Recientemente tuve la oportunidad de participar en una conferencia donde pude conocer diversas iniciativas de educación alternativa. Los trasfondos y métodos de estas iniciativas son diversos, pero coinciden en que desean ofrecer una educación más de acuerdo a las necesidades de los niños. En su mayoría coinciden también en que desean tratar a los niños con respeto y darles un rol protagónico en su propia educación – a diferencia del sistema tradicional que ve a los niños mayormente como «objetos» que deben ser moldeados según los propósitos y deseos de sus educadores.
Ninguna de esas iniciativas educativas se identificó como «cristiana». Y sin embargo me quedé impresionado al ver que muchas de ellas, quizás sin estar conscientes de ello, aplican principios bíblicos en su modelo educativo. Por ejemplo:
El respeto hacia los niños.
Es un principio bíblico importante que los niños tienen valor como personas y por tanto debemos valorarlos. Recordamos que los discípulos de Jesús no querían permitir que los niños se acercasen a Él: «¡El maestro está demasiado ocupado!» – Pero Jesús se enojó con ellos y dijo: «¡Dejen a los niños venir a mí, porque de los tales es el reino de Dios!» (Marcos 10:13-16 y paralelas.)
Ya en el Antiguo Testamento dice: «Una herencia del Señor son los hijos; digno de estima es el fruto del vientre.» (Salmo 127:3)
Jesús dijo también: «Si ustedes no se arrepienten y se vuelven como los niñitos, no entrarán en absoluto al reino de los cielos. (…) Y cualquiera que recibe a uno de estos niñitos en mi nombre, me recibe a mí.» (Mateo 18:3.5)
Incluso dice a continuación, siempre hablando de los niños: «Pero el que hace tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, le conviene que le sea colgada una piedra de molino al cuello y que sea hundido en la profundidad del mar.» (Mateo 18:6) Esta es una de las palabras más radicales que habló Jesús, y lo dijo contra aquellos que hacen tropezar a un niño.
Así que una educación que enfatiza el trato respetuoso hacia los niños, está cumpliendo con estas palabras del Señor. Muchas escuelas alternativas y otras formas de educación alternativa dan importancia a que se debe permitir a los niños expresar sus opiniones libremente; que no se debe gritarles; que hay que darles opciones para que ellos mismos elijan sus actividades; etc.
En cambio, algunas corrientes de educación cristiana se enfocan excesivamente en la necesidad de corregir y «disciplinar» a los niños. ¡Pero ese no es el orden bíblico de las prioridades!
La preeminencia del amor
En las prioridades de Dios, el amor es lo primero. Así declaró Jesús – en concordancia con los maestros de su tiempo – que los dos mandamientos más importantes son: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente»; y: «Ama a tu cercano como a ti mismo». (Lucas 10:27 y paralelas; vea Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18).
También el apóstol Pablo dice enfáticamente que «si no tengo amor, no soy nada» (1 Corintios 13:1-7). Y el apóstol Juan dice: «Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.» (1 Juan 4:7-8)
En la conferencia participé en una actividad donde se juntaban las opiniones de todos los presentes acerca de lo que es lo más importante en la educación. Y resultó en el consenso común que algo de lo más importante y esencial en la educación es el amor. Esto es muy llamativo cuando vemos que esta es efectivamente la prioridad bíblica – y cuando lo comparamos con el sistema escolar tradicional, donde (según mi conocimiento) nunca se capacita a los profesores para amar a sus alumnos.
Solución de conflictos
Los representantes de una escuela alternativa me explicaron su sistema de solución de conflictos: En primer lugar se alienta a los niños a solucionar sus conflictos entre ellos, conversando y llegando a un acuerdo. Pero también encargan a algunos de los niños con la responsabilidad de ser conciliadores. Si unos niños involucrados en un conflicto no logran solucionarlo entre ellos, entonces tiene que intervenir un(a) conciliador(a) para ayudarles a llegar a una solución. Los casos graves, los que no se pueden solucionar con la ayuda de los conciliadores, se llevan a la asamblea general donde se reúnen una vez por semana todos los que son parte de la escuela, adultos y niños. Allí se busca una solución del conflicto con la ayuda de todos (y por supuesto tomando en cuenta las normas y reglas de conducta de la escuela). – La asamblea sirve también para planificar actividades, dar anuncios importantes, acordar normas de conducta, etc.
Este procedimiento para resolver conflictos corresponde exactamente a las instrucciones que Jesús dio a sus discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti, anda, amonéstale entre tú y él solo. Si te escucha, ganaste a tu hermano. Y si no escucha, lleva contigo a uno o dos otros, para que ‘por la boca de dos o tres testigos sea confirmado todo asunto.’ Y si no los quiere escuchar, dilo a la asamblea (…)» (Mateo 18:15-17)
En sus instrucciones a los discípulos, Jesús no hace ninguna diferencia entre «líderes» y «miembros comunes». No hay posiciones jerárquicas cuando se trata de resolver conflictos entre hermanos. Y así también en la mencionada escuela no se hace diferencia entre adultos y niños en este respecto. Si un adulto ha tratado mal a un niño, tiene que rendir cuentas de ello y enmendar el asunto, igual como cuando un niño trata mal a otro niño o a un adulto.
Todavía no he encontrado a ninguna iglesia institucional que haya puesto en práctica estas instrucciones de Jesús, tales como están escritos. En particular, parece que no entienden lo que significa la palabra «asamblea» – mayormente traducida como «iglesia» – en la Biblia; y no entienden el dicho de Jesús de que «uno solo es vuestro maestro, y ustedes todos son hermanos» (Mateo 23:8).
