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La geometría de los recortables de cartulina

En artículos anteriores describí algunas formas como los niños pueden aprender matemática en los quehaceres cotidianos del hogar, en sus juegos, y en sus pasatiempos. Describiré ahora un proyecto que mantuvo el interés de uno de nuestros hijos durante un tiempo prolongado (más que un año) y le incentivó a aprender muchos conceptos de geometría.

Cómo nació este proyecto

Deseamos dar a nuestros hijos la oportunidad de aprender según sus propios intereses. Este proyecto puede ser interesante para niños a quienes les gusta hacer trabajos manuales con papel y cartulina, y construir diversos objetos. Este fue el caso de nuestros hijos. Entonces, como padres no hemos comenzado diciendo: «Esta sería una forma novedosa de aprender geometría, vamos a hacer eso con nuestros hijos.» Al contrario, el interés de los niños fue lo primero. Observamos que ellos pasaban horas armando modelos recortables de cartulina prediseñados: casas y carros sencillos, animalitos, y con el tiempo también construcciones más complicadas. Se pueden encontrar diversos modelos ya prediseñados en internet para descargar, desde sencillos hasta muy complicados. La «fiebre de los recortables» contagió también a algunos amigos de nuestros hijos. Pero en algún momento esos modelos prediseñados ya no eran tan interesantes para los niños; entonces el siguiente desafío fue construir sus propios modelos. Convertimos este interés en un proyecto educativo. Para construir modelos propios, es necesario aprender diversas construcciones geométricas con regla, escuadra y compás. Y esta experiencia a su vez ayuda a los niños a entender los conceptos de la geometría. Para los niños, el mejor camino de aprendizaje comienza siempre con la experiencia concreta y práctica, y de allí procede hacia las generalizaciones y los conceptos abstractos.

Otros niños pueden tener otros intereses que los motivan a aprender matemática y geometría: cocinar según recetas; orientarse con mapa y brújula; tejer; carpintería; gráficos computarizados; etc. Todas estas actividades tienen mucha relación con la matemática y pueden servir como «puerta de entrada» hacia un proyecto interesante. Encuentre algo que capte el interés de sus hijos.

Prerrequisitos para este proyecto:

Como mínimo, los niños deberían entender unos conceptos básicos de la geometría: lo que es un ángulo; lo que significa «paralelo»; y los nombres de las figuras geométricas. En el caso que no lo sepan, habría que introducir estos conceptos durante los primeros trabajos prácticos. – Además, los niños deberían tener un poco de práctica en medir y marcar segmentos rectos con una regla.

Introducción para los niños:

El trabajo más sencillo para principiantes es fabricar una caja rectangular. Como introducción, podemos conseguir unas cajas de crema dental, de filtrantes de té, de jaboncillos, medicamentos, o parecido. Abrimos una o varias cajas para ver cómo son hechas. No hay que cortarlas al abrir; hay que separar cuidadosamente las partes pegadas. Así aparece la forma original (plana) de la caja, y los niños pueden ver como esta forma resulta en una caja, doblando y pegándola. Una vez que han entendido el principio, pueden construir su propia caja con las medidas que ellos mismos eligen. Seguramente se darán cuenta de que existen diversas posibilidades de diseñar la caja: adhiriendo todas las paredes laterales al fondo, o juntando las paredes laterales entre sí; etc.

La única construcción geométrica necesaria para este modelo es el rectángulo. Además, los niños tienen que entrenar su capacidad de imaginarse el objeto tridimensional, para entender dónde tienen que colocar lengüetas para poner goma, y cómo armar el modelo final. – Como regla, es mejor diseñar demasiadas lengüetas que muy pocas. Si al armar el modelo se nota que una lengüeta no es necesaria, se puede cortarla fácilmente; pero es más trabajo aumentar una lengüeta adicional si nos damos cuenta de que falta una.

Dificultades al construir rectángulos:

Los niños tendrán que acostumbrarse a dibujar tanto las rectas como los ángulos según la medida correcta. Muchos niños medirán al inicio solamente los lados del rectángulo, pero dibujarán el ángulo recto como les parece, sin medirlo. Entonces, si miden los nuevos lados y unen sus extremos para dibujar el último lado, probablemente notarán que este último lado no tiene la longitud correcta. – Si no lo notan, hay que señalárselo. O podemos esperar hasta que estén pegando la caja, y entonces notarán que la caja sale chueca.

Los niños tienen que aprender entonces cómo construir un ángulo recto, usando la escuadra.

Proyectos para principiantes

Estas son algunas otras construcciones bastante fáciles:

Casa con techo en caballete:

casaSencilla-peqLa pared lateral de la casa es un rectángulo con un triángulo encima. Después de construir una de estas paredes, la pared opuesta debe construirse congruente a la primera. Pero para principiantes puede ser demasiado difícil, construir una figura congruente a una figura dada. Es preferible enseñarles que dibujen el triángulo superior de una de las siguientes maneras:

a) midiendo la base (= el lado superior del rectángulo) y los ángulos adyacentes, usando el transportador.

b) midiendo la base y la altura, trazando la altura desde el punto medio de la base.

casa-triangulo-ambosAlumnos un poco más avanzados pueden en este punto también aprender la construcción de un triángulo a partir de las longitudes de sus tres lados (con compás). Además se pueden tratar en este contexto las leyes de congruencia en los triángulos.

Para construir las dos partes del techo correctamente, hay que medir su lado lateral en el triángulo ya dibujado. Si los niños no se dan cuenta de eso por sí mismos, habrá que enseñárselo.

CasaSencilla-recortableAsí podría verse el recortable para construir esta casa.

Si queremos que el techo sobresalga por los lados, tenemos que construirlo como una pieza aparte y hacerlo un poco más grande que la casa:

CasaSencilla-recortable2

Otras casas:

Se pueden diseñar las variaciones más diversas de casas. Unos ejemplos:

– Una casa con techo en caballete, donde el caballete no se encuentra en el medio (o sea, una parte del techo es más larga que la otra). En este caso es importante dibujar la pared opuesta de la casa en forma reflejada.

casaSencilla-a-peg

– Una casa con dos alas en ángulo recto. Con techo plano, esta construcción es bastante fácil. Pero este tipo de casa con caballete (o sea, dos caballetes en ángulo recto) ya es bastante difícil; la mayoría de los niños no podrán construirlo sin ayuda. La solución más fácil consiste en construir primero un plano de la casa; de allí podemos medir las longitudes de los caballetes hasta su intersección. Las otras medidas dependen de las medidas de las paredes.

casa2-peq

casa2-plano

Si el caballete se encuentra en el medio, entonces podemos también demostrar que su longitud es igual al promedio de las longitudes de las dos paredes paralelas a él. (Geométricamente, es la línea media de un trapecio.) Entramos aquí al tema de las figuras semejantes, las proporciones, y teoremas relacionados.

casa2-recortableEsta es una posibilidad de construir un recortable para la casa arriba mostrada.

– Una torre con techo en forma de pirámide. Esto es más fácil si la base de la torre es un cuadrado. En este caso, el techo consiste en cuatro triángulos congruentes.

torre-piramide-peq

Un carro sencillo:

recortable-carroEste modelo sencillo consiste solamente en dos lados iguales (o sea, reflejados), y el techo de en medio. Por abajo queda abierto. Para construir un modelo de este tipo hay que comenzar con uno de los lados, y delimitarlo enteramente con líneas rectas (con excepción de las ruedas). Con principiantes se recomienda todavía no usar formas redondas. (De los participantes en nuestros programas vacacionales, solamente los alumnos más avanzados lograron construir un cilindro como su primera forma redonda, y eso recién en la doceava lección.) – Aquellos niños que todavía no saben usar un compás, usarán un objeto redondo (p.ej. una moneda) para dibujar las ruedas.
Después de terminar un lado del carro, construimos sobre su lado superior una tira recta que formará el techo del carro. Los dos lados de esta tira tienen que ser paralelos.

carro2Dividimos esta tira en rectángulos, de manera que la longitud de cada rectángulo corresponde a la longitud de uno de los segmentos del lado del carro.

carro3Finalmente construimos al lado opuesto de la tira el otro lado del carro, congruente (pero reflejado) al lado que construimos al inicio. Aquí surgirá nuevamente el problema de que muchos niños medirán solamente las longitudes de los segmentos, pero dibujarán los ángulos sin medirlos con exactitud. Es bueno primero dejarlos que lo hagan así, y después comprobar la congruencia. Hay diversas maneras de realizar esta comprobación: Uno puede medir los ángulos y/o las diagonales; o se puede terminar de armar el primer modelo, y entonces se notará que sale chueco si los dos lados no son congruentes. También se puede doblar la cartulina de tal manera que los dos lados del carro se sobreponen, y mirarla hacia una luz fuerte. Si las líneas son suficientemente nítidas, se pueden ver los dos lados uno sobre el otro, y así se puede ver fácilmente si son congruentes o no. Así los niños llegarán a entender que en los polígonos con más de tres lados no es suficiente que tengan lados iguales para que sean congruentes, sino que también los ángulos tienen que ser iguales.

Proyectos propios

Después de dominar las construcciones sencillas como las que acabamos de describir, los niños podrán inventar y construir otros modelos con líneas rectas: otras variaciones de casas; muebles como mesas, sillas, etc; cuerpos geométricos; un tren; etc. A menudo los niños tienen ideas interesantes y novedosas. Por ejemplo, una alumna fabricó un modelo de un lápiz. – Es claro que a veces necesitan ayuda para sus construcciones. Así practicarán y aprenderán nuevos conceptos geométricos.

(Continuará)

 


Vea también:Libros de Matemática Activa

para un aprendizaje sistemático según los principios expuestos en este artículo.


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Más juegos que ayudan a desarrollar el pensamiento matemático

Suma, resta y multiplicación

Se juega con un solo dado que se tira cuatro veces seguidas. El puntaje del primer tiro simplemente se anota. De los tres tiros siguientes, uno tiene que sumarse, uno tiene restarse y uno tiene que multiplicarse. El jugador tiene que decidirse inmediatamente después de tirar, cuál operación desea aplicar a este tiro, antes de realizar el tiro siguiente. El jugador con el mayor puntaje gana. Se pueden jugar varios turnos y sumar los puntajes.
Un ejemplo: El primer tiro fue 4, se anota. El siguiente tiro fue 2, el jugador decide restar: 4 – 2 = 2. Después tiró 5 y decidió multiplicar: 2 x 5 = 10. El último tiro fue 3, ahora necesariamente tiene que sumar porque ya usó las otras operaciones: 10 + 3 = 13. Entonces el puntaje final del jugador en este turno es 13.
Obviamente, el puntaje final depende no solamente del azar; es también necesario decidir de manera óptima acerca del orden de las operaciones. Por ejemplo, en el ejemplo anterior, el puntaje hubiera resultado mayor si el jugador hubiera primero sumado y después multiplicado: 4 + 2 = 6, 6 x 5 = 30, 30 – 3 = 27. Pero con otros puntajes, otro orden de las operaciones puede ser más ventajoso.

Acércate a 1000

Un juego con tres dados para varios jugadores. Se juega por turnos: el jugador tira los tres dados juntos, los coloca en el orden que desea (sin alterar los puntajes), y forma de los puntajes un número de tres dígitos (interpretando cada dado como un dígito). Este número se anota con el nombre del jugador; después juega el siguiente. Esto se repite hasta que cada jugador haya jugado tres turnos (o sea, tenga tres números anotados, de tres dígitos cada uno). Estos tres números se suman. Gana el jugador cuya suma es más cerca de 1000 (sin importar si la suma es por encima o por debajo de 1000).
Ejemplo: Un jugador tira primero 2, 4, 5, decide anotar 425. Después tira 1, 3, 3, decide anotar 331. Por fin tira 2, 5, 6 y anota 256. Su suma es 425 + 331 + 256 = 1012; o sea, se alejó de la meta por 12 puntos. (Si en el segundo tiro hubiera anotado 313 y en el último 265, su resultado hubiera sido mejor, porque 425 + 313 + 265 = 1003, lo que es más cerca de 1000 que 1012.)
El desafío consiste en hacer la mejor decisión en cuanto al orden de los tres dados. Por ejemplo, si los dados muestran 3, 6 y 1, se puede formar el número 136, 163, 316, 361, 613 ó 631. Es obvio que en el tercer turno, el jugador puede calcular cuál de las seis posibilidades hará que su suma final sea más cerca de 1000. Pero ¿existe también una estrategia para hacer decisiones «óptimas» en el primer y segundo turno? (Por ejemplo, si en el primer turno anoté 652, no sería aconsejable en el segundo turno colocar otra vez un 6 adelante, porque así la suma final será mucho más grande que 1000.)

