Educación cristiana alternativa

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Recomendado: Simposios acerca de la educación en el hogar

Un grupo cristiano en Argentina ha organizado dos simposios acerca de la educación en el hogar, donde unas familias educadoras experimentadas compartieron su perspectiva, sus principios y sus testimonios. Publicaron las grabaciones de estos simposios (inclusive unos videos) en su página web http://haciendodiscipulos.com.ar/. ¡Muy interesante!

A continuación doy los enlaces directos a los archivos de audio, con una descripción abreviada tomada de su página web:

Había Una Vez Una Familia, Daniel Baker.
«Lo que hoy llamamos «familia» se ha transformado en un concepto indefinido, inpreciso, ya que en la historia reciente del mundo la familia dejó de ser lo que era. (…) Un llamado a volver nuestros corazones hacia nuestros hijos.»

Entendiendo Los Tiempos En Los Que Vivimos, Daniel Divano.
«(…) Daniel, partiendo de las Escrituras, coloca a la escuela en esta perspectiva, mostrándonos de qué manera se ha transformado en uno de las principales amenazas a la fe y moral, y hace un llamado a reflexionar y pensar «fuera de la caja» en medio de una sociedad que parece ir ciega hacia la perdición.»

El Tren Bala, Daniel Baker.
«Todas las mañanas de Lunes a Viernes, (…) desde que un niño cumple seis años (aunque ahora comienzan con unos pocos meses de vida), durante sus mejores 12 años, hasta que el niño se ha vuelto un joven de 18 años, por casa pasa un tren que viene a llevarse a nuestros hijos. No conocemos quién lo maneja, ni quienes van en él. (…) Tampoco sabemos adónde va, porque hemos confiado ciegamente en sus desconocidos conductores.»

El Currículum de Dios, Daniel Baker.
«(…) Dios nos dejó un mandato claro y preciso; un currículum y metas claras para la crianza de nuestros hijos, que, honestamente, hemos dejado en tercer plano. Si no cambiamos nuestra rutina no cambiará nuestro fruto, y Dios no tendrá en nuestros hijos lo que se propuso al crearlos.»

El Testimonio de la Familia Kerr, Cristian y Silvina Kerr.
«Pensar en un mundo y hogar sin escuela, es casi inconcebible. ¿Cómo se hace con el trabajo?, ¿Quién da las clases? ¿Cómo es la agenda de un hogar que no manda sus hijos a la la escuela? ¿Qué resultados académicos se obtienen? ¿Qué material de estudio se da? ¿Cuál es el plan de estudio? ¿Qué hacen los chicos todo el día? ¿Cómo se sociabilizan? Estas y muchas otras preguntas son respondidas con mucha claridad por un matrimonio que tiene 8 años de experiencia criando y educando en casa a sus 4 hijos, y que han realizado múltiples entrevistas en diarios y televisión.»

Volviendo Nuestros Corazones Hacia Nuestros Hijos, Daniel Baker
«Malaquías indica que el advenimiento del Nuevo Pacto traería una característica destacable: El corazón de los padres se volvería a sus hijos. Los hijos hoy tienen su corazón en otras cosas, y para que ellos se vuelvan a sus padres es necesario que primeramente nosotros nos volvamos a ellos.»

La Mujer y Sus Hijos, Daniel Divano.
«El hijo consentido avergonzará a su madre» dice Proverbios, pues la mujer, tradicionalmente, era la responsable del carácter y la enseñanza a sus hijos. Según era el comportamiento y fruto de los hijos, ella era alabada o avergonzada frente a otros. Hoy la mujer ha tercerizado su rol, y precisa volver a asumir de todo corazón su misión de madre.»

Preguntas y Respuestas, Matrimonios Kerr y Baker.

Nuestro Propósito y Nuestra Estrategia de Educación, Daniel Baker.
«Nuestro claro propósito y objetivos de formación para nuestros hijos nos exigen evaluar qué alternativas tenemos para enseñarles lo académico. (…) Educar a nuestros hijos implica mucho más que lo académico, pero el enfoque actual monopoliza la atención en esto solamente, inhibiendo la formación del carácter, lo cual es el factor determinante en el éxito o fracaso espiritual, moral y aun profesional.»

No Améis Al Mundo, Daniel Divano.
«La Iglesia y las familias de discípulos que la conforman, precisan comprender los efectos indelebles que la sociedad está dejando en nuestros hijos. (…) Mientras sea la sociedad, y no nuestros hogares, la mayor influencia que reciben nuestros hijos, estaremos renunciando a nuestro rol de padres ante Dios y dejando de lado la instrucción que Dios nos dejó. Un recorrido por las Escrituras que abrirá la mente de muchos.»

Consejos Prácticos Para Hogares Que Educan, Cristian y Silvina Kerr.
«(…) En continuación con su presentación  en el simposio anterior, esta vez se enfocaron más en la predisposición de la mujer que educa en casa. Dan mucha importancia a la actitud y fe de los padres a la hora de emprender la enseñanza en casa, poniendo las dificultades en el contexto de objetivos y esperanzas gloriosas.»

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Convenios entre colegios y familias educadoras: Cómo podrían funcionar – y cómo no.

Con el crecimiento actual de la educación en casa también en Latinoamérica, diversas familias se estarán planteando la pregunta de cómo acreditarán los estudios de sus hijos si los educan en casa. Puede parecer ventajoso que una escuela o un colegio esté dispuesto a matricular a sus hijos y a certificar sus aprendizajes. Especialmente en países donde existe un vacío legal en cuanto a la educación en casa, y por tanto las autoridades – o unas personas mal intencionadas – podrían cuestionar este modelo educativo.

Algunas familias optan por matricular a sus hijos directamente en un programa de educación a distancia. Así se ahorran el trabajo de preparar materiales y proyectos educativos para sus hijos. Pero al mismo tiempo renuncian al privilegio de dirigir el aprendizaje de sus hijos, o – lo que me parece aun más importante – de darles libertades en cuanto al qué, cómo y cuándo quieren aprender. Los programas de educación a distancia tienen normalmente currículos y cronogramas fijos, preprogramados, igual como las escuelas presenciales. Por eso, nosotros nunca los hemos considerado como una alternativa válida, por lo menos no para alumnos de primaria. Una de nuestras razones más importantes por educar a nuestros hijos en casa, es que los currículos escolares pasan por alto el desarrollo individual y las necesidades individuales del niño. En muchos casos exigen de los niños conocimientos y capacidades demasiado avanzados para su nivel de desarrollo. Entonces los niños, en vez de aprender algo, solamente se confunden. Deseamos que nuestros hijos tuvieran la libertad de aprender a su paso, de acuerdo a su nivel de comprensión, y motivados por sus propios intereses.
Leí también acerca de varias otras familias educadoras, que generalmente se inician usando algún material o currículo fijo, intentando llevar una «escuela» en su hogar; pero que con el tiempo se dan cuenta de que éste no es el método más apropiado para sus hijos, y entonces se atreven a usar métodos más flexibles, más libres y más prácticos.
Pero si una familia tiene efectivamente esta intención, de llevar una «escuela» en su casa igual como las escuelas existentes, entonces la inscripción en un programa a distancia es por supuesto el camino más lógico.

Cuando nuestro hijo mayor llegó a la edad de entrar al primer grado, y demostró también las habilidades intelectuales correspondientes, entramos en un acuerdo con una escuela privada, de que lo iban a matricular y tomarle exámenes dos veces al año para certificar sus conocimientos, mientras nosotros lo educábamos en casa. Este era un acuerdo un poco más flexible que un programa a distancia; pero aun así resultó no apropiado para nuestro hijo. La escuela, aunque era una escuela privada y cristiana, no se distinguía mucho de las escuelas estatales en sus políticas y métodos. Solamente que, como muchas escuelas privadas, tenían la ambición de ser «más avanzados», o sea, adelantaron en su primer grado muchos contenidos que corresponden a niveles posteriores. Esto nos impuso una carga demasiado pesada y a menudo desanimaba a nuestro hijo. En la primera mitad del año dio sus exámenes bien, y puesto que la escuela tenía clases pequeñas, disfrutaba también de los tiempos con los otros niños de la escuela. Pero después aumentaron los problemas: El siempre escribía con letras bastante grandes, porque su motricidad todavía no era lo suficientemente desarrollada para escribir letras pequeñas. Pero en la segunda mitad del año, la profesora dijo que ya no le iban a permitir eso, y que tenía que escribir con letras pequeñas. Después de eso, él se quejaba cada vez de que le dolía la mano al escribir, y quedó tan desanimado que durante dos meses ya no quiso escribir nada. Además, al fin del año lo calificaron desaprobado en matemática. No porque hubiera calculado mal; solamente porque había escrito los resultados afuera de los espacios provistos, y porque había resuelto algunos problemas según su propio procedimiento original, en vez de usar el procedimiento prescrito por la escuela. Por eso le exigieron asistir a clases de refuerzo en las vacaciones. (Cuando después nos afiliamos a la Fundación Moore, le atestiguaron una inteligencia matemática por encima del promedio.)

Concluimos entonces que esa escuela no era apropiada para la educación de nuestros hijos, y buscamos alternativas. Encontramos que la Fundación Moore – una organización que asesora a familias educadoras en los Estados Unidos – tenía un programa en español, y nos afiliamos allí. Aunque esto no nos brindó ningún reconocimiento oficial (a lo máximo nuestros hijos hubieron sido considerados como si hubieran cursado estudios en el extranjero), pero recibimos un asesoramiento muy valioso acerca de los mejores métodos de educación en casa, por una organización especializada en este tema. – Desafortunamente, este programa se cerró hace unos años, por falta de familias interesadas.
En particular, ellos nos animaron a no preocuparnos tanto por si nuestros hijos estaban «cumpliendo con el currículo», y a confiar más en su desarrollo natural y en su propia motivación para aprender. A lo largo, esto resultó ser un muy buen consejo. Dimos a nuestros hijos mucha libertad para aprender las cosas que a ellos les interesaban. Efectivamente, encontramos que necesitamos una sola «hora académica» al día para enseñanzas sistemáticas de matemática, ortografía, gramática, etc. El resto del tiempo, nuestros hijos se ocuparon por sí mismos con lecturas o proyectos prácticos, o los involucramos en nuestros propios trabajos dentro y fuera del hogar. Con esto, durante sus años de primaria probablemente hubieran sido considerados como «atrasados» si hubieran sido evaluados por una escuela tradicional según el currículo estatal. Pero lo que aprendieron, lo aprendieron a fondo y con motivación propia, porque los contenidos les interesaban y eran de acuerdo a su nivel de comprensión. Entonces, al entrar a la adolescencia, su aprendizaje literalmente se disparó, de manera que ahora están «adelantados» en la mayoría de las materias. Nuestro hijo mayor ya está ayudando a alumnos mayores que él con sus tareas de matemática.

