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Razonemos: Dos conceptos de derechos humanos

«Desmenuzar bajo de sus pies todos los encarcelados de la tierra,
Hacer apartar el derecho del hombre ante la presencia del Altísimo,
Trastornar al hombre en su causa, el Señor no lo aprueba.»
(Lamentaciones 3:34-36)

«¿Se juntará contigo el trono de iniquidades,
Que hace agravio bajo forma de ley?
Se juntan contra la vida del justo, y condenan la sangre inocente.»
(Salmo 94:20-21)


Antes de compartir unas informaciones, deseo retarles a reflexionar y responder algunas preguntar acerca del tema.

– ¿Qué son derechos humanos?

– ¿Quiénes tienen derechos humanos?

– ¿Quién nos da esos derechos?

– ¿y quién puede quitarnos esos derechos?

Y después de responder, vuelvan a leer las dos citas bíblicas del inicio. Después consideren que cada una de estas preguntas se puede responder desde por lo menos dos perspectivas diferentes:

  • considerando la situación actual del mundo, y la manera como las personas poderosas manejan los derechos,
  • o considerando lo que dice Dios, y lo que significan los derechos humanos según el plan de Dios.

¿Pueden ahora dar dos respuestas a cada una de las cuatro preguntas, desde las dos perspectivas mencionadas?


Las primeras declaraciones de derechos humanos

De hecho existen dos conceptos bastante distintos. Eso se manifiesta ya desde las primeras ocasiones cuando se formularon «derechos humanos». Tengamos presente eso, cada vez que se habla de derechos humanos. Analicemos: ¿En cuál de los dos conceptos se basa la persona que habla?

La primera declaración oficial de «derechos humanos» todavía no contiene exactamente esa expresión, pero sí el concepto. Se trata del preámbulo a la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776):

«Sostenemos estas verdades como evidentes por sí mismas: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inajenables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Que para asegurar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados;
Que cada vez que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno fundamentado en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. (…)»

La expresión «derechos humanos» se encuentra literalmente por primera vez en la «Declaración de los derechos de los hombres y de los ciudadanos», de la Revolución Francesa de 1789. Aquí los pasajes esenciales:

«Los representantes del pueblo francés, constitutidos en la Asamblea Nacional, (…) resolvieron exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inajenables y sagrados del hombre,
para que esta declaración, constantemente presente a todos los miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes;
para que las acciones del poder legislativo y del poder ejecutivo puedan en cada instante ser comparadas con la finalidad de toda institución política, y así sean más respetadas;
para que los reclamos de los ciudadanos, fundamentados desde ahora sobre principios sencillos e incontestables, se dirijan siempre hacia la preservación de la Constitución y hacia la felicidad de todos. (…)

Art.1: Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales pueden fundamentarse únicamente sobre la utilidad común.

Art.2: La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos humanos naturales e imprescriptibles. Estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad, y la resistencia contra la opresión.

Art.3: El principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación. Ningún cuerpo, ningún individuo puede ejercer alguna autoridad que no emane explícitamente de ella.

(…)»

A primera vista, esta declaración parece casi igual a la americana. Hay una única diferencia esencial – pero esa diferencia es tan fundamental que en ella podemos ver la causa de los sucesos históricos tan distintos en los dos países. A partir de este trasfondo histórico, deseo llamarlos el «concepto americano» y el «concepto francés».

La diferencia sutil consiste en que la declaración francesa no sabe nada de un Dios y Creador.

Los luchadores por la independencia de los Estados Unidos estaban convencidos de que Dios les había dado derechos y libertades, y que por eso Él iba a aprobar e incluso apoyar sus esfuerzos por la libertad. Ellos contaron con que Dios mismo iba a garantizar sus derechos.
Los revolucionarios franceses, en cambio, se rebelaron explícitamente contra Dios. Uno de sus lemas era:: «Ni Dieu ni maître» («Ni Dios ni maestro»). Pero ¿quién iba a garantizar sus derechos, si Dios quedaba fuera del cuadro?
La respuesta es obvia: el estado. De cierta manera, el estado ocupa el lugar de Dios. Por eso, si leemos detenidamente, encontramos que las dos declaraciones de derechos humanos contienen también dos conceptos distintos acerca del estado.

