Gerald Hüther: La domesticación disminuye el tamaño del cerebro
Gerald Hüther: La domesticación disminuye el tamaño del cerebro
Hace poco, el conocido neurólogo Gerald Hüther publicó una carta a todos los interesados en sus investigaciones. Un pequeño resumen:
– El volumen de nuestros cerebros disminuye. Eso se debe, aparentemente, a nuestra vida cada vez más «domesticada», con más comodidades, pero también más restringida. Y una educación severa, causante de miedo, que limita a los niños a espacios y oportunidades muy reducidos, y así los hace perder su curiosidad y creatividad innatas.
– Lo mismo sucede con las funciones de nuestro sistema inmunológico, en un ambiente donde somos artificialmente aislados de los patógenos, mediante innumerables protocolos sanitarios.
– Ante esta situación y ante la mucha manipulación y seducción a la que estamos expuestos, Hüther propone recuperar nuestra dignidad humana, libertad, y capacidad de amar. Además propone formar alianzas entre ciudadanos y profesores, con la meta de cambiar las escuelas para que los niños ya no pierdan su alegría de aprender y de vivir.
A continuación una traducción de la carta de Hüther:
Queridos interesados y acompañantes críticos, amigos y apoyantes de todo género,
estamos ante las elecciones (en Alemania), la siguiente ola de COVID-19 se vislumbra, las divisiones y polarizaciones de la sociedad aumentan, tenemos problemas imposibles de solucionar. Nunca antes he visto tanta inseguridad, tanto temor, impotencia y resignación, desorientación, tantas acusaciones ocultas y abiertas.
Obviamente estamos viviendo un cambio epocal. Todos entienden que las cosas no pueden continuar así. Muchos hacen buenas sugerencias; pero mientras que no estamos capaces y dispuestos a poneras en práctica, no saldremos de los problemas que hemos causado nosotros mismos.
Hace poco leí que el volumen del cerebro humano disminuyó constantemente durante los últimos diez mil años. La causa parece ser la «autodomesticación» cada vez más fuerte de nuestros antepasados. Lo mismo se puede observar en animales domésticos. Por ejemplo, el volumen del cerebro de asnos que viven en libertad, es aproximadamente en un tercio mayor que el de los asnos domésticos.
Eso coincide con el siguiente hallazgo que fue publicado recientemente en el «Journal of Development and Psychopathology»:
Una educación severa, y los miedos causados por ella, hace que disminuya el volumen cerebral de los niños. A veces pregunto a los participantes de mis conferencias si pueden recordar cuándo perdieron su curiosidad y creatividad innatas. Yo hubiera pensado que fue en la escuela. Pero aproximadamente dos tercios dicen que eso ya pasó en su infancia, en su familia de origen.
Todo eso es preocupante. Pero es también un argumento científico para incentivarnos a cambiar radicalmente nuestra idea de lo que es importante en la vida, nuestro estilo de vida, y la educación de nuestros niños.
De otro modo, nos espera un destino similar al de las tenias. Sus antepasados eran unos seres bien vivos que vivían en la tierra, y tenían un cerebro bien funcional. Algunos de esos gusanos fueron especialmente listos, y comenzaron a buscarse un hábitat donde siempre hay comida, donde el clima siempre es agradable, y donde ningún enemigo amenaza su vida: los intestinos de los mamíferos. (…)
Si miras dentro de la cabeza de una tenia, puedes ver por ti mismo(a) lo que queda de un cerebro que se usa solamente para proveerse de una vida cómoda sin preocupaciones. Los seres más exitosos en encontrar un hábitat ideal, tienen el cerebro más reducido.
Eso parece horroroso, pero nosotros todavía no estamos en ese punto. Quizás podemos todavía animar e inspirarnos unos a otros a volver a usar nuestros cerebros de manera que no sigan disminuyendo. (…) Para el inicio, podemos empezar a solas. Pero mejor es hacerlo juntos con otros que también están cansados de vivir como tenias.
Yo mismo disfruto mucho de acompañar a tales personas en su camino. (…) Lo intento junto con otros, en las actividades de nuestra academia para el desarrollo del potencial humano. (…) De allí resultaron unas iniciativas en Alemania, Austria y Suiza. Por ejemplo, personas que desean mantener su dignidad y ya no desean ser manipulados y seducidos, se han juntado en «grupos Brújula de Dignidad». También aumenta el número de personas que desean mostrar más amor a sí mismos(as) y a sus prójimos, y que están intercambiando sus experiencias con eso. (…) Un equipo incentiva a padres, profesores y otros interesados a obrar en las escuelas locales para volver a despertar el deseo de los alumnos a aprender. (…)
La alegría de aprender es una expresión de la alegría de vivir. La meta de nuestro equipo es: «Queremos que en nuestra escuela ningún niño vuelva a perder la alegría de aprender.» (…) Queremos que los niños mantengan lo más importante que ya tienen desde el inicio, y que impide que su cerebro disminuya: su alegría de descubrir cosas nuevas y de crear cosas nuevas juntos.
Sé que eso es un proyecto astuto. Si en muchos lugares se juntan los ciudadanos con los profesores en este sentido, se ejercerá bastante presión sobre las autoridades escolares. Muchas escuelas lograrán liberarse de sus enredos fatales, y se convertirán en lugares de vida y alegría para todos los involucrados.
Pero quizás veremos a muy pocos dispuestos a actuar activamente en este sentido. Entonces tendremos que reconocer que este camino no funciona. Pero queremos por lo menos intentarlo. (…)
En los medios digitales se pueden publicar no solamente noticias falsas o mensajes de odio. También se pueden publicar consejos e informaciones que nos animan y nos muestran nuevos caminos para resolver los problemas de nuestra sociedad de una manera más creativa. Por eso, junto con unas personas que me apoyan, he creado un canal propio de YouTube. (Cuidado Dr.Hüther: Youtube le va a censurar si sus ideas son demasiado buenas. N.d.tr.)
Casi ya no doy conferencias, y he dejado de viajar. No aguanto bien estar sentado en un tren con una mascarilla en la cara.
Soy vacunado, aunque no contra la COVID. Ya fui infectado con COVID, pero puesto que no me he enfermado seriamente, tampoco me consideran como «recuperado».
Observo con preocupación la situación en Israel. (El país que más avanzó con la «inmunización», es ahora el país más infectado. Sus certificados vencen seis meses después de la emisión, porque las autoridades consideran que ya no hay protección, y se les exige una tercera dosis. N.d.tr.) Obviamente, el virus no se puede vencer tan fácilmente como nos prometieron. Y parece que nuestro sistema inmunológico funciona de manera similar como nuestro cerebro: Se deteriora con las muchas medidas de higiene y protección. Esas medidas impiden que el sistema inmunológico aprenda bien a eliminar los patógenos.
Por ahora no puedo saber qué sucederá, espero escribir otra vez el próximo año. Entonces sabremos mejor hasta donde habrá avanzado la disminución del cerebro en nosotros, y qué habrá quedado todavía de nuestra capacidad inmunológica de antaño.
Hasta entonces les deseo que lo pasen bien, que mantengan su dignidad, aun cuando no es fácil, y que sean amorosos con ustedes y con todos los seres vivos.
Con un saludo cordial,
Gerald Hüther
El concepto católico romano y el concepto reformado acerca de la educación
Las citas que siguen a continuación son extraídas del libro «Cincuenta años en la iglesia de Roma» (publicado 1886), por Charles Chiniquy, un ex sacerdote canadiense. Provienen entonces de un entorno histórico y geográfico distinto del nuestro – y a algunos lectores quizás no les guste el tono polémico de Chiniquy. Pero al fijarnos en la esencia de lo que este autor quiere decir, encontramos un análisis sorprendentemente actual del sistema escolar del Perú, y probablemente de todos los países que alguna vez eran colonias españolas. Estos sistemas se remontan a las escuelas coloniales, auspiciadas y controladas por la iglesia católica romana.
A los lectores evangélicos les pido: No usen este escrito en primer lugar para criticar a la iglesia católica, sino para evaluar la clase de educación que ustedes mismos dan a sus hijos en sus familias y en sus escuelas. Ha sido mi triste observación que en muchas escuelas evangélicas reina el mismo espíritu de sumisión ciega y esclavitud, la misma supresión de la creatividad y del razonamiento propio, como en las escuelas católicas y estatales. Todavía no encontré a ninguna escuela evangélica en el Perú que hubiera mostrado las características positivas que Chiniquy resalta respecto a las escuelas reformadas que él encontró en Canadá y en los Estados Unidos. Claro, las escuelas evangélicas no enseñan sumisión ciega al papa; pero hasta donde he visto, se someten con la misma ceguera a la pedagogía oficial del estado, o a las tradiciones de su propia iglesia. El análisis de Chiniquy podría ayudar a los educadores evangélicos a evaluar si realmente fueron liberados por el evangelio, o si en el fondo están todavía influenciados por una mentalidad romanista.
He aquí lo que dice este autor sobre «Roma y la educación»:
La palabra «educación» es una palabra hermosa. Se deriva del latín «educare» que significa levantar, tomar de los grados más inferiores y llevar a las esferas más elevadas del conocimiento. El objetivo de la educación es entonces, alimentar, expandir, levantar, iluminar, y fortalecer la inteligencia.
Escuchamos a los sacerdotes católicos hacer uso de esta palabra hermosa, «educación», con la misma o más frecuencia que los protestantes. Pero la palabra «educación» tiene un significado muy diferente entre los seguidores del papa que entre los seguidores del Evangelio. Y esta diferencia, la cual ignoran los protestantes, es la causa de los errores extraños que cometen los protestantes cada vez que intentan legislar sobre este asunto aquí, como también en Inglaterra o Canadá.
El significado de la palabra «educación» entre los protestantes es tan distante del significado de la misma palabra entre católicos romanos, como lo es el polo sur del polo norte. Cuando un protestante habla de educación, usa y entiende la palabra en su sentido verdadero. Cuando envía a su hijo pequeño a una escuela protestante, él desea honestamente que su hijo sea levantado hacia las esferas del conocimiento, hasta donde le permita su inteligencia. Cuando este niño va a la escuela, pronto siente que ha sido levantado a cierta medida, y experimenta una alegría sincera, un orgullo noble, por este nuevo levantamiento, aunque muy modesto; y naturalmente entiende que este levantamiento nuevo es solamente una grada para pararse encima y levantarse a un grado más elevado de conocimiento, y rápidamente dará este segundo paso con un placer indecible. Cuando el hijo de un protestante ha adquirido un poco de conocimiento, quiere adquirir más. Cuando ha aprendido lo que significa esto, también quiere saber qué significa aquello. Como una pequeña águila, alista sus alas para un vuelo más alto, y levanta su cabeza para subir más en la atmósfera del conocimiento. Una ambición noble y misteriosa cogió repentinamente su alma joven. Entonces empieza a sentir algo de esta sed insaciable del conocimiento, que Dios mismo puso en el pecho de cada hijo de Adán; una sed de conocimiento, sin embargo, que nunca será perfectamente saciada excepto en el cielo.