Con eso ya no nos preocupamos mucho por certificados de estudios. Pudimos comprobar que nuestros hijos son capaces de adquirir cualquier conocimiento que necesitan. Entonces se les presentarán también oportunidades para demostrarlo. En los Estados Unidos, hace unas décadas, fue una gran novedad cuando unos estudiantes educados en casa se presentaron a la universidad. Aprobaron los exámenes de admisión sin problemas, pero no tenían certificados de estudios. Entonces sugirieron a los encargados del proceso de admisión, que en lugar de certificados podrían entregar un portafolio de sus trabajos realizados durante su educación en casa, como prueba de lo que habían estudiado: Trabajos escritos de investigación; resúmenes de libros que habían leído; composiciones y ensayos; obras de arte; etc. Varias universidades aceptaron esta propuesta, y con el tiempo se dieron cuenta de que los estudiantes educados en casa generalmente demostraron mejores cualidades de aprendizaje que los estudiantes que venían de una escuela. En consecuencia, la mayoría de las universidades en los Estados Unidos introdujeron la «admisión por portafolio» como una alternativa oficial para estudiantes que no tienen certificados de estudios previos.

Por mientras nos enteramos de que en el Perú existen dos caminos oficiales como un alumno que nunca asistió a la escuela, puede obtener un certificado de estudio:
1. Para sus últimos años escolares puede matricularse en un colegio no escolarizado o a distancia. Se le aplica una «prueba de ubicación», y entonces puede comenzar sus estudios en el grado que corresponde a sus conocimientos. (Ley General de Educación, Art.26 y 37; Directiva No.004-VMGP-2005, Art.5.15.)
2. Puede solicitar la convalidación de estudios independientes; entonces dará un examen en un colegio autorizado para este tipo de evaluación, y tiene derecho a un certificado de estudios de acuerdo a sus conocimientos. (Ley General de Educación, Art.26.a; Directiva No.004-VMGP-2005, Art.5.13.)

En Colombia existe esta misma posibilidad del examen de validación, lo cual significa un reconocimiento oficial de la educación en casa, como declaró una representante del ministerio de educación colombiano:

«… La alternativa de una educación sin escuela, no corresponde a una opción de mayorías tanto en Colombia, como en el mundo; y por ello no está legislada por el MEN de manera explícita; y esto es entendible, porque las políticas públicas por su misma naturaleza, están diseñadas y tienden a ocuparse de las mayorías.
No obstante, como las leyes claramente responsabilizan de manera primaria a los padres de la educación de sus hijos, y en la autonomía que tienen éstos para velar y proteger los derechos de éstos, pueden escoger si envían o no a sus hijos a las instituciones educativas, la educación sin escuela puede ser una opción posible, siempre y cuando los papás garanticen al Estado que los niños están recibiendo una educación de calidad.
¿Y a través de qué mecanismos pueden llevarse a cabo estas opciones?, mediante los exámenes de validación que los niños y jóvenes pueden realizar. La normatividad (exactamente el decreto 2832 de 2005) contempla que cualquier niño o joven puede demostrar que ha logrado los conocimientos, habilidades y destrezas en cada una de las áreas obligatorias y fundamentales establecidas para los grados de la educación básica y media académica, validando sus estudios mediante evaluaciones o actividades académicas de manera gratuita, en establecimientos educativos que cumplan con los requisitos legales (…)»
(Heublyn Castro Valderrama, Subdirectora de Referentes y Evaluación de la Calidad Educativa, Ministerio de Educación Nacional de Colombia.
Ponencia en el congreso «Educación sin Escuela (ESE), Autoaprendizaje Colaborativo (AC) y Educación en
Familia (EF)», 2009-2010, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.
Los textos completos de dicho congreso están publicados en http://www.slideshare.net/educacionsinescuela/un-mundo-por-aprender.)

Nos enteramos también de que existe un pequeño puñado de escuelas alternativas que no imponen un currículo rígido, sino que permiten a los alumnos avanzar a su paso individual, y les dan también ciertas libertades al escoger proyectos según sus propios intereses, de una manera parecida a lo que sugieren los Moore. Algunas de estas escuelas alternativas pueden estar en la disposición de matricular también a niños educados en casa. Si una familia educadora desea entrar en un convenio con una escuela para que reconozca los estudios de sus hijos, opino que una tal escuela alternativa sería una mejor opción que una escuela tradicional. Aunque desde nuestra perspectiva cristiana estamos un poco incómodos con las tendencias hacia el esoterismo que existen en muchas de estas escuelas (Montessori, Waldorf, etc); pero en lo pedagógico son las más afines a una buena educación en casa. Estas escuelas alternativas, por lo general, comprenden mejor el desarrollo del niño y sus necesidades educativas, inclusive la necesidad de libertad en cuanto al «currículo personal» de cada niño. Y si se trata solamente de avalar los estudios de niños educados en casa, donde los padres siguen siendo los responsables de la educación, pienso que un convenio es posible aun teniendo convicciones religiosas distintas. Nos agradaría si existiera alguna escuela cristiana que tuviera esta misma comprensión, pero desafortunadamente hasta ahora todavía no encontramos a ninguna.

Aun mejor sería si una escuela podría oficialmente ofrecer cobertura y asesoramiento para la educación en casa, como lo hace la «Fundación Moore». Pero como asesores deberían fungir padres educadores con suficiente experiencia en la educación de sus propios hijos. Un profesor de una escuela, que conoce este modelo educativo solamente en la teoría, no va a poder brindar un asesoramiento y una evaluación adecuados. Los Moore cuentan que en su experiencia, los profesores de profesión son normalmente los que más dificultan en comprender e implementar la educación en casa: «¡Ellos necesitan desaprender tantas cosas!»

Parece que las escuelas alternativas hacen la misma experiencia, de que los profesores profesionales tienen poco entendimiento de lo que es una educación de acuerdo al desarrollo natural y las necesidades del niño. Por eso, algunas de estas escuelas prefieren contratar a profesores que no tienen título de profesor, pero que tienen experiencia educativa práctica y comprensión por los niños. A lo largo de mis propias investigaciones descubrí que muchos elementos del sistema escolar, tales como la separación de los niños por grados, los currículos normados, y las calificaciones con exámenes y notas, no se fundamentan en ningún principio pedagógico. Se fundamentan únicamente en la necesidad burocrática de «administrar» de manera eficaz a un gran número de niños en instituciones masificadas. Pero como familias no tenemos estas necesidades administrativas, y por tanto podemos prescindir de métodos que solamente sirven a estas necesidades.

Por tanto pienso que un convenio entre una escuela y una familia educadora no puede funcionar bien si la escuela se basa en un modelo tradicional, y si sus profesores creen que ellos son «los expertos» en educación. Como mínimo, los profesores tendrían que reconocer que ellos son expertos solamente en la educación escolarizada, pero que la educación en casa es un modelo muy distinto, igualmente válido, y donde los profesores no son expertos. Para que esto pueda suceder, hará falta mucho diálogo. – Por el otro lado, las escuelas alternativas tendrán probablemente menos dificultades en comprender la educación en casa. Y quien sabe, si quizás podrían también asumir un rol de «mediadores» en el diálogo entre familias educadoras y escuelas tradicionales.

Otra alternativa que podría ser interesante en el futuro, son los cursos por internet. Plataformas como «Coursera» o «Udacity» están actualmente experimentando con cursos masivos que ofrecen el mismo nivel académico como los cursos presenciales en las universidades respectivas. La mayoría de estos cursos todavía no tienen reconocimiento oficial, y están limitados al nivel de la educación superior. Pero es bien posible que en el futuro, tales cursos podrían remplazar gran parte de los estudios presenciales. Y para familias educadoras que cultivan en sus hijos el aprendizaje activo e independiente, lo mismo podría funcionar al nivel de la educación media (secundaria). Esta no es una «educación a distiancia» con currículos y cronogramas rígidos, porque el estudiante puede escoger los cursos que desea llevar, según sus intereses y necesidades, según su nivel de comprensión, y según el tiempo que dispone. Entonces, un estudiante educado en casa podría fácilmente seguir estudiando de la manera acostumbrada desde niño, haciendo uso de estas oportunidades por internet.

 

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Nuevos e-libros: Pedagogía cristiana alternativa; educación en casa

Hay dos nuevos e-libros disponibles en este blog:

El Manifiesto pedagógico cristiano alternativo es una descripción sistemática del programa en el cual se basa este blog. Como familia deseamos entrar en contacto con cristianos nacidos de nuevo que estén del mismo sentir, para intercambiar ideas, animarnos mutuamente, y donde fuera posible también llegar a una colaboración práctica. Por favor lea este Manifiesto, y si usted desea implementar lo descrito allí, escríbanos.

Manifiesto Pedagógico Cristiano Alternativo (Versión abreviada, PDF 52 páginas)

Manifiesto Pedagógico Cristiano Alternativo (Versión completa, PDF 180 páginas)


Más y más familias están descubriendo la educación en casa como una alternativa emocionante y liberadora para la educación de sus hijos. Donde se implementa de una buena manera, este modelo educativo combina de manera ideal las necesidades de los niños con el mandato bíblico a los padres, de educar y enseñar a sus hijos.

En los Estados Unidos se estima que más de tres millones de niños en edad escolar están siendo educados en su hogar y no asisten a ninguna escuela. Se encontró que académicamente, los estudiantes educados en casa rinden en promedio mucho mejor que los que estudiaron en una escuela. Y no solo esto: también demostraron ser más sociables, y emocionalmente más estables.