En el concepto francés, la conservación de los derechos humanos es «la finalidad de toda asociación política». Esa asociación política, «la nación» (Art.3) o sea el estado, se presupone que existe desde el principio. Solamente que ahora, a ese estado preexistente se le impone cierto compromiso con los derechos humanos – ¿para qué fin? – Para que sus acciones «sean más respetadas», dice en el preámbulo. O sea, al fin de cuentas, los derechos humanos sirven para fortalecer al estado, al gobierno.
Si continuamos leyendo la declaración francesa, es un poco chocante encontrar que los artículos 12, 13 y 14 hablan de instituir una fuerza policial, y de cobrar impuestos para su mantenimiento. Tales artículos podrían ser apropiados en una Constitución del estado; ¿pero en una declaración de derechos humanos? La policía y los impuestos no son derechos, al contrario, son restricciones de los derechos humanos, particularmente del derecho a la propiedad. Pero cuando la presuposición básica es que el estado es lo primero, que el estado incluso es casi divino, entonces parece lógico: entonces los «derechos del estado» son superiores a los derechos de los hombres, y por tanto la declaración de derechos humanos menciona también los derechos del estado.

En el concepto americano, este orden es diferente. Los derechos humanos son lo primero, porque se remontan directamente al Creador. Por eso, los derechos humanos existen aun antes que el estado. El gobierno se instituye posteriormente «para asegurar esos derechos»; pero su poder depende del «consentimiento de los gobernados». O sea, el gobierno está al servicio del pueblo. Eso es otro detalle que falta en la declaración francesa.

¿Entendemos ahora cómo esta diferencia influenció los sucesos históricos? Si los derechos humanos se originan en Dios, entonces ningún gobierno del mundo tiene el derecho de quitarlos a alguien. Pero si es el gobierno quien garantiza esos derechos, entonces el gobierno puede también decidir quitar esos derechos a ciertas personas en ciertas circunstancias. Y exactamente eso sucedió en Francia. Sabemos que la revolución no produjo ninguna sociedad pacífica ni justa. Al contrario, produjo una tiranía sangrienta. Y la época revolucionaria no terminó con el establecimiento de una democracia, al contrario: terminó con Napoleón como emperador.
Los Estados Unidos, en cambio, desde su fundación florecieron durante varias décadas en condiciones tan democráticas y libres como no se dieron en prácticamente ningún otro país del mundo. Eso debe haber sido también la meta de los idealistas entre los franceses; pero no lograron alcanzarla, porque en su pensamiento y en sus vidas no tomaron en cuenta a Dios. En EEUU, esa meta pudo realizarse porque entendieron que Dios está por encima del gobierno, y que el gobierno está al servicio del pueblo.

Para seguir pensando:

– En tu país, en tu entorno social, ¿cuál concepto de los derechos humanos predomina? ¿El americano o el francés?

– ¿Cómo actúa el gobierno de tu país, respecto a los derechos humanos? ¿Como garante de esos derechos (que también puede quitarlos), o como sujeto a ellos, que tiene que respetarlos en todo momento y en todas las circunstancias?
(Nota que la verdadera actitud de un gobierno a menudo se manifiesta cuando alguna emergencia o amenaza perturba su paz. ¿Cómo responde el gobierno a eso? ¿Respetando los derechos de todos sus habitantes, o infringiendo esos derechos?)


