué 24.15)

«Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, y estad atentos, para que conozcáis cordura. Porque os doy buena enseñanza; No desamparéis mi ley. Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivirás.»
(Proverbios 4:1-4)

«Y vosotros, padres, no provoquen a ira a vuestros hijos, sino edúquenlos en disciplina y amonestación del Señor.»
(Efesios 6:4)

Un padre es la «imagen de Dios» por excelencia:

«Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia (literalmente: paternidad) en los cielos y en la tierra.»
(Efesios 3:14-15)

Entonces, es de vital importancia que un niño experimente paternidad durante su niñez. De otro modo, tendrá serias dificultades para entender y conocer a Dios como Padre.

Otro aspecto de la familia es la convivencia entre hermanos. Allí es natural que haya hermanos mayores y hermanos menores, y que cada uno sea diferente. A nadie le extraña que un hermano sea un buen artista, mientras a otro le gusten los libros y un tercero prefiera el deporte. Tampoco extraña que el hermanito menor todavía no sepa tantas cosas como el hermano mayor.
Los hermanos menores aprenden de los mayores, y los mayores aprenden a ayudar a los menores y a tener paciencia con ellos. Esto es un modelo educativo natural, muy eficaz, instituido por Dios mismo y probado a través de muchos siglos.

¿Por qué entonces durante los últimos 150 años la humanidad ha hecho el esfuerzo de voltear de cabeza este modelo divino, y de sustituir «educación» por «escuela»?

El diccionario Webster original de 1828, que estableció los estándares para el idioma inglés, define «educar» de esta manera:

«Criar, como niño; instruir; informar e iluminar el entendimiento; instilar en la mente los principios de las artes, la ciencia, la moral, la religion y la conducta. Educar bien a los niños, es uno de los deberes más importantes de los padres y tutores.»

¡Notamos que esta definición no menciona la escuela con ninguna palabra!

Pero la sociedad actual lo tiene al revés: cuando se habla de «educación», todos piensan en «escuela», y nadie menciona la familia.

Aquí en el Perú, hace poco fueron las elecciones presidenciales. (Ahora que pasaron, pienso que puedo escribir de ello sin caer bajo la sospecha de hacer propaganda política.)
Algo que más me entristeció en la campaña electoral, fue que ninguno de los candidatos tuviera alguna propuesta para proteger y fortalecer las familias. A ninguno se le ocurrió, por ejemplo, ayudar a las muchas madres que tienen que trabajar fuera de la casa, para que tengan que trabajar un poco menos y pudieran dedicar más tiempo a sus hijos. Muchos prometieron desayunos escolares y almuerzos escolares, pero ninguno hizo una propuesta para que los niños pudieran desayunar y almorzar en sus casas y así tener un poquito de vida familiar, en vez de pasar todo el día en la escuela o en la calle. Ninguno propuso combatir el alcoholismo, o alguna otra de las causas del deterioro general de las familias. Y hasta donde pude ver y oir, a ningún periodista se le ocurrió hacer alguna pregunta al respecto.

Ahora, si estas cosas interesaran a un segmento significativo de la población, seguramente algún político se hubiera ocupado de ello. Pero parece que a nadie le interesa salvar a las familias. Parece que todo el mundo quiere engendrar hijos, tan solamente para abandonarlos al cuidado estatal tan pronto como nazcan. Así crecerá una generación entera de niños sin saber qué es paternidad, sin saber qué son hermanos, sin conocer cariño y amor, sin conocer a Dios.

Los padres quieren que sus hijos sean «educados», pero se olvidan de que ellos mismos son el ingrediente más importante de una verdadera educación. En cuanto a la adquisición de conocimientos, algunos padres pueden necesitar una ayuda desde afuera de la familia. Pero exactamente en esta área, observo cada día en mi trabajo que la escuela falla miserablemente. ¡La mayoría de los niños no entienden lo que el profesor intenta enseñarles!
Hace poco me dijo una madre cansada: «Toda la tarde estoy ocupada con las tareas de mi hijo, porque la profesora me exige que le enseñe esto y que le enseñe aquello…» – La pregunté: «Y no es la profesora quien recibe un sueldo para enseñar al hijo de usted?» – «Sí, pero la profesora dice que son tantos niños en su aula que ella nunca se abastece para enseñar a todos, y que yo puedo hacerlo mucho mejor en la casa donde tengo solamente dos niños.» – «Entonces, ¿para qué lo envía todavía a la escuela?»
Efectivamente, el mismo sistema escolar ya demuestra su incapacidad de enseñar a los niños; pero en vez de admitir su derrota, exige que los padres se conviertan en sus esclavos. Ahora, aun el poco tiempo que la familia podría pasar juntos, es ocupado por las tareas escolares.