También en otros países, la educación en familia está alzando vuelo – incluso en América Latina, aunque con unos años de retraso. Existen asociaciones de familias educadoras en México, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, y posiblemente en otros países más.

¿Por qué deciden más y más padres educar a sus hijos en su propia familia? ¿Cómo es posible brindar a los hijos una educación de igual o mejor calidad que en una escuela? ¿Puede esto ser una alternativa para mí? Si deseo educar a mis hijos en el hogar, ¿cómo puedo comenzar?

A estas y otras preguntas desea responder este escrito de manera breve.

Educación en casa: una alternativa educativa para familias dedicadas (PDF, 24 páginas)

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Niños educados en casa se convierten en aprendedores independientes

Esta es hasta ahora la experiencia más grata en la educación de nuestros hijos: Al entrar a la adolescencia, ellos se volvieron cada día más independientes en su aprendizaje. Raras veces necesitan que papá o mamá les den libros acerca de los temas que estudian, o que les demos tareas específicas a cumplir. Ellos ahora ya saben encontrar las informaciones por sí mismos, y poco a poco están aprendiendo también a trazarse sus propias metas, y a ser responsables en cumplirlas. En breve: Están creciendo en su capacidad de gestionar su aprendizaje ellos mismos.

En el mundo del futuro cercano, esta capacidad de auto-aprendizaje tendrá una importancia creciente. Muchas instituciones de educación superior están actualmente experimentando con diversas formas de aprendizaje virtual por internet. Se ha reconocido que este nuevo modelo podrá facilitar una buena educación superior a muchas personas que hasta ahora no tenían acceso a ella por razones económicas o geográficas, por lo cual no pueden asistir a una universidad. Ahora se está desarrollando la posibilidad de llevar cursos a un nivel universitario por internet, sin tener que asistir físicamente a una universidad. Hay solamente un problema: Para participar exitosamente en un tal curso, uno tiene que estar acostumbrado a aprender de manera activa e independiente. Y esta es una cualidad que no se fomenta en el sistema escolar dominante.

Uno de los pioneros de las nuevas formas de aprendizaje virtual, el matemático Keith Devlin de la universidad de Stanford, escribe al respecto en su blog:

«Parece que muchos perciben la educación como algo que otras personas les hacen a ellos; otras personas que tienen control sobre ellos. Esto es completamente equivocado, y es lo contrario de lo que uno encontrará en una buena universidad. (…) ‘Aprender’ es un verbo activo. El enfoque debe estar en crear un ambiente donde el estudiante puede aprender, quiere aprender, y puede obtener el apoyo que necesita para ello. No existe otro camino; y cualquiera que pretende poder hacer algo más que ayudarte a aprender, está solamente intentando sacar dinero de ti.

Segundo, hay una idea común de que la educación consista más que todo en conseguir buenas notas en los exámenes – generalmente mediante los medios más eficaces (lo que significa obviar el verdadero aprendizaje). (…)

El ingrediente esencial para beneficiarse de la gran oportunidad que ofrecen los cursos por internet, es saber cómo aprender. Esta debería ser la capacidad más importante que los estudiantes adquieren en su educación básica. Desafortunadamente, con el sistema actual que gira alrededor del «ser enseñado» y «ser examinado», solamente muy pocos estudiantes emergen con esta capacidad tan importante; y los pocos que la adquieren, normalmente dicen que lo lograron a pesar de su educación escolar.»

(Keith Devlin en http://mooctalk.org.)

Las grandes tendencias en la educación – sobre todo en la educación superior – van claramente hacia el aprendizaje autogestionado, activo e independiente. Y la educación en casa brinda las mejores posibilidades para adquirir estas capacidades.

Efectivamente, este año nuestro hijo mayor ha completado exitosamente su primer MOOC (curso abierto masivo por internet) – en inglés. Fue acerca de un tema del cual nosotros como padres sabemos muy poco, así que no pudimos ayudarle mucho. Y nuestro hijo tenía solamente dos años de aprender inglés; pero en esos dos años había aprendido más de lo que los alumnos de secundaria aprenden en cinco años de colegio. Es que él lo hizo por interés propio. Su deseo de aprender inglés despertó cuando él empezó a usar unos programas de computadora cuya documentación existía solamente en inglés. Entonces empezó a aprender para poder comprender los manuales. Cuando empezamos a darle unas clases formales, nos dimos con la sorpresa de que él ya conocía casi todas las palabras; solamente le faltaba aprender la pronunciación y mejorar su gramática.

Ahora, esta capacidad del auto-aprendizaje no cae así no más del cielo. Es el fruto de un método educativo que desde el inicio valora la actividad propia del niño, y sus propios intereses, en vez de imponerle lecciones y contenidos. Un niño que es sometido bajo un currículo rígido y exámenes normados, se vuelve dependiente. Pierde su creatividad y su curiosidad natural; ya no le interesa aprender; solamente le interesa pasar los exámenes. No averigua nada por sí mismo, porque está acostumbrado a absorber pasivamente los trozos de conocimiento que el profesor le pone delante.

No es entonces simplemente la educación «en casa» la que produce aprendedores independientes. Una familia que educa a sus hijos según un currículo inflexible, preprogramado, aunque sea «en casa», reproducirá en su propio hogar muchos de los problemas del sistema escolar. En cambio, los modelos educativos que nos inspiran (más notablemente la «Fórmula Moore» y la «escuela activa»), permiten al niño avanzar a su propio paso y según sus propios intereses. Esto podría realizarse incluso en una escuela (alternativa), con tal que la escuela encuentre una forma de permitir a cada niño que avance según su propio «currículo individual».

Por ejemplo, nunca hemos obligado a nuestros hijos a aprender a leer «porque a su edad deberían aprenderlo». En cambio, hemos observado atentamente su desarrollo; y cuando notamos las señales de que el cerebro de un niño había alcanzado la madurez necesaria para aprender a leer, entonces se lo enseñamos. Cuando se espera pacientemente hasta ese momento – que en algunos niños puede llegar recién a los ocho años o aun más tarde – , entonces los niños aprenden a leer sin dificultad dentro de dos a tres meses.
El resultado fue, en el caso de nuestros hijos, que se alegraron tanto de su nueva capacidad de leer, que enseguida leyeron todos los libros aptos para su edad que pudieron encontrar en nuestra casa, y pidieron más libros. Encontes buscamos y compramos más: Libros de cuentos; una Biblia infantil más amplia de la que ya tenían; libros sobre experimentos, trabajos manuales, plantas, animales, etc. Ya en la edad de primaria, nuestros hijos nos sorprendieron con conocimientos acerca de algunos temas (por ejemplo animales) que nosotros mismos no sabíamos, pero ellos lo habían aprendido de sus libros.
En triste contraste, observamos en los niños escolares que atendemos, que para ellos el leer es un deber impuesto que solamente les causa molestias; y casi nunca sacan un libro de la biblioteca por interés propio.

En la edad de primaria, como padres todavía nos tocó tomar la iniciativa en muchos proyectos educativos. Por ejemplo, animamos a nuestros hijos a observar la luna y las estrellas – lo que los incentivó a leer libros sobre astronomía. O después de un viaje, los animamos a buscar en el mapa los lugares por donde habíamos pasado, y a medir las distancias. Pero ellos pronto comenzaron a encontrar y sugerir sus propios proyectos. Por ejemplo, alrededor de los once años dijeron que querían hacer experimentos químicos. Entonces empezamos a leer sobre el tema, conseguimos unos tubos de ensayo, un mechero, unos guantes y lentes de protección, y unas sustancias químicas. Hicimos experimentos y anotamos nuestras experiencias. En el transcurso de este proyecto (que duró varios meses), nuestros hijos aprendieron la mitad de los conceptos químicos que los alumnos de secundaria aprenden varios años más tarde.
El lector atento se habrá dado cuenta de que nosotros mismos, los padres, también tuvimos que aprender mucho en estos proyectos. Si queremos que nuestros hijos sean aprendedores, nosotros mismos también tenemos que ser aprendedores. Como en todas las áreas de la vida, nuestro propio ejemplo es decisivo.

Entonces, nuestro currículo no está definido por lo que unos funcionarios piensan que se debería aprender a una edad determinada. Es que cada niño es diferente, tiene intereses distintos y un ritmo de desarrollo distinto. Por eso, nuestro currículo está definido por los intereses y el desarrollo individual de cada niño. Esto significa que en algunas áreas de su interés están muy «adelantados» en comparación con el currículo escolar, mientras en otras áreas están «atrasados» – o sea, simplemente no invirtieron mucho tiempo en aprenderlas porque no les interesaba. ¿Es eso una desventaja? No lo creo. No es posible saber «todo». Cada persona tiene que elegir entre todos los saberes posibles, aquellos que quiere aprender. Si quiere ser ingeniero, ¿para qué pasar tantos años estudiando historia? – Si quiere ser historiador, ¿para qué llenarse de trigonometría o de termodinámica? – Una característica importante del aprendedor independiente es que él sabe decidir cuáles conocimientos necesita adquirir para alcanzar sus metas. Y esta capacidad de decisión no se adquiere cuando todo el tiempo alguien decide por ti lo que debes aprender.

Uno podría objetar aquí que entonces un aprendedor independiente tendrá un conocimiento «incompleto». Pero lo mismo es cierto para los alumnos del sistema escolar. Pregunte a cualquier alumno promedio acerca de un tema que estudió hace medio año. Si no es un tema que le interesa mucho, recordará poco o nada. Pero a diferencia del aprendedor independiente, perdió mucho más tiempo estudiando esos temas, solamente para volver a olvidarlos después del examen.

La gran ventaja del aprendedor independiente es esta: Cuando tiene necesidad de ciertos conocimientos nuevos, los puede adquirir por sí mismo, con poca ayuda y en poco tiempo. Y esta capacidad tendrá cada vez más importancia en un mundo que avanza y cambia rápidamente.