El objetivo de la educación es entonces, capacitar al hombre para cumplir esta misión real de gobernar y sojuzgar la tierra, bajo los ojos de su Creador.
Recordemos que no es de sí mismo, ni de un ángel, sino de Dios mismo que el hombre recibió esta misión sublime. Sí, es Dios mismo quien implantó en el pecho de la humanidad el conocimiento y la aspiración de estas destinaciones espléndidas que pueden alcanzarse solamente por medio de la «educación».
¡Qué impulso glorioso es este, que toma en sus manos la mente recién despertada, y guía la inteligencia joven para subir más alto y penetrar las nubes que esconden de su mirada los esplendores de conocimiento que están encubiertos más allá de las sombras de esta esfera baja! Este impulso es una ambición noble; es parte de la humanidad que se asemeja a la imagen del gran Creador. Este impulso, el cual dirigir en su marcha adelante y hacia arriba es la misión de la educación, es una de las dádivas más preciosas de Dios para el hombre. Una vez más, es la misión gloriosa de la educación, fomentar esta sed de conocimiento y guiar al hombre a cumplir su alto destino.
Debería ser el deber tanto de los católicos romanos como de los protestantes, asistir al alumno en su vuelo hacia las regiones de la ciencia y del aprendizaje. ¿Pero es esto así? – No. Cuando ustedes, los protestantes, envían a sus hijos a la escuela, ustedes no imponen trabas a su inteligencia; ellos suben con las alas extendidas día tras día. Aunque su vuelo es al inicio lento y tímido, ¡cuán felices se sienten con cada nuevo aspecto de su horizonte intelectual! ¡Cómo laten sus corazones con gozo indecible cuando empiezan a escuchar voces de aplauso y ánimo de cada lado que les dicen: «¡Más alto, más alto, más alto!» – Cuando sacuden sus alas jóvenes para alzar un vuelo más alto, quién puede expresar su gozo cuando escuchan de nuevo las voces de una madre amada, un padre querido, un pastor venerable, que les aplauden y dicen: «¡Bien hecho! ¡Más alto todavía, mi hijo, más alto!»
Levantándose con más confianza en sus alas, entonces se levantan más alto todavía, en medio del concierto unánime de las voces de su nación entera que los anima al vuelo más alto. Es entonces cuando el joven siente que su fuerza intelectual se multiplica diez veces más. Se levanta sobre sus alas de águila, con una confianza y un poder renovados, y vuela todavía más alto, su corazón latiendo con un gozo noble y santo. De norte y sur, de este y oeste, el eco trae a sus oídos las voces de las multitudes: «¡Sube más alto, más alto todavía!»
El ha alcanzado ahora, lo que él pensaba primero que eran las regiones más elevadas del pensamiento y conocimiento; pero de nuevo oye los gritos estimulantes de abajo, que lo animan a volar más alto todavía hacia el dominio más elevado del conocimiento, hasta entrar en las regiones donde se encuentra la fuente de toda la verdad, y de la luz, y de la vida. Porque él también escuchó la voz de su Dios quien le habla a través de Su Hijo Jesucristo, llamando: «¡Ven a mí! ¡No temas! ¡Ven a mí! ¡Yo soy la luz, el camino! ¡Ven a esta región más elevada donde el Padre, con el Hijo y el Espíritu Santo, gobiernan en una luz infinita!»
De esta manera, el erudito protestante, haciendo uso de su inteligencia como el águila de sus alas, procede de debilidad a fuerza, del aleteo tímido al vuelo audaz y confiado, de una región de conocimiento a otra más alta, hasta que se pierde en este océano de luz y verdad que es Dios.
En las escuelas protestantes no se ponen trabas a las alas del joven águila; nada le hace parar en su progreso, ni paraliza sus movimientos y su vuelo hacia arriba. Al contrario, recibe toda clase de ánimo en su vuelo.
¡Es por eso que las únicas naciones realmente grandes en el mundo son protestantes! ¡Es por eso que las naciones realmente poderosas en el mundo son protestantes! ¡Es por eso que las únicas naciones libres en el mundo son protestantes! Las naciones protestantes son las únicas que cumplen su deber como hombres en el escenario de este mundo; solo las naciones protestantes marchan como gigantes a la cabeza del mundo civilizado. Por todas partes son ellas la vanguardia del progreso, de la ciencia y de la libertad, dejando muy atrás a las naciones desafortunadas cuyas manos están atadas por las cadenas de hierro del papado.
Después de haber visto al erudito protestante levantándose, en sus alas de águila, a las esferas más elevadas de la inteligencia, felicidad y luz, y marchando sin impedimento hacia sus destinaciones espléndidas, volvamos ahora nuestros ojos hacia el estudiante católico romano, y considerémosle y compadezcámonos de él en la degradación a la cual es sujeto.
Este joven estudiante católico romano ha nacido con la misma inteligencia brillante como el protestante; es provisto por su Creador con los mismos poderes de la mente como su vecino protestante; tiene los mismos impulsos, las mismas aspiraciones nobles implantadas por la mano de Dios en su pecho. Se lo envía a la escuela, aparentemente, como al niño protestante, para recibir lo que se llama «educación». Primero entiende esta palabra en su sentido verdadero; va a la escuela en la esperanza de ser levantado, tan alto como le permitirán su inteligencia y sus esfuerzos personales. Su corazón late de alegría, cuando de repente le tocan los primeros rayos de luz y conocimiento; siente un orgullo santo y noble con cada nuevo paso en su progreso; anhela aprender más, quiere subir más alto; también levanta sus alas, como el joven águila, y vuela más alto.
Pero aquí empiezan las desilusiones y tribulaciones del estudiante católico romano; porque se le permite levantarse, sí, pero cuando se haya levantado lo suficientemente alto para estar al nivel de los dedos gordos de los pies del papa, entonces escuchará gritos penetrantes, enojados, amenazantes de cada lado: «¡Alto! ¡detente! ¡No te levantes más alto que los dedos de los pies del Santo Papa! … Besa estos pies santos, y deja de volar más alto! ¡Recuerda que el Papa es la única fuente de ciencia, conocimiento y verdad! El conocimiento del Papa es el último límite del aprendizaje y de la luz que la humanidad puede alcanzar. No se te permite saber y creer lo que Su Santidad no sabe ni cree. ¡Detente! ¡detente! No subas ni una pulgada más alto que el horizonte intelectual del Pontífice Supremo de Roma, en quien solo está la plenitud de la verdadera ciencia que salvará el mundo.»
Algunos quizás me responderán aquí: «¿No ha producido Roma hombres grandes en cada departamento de las ciencias?» – Yo respondo, Sí; como dije antes. Roma puede mostrarnos una larga lista de nombres que brillan entre las luces más brillantes del firmamento de la ciencia y filosofía. Nos puede mostrar sus Copérnicos, sus Galileos, sus Pascales, sus Bossuets, sus Lamenais, etc. Pero fue a su propio riesgo y peligro que estos gigantes se han levantado a las regiones más altas de la ciencia y filosofía. Es a pesar de Roma que estas águilas han alzado vuelo por encima del horizonte oscuro donde el papa ofrece los dedos de sus pies para ser besados y adorados como el non plus ultra de la inteligencia humana; e invariablemente han sido castigados por su audacia.
El 22 de junio de 1663, Galileo fue obligado a postrarse de rodillas para escapar de la muerte cruel a la cual iba a ser sentenciado por la orden del papa; y firmó con su propia mano la siguiente retractación: «Yo abjuro, maldigo, y detesto el error y la herejía del movimiento de la tierra», etc. etc.
Este hombre erudito tuvo que degradarse a jurar una mentira inaudita, esto es, que la tierra no se mueve alrededor del sol. De esta manera, las alas de este águila gigante de Roma fueron cortadas con las tijeras del papa. Esta inteligencia poderosa fue quebrantada, atada, y hasta donde fue posible para la iglesia de Roma, degradada, silenciada, y matada. Pero Dios no iba a permitir que un intelecto tan gigante iba a ser completamente estrangulado por las manos de este enemigo implacable de la luz y de la verdad, el papa. Suficiente fuerza y vida permanecieron en Galileo para decir, al levantarse: «¡Esto no impedirá a la tierra seguir moviéndose!»
El decreto infalible del papa infalible, Urbano VIII, contra el movimiento de la tierra, es firmado por los cardenales Felia, Guido, Desiderio, Antonio, Bellingero, y Fabriccioi. Dice así:
«En el nombre y por la autoridad de Jesucristo, la plenitud del cual reside en Su Vicario, el Papa, que la proposición de que la tierra no es el centro del mundo, y que se mueve con un movimiento diario, es absurda, filosóficamente falsa, y errónea en fe.»
¡Qué cosa gloriosa para el papa de Roma ser infalible! ¡El sabe infaliblemente que la tierra no se mueve alrededor del sol! Y qué bendición para los católicos romanos ser gobernados y enseñados por un tal ser infalible. (…)
Si los Newtons, los Franklins, los Fultons, los Morses hubieran sido romanistas, sus nombres se hubieran perdido en la oscuridad que es la herencia natural de los esclavos de los papas. Habiendo escuchado desde su niñez que nadie tenía derecho de hacer uso de su «juicio privado», inteligencia y conciencia en la investigación de la verdad, ellos hubieran permanecido en silencio a los pies del terrible dios moderno de Roma, el papa. ¡Pero ellos eran protestantes! Este es el secreto de los descubrimientos maravillosos, con los cuales ellos habían leído un libro que les dijo que ellos eran creados en la imagen de Dios, y que este Dios grande había enviado a Su hijo eterno Jesucristo para hacerlos libres de las ataduras de los hombres. Ellos habían leído en este libro protestante (porque la Biblia es el libro más protestante en el mundo) que el hombre no solamente tiene una conciencia, sino también una inteligencia para guiarle; ellos habían aprendido que la inteligencia y la conciencia no tienen ningún dueño aparte de Dios, ningún otro guía aparte de Dios, ninguna otra luz aparte de Dios. En las paredes de sus escuelas protestantes, el Hijo de Dios había escrito las palabras maravillosas: «Vengan a mí; Yo soy la Luz, el Camino, y la Vida.»
Pero mientras las naciones protestantes marchan con pasos tan gigantes a la conquista del mundo, ¿por qué las naciones católicas romanas no solamente se estancan, sino que dan evidencia de una decadencia que aumenta cada día? Visite sus escuelas y preste un momento de atención a los principios que se siembran en las inteligencias jóvenes de sus esclavos desafortunados, y usted tendrá la clave de este misterio triste.
