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Una breve historia enojada de la escolarización obligatoria americana (Parte 2)

Por John Taylor Gatto

Exposición ante la conferencia de educadores en casa, del estado de Vermont

(Continuación)

Consideremos la posibilidad extraña que quizás fuimos intencionalmente enseñados a ser irresponsables y a odiarnos unos a otros. He pasado 19 años como estudiante y 30 años como profesor. En todo este tiempo casi nunca se exigió de mí que actuara de manera responsable – excepto si Ud. confunde la obediencia ciega con responsabilidad. Sea como estudiante o como profesor, yo obedecía ciegamente a extraños durante 49 años. ¡Si esta no es una receta para irresponsabilidad! En la escuela Ud. es premiado por renunciar a su responsabilidad personal, y simplemente hacer lo que un extraño exige de Ud, aunque esto viole los principios más preciados de su familia.
Observé que tres años son suficiente para quebrantar a un niño – tres años de estar encerrado en un ambiente de necesidad emocional, de canciones, sonrisas, colores brillantes, juegos grupales – estas cosas funcionan mucho mejor que palabras enojadas y castigos. La súplica constante por la atención del profesor produce las características de los niños escolares: Lloriqueo, traición, deshonestidad, malicia, crueldad, y similares. En 50 años de leer diarios, nunca vi una investigación de esta dinámica en la prensa. Los niños escolares se vuelven como ratas enjauladas, que tienen que apretar una tecla para recibir alimento, y que desarrollan comportamientos excéntricos según ciertos mecanismos de refuerzo. Aquellos entre Uds. que estudiaron psicología de ratas, sabrán de qué estoy hablando. El comportamiento extraño de los niños escolares es una función del mecanismo de refuerzo, al cual están expuestos en la escuela.

Supongamos que la producción de personas incompletas es el propósito de la escuela moderna. Supongamos además que existe una razón inteligente para hacer esto. Supongamos que hace cien años unas personas visionarias vieron que era necesario entontecer a la mayoría de la población – no para herirlos, pero para convertir a un pueblo de productores en un pueblo de consumidores. Para hacer que los obreros sean tan adaptados que soportaran el trabajo moderno con máquinas, que necesitaba seguir desarrollándose rápidamente. Este fue el problema específico que mantenía ocupado a aquel grupo clave de empresarios y filósofos al inicio del siglo XX.
Durante milenios especulaban los pensadores que un estado que lograse controlar a la juventud, podría producir milagros eonómicos. Esta idea tiene por lo menos 2300 años de antigüedad. Pero el único instrumento para realizarla, la escuela obligatoria, era considerado locura en todo el mundo occidental. En un solo lugar tuvo éxito: en la dictadura militar de Prusia en el siglo XIX. El peregrinaje de Horace Mann a Prusia en 1840 anunciaba nuestro movimiento futuro. El siglo XX termina con que la escolarización masiva amenaza con capturar aun a la infancia temprana …

Al inicio del siglo XX fue la decisión de un grupo de académicos famosos bajo Edward Thorndike y John Dewey, con sus aliados empresarios, someter las escuelas bajo la economía y bajo el estado, exactamente como en Prusia. Además iba a haber una misión superior. Las escuelas debían servir como «instrumentos de una evolución administrada, estableciendo condiciones para una reproducción selectiva, antes que las masas tomen las cosas en sus propias manos.» (Esta es una cita de un artículo por Thorndike, publicado en 1911.) Exámenes estandarizados seleccionarían entre los aptos para reproducirse, los aptos para trabajar, y los no aptos. – Ya antes de la 1ra Guerra Mundial, la psicología educativa había descubierto que ciertas formas de entrenamiento mental p.ej. en historia, filosofía y retórica hacía que los estudiantes se volvieran resistentes contra la manipulación. Esto fue un motivo suficiente para entontecer la educación escolar.