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Dr. James Dobson acerca de la educación en el hogar («homeschooling»)

Lo siguiente es un extracto de una entrevista radial con el psicólogo cristiano Dr.James Dobson, basada en su libro «Solid Answers» y difundida en su programa «Enfoque a la familia» hace muchos años. Lo reproduzco aquí porque la opinión del Dr.Dobson es de bastante peso en los círculos evangélicos.


– Pasaremos ahora al asunto de la educación escolar en casa («homeschooling»).

Dr.Dobson: Esta es un área donde mi opinión ha cambiado mucho últimamente. Había un tiempo cuando yo afirmaba que una educación formal en la niñez temprana era absolutamente esencial para el bienestar intelectual de un niño. Esto me enseñaban en la universidad, y casi todas las personas involucradas en educación lo creían en las décadas de los 60 y 70. Pero ya no acepto esta idea y estoy ahora a favor de que los padres enseñen a sus hijos en casa durante un tiempo prolongado. Era el Dr.Raymond Moore que tenía una gran influencia en mí; él era uno de los primeros invitados en «Focus on the Family». Vino por primera vez en 1979; él también tiene un doctorado en desarrollo infantil. Hablamos esa vez sobre su libro «School can wait» (La escuela puede esperar), donde él recomienda mantener a los niños fuera de las estructuras formales académicas hasta que tengan más madurez. El habla también sobre la educación escolar en casa y sus implicaciones. Era una idea que yo nunca antes había escuchado, aunque es algo que ya existe desde siglos; en los años pioneros de los Estados Unidos todos los niños fueron educados en casa y sin embargo el índice de alfabetización era más de 90%. Yo no estaba preparado para la avalancha de cartas que recibimos en respuesta. Las investigaciones que se hicieron desde entonces confirman las ideas del Dr.Moore. Si esperamos más tiempo hasta poner a los niños a la escuela, ellos no solamente se benefician emocionalmente por tener más tiempo para madurar, sino también su progreso académico es mayor. Si tomamos a un niño de 8, 9 ó 10 años que se quedó en casa, y lo ponemos dentro del sistema escolar con niños de la misma edad, ellos normalmente los alcanzan e incluso los sobrepasan académicamente dentro de pocos meses. Además tienen más seguridad interior y confianza en sí mismos.
Si mi esposa y yo pudiéramos empezar de nuevo, también enseñaríamos a nuestros hijos en casa. Shirley es profesora y entonces no hubiera problema, pero no es necesario ser profesor para ello.

– Los padres tienen muchas preocupaciones acerca de este concepto; una de ellas se encuentra en esta pregunta: ¿No piensa Ud. que la enseñanza en casa atrasa la socialización? Yo no quiero que mis niños se desarrollen para ser personas que no encajan en la sociedad.

Dr.Dobson: Esta pregunta se utiliza constantemente para abatir a los padres que enseñan a sus hijos en casa. Uno tiene la idea que la enseñanza en casa aísla al niño. Yo les digo que no hay ninguna razón para preocuparse. Primero, retirar a un niño del salón de clases no significa limitarlo a la casa. Fuera del cerco de la escuela, las posibilidades son ilimitadas. Existen grupos de apoyo para padres que enseñan en casa; estos grupos están surgiendo en comunidad tras comunidad. Algunos son bien organizados: ofrecen excursiones educativas y cooperación en la enseñanza y asesoramiento y actividades sociales y muchos otros recursos. Existen orquestas y clubes deportivos para niños que estudian en casa. Incluso si Ud. está obrando completamente por su propia cuenta, se puede llevar a los niños al museo, al parque, a granjas y fábricas y hospitales y organizaciones gubernamentales y a «Enfoque en la familia» (¿por qué no?). Pueden acompañar a papá a su oficina para conocer su trabajo, pueden participar en grupos de la iglesia, pueden invitar a sus amigos y familiares y organizar fiestas para niños. ¡No significa de ninguna manera encerrar a los niños entre cuatro paredes!

Otro aspecto es que la enseñanza en casa protege al niño contra el tipo equivocado de socialización. Cuando los niños se juntan en grupos grandes, muy rápidamente los más fuertes y más agresivos intimidan a los débiles y vulnerables. Estamos hablando de niños de seis o siete años. Cosas terribles suceden con niños que son inmaduros o que de alguna manera son diferentes de sus compañeros, si se encuentran de repente abandonados en medio de este mundo muy competitivo de otros niños. Si esto sucede en el jardín o primer grado, los niños aprenden a tener miedo a sus compañeros y se vuelven dependientes de ellos. Este comportamiento les perseguirá hasta la adolescencia. Imagínese a esa niñita tímida que no tiene ninguna idea acerca de la vida o de cómo enfrentarse con algo que hace miedo, echada a ese mundo donde la ley es: «Sepa nadar o húndete.» Estos niños se vuelven más vulnerables por los empujones y patadas constantes que reciben en una edad demasiado temprana. Las investigaciones muestran que se puede mantener a estos niños tiernos en casa durante algunos años más y así protegerlos contra este tipo de presión social inapropiada; y si uno hace esto, los niños se vuelven más fuertes, más independientes, y en muchos casos surgen como líderes tres o cuatro años más tarde.

Las estadísticas sobre las calificaciones de niños enseñados en casa son impresionantes. Todos alcanzaron una educación superior; se sabe de jóvenes de 16 años que ingresaron a la universidad y hacen un muy buen trabajo. Ninguna de las preocupaciones acerca de lo que podría suceder cuando estos niños entren a la secundaria se ha hecho verdad; al contrario. Tienen ventajas no solamente académicas sino también emocionales; sobre todo los niños vulnerables.

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James Dobson: Un padre mira atrás

Lo siguiente es una charla del psicólogo cristiano Dr.James Dobson, que fue difundida hace años en su programa radial «Enfoque a la familia». Sus pensamientos me parecen importantes, y por tanto deseo compartirlos también con los lectores de este blog.


Hace 7 años, mi esposa y yo estábamos involucrados en una serie de películas acerca de la familia. Entonces yo intenté hacer una decisión en el conflicto entre el ministerio de llevar un mensaje al mundo, y la necesidad de estar en casa con mi familia. Yo hice muchas diferentes cosas durante mi vida, pero creo que lo más sabio que jamás hice era quedarme en casa y ver cómo mis hijos crecieron. El día de hoy es como una celebración de esa decisión. Durante esos 7 años, no solamente tuve la oportunidad de pasar mucho tiempo con mis hijos, sino también tuve tiempo para reflexionar. Esta noche quisiera compartir con ustedes algunas de esas reflexiones que hice mientras yo pasaba por mis propios años de la mitad de la vida.

Tengo 48 años ahora. (Tendría 49, pero un año estuve enfermo. 🙂 ) Entonces tengo todo derecho de pasar por una crisis de la mitad de la vida. Un hombre en esta crisis se viste con una camisa de seda – no sé por qué, pero lo hace -, la desabrocha hasta su ombligo, y muestra mucho vello canoso que lo ha secado con secadora. También maneja carros rápidos. Esto ayuda en alguna manera, no sé por qué, pero necesita hacerlo. Probablemente está peleando con su esposa porque la edad de ella le hace recordar la suya, y esto le molesta. Dicen que una noche un hombre entró al dormitorio y vio como su esposa se frotaba la cara con una crema y la preguntó: «¿Para qué es esto?» – «Para las arrugas.» – «Parece que funciona, ya tienes un montón de ellas.» 🙂

Parte del síndrome es también que el hombre se escapa con su secretaria. Tengo aquí un artículo del «Los Angeles Time» que dice: Un hombre encontró un aviso en el diario donde se ofrecía un carro Mercedes a 57 dólares. Llamó al teléfono indicado, convencido que el precio debía ser un error. Le respondió una señora: «No, el precio es correcto.» – «¿Está el carro malogrado?» – «No, está en condiciones perfectas.» – «Entonces ¿por qué lo vende en un precio tan ridículo?» – «Bueno, mi esposo me llamó desde Las Vegas. El está allí con su secretaria, me dijo que me está abandonando y que está en quiebra por haber jugado al azar, y me pidió vender el carro y enviarle la mitad de lo que me paguen.» 🙂

Bueno, yo no estoy pasando por este tipo de crisis. Shirley y yo tenemos 24 años de casados, somos muy felices, y tampoco tengo camisas de seda. Entonces este no es mi problema. Pero les contaré dónde me encuentro en este momento, y esto es muy en serio. Durante los últimos 7 años, y especialmente los últimos tres, yo pasé por un tiempo de reevaluación. Estaba pensando acerca del sentido de la vida y sus preguntas más importantes, como: ¿Quién soy realmente? ¿Y qué estoy haciendo aquí realmente? ¿Y adónde estoy yendo realmente? ¿Qué voy a hacer con el resto de mi vida aquí en la tierra? Hay algo en los años 40 que parece gritarte constantemente estas preguntas. Parece que estás obligado a luchar con estas preguntas porque ves como la arena en la ampolleta se está acabando. Pasé por esto y saqué dos conclusiones al final. No son muy profundas, pero hicieron un impacto sobre mi vida.

La primera tiene que ver con la rapidez con la cual pasa el tiempo. Hace pocos años recibí el golpe de mi vida. Estaba escribiendo un libro y necesitaba terminarlo en poco tiempo. Entonces me fuy a un hotel en Dallas, Texas, y estaba escribiendo allí unos 10 días hasta terminar el libro. Solía despertarme temprano, tener mi devocional y después escribir todo el día hasta las 4 p.m. cuando me sentía agotado y nesecitaba unos ejercicios. Me gusta jugar basket, aunque realicé que un hombre de 48 años no tiene nada que ver en una cancha de basket. Pero me gusta el juego. Entonces caminé media cuadra hasta el YMCA para jugar. Obviamente no había nadie de mi edad allí, solamente unos chicos de 16 ó 18 años que me miraban como si yo tuviera 105. Les pregunté si podía jugar un partido con ellos, y por fin dijeron que sí. Había un chico negro con una habilidad tremenda que me estaba cubriendo constantemente. La presión de esta competencia y de todos los chicos alrededor que me miraban como a un abuelo me hizo regresar veinte años, me acordé de unos trucos y movimientos, me esforcé e hice tres canastas seguidos. Entonces ese chico me miró, hizo un paso atrás y dijo: «Hombre, ¡usted tiene que ser algo en su orgullo!» – Yo lloraba todo el camino a casa. Desafortunadamente yo no era nada en mi orgullo, lo que hizo el asunto aun peor.