24 con cuatro dados

Otro juego matemático con dados: Un jugador tira cuatro dados simultáneamente, visibles para todos. Entonces cada jugador intenta formar con los cuatro puntajes una operación matemática que dé como resultado 24. Se debe usar cada dado exactamente una vez; y se pueden usar las cuatro operaciones básicas y paréntesis. El jugador que primero encuentra una solución, recibe un punto.
Ejemplo: Los dados muestran 1, 3, 4, 4. Una solución sería (4+4) x 3 x 1 = 24.
– Obviamente, algunas combinaciones no tienen solución (por ejemplo 1, 1, 1, 1). En este caso, nadie recibe un punto. Se puede acordar un límite de tiempo, p.ej. dos minutos, y si después de este tiempo nadie tiene una solución, no hay punto y el siguiente jugador tira los dados.

Variación: Se admiten operaciones adicionales, p.ej. potencias, y formar números de varios dígitos. Así aumentan las posibilidades de encontrar una solución. Por ejemplo, con 1, 1, 2, 5 se podría formar 52 – (1 ÷ 1) = 24, ó 25 – (1 ÷ 1) = 24; y con 1, 4, 4, 6 se podría formar 144 ÷ 6 = 24. (Aunque en este caso existe también la solución «regular» 4 x (6+1) – 4 = 24.)

Yatzy

Se juega con cinco dados. Primero se prepara la lista de entradas:

A B C
1
2
3
4
5
6
Subtotal
Bono (25 p.)
Un par
Dos pares
3 iguales
4 iguales
«Full» o Casa llena (2 y 3)
Escalera pequeña (12345)
Escalera grande (23456)
Oportunidad
Yatzy (5 iguales) 50 p.
Total

En lugar de A, B, C (etc.) se ponen los nombres de los jugadores. Por turno, cada jugador tira los dados de la siguiente manera: Primero tira los cinco dados juntos. Después puede elegir cuáles dados quiere dejar como están, y cuáles desea tirar otra vez. (Puede también elegir tirar todos los dados otra vez, o ninguno de ellos.) Del nuevo resultado, puede una vez más volver a tirar los dados que desea. Después tiene que anotar el resultado en la columna debajo de su nombre, en una fila de su elección que todavía esté libre. Las entradas tienen el siguiente significado:

1 a 6: Se anotan solamente los puntos de los dados que corresponden al número respectivo. Ejemplo: He tirado 2, 4, 4, 5, 4 y decido anotarlo en la fila «4». Entonces anoto 12 puntos, porque 4+4+4 = 12; el 2 y el 5 no puedo anotar aquí.

Subtotal (se llena al final del juego): El total de las entradas «1» a «6».

Bono (se llena al final del juego): Se pueden anotar 25 puntos si el subtotal es de 64 puntos o más. En caso contrario se anotan cero puntos en «Bono».

Un par: Dos dados deben mostrar el mismo número; se anota el total de estos dados. Ejemplo: He tirado 1, 2, 3, 3, 5, entonces se anotan 3 + 3 = 6 puntos.

Dos pares: Es necesario tener 2 pares de números iguales, p.ej. 3, 3, 5, 5, 2. Entonces anoto 3+3+5+5 = 16 puntos (el 2 no cuenta).

3 (4) iguales: Es necesario que 3 (4) dados muestren el mismo número, entonces se anota el total de estos 3 (4) dados.

Casa llena («Full»): Es necesario tener 3 números iguales, y los 2 restantes también deben ser iguales; p.ej. 2, 2, 2, 6, 6. (Se anota la suma de todos los dados.)

Escalera pequeña / grande: Los dados tienen que mostrar los números 1, 2, 3, 4, 5 (escalera pequeña) resp. 2, 3, 4, 5, 6 (escalera grande). Se anotan todos los puntos (da siempre 15 para la escalera pequeña y 20 para la escalera grande).

Oportunidad: Se anota la suma de todos los dados, sin restricciones adicionales. P.ej. 3, 5, 2, 6, 1, se anota 17.

Yatzy (5 iguales): Los 5 dados deben mostrar el mismo número. «Yatzy» vale siempre 50 puntos, sin importar el puntaje de los dados.

Total (se llena al final del juego): La suma de «Subtotal», «Bono», y todas las entradas debajo de «Bono».

En cada turno, el jugador tiene que llenar una entrada que todavía está libre. O sea, después de exactamente 15 turnos debe tener todas sus entradas llenas. Esto significa que hacia el fin del juego se verá obligado a llenar algunas entradas sin poder cumplir la condición necesaria; y en este caso tiene que escribir cero puntos en la fila respectiva. Por ejemplo, puede suceder que un jugador tenga solamente las filas «4 iguales», «Calle grande» y «Yatzy» libres, y no logra alcanzar ninguno de éstos. Entonces tiene que escribir cero puntos en una de estas filas.

El jugador con el mayor total de puntos gana.

En el transcurso de este juego es necesario hacer diversas decisiones estratégicas. Por ejemplo, si tiro tres veces el 5, ¿es mejor anotarlo en la fila «5» o en «3 iguales»? – Si en el primer intento tiro 1, 2, 4, 4, 6, ¿es mejor volver a tirar los dados 1, 2, 6 para intentar lograr tres o cuatro veces el 4; o es mejor volver a tirar los dados 1, 4 para intentar lograr la Calle grande? – Si he tirado unos números «inútiles» y ya he llenado «Oportunidad», ¿en cuál fila conviene escribir cero puntos? – Etc.
Algunas de estas preguntas se pueden responder con un poco de reflexión; otras requieren un análisis combinatorio bastante complicado. Una investigación matemática completa de este juego para encontrar la mejor estrategia, sería un desafío incluso para estudiantes universitarios.

Kalaha

Este es un juego tradicional africano para dos jugadores. Los niños africanos lo juegan en el suelo arcilloso con frejoles y otras semillas, o con piedritas. Se forman huecos en la tierra según el siguiente diseño:

kalaha400

(En vez de jugarlo en la tierra, se puede fabricar este juego de madera o de arcilla.) Los huecos pequeños se llaman «casas», los dos huecos grandes se llaman «almacenes». A un jugador pertenece la fila superior de casas y el almacén a la izquierda; al otro jugador pertenece la fila inferior de casas y el almacén a la derecha. Se comienza con un mismo número de semillas en cada casa (por ejemplo 3, 4, 5 ó 6 semillas en cada casa), y los almacenes vacíos. Una jugada consiste en sacar todas las semillas de una casa y «sembrarlas» en las casas adyacentes, una por una, hasta acabarlas. Se siembra según las siguientes reglas:

– Cada jugador siembra en dirección hacia su almacén, o sea (considerando el tablero como un círculo) en el sentido contrario a las agujas del reloj, una semilla en cada casa y también en su almacén.

– Si el jugador al sembrar alcanzó su almacén y todavía sobran semillas, entonces sigue sembrando en las casas del otro jugador (siempre en el sentido contrario a las agujas del reloj), y si al terminarla todavía sobran semillas, salta otra vez a su propia fila (pasando por alto el almacén del oponente) y sigue sembrando así, hasta acabar todas las semillas que sacó de la casa.

– Si la última semilla sembrada cae en el almacén, el jugador puede jugar otra vez. Esto se puede repetir varias veces, hasta que la última semilla sembrada ya no caiga en el almacén.

kalaha1-300

kalaha2-300

– Si la última semilla sembrada cae en una casa vacía del propio jugador, entonces puede vaciar la casa adyacente del oponente y echar todo el contenido a su almacén, junto con la última semilla sembrada.

kalaha3-300

kalaha4-300

kalaha5-300

– El juego termina cuando uno de los jugadores tiene todas sus casas vacías. Entonces, el otro jugador vacía todas sus casas a su almacén. Ganador es el que tiene más semillas en su almacén.

Master Mind (Código secreto)

Este juego para dos jugadores fue inventado recién en la segunda mitad del siglo XX (a base de un juego tradicional más antiguo), y se hizo muy popular. El tablero consiste en una caja delgada de plástico (pero se puede fabricar también de una tabla de madera) con agujeros según el siguiente diseño:

Mastermind-Init-224

En los agujeros se colocan clavijas de diferentes colores. (Se pueden fabricar de fósforos, pintándolos con los colores necesarios). Existen clavijas de evaluación (blancas y negras), y clavijas de código (en seis colores diferentes). – El tablero tiene además cuatro agujeros escondidos en su borde trasero para el código secreto.

Mastermind-foto

Una edición comercial de «Mastermind». A la derecha el código secreto que es invisible para el jugador del otro lado.

Y así se juega:
El jugador A inventa un código secreto, y el jugador B intenta adivinarlo. El jugador A establece su código, colocando cuatro clavijas de colores (sin usar las blancas ni las negras) en los agujeros escondidos, sin que el jugador B las pueda ver. Entonces B intenta adivinar el código, colocando cuatro clavijas de colores en los agujeros de la fila 1, de la forma como él piensa que podría ser el código. Obviamente, este primer intento será completamente al azar, puesto que el jugador no sabe nada acerca del código verdadero. Pero A «evalúa» cada intento de B, de manera que en el transcurso del juego se van acumulando pautas acerca del código verdadero.
Después de cada intento de B, A coloca unas clavijas blancas y/o negras en los agujeros en cuadrado de la fila correspondiente, según las siguientes reglas:
– Por cada color que se encuentra en la posición correcta (o sea, en la misma posición como en el código verdadero), se coloca una clavija negra.
– Por cada color que se encuentra en el código verdadero, pero en una posición distinta, se coloca una clavija blanca.
Entonces, B sabe el número de «aciertos» que tuvo, pero no sabe a cuáles de sus clavijas se refieren las clavijas blancas y negras. A base de esta información, hace un segundo intento en la fila 2, el cual es nuevamente evaluado por A. Y así sucesivamente, hasta que B adivina el código correcto (entonces A coloca cuatro clavijas negras como evaluación, porque todos los colores son correctos), o hasta que llegue a la fila 6 sin poder adivinar el código.

Antes de poder jugar este juego, es necesario practicar varias veces la manera de «evaluar». Si A se equivoca en una evaluación, entonces B ya no tiene la posibilidad de adivinar el código correcto, y el juego tiene que anularse. Por tanto, es importante que ambos jugadores estén bien seguros en la forma de evaluar, antes de jugar «en serio».

La siguiente ilustración muestra un juego de «Master Mind» como ejemplo. La fila superior muestra el código correcto (el cual es invisible para B.) Los comentarios abajo explican la forma como el jugador A debe evaluar las jugadas de B; y además aclaran el razonamiento de B para llegar a la solución correcta en la fila 6:

Mastermind-ejemplo-224

1) B colocó dos clavijas amarillas y dos celestes. Como evaluación, jugador A coloca una clavija negra por el color amarillo en la posición correcta (segunda desde la izquierda). La primera clavija amarilla colocada por B no recibe ninguna clavija de evaluación, porque este color existe una sola vez en el código original.
2) Una clavija blanca para el color amarillo en posición equivocada, y otra clavija blanca para el color rojo en posición equivocada. El color anaranjado no existe en el código original.
3) B supuso (correctamente) que la clavija negra de la fila 1 corresponde al color amarillo, y por tanto el código original debe contener amarillo en la segunda posición. (Si el color amarillo estuviera en la primera posición, hubiera recibido una clavija negra en la fila 2. Si estuviera en la tercera o cuarta posición, hubiera recibido una clavija blanca en la fila 1.) – Además, B pensó que la otra clavija blanca de la fila 2 podría referirse al color anaranjado; por tanto coloca ahora este color en posiciones distintas.
En este nuevo intento, el color amarillo es el único que figura en el código original, y está en la posición correcta: A coloca una clavija negra.
4) B sabe ahora (asumiendo que amarillo es correcto) que anaranjado y marrón no figuran en el código, y (según la fila 1) celeste tampoco. Por tanto intenta armar el código con los colores restantes. (Un desafío de razonamiento: Conociendo solamente la evaluación de los primeros tres intentos, todavía existe la posibilidad de que el código no contenga amarillo, sino que la clavija negra de la fila 1 se refiera al color celeste. ¿Cómo podría verse el código correcto en este caso?)
Evaluación: Tres clavijas negras para amarillo, rojo y verde en las posiciones correctas. Verde en la primera posición no recibe ninguna clavija de evaluación.
5) B cometió un error de razonamiento. Debería saber que la cuarta posición no puede contener rojo; de otro modo hubiera recibido una clavija negra en la fila 2. Pero concluyó correctamente que el color rojo, no el verde, debe aparecer duplicado. (El amarillo no puede estar duplicado, porque en este caso A hubiera colocado dos clavijas en la fila 1.)
Verde está en la posición equivocada (clavija blanca); amarillo está en la posición correcta (clavija negra). Rojo en la tercera posición también está correcto (otra clavija negra). Rojo en la cuarta posición recibe una clavija blanca, porque el código contiene una segunda clavija roja, pero en una posición distinta.
6) B sabe ahora que todos sus colores son correctos; solamente que la posición de dos de ellos todavía está equivocada. Con eso (y tomando en cuenta las filas anteriores) tiene suficiente información para deducir el código correcto en su último intento.