Entre 1906 y 1920, un pequeño grupo de empresarios, banqueros y directores de universidades de fama mundial invertía más dinero y atención en la esuela obligatoria, que el gobierno. Tan solamente Andrew Carnegie y John D.Rockefeller invirtieron entre 1900 y 1920 más dinero que el gobierno federal. De esta manera, el sistema escolar moderno fue construido lejos de la vista pública, y lejos de los representantes del pueblo. Ahora deseo que Uds. escuchen una cita directa del primer reporte publicado por la Comisión Educativa General de John D.Rockefeller – esta es su primera declaración de su misión:

«En nuestros sueños, la gente se entrega con perfecta docilidad en nuestras manos moldeadoras. Los conceptos educativos actuales, de educación intelectual y del carácter, se desvanecen de sus mentes; y sin impedimento por la tradición, obramos nuestra propia buena voluntad sobre un pueblo agradecido y sumiso. No intentaremos hacer de esta gente, o de alguno de sus hijos, eruditos o filósofos, o científicos. No debemos levantar de entre ellos a autores, eduadores, poetas o hombres de letras, ni grandes artistas, pintores, músicos, ni abogados, doctores, estadistas, políticos – criaturas con los que estamos ampliamente provistos. La tarea es simple. Organizaremos a los niños y les enseñaremos de manera perfecta las cosas que sus padres y madres hacen de manera imperfecta.»

El verdadero propósito de la escolarización moderna fue anunciado por el sociólogo legendario Edward Roth en su manifiesto de 1906, «Control social». Allí escribió: «Planes están en camino para remplazar la familia, comunidad e iglesia por propaganda, medios de comunicación masiva y educación» (él por supuesto quiso decir «escolarización») «…la gente son solamente pequeños pedazos moldeables de masa.»

El primer currículo fue entontecido; después se introdujeron exámenes nacionales; después la moralidad fue debilitada; y finalmente, entre 1970 y 1974, la formación de profesores fue completamente cambiada en secreto. En 1971, la Dirección de Educación de los Estados Unidos (que ahora se ocupa en ganar acceso a la vida privada y los pensamientos de Ud.) encargó a la corporación Rand con un estudio de siete tomos sobre «agentes de cambio». Con fondos del gobierno se inició la formación de «agentes de cambio», bajo la «Ley de Desarrollo de Profesiones Educativas». Poco después se publicó un libro titulado: «Guía del agente de cambio hacia la innovación en la educación». … Machiavelli ha sido modernizado.
Obstáculos como la religión, la tradición, la familia, y los derechos naturales garantizados en nuestros documentos de fundación (del estado), fueron constantemente empujados hacia atrás. Ya antes de 1950 desterraron al Dios tradicional, y en su lugar llegaron los misioneros psicológicos de un sacerdocio de asistencia social. Las escuelas estatales fueron transformadas en laboratorios sociales, sin el conocimiento ni consentimiento del público. Esto fue algo como una segunda revolución americana, que derribó aquellos documentos de fundación que se habían atrevido a entregar soberanía al pueblo común.
La escuela fue una mentira desde el principio, y sigue siéndolo. Hoy se escuchan muchas tonterías acerca de la necesidad de personas educadas en una economía de alta tecnología. En verdad no existe tal necesidad. Nuestra economía racionalizada y globalizada se está convirtiendo en un sistema coordinado de manera centralizada, que no puede tolerar maneras divergentes de pensar. Personas educadas son los enemigos de un tal sistema, y una moralidad no pragmática también es su enemigo.
Lo que hemos construido, la escolarización masiva forzada, no se puede reformar; tiene que ser derribada. El pueblo lo ha creado; el pueblo puede también deshacerlo.

Página web del autor (en inglés): http://www.johntaylorgatto.com

Nota: El autor trata todos estos temas con mucho más detalles en su obra «Historia secreta del sistema educativo».