El estado de derecho y su perversión

De acuerdo al concepto americano, en la Constitución de los EEUU no existe la figura de un «estado de emergencia», «estado de excepción», o similar. Los fundadores de los EEUU entendieron que al declarar un estado de emergencia, el gobierno iba a usarlo inmediatamente como pretexto para abusar de sus poderes de manera dictatorial. Ellos querían evitar exactamente una situación como la que ocurrió durante los últimos dos años. (Con eso vemos que los mismos EEUU, también han abandonado el «concepto americano».)
La idea original del «estado de derecho» fue descrita por Voltaire, en sus «Cartas acerca de la nación inglesa» (1733), de la manera siguiente:
«Los ingleses son el único pueblo del mundo que lograron limitar el poder de los reyes, resistiendo contra ellos; y que en una serie de conflictos finalmente (…) establecieron un gobierno sabio, donde el rey tiene todo el poder de hacer el bien, pero es impedido de hacer el mal (…)» – Con otras palabras:
En un estado de derecho (según el modelo inglés o el americano), la Constitución y las leyes sirven para proteger a los ciudadanos contra los atropellos por parte del estado.

Pero en aquellos países donde predomina el concepto francés, la Constitución y las leyes sirven para legitimizar los atropellos que comete el estado. Y tristemente, eso es lo que sucede actualmente en casi todas las naciones del mundo, y por supuesto también en las Naciones Unidas.

La declaración más conocida hoy en día es la «Declaración universal de los derechos humanos», de las Naciones Unidas. Y ésa sigue claramente el concepto francés, no el americano. Por ejemplo el Art.29.3 limita los derechos humanos de la siguiente manera: «Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.»
En esta cosmovisión no existe ningún Dios por encima del gobierno; ningún Dios ante quien los gobernantes tuvieran que rendir cuentas. Al contrario, las Naciones Unidas quieren dictar ellos mismos quiénes pueden ejercer sus derechos humanos y quiénes no.

Ya en la declaración francesa de 1789 hemos visto como se mezclan derechos con deberes. Aunque el título dice «Declaración de derechos», su propósito es, según el preámbulo, recordar a los ciudadanos «sus derechos y sus deberes». Y durante las últimas décadas, más y más derechos humanos se han pervertido en deberes. Solamente unos ejemplos:

– El «derecho a la educación» se entiende ahora como un deber de asistir a una escuela controlada por el gobierno. Como resultado, muchos alumnos ya no reciben ninguna educación que merece este nombre; solamente reciben una adoctrinación ideológica. Y las alternativas educativas se obstaculizan con exagerados requisitos burocráticos, o en algunos países se prohíben por completo.

– El «derecho a una identidad» se entiende ahora como un deber de portar un documento de identidad en todas las circunstancias, y de brindar sus datos personales para poder comprar, vender, tener acceso a servicios pagados, etc. Y actualmente, muchos gobiernos aun se atribuyen el derecho a negar arbitrariamente el acceso a esas transacciones para aquellos ciudadanos que no cumplen con ciertos requisitos, tales como tratamientos médicos, conformidad con la ideología del gobierno, y otros.

– El «derecho a la salud» se entiende ahora como un deber de someterse a restricciones arbitrarias de la libertad, y a experimentos médicos (en contradicción contra el Código de Núremberg y la Declaración de Helsinki). Como resultado, muchas personas fueron efectivamente dañados en su salud.

¿Son legítimas estas interpretaciones de los derechos humanos?

Para responder a esta pregunta, tenemos que razonar acerca de esta pregunta de fondo:

¿Los derechos humanos son colectivos, o son individuales?

Un derecho colectivo es un derecho de «todos», en conjunto. Un derecho individual es un derecho que yo personalmente puedo ejercer. Esta distinción es crítica, como veremos a continuación.
Por ejemplo, ¿puedo ser obligado a renunciar a mi derecho a la salud, para que «todos» puedan ejercer este derecho?
¿O pueden mis hijos ser obligados a renunciar a una educación adecuada a sus necesidades, para que «todos» puedan ejercer el derecho a la educación?

Si ponemos el siguiente ejemplo, aun los niños van a poder entender de qué se trata:

Mamá hizo panqueques. Mario pregunta: «Mami, ¿puedo comer un panqueque?» – «No.» – «¿Por qué no?» – «Porque todos tienen derecho de comer. Si tú comes uno, quizás para alguna otra persona ya no va a alcanzar.»

¿Cuán lógico, o ilógico, les parece el razonamiento de la mamá de Mario?