Desde un punto de vista matemático, este juego es «difícil», en el sentido de que no se puede dar ninguna estrategia generalizada que sea «óptima» en cada caso. Pero si el jugador B razona de manera consistente, y elimina todas las combinaciones imposibles, siempre será capaz de adivinar el código con 6 intentos o menos. Existe una estrategia computarizada que puede descubrir el código en un máximo de 5 intentos.

 


Vea también:Libros de Matemática Activa

para un aprendizaje sistemático según los principios expuestos en este artículo.

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Matemática en la vida diaria: Juegos que ayudan a desarrollar el pensamiento matemático

Vea también:Libros de Matemática Activa

para un aprendizaje sistemático según los principios expuestos en este artículo.


En el artículo anterior hemos visto que muchos juegos de mesa son una forma de practicar la matemática pura. No es necesario que contengan números para que sea matemática. Un movimiento de ajedrez puede describirse como operación matemática, igual como una suma o una división. Existen matemáticos profesionales que pasan mucho tiempo analizando juegos.

Entre los juegos de tablero más conocidos figuran el ajedrez, el juego de damas, y las damas chinas. A casi todos los niños les gusta jugar estos juegos, y así entrenan su pensamiento lógico y estratégico. No lo considero necesario describir estos juegos aquí, porque se pueden conseguir fácilmente en cualquier tienda de juegos, y sus reglas se pueden averiguar en internet.
A continuación mencionaré algunos otros juegos idóneos para entrenar el pensamiento matemático:

Michi

Este juego muy conocido se juega entre dos jugadores, en un cuadrado de 3 por 3 cuadraditos dibujado en papel. Por turnos, cada jugador marca uno de los cuadraditos con su símbolo respectivo ( O resp. X ). Gana el primero en tener tres de sus símbolos en una línea recta (horizontal, vertical o diagonal).
Los niños más pequeños simplemente jugarán pensando en su turno actual. Niños más grandes podrán anticipar mentalmente una o más jugadas y así desarrollar una «estrategia ganadora» más eficaz.

Variación: «Michi cilíndrico»: Los jugadores se imaginan que el cuadrado fuera enrollado en forma de un cilindro, de manera que saliéndose por el borde derecho uno vuelve a entrar al cuadrado desde la izquierda. Esto significa que las siguientes configuraciones también constituyen «líneas rectas» y por tanto gana el jugador que alcanza una de ellas:

michi-cilindrico

Variación: «Michi al revés»: El que tenga tres de sus símbolos en una línea recta, pierde.

Marcar casitas

Se juega entre dos jugadores en papel cuadriculado. Primero se marca una «cancha de juego», por ejemplo un rectángulo. La meta del juego es «conquistar» dentro de la cancha la mayor cantidad posible de cuadraditos, encerrándolos con rayas por sus cuatro lados. Los jugadores trazan por turno cada uno un lado de uno de los cuadraditos dentro de la cancha. Si un jugador logra encerrar un cuadradito completamente (trazando su último lado), puede marcarlo con su símbolo (O resp. X) y trazar una raya adicional. Si con esta raya adicional él completa otro cuadradito, puede marcarlo también y seguir jugando, etc. hasta que ya no puede completar ningún cuadrado. Los bordes de la cancha valen como rayas ya trazadas. Se juega hasta que todos los cuadrados de la cancha son marcados. Entonces es ganador el que marcó el mayor número de cuadrados.

Un ejemplo de una jugada:

marcarCasitas1

Comenzando con la situación a la izquierda, el jugador del turno pudo sucesivamente marcar los dos cuadraditos mostrados, y después trazó una línea más (última imagen). Su adversario podrá entonces marcar para sí el cuadradito abajo en el medio. (Normalmente, la cancha se hará más grande que esta.)
– Aunque se dé la situación de que un jugador puede con una sola línea marcar dos cuadraditos a la vez, puede después trazar una sola línea adicional, no dos.

Nim

Se juega entre dos jugadores con objetos pequeños como palitos de fósforos o piedritas. Los palitos se colocan en tres, cuatro o más filas. No hay regla acerca del arreglo inicial, los jugadores están libres para comenzar con cualquier arreglo que deseen. Por ejemplo, se puede comenzar con una fila de 3, una fila de 4 y una fila de 5 palitos. Otra posición inicial común es con cuatro filas que contienen 1, 3, 5 y 7 palitos respectivamente.
Entonces, por turnos, cada jugador quita unos palitos de una fila. Puede quitar tantos palitos como desea, con tal que todos se encuentren en la misma fila. El que puede quitar el último palito, gana.

Este es un juego muy antiguo, y uno de los primeros que fue analizado a fondo por matemáticos profesionales. Se encontró que existe una estrategia generalizada que permite ganar siempre al jugador afortunado que la puede aplicar primero. Pero no la explicaré aquí, para que el juego siga siendo interesante …

Solitario

Este juego se juega a solas. También es conocido con el nombre «senku». El tablero tiene 33 agujeros en la siguiente forma:

solitaire267

En cada agujero se coloca un palito de fósforo, excepto en el agujero del medio que queda vacío.

Una jugada válida consiste en saltar con un palito sobre un palito vecino y colocarlo inmediatamente detrás del palito vecino en un agujero vacío, y enseguida se quita el palito vecino:

solitaire-salto267

O sea, un palito puede saltar solamente si a su lado se encuentra otro palito (el cual será quitado), y si detrás de ese otro palito hay un agujero vacío. Se puede saltar solamente en dirección horizontal o vertical, pero no diagonal. Ningún otro tipo de jugadas es permitido. Cuando ya no se puede hacer ninguna jugada válida, el juego termina. La meta consiste en saltar y quitar palitos tantas veces como sea posible, o sea hasta que quede un número mínimo de palitos. La solución perfecta (que es difícil de lograr) consiste en dejar un solo palito.

Variaciones: Se puede comenzar con posiciones iniciales distintas, usando menos que 32 palitos. Es una tarea de investigación interesante (pero exigente), descubrir con cuáles posiciones iniciales es posible que al final del juego sobre un solo palito. – Existe también una variación donde el tablero tiene una estructura hexagonal, de manera que se puede saltar en 6 direcciones.

Golf matemático

Este es un juego puramente matemático que se puede jugar sin ningún material, y existen muchas variaciones del mismo. Básicamente se trata de llegar desde un número inicial (normalmente el cero) exactamente hasta un número determinado, aplicando solamente ciertas operaciones prescritas.

La variación más sencilla para niños permite solamente sumar al número actual uno de dos números prescritos; y se puede jugar con regletas Cuisenaire y una cinta métrica pegada en la mesa (o una recta numérica dibujada en una tira larga de papel, con unidades de 1 cm). Por ejemplo, se permite solamente sumar 3 ó 5. Entonces, se juega únicamente con las regletas de las longitudes 3 y 5. Si el «número destino» es 19, entonces gana el jugador que primero alcanza exactamente 19, según las siguientes reglas:

– Jugando por turnos, cada jugador construye por su lado de la cinta métrica una fila ininterrumpida de regletas, comenzando desde el cero.

– Se pueden usar solamente regletas de las longitudes permitidas (3 ó 5, en nuestro ejemplo).

– En cada turno, se puede:
a) aumentar una regleta al final de la fila; o
b) remplazar una regleta de la fila por una regleta de la «otra» longitud (o sea, corregir un error cometido).

– No es permitido colocar una regleta solamente para «probar». Si un jugador coloca una regleta y entonces no está conforme con su jugada, tiene que esperar el siguiente turno para corregirla.

– Si un jugador sobrepasa el destino (por ejemplo, llega con su fila al 20 en vez del 19), pierde.

– Si el jugador que comenzó el juego llega al destino, y el otro jugador puede enseguida también llegar al destino, ambos ganan.

GolfMatematico

Jugando así, se puede dar el problema de que el segundo jugador «copia» las jugadas del primer jugador, en vez de pensar por sí mismo. Esto se podría evitar haciendo que ambos jueguen simultáneamente (por ejemplo contando «uno, dos, tres» para cada turno), sin poder ver cuál regleta está escogiendo el otro jugador.
– Otra forma de evitar el problema consiste en no dar las mismas regletas a los dos jugadores; pero en este caso tendríamos que asegurar que ambos jugadores puedan llegar al destino con el mismo número de turnos. Por ejemplo, con las regletas de 3 y 5, el número 19 se puede alcanzar con un mínimo de 5 turnos, porque 5+5+3+3+3=19. Usando regletas de 3 y 4, también se puede llegar en 5 turnos, porque 4+4+4+4+3=19. Por tanto, con el 19 como destino, se podría dar a un jugador regletas de 3 y 5, y al otro jugador regletas de 3 y 4; entonces ambos tienen las mismas oportunidades, pero no pueden «copiar» el uno del otro. Esto requiere unos cálculos por parte de un adulto que define con anticipación el «número destino» y las regletas permitidas.

Este juego puede dar lugar a unas investigaciones interesantes. Por ejemplo, ¿se puede calcular de antemano la «solución más corta»? ¿Cómo se puede hacer eso? – ¿Qué pasa si jugamos con regletas de 4 y de 6, y queremos alcanzar el número 21? ¿Por qué sucede eso? – ¿Es posible alcanzar todos los destinos con palitos de 3 y 4? ¿con palitos de 4 y 5? ¿con palitos de 3 y 7? Etc…

Más difícil se vuelve el juego cuando se permiten tres (o más) números diferentes para sumar, pero que son relativamente grandes en comparación con el número destino. Por ejemplo, ¿cómo se puede alcanzar 38 en un mínimo de jugadas con regletas de 7, 9 y 10? ¿o cómo se puede llegar a 100 con los sumandos 13, 19 y 23? – ¿Cuáles son los destinos que no se pueden alcanzar con 7, 9 y 10? – Investigaciones como estas son un entrenamiento excelente en pensamiento matemático; pero la mayoría de los niños tendrán que alcanzar los doce años o más, antes que puedan emprender tales investigaciones con éxito y de manera sistemática.

Lobo y ovejas

Este es un juego para principiantes (niños pequeños) que se puede jugar antes de enseñarles el juego de damas. Como el juego de damas, se juega en un tablero de ajedrez, usando solamente los cuadrados negros. Las fichas avanzan diagonalmente, un paso a la vez. Un jugador es el lobo (una ficha negra en un borde del tablero), el otro jugador tiene cuatro ovejas (cuatro fichas blancas que se colocan en los cuadrados negros del borde opuesto del tablero). Las ovejas pueden solamente ir hacia adelante (diagonalmente); el lobo puede ir hacia adelante y hacia atrás.

lobo-ovejas240

No se puede saltar ni «matar» fichas. El lobo gana si logra llegar al borde opuesto del tablero (donde comenzaron las ovejas). Las ovejas ganan si logran encerrar al lobo, de manera que ya no puede moverse.

Molino

Se juega entre dos jugadores con fichas de damas en un tablero como en el dibujo:

Molino1-420

Un jugador tiene 9 fichas blancas, el otro 9 fichas negras. El juego tiene dos fases: la de colocar fichas, y la de mover fichas.

Primera fase:
Por turnos, cada jugador coloca una de sus fichas en uno de los puntos de intersección (o esquina) del tablero. Cada vez que un jugador logra colocar tres de sus fichas en una misma línea recta del tablero, puede quitar del tablero una ficha del oponente. Las fichas quitadas ya no juegan.

Las tres fichas en una línea se llaman «molino». Una ficha que pertenece a un molino no puede ser quitada, excepto si todas las fichas del jugador pertenecen a molinos. – Aun si un jugador lograse en un solo turno crear dos molinos simultáneamente, puede quitar una sola ficha del oponente. (Estas reglas valen también para la segunda fase.)

Molino2-420

Segunda fase:
Cuando todas las fichas están colocadas, los jugadores (por turnos) mueven una de sus fichas por un paso; o sea, siguiendo una de las líneas negras hasta el siguiente punto (intersección o esquina). Si con este movimiento el jugador logra formar un molino, puede nuevamente quitar una ficha a su oponente.