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Una breve historia enojada de la escolarización obligatoria americana

Por John Taylor Gatto

Exposición ante la conferencia de educadores en casa, del estado de Vermont

Entre 1967 y 1974, el entrenamiento de los profesores en los Estados Unidos fue secretamente cambiado por los esfuerzos concertados de un pequeño número de fundaciones privadas, ciertas universidades, empresas multinacionales, y grupos parecidos.
Tres documentos críticos en esta transformación eran: Primero «Taxonomía de objetivos educativos» por Benjamín Bloom. Después un proyecto en varios estados que comenzó en 1967, bajo el nombre «Diseñando la educación para el futuro». Y finalmente el «Proyecto educativo del profesor orientado al comportamiento». Estos fueron difundidos en los departamentos de educación de todos los estados; y aquellos distritos pilotos que introdujeron primero estas novedades, recibieron una forma de soborno.

Comenzaremos con «Diseñando la educación para el futuro». Los autores redefinen la educación, según el modelo alemán del siglo XIX, como «un medio para lograr importantes metas económicas y sociales nacionales». – Y añado que el desarrollo de su hijo o de su hija no figura en ninguna de estas metas. Las autoridades educativas de los estados actuarían entonces como «reforzadores federales, asegurando que las escuelas locales cumplan con las directivas federales.» El documento dice además, que «el Departamento de Educación de cada estado tiene que ser un agente de cambio», y «el cambio tiene que institucionalizarse». No creo que algún reporte sobre esto haya aparecido en algún diario del país.

El «Proyecto educativo del profesor orientado al comportamiento» describe unas reformas específicas que debían introducirse a la fuerza a partir de 1967. Su meta es: «la manipulación impersonal, por medio de la escuela, de una América futura donde muy pocas personas serán capaces de mantener el control sobre sus propias opiniones». Una América donde «cada individuo recibe al nacer un número de identificación multipropósito, el cual permite a los empleadores y a otros controladores hacerle un seguimiento, y a exponerle a la influencia subliminal del Departamento de Educación del estado…»
…Se espera de los profesores que actúen como «agentes de cambio» estatales. Los capacitadores de profesores fueron informados que desde ahora el currículo académico sería remplazado por la ciencia del comportamiento. El proyecto describe un futuro donde «una pequeña liga mantendrá el control sobre todos los asuntos importantes, y la democracia participativa desaparecerá largamente». Los niños debían ser entrenados a ver que sus compañeros, y todas las personas en general, serían tan inadecuados e irresponsables que tenían que ser controlados y regulados. El aumento tremendo de violencia escolar al final de la década de los 60 – un período cuando los profesores fueron despojados de su capacidad de disciplinar a los niños – proveyó un pretexto conveniente para restringir drásticamente las libertades tradicionales.

(…) La «Taxonomía de objetivos educativos» fue «un instrumento para clasificar las maneras como los individuos deben actuar, penar o sentir, como resultado de su participación en una unidad de instrucción». – Dudo de que algún padre o alguna madre enviaría a sus hijos a la escuela bajo estas condiciones, si fueran personas que reflexionan. Sus hijos tendrían que aprender las actitudes «apropiadas», y tendrían que remediar las actitudes «inapropiadas» (o sea, aquellas que aprendieron en su familia).