¿Cuál es no solamente la primera lección, sino la lección diaria que se enseña al alumno católico romano? ¿No es esta: que uno de los crímenes más grandes que un hombre puede cometer es el seguir su «juicio privado»? – lo que significa que tiene ojos pero no puede ver; oídos, pero no puede oír; e inteligencia, pero no puede utilizarla en la investigación de la verdad y de la luz y del conocimiento, sin el peligro de ser eternamente condenado. Sus superiores, o sea el sacerdote y el papa, tienen que ver por él, oír por él, y pensar por él. Sí, al católico romano se le dice constantemente en su escuela que el crimen más imperdonable y condenable es el hacer uso de su propia inteligencia y el seguir su propio juicio privado en la investigación de la verdad. Constantemente se le hace recordar que el juicio propio de un hombre es su enemigo más grande. Entonces, todos sus esfuerzos de la inteligencia y conciencia tienen que unirse para combatir, silenciar y matar su «juicio privado». Es por el juicio de sus superiores, el sacerdote, el obispo y el papa, que uno tiene que ser guiado.
Ahora, ¿qué es un hombre que no puede hacer uso de su «juicio personal privado»? ¿No es un esclavo, un idiota, un burro? ¿Y qué es una nación compuesta de hombres que no hacen uso de su juicio personal privado en la investigación de la verdad y de la felicidad, sino una nación de brutos, esclavos e idiotas despreciables?
Pero puesto que esto parecerá una exageración de mi parte, permítanme obligar a la iglesia de Roma a venir a hablar por ella misma. Por favor esté atento a lo que ella dice acerca de las facultades intelectuales del hombre. Estas son las mismas palabras de Ignacio de Loyola, el fundador de la Sociedad Jesuita:
«En cuanto a la obediencia santa, esta virtud tiene que ser perfecta en cada punto de su ejecución, en la voluntad, en el intelecto; lo cual debe hacerse con toda celeridad, gozo espiritual y perseverancia; persuadiéndonos que todo es justo, suprimiendo todo pensamiento repugnante y juicio propio en una obediencia cierta; y que cada uno se persuada a sí mismo, que el que vive bajo obediencia debe ser movido y dirigido, bajo la Providencia Divina, por su superior, tal como si fuera un cadáver que permite ser movido y guiado en cualquier dirección.«
Alguien me preguntará, ¿cuál puede ser el objetivo de los papas y sacerdotes de Roma al degradar a los católicos romanos de una manera tan extraña que los convierten en cadáveres morales? ¿Por qué no dejarlos vivir? – La respuesta es muy sencilla. El único y gran objetivo de los pensamientos y las obras del papa y de los sacerdotes es levantarse a sí mismos por encima del resto del mundo. Ellos quieren estar ¡alto!, alto por encima de las cabezas no solamente de la gente común, sino de los reyes y emperadores del mundo. Ellos quieren ser no solamente tan altos, sino más altos que Dios. Es hablando del papa cuando el Espíritu Santo dice: «…el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios …, haciéndose pasar por Dios.» (2 Tes. 2:4)
– Para alcanzar su objetivo, los sacerdotes persuadieron a sus millones y millones de esclavos que no son nada más que cadáveres; que no deben tener voluntad, ni conciencia, ni inteligencia propia, «como un cadáver que permite ser movido y guiado en cualquier dirección, sin resistencia». Una vez que esto se ha logrado, ellos construyen una pirámide de todos estos cadáveres inmóviles que es tan alta hasta los cielos, y poniéndose a sí mismos encima de esta pirámide maravillosa, los sacerdotes dicen al resto del mundo: «¿Quién de ustedes es tan alto como nosotros? ¿Quién ha sido levantado por Dios como sacerdote y papa? ¿Dónde están los reyes y emperadores cuyos tronos sean tan elevados como los nuestros? ¿No somos la verdadera cumbre de la humanidad?» ¡Sí! ¡sí! … ¡¡¡pero es un trono de cadáveres!!!
… Pero para que Ud. entienda mejor las tendencias degradantes de los principios que son la piedra fundamental de la educación moral e intelectual de Roma, déjeme exponer ante sus ojos otro extracto de la enseñanza jesuita, tomado de los «Ejercicios espirituales» por Ignacio de Loyola:
«Debemos siempre tener para en todo acertar, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia jerárquica así lo determina.»
(…) Pero algunos pensarán que estos principios degradantes se enseñan solamente por los jesuitas; que no son las enseñanzas de la iglesia, y que yo estoy cometiendo una injusticia al presentar como una iniquidad general lo que es solamente la culpa de los jesuitas. Escuche las palabras de aquel papa infalible Gregorio XVI, en su célebre encíclica del 15 de agosto de 1832:
«Si la Santa Iglesia lo requiere, sacrifiquemos nuestras propias opiniones, nuestro conocimiento, nuestra inteligencia, los sueños espléndidos de nuestra imaginación, y los logros más sublimes del entendimiento humano.»
(…) Ahora, protestantes, ¿empiezan a ver la diferencia entre el objetivo de la educación entre una escuela protestante y una escuela católica? ¿Empiezan a entender que la distancia entre la palabra «educación» entre ustedes, y el significado de esta misma palabra en la iglesia de Roma, es tan grande como la distancia entre el polo norte y el polo sur? Para ustedes, «educación» significa levantar al hombre a la esfera más elevada de la hombría. Para Roma significa rebajarlo por debajo de los más brutos. Para ustedes, educar significa enseñar al hombre que él es un agente libre, que la libertad dentro de los límites de las leyes de Dios y de su nación es una dádiva asegurada para todos; ustedes quieren grabar en cada persona el pensamiento noble que es mejor morir como hombre libre que vivir como esclavo. Roma quiere enseñar que hay un solo hombre libre, el papa, y que todos los demás nacieron para ser sus esclavos entregados en pensamiento, voluntad y acción.
Ahora, para que Ud. entienda más todavía el abismo de degradación y corrupción moral al cual estos principios anti-cristianos y anti-sociales de Roma llevan a sus pobres esclavos ciegos, lea lo que dice Liguori (Teólogo moral católico reconocido del siglo XVIII) en su libro «La monja santificada»:
«El medio principal y más eficaz de practicar la obediencia debida a los superiores, y de hacerla meritoria ante Dios, consiste en considerar que al obedecer a ellos obedecemos a Dios mismo, y que al despreciar sus órdenes despreciamos la autoridad de nuestro Maestro Divino. Cuando, entonces, una religiosa recibe un precepto de su prelado, superior o confesor, debe ejecutarlo inmediatamente, no solamente para complacer a ellos, pero principalmente para complacer a Dios, cuya voluntad le es dada a conocer por medio de su orden. Al obedecer su orden, ella obedece más ciertamente la voluntad de Dios que si un ángel viniera del cielo para manifestarle Su voluntad. Tenga esto siempre en mente, que la obediencia que usted practica hacia su superior, es rendida a Dios mismo. Si entonces usted recibe una orden de alguien que ocupa el lugar de Dios, usted debe observarla con la misma diligencia como si viniera de Dios mismo. El bendito Egidio solía decir que es más meritorio obedecer a un hombre por el amor de Dios, que obedecer a Dios mismo. Se puede añadir que hay más certeza de hacer la voluntad de Dios al obedecer a nuestro superior, que al obedecer a Jesucristo en el caso que El apareciera en persona y diera sus órdenes. San Felipe de Neri solía decir que las religiosas pueden estar muy seguras de que no tendrán que rendir cuentas por las acciones hechas por obediencia; de estos actos solo los superiores que los ordenaron serán tenidos responsables. El Señor dijo una vez a Catalina de Siena: «Las religiosas no serán obligadas a rendirme cuentas por lo que hicieron por obediencia; de esto yo demandaré cuentas de parte del superior.» Esta doctrina se conforma a la Sagrada Escritura: ‘He aquí, dice el Señor, como es el barro en la mano del alfarero, así eres tú en mis manos, ¡O Israel!’ (Jeremías 18:6). Un hombre religioso tiene que estar en las manos de sus superiores para ser moldeado como ellos quieren. ¿Debe el barro decir a El que lo forma: Qué estás haciendo? El alfarero debe responder: ‘Cállate, no es tu negocio inquirir lo que yo hago, sino obedecer y recibir cualquier forma que me agrada darte.’ «
Yo les pregunto, protestantes americanos, ¿qué será de vuestro país hermoso si ustedes son lo suficientemente ciegos para permitir que la iglesia de Roma enseñe a los niños? ¿Qué clase de hombres y mujeres pueden salir de tales escuelas? ¿Qué futuro de vergüenza, degradación, y esclavitud preparan ustedes para su país si Roma tiene éxito en obligarles a apoyar tales escuelas? ¿Qué clase de mujeres saldrán de la escuela de monjas que les enseñan que la máxima perfección en una mujer es cuando obedece a su superior, el sacerdote, en todo lo que le ordena? ¿y que su hija nunca tendrá que rendir cuentas ante Dios por los actos que cometerá para complacer y obedecer a su superior, el sacerdote, el obispo, o el papa? ¿Que los asuntos de su conciencia se arreglarán entre Dios y este superior, y que a ella nunca se le preguntará por qué hizo esto o aquello, cuando será hecho para gratificar al superior y obedecer su mandamiento? Y otra vez, ¿qué clase de hombres y ciudadanos saldrán de las escuelas de estos jesuitas que creen y enseñan que un hombre ha alcanzado la perfección de la hombría solamente cuando es un cadáver espiritual perfecto ante su superior, cuando obedece al sacerdote con la perfección de un cadáver que no tiene vida ni voluntad dentro de sí?
Comentario:
Observo que esta misma enseñanza falsa de la «sumisión» está actualmente difundida en muchas iglesias evangélicas también; particularmente en América Latina. Muchos pastores evangélicos usan exactamente los mismos argumentos como el católico Liguori en la cita arriba, diciendo que «al pastor hay que obedecer, aun cuando esté equivocado.» Pero esta enseñanza contradice a la Palabra de Dios que dice: «Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hechos 5:29) – esto lo dijo Pedro exactamente a sus superiores religiosos a los cuales estaba desobedeciendo. Aquellas iglesias evangélicas que mantienen esa enseñanza de la «sumisión bajo los pastores», tienen en realidad una mentalidad católica romana y se han alejado de los principios de la Reforma y de la palabra de Dios. Por tanto, tampoco podrán educar a sus niños en la libertad del evangelio.
Y por supuesto, esta misma mentalidad esclavizante está todavía muy vigente en las escuelas estatales, aunque ya no se encuentran bajo la autoridad directa de la iglesia católica. Esta es, por ejemplo, una de las raíces profundas de por qué el Perú está tan atrasado en «comprensión de lectura»: El peruano promedio, desde su niñez, está siendo condicionado por esta mentalidad romana, a creer que no se puede ni se debe entender lo que uno lee; que hay que esperar a que la autoridad (eclesiástica o escolar) le dé a uno la interpretación «oficial» de lo que está escrito; y que entonces hay que creer esta interpretación oficial, por más que contradiga el sentido natural y obvio de las palabras. Esta misma mentalidad es la que sigue penetrando el sistema escolar desde la época colonial hasta hoy; y de ahí la gran dificultad que tiene mucha gente para poder entender por sí mismos lo que leen.