Otro deseo de los padres es que sus hijos sean «socializados». ¿Qué entienden con esto?
– Probablemente no saben que muchos pedagogos y planificadores de educación entienden con «socialización»: la adaptación del niño a lo que la sociedad exige de él (o sea lo que ellos, los planificadores de la sociedad, exigen). En otras palabras: que el niño se someta a la presión del grupo y que se vuelva igual como todos los demás. De ahí los currículos estandarizados que exigen que cada niño aprenda las mismas cosas a la misma edad.
En el ambiente de la escuela no puede haber «hermanos mayores y hermanos menores»; no se admite la variedad de intereses, talentos, y ritmos personales del desarrollo; todos tienen que ser iguales. El niño ya no tiene hermanos, solamente tiene «compañeros». En vez de los lazos personales que hay en una familia, solamente conocen relaciones institucionales. En vez del cariño de un padre y una madre que lo aman, solamente recibe la atención de un profesional que hace su trabajo para ganarse la vida, y a menudo con mala gana. ¿Y así todavía nos extraña que las familias se estén deshaciendo?

Ahora, la mayoría de la gente piensa en otra cosa cuando escucha la palabra «socializar». Piensan en aprender a convivir en armonía, a compartir y a ayudarse mutuamente, a respetarse unos a otros, etc. Este sería un significado bueno y positivo de «socialización». Pero ¿sucede esto en la escuela? En realidad, muy poco – a pesar de los esfuerzos de algunos profesores bien intencionados. En un grupo de treinta o cuarenta niños, se impone por naturaleza la «ley del más fuerte»; y un profesor puede hacer muy poco para quebrantar esta dinámica del grupo, por más que quisiera. (Y también hay profesores a quienes ni siquiera les interesa hacer algo al respecto.) Así que el niño escolar es «socializado» por el mal comportamiento de sus compañeros, mucho más que por las (quizás) buenas intenciones del profesor.

Ahora, ¿quién es un mejor ejemplo para un niño: sus compañeros de la misma edad, igual de destituidos de contacto paternal como él mismo; o sus propios padres?
Debe ser claro que los padres están en mejor capacidad de proveer un buen ejemplo para la conducta, la convivencia, y todo lo que está relacionado con la «socialización» (en su sentido bueno). Con excepción, por supuesto, de aquellos casos tristes donde los padres rechazan completamente a sus hijos, o son criminales o alcohólicos violentos – pero por fin, también existen profesores que rechazan a sus alumnos, o que son criminales o alcohólicos.
Observe una mancha de niños escolares en el patio durante el recreo, o en la calle en su camino a casa: Abundan las agresiones, los insultos, las bromas de mal gusto, los golpes. ¿De verdad queremos que nuestros niños sean «socializados» de esta manera?
En una familia, en cambio, donde están presentes los padres (o por lo menos uno de los dos), se pueden observar y «moderar» mucho mejor las relaciones entre hermanos, y entre los niños y sus amigos (cuando los invitan a casa). La presencia y el ejemplo de los padres tienen más peso, y el niño tiene un modelo en que orientarse.

Cierto, educar niños es un trabajo que requiere tiempo y preparación. Pero cualquier padre o madre que ama a sus hijos, estará dispuesto a dar este «sacrificio» por el bien de sus hijos. (En realidad es un «sacrificio» que resultará en el enriquecimiento de los mismos padres, en cuanto a experiencia, madurez, y una mejor relación con sus hijos.) No entiendo por qué tantos padres quieren dejar a sus hijos al cuidado de otras personas, desde que son bebitos, y desde la mañana hasta la noche, y se contentan con verlos unos pocos minutos al día. ¿Nos sorprende, en estas circunstancias, que aumenten los conflictos familiares, las separaciones y divorcios, los problemas psicológicos en los niños? ¿Y que en consecuencia, la sociedad entera comience a deshacerse?