Pero ¿por qué se hace todo esto? – Gran parte de la respuesta se encuentra en la última edición de la «Revista para asuntos exteriores», una de las revistas más influyentes de los Estados Unidos, en un artículo por Mort Zukerman. El atribuye la superioridad económica de los Estados Unidos a ciertas características del trabajador americano. Entre las líneas se ve que esta superioridad viene de la forma como entrenamos a nuestros jóvenes. ¿Y en qué consiste esta superioridad? – En primer lugar, según Zukerman, en que el trabajador americano es un dominó que se deja dominar por la administración y no tiene mucho que decir. En cambio, dice Zukerman, Europa «sufre» de una fuerte tradición artesanal que exige que el trabajador opine acerca de las decisiones.
Además dice que «los obreros en América viven en un constante estado de pánico; un miedo a ser pasado por alto; ellos saben que la empresas no les deben nada y que no tienen el poder de apelar contra las decisiones de la gerencia. El miedo es nuestro poder secreto; les da a los gerentes una flexibilidad que los otros países nunca tendrán.» … En 1996, casi la mitad de los empleados de empresas grandes temían ser despedidos – a pesar de que la situación económica era muy buena.
Y nuestro consumo interminable cierra el círculo dorado. Zukerman dice que la asombrosa adicción americana a las novedades provee este único mercado doméstico para las empresas. En otros países, el negocio se estanca en tiempos difíciles; pero nosotros aquí seguimos comprando hasta la bancarrota, e hipotecamos nuestro propio futuro para que los productos y servicios sigan fluyendo.
Sin duda, las riquezas fantásticas de las empresas americanas son el resultado directo de la educación escolar. Escuelas que educan la masa social a ser necesitados, miedosos, envidiosos, aburridos, sin talentos e incompletos. La economía de producción masiva necesita esta clase de público. … En la escuela aprendemos que el gozo y la satisfacción vienen de cosas externas, de las posesiones, y no de adentro. La escuela acorta nuestro tiempo de concentración a pocos minutos, de manera que clamamos toda la vida por un alivio de nuestro aburrimiento y por estímulos externos. Junto con la televisión y los juegos de computadora, que usan este mismo método, se graban estas lecciones de manera duradera en nuestras mentes…

Las escuelas fueron diseñadas para servir a la economía; no a los niños y familias. Esta es la razón por qué la escuela es obligatoria. Por eso la escuela no puede ayudar a nadie a madurar. Su primera directiva es: atrasar la maduración. Lo hace enseñando que todo es difícil, que otra personas dominan nuestra vida, y que nuestros prójimos no son confiables e incluso peligrosos. La escuela es la primera impresión de la sociedad que los niños reciben. Puesto que las primeras impresiones a menudo son las decisivas, la escuela llena nuestros hijos con miedo, desconfianza de unos contra otros, y ciertas adicciones de por vida. Pone una emboscada contra la intuición natural, la fe, y el amor a la aventura; y remplaza estas cosas por un «evangelio» de procedimientos racionales y gerencia racional.
Una investigación en mil escuelas estatales encontró que los profesores pasan un promedio de 7 minutos diarios en un intercambio personal con alumnos. Dividido entre 30 alumnos, esto resulta en 14 segundos por niño. En el aula hay una competencia constante por la atención y el «status» que un solo adulto puede darles; y este adulto no tiene ni el tiempo ni la información necesaria para poder proveerlo. Esto nos enseña a odiarnos y a desconfiar unos de los otros. Esta constante «subasta de favores» es una raíz de nuestra ira, y de nuestra incapacidad de ser honestos o responsables, aun como adultos. Pero irónicamente, la irresponsabilidad sirve a la administración mucho mejor que el comportamiento honrado. Justifica la vigilancia, y todos estos abogados, juzgados, policías, y escuelas …

(Continuará)

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¿Cómo aprenden a leer?

Para muchos niños sometidos al sistema escolar, el aprender a leer es una tortura. No importa qué método emplean los profesores, la mayoría de los niños parecen no entender, ni con explicaciones ni con amenazas. Aun después de dos o tres años en la escuela todavía no leen de manera fluida, confunden letras y palabras, y no comprenden lo que leen. Y lo peor de todo: Cuando por fin parece que lo han aprendido, han perdido todo deseo de leer algo. Leer es para ellos un deber molesto que tratan de evitar a todo costo.

Todos estos problemas son completamente innecesarios.

