Educación cristiana alternativa

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Aprender en casa … ¡pero bonito!

Por causa de la epidemia del coronavirus, en diversos países se están lanzando experimentos para que los alumnos estudien en casa. También aquí en el Perú, el Minedu (Ministerio de educación) empezó a propagar la idea de que los alumnos aprendan en casa. Sería bueno que en esta oportunidad se empiecen a valorar las experiencias de aquellas familias que venimos haciendo eso exitosamente desde hace muchos años, no por obligación sino por convicción, como una alternativa educativa completamente válida. O sea, las familias que practicamos la educación en casa o «homeschooling»; y que podemos testificar que funciona.

Así que me atrevo, desde mi posición como padre de dos hijos adultos educados en casa, dar unos consejos a los padres y familias que piensan en enseñar a sus hijos en casa, o a facilitarles oportunidades para aprender en casa.

(Consulte también los otros artículos de este blog en las categorías Educación en el hogar, Escuela activa, Experiencias y testimonios, y Matemática.)

Empiece con una actitud positiva.

No piense: «¡Tanta carga! Con todos los problemas que ya tengo, ahora todavía tengo que enseñar a mis hijos.» En su lugar, piense: «Ahora tengo una oportunidad de pasar más tiempo con mis hijos. Tengo una oportunidad de proveerles unas experiencias de aprendizaje más divertidas que en la escuela. Voy a poder conversar con ellos y jugar con ellos, y así profundizar nuestra relación mutua» (¿algo que quizás Ud. no hizo mucho durante los años pasados?)

No traiga el sistema escolar a la casa.

Este punto resume todo lo que deseo decir en este artículo. Los métodos del sistema escolar producen muchas experiencias negativas en los niños, y así causan problemas psicológicos y de aprendizaje. (Vea los artículos en la categoría El sistema escolar y sus problemas.) ¡Usted no necesita ser un(a) profesor(a) para sus hijos! Eso solamente causaría tensiones y conflictos en su relación personal con ellos. Incluso, si usted es profesor(a) de profesión, haga un esfuerzo consciente de dejar atrás ese rol en la relación con sus hijos.

Aun unas familias que hacen «homeschooling», piensan que tengan que tener una «escuela en casa» y hacer todo como se hace en la escuela. Pero con eso se pierden las mayores ventajas de una educación en casa. Al no estar bajo las presiones del sistema escolar, ¡tenemos la oportunidad de hacerlo mucho mejor que la escuela!

Quizás usted no puede imaginarse otra forma de «aprender», que la que usted mismo(a) experimentó en la escuela. Infórmese acerca de las alternativas que existen, y comience a desescolarizar su mente. En los siguientes puntos esbozaré lo que eso puede significar.

Permita a los niños aprender lo que ellos pueden entender.

Quizás usted piensa que sus hijos necesariamente tengan que resolver las tareas «que corresponden a su grado», o «que están en su libro escolar». Pero en muchos casos, esas tareas son demasiado exigentes para el nivel de entendimiento del niño. Muchas investigaciones científicas demuestran que los niños necesitan pasar primero por unos procesos naturales de maduración del cerebro, antes que puedan entender ciertos temas que se les enseña en la escuela. Cuando intentamos acelerar este proceso artificialmente, solamente hacemos que los niños se desanimen y se confundan.

Entonces, no se deje presionar a que sus hijos «avancen en el libro escolar donde se han quedado», ni que se sometan a un programa rígido de tareas. Y si usted es funcionario(a) del sistema escolar, director(a) o profesor(a) de una escuela, ¡por favor no intente imponer un tal programa rígido sobre las familias de sus alumnos! La imposición de currículos cronogramados y normados por edades obedece únicamente a razones administrativas, pero no pedagógicas. Ya es muy problemático hacer eso en la escuela. Pero si los padres en sus familias empiezan a imponer esa clase de presiones directamente sobre sus hijos, pueden malograr irreparablemente su relación personal con sus hijos. La relación entre padres e hijos debe ser una relación de confianza, no una relación como entre amo y esclavo.

Junto con sus hijos, intente descubrir dónde se encuentra cada uno de ellos, respecto a su nivel de entendimiento. Si los niños han mantenido una autoestima sana, usted puede presentarles unos temas o tareas de distintos niveles de dificultad, y dejar que elijan. Normalmente elegirán por sí mismos un tema que es de acuerdo a su nivel natural.

