Educación cristiana alternativa

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Aprender en casa … ¡pero bonito!

Por causa de la epidemia del coronavirus, en diversos países se están lanzando experimentos para que los alumnos estudien en casa. También aquí en el Perú, el Minedu (Ministerio de educación) empezó a propagar la idea de que los alumnos aprendan en casa. Sería bueno que en esta oportunidad se empiecen a valorar las experiencias de aquellas familias que venimos haciendo eso exitosamente desde hace muchos años, no por obligación sino por convicción, como una alternativa educativa completamente válida. O sea, las familias que practicamos la educación en casa o «homeschooling»; y que podemos testificar que funciona.

Así que me atrevo, desde mi posición como padre de dos hijos adultos educados en casa, dar unos consejos a los padres y familias que piensan en enseñar a sus hijos en casa, o a facilitarles oportunidades para aprender en casa.

(Consulte también los otros artículos de este blog en las categorías Educación en el hogar, Escuela activa, Experiencias y testimonios, y Matemática.)

Empiece con una actitud positiva.

No piense: «¡Tanta carga! Con todos los problemas que ya tengo, ahora todavía tengo que enseñar a mis hijos.» En su lugar, piense: «Ahora tengo una oportunidad de pasar más tiempo con mis hijos. Tengo una oportunidad de proveerles unas experiencias de aprendizaje más divertidas que en la escuela. Voy a poder conversar con ellos y jugar con ellos, y así profundizar nuestra relación mutua» (¿algo que quizás Ud. no hizo mucho durante los años pasados?)

No traiga el sistema escolar a la casa.

Este punto resume todo lo que deseo decir en este artículo. Los métodos del sistema escolar producen muchas experiencias negativas en los niños, y así causan problemas psicológicos y de aprendizaje. (Vea los artículos en la categoría El sistema escolar y sus problemas.) ¡Usted no necesita ser un(a) profesor(a) para sus hijos! Eso solamente causaría tensiones y conflictos en su relación personal con ellos. Incluso, si usted es profesor(a) de profesión, haga un esfuerzo consciente de dejar atrás ese rol en la relación con sus hijos.

Aun unas familias que hacen «homeschooling», piensan que tengan que tener una «escuela en casa» y hacer todo como se hace en la escuela. Pero con eso se pierden las mayores ventajas de una educación en casa. Al no estar bajo las presiones del sistema escolar, ¡tenemos la oportunidad de hacerlo mucho mejor que la escuela!

Quizás usted no puede imaginarse otra forma de «aprender», que la que usted mismo(a) experimentó en la escuela. Infórmese acerca de las alternativas que existen, y comience a desescolarizar su mente. En los siguientes puntos esbozaré lo que eso puede significar.

Permita a los niños aprender lo que ellos pueden entender.

Quizás usted piensa que sus hijos necesariamente tengan que resolver las tareas «que corresponden a su grado», o «que están en su libro escolar». Pero en muchos casos, esas tareas son demasiado exigentes para el nivel de entendimiento del niño. Muchas investigaciones científicas demuestran que los niños necesitan pasar primero por unos procesos naturales de maduración del cerebro, antes que puedan entender ciertos temas que se les enseña en la escuela. Cuando intentamos acelerar este proceso artificialmente, solamente hacemos que los niños se desanimen y se confundan.

Entonces, no se deje presionar a que sus hijos «avancen en el libro escolar donde se han quedado», ni que se sometan a un programa rígido de tareas. Y si usted es funcionario(a) del sistema escolar, director(a) o profesor(a) de una escuela, ¡por favor no intente imponer un tal programa rígido sobre las familias de sus alumnos! La imposición de currículos cronogramados y normados por edades obedece únicamente a razones administrativas, pero no pedagógicas. Ya es muy problemático hacer eso en la escuela. Pero si los padres en sus familias empiezan a imponer esa clase de presiones directamente sobre sus hijos, pueden malograr irreparablemente su relación personal con sus hijos. La relación entre padres e hijos debe ser una relación de confianza, no una relación como entre amo y esclavo.

Junto con sus hijos, intente descubrir dónde se encuentra cada uno de ellos, respecto a su nivel de entendimiento. Si los niños han mantenido una autoestima sana, usted puede presentarles unos temas o tareas de distintos niveles de dificultad, y dejar que elijan. Normalmente elegirán por sí mismos un tema que es de acuerdo a su nivel natural.