Muchos escritores han escrito acerca del pasar del tiempo, pero me parece que la persona que lo comprende mejor que todos los filósofos es una pequeña mujer llamada Erma Bombeck. Ella nos hace reir con sus cuentos acerca del envejecerse, pero a veces ella nos hace llorar. En su pieza «Cuando la madre se convierte en la hija y la hija en la madre», ella describe los cambios en la relación entre ella y su madre, y el estrés que resultó de ello. Dice que su madre siempre estaba tan fuerte, tan estable, tan independiente; la persona que ella admiraba y que era el ejemplo para su vida. Pero poco a poco cambiaba esta relación hasta que la madre se convirtió en la hija, y Erma se convirtió en la madre. Dice que empezó cuando Erma estaba manejando un carro y su madre estaba sentada a su lado. De repente había una congestión del tráfico, y Erma tuvo que frenar bruscamente para no chocarse con el carro en su delante, e instintivamente estiró el brazo para agarrar a su madre para que no se choque con las parabrisas – en vez de que su madre la hubiera agarrado a ella para que no se choque con el volante. Se miraron un momento y realizaron que algo había cambiado en su relación.
Vino la navidad cuando Erma preparó el pavo y su madre puso la mesa; y los momentos cuando Erma dijo a su madre: ¿Me acompañas a hacer compras? o: ¡De verdad te ves linda en este vestido! – como su madre había dicho a ella miles de veces antes. Y más y más la madre se convierte en la hija y la hija en la madre, y es difícil para Erma y ella dice: «¡No lo quiero! No quiero ver como mi madre se vuelve dependiente de mí.» Pero el tiempo avanza irresistiblemente, y cuando su madre llega a la vejez, es Erma quien dice: «Mamá, ¿me harías el favor de ya no hablar de «haber visto a papá anoche»? Tú sabes que él se fue hace diez años.» Y la madre es la hija y la hija es la madre.
Poco después, Erma estaba sentada en el carro al lado de su propia hija que estaba manejando. De repente hubo una congestión del tráfico y su hija frenó bruscamente, e instintivamente estiró el brazo para proteger a Erma para que no se choque con las parabrisas. Y en la última línea dice: «Dios mío, ¿tan rápidamente …?»

Yo estoy ahora en ese punto. Mi madre se está convirtiendo en mi hija y yo me estoy convirtiendo en su padre. Mi padre murió en l977, y mis padres eran verdaderos amigos. Eran «una sola carne» en el sentido bíblico, y cuando murió mi padre, fue como si mi madre hubiera sido partida en dos. Ella nunca será la misma. Hace unos años ella tuvo que pasar por unos exámenes abdominales, y siempre cuando una mujer en sus 70 tiene problemas intestinales, hay una pequeña palabra de 6 letras en la cual todos piensan. Doy gracias a Dios que las pruebas salieron negativas, y me fui a su casa para darle la noticia y conversar con ella. Dije: «Mamá, ¿no es una buena noticia? No tienes cáncer, vas a estar bien.» Ella sonrió, diciendo: «Oh sí… estoy agradecido y también agradezco al Señor.» Pero después añadió: «¿Puedo ser sincera acerca de una cosa? … ¿Comprenderías si yo te dijera que yo pensaba que posiblemente iba a ver a papá pronto? y que estoy solamente un poquito decepcionada.»

Si usted quiere ver cómo pasa el tiempo, mire a las personas más cercanas, en su propia familia. No mire a la gente afuera. Mire cómo cambia su relación con sus propios hijos. Mire a sus hermanos, sus tíos, sus padres. Pienso que esta es una de las causas de la crisis de la mitad de la vida. Cuando un hombre llega a sus años 40, no es unusual que puede perder a su padre, y esto hace un impacto emocional. Le hace pensar acerca de la vida y cuán corta es.

Les dije que Shirley y yo somos casados por 24 años, y faltan solamente 18 años hasta que yo tenga la edad en la cual mi padre falleció. Diciéndolo de otra manera: Hace dos meses hice un pequeño cálculo: Si yo alcanzaré la edad que alcanzó mi padre, entonces ya he vivido 72% de mi vida. ¡Hace nueve años yo estaba todavía en mis 30! ¿Comprende lo que es la «crisis de la mitad de la vida»? En primer lugar, el término es equivocado. ¡La mitad de la vida es en los años 30! Si usted está en sus 30 y se considera joven, después de pasar la próxima esquina le quedan solamente 28% de su vida.

Algunas personas podrían pensar: ¡Qué pensamiento mórbido! Pero no es así. Es un concepto muy importante y bíblico. El rey David escribió acerca de ello: «El hombre, como la hierba son sus días, florece como la flor del campo. Que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más.» (Sal.103:15-16). Es un concepto importante porque pone todo lo demás en su perspectiva correspondiente. El materialismo se vuelve vacío y sin sentido desde esta perspectiva, por lo menos como una razón para vivir. Tiene que haber algo más importante que esto.

Cuando nos casamos, no teníamos absolutamente nada – y parecía que nos íbamos a quedar con esto durante los próximos diez años. No teníamos problemas financieros porque no teníamos finanzas. Pero por fin mejoramos y pude pagar los gastos enormes de la escuela y entrar al colegio médico de los EE.UU. y empezar a escribir libros etc, y las cosas empezaron a cambiar. Pero una parte del análisis durante los años 40 tiene que ver con el sentido de la vida, y las cosas materiales no tienen mucho que ver con ello.

El Señor tuvo unos caminos interesantes para transmitirme este mensaje – incluso un juego de monopolio. Cuando yo era niño, me gustaba mucho este juego. Pero durante 30 años no lo había jugado, hasta que un día mi hija adolescente llegó a casa y dijo: «¡Papá, salió un nuevo juego! Se llama monopolio. Seguramente te gustará.» Yo dije: «¿Por qué no?» Entonces nos sentamos para jugar mi primer juego de monopolio después de 30 años, y regresaron los patrones antiguos. Yo empecé a ganar, y adquirí todos los lugares bonitos, y empecé a plantar casitas verdes por todas partes, y pronto se convirtieron en los grandes hoteles rojos, y gané dinero como loco, lo guardé en mi bolsillo y debajo de la tabla del juego y tenía billetes de $500 en mis zapatos, y mi familia se estaba retorciendo y a mí me gustaba. La avaricia había regresado. Pero de repente todo terminó, mi esposa y mi hija tiraron los dados contra mis hoteles que se cayeron en fila, pan, pan, pan, y ellas salieron para acostarse porque yo había ganado, y me dejaron a mí guardar el juego solo. Entonces yo estaba sentado allí, a medianoche, guardando el juego, y empecé a sentirme muy vacío.
Después el Señor me habló. No con una voz audible, pero usted sabe cuando es El que habla. Me dijo: «James, presta atención, porque te voy a dar una lección. Esto no es solamente un juego de monopolio que estás jugando. Esto es el juego de la vida. Tú sudas y te esfuerzas y ahorras y construyes y creces y tienes una cuenta bancaria y tienes propiedades y un seguro de pensiones y todo eso … y después haces un movimiento equivocado, volteas tu carro en la pista de alta velocidad donde no deberías hacerlo, pan, pan, pan, y todo se regresa a la caja de juguetes. Hasta el último centavo, todo tiene que volver a la caja, cada noche. El carro fúnebre no tiene detrás un remolque con una caja fuerte. No puedes llevar nada contigo.»

(Continuará)

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Citas de «La educación prohibida»

En el artículo anterior presenté la película documental «La educación prohibida». A continuación una colección de citas de la película que me gustaría resaltar. Estas darán una pequeña idea del contenido:

«Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz. La gente educa para la competencia, y la competencia es el principio de cualquier guerra.»
(Pablo Lipnizky, Colombia)

«En teoría, todas las leyes de educación nos hablan de objetivos de desarrollo humano profundos: valores humanos, cooperación, comunidad, solidaridad, igualdad, libertad, paz, felicidad; son llenas de palabras hermosas. Pero la realidad es que la estructura básica del sistema promueve justamente los valores opuestos: la competencia, el individualismo, la discriminación, el acondicionamiento, la violencia emocional, el materialismo…»
(German Doin, Argentina)

«En Argentina, la inmensa mayoría de los niños dicen: Qué macana, hoy es lunes, tengo que ir otra vez a esa escuela. Pero este no es el peor de los datos: La inmensa mayoría de los docentes en Argentina dicen lo mismo.»
(Carlos Wernicke, Argentina)

«Es mucho más fácil decir: Ahora se callen, ahora abran el cuaderno, ahora agarren el lápiz rojo – lo cual es un adiestramiento canino. Esto no es educación.»
(Carlos Wernicke, Argentina)

«Nuestro problema para la comprensión de la escolarización obligatoria tiene su origen en un hecho inoportuno: el daño que hace desde una perspectiva humana, es un bien desde una perspectiva del sistema.»
(John Taylor Gatto, EEUU.)