Algunos niños no son capaces de «sentir» acertadamente lo que entienden y lo que no entienden – por ejemplo porque el sistema escolar los obligó a aparentar que saben muchas cosas que en realidad no saben. En esos casos hay que hacer unas pruebas. No como «exámenes»; pero simplemente observando cómo resuelven diferentes tareas.
Por ejemplo, hágalo leer unos textos cortos, y pídale que le cuente con sus propias palabras lo que leyó. Si no lo puede, o si entiende mal el texto, entonces inténtelo con otro más sencillo. Así se dará cuenta hasta dónde alcanza el entendimiento del niño, respecto al vocabulario y la estructura de las oraciones. (Y a la vez será una oportunidad de explicarle el significado de unas palabras nuevas.)
O dele unas tareas de matemática para resolver. Observe si puede hacerlo rápidamente, o demora mucho. Observe si comete muchos errores o pocos. (¡Pero no lo riña por los errores!) Observe si el niño se siente a gusto o si se estresa, al resolver la tarea. Si demora mucho, se estresa mucho, o comete muchos errores, entonces dele una tarea más fácil; hasta que llegue a un tema que el niño domina. Es desde allí donde debe continuar ahora.

Quizás encontrará que el nivel verdadero de los niños está bastante por debajo de lo que sus libros escolares exigen. ¡Eso es normal! (Lo que no es normal, son las exigencias exageradas de los libros escolares actuales.) Déjelos trabajar de acuerdo a ese nivel, aun si eso significa volver a los libros de años pasados. Sus niños estarán mucho más contentos, menos estresados, y podrán rellenar muchos vacíos que quedaron en sus conocimientos durante los años anteriores.

Pero quizás encontrará también que tiene unos niños superdotados que se aburren con las tareas porque ya lo saben todo. Entonces, permítales trabajar en temas más exigentes, y «adelantar» unos contenidos. En resumen: Permita a cada niño estudiar al nivel que le corresponde, no según su «grado» o su edad, pero según su nivel de entendimiento natural. Así evitará mucha frustración, tanto para usted mismo(a) como para sus hijos.

Los problemas de aprendizaje no merecen castigo.

Desde sus propias experiencias escolares, quizás usted está acostumbrado(a) a que los errores se castigan, el no poder terminar la tarea se castiga, el no entender se castiga. Pero así usted solamente va a desanimar y amedrentar a sus hijos; no va a aumentar su aprendizaje.
Detengámonos unos momentos para recapacitar: Es correcto que la maldad debe llevar a un castigo. Pero las cosas que acabamos de enumerar, ¿son maldades? – No, es normal que esas cosas suceden cuando sobrecargamos al niño. El niño comete errores porque no puede entender todavía la manera correcta de hacerlo. Demora en hacer su tarea porque es difícil, y no puede hacerla más rápido. No entiende, porque las explicaciones eran demasiado complicadas.
Entonces, en todos estos casos somos nosotros como educadores, quienes tenemos que cambiar. Primero pregúntese si el tema o la tarea es adecuado para el nivel de entendimiento del niño. Quizás el tema en sí ya es una sobrecarga; entonces sustitúyalo por otro. O quizás tiene que explicárselo de una manera más entendible.

Intente mantener siempre un tono positivo en su trato con los niños. El aprendizaje funciona mucho mejor cuando se asocia con impresiones y recuerdos agradables.

Limite las horas académicas; aprenda con actividades prácticas.

Para desarrollar su mente de una manera sana, los niños necesitan, entre otras cosas:

  • Movimiento físico.
  • Impresiones sensoriales (cosas para ver, escuchar, tocar, etc.).
  • Oportunidades para ejercer su creatividad.
  • Oportunidades para hacer algo útil con sus manos.
  • Jugar.
  • Suficiente descanso.

Las «clases» académicas satisfacen muy pocas de estas necesidades. Entonces no pensemos que el trabajo con libros y cuadernos sea la única manera de aprender. Al contrario, es un método bastante ineficaz cuando se trata de niños.