Algunos niños no son capaces de «sentir» acertadamente lo que entienden y lo que no entienden – por ejemplo porque el sistema escolar los obligó a aparentar que saben muchas cosas que en realidad no saben. En esos casos hay que hacer unas pruebas. No como «exámenes»; pero simplemente observando cómo resuelven diferentes tareas.
Por ejemplo, hágalo leer unos textos cortos, y pídale que le cuente con sus propias palabras lo que leyó. Si no lo puede, o si entiende mal el texto, entonces inténtelo con otro más sencillo. Así se dará cuenta hasta dónde alcanza el entendimiento del niño, respecto al vocabulario y la estructura de las oraciones. (Y a la vez será una oportunidad de explicarle el significado de unas palabras nuevas.)
O dele unas tareas de matemática para resolver. Observe si puede hacerlo rápidamente, o demora mucho. Observe si comete muchos errores o pocos. (¡Pero no lo riña por los errores!) Observe si el niño se siente a gusto o si se estresa, al resolver la tarea. Si demora mucho, se estresa mucho, o comete muchos errores, entonces dele una tarea más fácil; hasta que llegue a un tema que el niño domina. Es desde allí donde debe continuar ahora.

Quizás encontrará que el nivel verdadero de los niños está bastante por debajo de lo que sus libros escolares exigen. ¡Eso es normal! (Lo que no es normal, son las exigencias exageradas de los libros escolares actuales.) Déjelos trabajar de acuerdo a ese nivel, aun si eso significa volver a los libros de años pasados. Sus niños estarán mucho más contentos, menos estresados, y podrán rellenar muchos vacíos que quedaron en sus conocimientos durante los años anteriores.

Pero quizás encontrará también que tiene unos niños superdotados que se aburren con las tareas porque ya lo saben todo. Entonces, permítales trabajar en temas más exigentes, y «adelantar» unos contenidos. En resumen: Permita a cada niño estudiar al nivel que le corresponde, no según su «grado» o su edad, pero según su nivel de entendimiento natural. Así evitará mucha frustración, tanto para usted mismo(a) como para sus hijos.

Los problemas de aprendizaje no merecen castigo.

Desde sus propias experiencias escolares, quizás usted está acostumbrado(a) a que los errores se castigan, el no poder terminar la tarea se castiga, el no entender se castiga. Pero así usted solamente va a desanimar y amedrentar a sus hijos; no va a aumentar su aprendizaje.
Detengámonos unos momentos para recapacitar: Es correcto que la maldad debe llevar a un castigo. Pero las cosas que acabamos de enumerar, ¿son maldades? – No, es normal que esas cosas suceden cuando sobrecargamos al niño. El niño comete errores porque no puede entender todavía la manera correcta de hacerlo. Demora en hacer su tarea porque es difícil, y no puede hacerla más rápido. No entiende, porque las explicaciones eran demasiado complicadas.
Entonces, en todos estos casos somos nosotros como educadores, quienes tenemos que cambiar. Primero pregúntese si el tema o la tarea es adecuado para el nivel de entendimiento del niño. Quizás el tema en sí ya es una sobrecarga; entonces sustitúyalo por otro. O quizás tiene que explicárselo de una manera más entendible.

Intente mantener siempre un tono positivo en su trato con los niños. El aprendizaje funciona mucho mejor cuando se asocia con impresiones y recuerdos agradables.

Limite las horas académicas; aprenda con actividades prácticas.

Para desarrollar su mente de una manera sana, los niños necesitan, entre otras cosas:

  • Movimiento físico.
  • Impresiones sensoriales (cosas para ver, escuchar, tocar, etc.).
  • Oportunidades para ejercer su creatividad.
  • Oportunidades para hacer algo útil con sus manos.
  • Jugar.
  • Suficiente descanso.

Las «clases» académicas satisfacen muy pocas de estas necesidades. Entonces no pensemos que el trabajo con libros y cuadernos sea la única manera de aprender. Al contrario, es un método bastante ineficaz cuando se trata de niños.

En nuestra experiencia con nuestros propios hijos, encontramos que durante los años de primaria, una sola hora académica al día era suficiente. El resto del tiempo se dedicaba a proyectos prácticos, trabajos manuales, colaboración con los quehaceres del hogar, tiempos de jugar y tiempo libre.