Por último, será importante entender que los países que eran «protestantes» (reformados) en los tiempos de Chiniquy, en la actualidad ya no lo son. Por eso, las escuelas estadounidenses hoy en día ya no son ningún ejemplo a seguir. Están ahora dominadas por el mismo espíritu esclavizante, aunque no en el nombre del catolicismo, pero en el nombre del gobierno secular, del «ateísmo científico», y de la industria y economía. Cómo sucedió esta transformación espantosa de las escuelas americanas durante el siglo pasado, lo describe con mucho detalle John Taylor Gatto en su obra monumental «Historia secreta de la educación americana«.
¿Se puede remplazar a cada profesor por una computadora y una abuela?
Sugata Mitra es un ingeniero de software y profesor en la India. En algunos de los barrios más pobres y en pueblos alejados, él llevó a cabo un experimento educativo muy interesante. El quiso descubrir cuánto pueden aprender los niños por sí mismos, solamente teniendo acceso a una computadora con contenidos preparados. Dicho de manera simplificada, su experimento demostró que la combinación de una computadora y una abuela produce logros educativos mayores que la enseñanza por un profesor.
Sugata Mitra, «Build a School in the Cloud» (en inglés, con subtítulos en español.)
El experimento de Mitra deshace de manera eficaz el gran mito que muchos profesores asumen como base de su profesión: el mito de que el aprendizaje sea el producto de la enseñanza de un profesor. Ahora queda demostrado que una computadora y una abuela pueden producir un aprendizaje mucho mayor.
De hecho, los educadores alternativos ya saben esto desde hace mucho tiempo. Los niños son aprendedores por naturaleza, y el motor más fuerte del aprendizaje es su propia curiosidad innata. Si tienen a su disposición suficientes materiales interesantes para investigar y manipular, y la libertad de seguir los temas que a ellos mismos les interesan, entonces ellos crean la mayor parte del aprendizaje por sí mismos. Esta ha sido la experiencia de María Montessori, de John Holt, de Raymond Moore, de Rebeca Wild, y de muchos otros pioneros de modelos educativos alternativos – aun antes de que existieran las computadoras personales y la internet.
Ahora, me gusta mucho la manera como Mitra completa el cuadro con la abuela que anima a los niños a seguir adelante, y que se interesa genuinamente por las actividades de ellos – pidiendo explicaciones de parte de los niños, en vez de querer explicar a ellos «como se hace». A diferencia de un profesor, la abuela ni siquiera necesita saber cómo usar una computadora. Lo esencial para el éxito educativo es su interés personal, sus palabras de ánimo y sus preguntas
En un punto estoy en desacuerdo con Mitra: Pienso que la abuela tiene que estar realmente allí mismo con los niños. Cuando se la sustituye por una «abuela virtual» que vive a miles de kilómetros de distancia, existe el peligro de que la tecnología desplace las relaciones humanas cercanas, especialmente entre niños y adultos, que son tan importantes para el desarrollo sano de un niño. – Por supuesto que no tiene que ser necesariamente una abuela. Aun mejor es cuando los mismos padres asumen este rol, como sucede en los modelos exitosos de educación en casa.
Me imagino que este será un tema difícil de digerir para muchos profesores, porque inmediatamente se levantarán dos fantasmas horribles: el de perder el control, y el de perder el trabajo.
Respecto al perder el control: Durante mis años como padre y educador hice una experiencia muy liberadora. No necesito mantener el control sobre el aprendizaje de mis hijos y alumnos. Para que el aprendizaje suceda, no hay necesidad de cumplir con programas y planes de enseñanza prescritos, ni es necesario que todos los niños tengan que estar al mismo tiempo en el mismo lugar, haciendo lo mismo. Al contrario, los niños pueden lograr avances espectaculares en su aprendizaje cuando se les permite que ellos mismos decidan dónde, cuándo, qué, y de qué manera quieren aprender. Esta es exactamente la gran oportunidad que nos brinda la gran cantidad de información que ahora está disponible en la internet: que ahora existe la posibilidad de un aprendizaje independiente y muy personalizado.
No quiero decir con eso que permitamos a los niños el mal comportamiento, la violencia, la deshonestidad, etc. (De hecho, esa clase de comportamiento es incentivado indirectamente por el sistema escolar.) Respecto a lo que es bueno o malo, los niños necesitan una orientación clara y aun más, nuestro ejemplo. Pero en cuanto a los temas, el nivel y la forma de su aprendizaje podemos darles mucha libertad a los niños, y veremos el éxito.
Y respecto al perder el trabajo: Es bien probable que en consecuencia de una tal revolución educativa, haya mucho menos necesidad de profesores en el futuro. Como ha demostrado Sugata Mitra, en muchos casos se puede efectivamente sustituir a un profesor por una computadora y una abuela. Y los profesores que desean ser parte de esta revolución educativa, tendrán que reinventar su trabajo de manera radical. Es que los conocimientos ya no dependen del profesor; son ahora accesibles libremente para cualquiera que tiene acceso a internet. Los profesores ya no serán los «transmisores del conocimiento», ni serán pequeños reyes que dirigen y controlan su clase. En cambio, su trabajo consistirá en:
– Facilitar a los niños un aprendizaje en libertad, eliminando los planes de lecciones, las tareas obligatorias, y aun la asistencia obligatoria a una escuela. En su lugar, los profesores tendrán que asumir el papel de la abuela que anima a seguir adelante.
– Asesorar a los niños en sus propios proyectos de aprendizaje, y ayudarles a encontrar la información y los materiales que necesitan para ello. Conociendo los intereses y talentos de un niño, y su estilo particular de aprendizaje, un educador entendido puede ayudarle a encontrar los materiales y los métodos de estudio que se adaptan mejor a sus necesidades personales.
– Responder preguntas, ayudar en problemas, y sugerir nuevas ideas, según la demanda de los niños. Esto requerirá una gran flexibilidad, y una buena comprensión de la manera de ser de un niño.
– Crear contenidos informativos que facilitan el aprendizaje; o ayudar a los especialistas en las diversas áreas de conocimiento a crear tales contenidos. Estos contenidos y materiales estarán entonces a disposición de los niños, a manera de ofertas entre las que pueden escoger, no a manera de asignaturas obligatorias. Esto permitirá también evaluar en la práctica si los materiales son adecuados para las necesidades de los niños: Al tener libertad de elección, los niños elegirán con más frecuencia aquellos materiales que son apropiados para sus necesidades, y un mayor porcentaje alcanzará los objetivos de dichos materiales.
Todo esto requerirá una gran capacidad de innovación, originalidad y creatividad. Temo que para eso, la mayoría de los profesores son los menos preparados, porque la formación actual de profesores pone el mayor énfasis en la conformidad con el sistema tradicional, y en el cumplimiento estricto de reglamentos burocráticos. Cuando la educación se mueva en la dirección indicada por Sugata Mitra, el reto principal a los profesores consistirá en superar las limitaciones que su propia formación profesional les impuso.
Siempre hay cierto porcentaje de profesores que hacen su trabajo solamente para ganarse la vida, sin tener una verdadera vocación para ello. Pienso que ellos brindarían un gran servicio a la sociedad si se retiraran voluntariamente de sus puestos y dieran lugar a los que son educadores de verdad. Esto puede sonar duro; pero esta clase de profesores raras veces son felices en su trabajo, entonces se harían incluso un servicio a sí mismos si cambiaran de profesión. (Y entonces, incluso harían algo más productivo.)
Por el otro lado, un profesor que ejerce su trabajo por verdadera vocación, será capaz de realizar estos cambios, mayormente porque tiene un amor genuino a los niños, y por tanto estará dispuesto a explorar caminos nuevos, por el bien de ellos.
Aprender a educar en casa es como aprender a patinar
Aprenda a relajarse
(…) Para los padres principiantes, la educación en casa es como aprender a patinar sobre hielo, después de que usted estuvo acostumbrado a solamente caminar durante quince, veinte o treinta años. Usted intenta «caminar» sobre el hielo, en vez de deslizarse. La mayoría de los padres educadores necesitan desaprender más de lo que necesitan aprender. Esto se aplica particularmente a los que son profesores de profesión, puesto que fueron entrenados a enseñar según el modelo de producción masiva. Nosotros conocemos eso – ¡nosotros los entrenábamos! Ellos saben poco acerca del mentoreo informal; y muchos tienen miedo ante la responsabilidad de educar a sus propios hijos donde no hay otros profesores alrededor con quienes podrían compartir la culpa si algo resulta mal.
Desafortunadamente, muchos empresarios oportunistas vendedores de currículos para el estudio en casa saben aun menos. Ellos causan daño con sus «paquetes» convencionales, creados según el modelo del aula escolar, que imponen técnicas del aula sobre un programa de mentoreo. Eso es como insistir en que los fabricantes del Rolls Royce usen tecnología Yugo (carros de calidad muy inferior que fueron construidos en la antigua Yugoslavia). Estos programas exigen varias horas diarias de rutina aburrida, con pocas oportunidades para exploraciones propias y para realizar ideas creativas. De esta manera, los padres y los hijos se agotan pronto. (…)
No se preocupe tanto por el nivel educativo que usted mismo tiene. Preocúpese más por su actitud hacia sus hijos. Casi todos los padres educadores exitosos dejaron atrás el trajín formal y lograron deslizarse de manera informal. Esto no significa que hayan desechado toda estructura y toda prudencia; pero que dejaron de ser pedagogos rígidos, y se convirtieron en proveedores de recursos que animan a sus hijos. Si usted tiene una educación básica decente y un corazón atento y lleno de amor, ¡usted puede ser un buen padre educador!
La mayoría de los padres educadores comienzan más o menos de la misma manera. Al inicio, usted se siente cómodo solamente en los caminos viejos, las maneras como usted mismo fue enseñado. Excepto si usted es una persona completamente inconvencional, le parecerá difícil imaginarse alguna otra manera. Usted sabe como caminar, pero no entiende como deslizarse, hasta que usted vea a alguna otra persona hacerlo, o hasta que alguien le explique como lo hizo. Mientras usted no logre soltarse de las garras de la costumbre, de la tradición y de las convenciones, usted reproducirá solamente una escuela institucional en su hogar. (…)
Un caso concreto
Esta es la historia real de Cristina, una ama de casa de Colorado que fue una de nuestras madres educadoras. Su hija Yésica tenía siete años y su hijo Jordan cinco. Después de tres años de escuela convencional, Yésica estaba bien académicamente, pero no emocionalmente. Cristina la sacó de la escuela y comenzó con «escuela en casa». Ella esperaba una «continuidad del aprendizaje», pero descubrió que esa no es la manera como sucede. Ella describe la media vuelta que Yésica dio en el transcurso de dos meses, y sus efectos sobre el hermanito pequeño y la familia:
«Descubrí que tengo que adaptar mis expectativas cada semana, ¡por lo menos! Yésica se opone fuertemente contra cualquier trabajo que uno le ‘asigna’. Sin embargo, trabaja por horas en proyectos que ella misma diseña. Cuando vi eso, me di cuenta de que tenía dos opciones: O me pongo dura y le permito jugar solamente después de completar su ‘trabajo escolar’, o simplemente le sigo la corriente. Puesto que la comunicación con Yésica había sido penosamente deficiente, la semana pasada decidí no imponerle nada en absoluto: No le di tareas, ni siquiera sugerencias, acerca de trabajos escolares. No le enseñé nada, y no le exigí nada. ¡Los resultados fueron asombrosos!