En nuestra experiencia con nuestros propios hijos, encontramos que durante los años de primaria, una sola hora académica al día era suficiente. El resto del tiempo se dedicaba a proyectos prácticos, trabajos manuales, colaboración con los quehaceres del hogar, tiempos de jugar y tiempo libre.

Quizás usted no se atreve todavía a implementar un método como el aprendizaje por proyectos, o similar. Pero comience con cosas sencillas. Hoy en día, varios libros escolares contienen de vez en cuando unas sugerencias para un experimento, un trabajito manual, un juego … No pase por alto esas sugerencias. ¡Póngalas en práctica con sus hijos!
Y busque más sugerencias de actividades interesantes con niños:

  • Juegos que hacen razonar,
  • origami,
  • trabajos manuales,
  • experimentos sencillos,
  • técnicas de dibujo y pintura,
  • nuevas recetas de comidas y postres,
  • etc.

Puede encontrar libros con temas como éstos. También puede encontrar muchas ideas en internet. Todas estas actividades son educativas; y satisfacen diversas necesidades de los niños que las clases escolares no pueden cumplir.

No tome exámenes.

Los exámenes son una fuente de miedo y frustración para muchos alumnos. En alumnos inseguros, el aprendizaje de un tema nuevo se frena desde el principio por el miedo de que tendrá que dar un examen sobre eso. Hay maneras más amables de evaluar si un alumno domina un tema.

En primer lugar, deje que el alumno decida el momento cuando está listo para ser evaluado.
Por ejemplo, Carina está practicando la tabla de multiplicación por 6. Cuando termina de practicar, usted la pregunta: «¿Crees que ya la sabes de memoria? ¿O necesitas más tiempo?» Si Carina dice que necesita más tiempo, dejamos que siga practicando el día siguiente. Si dice que ya está lista, entonces hacemos una prueba y le preguntamos las multiplicaciones por 6: primero en orden, después en desorden, después en «inverso» («¿6 por cuánto es 24?»). Si lo sabe bien, todos estamos contentos. Si Carina comete todavía muchos errores, no ha «desaprobado». Simplemente le decimos: «Parece que necesitas practicar un poco más. Hazlo otra vez mañana, y avísame cuando piensas que estás lista.»

Otros aprendizajes se demuestran simplemente al ponerlos en práctica. Por ejemplo, ¿cómo sabemos si Alfredo ha aprendido a preparar arroz con leche? – Sencillo: cuando su arroz con leche sabe bien y lo podemos comer alegremente. No necesitamos tomarle un examen sobre eso.
Lo mismo se puede aplicar a unos aprendizajes más «escolares»: orientarse con un plano de la ciudad; calcular con dinero; contar un cuento; …

Confíe en el poder de la curiosidad natural de los niños.

Para aprender a caminar o a hablar, un niño no necesita ningún profesor y ninguna escuela. De la misma manera natural, los niños pueden también aprender a leer, escribir, calcular, y muchas otras cosas. Un niño sano tiene un gran curiosidad: observa todas las cosas en su alrededor, prueba qué se puede hacer con ellas, y hace muchas preguntas. Eso demuestra que los niños tienen un deseo innato de aprender. ¡No es cierto que los tengamos que obligar a aprender!

En el sistema escolar tenemos el problema de que el currículo nos obliga a tratar los temas que están en el libro, sin importar si eso les interesa a los niños o no. Así, los profesores tienen que suprimir todo el tiempo la curiosidad y el interés de los niños, para obligarlos a prestar atención a otras cosas que no les interesan.
En casa no necesitamos hacer eso. Observe a los niños: ¿Qué temas les interesan? ¿Hacia qué actividades los dirige su curiosidad? Haga de eso los temas de su aprendizaje.
Quizás usted encuentra a uno de sus hijos mirando concentradamente unas hormigas que caminan por la pared. Únase a él en sus observaciones; ¡eso es un proyecto científico! Anímelo a hacer observaciones más exactas: ¿De dónde vienen las hormigas? ¿Adónde van? ¿Cómo encuentran su camino? ¿Dónde tienen su nido? ¿De qué se alimentan? Etc. – Después busquen más informaciones acerca de las hormigas: en internet, en libros … quizás hasta encontrarán un tema sobre hormigas en los libros escolares de los niños. Los niños pueden dibujar y escribir sus observaciones acerca de las hormigas. Usted puede animarlos a ampliar el tema. Por ejemplo, podrían estudiar insectos en general; podrían estudiar el lugar de las hormigas en la cadena alimenticia; etc.