Un jugador puede, en movimientos sucesivos, «abrir» y «cerrar» un mismo molino varias veces y quitar una ficha al oponente, cada vez que cierra el molino. Jugadores experimentados logran construir molinos combinados de tal manera que al abrir uno de ellos, con el mismo movimiento cierran otro.

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Arriba: Negro puede cerrar un molino si este es su turno. Blanco tiene molinos combinados.

Si un jugador tiene solamente tres fichas en el tablero, puede saltar con una de ellas a cualquier punto libre.

Ganador es el que quita todas las fichas de su oponente; o el que logra encerrar a su oponente de manera que ya no puede hacer ningún movimiento.

Variación: El mismo juego se puede jugar con 12 fichas por jugador. En este caso, al tablero se le añaden cuatro líneas diagonales:

Molino1diag-420

Unas variaciones del ajedrez

«Ajedrez con desventaja»: Si un jugador es mucho más experimentado que el otro (por ejemplo cuando un adulto juega con un niño que recién está empezando a aprender), el jugador más experimentado puede comenzar con una o dos figuras menos. Por ejemplo puede jugar sin reina, o con una sola torre y un solo alfil.

«Ajedrez cilíndrico»: Los jugadores se imaginan que el tablero es «enrollado» en forma cilíndrica, de manera que si una figura sale del tablero por el borde izquierdo, vuelve a entrar por el borde derecho, y viceversa. Así por ejemplo, un peón blanco en h4 y un peón negro en a5 podrían matarse mutuamente.

«Ajedrez al revés»: Quien tiene la posibilidad de comer una figura enemiga, tiene que comerla. Ganador es quien se queda primero sin figuras. (En esta variación, el rey se trata como cualquier pieza común: el juego continúa aunque el rey esté muerto.)

 


Vea también:Libros de Matemática Activa

para un aprendizaje sistemático según los principios expuestos en este artículo.

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Nuevos e-libros: Pedagogía cristiana alternativa; educación en casa

Hay dos nuevos e-libros disponibles en este blog:

El Manifiesto pedagógico cristiano alternativo es una descripción sistemática del programa en el cual se basa este blog. Como familia deseamos entrar en contacto con cristianos nacidos de nuevo que estén del mismo sentir, para intercambiar ideas, animarnos mutuamente, y donde fuera posible también llegar a una colaboración práctica. Por favor lea este Manifiesto, y si usted desea implementar lo descrito allí, escríbanos.

Manifiesto Pedagógico Cristiano Alternativo (Versión abreviada, PDF 52 páginas)

Manifiesto Pedagógico Cristiano Alternativo (Versión completa, PDF 180 páginas)


Más y más familias están descubriendo la educación en casa como una alternativa emocionante y liberadora para la educación de sus hijos. Donde se implementa de una buena manera, este modelo educativo combina de manera ideal las necesidades de los niños con el mandato bíblico a los padres, de educar y enseñar a sus hijos.

En los Estados Unidos se estima que más de tres millones de niños en edad escolar están siendo educados en su hogar y no asisten a ninguna escuela. Se encontró que académicamente, los estudiantes educados en casa rinden en promedio mucho mejor que los que estudiaron en una escuela. Y no solo esto: también demostraron ser más sociables, y emocionalmente más estables.

También en otros países, la educación en familia está alzando vuelo – incluso en América Latina, aunque con unos años de retraso. Existen asociaciones de familias educadoras en México, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, y posiblemente en otros países más.

¿Por qué deciden más y más padres educar a sus hijos en su propia familia? ¿Cómo es posible brindar a los hijos una educación de igual o mejor calidad que en una escuela? ¿Puede esto ser una alternativa para mí? Si deseo educar a mis hijos en el hogar, ¿cómo puedo comenzar?

A estas y otras preguntas desea responder este escrito de manera breve.

Educación en casa: una alternativa educativa para familias dedicadas (PDF, 24 páginas)

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Niños educados en casa se convierten en aprendedores independientes

Esta es hasta ahora la experiencia más grata en la educación de nuestros hijos: Al entrar a la adolescencia, ellos se volvieron cada día más independientes en su aprendizaje. Raras veces necesitan que papá o mamá les den libros acerca de los temas que estudian, o que les demos tareas específicas a cumplir. Ellos ahora ya saben encontrar las informaciones por sí mismos, y poco a poco están aprendiendo también a trazarse sus propias metas, y a ser responsables en cumplirlas. En breve: Están creciendo en su capacidad de gestionar su aprendizaje ellos mismos.

En el mundo del futuro cercano, esta capacidad de auto-aprendizaje tendrá una importancia creciente. Muchas instituciones de educación superior están actualmente experimentando con diversas formas de aprendizaje virtual por internet. Se ha reconocido que este nuevo modelo podrá facilitar una buena educación superior a muchas personas que hasta ahora no tenían acceso a ella por razones económicas o geográficas, por lo cual no pueden asistir a una universidad. Ahora se está desarrollando la posibilidad de llevar cursos a un nivel universitario por internet, sin tener que asistir físicamente a una universidad. Hay solamente un problema: Para participar exitosamente en un tal curso, uno tiene que estar acostumbrado a aprender de manera activa e independiente. Y esta es una cualidad que no se fomenta en el sistema escolar dominante.

Uno de los pioneros de las nuevas formas de aprendizaje virtual, el matemático Keith Devlin de la universidad de Stanford, escribe al respecto en su blog:

«Parece que muchos perciben la educación como algo que otras personas les hacen a ellos; otras personas que tienen control sobre ellos. Esto es completamente equivocado, y es lo contrario de lo que uno encontrará en una buena universidad. (…) ‘Aprender’ es un verbo activo. El enfoque debe estar en crear un ambiente donde el estudiante puede aprender, quiere aprender, y puede obtener el apoyo que necesita para ello. No existe otro camino; y cualquiera que pretende poder hacer algo más que ayudarte a aprender, está solamente intentando sacar dinero de ti.

Segundo, hay una idea común de que la educación consista más que todo en conseguir buenas notas en los exámenes – generalmente mediante los medios más eficaces (lo que significa obviar el verdadero aprendizaje). (…)

El ingrediente esencial para beneficiarse de la gran oportunidad que ofrecen los cursos por internet, es saber cómo aprender. Esta debería ser la capacidad más importante que los estudiantes adquieren en su educación básica. Desafortunadamente, con el sistema actual que gira alrededor del «ser enseñado» y «ser examinado», solamente muy pocos estudiantes emergen con esta capacidad tan importante; y los pocos que la adquieren, normalmente dicen que lo lograron a pesar de su educación escolar.»

(Keith Devlin en http://mooctalk.org.)

Las grandes tendencias en la educación – sobre todo en la educación superior – van claramente hacia el aprendizaje autogestionado, activo e independiente. Y la educación en casa brinda las mejores posibilidades para adquirir estas capacidades.

Efectivamente, este año nuestro hijo mayor ha completado exitosamente su primer MOOC (curso abierto masivo por internet) – en inglés. Fue acerca de un tema del cual nosotros como padres sabemos muy poco, así que no pudimos ayudarle mucho. Y nuestro hijo tenía solamente dos años de aprender inglés; pero en esos dos años había aprendido más de lo que los alumnos de secundaria aprenden en cinco años de colegio. Es que él lo hizo por interés propio. Su deseo de aprender inglés despertó cuando él empezó a usar unos programas de computadora cuya documentación existía solamente en inglés. Entonces empezó a aprender para poder comprender los manuales. Cuando empezamos a darle unas clases formales, nos dimos con la sorpresa de que él ya conocía casi todas las palabras; solamente le faltaba aprender la pronunciación y mejorar su gramática.

Ahora, esta capacidad del auto-aprendizaje no cae así no más del cielo. Es el fruto de un método educativo que desde el inicio valora la actividad propia del niño, y sus propios intereses, en vez de imponerle lecciones y contenidos. Un niño que es sometido bajo un currículo rígido y exámenes normados, se vuelve dependiente. Pierde su creatividad y su curiosidad natural; ya no le interesa aprender; solamente le interesa pasar los exámenes. No averigua nada por sí mismo, porque está acostumbrado a absorber pasivamente los trozos de conocimiento que el profesor le pone delante.

No es entonces simplemente la educación «en casa» la que produce aprendedores independientes. Una familia que educa a sus hijos según un currículo inflexible, preprogramado, aunque sea «en casa», reproducirá en su propio hogar muchos de los problemas del sistema escolar. En cambio, los modelos educativos que nos inspiran (más notablemente la «Fórmula Moore» y la «escuela activa»), permiten al niño avanzar a su propio paso y según sus propios intereses. Esto podría realizarse incluso en una escuela (alternativa), con tal que la escuela encuentre una forma de permitir a cada niño que avance según su propio «currículo individual».

Por ejemplo, nunca hemos obligado a nuestros hijos a aprender a leer «porque a su edad deberían aprenderlo». En cambio, hemos observado atentamente su desarrollo; y cuando notamos las señales de que el cerebro de un niño había alcanzado la madurez necesaria para aprender a leer, entonces se lo enseñamos. Cuando se espera pacientemente hasta ese momento – que en algunos niños puede llegar recién a los ocho años o aun más tarde – , entonces los niños aprenden a leer sin dificultad dentro de dos a tres meses.
El resultado fue, en el caso de nuestros hijos, que se alegraron tanto de su nueva capacidad de leer, que enseguida leyeron todos los libros aptos para su edad que pudieron encontrar en nuestra casa, y pidieron más libros. Encontes buscamos y compramos más: Libros de cuentos; una Biblia infantil más amplia de la que ya tenían; libros sobre experimentos, trabajos manuales, plantas, animales, etc. Ya en la edad de primaria, nuestros hijos nos sorprendieron con conocimientos acerca de algunos temas (por ejemplo animales) que nosotros mismos no sabíamos, pero ellos lo habían aprendido de sus libros.
En triste contraste, observamos en los niños escolares que atendemos, que para ellos el leer es un deber impuesto que solamente les causa molestias; y casi nunca sacan un libro de la biblioteca por interés propio.

En la edad de primaria, como padres todavía nos tocó tomar la iniciativa en muchos proyectos educativos. Por ejemplo, animamos a nuestros hijos a observar la luna y las estrellas – lo que los incentivó a leer libros sobre astronomía. O después de un viaje, los animamos a buscar en el mapa los lugares por donde habíamos pasado, y a medir las distancias. Pero ellos pronto comenzaron a encontrar y sugerir sus propios proyectos. Por ejemplo, alrededor de los once años dijeron que querían hacer experimentos químicos. Entonces empezamos a leer sobre el tema, conseguimos unos tubos de ensayo, un mechero, unos guantes y lentes de protección, y unas sustancias químicas. Hicimos experimentos y anotamos nuestras experiencias. En el transcurso de este proyecto (que duró varios meses), nuestros hijos aprendieron la mitad de los conceptos químicos que los alumnos de secundaria aprenden varios años más tarde.
El lector atento se habrá dado cuenta de que nosotros mismos, los padres, también tuvimos que aprender mucho en estos proyectos. Si queremos que nuestros hijos sean aprendedores, nosotros mismos también tenemos que ser aprendedores. Como en todas las áreas de la vida, nuestro propio ejemplo es decisivo.

Entonces, nuestro currículo no está definido por lo que unos funcionarios piensan que se debería aprender a una edad determinada. Es que cada niño es diferente, tiene intereses distintos y un ritmo de desarrollo distinto. Por eso, nuestro currículo está definido por los intereses y el desarrollo individual de cada niño. Esto significa que en algunas áreas de su interés están muy «adelantados» en comparación con el currículo escolar, mientras en otras áreas están «atrasados» – o sea, simplemente no invirtieron mucho tiempo en aprenderlas porque no les interesaba. ¿Es eso una desventaja? No lo creo. No es posible saber «todo». Cada persona tiene que elegir entre todos los saberes posibles, aquellos que quiere aprender. Si quiere ser ingeniero, ¿para qué pasar tantos años estudiando historia? – Si quiere ser historiador, ¿para qué llenarse de trigonometría o de termodinámica? – Una característica importante del aprendedor independiente es que él sabe decidir cuáles conocimientos necesita adquirir para alcanzar sus metas. Y esta capacidad de decisión no se adquiere cuando todo el tiempo alguien decide por ti lo que debes aprender.