Durante esa semana, ella diseñó y construyó un bonito puesto de venta para dulces y lo llamó ‘El equipo del piloto’. Su padre le ayudó con la construcción, pero ella misma lo lijó y lo pintó. Lo tenía abierto por tres días, vendiendo galletas a los niños que salían de la escuela, e hizo una ganancia de ocho dólares. Fue una alegría verlo – ella había adaptado una idea de otra familia educadora que conocemos, y la llevó a cabo con energía y felicidad. El proyecto incorporó mucho de matemática, arte, carpintería, repostería, consideraciones de salud, mercadeo y ventas, planificación y organización – la lista sigue y sigue.
Además, en sus momentos libres ella escogió varias lecciones que estudió por su propia cuenta, mejoró su relación con su hermanito en un 100%, descubrió a media docena de nuevos amigos, y demuestra una confianza en sí misma como no la hemos visto en ella desde hace más de un año. En el momento en que escribo esto, ella está jugando a la escuela con Jordan y ya limpió su habitación antes de bajar. ¡El comportamiento de su hermanito está ahora mejorando también!
(…) Ahora que estoy empezando a superar mi ansiedad por el rendimiento, puedo ver al escribir esto cuánto progresó ella dentro de muy poco tiempo. Estoy muy agradecida por esta oportunidad de comenzar de nuevo con mis hijos.»
Traducido de: Raymond y Dorothy Moore, «The Sucessful Homeschool Family Handbook», Thomas Nelson Publishers 1994
John Taylor Gatto: El principio de la pulga atrapada
Extracto de: «Weapons of Mass Instruction» (2009)
¿A qué se debe la extraña, inhumana pasividad de los niños escolares, especialmente hacia asuntos que el mundo adulto siempre consideró importantes? ¿Y la indiferencia aun más extraña de los niños pobres hacia su futuro ominoso que se acerca rápidamente?
Yo tuve varias teorías sobre esto mientras trabajé como profesor, pero ninguna de ellas era convincente, hasta que un día me explicó un niño inmigrante taiwanés de once años, Andrew Hsu, como se quebranta el espíritu de las pulgas para domarlas. Su explicación fue publicada en una breve autobiografía que él escribió para una ceremonia donde él y yo recibimos el mismo premio; pero mucho más importante que este reconocimiento fue para mí lo que aprendí de Andrew en aquel día.
El acababa de ganar la feria de ciencia e ingeniería del estado de Washington, por haber descifrado un gen que el hombre tiene en común con el ratón: COL201A. A sus once años, Andrew era un campeón en natación y había ganado muchos trofeos. El hablaba perfectamente chino, francés e inglés. En su tiempo libre trabajaba como asistente para películas documentales profesionales. Y nunca había asistido a una escuela; sus padres lo habían educado en casa.
Cuando le pidieron describir la lección más importante de su vida, la que más influenciaba sus decisiones, él dijo que era algo que su padre le contó acerca de los métodos para entrenar pulgas, para que columpiasen en trapecios, jalasen pequeños cochecitos, y todas esas cosas que antiguamente se enseñaban a las pulgas para divertir a los reyes y sus cortes.
La historia que le contó su padre fue así:
Si pones a unas pulgas en un contenedor bajo, se escapan saltando. Pero si pones una tapa sobre el contenedor por un tiempo corto, las pulgas se chocan con la tapa cuando intentan escapar, y pronto aprenden a ya no saltar tan alto. Ellas abandonan su búsqueda de la libertad. Si después quitas la tapa, las pulgas quedan prisioneros de las restricciones impuestas por ellas mismas. Así es también nuestra vida. Muchos de nosotros permitimos que nuestros propios temores, o las imposiciones de los demás, nos mantengan presos en un mundo de expectativas bajas.
Cuando leí esto, mi entera vida de profesor pasó por delante de mis ojos. Yo había sido contratado para ser la tapa encima de la placa de Petri, contra la cual los niños iban a chocar sus cabezas en sus intentos de seguir su camino, hasta que algún día estarían agotados y abandonarían sus intentos. Y en este punto serían súbditos aptos para ser domados.
Artículo relacionado: «¿La libertad no les interesa?»
James Dobson: Un padre mira atrás (Parte 2)
Esta es la continuación de una charla del Dr.James Dobson acerca de la paternidad, la crisis de la mitad de la vida, y el sentido de la vida.
Y quiero decirles algo muy personal. Con esto tal vez les diré más acerca de mí mismo de lo quiero que ustedes sepan. Pero si no les permito ver quién soy en verdad, no les podré ayudar: Tampoco estoy seguro si quiero dejar muchos bienes a mis hijos; porque uno necesita tener una mano muy segura para sostener una copa llena. No hay una mejor manera para destruir a los hijos que privarlos de esta necesidad de disciplinarse y ahorrar y crecer y dedicarse a una tarea. Hoy en día estamos tan ocupados con dar a nuestros hijos lo que nosotros no teníamos cuando éramos niños, que nos olvidamos de darles lo que sí teníamos.
Esto me lleva a la segunda conclusión que saqué durante mis reflexiones, y es la más importante: que nada en la vida importa, fuera del amor por Dios y Su hijo Jesucristo, y del amor por la humanidad, empezando con mi propia familia. Esta es la razón por qué pasé los siete años pasados en casa. Los años pasan tan rápidamente, y yo quise estar allí para tener influencia sobre mis hijos y para verlos crecer y edificar en ellos los valores que son importantes para mí. Danae está ahora en el college, Brian en la secundaria, y los años han pasado tan rápidamente. Los patines se quedan abandonados en un rincón de la cochera, las llantas de la bicicleta están bajas, y el columpio ya ha desaparecido. Yo acepto esto, no voy a tratar de retener a mis hijos; yo quiero que ellos crezcan y sean independientes y vivan sus propias vidas. Pero cuando nuestros hijos habrán salido de la casa, algo precioso habrá salido de mi vida, porque yo valoraba tanto aquellos años con mis hijos.
Estando en casa durante siete años, tengo la niñez de mis hijos como grabada en mi mente. Puedo prender este «video» mental y veo a un niño de cinco años que se me acerca. Estoy sentado en la sala, mirando un partido de fútbol. Este niño se me acerca y dice: «Voy a subir a tus rodillas.» Yo digo: «De ninguna manera.» El dice: «Pero voy a venir.» Yo digo: «Es que tengo que ser prudente y vigilar a quién dejo sentarse en mis rodillas.» – «¿Y quién puede subir a tus rodillas?» – «Tú no lo vas a conocer.» – «¡Sí lo conoceré!» – «Bueno, es un niño con cabello rubio.» – «¡Yo tengo el cabello rubio!» – «Yo sé, pero es un niño con cabello rubio y ojos celestes.» – «¡Yo tengo ojos celestes!» – «Sí, yo sé, pero es un niño con cabello rubio y ojos celestes y que se llama Brian.» – «¡Este es mi nombre!» – «Sí, pero tú no comprendes. Tú no conoces a ese niño. Ese niño con cabello rubio y ojos celestes y que se llama Brian, es mi hijo. Mi único hijo que jamás tenía. El es el único niño en el mundo que tiene permiso de subir a mis rodillas en cualquier momento que quiera y sin pedir permiso.» – «¡Yo tengo cabello rubio y ojos celestes y me llamo Brian y soy tu hijo y tú me amas, y de toda manera voy a subir!» – Durante cuatro años solíamos jugar este juego, quinientas veces, y a él le gustaba. Por eso también les cuento a ustedes. Este juego le dijo a Brian que él era muy especial para mí. Y yo lo tengo bien grabado en mi mente.
Prendo otro «video» y veo a una niña de seis años, regresando de la escuela. Su cabello tiene colitas por ambos lados de su cabeza, pero ya están bien desordenadas. Su vestido está arrugado, y una de sus medias se ha bajado alrededor de su zapato. Entra a la casa y es tan feliz de vernos que abraza a su mamá y me abraza a mí, y se sienta a la mesa, y Shirley le trae unos panes y leche, y ella come y yo la estoy mirando sin que ella lo sepa. Ella todavía no sabe realmente cuánto la amo. Tal vez algún día lo comprenderá, pero a los seis años no lo comprende todavía. Es solamente un pequeño momento pasajero de la vida, pero lo tengo grabado aquí y nadie me lo puede quitar. Lo tengo grabado porque estaba en casa para verlo, y por eso estoy agradecido.
Permítanme contarles algo más acerca de Danae. Ella amaba mucho su niñez. Pero, tristemente, un día cumplió trece años. Entró a su dormitorio, cerró la puerta y apiló todos sus discos y sus juguetes atesorados encima, y los cargó a la otra puerta y los dejó delante del dormitorio de Brian donde él estaba durmiendo, y puso una nota encima que dijo: «Querido Brian: Esto es tuyo ahora. Cuídalo bien como yo lo hice. Con amor, Danae.» – Shirley encontró la nota y me la mostró (yo estaba en mi oficina), y nos sentamos y la leímos, y ambos lloramos porque escuchamos en aquella nota que la puerta a la niñez se había suavemente cerrado. Y una vez que esta puerta se cierra, ningún poder del mundo la puede abrir de nuevo. Y otra vez, agradezco al Señor que yo estaba en casa para ser testigo de este proceso.
Pero no soy un padre perfecto, no tengo hijos perfectos, Shirley tampoco es una madre perfecta. Luchamos en la misma manera como ustedes. Estábamos luchando para encontrar cosas que pudiéramos hacer juntos como familia. ¿Conocen ustedes este problema? Intentamos de todo. Claro que cada uno podía encontrar recreo en lo que le gustaba hacer individualmente. Pero estábamos buscando algo que pudiéramos disfrutar juntos como familia. Por fin, después de muchos intentos, encontramos que esquiar era nuestra cosa. Usted no puede imaginar cuánto lo disfrutamos, pasar por los cerros juntos con el viento en nuestras caras, el paisaje maravilloso que Dios creó, eran nuestros mejores momentos.