«Observando como actúan los niños, descubrimos que usan todos los criterios de un investigador dotado, exactamente los mismos. Por supuesto que hay distintos niveles de complejidad; pero no hay niño que no sea sistemático en la observación. No hay niñita pequeña que no esté observando, que no esté generando experimentos. Si siguen haciéndolo, mañana van a ser científicos, mañana van a ser artistas. Hay que dejarlos.»
(Dr. Carlos Calvo Muñoz, Chile)

«(En la escuela) desvirtuamos el proceso educativo, que es el descubrimiento, no el aprendizaje, de las verdades.»
(Dr. Carlos Calvo Muñoz, Chile)

«A todo nivel, el ser humano aprende lo que hace. Tiene que esforzarse para aprender lo que no hace.»
(Carlos Wernicke, Argentina)

«Este niño habla demasiado, tendría que ser más silencioso. Este niño habla muy poco, tendría que ser más hablador. Este niño juega poco, tendría que jugar más. Este niño es muy movido, tendría que estarse más quieto. Haga lo que haga, parece que está mal. Tiene que acabar siendo el niño estándar que hace exactamente la mitad de todo.»
(Carlos González, pediatra, España)

«Una de dos: O los niños ahora son mucho más hiperactivos que antes – cosa que me cuesta creer, pero entonces tendríamos que preguntarnos cuál es la causa de este problema y qué hemos hecho para que los niños estén así. O los niños son igual que antes, y entonces ¿qué hemos hecho para que ya no los aguantamos?»
(Carlos González, España)

«La escuela tiene que ser un banco de experimentación, una apertura de posibilidades totales.»
(Helen Flix, España)

«Uno no puede aprender libertad en teoría, y después cuando uno sale de la escuela, ser libre. Los chicos tienen que ser libres en la escuela.»
(Ginés Del Castillo, Argentina) – yo añado: «… o ser libres de la escuela».

«No podemos pretender que un joven pueda tomar decisiones conscientes sobre su vida, su entorno, su país, si siempre decidimos por él cómo debe ir vestido a la escuela, qué debe aprender, o qué hacer en su vida.»
(German Doin, Argentina)

«No se puede dar lo que uno no tiene. O sea, todo lo que se enseña, debe tener el aval de la propia experiencia, de la propia vida.»
(Fernán Melledas, Argentina)

«Los que están enseñando, vienen de un sistema de educación represiva. Por lo tanto, los maestros que enseñan, no saben cómo gestionar sus propias emociones. Por lo tanto, no pueden enseñarlas. (…) Si realmente en la educación no eres feliz, no estás educando.»
(Sergi Torres, España)

«Tienes que hacer un trabajo interior muy profundo de sensibilidad, de conciencia, de armonía, de alegría, para atreverte a llamarte maestro.»
(Gabriela Obregón Gutiérrez, México)

«Cuando estás realmente conectado con los chicos, sales de las clases como rejuvenecido, lejos de irse de la escuela cansado, te vas con un montón de energía (…) Yo pienso que ser maestro es un privilegio en esta vida (…) sales transformado. Tienes que estar muy, muy ciego para no aprovechar de esta oportunidad de crecimiento…»
(Sandra Majluf, Argentina)

«Parece que los padres piensan que criar a un hijo es una actividad profesional. Es decir, que yo para criar a mi propio hijo debería estudiar, debería esforzarme, y como al fin y al cabo probablemente no lo acabo de hacer bien, por mucho que me esfuerce, pues lo mejor es que directamente deje al niño a un profesional, a un pedagogo, un pediatra, un psicólogo, que ellos sí saben de cuidar hijos. Y no es así. Los únicos que pueden criar bien a los hijos, son los padres.»
(Carlos González, pediatra, España)

«Cuando un niño vuelve de la escuela a casa, la pregunta que los padres hacen: ¿Qué hiciste?, y ¿cómo te fue?, y ¿qué aprendiste? – Pero la pregunta que normalmente nunca hacemos, es: ¿y cómo te sentiste hoy en la escuela?»
(Miguel Angel Domínguez, Uruguay)

«Creo en que las mamás y los papás estamos volviendo a ser los educadores que fuimos en algún momento, más allá de ir y botar a tu hijo en algún lugar donde parece que lo van a educar, estamos diciendo: No, momento, esto no lo acepto; y creo que lo demás tiene que surgir de allí.»
(Gabriela Obregón Gutiérrez, México)

«Hay una sola cosa que realmente es importante, y es – el amor. Si queremos una sociedad diferente, lo único que realmente tenemos que hacer es amar a los niños, para que ellos aprendan a amar a otros. Los conocimientos van a venir solos.»
(Pablo Lipnizky, Colombia)

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«La educación prohibida» – Mire este documental sobre alternativas educativas

German Doin y Verónica Guzzo han realizado un enorme trabajo para documentar la existencia de alternativas educativas en el mundo hispanohablante. Han visitado una amplia diversidad de escuelas alternativas y han entrevistado a un gran número de educadores alternativos, en casi todos los países de habla hispana. Desde agosto del año pasado, el resultado puede verse en la internet, en forma de una película documental.

Encontré que este documental es una excelente herramienta para «despertar» y animar a padres y a alumnos (y aun a profesores) del sistema escolar, quienes se ven por primera vez confrontados con la idea de que «educación» o aun «escuela» podría ser algo muy diferente de lo que ellos conocen de parte del sistema escolar dominante. Sobre todo aquí en las alturas del Perú, donde no existe prácticamente ninguna escuela alternativa, y ni hablar de padres que se atreven a educar a sus hijos ellos mismos. En esta película pueden ver que efectivamente existen escuelas donde los niños son tomados en serio, donde son libres para aprender según sus propios intereses y su propia manera de desarrollarse, donde aprenden jugando, «haciendo» y descubriendo, donde no son separados por grados ni clasificados (y desmoralizados) a base de exámenes y calificaciones. Estas ideas y posibilidades son totalmente nuevas para prácticamente todas las personas que conozco en mi entorno inmediato. Por tanto estoy muy agradecido por «La educación prohibida», porque puedo mostrar a estas personas que nosotros no somos los únicos «locos» que piensan y educan así.

También resalta muy bien los problemas del sistema escolar actual, y los daños que este sistema causa a los alumnos y profesores. Uno pensaría que estas cosas son de conocimiento general, puesto que casi toda persona ha asistido alguna vez a una escuela tradicional, y los que son padres de niños escolares, pueden observar diariamente en sus hijos (si es que toman el tiempo y el interés para observarlos) como la escuela daña su personalidad, su autoestima, su creatividad, su inteligencia, su motivación para aprender, su alegría de vivir … Pero a pesar de que estas cosas son tan obvias, la gran mayoría de la gente prefiere no verlas, y mantienen su fe ciega en el sistema dominante. «La educación prohibida» puede ayudar a algunas de estas personas a abrir los ojos.

La película es tan repleta de información y además tan larga, que uno necesita mirarla más de una vez para captar todo. Pero de hecho es imposible para una persona que nunca se ha ocupado con el tema de una educación alternativa, entenderlo sin que se le dé una gran cantidad de información y de ejemplos concretos y prácticos. (Lo que nosotros hacemos normalmente, es invitar a los padres a que pasen una mañana en nuestro programa vacacional y vean de primera mano como trabajamos con los niños – pero hasta ahora, una sola madre ha hecho uso de esta oportunidad. Así que los demás ahora pueden por lo menos ver la película.) Visto de esta manera, los autores han hecho un trabajo excelente al condensar tantos aspectos diferentes, tantas ilustraciones y tantos comentarios en una película de «solamente» dos horas y veinte minutos.

Por el otro lado coincido con el comentario de Mónica en el blog «Familia libre»:

«La Educación Prohibida enfoca el problema de la educación, todavía como un problema que se lograría desde la transformación del sistema educativo. Parece que todavía deberíamos esperar a que algo nos llegue “desde arriba”.

Me faltaron los de abajo: Los niños, los padres, las familias, los vecinos. Me faltó la alternativa de educación en casa, y de desescolarización.

Faltaron los proyectos simples de los niños en ambientes caseros y no ultra preparados; faltó ver a una niña bien dormida todas sus horas, desayunando con calma y poniéndose a jugar con cualquier cosa sencilla. Las casas de familia no impresionan como los colegios alternativos, y los discursos de los padres no son tan reproducibles como los de los expertos.

Las escuelas alternativas son lindas. Yo las conozco. Pero el momento en que te dan la posibiliad de dejar a tus niños para que los eduquen (o los dejen ser libres, o les den mucho amor, o cualquier alternativa), entonces ya están en el sistema educativo que no funciona y no ha funcionado…»

(Recomiendo leer la reseña entera en «Familia libre», y también los comentarios que los visitantes han puesto allí.)

Es cierto que en la última parte de la película se habla también de la importancia de la familia, de la responsabilidad y capacidad de los padres para educar a sus hijos, de que antiguamente todos los niños fueron educados dentro de sus familias, y de que la escuela debería (solamente) «acompañar» este proceso. Y entiendo que para muchas familias acostumbradas al sistema dominante y educadas dentro de este sistema, sería un paso demasiado grande asumir ellos mismos la educación entera de sus hijos – un paso que no se atreven a dar. Para ellas, si buscan una educación que realmente beneficie a los niños en vez de destruirlos, una escuela alternativa sería un buen camino (por supuesto una que respete a la institución de la familia).
Pero sí, habría que enfatizar más el hecho de que en realidad, cada padre y cada madre es por naturaleza (y por ordenación de Dios) un(a) experto(a) en la educación de sus propios hijos – y si todavía no lo es, con seguridad se convertirá en tal experto(a) con los años de experiencia, simplemente haciéndolo.

(No es que los productores de la película se hayan olvidado de estos temas. German Doin respondió en un comentario en «Familia libre»: «Sinceramente creímos que debíamos de incluir la idea de que existen experiencias de educación en casa y educación sin escuela, pero a la hora de profundizar nos vimos con corto tiempo y poco material. Creemos necesaria una película solamente dedicada a estos temas.» – Espero mucho que la realización de tal película se haga realidad.)

Como cristiano, yo hubiera deseado también que la película presente a alguna escuela o familia con trasfondo cristiano. Pero este no es el problema de los autores: ¡es el problema de los cristianos que todavía (según mi conocimiento) no han establecido ninguna escuela alternativa cristiana! – Me alegré de que por lo menos en la lista de las personas entrevistadas apareció el nombre de Kathleen McCurdy, fundadora de la «Organización Familia Escolar».

