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Razonemos: Dos conceptos de derechos humanos

«Desmenuzar bajo de sus pies todos los encarcelados de la tierra,
Hacer apartar el derecho del hombre ante la presencia del Altísimo,
Trastornar al hombre en su causa, el Señor no lo aprueba.»
(Lamentaciones 3:34-36)

«¿Se juntará contigo el trono de iniquidades,
Que hace agravio bajo forma de ley?
Se juntan contra la vida del justo, y condenan la sangre inocente.»
(Salmo 94:20-21)


Antes de compartir unas informaciones, deseo retarles a reflexionar y responder algunas preguntar acerca del tema.

– ¿Qué son derechos humanos?

– ¿Quiénes tienen derechos humanos?

– ¿Quién nos da esos derechos?

– ¿y quién puede quitarnos esos derechos?

Y después de responder, vuelvan a leer las dos citas bíblicas del inicio. Después consideren que cada una de estas preguntas se puede responder desde por lo menos dos perspectivas diferentes:

  • considerando la situación actual del mundo, y la manera como las personas poderosas manejan los derechos,
  • o considerando lo que dice Dios, y lo que significan los derechos humanos según el plan de Dios.

¿Pueden ahora dar dos respuestas a cada una de las cuatro preguntas, desde las dos perspectivas mencionadas?


Las primeras declaraciones de derechos humanos

De hecho existen dos conceptos bastante distintos. Eso se manifiesta ya desde las primeras ocasiones cuando se formularon «derechos humanos». Tengamos presente eso, cada vez que se habla de derechos humanos. Analicemos: ¿En cuál de los dos conceptos se basa la persona que habla?

La primera declaración oficial de «derechos humanos» todavía no contiene exactamente esa expresión, pero sí el concepto. Se trata del preámbulo a la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776):

«Sostenemos estas verdades como evidentes por sí mismas: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inajenables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Que para asegurar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados;
Que cada vez que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno fundamentado en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. (…)»

La expresión «derechos humanos» se encuentra literalmente por primera vez en la «Declaración de los derechos de los hombres y de los ciudadanos», de la Revolución Francesa de 1789. Aquí los pasajes esenciales:

«Los representantes del pueblo francés, constitutidos en la Asamblea Nacional, (…) resolvieron exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inajenables y sagrados del hombre,
para que esta declaración, constantemente presente a todos los miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes;
para que las acciones del poder legislativo y del poder ejecutivo puedan en cada instante ser comparadas con la finalidad de toda institución política, y así sean más respetadas;
para que los reclamos de los ciudadanos, fundamentados desde ahora sobre principios sencillos e incontestables, se dirijan siempre hacia la preservación de la Constitución y hacia la felicidad de todos. (…)

Art.1: Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales pueden fundamentarse únicamente sobre la utilidad común.

Art.2: La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos humanos naturales e imprescriptibles. Estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad, y la resistencia contra la opresión.

Art.3: El principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación. Ningún cuerpo, ningún individuo puede ejercer alguna autoridad que no emane explícitamente de ella.

(…)»

A primera vista, esta declaración parece casi igual a la americana. Hay una única diferencia esencial – pero esa diferencia es tan fundamental que en ella podemos ver la causa de los sucesos históricos tan distintos en los dos países. A partir de este trasfondo histórico, deseo llamarlos el «concepto americano» y el «concepto francés».

La diferencia sutil consiste en que la declaración francesa no sabe nada de un Dios y Creador.

Los luchadores por la independencia de los Estados Unidos estaban convencidos de que Dios les había dado derechos y libertades, y que por eso Él iba a aprobar e incluso apoyar sus esfuerzos por la libertad. Ellos contaron con que Dios mismo iba a garantizar sus derechos.
Los revolucionarios franceses, en cambio, se rebelaron explícitamente contra Dios. Uno de sus lemas era:: «Ni Dieu ni maître» («Ni Dios ni maestro»). Pero ¿quién iba a garantizar sus derechos, si Dios quedaba fuera del cuadro?
La respuesta es obvia: el estado. De cierta manera, el estado ocupa el lugar de Dios. Por eso, si leemos detenidamente, encontramos que las dos declaraciones de derechos humanos contienen también dos conceptos distintos acerca del estado.

En el concepto francés, la conservación de los derechos humanos es «la finalidad de toda asociación política». Esa asociación política, «la nación» (Art.3) o sea el estado, se presupone que existe desde el principio. Solamente que ahora, a ese estado preexistente se le impone cierto compromiso con los derechos humanos – ¿para qué fin? – Para que sus acciones «sean más respetadas», dice en el preámbulo. O sea, al fin de cuentas, los derechos humanos sirven para fortalecer al estado, al gobierno.
Si continuamos leyendo la declaración francesa, es un poco chocante encontrar que los artículos 12, 13 y 14 hablan de instituir una fuerza policial, y de cobrar impuestos para su mantenimiento. Tales artículos podrían ser apropiados en una Constitución del estado; ¿pero en una declaración de derechos humanos? La policía y los impuestos no son derechos, al contrario, son restricciones de los derechos humanos, particularmente del derecho a la propiedad. Pero cuando la presuposición básica es que el estado es lo primero, que el estado incluso es casi divino, entonces parece lógico: entonces los «derechos del estado» son superiores a los derechos de los hombres, y por tanto la declaración de derechos humanos menciona también los derechos del estado.