Pero en el primer día, si usted tiene niños pequeños, esquiar puede ser la frustración más grande de la vida. Adivine quién tiene que cargar los esquís, abrochar las botas de todos, comprar los boletos del teleski, hacer tres viajes de regreso a la casa para recoger cosas olvidadas, llevar a los niños al baño… es una tarea enorme, y en aquel día en particular, mis hijos me hicieron volver loco. Les dio un ataque repentino de irresponsabilidad infantil: estaban perdiendo esquís, hicieron caer cosas, se olvidaron sus guantes, y yo estaba tras ellos continuamente. Quiero decir que les estaba gritando y empujándoles y que pasé por alto todo lo que escribo en mis libros.
Finalmente los llevé al restaurante y los dejé allí con Shirley, dije: «Tengan un buen tiempo», cerré la puerta con un golpe y manejé nuestro carro hacia abajo para estacionarlo. En todo el camino estaba hablando al Señor: «¿Qué voy a hacer con esos niños que me diste?» ¿Alguna vez usted le hizo esta pregunta? Yo solamente estaba un poco irritado porque El me había dado estos hijos. El no dijo nada. A veces El me deja hablar de esta manera (yo no le estaba faltando el respeto). Estacioné el carro, salí y me fui a un paradero donde viene un pequeño camión para recoger a la gente y llevarlos arriba. Había unas diez personas allí, entre ellos una chica de 17 años aproximadamente, que hablaba cosas raras sin sentido. Especialmente repetía la palabra «Quienquiera… Quienquiera…», vez tras vez. Pensé que estaba bajo influencia de drogas o algo parecido, y la gente se había alejado de ella, de manera que ella estaba parada sola allí repitiendo esas palabras. Después me miró y reconocí en sus ojos la mirada característica del retraso mental. En este momento llegó el camión, todos subimos y ella se paró en el medio del carro y miró cerro arriba mientras continuaba diciendo: «Quienquiera…» Había un rechazo visible de parte de la otra gente, mayormente jóvenes, que la miraban con una risa irónica como si quisieran decir: «¿Quién es esa loca?» Después realicé que el hombre alto que estaba parado a su lado era su padre. El hizo algo que nunca olvidaré. Hizo unos tres pasos adelante, como para proteger a su hija, la abrazó, y empezó a repetir con ella: «Quienquiera… quienquiera…» No habló a ella, sino a nosotros. El había notado las mismas risas que yo había visto. El dijo: «Sí, es verdad, ella es retrasada. No podemos esconderlo; no hubiera sentido en tratar de esconderlo. Yo sé que ella nunca va a escribir un libro, nunca va a cantar canciones bonitas, tal vez no va a lograr mucho. Ya no asiste a la escuela; hicimos lo mejor que pudimos. Pero quiero decirles algo: Ella es mi hija, y yo la amo, y no me da vergüenza ser identificado con ella. Sí, hija, quienquiera…» El amor de este padre por su hija retrasada fluía de su alma y llenó la mía, y de allí a mis hijos, y yo dije: «Sí, Señor, comprendo el mensaje.»
Dos semanas después fui entrevistado en la televisión nacional, y me dieron cuatro minutos y medio para responder tales preguntas como: «¿Cómo entró la familia en todos esos problemas del pecado, y cómo podemos salir de ellos?» No podría haber respondido la pregunta ni en cuatro semanas y media, pero esto les puedo decir: Conozco la respuesta. Tiene algo que ver con lo que ese padre sentía por su hija retrasada en aquel día. Esto va a sanar los hogares; va a salvar las relaciones entre padres e hijos; e incluso ayudará a superar la tragedia del retraso mental.
Padres que están aquí, no dejen que pasen estos años, no dejen que la niñez de sus hijos pase desapercibida. Al otro extremo de la vida, mirando atrás, no habrá ninguna compensación. A los que se están esforzando para alcanzar metas grandes, yo no quiero insultarles. Usted trabaja duro y tiene éxito por causa de su autodisciplina. Pero a cierta medida, yo hice lo mismo. Y durante estos siete años se repetía una pregunta en mi mente: «¿Pero ahora qué? Porque ‘el viento pasó por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más.’ » El hombre más sabio que jamás vivió (aparte de Jesucristo), el rey Salomón, tenía todo. Tenía dinero, reputación, poder… todo lo que uno podría desear. Al final de su vida lo resumió todo, en el libro de Eclesiastés. ¿Cómo lo llamó? «Vanidad». «Todo es vanidad, no hay nada más que vanidad.» Esto desvalora todo lo que es temporal. Vanidad.
En l970 publiqué mi primer libro, «Atrévete a disciplinar», con mi nombre en la carátula, mi foto en atrás, con un diseño hermoso – un buen éxito para un joven de 33 años. Hace pocos días, Danae se me acercó y dijo: «¡Realmente has llegado!» – «¿Qué quieres decir con esto?» – «Encontré un ejemplar de ‘Atrévete a disciplinar’ en un remate de segunda mano, a 35 céntimos.» Esto es adónde llega todo.
Bueno, en cierto sentido les he engañado un poco. Hice aparentar que estaba hablando sobre la crisis de la mitad de la vida, pero esta no es mi meta verdadera. Estoy hablando acerca de algo mucho más importante: la vida en sí. Esto es importante para todos; no importa si usted es un cristiano o un ateo o un agnóstico, usted siempre tiene que tratar con las preguntas que mencioné, como: ¿Quién soy? ¿Adónde voy? ¿Cuál es el sentido de la vida? Y en especial: ¿En qué invertiré los años de mi vida que me quedan?
La experiencia de los siete años pasados me dijo: Regresa a tus raíces, a tu fe, y en esta fe encuentro sentido y propósito y dignidad y autoestima, autodisciplina, identidad. Sé quién soy porque sé de quién soy. En esta etapa de mi vida llego a solamente dos objetivos para lo que queda: Lo primero es servir a mis prójimos, empezando con mi propia familia, y lo segundo es ser aceptable para el Dios que me creó, y poder escuchar esas palabras que tanto anhelo escuchar: «Bien hecho, buen siervo fiel.» Y nada más resistirá la prueba del tiempo.
James Dobson: Un padre mira atrás
Lo siguiente es una charla del psicólogo cristiano Dr.James Dobson, que fue difundida hace años en su programa radial «Enfoque a la familia». Sus pensamientos me parecen importantes, y por tanto deseo compartirlos también con los lectores de este blog.
Hace 7 años, mi esposa y yo estábamos involucrados en una serie de películas acerca de la familia. Entonces yo intenté hacer una decisión en el conflicto entre el ministerio de llevar un mensaje al mundo, y la necesidad de estar en casa con mi familia. Yo hice muchas diferentes cosas durante mi vida, pero creo que lo más sabio que jamás hice era quedarme en casa y ver cómo mis hijos crecieron. El día de hoy es como una celebración de esa decisión. Durante esos 7 años, no solamente tuve la oportunidad de pasar mucho tiempo con mis hijos, sino también tuve tiempo para reflexionar. Esta noche quisiera compartir con ustedes algunas de esas reflexiones que hice mientras yo pasaba por mis propios años de la mitad de la vida.
Tengo 48 años ahora. (Tendría 49, pero un año estuve enfermo. 🙂 ) Entonces tengo todo derecho de pasar por una crisis de la mitad de la vida. Un hombre en esta crisis se viste con una camisa de seda – no sé por qué, pero lo hace -, la desabrocha hasta su ombligo, y muestra mucho vello canoso que lo ha secado con secadora. También maneja carros rápidos. Esto ayuda en alguna manera, no sé por qué, pero necesita hacerlo. Probablemente está peleando con su esposa porque la edad de ella le hace recordar la suya, y esto le molesta. Dicen que una noche un hombre entró al dormitorio y vio como su esposa se frotaba la cara con una crema y la preguntó: «¿Para qué es esto?» – «Para las arrugas.» – «Parece que funciona, ya tienes un montón de ellas.» 🙂
Parte del síndrome es también que el hombre se escapa con su secretaria. Tengo aquí un artículo del «Los Angeles Time» que dice: Un hombre encontró un aviso en el diario donde se ofrecía un carro Mercedes a 57 dólares. Llamó al teléfono indicado, convencido que el precio debía ser un error. Le respondió una señora: «No, el precio es correcto.» – «¿Está el carro malogrado?» – «No, está en condiciones perfectas.» – «Entonces ¿por qué lo vende en un precio tan ridículo?» – «Bueno, mi esposo me llamó desde Las Vegas. El está allí con su secretaria, me dijo que me está abandonando y que está en quiebra por haber jugado al azar, y me pidió vender el carro y enviarle la mitad de lo que me paguen.» 🙂
Bueno, yo no estoy pasando por este tipo de crisis. Shirley y yo tenemos 24 años de casados, somos muy felices, y tampoco tengo camisas de seda. Entonces este no es mi problema. Pero les contaré dónde me encuentro en este momento, y esto es muy en serio. Durante los últimos 7 años, y especialmente los últimos tres, yo pasé por un tiempo de reevaluación. Estaba pensando acerca del sentido de la vida y sus preguntas más importantes, como: ¿Quién soy realmente? ¿Y qué estoy haciendo aquí realmente? ¿Y adónde estoy yendo realmente? ¿Qué voy a hacer con el resto de mi vida aquí en la tierra? Hay algo en los años 40 que parece gritarte constantemente estas preguntas. Parece que estás obligado a luchar con estas preguntas porque ves como la arena en la ampolleta se está acabando. Pasé por esto y saqué dos conclusiones al final. No son muy profundas, pero hicieron un impacto sobre mi vida.
La primera tiene que ver con la rapidez con la cual pasa el tiempo. Hace pocos años recibí el golpe de mi vida. Estaba escribiendo un libro y necesitaba terminarlo en poco tiempo. Entonces me fuy a un hotel en Dallas, Texas, y estaba escribiendo allí unos 10 días hasta terminar el libro. Solía despertarme temprano, tener mi devocional y después escribir todo el día hasta las 4 p.m. cuando me sentía agotado y nesecitaba unos ejercicios. Me gusta jugar basket, aunque realicé que un hombre de 48 años no tiene nada que ver en una cancha de basket. Pero me gusta el juego. Entonces caminé media cuadra hasta el YMCA para jugar. Obviamente no había nadie de mi edad allí, solamente unos chicos de 16 ó 18 años que me miraban como si yo tuviera 105. Les pregunté si podía jugar un partido con ellos, y por fin dijeron que sí. Había un chico negro con una habilidad tremenda que me estaba cubriendo constantemente. La presión de esta competencia y de todos los chicos alrededor que me miraban como a un abuelo me hizo regresar veinte años, me acordé de unos trucos y movimientos, me esforcé e hice tres canastas seguidos. Entonces ese chico me miró, hizo un paso atrás y dijo: «Hombre, ¡usted tiene que ser algo en su orgullo!» – Yo lloraba todo el camino a casa. Desafortunadamente yo no era nada en mi orgullo, lo que hizo el asunto aun peor.