En el concepto americano, la respuesta es clara. Si los derechos humanos son inajenables, nadie me los puede quitar, ni siquiera alegando los derechos de «todos». No es el estado que en su benevolencia nos concede algunos derechos; es Dios quien los dio, y el estado es obligado a respetarlos.

Pero ya hemos visto que en el mundo actual se propaga el concepto francés. Por eso, los gobiernos y las Naciones Unidas promueven ahora la siguiente idea:

«Los derechos humanos valen para un «colectivo» abstracto, pero no para ti como persona concreta.»
O sea, te pueden privar de tus derechos individuales, para garantizar los imaginarios «derechos del colectivo». Y no piden tu opinión cuando se trata de definir lo que requiere «el colectivo». Eso lo definen ciertos personajes y organizaciones poderosos, que arbitrariamente se atribuyen el derecho de representar «el colectivo».
Aun esa idea se insinúa ya en la declaración francesa de 1789. Por ejemplo el Art.1 concede que se pueden hacer «distinciones sociales», si «la utilidad común» lo requiere.
El concepto americano no conoce tales ideas. Allí es claro que los derechos humanos son para cada persona individualmente. Y si los gobiernos dejan de respetar esos derechos, «los gobernados» (o sea las personas individuales) pueden revocar o derrocar el gobierno. En este concepto no existe el pretexto de un «bienestar común» que exigiría quitar los derechos a las personas individuales. Igualmente en la Constitución de los EEUU no existe el término «bien común» o «bienestar común».

Pero en el mundo actual se aplica el concepto francés para someterte a restricciones drásticas de tus derechos, para garantizar los supuestos «derechos de todos» – derechos que tú mismo en el caso concreto no puedes reclamar para ti.

Por ejemplo, un médico ya no puede dar ciertos tratamientos a sus pacientes, aunque esos tratamientos contribuirían a la sanidad del paciente, o sea, protegerían su derecho individual a la salud. Eso se fundamenta con que el médico, según la opinión de ciertos «expertos» pagados por el gobierno, atentaría contra la «salud pública». Y por el otro lado, se obliga al médico a aplicar ciertos tratamientos que tienen una alta probabilidad de dañar la salud del paciente, porque eso protegería la «salud pública», supuestamente. Y se amenaza a los médicos con quitarles su trabajo o incluso su licencia médica, si no obedecen a estas órdenes.

Y ya no puedes expresar tu opinión libremente en público, porque atentarías contra el «derecho de todos a la no discriminación». Aunque esta prohibición te discrimina a ti mismo, porque se te niega la libertad de la conciencia y de la expresión – un derecho que ahora pueden reclamar solamente quienes siguen la ideología del gobierno mundial.

En algunos países incluso te pueden secuestrar y encerrarte en algún «centro», porque tu presencia supuestamente inhibe la libertad del «público» de transitar por la calle. Tu derecho personal a la libertad ya no cuenta. Y tampoco se considera que no eres tú quien impides a los demás circular por la calle; es el gobierno mismo quien dijo a los demás – sin fundamentación convincente – que es peligroso transitar por la calle.

La última consecuencia

Si queremos evaluar una corriente de pensamiento, hay que considerar también adónde conduce esta corriente. ¿Cuál es la última consecuencia de esa idea, de que los derechos humanos sean colectivos, pero no individuales?

Ya desde hace décadas, los seguidores de Thomas Malthus dicen que todos los problemas de la humanidad se deban a la sobrepoblación. Por tanto, la solución consistiría en reducir la población mundial. Eso requiere eliminar cierto porcentaje de la población. Dicho claramente: «La humanidad» tiene el derecho de sobrevivir, pero no tú como persona individual. Si los gobernantes mundiales consideran que tu existencia es una amenaza contra la sobrevivencia de la humanidad, te pueden quitar el derecho a la vida.
Eso todavía no se dice tan abiertamente. Pero muchas personas de mucha influencia ya tienen este pensamiento. Y sigilosamente ya están comenzando a ponerlo en práctica, por ejemplo mediante experimentos médicos arriesgados; manipulaciones de la economía mundial y de las cadenas de suministro que producen hambrunas; provocando guerras; etc.