Quizás usted no se atreve todavía a implementar un método como el aprendizaje por proyectos, o similar. Pero comience con cosas sencillas. Hoy en día, varios libros escolares contienen de vez en cuando unas sugerencias para un experimento, un trabajito manual, un juego … No pase por alto esas sugerencias. ¡Póngalas en práctica con sus hijos!
Y busque más sugerencias de actividades interesantes con niños:

  • Juegos que hacen razonar,
  • origami,
  • trabajos manuales,
  • experimentos sencillos,
  • técnicas de dibujo y pintura,
  • nuevas recetas de comidas y postres,
  • etc.

Puede encontrar libros con temas como éstos. También puede encontrar muchas ideas en internet. Todas estas actividades son educativas; y satisfacen diversas necesidades de los niños que las clases escolares no pueden cumplir.

No tome exámenes.

Los exámenes son una fuente de miedo y frustración para muchos alumnos. En alumnos inseguros, el aprendizaje de un tema nuevo se frena desde el principio por el miedo de que tendrá que dar un examen sobre eso. Hay maneras más amables de evaluar si un alumno domina un tema.

En primer lugar, deje que el alumno decida el momento cuando está listo para ser evaluado.
Por ejemplo, Carina está practicando la tabla de multiplicación por 6. Cuando termina de practicar, usted la pregunta: «¿Crees que ya la sabes de memoria? ¿O necesitas más tiempo?» Si Carina dice que necesita más tiempo, dejamos que siga practicando el día siguiente. Si dice que ya está lista, entonces hacemos una prueba y le preguntamos las multiplicaciones por 6: primero en orden, después en desorden, después en «inverso» («¿6 por cuánto es 24?»). Si lo sabe bien, todos estamos contentos. Si Carina comete todavía muchos errores, no ha «desaprobado». Simplemente le decimos: «Parece que necesitas practicar un poco más. Hazlo otra vez mañana, y avísame cuando piensas que estás lista.»

Otros aprendizajes se demuestran simplemente al ponerlos en práctica. Por ejemplo, ¿cómo sabemos si Alfredo ha aprendido a preparar arroz con leche? – Sencillo: cuando su arroz con leche sabe bien y lo podemos comer alegremente. No necesitamos tomarle un examen sobre eso.
Lo mismo se puede aplicar a unos aprendizajes más «escolares»: orientarse con un plano de la ciudad; calcular con dinero; contar un cuento; …

Confíe en el poder de la curiosidad natural de los niños.

Para aprender a caminar o a hablar, un niño no necesita ningún profesor y ninguna escuela. De la misma manera natural, los niños pueden también aprender a leer, escribir, calcular, y muchas otras cosas. Un niño sano tiene un gran curiosidad: observa todas las cosas en su alrededor, prueba qué se puede hacer con ellas, y hace muchas preguntas. Eso demuestra que los niños tienen un deseo innato de aprender. ¡No es cierto que los tengamos que obligar a aprender!

En el sistema escolar tenemos el problema de que el currículo nos obliga a tratar los temas que están en el libro, sin importar si eso les interesa a los niños o no. Así, los profesores tienen que suprimir todo el tiempo la curiosidad y el interés de los niños, para obligarlos a prestar atención a otras cosas que no les interesan.
En casa no necesitamos hacer eso. Observe a los niños: ¿Qué temas les interesan? ¿Hacia qué actividades los dirige su curiosidad? Haga de eso los temas de su aprendizaje.
Quizás usted encuentra a uno de sus hijos mirando concentradamente unas hormigas que caminan por la pared. Únase a él en sus observaciones; ¡eso es un proyecto científico! Anímelo a hacer observaciones más exactas: ¿De dónde vienen las hormigas? ¿Adónde van? ¿Cómo encuentran su camino? ¿Dónde tienen su nido? ¿De qué se alimentan? Etc. – Después busquen más informaciones acerca de las hormigas: en internet, en libros … quizás hasta encontrarán un tema sobre hormigas en los libros escolares de los niños. Los niños pueden dibujar y escribir sus observaciones acerca de las hormigas. Usted puede animarlos a ampliar el tema. Por ejemplo, podrían estudiar insectos en general; podrían estudiar el lugar de las hormigas en la cadena alimenticia; etc.