Hágase un(a) aliado(a) de la curiosidad de sus hijos. Verá que pronto ellos se convertirán en los aprendedores más motivados. Y con una buena motivación, ellos seguirán con sus proyectos por su cuenta, sin que usted tenga que vigilarlos todo el tiempo.

Deles opciones para elegir.

No hay ninguna necesidad pedagógica de que todos los niños hagan lo mismo al mismo tiempo, en el mismo lugar. El aprendizaje es mucho más agradable cuando cada niño puede aprender de una manera que le «cae bien». Así podemos ofrecer opciones, por ejemplo, acerca de métodos y materiales: «¿Cómo quieres practicar las tablas de multiplicación? ¿Con las cadenitas, con el ábaco, o solamente en la mente?»
También podemos ofrecer opciones acerca de los contenidos: «¿Sobre qué animal quieres leer?» – «¿Qué tema de historia te gustaría estudiar?»
Y acerca de los modos de presentación de los resultados: «¿Quieres hacer un dibujo sobre esto, o escribir un ensayo, o preparar una presentación en PowerPoint?»

Involucre a los niños en sus quehaceres diarios.

Puede ser difícil educar a los niños, si al mismo tiempo usted tiene un trabajo que hacer, o un negocio que atender. Pero en algunos de estos trabajos, usted puede involucrar a los niños. Por ejemplo, si tiene una tienda, los niños con suficiente edad podrán ayudar a ordenar las mercancías, o a atender a los clientes. Si elabora alimentos, artesanías, o productos similares en casa, los niños podrán aprender algunos pasos sencillos de la producción. ¡Todo eso son experiencias educativas!
A muchos niños les interesa participar en lo que hacen los adultos; o por lo menos mirar, si es un trabajo donde no pueden contribuir directamente. Por supuesto que eso depende de sus circunstancias particulares, hasta dónde puede involucrar a los niños. En un taller de mecánica o de carpintería, por ejemplo, habría que evaluar si un niño podría estar allí sin correr peligro. En algunos trabajos, simplemente no es posible.

Pero en todo caso, los niños pueden participar en los trabajos del hogar como limpieza, cocina, atender a animales domésticos, etc. Usted puede también llevar a los niños cuando va de compras, al banco, al correo, a la biblioteca, o a alguna otra institución; y al mismo tiempo puede explicarles qué lugar es ese y lo que usted va a hacer allí. Esa clase de aprendizaje vivencial es más duradera que aprender los mismos contenidos sólo con libros escolares.


Espero haberle mostrado que el aprendizaje en casa no necesita ser una carga pesada. Al contrario, es una oportunidad de proveer a los niños unas experiencias de aprendizaje que no pueden hacer en la escuela. Y al mismo tiempo, fortalecer los lazos familiares.

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¿Vacaciones por coronavirus? – ¡Aproveche para conocer una alternativa educativa!

¿Es usted padre, madre, o profesor(a)?

¿Se ha preguntado ya de qué tratan las «alternativas educativas» o «pedagogías alternativas», pero hasta ahora no tuvo la oportunidad de experimentarlo por usted mismo(a)?

Ahora que diversos países están decretando la suspensión de las clases escolares por la epidemia del coronavirus, usted puede aprovechar de este tiempo para experimentar con unos métodos distintos a lo acostumbrado. Por ejemplo con el

Curso por internet: Matemática activa

Este curso gratuito contiene pautas pedagógicas acerca de una alternativa educativa, la «Escuela Activa«, respecto al aprendizaje de la matemática. También contiene sugerencias para proyectos prácticos que usted puede llevar a cabo en familia o con un grupo de niños escolares. Así puede matar dos pájaros con un solo tiro: Usted como educador(a) aprende una nueva metodología; y al mismo tiempo tiene unas actividades que ofrecer a los niños mientras que no pueden ir a la escuela.
– Si usted es profesor(a) y no tiene hijos propios en edad escolar, puede visitar a unas familias de sus alumnos y realizar los proyectos con ellos.