Uno podría objetar aquí que entonces un aprendedor independiente tendrá un conocimiento «incompleto». Pero lo mismo es cierto para los alumnos del sistema escolar. Pregunte a cualquier alumno promedio acerca de un tema que estudió hace medio año. Si no es un tema que le interesa mucho, recordará poco o nada. Pero a diferencia del aprendedor independiente, perdió mucho más tiempo estudiando esos temas, solamente para volver a olvidarlos después del examen.

La gran ventaja del aprendedor independiente es esta: Cuando tiene necesidad de ciertos conocimientos nuevos, los puede adquirir por sí mismo, con poca ayuda y en poco tiempo. Y esta capacidad tendrá cada vez más importancia en un mundo que avanza y cambia rápidamente.

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¿Qué es «calidad educativa»? (Parte 2)

En una primera parte hemos mencionado unas nociones equivocadas, pero muy difundidas, acerca de lo que es «calidad educativa». Hablaremos ahora de lo que verdaderamente constituye calidad educativa:

Una enseñanza de calidad: Todos aprenden, pero no necesariamente lo mismo al mismo tiempo.

La enseñanza es seguramente una parte de la calidad educativa, pero no es su única parte y quizás ni siquiera la más importante.

Una enseñanza de calidad significa proveer oportunidades de aprendizaje, de tal manera que aun el alumno más tonto lo entienda, y al mismo tiempo aun el alumno más inteligente no se aburra.

Donde se cumple este requisito, cada alumno aprende algo – aunque no todos los alumnos aprenden lo mismo. Una enseñanza de calidad es una enseñanza individualizada de tal manera que cada alumno puede aprender a su nivel actual de comprensión.

Entonces, la calidad de la enseñanza no se mide según el rendimiento absoluto de los alumnos en exámenes estandarizados. La calidad de la enseñanza se mide según el progreso individual de cada alumno, comparado con su nivel anterior (p.ej. hace un año).

Además, la noción de «progreso» no debe limitarse a los conocimientos de lenguaje y matemática. Todo desarrollo útil y bueno de conocimientos y habilidades es «progreso» – sean las expresiones artísticas y creativas, sean las habilidades manuales y de mecánica, sean las capacidades de investigación científica propia, etc.

Un aprendizaje de calidad: Aprendizaje duradero, con entendimiento y con entusiasmo.

Aun más importante que la calidad de la enseñanza, es la calidad del aprendizaje. Esta no es necesariamente relacionada con aquella.

Un examen es un evento puntual, y por tanto no sirve para evaluar si un conocimiento es duradero. Cuando los alumnos saben que tendrán un examen, pasan unos días memorizando todo lo que pueden, según el temario del examen. Después vuelven a olvidarlo. ¡Esto no es ningún aprendizaje duradero! Para evaluar si un aprendizaje es duradero, habría que averiguar si el alumno lo está usando y aplicando constantemente en lo que hace, durante un tiempo prolongado. Donde esto no es posible y se puede evaluar solamente mediante eventos puntuales, habría que evaluar sorpresivamente, sin anuncio previo, aprendizajes que el alumno aprendió hace un tiempo atrás (hace tres, seis o nueve meses). El resultado saldrá muy diferente de los exámenes «preparados».

Un segundo criterio para la calidad del aprendizaje es el entendimiento que el alumno tiene de lo aprendido. Esto tampoco se puede evaluar mediante exámenes estandarizados. Las marcas en una hoja de selección múltiple no nos dicen si el alumno llegó a su respuesta porque entiende el tema, o porque aplicó mecánicamente una «regla para burros», o porque por casualidad adivinó correctamente. Evaluar el entendimiento de un alumno es prácticamente imposible sin un contacto personal cercano. Si un alumno puede explicar un tema en la conversación personal, lo ha entendido. Si no puede explicar los ¿por qués? y los ¿para qués?, no lo ha entendido. – Una posible alternativa para evaluar a alumnos un poco mayores, podría ser mediante ensayos escritos. – De todos modos será necesario para evaluar el entendimiento de un alumno, que explique algo con sus propias palabras.

El aprendizaje será duradero y con entendimiento, cuando el alumno tiene la oportunidad de aprender algo que le interesa personalmente. En otras palabras, cuando aprende con entusiasmo. Ahora, espero que a nadie se le ocurra la idea de tomar a un alumno un «examen de entusiasmo». Pero observando y preguntando a los alumnos, uno se dará cuenta de si están aprendiendo con entusiasmo o forzadamente. Obviamente, una escuela que obliga a los alumnos a memorizar contenidos aburridos y sin interés para ellos, no provee ningún aprendizaje de calidad.

Un ritmo de vida equilibrado.

Un criterio importante de verdadera calidad educativa es este: ¿Se toman en cuenta las necesidades del niño en cuanto al movimiento físico, el trabajo manual práctico y creativo, el juego, y el descanso? Una educación de calidad ofrecerá al niño una vida equilibrada en todos estos aspectos. El resultado será que el niño se desarrolla de manera sana. Niños agotados, estresados, neuróticos, con miedo ante los exámenes, son una señal segura de que están recibiendo una educación de mala calidad.

¿Tienen los alumnos suficiente tiempo para moverse al aire libre? Esto es muy importante para un desarrollo sano del cuerpo y también del cerebro. – ¿Tienen los alumnos oportunidades para escoger y realizar diversos trabajos manuales y prácticos, según sus intereses? – ¿Tienen suficientes oportunidades para desarrollar su creatividad? Niños que solo saben copiar, pero no se atreven a producir algo original, son una señal segura de que están recibiendo una educación de mala calidad. – ¿Tienen suficientes oportunidades para jugar? ¿Y están jugando juegos «inteligentes» (juegos de roles que requieren interactuar de manera sensata; juegos de tablero que requieren pensar estratégicamente; juegos deportivos que requieren colaborar en equipo; etc.)? – ¿Y tienen suficiente tiempo para descansar? Niños que tienen que quedarse despiertos hasta las nueve de la noche o más tarde haciendo tareas, no están recibiendo una educación de calidad; al contrario, están siendo maltratados.

Una verdadera educación de calidad toma en cuenta estos elementos tan importantes del desarrollo infantil. Una educación que se basa únicamente en el trabajo con libros y cuadernos y «dictado» de clases, ciertamente no es ninguna educación de calidad.

La calidad del entorno de aprendizaje.

Con esto entendemos un entorno que facilite experiencias de aprendizaje de calidad, en el sentido mencionado en los párrafos anteriores. No necesariamente implica esto infraestructuras costosas ni tecnología de punta. Mucho más importantes son los siguientes aspectos:

a) Un entorno emocionalmente sano y seguro, donde reinan el amor, la justicia, y el respeto mutuo.
El entorno emocional influencia mucho en el desarrollo y el aprendizaje de los niños. En un entorno de aprendizaje de calidad, los alumnos saben que son respetados, que recibirán ayuda cuando la necesitan, y que los más débiles serán protegidos contra agresiones por parte de los más fuertes. No es un entorno de aprendizaje de calidad, donde reina un clima de competencia de todos contra todos, y donde se menosprecian los débiles o los menos inteligentes, en vez de ayudarles. Tampoco es un entorno de aprendizaje de calidad, donde los profesores crean un ambiente de opresión y miedo, o incluso maltratan a los alumnos, como sucede todavía en demasiadas escuelas en el Perú. Y tampoco es un entorno de aprendizaje de calidad, donde no hay reglas, donde reinan la arbitrariedad y la anarquía.

¿Cómo se evalúa esto? – ¡Pregunte a los alumnos cómo se sienten en su escuela! Pero, claro es, no se pueden hacer tales preguntas a manera de un «examen» o una «encuesta». (¡Los profesores entrenarán a los alumnos para que no digan nada que podría dar una mala impresión de su escuela!) Esto se puede «evaluar» solamente en un ambiente ajeno a la escuela, y donde el alumno tiene suficiente confianza para decir lo que realmente piensa y siente. Entonces, las personas más indicadas para hacer una tal evaluación, serían los propios padres – por lo menos donde existen relaciones de confianza entre padres e hijos.

b) Materiales que invitan a investigar y descubrir, a realizar actividades creativas que desafían la inteligencia, a aprender con entusiasmo.
Un entorno de aprendizaje de calidad ofrecerá una gran variedad de tales materiales. (Vea «Pedagogía de la escuela activa».) Es cierto que algunos de estos materiales pueden resultar un poco costosos (p.ej. un taller de carpintería; microscopios; un laboratorio químico). Pero muchos otros se pueden fabricar en la misma escuela, por profesores y/o alumnos mayores: Rompecabezas de triplay, diversos materiales concretos de matemática, juegos de tablero, una tienda para jugar, disfraces para teatro, etc.

Ahora, la calidad educativa consiste no solamente en tener tales materiales. Lo importante es que sean usados de tal manera que los alumnos hacen experiencias educativas mediante su propia actividad descubridora y creativa. No servirá tener los materiales encerrados en un baúl, y que el profesor los saque solamente de vez en cuando para dar una «demostración» a los alumnos, sin siquiera darles la oportunidad de tocarlos, ni mucho menos hacer algo interesante con ellos. Un entorno de aprendizaje de calidad dará a los alumnos abundantes oportunidades para usar los materiales activamente y según su propia elección.

c) Vinculación con la vida real.
Un entorno aislado de la vida real, tal como un aula escolar, no puede proveer muchos aprendizajes valiosos para la vida real. Un entorno de aprendizaje de calidad proveerá suficientes contactos con la vida real. Esto es mucho más fácil de lograr en una familia que en una escuela: Los niños ayudarán naturalmente a sus padres en sus respectivos trabajos, y los acompañarán cuando tienen que ir al mercado, a diversas oficinas, al taller de mecánica, al campo, etc. Así pueden conocer diversos lugares de trabajo de los adultos. – Una escuela de calidad tratará en lo posible de proveer experiencias similares, de acuerdo a los intereses y talentos de cada alumno. Por ejemplo, ofrecerá oportunidades para visitar lugares de trabajo, donde alguien explicará a los alumnos como se hace el trabajo, y les permite «probarlo» ellos mismos donde fuera posible. O proveerá proyectos donde los alumnos pueden desempeñarse como pequeños empresarios, fabricando y vendiendo un producto propio – ¡y por supuesto que la ganancia sea para los mismos alumnos, no para la escuela! Así aprenderán desde pequeños que «el obrero es digno de su salario».

Conclusión

Verdadera calidad educativa existe donde los niños aprenden de la manera más adecuada a sus necesidades. El criterio fundamental debe ser este: ¿Qué clase de niños produce una escuela determinada? ¿Produce niños sanos, inteligentes, felices, seguros de sí mismos, capaces de pensar por sí mismos? ¿O produce niños estresados, temerosos, agresivos, neuróticos? Existe entonces una gran necesidad de cambiar nuestros criterios de lo que es «calidad educativa», y de cambiar la manera como escuelas y profesores están siendo evaluados actualmente.

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¿Aprenden profesores cómo aprenden alumnos, o solamente aprenden a enseñar? (Parte 2)

En la primera parte de este artículo vimos que la mitad de los alumnos no aprenden casi nada en la escuela. Esto es confirmado tanto por las estadísticas como también por nuestras observaciones de casos particulares. Además vimos que en la formación profesional de profesores, no se dedica mucho tiempo ni interés a la pregunta cómo aprenden los niños. Se asume simplemente que los niños aprenderán automáticamente cuando los profesores enseñan «según el reglamento» – pero hemos demostrado que este no es el caso.