Según mis experiencias con mis propios hijos, y con alumnos con problemas escolares, cada niño puede aprender a leer sin ningún estrés dentro de un período de aproximadamente dos meses, si es que se cumplen dos condiciones:

1) Los niños crecen en un ambiente de confianza, donde el leer y escribir es una parte natural de la vida diaria; y

2) No son obligados a leer hasta que ellos mismos alcancen la madurez necesaria en su desarrollo físico y mental.

En cuanto al punto 1), esto depende de la actitud y del estilo de vida de los padres. Es más difícil para padres que han perdido el gozo de leer en su propia niñez por causa de las presiones escolares. Pero el Señor puede restaurar el gozo de leer, con Su mano sanadora, y al descubrir los tesoros escondidos en las Sagradas Escrituras (lo que nos animará a leer más y descubrir más tesoros).

  • Si los padres leen a sus hijos historias bíblicas (por ejemplo de una Biblia ilustrada para niños), y otras historias interesantes, en algún momento el niño deseará por sí mismo aprender a leer.
  • Cuando los niños hacen preguntas y los padres no pueden dar una respuesta completa, se puede buscar en un diccionario o en una enciclopedia. Así los niños se dan cuenta que leyendo se pueden descubrir muchas cosas que de otro modo uno no podría saber.
  • Algunas familias tienen la costumbre de llevar un diario acerca de los sucesos más importantes o interesantes de la familia; o de coleccionar en un álbum las fotos de la familia y escribir leyendas explicativas acerca de las fotos. Así los niños entienden que el saber escribir ayuda a preservar los recuerdos de los momentos que uno no desea olvidar.
  • Una familia que lee, tendrá una buena biblioteca familiar. Vale la pena buscar unos libros con historias para niños que tengan una enseñanza cristiana: Ejemplos de la vida de cristianos famosos; cuentos infantiles que ilustran principios bíblicos; historias bíblicas ilustradas. No deben faltar los diccionarios, enciclopedias, y obras de referencia acerca de los más variados campos del saber. También es bueno tener biografías históricas, mapas, libros con ideas para experimentos científicos y trabajos manuales, etc, y un diccionario bíblico para encontrar informaciones acerca del trasfondo de las historias bíblicas. Si los padres usan estos libros y muestran interés en ellos, los niños pronto desarrollarán también un interés por la lectura.

En un ambiente como este, los niños aprenderán a leer en su tiempo, casi automáticamente. Lo he visto en mis propios hijos: ellos no necesitaban casi ninguna instrucción para aprender a leer. Aunque en aquel tiempo yo estaba elaborando unas hojas de trabajo para enseñar a leer a los principiantes; pero ¡mis hijos aprendieron a leer más rápidamente de lo que yo pude escribir las hojas de trabajo!
En este proceso, el «método» que usamos para enseñarles a leer, no tiene casi ninguna importancia. Si se cumplen las dos condiciones mencionadas, los niños aprenden a leer con casi cualquier método, o aun en la ausencia de un método – con la misma naturalidad con la que aprendieron a caminar y a hablar.

La siguiente anécdota ilustra cuánto se esfuerza el sistema escolar por ocultar esta simple verdad:

Quizás un buen ejemplo, de lo que hace la escuela con estos saberes que tienen que ver con la enseñanza de destrezas, sea una anécdota que le escuché al poeta Fernando Charry Lara. Las autoridades educativas de la época encargaron al padre del poeta la elaboración de una cartilla gracias a la cual los niños aprendieran a leer. El señor Charry cumplió con su labor (la famosa cartilla Charry con la que mi generación aprendió el goce infinito de la lectura) pero los burócratas de la época le preguntaron por el tiempo en el que consideraba que un niño aprendería a leer. «Tres meses», calculó el maestro. “No, no, ¡alárguela para que sea en un año!”, respondieron.
(Gabriel Restrepo, Colombia: «Citando a la escuela». En: «Un mundo por aprender», Acción en Educación sin Escuela (ESE), Autoaprendizaje Colaborativo (AC) y Educación en Familia (EF). Congresos Internacionales Realizados en la Universidad Nacional de Colombia, los años 2009 y 2010.)