Algunas de las escuelas presentadas tienen un trasfondo ideológico-religioso bastante sospechoso desde un punto de vista cristiano (p.ej. las escuelas Waldorf, o las que se inspiran en religiones indígenas). Parece que esto ha dado una ocasión (o un pretexto) a algunos comentaristas para denigrar todos los movimientos de educación alternativa en general como un asunto de «sectas esotéricas». Pero las entrevistas en la película no resaltan estas particularidades. Más que todo enfatizan principios que la mayoría de los educadores alternativos tienen en común, y que coinciden también con la fe cristiana: el amor por los niños; el permitirles ser niños y desarrollarse y aprender según sus propias características de niños; el respeto ante la individualidad de cada niño; la libertad; el dar oportunidades para desarrollar sus talentos y para hacer decisiones; el tomar en serio las emociones y no solamente el intelecto; el valorar al niño por quien es y no por su «rendimiento»; etc. – todo esto es ciertamente mucho más cerca de un estilo de vida cristiano, que lo que se hace en las escuelas tradicionales. Lástima que exactamente aquellos que se llaman cristianos, todavía no empezaron a practicarlo.

Cada persona que alguna vez se ha preguntado si la «educación» no podría ser diferente de lo que se hace en las escuelas tradicionales, debería ver este documental.

La película se puede descargar y difundir libremente.

Sitio web de la película: http://www.educacionprohibida.com

En YouTube:

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=-1Y9OqSJKCc?rel=0]

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¿A quiénes puso Dios para educar a los niños?

Deseo en este artículo (y en unos posteriores, Dios mediante) mencionar unos principios bíblicos muy básicos. En casi todo lo que escribo en este blog, estoy asumiendo que el lector tenga estos principios como base. (Por fin, el blog se llama «Educación cristiana alternativa».) Sin embargo, me parece necesario exponer estos principios claramente. Es que aun las iglesias (supuestamente) apegadas a la Biblia han olvidado estos principios, e incluso los contradicen.

Para ordenar la sociedad, Dios ha instituido diferentes estructuras de autoridad («gobiernos» o «instituciones»). La Biblia menciona básicamente cuatro «instituciones» divinas:

1. El matrimonio y la familia. (Gén.1:28, Ef.5:21-6:4)
Cuando Dios creó al hombre, instituyó primero el matrimonio y la familia: El creó a Adán y a Eva para que estuvieran juntos y para que tuvieran hijos.
La familia es la institución fundamental de la sociedad humana. Todas las otras instituciones dependen de ella. Sin familias sanas, las otras instituciones tampoco funcionarán. Por tanto, ninguna de las otras instituciones puede interferir con la familia o sustituirla: ni el estado, ni la iglesia, ni las empresas o asociaciones de trabajo. Donde tales instituciones interfieren con la familia, se pone en marcha un proceso destructivo que terminará con disolver la sociedad entera. (Vea «Las lecciones sabias de la historia para educadores».)

2. El trabajo. – El trabajo está relacionado con el «mandato cultural» (de administrar y cultivar la tierra), Gén.1:28-29, 2:15, 2:19-10. El trabajo tiene también sus estructuras de autoridad; y debe realizarse para glorificar a Dios (Col.3:22-4:1).
Algunos predicadores dicen que el trabajo es una maldición; que es solamente a causa de la caída de Adán que tenemos que trabajar. Pero esto no es bíblico. En Génesis 1 y 2 (vea los pasajes arriba mencionados), vemos que Adán y Eva trabajaban ya en el huerto de Edén, antes de la caída. El trabajo es llamado y bendición de Dios.
Lo que sí es una maldición de la caída, son el cansancio, las dificultades y obstáculos que hoy se relacionan con el trabajo, etc. (Gén.3:17-19). Pero el trabajo en sí no es una maldición.

3. El Estado, y el gobierno civil. (Rom.13:1-7)
Dios dice que El pone a los gobernantes, y que ellos están aquí para alabar al que hace lo bueno, y para castigar al que hace lo malo. O sea, deben velar por el cumplimiento de las leyes y administrar justicia. Además, son responsables de organizar la defensa de su país contra intromisiones y ataques desde afuera. Esto, y nada más, es la tarea del gobierno según los principios bíblicos.
– El gobierno debe gobernar según la Palabra de Dios, sus gobernantes deben someterse a la Palabra de Dios, y sus leyes deben estar de acuerdo con las leyes de Dios. (Vea Deut.17:18-20).

4. La Iglesia (Ef.4:11-16, 1 Pedro 5:1-5)
El liderazgo espiritual es también un «gobierno» puesto por Dios, para ejercer autoridad espiritual y para administrar la iglesia visible.

Como personas individuales y cristianos, nos encontramos al mismo tiempo en cada una de estas instituciones, y bajo cada una de sus autoridades. Pero cada una de estas instituciones tiene su propia «esfera de gobierno» definida, y no debe interferir en la esfera de otra.

Como notamos, la educación y la escuela no aparecen entre estas instituciones divinas. Entonces tenemos que preguntarnos: ¿A cuál de las instituciones mencionadas pertenece el área de la educación?

La Biblia contiene muchos mandamientos acerca de la educación de los niños. Casi todos estos mandamientos se dirigen a los padres. – Al mismo tiempo tenemos varios mandamientos a los niños, de recibir instrucción y educación. Allí también, esta instrucción y educación viene casi siempre de los padres.
– Vea Deuteronomio 6:4-7, Salmo 78:5-8, Proverbios 1:8-9, 2:1-6, 4:1-6, 5:1-2, 6:20-22, Efesios 6:1-4.

Entonces está claro que la educación pertenece a la institución de la familia. – Cuando la Biblia habla de educación, incluye la formación completa del carácter y del conocimiento. Esto obviamente incluye toda la «educación» que hoy en día se da en las escuelas. Este es un principio bíblico muy importante:

Dios dio a los padres la autoridad sobre la educación, incluida la educación «escolar».

Y así se hizo en prácticamente todas las civilizaciones del mundo, por lo menos hasta la mitad del siglo XIX. El diccionario Webster original de 1828, que estableció los estándares para el idioma inglés, define «educar» de esta manera:

«Criar, como niño; instruir; informar e iluminar el entendimiento; instilar en la mente los principios de las artes, la ciencia, la moral, la religion y la conducta. Educar bien a los niños, es uno de los deberes más importantes de los padres y tutores.»

Notamos que esta definición establece claramente la «educación» como una responsabilidad de la familia. No menciona la escuela con ninguna palabra. Solamente en los últimos 150 años, los proponentes de la escolarización estatal han cambiado el significado de la palabra «educación». Hoy en día, la mayoría de la gente confunde «educación» con «escolarización». Pero orginialmente, la palabra «educación» no tenía nada que ver con «escuela». Mas bien, el lugar de la «educación» es la familia.

Aparte de la familia, también la congregación del pueblo de Dios tiene una tarea educativa (Israel en el A.T, la Iglesia en el N.T.). Vea Deut.31:12-13, Neh.8:2-3, 8:7-8, 1 Juan 2:12. Pero esta tarea educativa del pueblo de Dios es siempre subordinada a la familia. Donde la Biblia menciona la participación de niños en reuniones de enseñanza (como algunos de los pasajes mencionados), siempre fue juntos con sus padres.

En ningún lugar de la Biblia se menciona el gobierno civil en relación con la educación. Tampoco existe un mandato tal como «Profesores, enseñad a vuestros alumnos», o «Niños, honrad y obedeced a vuestros profesores». Este mandato existe solamente para la relación entre padres e hijos.

Bíblicamente, el Estado y el gobierno no tienen ningún mandato de educar niños.

Entonces, si hoy en día los gobiernos controlan los sistemas educativos, lo hacen en contra de la Palabra de Dios, y están usurpando una esfera de autoridad que pertenece a los padres.
Tenemos que mantener esto en mente, cada vez que reflexionamos acerca de los problemas de los sistemas escolares. Estos problemas no se solucionarán con reformar «el sistema». La mayoría de estos problemas se deben a que la idea de un sistema escolar estatal es de por sí contraria a la voluntad de Dios, y por tanto no puede funcionar. ¡El estado no es, y nunca ha sido, un educador de niños! Y donde intenta serlo, solamente prepara su propia destrucción.

Se puede dar el caso que los padres necesiten la ayuda de un «profesor» o «maestro» de afuera de la familia, para enseñar a los niños ciertos conocimientos o habilidades que los mismos padres no poseen. Pero aun en este caso, el profesor o maestro es (según los principios bíblicos) un encargado de los padres y permanece bajo la autoridad de los padres.

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¿Cómo aprenden a leer?

Para muchos niños sometidos al sistema escolar, el aprender a leer es una tortura. No importa qué método emplean los profesores, la mayoría de los niños parecen no entender, ni con explicaciones ni con amenazas. Aun después de dos o tres años en la escuela todavía no leen de manera fluida, confunden letras y palabras, y no comprenden lo que leen. Y lo peor de todo: Cuando por fin parece que lo han aprendido, han perdido todo deseo de leer algo. Leer es para ellos un deber molesto que tratan de evitar a todo costo.

Todos estos problemas son completamente innecesarios.

Según mis experiencias con mis propios hijos, y con alumnos con problemas escolares, cada niño puede aprender a leer sin ningún estrés dentro de un período de aproximadamente dos meses, si es que se cumplen dos condiciones:

1) Los niños crecen en un ambiente de confianza, donde el leer y escribir es una parte natural de la vida diaria; y

2) No son obligados a leer hasta que ellos mismos alcancen la madurez necesaria en su desarrollo físico y mental.

En cuanto al punto 1), esto depende de la actitud y del estilo de vida de los padres. Es más difícil para padres que han perdido el gozo de leer en su propia niñez por causa de las presiones escolares. Pero el Señor puede restaurar el gozo de leer, con Su mano sanadora, y al descubrir los tesoros escondidos en las Sagradas Escrituras (lo que nos animará a leer más y descubrir más tesoros).