¿Cómo entonces aprenden los niños? – A continuación algunos puntos que encontré, y que parecen ser desconocidos para la mayoría de los profesores:

– La capacidad de pensar de manera abstracta se desarrolla normalmente recién en la adolescencia. Por tanto, para alumnos de primaria no tiene sentido hacer ejercicios abstractos que no están vinculados con objetos concretos o con acciones concretas, y que no permiten que el alumno asocie experiencias concretas con ellos. Tales ejercicios abstractos son por ejemplo: Copiar definiciones de un diccionario; buscar sinónimos de palabras escogidas al azar y fuera de su contexto; determinar los miembros de una oración; calcular con números tan grandes que el alumno no puede hacerse una idea concreta de ellos; memorizar fórmulas y definiciones matemáticas; calcular con expresiones algebraicas; aprender conceptos científicos que están más allá de la experiencia propia del niño; etc. – De tales ejercicios, un alumno normal de primaria no aprende nada.
En cambio, el niño en edad de primaria necesita ilustraciones, objetos, experiencias y acciones concretos para aprender algo. (Vea también «Cuando el cerebro no tiene manos»). Así por ejemplo es mejor visitar un charco con sapos o criar renacuajos, que escribir un texto sobre sapos. Es mejor realizar operaciones matemáticas con objetos concretos (habas, regletas de madera, monedas, …) que solamente escribir números en el cuaderno. Es mejor medir toda clase de objetos, en vez de llenar muchas páginas con conversiones de metros a centímetros y viceversa. (Tuve unos alumnos que habían hecho tales conversiones por años, pero todavía no tenían ninguna idea de qué tamaño es realmente un metro.) Para ensanchar el vocabulario de un niño, es mejor leer cuentos y representarlos en forma de juego o drama, o aun mejor hacer trabajos normales de la vida diaria juntos y conversar juntos acerca de ellos, en vez de memorizar definiciones de palabras desconocidas.
Este punto lo deberían saber los profesores – aun aquí en el Perú, ellos normalmente saben por lo menos que Jean Piaget observó en el desarrollo del niño una «etapa de las operaciones concretas». Pero parece que no saben sacar las consecuencias de esta observación – o el sistema escolar no se lo permite. Los profesores se ven obligados a obligar a sus alumnos a que completen varios libros de trabajo de más de quinientas páginas cada uno, durante el año escolar. Además son controlados estrictamente para que en el día X hayan alcanzado el tema Y del currículo oficial. Así ya no queda tiempo para actividades realmente educativas como las que acabamos de mencionar.
En otras palabras: se considera como buen profesor a aquel que sabe complacer a los funcionarios estatales; pero no a aquel que se esfuerza por proveer a sus alumnos un ambiente donde realmente aprenderían algo.

– La enseñanza formal, tal como se da en la escuela, generalmente no produce mucho aprendizaje en niños en edad de primaria. Los niños de esta edad aprenden mayormente de manera «informal», por ejemplo haciendo algo juntos y reflexionando y conversando acerca de ello. Sea preparar una torta, o sembrar y regar plantas en el jardín, o planear y realizar un viaje, o hacer un trabajo de carpintería, vidriería, mecánica, de tejido, etc. – todo esto es sumamente educativo y produce impresiones duraderas en los niños, cuando el padre o profesor incentiva la reflexión y conversación acerca de estas actividades. El «motor» de aprendizaje más importante es la propia actividad de los niños. Pero la escuela tradicional apaga exactamente este «motor», exigiendo que los niños estén sentados en silencio y escuchen pasivamente casi todo el tiempo. (Aun resolver ejercicios prescritos por el profesor es todavía algo bastante pasivo.)

– El ambiente emocional tiene una influencia dominante sobre la capacidad de un niño de aprender. Si un niño tiene miedo ante un examen o si está tranquilo y confiado, esto tiene más influencia en el resultado que los conocimientos efectivos del niño. El niño recordará mucho mejor lo que hace con gozo y entusiasmo, que lo que va unido al rechazo o al aburrimiento. Aprenderá mucho más de un profesor con quien tiene una buena relación personal, que de uno que lo rechaza, lo maltrata, o es muy distante y frío.
En el pasado ayudamos a varios alumnos que tenían grandes problemas personales o familiares. Les ayudamos y aconsejamos para enfrentarse con estos problemas y para buscar la ayuda de Dios al respecto. Después de mejorar estas situaciones personales, familiares y emocionales, también disminuyeron mucho los problemas escolares de estos alumnos. (Una de ellos, por ejemplo, recuperó dentro de tres semanas toda la matemática del último año de secundaria.)
A veces vienen alumnos nuevos que parecen no entender nada. Pero después de unas semanas ya no dan esta impresión, y vemos que tienen una inteligencia normal. Pero durante las primeras semanas no estaban capaces de responder a ninguna pregunta, porque todavía no tenían confianza en nosotros. Tan pronto como creció la confianza, ellos podían también comprender nuestras explicaciones y responder a nuestras preguntas.
En situaciones donde niños deben aprender de adultos, es necesario que tengan una relación personal cercana con una persona adulta de confianza. La enseñanza escolar y el ambiente de un salón de clase no pueden brindar una tal relación personal cercana. Un poco mejor sería una escuela alternativa con clases pequeñas – si es que los profesores realmente están interesados en entrar en una relación personal con sus alumnos. Pero aun mejor es la institución educativa originalmente instituida por Dios: la familia.

– Relacionado con esto es lo que motiva a los niños a aprender: La mejor motivación no son las notas o las recompensas y los castigos. Una fuerza motivadora mucho mayor es el propio interés del niño, su entusiasmo y su curiosidad. Esto lo pude observar desde muy cerca en mis propios hijos. Por ejemplo, a ellos les gusta mucho leer. Cuando tenían nueve o diez años, ya habían leído todos los libros en nuestra casa que estaban medianamente aptos para niños; y yo tuve que conseguir urgentemente nuevos libros para ellos. Nunca los habíamos obligado a leer; pero ellos se entusiasman por historias y cuentos interesantes, y pronto descubrieron que la mejor manera era leerlos ellos mismos. En cambio, los niños escolares que vienen a nuestra casa, muy raramente se interesan por algún libro. Es que ellos fueron obligados a leer solamente porque habían alcanzado la edad normada, y por eso no tuvieron la oportunidad de desarrollar un interés propio por la lectura.
Durante su edad de primaria, mis hijos tenían conocimientos promedios de matemática. Pero uno de ellos era aficionado a los modelos recortables de cartulina, y comenzó a diseñar modelos propios. Para sus modelos de aviones y cohetes, a menudo necesitaba construir conos rectos e inclinados. Los primeros construí yo para él, pero con el tiempo él mismo aprendió a dibujar y construir conos y secciones cónicas – un tema que en la escuela se trata solamente en grados bastante avanzados. Su interés le motivó a estudiar este tema avanzado hasta dominarlo.
Otro de mis hijos durante mucho tiempo no tenía ningún interés en conocimientos históricos, y por eso no aprendió casi nada de historia. Después alguien le regaló el juego de computadora «Age of Empires», y le gustó. Entonces comenzó a leer con entusiasmo acerca de los antiguos griegos y romanos, los mayas y los aztecas, etc., y dentro de poco tiempo adquirió enormes conocimientos de la historia universal.

– Cada niño aprende de una manera diferente. Cada niño tiene su propio «itinerario del desarrollo», y su propio estilo de aprendizaje. Algunos niños alcanzan con cuatro años la madurez necesaria para aprender a leer; otros demoran hasta los ocho o nueve años. Cuando uno espera con paciencia hasta que el niño alcance esta madurez, entonces aprenderá mucho mejor y con mucho menos estrés. Casi todos los problemas de lectura en los niños se originan en que el niño fue obligado a leer a una edad demasiado temprana, solamente porque alcanzó la edad prescrita por el currículo oficial. (Vea «Mejor tarde que temprano» y «Esas neuronas mal conectadas…».) Al otro extremo se encuentran los niños muy dotados o precoces en su desarrollo. La escuela frena a estos niños en su desarrollo y los aburre, porque los obliga a adaptarse al paso lento y meticuloso de sus compañeros.
Algunos niños son aprendedores «secuenciales», o sea, ellos necesitan los contenidos y razonamientos en una secuencia clara y ordenada, punto 1, punto 2, punto 3 … Solamente así pueden reproducir el razonamiento y recordar los contenidos. – Otros niños saltan con sus pensamientos de una cosa a otra, resuelven tareas en un orden aleatorio, y continuamente descubren asociaciones sorprendentes. Con su manera de ser comprueban el dicho: «La gente normal tiene que mantener orden, pero el genio domina el caos.» Sin duda, el sistema escolar favorece a los aprendedores secuenciales – y pierde a los genios.
Algunos niños se fijan en cada detalle pequeño; otros se fijan en el cuadro grande y en los principios generales. Algunos niños tienen una fuerte inclinación hacia el lenguaje, otros hacia la matemática y la técnica, otros hacia las relaciones interpersonales. Algunos niños aprenden mejor a solas, otros mejor en un grupo. Ninguna de estas particularidades es «mejor» o «peor» que otra. Lo importante es que se permita al niño a aprender de acuerdo a su propio estilo. Entonces progresará mucho más rápido que si es sometido a un currículo normado donde todos tienen que hacer al mismo tiempo las mismas cosas y de la misma manera.
Algunos niños asimilan informaciones sobre todo de manera visual y gráfica; otros mediante la conversación personal; y otros por medio de sus manos y del movimiento de su cuerpo entero. (Sí, se ha encontrado que algunos niños no pueden escuchar atentamente si son obligados a estar sentados sin moverse – ¡ellos necesitan manipular algún objeto con sus manos o moverse de alguna otra manera para que puedan prestar atención!) Es obvio que estos niños «cinestéticos» sufren de grandes desventajas en la escuela. Son etiquetados como «alborotadores», «desobedientes» o «hiperactivos». La enseñanza escolar no provee alimento para su manera particular de aprender, y así no tienen la oportunidad de aprender con éxito. Por eso, estos niños a menudo sacan malas notas y así se desaniman aun más. Ellos podrían aprender mucho mejor (y estar más felices) en una «escuela activa» alternativa o en un programa flexible, adaptado a sus necesidades, de educación en el hogar.

Estos fueron algunos de los temas del curso «Como aprenden los niños». Este curso no existe de manera formal y oficial; lo estudiamos de manera autodidacta mediante nuestras propias experiencias y observaciones, y mediante literatura pertinente que encontramos en el camino. Pero cada profesor debería completar un tal curso – y aun más, debería aplicarlo en la práctica. Entonces podría descubrir que el aprendizaje de los alumnos no depende tanto de la enseñanza del profesor; y que el «enseñar correctamente» como aprendió en su formación profesional, en realidad no es la llave para el aprendizaje de los niños.

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¿Aprenden profesores cómo aprenden alumnos, o solamente aprenden a enseñar? (Parte 1)

Durante los últimos años tuve la oportunidad de observar a docenas de alumnos que no aprenden casi nada en sus escuelas. Estos no son alumnos excepcionalmente «bajos»; son alumnos de inteligencia normal, e incluso algunos de ellos están entre los mejores de su sección. Tampoco es solamente mi impresión subjetiva; esto ha sido comprobado estadísticamente:

«En México, la OCDE – Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico – dió a conocer hace unas semanas que el 66% de los jóvenes de 15 años tienen competencias insuficientes en matemáticas, y el 52% las tienen para leer textos. La Tarea, revista de educación y cultura, publicó el siguiente reportaje: «En torno a la educación primaria, se cita la cifra de 31.1% de niños con rendimiento nulo o mínimo aprobatorio, se da aquí una relación inversa entre el grado y el nivel de aprovechamiento que se explica porque el niño avanza grado a grado con enormes carencias que se complican conforme avanza. En evaluaciones posteriores se encontró que en sexto año se encuentran los niveles más bajos de toda la primaria…»
(Kathleen McCurdy, «Las neuronas que el colegio olvidó», 2006)

O sea: Un tercio de los alumnos de primaria, y más de la mitad de los alumnos de secundaria, no aprendieron prácticamente nada. Y esto a pesar de que completaron toda la carrera escolar. (¿O podemos decir: a causa de la escuela?)

¿Por qué sucede esto? La estadística no nos lo dice. Pero quizás nos ayudará la observación de algunos casos particulares.

Un alumno de cuarto grado viene con una lista de diez palabras en su cuaderno. Tiene como tarea, buscar en el diccionario las definiciones de estas palabras y copiarlas en su cuaderno. (Una tarea frecuente y rutinaria en las escuelas primarias.) Le pregunto si sabe lo que significan las palabras. No, solamente tiene una idea borrosa de una o dos de ellas; las otras le son completamente desconocidas. La primera palabra es «fenómeno». En el diccionario dice: «Toda manifestación de la materia o de la energía. – Cosa extraordinaria o sorprendente.» – El alumno, obedientemente, copia esta definición. Después le pregunto: «¿Puedes ahora decirme qué es un fenómeno?» – «Mm… algo como un fantasma.» – Obviamente, el alumno no comprendió la definición que acaba de copiar. Esto no me extraña, pues la definición contiene por lo menos tres palabras que mi alumno tampoco conoce. Intento explicarle lo que significa, pero el alumno no tiene paciencia conmigo: «Continuemos rápido, quiero terminar esta tarea, después tengo todavía una tarea de matemática.»

Así gasta el alumno una tarde entera en tareas que no le ayudan a aprender nada en absoluto. Podría igualmente copiar unos signos chinos. El pensamiento de los niños en edad de primaria se enfoca todavía completamente en lo concreto. Ellos no pueden aprender palabras nuevas por medio de definiciones abstractas. Tienen que familiarizarse con ellas en el contexto de una experiencia concreta, o de un relato que está al nivel de comprensión de ellos. Me pregunto ¿si la profesora sabe esto?