Muchos escritores han escrito acerca del pasar del tiempo, pero me parece que la persona que lo comprende mejor que todos los filósofos es una pequeña mujer llamada Erma Bombeck. Ella nos hace reir con sus cuentos acerca del envejecerse, pero a veces ella nos hace llorar. En su pieza «Cuando la madre se convierte en la hija y la hija en la madre», ella describe los cambios en la relación entre ella y su madre, y el estrés que resultó de ello. Dice que su madre siempre estaba tan fuerte, tan estable, tan independiente; la persona que ella admiraba y que era el ejemplo para su vida. Pero poco a poco cambiaba esta relación hasta que la madre se convirtió en la hija, y Erma se convirtió en la madre. Dice que empezó cuando Erma estaba manejando un carro y su madre estaba sentada a su lado. De repente había una congestión del tráfico, y Erma tuvo que frenar bruscamente para no chocarse con el carro en su delante, e instintivamente estiró el brazo para agarrar a su madre para que no se choque con las parabrisas – en vez de que su madre la hubiera agarrado a ella para que no se choque con el volante. Se miraron un momento y realizaron que algo había cambiado en su relación.
Vino la navidad cuando Erma preparó el pavo y su madre puso la mesa; y los momentos cuando Erma dijo a su madre: ¿Me acompañas a hacer compras? o: ¡De verdad te ves linda en este vestido! – como su madre había dicho a ella miles de veces antes. Y más y más la madre se convierte en la hija y la hija en la madre, y es difícil para Erma y ella dice: «¡No lo quiero! No quiero ver como mi madre se vuelve dependiente de mí.» Pero el tiempo avanza irresistiblemente, y cuando su madre llega a la vejez, es Erma quien dice: «Mamá, ¿me harías el favor de ya no hablar de «haber visto a papá anoche»? Tú sabes que él se fue hace diez años.» Y la madre es la hija y la hija es la madre.
Poco después, Erma estaba sentada en el carro al lado de su propia hija que estaba manejando. De repente hubo una congestión del tráfico y su hija frenó bruscamente, e instintivamente estiró el brazo para proteger a Erma para que no se choque con las parabrisas. Y en la última línea dice: «Dios mío, ¿tan rápidamente …?»
Yo estoy ahora en ese punto. Mi madre se está convirtiendo en mi hija y yo me estoy convirtiendo en su padre. Mi padre murió en l977, y mis padres eran verdaderos amigos. Eran «una sola carne» en el sentido bíblico, y cuando murió mi padre, fue como si mi madre hubiera sido partida en dos. Ella nunca será la misma. Hace unos años ella tuvo que pasar por unos exámenes abdominales, y siempre cuando una mujer en sus 70 tiene problemas intestinales, hay una pequeña palabra de 6 letras en la cual todos piensan. Doy gracias a Dios que las pruebas salieron negativas, y me fui a su casa para darle la noticia y conversar con ella. Dije: «Mamá, ¿no es una buena noticia? No tienes cáncer, vas a estar bien.» Ella sonrió, diciendo: «Oh sí… estoy agradecido y también agradezco al Señor.» Pero después añadió: «¿Puedo ser sincera acerca de una cosa? … ¿Comprenderías si yo te dijera que yo pensaba que posiblemente iba a ver a papá pronto? y que estoy solamente un poquito decepcionada.»
Si usted quiere ver cómo pasa el tiempo, mire a las personas más cercanas, en su propia familia. No mire a la gente afuera. Mire cómo cambia su relación con sus propios hijos. Mire a sus hermanos, sus tíos, sus padres. Pienso que esta es una de las causas de la crisis de la mitad de la vida. Cuando un hombre llega a sus años 40, no es unusual que puede perder a su padre, y esto hace un impacto emocional. Le hace pensar acerca de la vida y cuán corta es.
Les dije que Shirley y yo somos casados por 24 años, y faltan solamente 18 años hasta que yo tenga la edad en la cual mi padre falleció. Diciéndolo de otra manera: Hace dos meses hice un pequeño cálculo: Si yo alcanzaré la edad que alcanzó mi padre, entonces ya he vivido 72% de mi vida. ¡Hace nueve años yo estaba todavía en mis 30! ¿Comprende lo que es la «crisis de la mitad de la vida»? En primer lugar, el término es equivocado. ¡La mitad de la vida es en los años 30! Si usted está en sus 30 y se considera joven, después de pasar la próxima esquina le quedan solamente 28% de su vida.
Algunas personas podrían pensar: ¡Qué pensamiento mórbido! Pero no es así. Es un concepto muy importante y bíblico. El rey David escribió acerca de ello: «El hombre, como la hierba son sus días, florece como la flor del campo. Que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más.» (Sal.103:15-16). Es un concepto importante porque pone todo lo demás en su perspectiva correspondiente. El materialismo se vuelve vacío y sin sentido desde esta perspectiva, por lo menos como una razón para vivir. Tiene que haber algo más importante que esto.
Cuando nos casamos, no teníamos absolutamente nada – y parecía que nos íbamos a quedar con esto durante los próximos diez años. No teníamos problemas financieros porque no teníamos finanzas. Pero por fin mejoramos y pude pagar los gastos enormes de la escuela y entrar al colegio médico de los EE.UU. y empezar a escribir libros etc, y las cosas empezaron a cambiar. Pero una parte del análisis durante los años 40 tiene que ver con el sentido de la vida, y las cosas materiales no tienen mucho que ver con ello.
El Señor tuvo unos caminos interesantes para transmitirme este mensaje – incluso un juego de monopolio. Cuando yo era niño, me gustaba mucho este juego. Pero durante 30 años no lo había jugado, hasta que un día mi hija adolescente llegó a casa y dijo: «¡Papá, salió un nuevo juego! Se llama monopolio. Seguramente te gustará.» Yo dije: «¿Por qué no?» Entonces nos sentamos para jugar mi primer juego de monopolio después de 30 años, y regresaron los patrones antiguos. Yo empecé a ganar, y adquirí todos los lugares bonitos, y empecé a plantar casitas verdes por todas partes, y pronto se convirtieron en los grandes hoteles rojos, y gané dinero como loco, lo guardé en mi bolsillo y debajo de la tabla del juego y tenía billetes de $500 en mis zapatos, y mi familia se estaba retorciendo y a mí me gustaba. La avaricia había regresado. Pero de repente todo terminó, mi esposa y mi hija tiraron los dados contra mis hoteles que se cayeron en fila, pan, pan, pan, y ellas salieron para acostarse porque yo había ganado, y me dejaron a mí guardar el juego solo. Entonces yo estaba sentado allí, a medianoche, guardando el juego, y empecé a sentirme muy vacío.
Después el Señor me habló. No con una voz audible, pero usted sabe cuando es El que habla. Me dijo: «James, presta atención, porque te voy a dar una lección. Esto no es solamente un juego de monopolio que estás jugando. Esto es el juego de la vida. Tú sudas y te esfuerzas y ahorras y construyes y creces y tienes una cuenta bancaria y tienes propiedades y un seguro de pensiones y todo eso … y después haces un movimiento equivocado, volteas tu carro en la pista de alta velocidad donde no deberías hacerlo, pan, pan, pan, y todo se regresa a la caja de juguetes. Hasta el último centavo, todo tiene que volver a la caja, cada noche. El carro fúnebre no tiene detrás un remolque con una caja fuerte. No puedes llevar nada contigo.»
(Continuará)
Una breve historia enojada de la escolarización obligatoria americana (Parte 2)
Por John Taylor Gatto
Exposición ante la conferencia de educadores en casa, del estado de Vermont
(Continuación)
Consideremos la posibilidad extraña que quizás fuimos intencionalmente enseñados a ser irresponsables y a odiarnos unos a otros. He pasado 19 años como estudiante y 30 años como profesor. En todo este tiempo casi nunca se exigió de mí que actuara de manera responsable – excepto si Ud. confunde la obediencia ciega con responsabilidad. Sea como estudiante o como profesor, yo obedecía ciegamente a extraños durante 49 años. ¡Si esta no es una receta para irresponsabilidad! En la escuela Ud. es premiado por renunciar a su responsabilidad personal, y simplemente hacer lo que un extraño exige de Ud, aunque esto viole los principios más preciados de su familia.
Observé que tres años son suficiente para quebrantar a un niño – tres años de estar encerrado en un ambiente de necesidad emocional, de canciones, sonrisas, colores brillantes, juegos grupales – estas cosas funcionan mucho mejor que palabras enojadas y castigos. La súplica constante por la atención del profesor produce las características de los niños escolares: Lloriqueo, traición, deshonestidad, malicia, crueldad, y similares. En 50 años de leer diarios, nunca vi una investigación de esta dinámica en la prensa. Los niños escolares se vuelven como ratas enjauladas, que tienen que apretar una tecla para recibir alimento, y que desarrollan comportamientos excéntricos según ciertos mecanismos de refuerzo. Aquellos entre Uds. que estudiaron psicología de ratas, sabrán de qué estoy hablando. El comportamiento extraño de los niños escolares es una función del mecanismo de refuerzo, al cual están expuestos en la escuela.
Supongamos que la producción de personas incompletas es el propósito de la escuela moderna. Supongamos además que existe una razón inteligente para hacer esto. Supongamos que hace cien años unas personas visionarias vieron que era necesario entontecer a la mayoría de la población – no para herirlos, pero para convertir a un pueblo de productores en un pueblo de consumidores. Para hacer que los obreros sean tan adaptados que soportaran el trabajo moderno con máquinas, que necesitaba seguir desarrollándose rápidamente. Este fue el problema específico que mantenía ocupado a aquel grupo clave de empresarios y filósofos al inicio del siglo XX.
Durante milenios especulaban los pensadores que un estado que lograse controlar a la juventud, podría producir milagros eonómicos. Esta idea tiene por lo menos 2300 años de antigüedad. Pero el único instrumento para realizarla, la escuela obligatoria, era considerado locura en todo el mundo occidental. En un solo lugar tuvo éxito: en la dictadura militar de Prusia en el siglo XIX. El peregrinaje de Horace Mann a Prusia en 1840 anunciaba nuestro movimiento futuro. El siglo XX termina con que la escolarización masiva amenaza con capturar aun a la infancia temprana …
Al inicio del siglo XX fue la decisión de un grupo de académicos famosos bajo Edward Thorndike y John Dewey, con sus aliados empresarios, someter las escuelas bajo la economía y bajo el estado, exactamente como en Prusia. Además iba a haber una misión superior. Las escuelas debían servir como «instrumentos de una evolución administrada, estableciendo condiciones para una reproducción selectiva, antes que las masas tomen las cosas en sus propias manos.» (Esta es una cita de un artículo por Thorndike, publicado en 1911.) Exámenes estandarizados seleccionarían entre los aptos para reproducirse, los aptos para trabajar, y los no aptos. – Ya antes de la 1ra Guerra Mundial, la psicología educativa había descubierto que ciertas formas de entrenamiento mental p.ej. en historia, filosofía y retórica hacía que los estudiantes se volvieran resistentes contra la manipulación. Esto fue un motivo suficiente para entontecer la educación escolar.