Hágase un(a) aliado(a) de la curiosidad de sus hijos. Verá que pronto ellos se convertirán en los aprendedores más motivados. Y con una buena motivación, ellos seguirán con sus proyectos por su cuenta, sin que usted tenga que vigilarlos todo el tiempo.

Deles opciones para elegir.

No hay ninguna necesidad pedagógica de que todos los niños hagan lo mismo al mismo tiempo, en el mismo lugar. El aprendizaje es mucho más agradable cuando cada niño puede aprender de una manera que le «cae bien». Así podemos ofrecer opciones, por ejemplo, acerca de métodos y materiales: «¿Cómo quieres practicar las tablas de multiplicación? ¿Con las cadenitas, con el ábaco, o solamente en la mente?»
También podemos ofrecer opciones acerca de los contenidos: «¿Sobre qué animal quieres leer?» – «¿Qué tema de historia te gustaría estudiar?»
Y acerca de los modos de presentación de los resultados: «¿Quieres hacer un dibujo sobre esto, o escribir un ensayo, o preparar una presentación en PowerPoint?»

Involucre a los niños en sus quehaceres diarios.

Puede ser difícil educar a los niños, si al mismo tiempo usted tiene un trabajo que hacer, o un negocio que atender. Pero en algunos de estos trabajos, usted puede involucrar a los niños. Por ejemplo, si tiene una tienda, los niños con suficiente edad podrán ayudar a ordenar las mercancías, o a atender a los clientes. Si elabora alimentos, artesanías, o productos similares en casa, los niños podrán aprender algunos pasos sencillos de la producción. ¡Todo eso son experiencias educativas!
A muchos niños les interesa participar en lo que hacen los adultos; o por lo menos mirar, si es un trabajo donde no pueden contribuir directamente. Por supuesto que eso depende de sus circunstancias particulares, hasta dónde puede involucrar a los niños. En un taller de mecánica o de carpintería, por ejemplo, habría que evaluar si un niño podría estar allí sin correr peligro. En algunos trabajos, simplemente no es posible.

Pero en todo caso, los niños pueden participar en los trabajos del hogar como limpieza, cocina, atender a animales domésticos, etc. Usted puede también llevar a los niños cuando va de compras, al banco, al correo, a la biblioteca, o a alguna otra institución; y al mismo tiempo puede explicarles qué lugar es ese y lo que usted va a hacer allí. Esa clase de aprendizaje vivencial es más duradera que aprender los mismos contenidos sólo con libros escolares.


Espero haberle mostrado que el aprendizaje en casa no necesita ser una carga pesada. Al contrario, es una oportunidad de proveer a los niños unas experiencias de aprendizaje que no pueden hacer en la escuela. Y al mismo tiempo, fortalecer los lazos familiares.

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¿»Escuela en casa» o educación en familia?

Después de muchos años como pioneros solitarios en cuanto a la educación en casa en el Perú, pudimos en los últimos años conocer a diversas familias peruanas que también se están iniciando en esta aventura. Encontramos que un buen número de estas familias tienen sus hijos matriculados en alguna escuela o colegio a distancia.

Eso tiene sus ventajas, sin duda. La escuela provee todos los materiales de estudio ya preparados; entonces los padres no necesitan invertir tiempo ni ideas propias para buscar o fabricar materiales educativos. Además, la certificación oficial de los estudios está asegurada desde el principio. Y en el caso de familias cristianas, podrían incluso encontrar una escuela cristiana que incluye puntos de vista cristianos en sus materiales; entonces dejan también esa preocupación en las manos de la escuela.

A pesar de estas ventajas, nosotros nunca consideramos eso como una opción para nuestros hijos. He aquí nuestras razones:

Toda escuela a distancia se basa en los principios y métodos del sistema escolar. Una familia que sigue el programa de una tal escuela, está prácticamente trayendo el sistema escolar a su casa. Pero para nosotros, una de las razones más importantes para no enviar a nuestros hijos a la escuela, fueron precisamente las fallas pedagógicas de este sistema.