Muchos alumnos de primaria relatan que su profesora los pega cuando no tienen las tareas hechas, o cuando sacan una mala nota en un examen. (Aquí en la sierra peruana, esto se considera todavía normal. No sé cómo es en otras regiones o países; todavía no recibí ninguna reacción a mi artículo correspondiente. Pero aun donde los profesores no pegan a sus alumnos, con seguridad conocen otros métodos de humillarlos.) No extraña entonces, que los alumnos tienen miedo ante cada examen – o incluso ante cada mañana escolar. Pero un alumno con miedo rinde aun menos de lo que podría. ¿A algún profesor le preocupa esto?

La jornada escolar aumenta continuamente. Ya son cinco a seis horas cada mañana – casi sin interrupción, excepto un recreo de media hora. Y este año las escuelas empezaron a hacer regresar a los alumnos también en las tardes por dos o tres horas – y a esto se añaden todavía dos a cuatro horas de tareas en casa. Los alumnos que dificultan con algún tema, necesitan aun más tiempo. (Vea «Más cárcel para los niños».)
Y esto con que ya se sabe que el cerebro humano – aun en estudiantes adultos – después de cuatro horas de estudio ya no es capaz de asimilar más, y entonces necesita una pausa prolongada. Aun sin investigaciones científicas, el sentido común debería decirnos que un niño no es una máquina de aprendizaje que podríamos forzar continuamente. Un niño necesita también tiempos de descanso, de movimiento físico, de trabajo práctico y de juego. Si les quitamos estos tiempos (con la suposición errónea de que así aprendería más), entonces logramos lo contrario: los niños quedan agotados y aprenden menos. ¿Alguna vez alguien dijo esto a los profesores y a los planificadores escolares?

Después de hacer muchas observaciones parecidas a estas, se impone la pregunta que hice en el título: ¿Escuchan los profesores en su formación profesional alguna vez cómo aprenden los niños? ¿O se les enseña solamente cómo deben enseñar según los reglamentos de los planificadores escolares estatales?

He preguntado a algunos profesores: «¿Cuánto tiempo se invirtió durante su formación profesional en estudiar cómo aprenden los niños?» – En su mayor parte ni siquiera entendieron la pregunta. Ellos aprendieron mucho acerca de la planificación de la enseñanza, preparación de lecciones, didáctica, métodos de enseñanza, y cómo llenar todos los formularios y trámites burocráticos. Todas estas son cosas que hace el profesor y que se exige que un profesor las haga. Pero no aprendieron casi nada acerca de lo que pasa en los niños: cómo funciona el proceso de aprendizaje de parte del niño; qué ambientes son propicios al desarrollo de la inteligencia infantil; qué formas o estilos de aprendizaje existen; etc. El profesor promedio – por lo menos aquí en el Perú – es prácticamente ignorante acerca de cómo aprenden los niños. (No sé como es en otros países; estoy escribiendo desde la perspectiva de mi propio entorno.) Y probablemente tampoco le interesa, porque nadie lo controla en eso ni le toma examen sobre eso. Lo que se controla, es si el profesor enseña «correctamente» (según las directivas estatales).

En todo esto se presupone que al enseñar «correctamente», los alumnos aprenderían automáticamente. O como dijo Iván Illich – él lo dijo más o menos así: «El entero sistema escolar se basa en la suposición errónea de que el aprendizaje es el resultado de enseñanza.» – Las estadísticas arriba mencionadas son suficientes para refutar esta suposición: Aproximadamente la mitad de los alumnos expuestos a tal enseñanza, no aprenden casi nada. (Y si investigamos más profundamente, encontramos que aquellos que realmente aprenden algo, no lo aprenden en la escuela. Los alumnos que realmente aprenden, adquieren sus conocimientos mayormente de sus padres o por medio del estudio individual independiente.)
Además ya existen miles de contraejemplos, gracias al movimiento de la educación en casa en Estados Unidos y algunos otros países: Niños que aprenden más que los alumnos escolares (vea esta investigación), aunque (¡¿o porque?!) raras veces reciben «enseñanza» al estilo escolar. (Un buen porcentaje de las familias educadoras no utilizan currículos fijos ni libros de texto escolares, sino que usan un programa flexible y práctico, el cual es motivado principalmente por los propios intereses de los niños. Vea «La Fórmula Moore».)

¿Cómo entonces aprenden los niños? – De esta pregunta nos ocuparemos en una segunda parte.

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Nuestro programa vacacional 2013

Como todos los años, hemos ofrecido durante los meses de enero y febrero un programa vacacional para los niños del vecindario.

Hoy en día, a muchos niños ya no se les permite tener vacaciones. Sus profesores, padres y compañeros los presionan para que lleven clases de refuerzo o que asistan a una de las muchas «academias» – o sea, que durante sus vacaciones tengan el mismo programa aburrido como ya lo tenían durante todo el año escolar. Si esta clase de enseñanza no les ha ayudado a entender las cosas durante el año escolar, entonces – asi razonan equivocadamente los padres y los profesores – lo entenderán si durante las vacaciones reciben «más de lo mismo». Y eso con que incluso algunas personas dentro del mismo ministerio de educación ya han entendido que esto no funciona así.

Por tanto, muchos padres tienen expectativas erróneas acerca de nuestro programa. Se preocupan de que su hijo o hija podría «quedarse atrás» en materias escolares, y quieren que «siga estudiando» durante las vacaciones. Con esto quieren decir que siga ocupándose todo el tiempo copiando en cuadernos y resolviendo tareas teóricas – cosas que en realidad no ayudan mucho al desarrollo de la inteligencia infantil. (Vea «Cuando el cerebro no tiene manos».
Para que un niño se desarrolle de manera sana y equilibrada, necesita también tiempos de descansar, de jugar, y de trabajar con sus manos. Ya hemos invertido muchas horas y mucho esfuerzo para explicar a los padres este hecho sencillo. Unos cuantos están empezando a entender, después de varios años. Otros, cuando escuchan esto, simplemente deciden enviar a sus hijos a otro lugar donde no se les permite jugar. No les gusta que nuestro programa sea tan «poco académico».
A pesar de esto, según nuestra experiencia, los participantes de nuestros programas no sufrieron ninguna desventaja escolar. Al contrario, varios de ellos incluso entendieron después las materias escolares mejor que sus compañeros que habían pasado sus vacaciones enteras en «academias».

También hay varios padres que simplemente buscan a alguien que «cuide a sus hijos» durante las vacaciones. Parece que los padres de hoy ya no creen en su propia capacidad y responsabilidad de educar a sus hijos. Como dijo acertadamente el pediatra Carlos González:

«Parece que los padres piensan que criar a un hijo es una actividad profesional. Es decir, que yo para criar a mi propio hijo debería estudiar, debería esforzarme, y como al fin y al cabo probablemente no lo acabo de hacer bien, por mucho que me esfuerce, pues lo mejor es que directamente deje al niño a un profesional, a un pedagogo, un pediatra, un psicólogo, que ellos sí saben de cuidar hijos. Y no es así. Los únicos que pueden criar bien a los hijos, son los padres.»
(En la película documental «La educación prohibida»)

Es claro que educar niños no es fácil. Es necesario informarse al respecto y prepararse recibiendo buenos consejos de padres experimentados. Pero ciertamente no sirve para este fin la clase de «preparación» que reciben los profesores en su formación profesional.

Volvamos al programa vacacional. Somos entonces no solamente «proveedores de un programa». Para varios niños tenemos que ser verdaderos padres sustitutos. Esto incluye, por ejemplo, que ellos de vez en cuando almuerzan con nosotros, o que están en nuestra casa aun durante las tardes, cuando «oficialmente» no tenemos programa.

Ahora que ya tenemos varios años de experiencia con tales programas, podemos observar un patrón de comportamiento parecido en la mayoría de los niños. Al acostumbrarse poco a poco a un entorno más familiar y menos escolarizado, muchos de ellos pasan por las mismas etapas.

La fase de la inseguridad y pasividad.

Durante las primeras semanas, la mayoría de ellos se sienten bastante perdidos cuando se les ofrece la libertad de escoger ellos mismos una actividad, un material didáctico o un juego. (Especialmente los niños más grandes que ya están cargados con más años escolares.) Entonces se quedan parados allí no más y esperan que alguien les diga qué tienen que hacer. O se quedan pasivamente mirando a otros niños que ya encontraron una actividad interesante. Algunos traen tareas escolares de su casa y las resuelven – obviamente sin tener ganas de hacerlo. (En estos casos decimos a los padres que ya no manden tales tareas a sus hijos.)
En esta fase son a menudo nuestros propios hijos quienes toman la iniciativa para algún proyecto: un trabajo manual, un experimento, aprender un juego nuevo, etc. – y entonces los otros niños quieren también participar. – A veces doy algunas «lecciones» visuales acerca de un tema que presenta dificultades para muchos niños (mayormente en la matemática). Pero estas lecciones son cortas y la participación no es obligatoria. Después, los participantes reciben una actividad práctica o un desafío de investigación en relación con el tema.

La fase de jugar.

Después de aproximadamente dos semanas, la mayoría de los niños empiezan a sentirse más libres. Entonces descubren que tienen permiso para jugar, y se aprovechan de ello tanto como pueden. Así pasan la mayor parte del tiempo de actividades libres jugando, o sea, las primeras dos a tres horas de la mañana. Juegan toda clase de juegos de tablero, de cartas y de dados, y también juegos al aire libre. Con estos juegos aprenden más de lo que ellos mismos se dan cuenta. Juegos como damas, ajedrez, cuarteto, yatzy, etc, requieren una clase de pensamiento estratégico y matemático que no se cultiva en la enseñanza escolar.
En la mayoría de los niños, esta fase de jugar dura entre dos y cuatro semanas. – Este año tuvimos a dos participantes que fueron obligados por su escuela a asistir a clases de refuerzo de dos horas, en tres días de la semana, porque habían desaprobado un curso. Llama la atención que estos dos niños se quedaron en la fase de jugar hasta el fin de las vacaciones, y nunca llegaron a la siguiente fase. Las seis horas semanales de rutina escolar eran suficientes para atrasar de manera significativa el desarrollo mental, emocional y creativo de ellos.

La fase creativa.

Una vez satisfecha su necesidad de jugar, algunos de los niños entran en una fase creativa: Comienzan a hacer experimentos o incluso inventan experimentos propios; dibujan, pintan y hacen trabajos manuales; hojean los libros de la biblioteca en búsqueda de nuevas ideas; o inventan juegos propios. En esta fase observamos también en algunos lo que María Montessori llama la «normalización»: Son capaces de trabajar por tres horas seguidas de manera interesada y concentrada en un proyecto; necesitan muy poca instrucción o ayuda de parte de nosotros los adultos, y mantienen el orden por sí mismos, de manera que no hay prácticamente ninguna necesidad de «control disciplinario». En esta fase, algunos niños empiezan también por iniciativa propia y con verdadera motivación a trabajar con materiales más «escolares», tales como fichas con problemas, o materiales concretos para la práctica de operaciones matemáticas.

Para los niños escolarizados es un paso muy grande, expresar su creatividad al dibujar o construir algo «propio» y novedoso. Se han acostumbrado tanto a copiar mecánicamente lo que el profesor les presenta en sus libros o en la pizarra – y además, a que los otros niños y aun los profesores solamente critican o ridiculizan sus obras -, que apenas se atreven a realizar una idea propia. (Vea «Cuento triste de un niño pequeño».) Si un niño logra superar estos impedimentos durante el programa vacacional, lo considero un gran éxito pedagógico.

  Matemática concreta y activa: Multiplicación y división con tapas de botellas.

Esta alumna fabricó su propio juego de tablero, y después se sorprendió mucho cuando le dije que al hacer esto había practicado muchos conceptos de geometría.