¡Pero unos educadores alternativos que no se identifican como cristianos, y que quizás ni siquiera conocen estas palabras de Jesús, las están poniendo en práctica!
La importancia de la familia y de estructuras familiares
Escuelas alternativas buscan diversas maneras de valorar la vida familiar, y/o de organizarse en la escuela con estructuras que se asemejan a una familia. Practican diversas maneras de involucrar a los padres en la vida de la escuela: Teniendo las puertas abiertas para que los padres puedan visitarlos en cualquier momento que desean. – Invitando a los padres para que ofrezcan talleres acerca de áreas de su conocimiento, para los niños interesados de la escuela. – Hacendo frecuentes reuniones de padres donde los padres tienen la libertad de expresar sus opiniones y de hacer cualquier pregunta.
En una de las escuelas hay clases solamente cuatro días a la semana. En el quinto día laborable, los niños están con sus padres o pasan un tiempo de tutoría personal con uno de los educadores de la escuela. En ese día, los educadores dedican también tiempo a visitar a aquellos padres que lo desean, para aconsejarlos acerca de la educación de sus hijos.
De estas y otras maneras, muchas escuelas alternativas demuestran que dan importancia a la vida en familia. Así coinciden con el principio bíblico de que la educación es en primer lugar un asunto de la familia.
Muchas escuelas alternativas tratan de proveer la atención personal que cada niño necesita, al tener clases más pequeñas que las escuelas tradicionales. Algunas pedagogías alternativas (por ejemplo la pedagogía Montessori) mezclan conscientemente a niños de diferentes edades, para que cada niño pueda experimentar tanto el rol de hermano mayor como el rol de hermano menor. Con todo eso, sus estructuras se acercan más a la estructura de una familia que de una escuela tradicional.
Educación para la tierra nueva
Otro momento revelador fue cuando una representante de cierta escuela alternativa dijo: «Nuestra meta es educar a los niños para la vida en una tierra nueva. Queremos darles también suficientes herramientas para la vida en esta tierra porque tendrán que relacionarse con la sociedad de esta tierra; pero sabemos que tiene que venir una tierra nueva, y lo más importante es que los niños estén preparados para eso.»
¿No es esto lo que dice también el apóstol Pedro? «Pero esperamos cielos nuevos y una tierra nueva según su promesa, donde habita justicia. Por eso, amados, esperando esto, sean diligentes para ser encontrados por él sin mancha e impecables, en paz.» (2 Pedro 3:13-14). Un verdadero cristiano nacido de nuevo sabe que esta tierra no es su hogar; que vendrá una tierra nueva que requiere una manera diferente de vivir, y que su tarea más importante es entrenarse en esta nueva manera de vivir. Y si toma la palabra de Dios en serio, entonces dará más importancia a educar a sus hijos para esa vida nueva, en vez de educarlos según las costumbres de esta tierra.
Ahora, la educadora que dijo eso no se identifica como cristiana, y su concepto de la tierra nueva probablemente difiere del bíblico en varios puntos. Y sin embargo, ella está consciente de que algo está fundamentalmente mal en esta tierra presente y en la sociedad actual; y está anhelando algo diferente y está preparando a los niños para eso. Mientras que muchas personas que se llaman «cristianos» y que han leído en la Biblia acerca del cielo nuevo y la tierra nueva, no lo están tomando en serio y nunca lo relacionan con la educación de sus hijos. Muchos «cristianos» que conocí, nunca podrían identificarse con estas palabras del gran predicador Juan Wesley del siglo 18: «¿Para qué fin envías a tus hijos a la escuela? – ‘Qué, para que sean preparados para vivir en el mundo.’ – ¿De qué mundo hablas, de este o del por venir? Quizás pensaste solo en este mundo, y te olvidaste de que hay un mundo por venir; sí, ¡y uno que durará eternamente!»
Conclusión
Las verdades del Dios Creador son universales y eternas. Por eso pueden ser descubiertas por cada persona que le busca – aun por aquellos que ni siquiera están conscientes de que están buscando a Dios. Al pensar acerca de ello, recordé que está escrito:
«Porque no los que oyen la ley [de Dios] son justos ante Dios, sino los que hacen [lo que dice] la ley serán justificados. Porque cuando gente de las naciones que no tienen la ley, por naturaleza hacen lo que dice la ley, estos, aunque no tienen la ley, son ley para ellos mismos; los que demuestran que la obra de la ley está escrita en sus corazones, y junto con ella testifica su conciencia …» (Romanos 2:13-15)
Por eso, las pedagogías alternativas nos presentan muchos ejemplos a seguir, incluso ejemplos «cristianos», aunque provienen de personas que no se identifican como cristianos.
Por el otro lado, me entristece ver que tales ejemplos están prácticamente ausentes entre aquellos que se llaman cristianos, y entre aquellas escuelas que se llaman escuelas cristianas. Estas, hasta donde pude ver, se orientan según el sistema tradicional, según los usos de «este mundo» (que enfatiza los conocimientos y la «competitividad» más que la formación de la persona y el amor); y no según la cultura del «mundo por venir». Yo desearía que los educadores que se llaman cristianos, puedan descubrir cuál fue realmente la idea de Dios acerca de la educación. Y que los educadores alternativos que ya ponen en práctica tales principios, puedan descubrir al Dios Creador detrás de estos principios – no el Dios de las iglesias e instituciones religiosas, sino el Dios vivo que cambia vidas. Pero temo que los mismos que se llaman cristianos, hayan sido obstáculos en este camino, impidiendo que los que le buscan encuentren a Dios. Esto será otro tema profundo y difícil; espero poder abordarlo en otro artículo.
me interesa como puedo tener mas información soy de Argentina
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