Los derechos humanos se consideran como uno de los fundamentos de la libertad y del estado de derecho. Pero hemos visto que exactamente este concepto se está ahora pervirtiendo, y se está usando como un instrumento de la opresión y de la dictadura – de la misma manera como se pervirtieron las constituciones y las leyes. En vez de proteger a los ciudadanos contra los atropellos del estado, ahora son usados para legitimizar los atropellos del estado.

Una cultura de la mentira

Usar el término «derechos humanos» para los fines que hemos mencionado, es una mentira. Porque no se trata de derechos, al contrario, se trata de negarnos los derechos.
La propaganda y el engaño a menudo comienzan con un uso engañoso de las palabras. No comienzan con falsedades directas; pero las palabras se utilizan de una manera que contradice su significado verdadero. Se dice «derechos», pero se quiere decir «abolición de derechos». Se dice «protección» y «seguridad», pero se quiere decir «opresión». Se dice «salud pública», pero se quiere decir «experimentación médica». Y así con muchas otras palabras más. Y así la gente se acostumbra a creer mentiras bajo el disfraz de palabras «buenas».

La Biblia dice en 2 Tes.2:11 que el establecimiento del reino anticristiano de los últimos tiempos será precedido por el actuar de «un poder engañoso, para que crean la mentira». ¿Será eso lo que ahora empieza a cumplirse? Tanto más importante será para los seguidores de Cristo, detectar las mentiras y contrarrestarlas con la verdad – no solamente en el ámbito religioso, sino en todos los ámbitos de la vida y de la sociedad.

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Una breve historia enojada de la escolarización obligatoria americana (Parte 2)

Por John Taylor Gatto

Exposición ante la conferencia de educadores en casa, del estado de Vermont

(Continuación)

Consideremos la posibilidad extraña que quizás fuimos intencionalmente enseñados a ser irresponsables y a odiarnos unos a otros. He pasado 19 años como estudiante y 30 años como profesor. En todo este tiempo casi nunca se exigió de mí que actuara de manera responsable – excepto si Ud. confunde la obediencia ciega con responsabilidad. Sea como estudiante o como profesor, yo obedecía ciegamente a extraños durante 49 años. ¡Si esta no es una receta para irresponsabilidad! En la escuela Ud. es premiado por renunciar a su responsabilidad personal, y simplemente hacer lo que un extraño exige de Ud, aunque esto viole los principios más preciados de su familia.
Observé que tres años son suficiente para quebrantar a un niño – tres años de estar encerrado en un ambiente de necesidad emocional, de canciones, sonrisas, colores brillantes, juegos grupales – estas cosas funcionan mucho mejor que palabras enojadas y castigos. La súplica constante por la atención del profesor produce las características de los niños escolares: Lloriqueo, traición, deshonestidad, malicia, crueldad, y similares. En 50 años de leer diarios, nunca vi una investigación de esta dinámica en la prensa. Los niños escolares se vuelven como ratas enjauladas, que tienen que apretar una tecla para recibir alimento, y que desarrollan comportamientos excéntricos según ciertos mecanismos de refuerzo. Aquellos entre Uds. que estudiaron psicología de ratas, sabrán de qué estoy hablando. El comportamiento extraño de los niños escolares es una función del mecanismo de refuerzo, al cual están expuestos en la escuela.

Supongamos que la producción de personas incompletas es el propósito de la escuela moderna. Supongamos además que existe una razón inteligente para hacer esto. Supongamos que hace cien años unas personas visionarias vieron que era necesario entontecer a la mayoría de la población – no para herirlos, pero para convertir a un pueblo de productores en un pueblo de consumidores. Para hacer que los obreros sean tan adaptados que soportaran el trabajo moderno con máquinas, que necesitaba seguir desarrollándose rápidamente. Este fue el problema específico que mantenía ocupado a aquel grupo clave de empresarios y filósofos al inicio del siglo XX.
Durante milenios especulaban los pensadores que un estado que lograse controlar a la juventud, podría producir milagros eonómicos. Esta idea tiene por lo menos 2300 años de antigüedad. Pero el único instrumento para realizarla, la escuela obligatoria, era considerado locura en todo el mundo occidental. En un solo lugar tuvo éxito: en la dictadura militar de Prusia en el siglo XIX. El peregrinaje de Horace Mann a Prusia en 1840 anunciaba nuestro movimiento futuro. El siglo XX termina con que la escolarización masiva amenaza con capturar aun a la infancia temprana …