Este es el momento cuando nos gustaría seguir trabajando con los niños de esta manera, y podrían aprender muchas cosas – inclusive «materias escolares», pero de una manera más motivadora y más práctica que en la escuela. Pero en la mayoría de los niños, esta fase comienza solamente hacia el fin de las vacaciones, y algunos nunca llegan a este punto – y después tienen que volver a la escuela. Esta es la frustración más grande de este trabajo: la escuela literalmente destruye el desarrollo de los niños. Por eso seguimos soñando y buscando a Dios por posibilidades de una educación sin escuela – por lo menos sin la forma de escuela tal como la gran mayoría de la gente la conoce. En realidad se necesitaría muy poco para eso, solamente unas familias valientes que aman a sus hijos. Pero parece que no hay muchas de esas…

Cursos electivos

En nuestro programa, la última parte de cada mañana es dedicada a los cursos electivos. Como el año pasado, también este año el curso favorito de los niños era el curso de cocina. Descubrimos que esto tiene una causa curiosa: no es que les gustaría tanto cocinar, pero les gusta mucho almorzar juntos. La mayoría de ellos ni siquiera conocen las comidas juntos en sus familias: En sus casas, cada uno come cuando quiere, o los padres no están en casa y dejan una comida para que los niños la calienten, o los mandan al restaurante. Así que les hace falta un elemento esencial de lo que constituye una verdadera familia. Nos entristece mucho observar esto, porque si las familias se están deshaciendo, dentro de poco se destruirá la sociedad entera.
En este contexto, mi hijo mencionó una noticia que había leído: En una encuesta en Estados Unidos, los adolescentes dijeron que lo que ellos más desearían acerca de su familia, era que comieran juntos.

El segundo curso más elegido era el de crear dibujos animados. Esta fue una buena oportunidad para desarrollar la creatividad. Primero los niños pudieron observar diversas formas de crear dibujos animados: con dibujos en papel; armando figuras cortadas de papel, cartón, y otros materiales; con figuras de plastilina; o diseñándolas en la computadora. El material «plastilina» les gustó más. Ellos produjeron varios dibujos animados «mini» (de pocos segundos), y dos un poco más largos, incluso con sonido. Aquí se puede descargar uno de los que tienen sonido. Y aquí unas muestras de nuestro estudio – claro que no son hechos de manera profesional, pero demuestran la creatividad y el esmero de los niños:

arbol

pelota

puente

También pudimos hacer unos paseos interesantes. Algunas veces fuimos al campo para coleccionar flores, observar insectos, o practicar la orientación con mapa y brújula. Otros paseos nos llevaron a lugares de trabajo interesantes: una fábrica de textiles, y el taller de un peletero.

La indiferencia espiritual es preocupante.

Desafortunadamente observamos en los participantes de este año muy poca apertura para la fe cristiana. No que estuvieran rechazando directamente a Dios – simplemente eran indiferentes. A la mayoría les gusta escuchar historias bíblicas, y «teoréticamente» están de acuerdo con los mandamientos de Dios y con la necesidad de la salvación por medio de Jesucristo. Solamente parece que no ven ninguna necesidad de aplicar estas cosas a su propia vida. Tuvimos este año muy pocas conversaciones personales acerca de asuntos de la fe.
En nuestra sala se encuentra todo el tiempo un «buzón de preguntas» donde los alumnos pueden colocar de manera anónima las preguntas que no se atreven a hacer ante todos: preguntas acerca de problemas personales o familiares, acerca de la fe, acerca de la vida en general … Pero a diferencia de los años anteriores, este año el buzón se quedó vacío durante las vacaciones enteras.

Aun los adolescentes – se esperaría que en su etapa de vida se estuvieran ocupando de preguntas acerca del futuro, del sentido de la vida, de los valores, de sus metas personales, etc; pero ahora parece que lo único que les preocupa es poder pasar al siguiente grado escolar y más tarde poder estudiar una carrera académica – cualquier carrera, no importa cual, con tal que reciban un diploma al concluir.

(De paso sea dicho, observo esta misma actitud y esta misma indiferencia también dentro de las iglesias evangélicas.)

Esta situación me hace recordar fuertemente el análisis de Francis Schaeffer acerca de la sociedad estadounidense en los años setenta. Estas palabras me parecen hoy aun más acertadas que entonces, y también aquí en el Perú:

«Demasiado a menudo sucedía en los tempranos años sesenta, cuando un estudiante preguntaba a sus padres para qué debía estudiar, que los padres respondieron – no siempre explícitamente, pero siempre de manera clara -: «Porque en el promedio estadístico, un profesional universitario tiene un mayor sueldo.» – Y si el estudiante preguntaba para qué debía aspirar a un mayor sueldo, la respuesta era: «Para que más adelante puedas enviar a tus hijos a la universidad.» – Con esta clase de respuestas, ni el hombre ni el estudio tenía sentido alguno.
(…) Después de los tumultos de los años sesenta, mucha gente pensaba al inicio de los años setenta que los tiempos habían mejorado, porque las universidades se habían tranquilizado. Pero a mí me dio ganas de llorar. Aunque los jóvenes (los rebeldes de 1968) propusieron soluciones equivocadas, su análisis había sido correcto. Las cosas empeoraron mucho, ahora que muchos de ellos perdieron la esperanza y simplemente adoptaron los valores de sus padres: la paz personal y el bienestar personal. (…) En la revolución contra sus padres, los jóvenes habían caminado en círculo y habían regresado a su punto de partida, solamente en un nivel más bajo, pero con los mismos valores mediocres: su propia paz personal y su propio bienestar personal.»
(De: Francis Schaeffer, «¿Cómo viviremos entonces?»)

Schaeffer predice también las consecuencias sociales de una tal actitud: Se perderá la libertad. De hecho, esta predicción ya se ha cumplido en gran medida, aunque la mayoría de la gente ni siquiera se ha dado cuenta de ello:

«Estoy convencido de que la ‘mayoría silenciosa’, tanto jóvenes como ancianos, aceptarán la pérdida de sus libertades sin protestar, con tal que su estilo de vida personal no esté amenazado. A la mayoría les importa solamente su paz personal y su bienestar personal. Y los políticos saben que solamente tienen que prometer estas cosas para salir elegidos. Hoy en día, la política ya no trata de ideales. Los hombres y mujeres ya no se conmueven por los valores de la libertad y de la verdad. En cambio, los políticos intentan asegurarse de los votos de la gente, prometiéndoles el «postre» de «paz personal y bienestar personal». (En otras palabras, el «estado niñera» que se encarga de educar a todos, de cuidar la salud de todos, de proveer trabajo para todos, y de controlar todo, de manera que nadie necesita asumir responsabilidad por sí mismo.) Los políticos saben que no se levantará ninguna protesta contra ellos, mientras que la gente tenga estos valores, o por lo menos una ficción de ellos o una esperanza de alcanzarlos.»
(Schaeffer, op.cit.)

En nuestros programas vacacionales queremos mostrar a los niños que la vida no tiene por qué consistir en ser nada más que un «engranaje en la máquina». Queremos ayudarles a hacer decisiones correctas ante Dios (este era el tema general del «tiempo bíblico» durante las vacaciones de este año), y a no seguir la corriente de los tiempos sin cuestionar. Pero puede que pronto aun esto se considere «subversivo» o por lo menos «políticamente incorrecto» …

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Citas de «La educación prohibida»

En el artículo anterior presenté la película documental «La educación prohibida». A continuación una colección de citas de la película que me gustaría resaltar. Estas darán una pequeña idea del contenido:

«Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz. La gente educa para la competencia, y la competencia es el principio de cualquier guerra.»
(Pablo Lipnizky, Colombia)

«En teoría, todas las leyes de educación nos hablan de objetivos de desarrollo humano profundos: valores humanos, cooperación, comunidad, solidaridad, igualdad, libertad, paz, felicidad; son llenas de palabras hermosas. Pero la realidad es que la estructura básica del sistema promueve justamente los valores opuestos: la competencia, el individualismo, la discriminación, el acondicionamiento, la violencia emocional, el materialismo…»
(German Doin, Argentina)

«En Argentina, la inmensa mayoría de los niños dicen: Qué macana, hoy es lunes, tengo que ir otra vez a esa escuela. Pero este no es el peor de los datos: La inmensa mayoría de los docentes en Argentina dicen lo mismo.»
(Carlos Wernicke, Argentina)

«Es mucho más fácil decir: Ahora se callen, ahora abran el cuaderno, ahora agarren el lápiz rojo – lo cual es un adiestramiento canino. Esto no es educación.»
(Carlos Wernicke, Argentina)

«Nuestro problema para la comprensión de la escolarización obligatoria tiene su origen en un hecho inoportuno: el daño que hace desde una perspectiva humana, es un bien desde una perspectiva del sistema.»
(John Taylor Gatto, EEUU.)

«Observando como actúan los niños, descubrimos que usan todos los criterios de un investigador dotado, exactamente los mismos. Por supuesto que hay distintos niveles de complejidad; pero no hay niño que no sea sistemático en la observación. No hay niñita pequeña que no esté observando, que no esté generando experimentos. Si siguen haciéndolo, mañana van a ser científicos, mañana van a ser artistas. Hay que dejarlos.»
(Dr. Carlos Calvo Muñoz, Chile)

«(En la escuela) desvirtuamos el proceso educativo, que es el descubrimiento, no el aprendizaje, de las verdades.»
(Dr. Carlos Calvo Muñoz, Chile)

«A todo nivel, el ser humano aprende lo que hace. Tiene que esforzarse para aprender lo que no hace.»
(Carlos Wernicke, Argentina)

«Este niño habla demasiado, tendría que ser más silencioso. Este niño habla muy poco, tendría que ser más hablador. Este niño juega poco, tendría que jugar más. Este niño es muy movido, tendría que estarse más quieto. Haga lo que haga, parece que está mal. Tiene que acabar siendo el niño estándar que hace exactamente la mitad de todo.»
(Carlos González, pediatra, España)

«Una de dos: O los niños ahora son mucho más hiperactivos que antes – cosa que me cuesta creer, pero entonces tendríamos que preguntarnos cuál es la causa de este problema y qué hemos hecho para que los niños estén así. O los niños son igual que antes, y entonces ¿qué hemos hecho para que ya no los aguantamos?»
(Carlos González, España)

«La escuela tiene que ser un banco de experimentación, una apertura de posibilidades totales.»
(Helen Flix, España)

«Uno no puede aprender libertad en teoría, y después cuando uno sale de la escuela, ser libre. Los chicos tienen que ser libres en la escuela.»
(Ginés Del Castillo, Argentina) – yo añado: «… o ser libres de la escuela».

«No podemos pretender que un joven pueda tomar decisiones conscientes sobre su vida, su entorno, su país, si siempre decidimos por él cómo debe ir vestido a la escuela, qué debe aprender, o qué hacer en su vida.»
(German Doin, Argentina)

«No se puede dar lo que uno no tiene. O sea, todo lo que se enseña, debe tener el aval de la propia experiencia, de la propia vida.»
(Fernán Melledas, Argentina)

«Los que están enseñando, vienen de un sistema de educación represiva. Por lo tanto, los maestros que enseñan, no saben cómo gestionar sus propias emociones. Por lo tanto, no pueden enseñarlas. (…) Si realmente en la educación no eres feliz, no estás educando.»
(Sergi Torres, España)

«Tienes que hacer un trabajo interior muy profundo de sensibilidad, de conciencia, de armonía, de alegría, para atreverte a llamarte maestro.»
(Gabriela Obregón Gutiérrez, México)

«Cuando estás realmente conectado con los chicos, sales de las clases como rejuvenecido, lejos de irse de la escuela cansado, te vas con un montón de energía (…) Yo pienso que ser maestro es un privilegio en esta vida (…) sales transformado. Tienes que estar muy, muy ciego para no aprovechar de esta oportunidad de crecimiento…»
(Sandra Majluf, Argentina)

«Parece que los padres piensan que criar a un hijo es una actividad profesional. Es decir, que yo para criar a mi propio hijo debería estudiar, debería esforzarme, y como al fin y al cabo probablemente no lo acabo de hacer bien, por mucho que me esfuerce, pues lo mejor es que directamente deje al niño a un profesional, a un pedagogo, un pediatra, un psicólogo, que ellos sí saben de cuidar hijos. Y no es así. Los únicos que pueden criar bien a los hijos, son los padres.»
(Carlos González, pediatra, España)

«Cuando un niño vuelve de la escuela a casa, la pregunta que los padres hacen: ¿Qué hiciste?, y ¿cómo te fue?, y ¿qué aprendiste? – Pero la pregunta que normalmente nunca hacemos, es: ¿y cómo te sentiste hoy en la escuela?»
(Miguel Angel Domínguez, Uruguay)

«Creo en que las mamás y los papás estamos volviendo a ser los educadores que fuimos en algún momento, más allá de ir y botar a tu hijo en algún lugar donde parece que lo van a educar, estamos diciendo: No, momento, esto no lo acepto; y creo que lo demás tiene que surgir de allí.»
(Gabriela Obregón Gutiérrez, México)

«Hay una sola cosa que realmente es importante, y es – el amor. Si queremos una sociedad diferente, lo único que realmente tenemos que hacer es amar a los niños, para que ellos aprendan a amar a otros. Los conocimientos van a venir solos.»
(Pablo Lipnizky, Colombia)

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