Entre 1906 y 1920, un pequeño grupo de empresarios, banqueros y directores de universidades de fama mundial invertía más dinero y atención en la esuela obligatoria, que el gobierno. Tan solamente Andrew Carnegie y John D.Rockefeller invirtieron entre 1900 y 1920 más dinero que el gobierno federal. De esta manera, el sistema escolar moderno fue construido lejos de la vista pública, y lejos de los representantes del pueblo. Ahora deseo que Uds. escuchen una cita directa del primer reporte publicado por la Comisión Educativa General de John D.Rockefeller – esta es su primera declaración de su misión:
«En nuestros sueños, la gente se entrega con perfecta docilidad en nuestras manos moldeadoras. Los conceptos educativos actuales, de educación intelectual y del carácter, se desvanecen de sus mentes; y sin impedimento por la tradición, obramos nuestra propia buena voluntad sobre un pueblo agradecido y sumiso. No intentaremos hacer de esta gente, o de alguno de sus hijos, eruditos o filósofos, o científicos. No debemos levantar de entre ellos a autores, eduadores, poetas o hombres de letras, ni grandes artistas, pintores, músicos, ni abogados, doctores, estadistas, políticos – criaturas con los que estamos ampliamente provistos. La tarea es simple. Organizaremos a los niños y les enseñaremos de manera perfecta las cosas que sus padres y madres hacen de manera imperfecta.»
El verdadero propósito de la escolarización moderna fue anunciado por el sociólogo legendario Edward Roth en su manifiesto de 1906, «Control social». Allí escribió: «Planes están en camino para remplazar la familia, comunidad e iglesia por propaganda, medios de comunicación masiva y educación» (él por supuesto quiso decir «escolarización») «…la gente son solamente pequeños pedazos moldeables de masa.»
El primer currículo fue entontecido; después se introdujeron exámenes nacionales; después la moralidad fue debilitada; y finalmente, entre 1970 y 1974, la formación de profesores fue completamente cambiada en secreto. En 1971, la Dirección de Educación de los Estados Unidos (que ahora se ocupa en ganar acceso a la vida privada y los pensamientos de Ud.) encargó a la corporación Rand con un estudio de siete tomos sobre «agentes de cambio». Con fondos del gobierno se inició la formación de «agentes de cambio», bajo la «Ley de Desarrollo de Profesiones Educativas». Poco después se publicó un libro titulado: «Guía del agente de cambio hacia la innovación en la educación». … Machiavelli ha sido modernizado.
Obstáculos como la religión, la tradición, la familia, y los derechos naturales garantizados en nuestros documentos de fundación (del estado), fueron constantemente empujados hacia atrás. Ya antes de 1950 desterraron al Dios tradicional, y en su lugar llegaron los misioneros psicológicos de un sacerdocio de asistencia social. Las escuelas estatales fueron transformadas en laboratorios sociales, sin el conocimiento ni consentimiento del público. Esto fue algo como una segunda revolución americana, que derribó aquellos documentos de fundación que se habían atrevido a entregar soberanía al pueblo común.
La escuela fue una mentira desde el principio, y sigue siéndolo. Hoy se escuchan muchas tonterías acerca de la necesidad de personas educadas en una economía de alta tecnología. En verdad no existe tal necesidad. Nuestra economía racionalizada y globalizada se está convirtiendo en un sistema coordinado de manera centralizada, que no puede tolerar maneras divergentes de pensar. Personas educadas son los enemigos de un tal sistema, y una moralidad no pragmática también es su enemigo.
Lo que hemos construido, la escolarización masiva forzada, no se puede reformar; tiene que ser derribada. El pueblo lo ha creado; el pueblo puede también deshacerlo.
Página web del autor (en inglés): http://www.johntaylorgatto.com
Nota: El autor trata todos estos temas con mucho más detalles en su obra «Historia secreta del sistema educativo».
Una breve historia enojada de la escolarización obligatoria americana
Por John Taylor Gatto
Exposición ante la conferencia de educadores en casa, del estado de Vermont
Entre 1967 y 1974, el entrenamiento de los profesores en los Estados Unidos fue secretamente cambiado por los esfuerzos concertados de un pequeño número de fundaciones privadas, ciertas universidades, empresas multinacionales, y grupos parecidos.
Tres documentos críticos en esta transformación eran: Primero «Taxonomía de objetivos educativos» por Benjamín Bloom. Después un proyecto en varios estados que comenzó en 1967, bajo el nombre «Diseñando la educación para el futuro». Y finalmente el «Proyecto educativo del profesor orientado al comportamiento». Estos fueron difundidos en los departamentos de educación de todos los estados; y aquellos distritos pilotos que introdujeron primero estas novedades, recibieron una forma de soborno.
Comenzaremos con «Diseñando la educación para el futuro». Los autores redefinen la educación, según el modelo alemán del siglo XIX, como «un medio para lograr importantes metas económicas y sociales nacionales». – Y añado que el desarrollo de su hijo o de su hija no figura en ninguna de estas metas. Las autoridades educativas de los estados actuarían entonces como «reforzadores federales, asegurando que las escuelas locales cumplan con las directivas federales.» El documento dice además, que «el Departamento de Educación de cada estado tiene que ser un agente de cambio», y «el cambio tiene que institucionalizarse». No creo que algún reporte sobre esto haya aparecido en algún diario del país.
El «Proyecto educativo del profesor orientado al comportamiento» describe unas reformas específicas que debían introducirse a la fuerza a partir de 1967. Su meta es: «la manipulación impersonal, por medio de la escuela, de una América futura donde muy pocas personas serán capaces de mantener el control sobre sus propias opiniones». Una América donde «cada individuo recibe al nacer un número de identificación multipropósito, el cual permite a los empleadores y a otros controladores hacerle un seguimiento, y a exponerle a la influencia subliminal del Departamento de Educación del estado…»
…Se espera de los profesores que actúen como «agentes de cambio» estatales. Los capacitadores de profesores fueron informados que desde ahora el currículo académico sería remplazado por la ciencia del comportamiento. El proyecto describe un futuro donde «una pequeña liga mantendrá el control sobre todos los asuntos importantes, y la democracia participativa desaparecerá largamente». Los niños debían ser entrenados a ver que sus compañeros, y todas las personas en general, serían tan inadecuados e irresponsables que tenían que ser controlados y regulados. El aumento tremendo de violencia escolar al final de la década de los 60 – un período cuando los profesores fueron despojados de su capacidad de disciplinar a los niños – proveyó un pretexto conveniente para restringir drásticamente las libertades tradicionales.
(…) La «Taxonomía de objetivos educativos» fue «un instrumento para clasificar las maneras como los individuos deben actuar, penar o sentir, como resultado de su participación en una unidad de instrucción». – Dudo de que algún padre o alguna madre enviaría a sus hijos a la escuela bajo estas condiciones, si fueran personas que reflexionan. Sus hijos tendrían que aprender las actitudes «apropiadas», y tendrían que remediar las actitudes «inapropiadas» (o sea, aquellas que aprendieron en su familia).
Pero ¿por qué se hace todo esto? – Gran parte de la respuesta se encuentra en la última edición de la «Revista para asuntos exteriores», una de las revistas más influyentes de los Estados Unidos, en un artículo por Mort Zukerman. El atribuye la superioridad económica de los Estados Unidos a ciertas características del trabajador americano. Entre las líneas se ve que esta superioridad viene de la forma como entrenamos a nuestros jóvenes. ¿Y en qué consiste esta superioridad? – En primer lugar, según Zukerman, en que el trabajador americano es un dominó que se deja dominar por la administración y no tiene mucho que decir. En cambio, dice Zukerman, Europa «sufre» de una fuerte tradición artesanal que exige que el trabajador opine acerca de las decisiones.
Además dice que «los obreros en América viven en un constante estado de pánico; un miedo a ser pasado por alto; ellos saben que la empresas no les deben nada y que no tienen el poder de apelar contra las decisiones de la gerencia. El miedo es nuestro poder secreto; les da a los gerentes una flexibilidad que los otros países nunca tendrán.» … En 1996, casi la mitad de los empleados de empresas grandes temían ser despedidos – a pesar de que la situación económica era muy buena.
Y nuestro consumo interminable cierra el círculo dorado. Zukerman dice que la asombrosa adicción americana a las novedades provee este único mercado doméstico para las empresas. En otros países, el negocio se estanca en tiempos difíciles; pero nosotros aquí seguimos comprando hasta la bancarrota, e hipotecamos nuestro propio futuro para que los productos y servicios sigan fluyendo.
Sin duda, las riquezas fantásticas de las empresas americanas son el resultado directo de la educación escolar. Escuelas que educan la masa social a ser necesitados, miedosos, envidiosos, aburridos, sin talentos e incompletos. La economía de producción masiva necesita esta clase de público. … En la escuela aprendemos que el gozo y la satisfacción vienen de cosas externas, de las posesiones, y no de adentro. La escuela acorta nuestro tiempo de concentración a pocos minutos, de manera que clamamos toda la vida por un alivio de nuestro aburrimiento y por estímulos externos. Junto con la televisión y los juegos de computadora, que usan este mismo método, se graban estas lecciones de manera duradera en nuestras mentes…
Las escuelas fueron diseñadas para servir a la economía; no a los niños y familias. Esta es la razón por qué la escuela es obligatoria. Por eso la escuela no puede ayudar a nadie a madurar. Su primera directiva es: atrasar la maduración. Lo hace enseñando que todo es difícil, que otra personas dominan nuestra vida, y que nuestros prójimos no son confiables e incluso peligrosos. La escuela es la primera impresión de la sociedad que los niños reciben. Puesto que las primeras impresiones a menudo son las decisivas, la escuela llena nuestros hijos con miedo, desconfianza de unos contra otros, y ciertas adicciones de por vida. Pone una emboscada contra la intuición natural, la fe, y el amor a la aventura; y remplaza estas cosas por un «evangelio» de procedimientos racionales y gerencia racional.
Una investigación en mil escuelas estatales encontró que los profesores pasan un promedio de 7 minutos diarios en un intercambio personal con alumnos. Dividido entre 30 alumnos, esto resulta en 14 segundos por niño. En el aula hay una competencia constante por la atención y el «status» que un solo adulto puede darles; y este adulto no tiene ni el tiempo ni la información necesaria para poder proveerlo. Esto nos enseña a odiarnos y a desconfiar unos de los otros. Esta constante «subasta de favores» es una raíz de nuestra ira, y de nuestra incapacidad de ser honestos o responsables, aun como adultos. Pero irónicamente, la irresponsabilidad sirve a la administración mucho mejor que el comportamiento honrado. Justifica la vigilancia, y todos estos abogados, juzgados, policías, y escuelas …
(Continuará)