En el concepto americano, este orden es diferente. Los derechos humanos son lo primero, porque se remontan directamente al Creador. Por eso, los derechos humanos existen aun antes que el estado. El gobierno se instituye posteriormente «para asegurar esos derechos»; pero su poder depende del «consentimiento de los gobernados». O sea, el gobierno está al servicio del pueblo. Eso es otro detalle que falta en la declaración francesa.

¿Entendemos ahora cómo esta diferencia influenció los sucesos históricos? Si los derechos humanos se originan en Dios, entonces ningún gobierno del mundo tiene el derecho de quitarlos a alguien. Pero si es el gobierno quien garantiza esos derechos, entonces el gobierno puede también decidir quitar esos derechos a ciertas personas en ciertas circunstancias. Y exactamente eso sucedió en Francia. Sabemos que la revolución no produjo ninguna sociedad pacífica ni justa. Al contrario, produjo una tiranía sangrienta. Y la época revolucionaria no terminó con el establecimiento de una democracia, al contrario: terminó con Napoleón como emperador.
Los Estados Unidos, en cambio, desde su fundación florecieron durante varias décadas en condiciones tan democráticas y libres como no se dieron en prácticamente ningún otro país del mundo. Eso debe haber sido también la meta de los idealistas entre los franceses; pero no lograron alcanzarla, porque en su pensamiento y en sus vidas no tomaron en cuenta a Dios. En EEUU, esa meta pudo realizarse porque entendieron que Dios está por encima del gobierno, y que el gobierno está al servicio del pueblo.

Para seguir pensando:

– En tu país, en tu entorno social, ¿cuál concepto de los derechos humanos predomina? ¿El americano o el francés?

– ¿Cómo actúa el gobierno de tu país, respecto a los derechos humanos? ¿Como garante de esos derechos (que también puede quitarlos), o como sujeto a ellos, que tiene que respetarlos en todo momento y en todas las circunstancias?
(Nota que la verdadera actitud de un gobierno a menudo se manifiesta cuando alguna emergencia o amenaza perturba su paz. ¿Cómo responde el gobierno a eso? ¿Respetando los derechos de todos sus habitantes, o infringiendo esos derechos?)


El estado de derecho y su perversión

De acuerdo al concepto americano, en la Constitución de los EEUU no existe la figura de un «estado de emergencia», «estado de excepción», o similar. Los fundadores de los EEUU entendieron que al declarar un estado de emergencia, el gobierno iba a usarlo inmediatamente como pretexto para abusar de sus poderes de manera dictatorial. Ellos querían evitar exactamente una situación como la que ocurrió durante los últimos dos años. (Con eso vemos que los mismos EEUU, también han abandonado el «concepto americano».)
La idea original del «estado de derecho» fue descrita por Voltaire, en sus «Cartas acerca de la nación inglesa» (1733), de la manera siguiente:
«Los ingleses son el único pueblo del mundo que lograron limitar el poder de los reyes, resistiendo contra ellos; y que en una serie de conflictos finalmente (…) establecieron un gobierno sabio, donde el rey tiene todo el poder de hacer el bien, pero es impedido de hacer el mal (…)» – Con otras palabras:
En un estado de derecho (según el modelo inglés o el americano), la Constitución y las leyes sirven para proteger a los ciudadanos contra los atropellos por parte del estado.

Pero en aquellos países donde predomina el concepto francés, la Constitución y las leyes sirven para legitimizar los atropellos que comete el estado. Y tristemente, eso es lo que sucede actualmente en casi todas las naciones del mundo, y por supuesto también en las Naciones Unidas.

La declaración más conocida hoy en día es la «Declaración universal de los derechos humanos», de las Naciones Unidas. Y ésa sigue claramente el concepto francés, no el americano. Por ejemplo el Art.29.3 limita los derechos humanos de la siguiente manera: «Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.»
En esta cosmovisión no existe ningún Dios por encima del gobierno; ningún Dios ante quien los gobernantes tuvieran que rendir cuentas. Al contrario, las Naciones Unidas quieren dictar ellos mismos quiénes pueden ejercer sus derechos humanos y quiénes no.