En cuanto al punto 2), el momento apropiado de aprender a leer es decisivo. Es allí donde la mayoría de los padres y profesores se equivocan; y es allí donde surgen casi todos los problemas de aprendizaje en el campo de la lectura y escritura. La gran mayoría de los niños alcanzan la madurez necesaria varios años después de que el sistema escolar les exige que lean. El Dr. Raymond Moore describe en «Mejor tarde que temprano» como tanto el cerebro, como también la vista y el oído, tienen que alcanzar sus respectivos niveles de madurez, hasta que el aprendizaje de la lectura es posible sin causarle un estrés excesivo al niño. ¡Y muchos niños alcanzan este «nivel de madurez integrada» no antes de los ocho años de edad!

En este aspecto de la maduración, existen grandes diferencias entre un niño y otro. Unos cuantos niños alcanzan esta madurez ya a los cuatro años o aun antes; otros demoran hasta los diez años o aun más. Pero esto no significa que los que demoran más, estuvieran «retrasados» o «discapacitados». Una vez que llegan a su nivel de madurez, pronto leerán igual o mejor que los otros niños de su edad. Estos niños de «desarrollo lento» pueden incluso tener una inteligencia superior, como demuestran los siguientes dos ejemplos:

Woodrow Wilson tenía más de diez años cuando aprendió a leer. A los 23 años se graduó de la universidad de Princeton y llegó a ser presidente de la universidad. Más tarde fue elegido presidente de los Estados Unidos.
Albert Einstein no habló ni una palabra antes de cumplir cuatro años, y tenía problemas del habla hasta la edad de nueve años. De adulto fue uno de los científicos más destacados del siglo XX. Una vez dijo que probablemente era exactamente esta lentitud, la cual lo capacitó para reflexionar más profundamente sobre los problemas que las demás personas.

A veces son también los problemas personales de los niños, que les impiden a aprender. Estos problemas se originan a menudo en una familia disfuncional, o en la misma escuela. En este último caso, la escuela resulta contraproducente: El niño es rechazado o maltratado por sus compañeros o profesores, y con esto se retrasa su aprendizaje. Así no cumple las exigencias de la escuela; como resultado es aun más rechazado y maltratado; esto a su vez dificulta aun más su aprendizaje, etc.

Una niña de nueve años vivía con nuestra familia durante medio año, por causa de unos problemas en su familia. Ella había asistido a la escuela durante tres años, pero no había aprendido a leer. Ella asistía a una escuela nocturna, de manera que la presión no era tan grande, y ella podía pasar casi todo el día con nosotros. Entonces lo primero era ganar la confianza de ella, y tratar los diversos problemas psicológicos que ella sufría, con la ayuda del Señor. Una vez que logramos esto, ella aprendió con nosotros a leer dentro de menos de dos meses.
Otra niña llegó a nuestro refuerzo escolar con nueve años de edad; ella estaba por tercera vez en segundo grado porque no sabía leer. En su caso notábamos que todavía no estaba lista, así que decidimos tener paciencia con ella. (Puesto que ella tenía que cumplir con las exigencias de la escuela, ella nos dictaba sus respuestas a sus tareas, nosotros las escribíamos en una hoja, y de allí ella las copiaba en su cuaderno. Pero no le exigíamos que leyera o que entendiera lo escrito.) – Un año más tarde notamos que ella llegó al nivel de madurez necesario, y también estaba motivada para aprender a leer. Pero su carga de tareas escolares impidió que pudiésemos hacer este trabajo con ella; así que fue necesario hacer un acuerdo con su profesora: Los días viernes la niña fue exonerada de ir a la escuela, y en este tiempo nosotros trabajamos con ella. De esta manera, esta niña también aprendió a leer dentro de dos meses y medio. (Hubiera sido mucho más fácil para ella si todavía no hubiera entrado a la escuela. Cuando vino a nosotros, ya tenía toda una historia de maltrato y marginación en la escuela.)