  • Si los padres leen a sus hijos historias bíblicas (por ejemplo de una Biblia ilustrada para niños), y otras historias interesantes, en algún momento el niño deseará por sí mismo aprender a leer.
  • Cuando los niños hacen preguntas y los padres no pueden dar una respuesta completa, se puede buscar en un diccionario o en una enciclopedia. Así los niños se dan cuenta que leyendo se pueden descubrir muchas cosas que de otro modo uno no podría saber.
  • Algunas familias tienen la costumbre de llevar un diario acerca de los sucesos más importantes o interesantes de la familia; o de coleccionar en un álbum las fotos de la familia y escribir leyendas explicativas acerca de las fotos. Así los niños entienden que el saber escribir ayuda a preservar los recuerdos de los momentos que uno no desea olvidar.
  • Una familia que lee, tendrá una buena biblioteca familiar. Vale la pena buscar unos libros con historias para niños que tengan una enseñanza cristiana: Ejemplos de la vida de cristianos famosos; cuentos infantiles que ilustran principios bíblicos; historias bíblicas ilustradas. No deben faltar los diccionarios, enciclopedias, y obras de referencia acerca de los más variados campos del saber. También es bueno tener biografías históricas, mapas, libros con ideas para experimentos científicos y trabajos manuales, etc, y un diccionario bíblico para encontrar informaciones acerca del trasfondo de las historias bíblicas. Si los padres usan estos libros y muestran interés en ellos, los niños pronto desarrollarán también un interés por la lectura.

En un ambiente como este, los niños aprenderán a leer en su tiempo, casi automáticamente. Lo he visto en mis propios hijos: ellos no necesitaban casi ninguna instrucción para aprender a leer. Aunque en aquel tiempo yo estaba elaborando unas hojas de trabajo para enseñar a leer a los principiantes; pero ¡mis hijos aprendieron a leer más rápidamente de lo que yo pude escribir las hojas de trabajo!
En este proceso, el «método» que usamos para enseñarles a leer, no tiene casi ninguna importancia. Si se cumplen las dos condiciones mencionadas, los niños aprenden a leer con casi cualquier método, o aun en la ausencia de un método – con la misma naturalidad con la que aprendieron a caminar y a hablar.

La siguiente anécdota ilustra cuánto se esfuerza el sistema escolar por ocultar esta simple verdad:

Quizás un buen ejemplo, de lo que hace la escuela con estos saberes que tienen que ver con la enseñanza de destrezas, sea una anécdota que le escuché al poeta Fernando Charry Lara. Las autoridades educativas de la época encargaron al padre del poeta la elaboración de una cartilla gracias a la cual los niños aprendieran a leer. El señor Charry cumplió con su labor (la famosa cartilla Charry con la que mi generación aprendió el goce infinito de la lectura) pero los burócratas de la época le preguntaron por el tiempo en el que consideraba que un niño aprendería a leer. «Tres meses», calculó el maestro. “No, no, ¡alárguela para que sea en un año!”, respondieron.
(Gabriel Restrepo, Colombia: «Citando a la escuela». En: «Un mundo por aprender», Acción en Educación sin Escuela (ESE), Autoaprendizaje Colaborativo (AC) y Educación en Familia (EF). Congresos Internacionales Realizados en la Universidad Nacional de Colombia, los años 2009 y 2010.)

En cuanto al punto 2), el momento apropiado de aprender a leer es decisivo. Es allí donde la mayoría de los padres y profesores se equivocan; y es allí donde surgen casi todos los problemas de aprendizaje en el campo de la lectura y escritura. La gran mayoría de los niños alcanzan la madurez necesaria varios años después de que el sistema escolar les exige que lean. El Dr. Raymond Moore describe en «Mejor tarde que temprano» como tanto el cerebro, como también la vista y el oído, tienen que alcanzar sus respectivos niveles de madurez, hasta que el aprendizaje de la lectura es posible sin causarle un estrés excesivo al niño. ¡Y muchos niños alcanzan este «nivel de madurez integrada» no antes de los ocho años de edad!

En este aspecto de la maduración, existen grandes diferencias entre un niño y otro. Unos cuantos niños alcanzan esta madurez ya a los cuatro años o aun antes; otros demoran hasta los diez años o aun más. Pero esto no significa que los que demoran más, estuvieran «retrasados» o «discapacitados». Una vez que llegan a su nivel de madurez, pronto leerán igual o mejor que los otros niños de su edad. Estos niños de «desarrollo lento» pueden incluso tener una inteligencia superior, como demuestran los siguientes dos ejemplos:

Woodrow Wilson tenía más de diez años cuando aprendió a leer. A los 23 años se graduó de la universidad de Princeton y llegó a ser presidente de la universidad. Más tarde fue elegido presidente de los Estados Unidos.
Albert Einstein no habló ni una palabra antes de cumplir cuatro años, y tenía problemas del habla hasta la edad de nueve años. De adulto fue uno de los científicos más destacados del siglo XX. Una vez dijo que probablemente era exactamente esta lentitud, la cual lo capacitó para reflexionar más profundamente sobre los problemas que las demás personas.

A veces son también los problemas personales de los niños, que les impiden a aprender. Estos problemas se originan a menudo en una familia disfuncional, o en la misma escuela. En este último caso, la escuela resulta contraproducente: El niño es rechazado o maltratado por sus compañeros o profesores, y con esto se retrasa su aprendizaje. Así no cumple las exigencias de la escuela; como resultado es aun más rechazado y maltratado; esto a su vez dificulta aun más su aprendizaje, etc.

Una niña de nueve años vivía con nuestra familia durante medio año, por causa de unos problemas en su familia. Ella había asistido a la escuela durante tres años, pero no había aprendido a leer. Ella asistía a una escuela nocturna, de manera que la presión no era tan grande, y ella podía pasar casi todo el día con nosotros. Entonces lo primero era ganar la confianza de ella, y tratar los diversos problemas psicológicos que ella sufría, con la ayuda del Señor. Una vez que logramos esto, ella aprendió con nosotros a leer dentro de menos de dos meses.
Otra niña llegó a nuestro refuerzo escolar con nueve años de edad; ella estaba por tercera vez en segundo grado porque no sabía leer. En su caso notábamos que todavía no estaba lista, así que decidimos tener paciencia con ella. (Puesto que ella tenía que cumplir con las exigencias de la escuela, ella nos dictaba sus respuestas a sus tareas, nosotros las escribíamos en una hoja, y de allí ella las copiaba en su cuaderno. Pero no le exigíamos que leyera o que entendiera lo escrito.) – Un año más tarde notamos que ella llegó al nivel de madurez necesario, y también estaba motivada para aprender a leer. Pero su carga de tareas escolares impidió que pudiésemos hacer este trabajo con ella; así que fue necesario hacer un acuerdo con su profesora: Los días viernes la niña fue exonerada de ir a la escuela, y en este tiempo nosotros trabajamos con ella. De esta manera, esta niña también aprendió a leer dentro de dos meses y medio. (Hubiera sido mucho más fácil para ella si todavía no hubiera entrado a la escuela. Cuando vino a nosotros, ya tenía toda una historia de maltrato y marginación en la escuela.)

Entonces, cumplir con este punto 2) puede significar para muchos niños, postergar su entrada a la escuela o educarlos completamente en casa. Esto no es ninguna pérdida para ellos, al contrario: Así mantendrán su motivación para leer intacta, y lo aprenderán de una manera mucho más fácil y sin estrés. Además, comprenderán lo que leen.

Determinar exactamente el nivel de madurez mental de un niño, requeriría diversas evaluaciones y diagnósticos. Pero podemos saber por lo menos aproximadamente si un niño está listo para aprender a leer, mediante esta prueba sencilla: Un niño está listo para aprender a leer, cuando desarrolla la capacidad de juntar letras y sílabas de manera sensata.
La mayoría de los niños saben el significado de varias letras, mucho antes de que aprenden a leer. Muchos niños pueden aprender las letras tan temprano como a los cuatro o incluso los tres años; pero ¡esto todavía no significa que puedan leer! Quizás saben leer una «L» y una «O»; pero todavía no pueden sin ayuda juntar la «L» con la «O» y entender que significan «LO», y que en orden inverso significan «OL». O si están aprendiendo a reconocer sílabas, pueden quizás reconocer la sílaba «pa» y la sílaba «la»; pero todavía no pueden entender sin ayuda que las dos sílabas juntas forman la palabra «pala». Cuando empiecen a crear estas uniones de letras o sílabas, sin que alguien se lo «sople», entonces ha llegado el momento en que podrán aprender a leer de manera natural.

Para los niños que se desarrollan rápidamente, este momento puede llegar cuando reciben sus primeras clases de lectura, o aun antes. Pero los niños de desarrollo promedio y lento se verán forzados por el sistema escolar a «aprender a leer» mucho antes de llegar a este punto. Entonces sus profesores, compañeros o padres tienen que «soplarles» el significado de las sílabas y de las palabras. Así el niño no aprende a leer; solamente aprende a «adivinar» lo que podría significar. Más tarde es muy difícil cambiar este mal hábito y aprender a leer de verdad, en vez de «adivinar». Por eso, para estos niños, la escuela es más un estorbo que una ayuda para aprender a leer.
Esto es confirmado por la siguiente estadística. El nivel educativo de los Estados Unidos, en cuanto a la lectura, bajó después de introducir la escolarización obligatoria:

«Antes de la introducción de la escolarización obligatoria (alrededor de 1850), 98% de los habitantes del estado de Massachusetts sabían leer y escribir. Después, la tasa de alfabetización bajó a menos de 91% y permaneció en este nivel hasta hoy (1990).»
(Citado por John Taylor Gatto en su famoso discurso «Por qué las escuelas no educan».)

Antes de 1850, la mayoría de los norteamericanos aprendían a leer de manera natural en sus propias familias, como lo describimos más arriba. Esto explica por qué antes de esa fecha prácticamente no existían analfabetas en aquel país.

– En cuanto al método, ya mencioné que no tiene mucha importancia. Las muchas discusiones de expertos acerca del «método correcto de enseñar a leer», son bastante superfluas, si consideramos solamente los dos puntos sencillos mencionados arriba.
Una sola pauta metódica me parece digna de mencionar porque es realmente importante: Las letras deben introducirse según el sonido que producen (p.ej. «L»), no según su «nombre» en el abecedario (p.ej. «ELE»). Los niños se confunden cuando les decimos «Esta es una ELE», porque cuando ven las letras «LO», leerán «ELE-O». Entenderán mucho mejor cuando les decimos: «Esta letra suena: LLLLL…, y si la juntamos con la O, suena LO.» – Más tarde, cuando sepan leer bien, habrá todavía suficiente tiempo para enseñarles el abecedario con su orden y sus nombres.

 

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