Tristemente, aun las iglesias evangélicas parecen no darse cuenta de lo que sucede. Al contrario, hasta donde veo, ellas participan alegremente en este desmontaje de las familias. En vez de unir las familias, las segregan con sus programas de «escuela dominical». Y en todo lo que he descrito arriba, veo que las iglesias siguen la corriente del mundo sin ofrecer ninguna alternativa. Cierto, existen algunas escuelas evangélicas – pero tristemente, estas tampoco tienen una visión cristiana acerca de la educación y de la familia. ¿Quién entonces se levantará en defensa de esta «especie en extinción», LA FAMILIA?

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Más cárcel para los niños

El gobierno peruano anunció que en el futuro, los niños tendrán que pasar siete horas diarias, sin interrupción, en las instituciones estatales de encierro forzoso (también llamadas «instituciones educativas» por algunos mal informados). Y el público lo aplaudió como si esto fuera una mejora significativa en la «calidad educativa». Como siempre, la gente quiere ser engañada, y por eso se alegran cuando alguien les vende cantidad por calidad, como cuando alguien les vende gato por liebre. O quizás los muchos papás y las muchas mamás se alegran porque ahora les quedarán muy pocas horas al día para tener en casa la «carga» de sus hijos, a quienes obviamente no aman tanto como dicen; porque si los amaran de verdad, quisieran pasar más tiempo con ellos.

Y es que la cantidad de horas escolares tiene poco o nada que ver con la «calidad educativa». Al contrario: la sobrecarga de horas académicas cansa el cerebro y disminuye su rendimiento. Esto se ha confirmado en varios estudios realizados en diferentes partes del mundo; sin embargo, los planificadores de la educación no conocen estas investigaciones o no quieren conocerlas. Por ejemplo, en febrero de este año se publicó una investigación según la cual es necesario hacer una siesta prolongada después de cuatro horas de estudio, a lo máximo, para que el cerebro recupere su capacidad de trabajar. Y cuando los estudiantes renuncian a horas de sueño para estudiar antes de sus exámenes, su rendimiento mental disminuye en un 40%. – Para niños menores de diez años, ya se comprobó hace varias décadas que la enseñanza formal, tal como se presenta en el sistema escolar, no es apropiada para ellos, porque en esta edad los niños asimilan conocimientos de manera informal, no de manera formal. – En la comparación internacional, entre los estudiantes más sobresalientes están los finlandeses. ¿Qué hay de especial en el sistema escolar finlandés? Los niños no entran a la escuela hasta que hayan cumplido siete años. Tienen menos horas académicas; y aun en la escuela secundaria, tienen solo media hora de tareas por la tarde. El ejemplo finlandés refuta esta ecuación equivocada de que «cantidad = calidad». ¡Es al revés!

Y no es necesario ser un psicólogo graduado para entender que un niño necesita tiempos de juego, tiempos de recreación, tiempos que pasa con sus padres y con sus familiares más cercanos, tiempos de usar sus manos y su creatividad, y tiempos de descansar. La política educativa actual les quita todo esto a los niños, y de esta manera asegura que la siguiente generación crezca enfermiza, estresada, con la mente pasiva y apagada, y llenos de trastornos psicológicos.

Entonces, si todo esto está comprobado clara y nítidamente, ¿por qué en nuestras tierras todo el mundo quiere ver a los niños en las escuelas durante el día entero, desde la mañana hasta la noche? Es obvio que alguien tiene un interés en ver a los niños encerrados. Y es obvio que el que desea esto, no piensa precisamente en el bien de los niños.

Efectivamente, las escuelas tienen mucho – demasiado – en común con las cárceles. Si usted ve un edificio amurallado, vigilado, donde cada persona que entra o sale es controlada, entonces quedan pocas posibilidades: O es una base súper-secreta del ejército, o es una cárcel, o es una escuela. Roger Shank, un investigador y pionero en nuevos métodos educativos, publicó en su blog (http://educationoutrage.blogspot.com) la siguente lista de características comunes entre escuelas y cárceles:

