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Tres ingredientes de un buen curso por internet

En el artículo anterior mencioné que algunos de los cursos masivos por internet que se ofrecen recientemente, realmente logran reproducir gran parte de la experiencia de aprendizaje que uno esperaría de una buena universidad. La tecnología de internet permite que tales cursos no tienen por qué ser una experiencia solitaria, ni tienen que ser alejados de la práctica. Pero la tecnología por sí misma no es suficiente. Es necesario reevaluar el concepto que tradicionalmente se tiene de los «cursos a distancia», y diseñar modelos nuevos.

Desde mi experiencia personal, son sobre todo los siguientes puntos que llegué a valorar como ingredientes de un buen curso por internet:

El desafío de realizar actividades prácticas y documentarlas.
En este respecto, el mejor ejemplo que conocí fue el curso «Introductory Physics with Laboratory» (Física introductoria con laboratorio) por Mike Schatz (Georgia Tech), ofrecido en Coursera. Uno puede preguntarse cómo es posible realizar un curso «con laboratorio» a distancia, pero este curso demostró que sí es posible. Gran parte de las tareas de ese curso consistían en filmar un objeto en movimiento, «medir» este movimiento con la ayuda de un software (gratis) especializado, analizarlo matemáticamente, crear una simulación computarizada del mismo movimiento, y comparar esta simulación con los datos observados. Después había que documentar el trabajo realizado mediante un video corto y subirlo a internet para que otros participantes del curso lo pudieran evaluar y comentar.
Esto me parece un muy buen ejemplo de cómo puede funcionar la educación del siglo XXI. No necesito asistir a clases, ni necesito el laboratorio de una universidad. Solamente necesito una computadora, acceso a internet, y una cámara digital o un celular; con eso puedo convertir mi propia casa en un laboratorio de física, y puedo recibir una evaluación de mi trabajo. Pero, por supuesto, se necesita la capacidad de trabajar y estudiar por motivación propia, sin que un profesor esté todo el tiempo corriendo detrás de uno diciendo: «Haz esto; haz aquello; si no …»
Por si acaso, ese no era un curso «diluido»; era el mismo contenido y las mismas exigencias como para los estudiantes presenciales en la misma universidad.

La evaluación entre pares.
En un curso con diez mil estudiantes (algunos cursos masivos en línea llegan aun a más), obviamente el profesor ya no puede calificar los trabajos de todos los estudiantes. En esta situación, una salida serían las preguntas de selección múltiple que se pueden calificar de manera automatizada. Pero como ya mencioné, este es un instrumento de evaluación muy pobre y falible, y uno que incentiva más a «encontrar el truco y ganarle al sistema», en vez de comprender un tema en su profundidad.
En cambio, muchos buenos profesores de cursos en línea recurren ahora a la evaluación entre pares: Los trabajos escritos de los estudiantes (resúmenes, ensayos, descripciones de proyectos, etc.) son «barajeados» por el sistema y enviados a varios (tres a cinco) estudiantes del mismo curso para que los evalúen y escriban unos comentarios. Ahora, uno puede preguntarse si un estudiante es capaz de evaluar un trabajo acerca de un tema que él mismo está recién aprendiendo. Pero se han hecho pruebas donde el profesor escogió a diversos trabajos de estudiantes, los calificó, y después comparó su calificación con el promedio de las calificaciones que le habían dado tres o cinco otros estudiantes. Se encontró que la coincidencia era bastante buena. (Mientras que las calificaciones que diversos profesores dan a un mismo trabajo de un estudiante, ¡pueden variar mucho!) – Una de las claves está en dar a los estudiantes unos criterios de evaluación bien definidos.
Como beneficio adicional, varios estudiantes comentaron que el proceso de evaluar a sus compañeros era la parte del curso donde ellos mismos habían aprendido más.

Los foros de discusión y la presencia del profesor en ellos.
Un buen curso por internet contiene foros de discusión donde los estudiantes pueden hacer preguntas, intercambiar ideas, y discutir problemas planteados en el curso. Allí es donde sucede gran parte del aprendizaje, porque los distintos puntos de vista expresados ayudan a ver los temas desde diversas perspectivas, a notar detalles que uno pasó por alto, y a recibir ayuda donde uno dificulta en entender.
En varios de estos cursos me sorprendí, al escribir en los foros, con cuánta frecuencia recibí respuestas personales por el docente o por uno de sus asistentes. Parece que un curso masivo por internet ofrece casi las mismas posibilidades de interacción personal con los profesores (o aun mayores) que un curso presencial. (Aunque esto depende también de la iniciativa del estudiante: Normalmente, solo un pequeño porcentaje de los participantes hacen uso frecuente de las posibilidades que ofrecen los foros de discusión.)
Otros docentes encontraron otras formas de hacerse «accesibles». Algunos, por ejemplo, organizaron en determinados horarios unas videoconferencias «en vivo y directo», donde los estudiantes podían participar con sus preguntas en tiempo real. Otros decidieron compartir su dirección de correo electrónico para consultas.
Pero también vi en muchas ocasiones que un problema planteado en un foro de discusión se pudo resolver en la discusión entre estudiantes, sin la ayuda de un profesor.

Y todo eso es ahora posible «a distancia», desde la casa. ¿Ayudará esta tecnología a que por fin la educación «vuelva a casa»?

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