Por ejemplo, el sistema escolar no toma en cuenta la manera como los niños piensan y aprenden. Su fundamento no es la pedagogía ni la comprensión por los niños; su fundamento es la administración masiva de los niños. Por eso, este sistema somete a los niños a un currículo rígido, preprogramado, que no es adecuado para la mayoría de los niños. Y los enseña de manera rutinaria, repetitiva, sin dejar lugar para el razonamiento propio ni para la creatividad. También, la enseñanza abstracta los confunde y los acostumbra a repetir mecánicamente unos procedimientos cuyo sentido no entienden. No los incentiva a pensar por sí mismos, ni les ofrece oportunidades para elegir y decidir. En consecuencia, los alumnos de este sistema no aprenden a razonar, evaluar y hacer decisiones; y no desarrollan su creatividad. Solamente aprenden a repetir lo que dice el profesor, o lo que dice el libro de la escuela a distancia.

«Si traemos el sistema escolar a nuestra casa, traemos también todos sus problemas a nuestra casa.»
También, los conocimientos que exige el sistema escolar a menudo son demasiado avanzados para el nivel de comprensión de los niños. Eso es reforzado todavía por las ambiciones de muchos padres que desean jactarse de que «mi hijo tiene cinco años y ya sabe leer»; «mi hija tiene seis años y ya sabe multiplicar»; etc. Tal vez creen que si apresuran y presionan a sus hijos de esta manera, serán también «más avanzados» en los años posteriores. Pero ya hace años, esta falsa creencia fue refutada por Raymond y Dorothy Moore en su libro «Mejor tarde que temprano«; y las investigaciones más recientes solamente confirman sus hallazgos: Esos niños «apurados» en sus años tempranos, sufren estrés y agotamiento en los años posteriores, de manera que su desarrollo intelectual se estanca y se quedan por detrás de aquellos niños que iniciaron su formación académica más tarde.

Si traemos este sistema a nuestra casa, traemos también todos sus problemas a nuestra casa. Efectivamente he conocido a algunos niños y jóvenes educados en casa que sufrieron del mismo agotamiento y «entumecimiento mental» como los alumnos del sistema escolar, porque fueron sometidos a un programa escolarizado.

Estoy convencido de que nuestros hijos merecen algo mejor. Si ya tenemos la oportunidad de educarlos en casa, usemos esta libertad para ofrecerles una mejor manera de aprender, tomando en cuenta su nivel de desarrollo individual, su manera particular de aprender, y sus campos de interés. Sé que eso requiere una mayor flexibilidad y creatividad de parte de nosotros como padres, y por tanto entiendo que muchos padres educadores prefieren la comodidad de un programa donde todos los materiales ya están preparados. En nuestro caso también fue un paso de fe, comenzar con un método más libre, más flexible y más creativo, y mi esposa y yo nos dimos cuenta en ese camino de cuan «escolarizadas» estaban todavía nuestras propias mentes.

Pero mirando atrás vemos que fue una experiencia muy gratificante. Nuestros hijos, en sus años de primaria, tuvieron muy poca necesidad de «hacer tareas» abstractas con libros y cuadernos. Aprendieron mucho más mediante las experiencias de la vida diaria, los trabajos prácticos y manuales, los juegos, y el ejercicio de sus propios intereses y talentos. Pasamos unas aventuras increíbles como familia; y encontramos que este método fue mucho más eficaz: Al fin de cuentas, nuestros hijos habían aprendido lo mismo como los niños escolares, pero con mucho menos estrés y con una sola «hora académica» al día; y además habían hecho muchas experiencias prácticas que los niños escolares nunca hacen, y recordaron muchas cosas de manera más intensa por haber vivido lo que los niños escolares solamente leen en sus libros. Por eso prefiero esta forma de aprender por encima de todo material pre-programado.

La esencia de la educación en casa consiste en que nosotros, los padres, asumimos la responsabilidad por la educación de nuestros hijos. Entonces, ¿por qué entregar esta responsabilidad nuevamente en las manos de una escuela, aunque sea «a distancia»? Los profesores de estas escuelas, y los autores de sus materiales, en su gran mayoría fueron formados en los caminos del sistema escolar, no en la educación en casa. Son capaces de trasladar el aula escolar a la casa, eso sí. Pero no pueden realmente comprender lo que es la educación en casa, ni mucho menos asesorar a padres educadores – a menos que ellos mismos se hayan desprendido radicalmente de los principios, caminos y métodos del sistema escolar. Y quienes dificultan más con eso, son precisamente los profesores profesionales. (Vea también: «Desescolarizar nuestra mente».)