1. Los internos (estudiantes/presos) tienen que quedarse en su lugar asignado, excepto si reciben un permiso especial por sus vigilantes (guardianes/profesores).
2. Los internos no pueden comer sin el permiso de sus vigilantes.
3. Los internos no pueden ir al baño sin el permiso de sus vigilantes.
4. Los internos tienen que cumplir con sus tareas asignadas.
5. Los internos no pueden cuestionar las tareas asignadas.
6. No se permite expresar un punto de vista contrario al de los vigilantes, acerca de las reglas.
7. Un vigilante puede humillar a un interno en cualquier momento.
8. Un interno puede intimidar y aterrorizar a otros internos.
9. Toda recreación es supervisada por los vigilantes, y solo puede tener lugar en horas determinadas.
10. Los vigilantes determinan si un material de lectura es apropiado o no.
11. Todos los visitantes son estrictamente controlados.
12. El que no obedece las reglas, será castigado.
13. El que no se comporta de la manera apropiada, prolongará su sentencia.
14. La aprobación por parte de los vigilantes obedece a unos criterios extremamente arbitrarios.
15. Existe un control estricto sobre la libertad de la expresión.
16. Existe un control estricto sobre el código de vestir.
17. Si consigues ser del agrado del vigilante, tu vida en la institución será un poco menos desagradable.
18. No se permite descansar.
19. No se permite seguir los propios intereses de uno mismo.
20. Definitivamente no se permite pensar que podrías hacer mejores cosas que estar en la cárcel o en la escuela.

Roger Shank añade: «Estoy consciente de que no todas las cárceles y no todas las escuelas son exactamente iguales; pero usted comprenderá la idea.»

Por todos los tiempos, y según el diseño de Dios, la educación de los niños sucedía en la familia. Solamente en tiempos muy recientes se empezó a separar a los niños de sus familias. La Biblia dice lo siguiente acerca de la responsabilidad educativa de los padres:

«Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.» (Deuteronomio 6:6-7)

«Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre; porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello.» (Proverbios 1:8-9)

«Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las razones de mi boca…» (Proverbios 4:3-5)

«…y partiendo el pan en las casas (familias), comían juntos con alegría y sencillez de corazón.» (Hechos 2:46)

«Y ustedes, padres, no provoquen a ira a vuestros hijos, sino edúquenlos en disciplina y amonestación del Señor.» (Efesios 6:4)
(Los versos anteriores a éste se dirigen a los hijos. El mismo hecho de que el apóstol escribe a los hijos y a los padres, demuestra que en las reuniones de los primeros cristianos, donde se leía esta carta, los padres y los hijos estaban juntos, unidos.)

Noé Webster, el «padre de la educación cristiana americana», publicó en 1828 el primer diccionario oficial del idioma inglés americano, después de veintisiete años de investigación. Este Diccionario Webster define «educar» de la siguiente manera:

«Criar, a un niño; instruir; informar e iluminar el entendimiento; infundir en la mente los principios de las artes, las ciencias, la moral, la religión y el comportamiento. Educar bien a los niños es uno de los deberes más importantes de los padres y tutores.»

Llama la atención que esta primera definición oficial de «educación» no menciona la escuela con ninguna palabra. ¡La verdadera «institución educativa» es la familia!

Cada padre cristiano, cada madre cristiana, deseará en primer lugar formar una familia sana, feliz, y temerosa del Señor. Deseará pasar tiempo con sus hijos y enseñarles la sabiduría de Dios y sus experiencias de vida. Deseará compartir la vida de sus hijos y estar allí para ellos cuando necesiten consejo, consuelo, ayuda y comprensión. Para una madre o un padre cristiano es inconcebible la idea de mandar a sus hijos lejos de la casa, cada día, durante la mayor parte del día, bajo el cuidado de personas a quienes apenas conoce, en quienes no puede tener mucha confianza, y que en su gran mayoría no son cristianos. El «cristiano» que sigue esta corriente mundana de deshacerse de los hijos, a la más temprana edad posible y por el tiempo más largo posible, demuestra así que él mismo es un mundano – por más que exteriormente profese el cristianismo.

El sistema escolar actual es un ataque frontal contra la unidad de la familia, porque separa a los padres de los hijos y a los hijos entre sí. Esta situación debería llamar la atención de cada cristiano que toma la palabra de Dios en serio. Pero en la actualidad, las mismas iglesias y los mismos pastores aplauden este supuesto aumento de «calidad educativa» (que en realidad es un deterioro de la educación). Esta es una señal seria de que las iglesias necesitan de verdad una Reforma Bíblica muy cortante y profunda.

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