Al inicio del siglo XX fue la decisión de un grupo de académicos famosos bajo Edward Thorndike y John Dewey, con sus aliados empresarios, someter las escuelas bajo la economía y bajo el estado, exactamente como en Prusia. Además iba a haber una misión superior. Las escuelas debían servir como «instrumentos de una evolución administrada, estableciendo condiciones para una reproducción selectiva, antes que las masas tomen las cosas en sus propias manos.» (Esta es una cita de un artículo por Thorndike, publicado en 1911.) Exámenes estandarizados seleccionarían entre los aptos para reproducirse, los aptos para trabajar, y los no aptos. – Ya antes de la 1ra Guerra Mundial, la psicología educativa había descubierto que ciertas formas de entrenamiento mental p.ej. en historia, filosofía y retórica hacía que los estudiantes se volvieran resistentes contra la manipulación. Esto fue un motivo suficiente para entontecer la educación escolar.

Entre 1906 y 1920, un pequeño grupo de empresarios, banqueros y directores de universidades de fama mundial invertía más dinero y atención en la esuela obligatoria, que el gobierno. Tan solamente Andrew Carnegie y John D.Rockefeller invirtieron entre 1900 y 1920 más dinero que el gobierno federal. De esta manera, el sistema escolar moderno fue construido lejos de la vista pública, y lejos de los representantes del pueblo. Ahora deseo que Uds. escuchen una cita directa del primer reporte publicado por la Comisión Educativa General de John D.Rockefeller – esta es su primera declaración de su misión:

«En nuestros sueños, la gente se entrega con perfecta docilidad en nuestras manos moldeadoras. Los conceptos educativos actuales, de educación intelectual y del carácter, se desvanecen de sus mentes; y sin impedimento por la tradición, obramos nuestra propia buena voluntad sobre un pueblo agradecido y sumiso. No intentaremos hacer de esta gente, o de alguno de sus hijos, eruditos o filósofos, o científicos. No debemos levantar de entre ellos a autores, eduadores, poetas o hombres de letras, ni grandes artistas, pintores, músicos, ni abogados, doctores, estadistas, políticos – criaturas con los que estamos ampliamente provistos. La tarea es simple. Organizaremos a los niños y les enseñaremos de manera perfecta las cosas que sus padres y madres hacen de manera imperfecta.»

El verdadero propósito de la escolarización moderna fue anunciado por el sociólogo legendario Edward Roth en su manifiesto de 1906, «Control social». Allí escribió: «Planes están en camino para remplazar la familia, comunidad e iglesia por propaganda, medios de comunicación masiva y educación» (él por supuesto quiso decir «escolarización») «…la gente son solamente pequeños pedazos moldeables de masa.»

El primer currículo fue entontecido; después se introdujeron exámenes nacionales; después la moralidad fue debilitada; y finalmente, entre 1970 y 1974, la formación de profesores fue completamente cambiada en secreto. En 1971, la Dirección de Educación de los Estados Unidos (que ahora se ocupa en ganar acceso a la vida privada y los pensamientos de Ud.) encargó a la corporación Rand con un estudio de siete tomos sobre «agentes de cambio». Con fondos del gobierno se inició la formación de «agentes de cambio», bajo la «Ley de Desarrollo de Profesiones Educativas». Poco después se publicó un libro titulado: «Guía del agente de cambio hacia la innovación en la educación». … Machiavelli ha sido modernizado.
Obstáculos como la religión, la tradición, la familia, y los derechos naturales garantizados en nuestros documentos de fundación (del estado), fueron constantemente empujados hacia atrás. Ya antes de 1950 desterraron al Dios tradicional, y en su lugar llegaron los misioneros psicológicos de un sacerdocio de asistencia social. Las escuelas estatales fueron transformadas en laboratorios sociales, sin el conocimiento ni consentimiento del público. Esto fue algo como una segunda revolución americana, que derribó aquellos documentos de fundación que se habían atrevido a entregar soberanía al pueblo común.
La escuela fue una mentira desde el principio, y sigue siéndolo. Hoy se escuchan muchas tonterías acerca de la necesidad de personas educadas en una economía de alta tecnología. En verdad no existe tal necesidad. Nuestra economía racionalizada y globalizada se está convirtiendo en un sistema coordinado de manera centralizada, que no puede tolerar maneras divergentes de pensar. Personas educadas son los enemigos de un tal sistema, y una moralidad no pragmática también es su enemigo.
Lo que hemos construido, la escolarización masiva forzada, no se puede reformar; tiene que ser derribada. El pueblo lo ha creado; el pueblo puede también deshacerlo.