Raymond Moore, uno de los grandes pioneros de la educación en casa en los Estados Unidos, en un momento se vio obligado a pronunciar la siguiente advertencia a los padres educadores:

«Los líderes del movimiento de educación en casa, al igual como los líderes de movimientos anti-aborto, anti-pornografía, etc, caen en dos categorías:
1) Laicos y profesionales desinteresados que sacrifican dinero y tiempo para elevar la educación en casa a nuevas alturas, y
2) Algunos que no tienen trasfondo o ética profesional (o ambos), que apresuran a los padres no precavidos para que compren materiales educativos estresantes y caros; en consecuencia los padres sufren un quebrantamiento y odian la educación en casa. – Algunos de ellos combatieron la educación en casa hasta la década de los ’80.
Algunos autores, editores y expositores saben poco de investigación, y de manera persuasiva abusan de las Escrituras para transmitir una imagen de un Cristo santurrón a sus amigos seculares. Ellos son la influencia más divisiva en el movimiento de la educación en casa. Por el bien de usted y de sus amigos, estudie para conocer la diferencia.»

Este comentario se refiere a los Estados Unidos. Sin embargo, veo que lo mismo ya está empezando a suceder también aquí en América Latina. Tan pronto como el movimiento de la educación en casa está adquiriendo cierta fuerza, surgen también aquellos productores, editores, y directores de escuelas que ofrecen a las familias educadoras sus materiales y programas en venta – pero a menudo estos programas se basan en los mismos métodos que ya han fracasado en el sistema escolar.
¡Cuidado con los materiales de estudio estresantes y caros!

De todos modos, si usted considera usar un programa a distancia que se dirige explícitamente a familias que educan en casa, recomiendo como mínimo averiguar de antemano en qué experiencias y en qué pedagogía y métodos se basa. Por ejemplo:

  • ¿En qué modelo pedagógico se basa este programa? ¿y qué investigaciones y resultados apoyan este modelo?
  • ¿Existen diferencias significativas y sustanciales entre los métodos empleados por este programa, y los métodos del sistema escolar?
  • Por ejemplo, ¿se deja a los padres y alumnos en la libertad de elegir temas, contenidos, materiales, y actividades a realizar, según el nivel de comprensión, los intereses, y el estilo de aprendizaje individual de cada alumno? ¿O es un programa secuenciado y preprogramado igual como en la escuela?
  • ¿El programa anima a los padres a usar como sus principales oportunidades educativas las experiencias de la vida diaria, trabajos manuales y prácticos, juegos, material manipulable, y otras experiencias que concuerdan con las características de los niños? ¿O se basa mayormente en el trabajo abstracto con libros y cuadernos – o material de instrucción por internet – como el sistema escolar?

Desafortunadamente, todavía no encontré a ninguna «escuela a distancia» o «escuela para familias educadoras» que satisface estos criterios. Todas, de las que encontré información, se basan en los métodos del sistema escolar, y así echan a perder las mejores posibilidades de una educación en casa. Por eso, en vez de apoyarme en uno de estos programas, prefiero hacerlo yo mismo. Requiere más trabajo, más iniciativa, más flexibilidad y más creatividad; pero los resultados serán mucho mejores. No sólo para los niños; también para nosotros como padres.

Por supuesto que existen también escuelas a distancia que no se dirigen explícitamente a familias educadoras; en esos casos no podemos exigir que tengan conocimiento de una pedagogía distinta del sistema escolar. Pero en este caso habrá que estar consciente de que se trata de una extensión del sistema escolar; y la pregunta sería en este caso, cuánta libertad nos deja esa escuela para modificar sus programas y adaptarlos a las necesidades de nuestra familia y a la pedagogía que consideramos la mejor para nuestros hijos. Yo haría uso de una escuela a distancia solamente si existe esta libertad.

En el idioma inglés se estableció la palabra «homeschooling» («escuela en casa») para hablar de la educación en casa. Así que yo también he usado ocasionalmente esta expresión; pero pensándolo bien, ya no me parece tan buena. Una buena educación en casa es algo diferente, y algo mucho mejor, que traer el aula escolar a casa. Como padres educadores tenemos la oportunidad de establecer una alternativa, de liberar a nuestros hijos para que desarrollen los talentos únicos que Dios les dio, de incentivarlos a ser creativos, investigativos, pensadores… Si hemos sacado a nuestros hijos del enjaulamiento de una escuela tradicional, ¡no les construyamos una nueva jaula en casa!

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