Ya en la declaración francesa de 1789 hemos visto como se mezclan derechos con deberes. Aunque el título dice «Declaración de derechos», su propósito es, según el preámbulo, recordar a los ciudadanos «sus derechos y sus deberes». Y durante las últimas décadas, más y más derechos humanos se han pervertido en deberes. Solamente unos ejemplos:

– El «derecho a la educación» se entiende ahora como un deber de asistir a una escuela controlada por el gobierno. Como resultado, muchos alumnos ya no reciben ninguna educación que merece este nombre; solamente reciben una adoctrinación ideológica. Y las alternativas educativas se obstaculizan con exagerados requisitos burocráticos, o en algunos países se prohíben por completo.

– El «derecho a una identidad» se entiende ahora como un deber de portar un documento de identidad en todas las circunstancias, y de brindar sus datos personales para poder comprar, vender, tener acceso a servicios pagados, etc. Y actualmente, muchos gobiernos aun se atribuyen el derecho a negar arbitrariamente el acceso a esas transacciones para aquellos ciudadanos que no cumplen con ciertos requisitos, tales como tratamientos médicos, conformidad con la ideología del gobierno, y otros.

– El «derecho a la salud» se entiende ahora como un deber de someterse a restricciones arbitrarias de la libertad, y a experimentos médicos (en contradicción contra el Código de Núremberg y la Declaración de Helsinki). Como resultado, muchas personas fueron efectivamente dañados en su salud.

¿Son legítimas estas interpretaciones de los derechos humanos?

Para responder a esta pregunta, tenemos que razonar acerca de esta pregunta de fondo:

¿Los derechos humanos son colectivos, o son individuales?

Un derecho colectivo es un derecho de «todos», en conjunto. Un derecho individual es un derecho que yo personalmente puedo ejercer. Esta distinción es crítica, como veremos a continuación.
Por ejemplo, ¿puedo ser obligado a renunciar a mi derecho a la salud, para que «todos» puedan ejercer este derecho?
¿O pueden mis hijos ser obligados a renunciar a una educación adecuada a sus necesidades, para que «todos» puedan ejercer el derecho a la educación?

Si ponemos el siguiente ejemplo, aun los niños van a poder entender de qué se trata:

Mamá hizo panqueques. Mario pregunta: «Mami, ¿puedo comer un panqueque?» – «No.» – «¿Por qué no?» – «Porque todos tienen derecho de comer. Si tú comes uno, quizás para alguna otra persona ya no va a alcanzar.»

¿Cuán lógico, o ilógico, les parece el razonamiento de la mamá de Mario?

En el concepto americano, la respuesta es clara. Si los derechos humanos son inajenables, nadie me los puede quitar, ni siquiera alegando los derechos de «todos». No es el estado que en su benevolencia nos concede algunos derechos; es Dios quien los dio, y el estado es obligado a respetarlos.

Pero ya hemos visto que en el mundo actual se propaga el concepto francés. Por eso, los gobiernos y las Naciones Unidas promueven ahora la siguiente idea:

«Los derechos humanos valen para un «colectivo» abstracto, pero no para ti como persona concreta.»
O sea, te pueden privar de tus derechos individuales, para garantizar los imaginarios «derechos del colectivo». Y no piden tu opinión cuando se trata de definir lo que requiere «el colectivo». Eso lo definen ciertos personajes y organizaciones poderosos, que arbitrariamente se atribuyen el derecho de representar «el colectivo».
Aun esa idea se insinúa ya en la declaración francesa de 1789. Por ejemplo el Art.1 concede que se pueden hacer «distinciones sociales», si «la utilidad común» lo requiere.
El concepto americano no conoce tales ideas. Allí es claro que los derechos humanos son para cada persona individualmente. Y si los gobiernos dejan de respetar esos derechos, «los gobernados» (o sea las personas individuales) pueden revocar o derrocar el gobierno. En este concepto no existe el pretexto de un «bienestar común» que exigiría quitar los derechos a las personas individuales. Igualmente en la Constitución de los EEUU no existe el término «bien común» o «bienestar común».

Pero en el mundo actual se aplica el concepto francés para someterte a restricciones drásticas de tus derechos, para garantizar los supuestos «derechos de todos» – derechos que tú mismo en el caso concreto no puedes reclamar para ti.

Por ejemplo, un médico ya no puede dar ciertos tratamientos a sus pacientes, aunque esos tratamientos contribuirían a la sanidad del paciente, o sea, protegerían su derecho individual a la salud. Eso se fundamenta con que el médico, según la opinión de ciertos «expertos» pagados por el gobierno, atentaría contra la «salud pública». Y por el otro lado, se obliga al médico a aplicar ciertos tratamientos que tienen una alta probabilidad de dañar la salud del paciente, porque eso protegería la «salud pública», supuestamente. Y se amenaza a los médicos con quitarles su trabajo o incluso su licencia médica, si no obedecen a estas órdenes.