Si usted envía reportes escritos acerca de sus proyectos realizados, incluso recibirá una retroalimentación personalizada por parte del instructor.

Nota: Las instrucciones en el curso se dirigen en primer lugar a los educadores, no a los niños. No es un curso de sentar a los niños ante la pantalla para que estén ocupados. Usted aprenderá cómo realizar proyectos prácticos, con material concreto, para facilitar el aprendizaje de los niños. Entonces usted llevará a cabo estos proyectos, junto con los niños. Así involucrará a los niños en unas actividades prácticas y divertidas, las que al mismo tiempo contribuyen al aprendizaje.


Si usted ya hizo las actividades del curso, o si no le interesa la matemática:

Busque en libros o en internet por otras actividades prácticas que pueden gustar a los niños:
Origami;
juegos de estrategia;
trabajos manuales sencillos con papel, cartón, tela, lana, madera, y otros materiales;
experimentos; etc.
Consigan unas semillas y siémbrenlas en su patio o en un macetero, y observen su crecimiento.
Deje que los niños jueguen con juegos de construcción, y otros materiales que incentivan su creatividad.
Deje que construyan su «casita» con sillas, bancas, frazadas, y lo que encuentren en la casa.
Busquen una nueva receta y cocinen juntos.
Permita a los niños realizar sus propias ideas, y déjese inspirar por ellos.
Etc. etc…
Todo eso es mucho más educativo para los niños que el trabajo escolar con libros y cuadernos. Les permite superar desafíos reales en el mundo real; y esta clase de experiencias son mucho más «nutritivas» que las del mundo artificial de los libros escolares.

No hay nada más triste que unos padres que no saben qué hacer con los niños cuando tienen vacaciones. Esta es la mejor oportunidad para fortalecer los lazos familiares. Pasen unas aventuras juntos; los niños se lo agradecerán por toda su vida.

Por favor comparta esta información con otros interesados.

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El déficit de atención que sufren todos los niños

Sigue en aumento el número de niños diagnosticados con TDAH (Trastorno de Déficit de atención y Hiperactividad). Tengo mis dudas acerca de este «trastorno». En un niño sano, lo normal es que quiere ser activo. Tiene necesidad de moverse, de hacer algo con sus manos, de hacer experiencias. Su cerebro necesita estas actividades, porque le proveen las impresiones sensoriales que estimulan su desarrollo.
Algunos niños necesitan una mayor cantidad de movimiento que otros, y tienen menos facilidad de ordenar y procesar los impulsos sensoriales. Pero ¿es justificado, llamar a eso un «trastorno»? ¿No será que estamos diagnosticando como «trastorno» algo que es completamente normal? ¿y que mas bien nuestro sistema escolar masificado exige de los niños que actúen en contra de su naturaleza?

Como dijo el pediatra Carlos González en el documental «La educación prohibida«:

«Una de dos: O los niños ahora son mucho más hiperactivos que antes – cosa que me cuesta creer, pero entonces tendríamos que preguntarnos cuál es la causa de este problema, y qué hemos hecho para que los niños estén así. O los niños son igual que antes, y entonces ¿qué hemos hecho para que ya no los aguantamos?»

En nuestro refuerzo escolar tuvimos a un niño de siete años, que había sido diagnosticado con TDAH. En los primeros días no pudo estar sentado tranquilamente en ningún lugar. Cada cinco minutos dijo: «Tengo que ir al baño», y corrió. Literalmente, cada cinco minutos.
Llegó el recreo, y él se quedó con su tarea. «¿No quieres salir a jugar?», le pregunté. – «No.» – «¿Por qué no?» – «Mi mamá podría verme. Me va a reñir si me ve jugando.» (Él vivía justo al frente de nuestra casa.)
Mi esposa y yo decidimos hacer una visita a su casa. Hablamos a su mamá acerca de las necesidades de los niños, y le aconsejamos permitir a su hijo que juegue al aire libre. Felizmente, esa madre fue comprensiva, y decidió seguir nuestro consejo. El niño empezó a jugar y correr feliz con los otros niños. Dentro de pocas semanas, los síntomas de «hiperactividad» habían desaparecido casi por completo.