Página web del autor (en inglés): http://www.johntaylorgatto.com

Nota: El autor trata todos estos temas con mucho más detalles en su obra «Historia secreta del sistema educativo».

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Una breve historia enojada de la escolarización obligatoria americana

Por John Taylor Gatto

Exposición ante la conferencia de educadores en casa, del estado de Vermont

Entre 1967 y 1974, el entrenamiento de los profesores en los Estados Unidos fue secretamente cambiado por los esfuerzos concertados de un pequeño número de fundaciones privadas, ciertas universidades, empresas multinacionales, y grupos parecidos.
Tres documentos críticos en esta transformación eran: Primero «Taxonomía de objetivos educativos» por Benjamín Bloom. Después un proyecto en varios estados que comenzó en 1967, bajo el nombre «Diseñando la educación para el futuro». Y finalmente el «Proyecto educativo del profesor orientado al comportamiento». Estos fueron difundidos en los departamentos de educación de todos los estados; y aquellos distritos pilotos que introdujeron primero estas novedades, recibieron una forma de soborno.

Comenzaremos con «Diseñando la educación para el futuro». Los autores redefinen la educación, según el modelo alemán del siglo XIX, como «un medio para lograr importantes metas económicas y sociales nacionales». – Y añado que el desarrollo de su hijo o de su hija no figura en ninguna de estas metas. Las autoridades educativas de los estados actuarían entonces como «reforzadores federales, asegurando que las escuelas locales cumplan con las directivas federales.» El documento dice además, que «el Departamento de Educación de cada estado tiene que ser un agente de cambio», y «el cambio tiene que institucionalizarse». No creo que algún reporte sobre esto haya aparecido en algún diario del país.

El «Proyecto educativo del profesor orientado al comportamiento» describe unas reformas específicas que debían introducirse a la fuerza a partir de 1967. Su meta es: «la manipulación impersonal, por medio de la escuela, de una América futura donde muy pocas personas serán capaces de mantener el control sobre sus propias opiniones». Una América donde «cada individuo recibe al nacer un número de identificación multipropósito, el cual permite a los empleadores y a otros controladores hacerle un seguimiento, y a exponerle a la influencia subliminal del Departamento de Educación del estado…»
…Se espera de los profesores que actúen como «agentes de cambio» estatales. Los capacitadores de profesores fueron informados que desde ahora el currículo académico sería remplazado por la ciencia del comportamiento. El proyecto describe un futuro donde «una pequeña liga mantendrá el control sobre todos los asuntos importantes, y la democracia participativa desaparecerá largamente». Los niños debían ser entrenados a ver que sus compañeros, y todas las personas en general, serían tan inadecuados e irresponsables que tenían que ser controlados y regulados. El aumento tremendo de violencia escolar al final de la década de los 60 – un período cuando los profesores fueron despojados de su capacidad de disciplinar a los niños – proveyó un pretexto conveniente para restringir drásticamente las libertades tradicionales.