Y ya no puedes expresar tu opinión libremente en público, porque atentarías contra el «derecho de todos a la no discriminación». Aunque esta prohibición te discrimina a ti mismo, porque se te niega la libertad de la conciencia y de la expresión – un derecho que ahora pueden reclamar solamente quienes siguen la ideología del gobierno mundial.

En algunos países incluso te pueden secuestrar y encerrarte en algún «centro», porque tu presencia supuestamente inhibe la libertad del «público» de transitar por la calle. Tu derecho personal a la libertad ya no cuenta. Y tampoco se considera que no eres tú quien impides a los demás circular por la calle; es el gobierno mismo quien dijo a los demás – sin fundamentación convincente – que es peligroso transitar por la calle.

La última consecuencia

Si queremos evaluar una corriente de pensamiento, hay que considerar también adónde conduce esta corriente. ¿Cuál es la última consecuencia de esa idea, de que los derechos humanos sean colectivos, pero no individuales?

Ya desde hace décadas, los seguidores de Thomas Malthus dicen que todos los problemas de la humanidad se deban a la sobrepoblación. Por tanto, la solución consistiría en reducir la población mundial. Eso requiere eliminar cierto porcentaje de la población. Dicho claramente: «La humanidad» tiene el derecho de sobrevivir, pero no tú como persona individual. Si los gobernantes mundiales consideran que tu existencia es una amenaza contra la sobrevivencia de la humanidad, te pueden quitar el derecho a la vida.
Eso todavía no se dice tan abiertamente. Pero muchas personas de mucha influencia ya tienen este pensamiento. Y sigilosamente ya están comenzando a ponerlo en práctica, por ejemplo mediante experimentos médicos arriesgados; manipulaciones de la economía mundial y de las cadenas de suministro que producen hambrunas; provocando guerras; etc.

Los derechos humanos se consideran como uno de los fundamentos de la libertad y del estado de derecho. Pero hemos visto que exactamente este concepto se está ahora pervirtiendo, y se está usando como un instrumento de la opresión y de la dictadura – de la misma manera como se pervirtieron las constituciones y las leyes. En vez de proteger a los ciudadanos contra los atropellos del estado, ahora son usados para legitimizar los atropellos del estado.

Una cultura de la mentira

Usar el término «derechos humanos» para los fines que hemos mencionado, es una mentira. Porque no se trata de derechos, al contrario, se trata de negarnos los derechos.
La propaganda y el engaño a menudo comienzan con un uso engañoso de las palabras. No comienzan con falsedades directas; pero las palabras se utilizan de una manera que contradice su significado verdadero. Se dice «derechos», pero se quiere decir «abolición de derechos». Se dice «protección» y «seguridad», pero se quiere decir «opresión». Se dice «salud pública», pero se quiere decir «experimentación médica». Y así con muchas otras palabras más. Y así la gente se acostumbra a creer mentiras bajo el disfraz de palabras «buenas».

La Biblia dice en 2 Tes.2:11 que el establecimiento del reino anticristiano de los últimos tiempos será precedido por el actuar de «un poder engañoso, para que crean la mentira». ¿Será eso lo que ahora empieza a cumplirse? Tanto más importante será para los seguidores de Cristo, detectar las mentiras y contrarrestarlas con la verdad – no solamente en el ámbito religioso, sino en todos los ámbitos de la vida y de la sociedad.

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Razonemos: Noticias engañosas

La Biblia dice que debemos examinar todo lo que escuchamos, vemos, o leemos; para no ser engañados por enseñanzas equivocadas. Eso vale especialmente para las noticias que aparecen en los medios de comunicación. Muchas veces, esas noticias son sesgadas para influenciarnos hacia una determinada ideología o política.

Imágenes engañosas

Mi primer encuentro con esa manipulación noticiosa sucedió hace muchos años. Entre amigos estábamos mirando noticias en la televisión. Hablaron acerca de cierto país africano donde, según dijeron, había una guerra civil, y uno de los partidos había cometido una matanza masiva. Mostraron imágenes de una plaza amplia en una ciudad, donde muchas personas estaban tiradas en el suelo.
Uno de mis amigos había estado en aquel mismo país, y había regresado hace poco. Él se enojó mucho cuando vio esas imágenes: «¡Qué engaño! Yo conozco esa plaza. Muchas veces he caminado por allí y he visto a la gente tirada allí. ¡Esos no son muertos! Solamente tienen la costumbre de dormir su siesta allí.»

Esa es una técnica de manipulación muy frecuente. Las imágenes nos impactan emocionalmente: pueden causar asombro, risa, o miedo. Nos pueden dar la impresión de que cierta noticia es especialmente «grande» o «impactante». Pero muchas veces, las imágenes que se muestran con las noticias, no tienen nada que ver con lo que dice la noticia. Si recibiéramos la noticia sin las imágenes, o con las imágenes auténticas, nuestra reacción sería diferente.