Entonces, cumplir con este punto 2) puede significar para muchos niños, postergar su entrada a la escuela o educarlos completamente en casa. Esto no es ninguna pérdida para ellos, al contrario: Así mantendrán su motivación para leer intacta, y lo aprenderán de una manera mucho más fácil y sin estrés. Además, comprenderán lo que leen.

Determinar exactamente el nivel de madurez mental de un niño, requeriría diversas evaluaciones y diagnósticos. Pero podemos saber por lo menos aproximadamente si un niño está listo para aprender a leer, mediante esta prueba sencilla: Un niño está listo para aprender a leer, cuando desarrolla la capacidad de juntar letras y sílabas de manera sensata.
La mayoría de los niños saben el significado de varias letras, mucho antes de que aprenden a leer. Muchos niños pueden aprender las letras tan temprano como a los cuatro o incluso los tres años; pero ¡esto todavía no significa que puedan leer! Quizás saben leer una «L» y una «O»; pero todavía no pueden sin ayuda juntar la «L» con la «O» y entender que significan «LO», y que en orden inverso significan «OL». O si están aprendiendo a reconocer sílabas, pueden quizás reconocer la sílaba «pa» y la sílaba «la»; pero todavía no pueden entender sin ayuda que las dos sílabas juntas forman la palabra «pala». Cuando empiecen a crear estas uniones de letras o sílabas, sin que alguien se lo «sople», entonces ha llegado el momento en que podrán aprender a leer de manera natural.

Para los niños que se desarrollan rápidamente, este momento puede llegar cuando reciben sus primeras clases de lectura, o aun antes. Pero los niños de desarrollo promedio y lento se verán forzados por el sistema escolar a «aprender a leer» mucho antes de llegar a este punto. Entonces sus profesores, compañeros o padres tienen que «soplarles» el significado de las sílabas y de las palabras. Así el niño no aprende a leer; solamente aprende a «adivinar» lo que podría significar. Más tarde es muy difícil cambiar este mal hábito y aprender a leer de verdad, en vez de «adivinar». Por eso, para estos niños, la escuela es más un estorbo que una ayuda para aprender a leer.
Esto es confirmado por la siguiente estadística. El nivel educativo de los Estados Unidos, en cuanto a la lectura, bajó después de introducir la escolarización obligatoria:

«Antes de la introducción de la escolarización obligatoria (alrededor de 1850), 98% de los habitantes del estado de Massachusetts sabían leer y escribir. Después, la tasa de alfabetización bajó a menos de 91% y permaneció en este nivel hasta hoy (1990).»
(Citado por John Taylor Gatto en su famoso discurso «Por qué las escuelas no educan».)

Antes de 1850, la mayoría de los norteamericanos aprendían a leer de manera natural en sus propias familias, como lo describimos más arriba. Esto explica por qué antes de esa fecha prácticamente no existían analfabetas en aquel país.

– En cuanto al método, ya mencioné que no tiene mucha importancia. Las muchas discusiones de expertos acerca del «método correcto de enseñar a leer», son bastante superfluas, si consideramos solamente los dos puntos sencillos mencionados arriba.
Una sola pauta metódica me parece digna de mencionar porque es realmente importante: Las letras deben introducirse según el sonido que producen (p.ej. «L»), no según su «nombre» en el abecedario (p.ej. «ELE»). Los niños se confunden cuando les decimos «Esta es una ELE», porque cuando ven las letras «LO», leerán «ELE-O». Entenderán mucho mejor cuando les decimos: «Esta letra suena: LLLLL…, y si la juntamos con la O, suena LO.» – Más tarde, cuando sepan leer bien, habrá todavía suficiente tiempo para enseñarles el abecedario con su orden y sus nombres.

 

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