(…) La «Taxonomía de objetivos educativos» fue «un instrumento para clasificar las maneras como los individuos deben actuar, penar o sentir, como resultado de su participación en una unidad de instrucción». – Dudo de que algún padre o alguna madre enviaría a sus hijos a la escuela bajo estas condiciones, si fueran personas que reflexionan. Sus hijos tendrían que aprender las actitudes «apropiadas», y tendrían que remediar las actitudes «inapropiadas» (o sea, aquellas que aprendieron en su familia).

Pero ¿por qué se hace todo esto? – Gran parte de la respuesta se encuentra en la última edición de la «Revista para asuntos exteriores», una de las revistas más influyentes de los Estados Unidos, en un artículo por Mort Zukerman. El atribuye la superioridad económica de los Estados Unidos a ciertas características del trabajador americano. Entre las líneas se ve que esta superioridad viene de la forma como entrenamos a nuestros jóvenes. ¿Y en qué consiste esta superioridad? – En primer lugar, según Zukerman, en que el trabajador americano es un dominó que se deja dominar por la administración y no tiene mucho que decir. En cambio, dice Zukerman, Europa «sufre» de una fuerte tradición artesanal que exige que el trabajador opine acerca de las decisiones.
Además dice que «los obreros en América viven en un constante estado de pánico; un miedo a ser pasado por alto; ellos saben que la empresas no les deben nada y que no tienen el poder de apelar contra las decisiones de la gerencia. El miedo es nuestro poder secreto; les da a los gerentes una flexibilidad que los otros países nunca tendrán.» … En 1996, casi la mitad de los empleados de empresas grandes temían ser despedidos – a pesar de que la situación económica era muy buena.
Y nuestro consumo interminable cierra el círculo dorado. Zukerman dice que la asombrosa adicción americana a las novedades provee este único mercado doméstico para las empresas. En otros países, el negocio se estanca en tiempos difíciles; pero nosotros aquí seguimos comprando hasta la bancarrota, e hipotecamos nuestro propio futuro para que los productos y servicios sigan fluyendo.
Sin duda, las riquezas fantásticas de las empresas americanas son el resultado directo de la educación escolar. Escuelas que educan la masa social a ser necesitados, miedosos, envidiosos, aburridos, sin talentos e incompletos. La economía de producción masiva necesita esta clase de público. … En la escuela aprendemos que el gozo y la satisfacción vienen de cosas externas, de las posesiones, y no de adentro. La escuela acorta nuestro tiempo de concentración a pocos minutos, de manera que clamamos toda la vida por un alivio de nuestro aburrimiento y por estímulos externos. Junto con la televisión y los juegos de computadora, que usan este mismo método, se graban estas lecciones de manera duradera en nuestras mentes…

Las escuelas fueron diseñadas para servir a la economía; no a los niños y familias. Esta es la razón por qué la escuela es obligatoria. Por eso la escuela no puede ayudar a nadie a madurar. Su primera directiva es: atrasar la maduración. Lo hace enseñando que todo es difícil, que otra personas dominan nuestra vida, y que nuestros prójimos no son confiables e incluso peligrosos. La escuela es la primera impresión de la sociedad que los niños reciben. Puesto que las primeras impresiones a menudo son las decisivas, la escuela llena nuestros hijos con miedo, desconfianza de unos contra otros, y ciertas adicciones de por vida. Pone una emboscada contra la intuición natural, la fe, y el amor a la aventura; y remplaza estas cosas por un «evangelio» de procedimientos racionales y gerencia racional.
Una investigación en mil escuelas estatales encontró que los profesores pasan un promedio de 7 minutos diarios en un intercambio personal con alumnos. Dividido entre 30 alumnos, esto resulta en 14 segundos por niño. En el aula hay una competencia constante por la atención y el «status» que un solo adulto puede darles; y este adulto no tiene ni el tiempo ni la información necesaria para poder proveerlo. Esto nos enseña a odiarnos y a desconfiar unos de los otros. Esta constante «subasta de favores» es una raíz de nuestra ira, y de nuestra incapacidad de ser honestos o responsables, aun como adultos. Pero irónicamente, la irresponsabilidad sirve a la administración mucho mejor que el comportamiento honrado. Justifica la vigilancia, y todos estos abogados, juzgados, policías, y escuelas …

(Continuará)

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