El periodista alemán Udo Ulfkotte causó gran revuelo cuando reveló cómo los periodistas de los medios importantes son habitualmente sobornados por gobiernos, empresas, y otros actores interesados. Eso concierne sobre todo a aquellos periodistas que reportan acerca de la política nacional e internacional.

En una exposición pública, Ulfkotte relató el siguiente ejemplo de lo que sucede diariamente en los medios noticiosos:

«Durante la primera guerra entre Irak e Irán (1980-1986) fui enviado por primera vez a Irak para hacer un reportaje de guerra. Sin ninguna preparación me metieron en un bus del ejército, junto con muchos reporteros de guerra experimentados, de medios de renombre como la BBC y otros.
Lo primero que vi, fue que todos ellos llevaban un bidón de gasolina. Tuve mala conciencia y pensé: Hombre, si el bus se queda sin gasolina en el camino, todos tendremos que aportar.
Avanzamos por horas por el desierto. Unos 20 a 30 kilómetros antes de la frontera, en un lugar donde no había nada – en particular, no había ninguna guerra -, vimos unos tanques de guerra quemados en el desierto. Allí bajamos del bus, y los periodistas echaron la gasolina de sus bidones sobre esos tanques. Nos acompañaban unos soldados irakíes con sus ametralladoras y en sus uniformes. Imagínese, ahora hacen arder esos tanques que se habían quemado ya hace tiempo, suben humaredas, y los periodistas arman allí sus cámaras.
Entonces – eso fue mi primera experiencia con los reportajes de los medios masivos – ellos todos empiezan a hablar en sus micrófonos, en muchos idiomas: «Estamos reportando aquí directamente del frente de guerra entre Irak e Irán …», etc, y en el fondo se ven las llamas de fuego y el humo, y los irakíes corrían continuamente con sus ametralladoras de un lado al otro, dentro del enfoque de las cámaras. (…) Un colega me explicó que después se iba a añadir el ruido de ametralladoras a las imágenes grabadas, para que el efecto fuera más realista.

(…) De regreso a Bagdad, en el hotel, intenté llamar por teléfono a alguien en Alemania. La única persona con quien logré contactarme fue mi madre. Iba a decirle que no sabía qué reportar a mi diario, que no había visto ninguna guerra, y que necesitaba un consejo; pero ella grita: «¡Hijo, estás vivo!» – Yo pienso, ¿por qué? – «Hijo, hemos pensado que tú …» – «Pero mamá, ¿qué pasa?» – «Lo hemos visto en la tele, alrededor de ti disparaban por todas partes …» – Las emisoras ya habían difundido unos reportajes sensacionalistas. Intenté explicar a mi mamá: «No, eso en realidad no era así.» – Pero ella pensaba que su hijo había perdido la razón por causa de la guerra. «¡Pero yo lo he visto en la tele!»

Ulfkotte relata también cómo los gobiernos, los servicios de inteligencia, y las grandes empresas ejercen influencia sobre los medios de comunicación, para que las noticias se publiquen de la manera como ellos quieren.

Al inicio del año 2020, por todo el mundo se difundieron videos de China donde unas personas repentinamente cayeron muertos en la calle, supuestamente por el «nuevo virus». Esos videos sirvieron para crear un pánico anticipado ante esa enfermedad, aun antes que se extendiera a otros países. Después se descubrió que esos videos no tenían nada que ver con esa enfermedad, que eso no sucede, y que eran sólo actuaciones. Pero aun sabiendo eso, era difícil borrar de la mente el impacto emocional que esas imágenes habían creado.

Omisión de noticias no deseadas

En el transcurso de los años 2021 y 2022 sucedió que efectivamente un número considerable de personas murieron repentinamente; entre ellos muchos jóvenes previamente sanos. En particular, muchos deportistas profesionales sufrieron ataques cardiacos; algunos colapsaron repentinamente durante su entrenamiento o incluso en pleno partido. Durante el año pasado se reportaron 317 de esos casos en deportistas profesionales; 178 murieron. Nunca antes se ha visto una tal acumulación de tales casos tan excepcionales. ¡Los jóvenes no suelen tener ataques al corazón! Los médicos no ofrecen ninguna explicación. El único factor que todas estas muertes tienen en común, y que no existía antes de 2021, es que esos deportistas se sometieron a cierta intervención médica que supuestamente los protegería del virus. Por tanto, la única explicación lógica es que se trata de los efectos no deseados de esa intervención.
Pero los medios de comunicación no muestran imágenes sensacionalistas de esos casos. Por lo general, ni siquiera reportan esta absoluta novedad. En el caso de estas noticias, se quiere evitar todo impacto emocional.

Esta es otra técnica de manipulación: Las noticias que contradicen la ideología dominante, simplemente se callan, se censuran, se omiten. Por eso no es suficiente, razonar acerca de lo que reportan los medios de comunicación. También es necesario buscar otros canales de información, donde podemos encontrar aquellos datos que los medios omiten.

Otro ejemplo: En 2020, el gobierno peruano comunicó que supuestamente algo como 180 niños habrían muerto por el nuevo virus. Pero revisando las noticias de aquel período, se encuentra que en el mismo período el diario «Perú 21» reportó una disminución de la neumonía en 59%, en niños menores de 5 años. Es conocido que en la sierra peruana, durante los meses de invierno, cada año mueren varios cientos de niños por neumonía. ¿Sería sensato creer que en 2020, como por arte de magia, la neumonía hubiera desaparecido repentinamente? ¿No es más razonable suponer que esos casos habituales de neumonía se renombraron ahora como «casos del nuevo virus»?

A veces, una noticia o su contexto permite entrever que se omitieron datos importantes. Por ejemplo, este año apareció una noticia acerca de un niño de 8 años, previamente sano, que murió repentinamente, poco después de entrar a su escuela. La noticia dijo que los familiares insisten en saber la causa de la muerte, y «están esperando los resultados de la autopsia». Sin embargo, nunca apareció una noticia de seguimiento que nos hubiera informado acerca de esos resultados. Aparentemente, no era políticamente oportuno mencionarlo; por tanto los medios de comunicación optaron por simplemente no darle seguimiento a ese caso.

Titulares engañosos

En septiembre de 2020, se podía leer en las noticias que «un niño de tres años que falleció en Kimbiri, tenía coronavirus». Pero algunos medios noticiosos informaron con más exactitud. Por ejemplo en el diario «La República» se podían leer las circunstancias verdaderas de esa muerte:

«Si bien el pequeño padecía el virus, no falleció por esta causa. De acuerdo al reporte de Diresa, su deceso fue causado por quemaduras.
“Este niño, como todos los pacientes que salen positivos para coronavirus, así fallezca con otra enfermedad, va a figurar como que falleció de COVID-19. Es un menor que se quemó y falleció básicamente por las quemaduras”, indicó el director regional de Salud, Juan Alberto Spelucín, en declaraciones a los medios locales.»

Esta noticia revela cómo se fabricaron las estadísticas infladas que crearon pánico en todo el mundo: Se contaron como «muertos por COVID» a todas las personas que en algún momento anterior a su muerte salieron «positivos» en una prueba de laboratorio; aun si murieron por una causa completamente diferente, y aun si ni siquiera se enfermaron por el virus.

Pero el lector superficial se queda con la impresión de que «un niño de tres años murió por el virus». Ya que la mayoría de la gente no se detiene para leer todos los detalles de una noticia, se quedan con la primera impresión que causa el titular. Por eso, esta forma de manipulación es muy eficaz.

Otro ejemplo, que apareció en varios medios noticiosos a inicios del año 2022: «Villa Panamericana – Casos de niños internados por COVID-19 se duplicaron», o también: «195 niños internados por COVID-19». Otro titular diseñado para sembrar pánico acerca de los niños, como si ellos estuvieran en gran peligro por esa enfermedad. Había que buscar bastante para encontrar la verdad. En un informe más completo se puede leer que los niños se encuentran allí «aislados con sus familias», y que «la mayoría de ellos llegan al establecimiento de salud porque sus padres dieron positivo a las pruebas de descarte de la COVID-19.» (Fuente) Entonces, la mayoría de los niños no estaban allí porque estuvieran enfermos. Estaban allí solamente porque sus padres estaban internados. Otro ejemplo de un titular que da una impresión completamente falsa, contraria al verdadero contenido de la noticia.

– Como «práctica», pueden ustedes revisar algunos artículos noticiosos. Investiguen si los titulares coinciden con lo que se detalla en el artículo, o no. Investiguen también si el contenido del artículo es coherente en sí, o si quizás ciertas partes contradicen a otras.

Noticias directamente falsas

A veces nos encontramos con «noticias» descaradamente falsas. En estos casos puede ser difícil detectarlo. Tenemos que contar con que siempre cierto porcentaje de las noticias que recibimos son falsas, y que a veces no estamos en la capacidad de detectarlo. Podemos verificar una noticia:
– si podemos comunicarnos con personas que fueron testigos de los hechos;
– o si tenemos acceso a una fuente independiente que presenta un punto de vista distinto;
– o si encontramos contradicciones internas dentro de la misma noticia (lo cual indicaría que es falsa).

Un ejemplo: Durante este año 2022, el gobierno peruano comunicó repetidamente que «el 90% de los hospitalizados» no se habrían sometido al tratamiento experimental que actualmente se propaga en todo el país. No encontré ningún medio de comunicación que hubiera cuestionado ese dato. Sin embargo, si uno dispone de unas herramientas de análisis de datos, puede verificarlo mediante los datos oficiales que el mismo gobierno publica en su sitio web. Y resulta que el dato es falso. El siguiente gráfico muestra las proporciones verdaderas:

Porcentaje de los hospitalizados por COVID-19 según estado de vacunación, evolución semanal desde agosto de 2021 al julio 2022. Fuente de los datos: https://www.datosabiertos.gob.pe/dataset/hospitalizados-vacunados-y-fallecidos-por-covid-19
Se nota que en julio de este año, aproximadamente la mitad de los hospitalizados (50%) tenían tres dosis o más. Solamente entre el 20 y 30% no tenían ninguna dosis.

Este análisis supone que los datos del sitio web del gobierno son verdaderos. No tenemos posibilidades para verificar si ese es realmente el caso o no. Si alguien quisiera indagar esta pregunta más a fondo, tendría que hacer una encuesta representativa entre los pacientes de los hospitales. Eso sería una tarea de periodismo investigativo independiente, y ya no está al alcance de la mayoría de nosotros, hacer esta clase de esfuerzo. Pero vemos en este ejemplo que existe una verdadera necesidad de personas que se dediquen a esta tarea, de investigar por su cuenta sin ser influenciados por los intereses y presiones de los gobiernos, de las grandes empresas, de las organizaciones internacionales, etc. Mientras que no se haga periodismo investigativo independiente, nuestras posibilidades de enterarnos de la verdad serán muy limitadas.

Podría ser un proyecto familiar interesante, hacer alguna investigación propia. Pero es recomendable que no empiecen con un tema demasiado ambicioso. Algo más sencillo sería, por ejemplo, hacer una encuesta entre los vecinos, preguntándoles cuántos de sus familiares murieron o fueron hospitalizados por causa del virus, y cuántos en consecuencia de una intervención médica.

Calificativos manipulativos

Nos dejamos manipular fácilmente por el uso de ciertos calificativos, a ver los hechos desde un ángulo determinado. El truco aquí consiste en mencionar hechos, pero describirlos con palabras que insinúan una valoración claramente positiva o negativa, para que los oyentes o lectores asuman inconscientemente el punto de vista del periodista. Por ejemplo, durante el año 2020 salieron piezas periodísticas similares a lo siguiente:

«Mientras nuestros médicos y enfermeras heoricos ponen diariamente sus vidas en juego para combatir la enfermedad, algunas personas irresponsables siguen saliendo a vender en los mercados y las calles, a pesar de la prohibición, poniendo así en riesgo la salud pública.»

El sesgo se hace obvio en los calificativos que se usan: Los médicos son «heroicos», mientras que los vendedores son «irresponsables». Podemos ver aun más claramente la manipulación, si consideramos que los mismos hechos podrían describirse también así:

«Mientras que los hospitales se están convirtiendo en focos de contagio, poniendo en riesgo la salud de los pacientes y del personal, algunas vendedoras heroicas ponen diariamente sus vidas en juego, saliendo a los mercados y a las calles a vender, para poder alimentar a sus familias.»

Otro ejemplo, ya de varios años atrás – lo cito de la memoría, porque ya no tengo la noticia original:

«¡Los niños tienen derechos! Desde ahora, con su DNI los niños tendrán el derecho de ser atendidos en los establecimientos estatales de salud. Por tanto, consiga hoy mismo el DNI para sus hijos.»

Este aviso lo hace parecer como si los niños tuvieran ahora más derechos. Lo que no se dice, es que los niños siempre fueron atendidos en los establecimientos estatales de salud – aun sin DNI. En realidad se trató de una restricción de los derechos: A partir de ese momento, los niños sin DNI ya no iban a recibir atención.

Este ejemplo es muy similar al que relata George Orwell en su novela «1984»: Un día, el gobierno anuncia por todo el país: «¡La ración permitida de chocolate se aumentó a 20 gramos!» No se dijo que anteriormente, la ración había sido de 30 gramos – o sea, en realidad, no había aumentado, había disminuida.
(La novela de Orwell describe un gobierno totalitario que controla a la población mediante vigilancia permanente y mediante una comunicación engañosa. Es muy instructiva respecto a los métodos de los gobiernos actuales.)

Como ejercicio, busquen algunos breves artículos periodísticos, y analicen:
– ¿Qué palabras descriptivas o calificativas se usan?
– Esas palabras, ¿en qué sentido influencian nuestra opinión o nuestro punto de vista?
– ¿Cómo se describirían los mismos hechos desde un punto de vista opuesto?

¿Cuál es el propósito?

Esta es otra buena pregunta que podemos hacer acerca de las noticias. ¿Para qué se difunde esta noticia? ¿Qué quieren lograr sus autores?

Por ejemplo, muchas noticias quieren inducir en nosotros una opinión específica acerca de algún asunto, como hemos visto en la sección anterior acerca de los calificativos. De la misma manera se puede lograr también un efecto emocional: hay noticias que son diseñadas para infundirnos miedo, odio, y otras emociones.

Algunas noticias son propaganda directa a favor de ciertas instituciones. En esta categoría caen todas las noticias que resaltan los logros del gobierno en cuanto al desarrollo social, la educación, la salud, etc: «Gobierno invierte 12 milliones en mejorar la infraestructura educativa», etc. Se quiere que digamos: «¡Cuán generoso y eficiente es nuestro gobierno!» (Respecto a la generosidad: por supuesto que esas noticias no nos hacen pensar de dónde tiene el gobierno ese dinero: la verdad es que lo sacó de los bolsillos de nosotros todos.) – Se quiere hacernos creer que sin las intervenciones del gobierno no podríamos sostener a los necesitados, ni educarnos a nosotros y a nuestros hijos, ni cuidar nuestra salud. En breve, la meta final es endiosar al gobierno.
De manera similar hay noticias que son propaganda a favor de ciertas ONGs y organizaciones internacionales, a favor de ciertas grandes empresas, etc.

Y por el lado opuesto, hay noticias que son diseñadas para difamar a ciertas personas o grupos de personas, y para que sintamos odio hacia ellos. Eso es más notorio en los reportajes de guerra. Sabemos que en toda guerra se cometen actos horribles, y que mucha gente sufre. Pero a menudo los medios de comunicación resaltan las atrocidades de uno de los partidos de la guerra, y los sufrimientos del otro partido. El propósito es obviamente, representar a uno de los bandos como «los malos» y al otro bando como «los buenos». Eso raramente corresponde a la realidad.

Otras noticias quieren inducirnos a ciertas acciones o comportamientos. Por ejemplo, ¿qué harías si encontraras la siguiente noticia (y la tomaras en serio)? «Investigación científica encuentra que las personas que hablan a sus amigos por teléfono, tienen una expectativa de vida 9 años mayor que los que se encuentran con sus amigos en persona.» – Obvio: dejarías de visitar a tus amigos y les hablarías solamente por teléfono. La intención de tal noticia es clara: quiere incentivar el uso del teléfono y así beneficiar a las empresas de telefonía.
Así también es clara la intención de la mayoría de las noticias recientes sobre salud y enfermedad: quieren aumentar las ventas de cierto producto farmacéutico, incentivando su uso, y así aumentando las ganancias de sus productores.

Esta es otra pregunta que nos puede guiar en el análisis de los mensajes de los medios de comunicación. Analicen algunas noticias de la prensa, de la radio o de la tele según este criterio:
– ¿Con qué propósito se difunde esta noticia?
– ¿En qué sentido quiere el autor influenciar mi opinión acerca de los asuntos?
– ¿Qué desea el autor que yo haga, en consecuencia de su noticia?
– ¿Quiénes se benefician, si yo actúo en el sentido de esta noticia?
– ¿Qué otros datos puedo averiguar, que podrían dirigir mi opinión y mis acciones en un sentido diferente?

Conclusión

En los tiempos actuales, el papel de los medios de comunicación consiste más en manipular que informar. Tenemos que estar al tanto de eso, y no creer ciegamente lo que nos dicen. Enseñemos también a nuestros hijos, a analizar críticamente lo que ven, escuchan y leen.

Recapitularé algunas de las pautas y preguntas que nos ayudarán en esos análisis.

– Lean y escuchen detenidamente, razonen y cuestionen: ¿Es verdad lo que dice el periodista (o el político)? ¿Por qué debo creer lo que dice? ¿En qué fuentes se basa? ¿Cuán confiables son esas fuentes?

– Si el artículo contiene imágenes, o se trata de un video o un programa televisivo:
¿Están las imágenes relacionadas con el contenido de la noticia, o no? ¿Qué reacción emocional provocan en mí? ¿Tuviera yo la misma reacción, si la noticia no tuviera imágenes? ¿Qué datos adicionales estoy asumiendo a base de las imágenes, sin que esos datos aparezcan en la noticia misma? ¿Qué otra imagen podríamos asociar con esta noticia, para que cause una impresión distinta?

– Y para todas las noticias:
¿Qué datos adicionales deberíamos saber, que no se mencionan en la noticia, pero que serían necesarios para verla en su contexto? ¿Dónde puedo encontrar esos datos adicionales?

Fuentes de información alternativas:

No existen muchos medios de comunicación realmente independientes en el idioma español. Abajo enumeraré a algunos que pueden ayudarnos a equilibrar la perspectiva.

OJO: Eso no significa que esos medios siempre digan la verdad. Tienen también sus sesgos y sus inclinaciones particulares. Pero esas inclinaciones son distintas de los medios convencionales (los que son financiados por los gobiernos y por las grandes empresas, y por tanto reportan según el dictado de sus financiadores). Leer reportajes con inclinaciones distintas, nos ayuda a neutralizar las impresiones falsas que nos dejan los medios convencionales.

Fuente 1

Fuente 2

Fuente 3

Fuente 4

Fuente 5

Fuente 6 (buscar dónde se puede cambiar el idioma a español)

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