La psicóloga Dr.Marilyn Wedge, en un artículo titulado «Why French Kids Don’t Have ADHD» («Por qué los niños franceses no tienen TDAH») en la revista «Psychology Today«, analizó el hecho sorprendente de que en los Estados Unidos, uno de cada 11 niños es diagnosticado con TDAH, mientras que en Francia es menos que uno en 200. Eso se debe a que en EEUU, se cree que la hiperactividad es síntoma de un trastorno biológico-neurológico innato. (Aunque eso nunca se ha demostrado científicamente.) Por tanto, todo niño que muestra signos de hiperactividad, se diagnostica con este «trastorno», y se trata con medicamentos. (Esos medicamentos proveen grandes ganancias a la industria farmacéutica, pero a menudo hacen más daño que bien a los niños.)
En Francia, en cambio, la causa de la hiperactividad se busca primero en el entorno social del niño (familia, escuela), y se tratan esos problemas con consejería familiar, psicoterapia, o intervenciones pedagógicas. En consecuencia, los síntomas desaparecen en la mayoría de los casos.

Marylin Wedge profundiza el tema en su libro «A Disease Called Childhood» («Una enfermedad llamada niñez»). Demuestra que en la gran mayoría de los casos, el diagnóstico de TDAH es injustificado.

Exigencias irrazonables a los niños

La definición tradicional del «déficit de atención» da por sentado que es el niño quien debe prestar atención. Nunca antes en la historia se exigía de los niños que estuviesen «atentos» durante cinco, seis, o incluso ocho horas seguidas cada día, con muy pocas oportunidades en el intermedio para recrearse. Aun la mayoría de los adultos no podemos «prestar atención» durante más de cuatro horas. Después de ese tiempo, empezamos a sufrir problemas de concentración; y empezamos a olvidar las informaciones que recibimos en las primeras cuatro horas, porque son desplazadas por las informaciones nuevas.

Solamente los niños «hiperpasivos» o «hiper-apáticos» pueden soportar tanto tiempo sentados tranquilamente. Y eso sí que es un trastorno serio, porque esos niños sufren un retraso preocupante en su desarrollo intelectual, emocional, y social. Pero eso no se diagnostica como «trastorno», porque esos niños no interrumpen el funcionamiento del sistema escolar.

El «otro» déficit de atención

Consideremos ahora que los niños, aparte de «prestar» atención, también necesitan recibir atención. Necesitan que alguien los escuche, los entienda, que alguien mire sus logros, que alguien les ayude a resolver sus dificultades. ¿Les estamos dando esa atención?

Las personas más indicadas para dar esa atención a los niños, son sus padres. Ellos son sus personas de contacto más cercanas, y son los encargados de su educación. Hoy en día, demasiados padres piensan que han cumplido con su responsabilidad, si mandan a sus hijos a una escuela para que otras personas los eduquen. Pero los niños necesitan la atención personal de sus padres. Si no la reciben, entonces sí sufren de un «déficit de atención». Y esta clase de déficit de atención sí puede causar trastornos psicológicos reales, desde una baja autoestima hasta depresiones, neurosis, y pensamientos de suicidio.

En el sistema escolar convencional, los profesores pueden dedicar muy poco tiempo a la interacción personal con sus alumnos – según unas observaciones hechas, solamente de cinco a diez minutos al día. Con treinta alumnos en un salón, eso significa que cada alumno(a) recibe diariamente no más de diez a veinte segundos de atención personal por parte de su profesor(a). A muchos profesores no les interesan realmente las vivencias, opiniones y emociones de los niños, más allá de lo que es necesario para alcanzar los objetivos del aprendizaje. ¡No nos sorprende que los alumnos sufran de un «déficit de atención»!

Los que más sufren, a menudo son los niños hiperpasivos. Los hiperactivos causan problemas, y así por lo menos reciben su porción de atención por parte de los adultos (aunque a menudo de forma negativa). Los hiperpasivos, en cambio, a menudo pasan desapercibidos. No opinan, no interrumpen, no causan problemas; entonces los adultos no tienen motivo de ocuparse con ellos. Pero esa falta de atención refuerza aun más la pasividad del niño.

Cuando un niño deja de contarnos lo que le causó risa, o alegría, o tristeza, o miedo; cuando deja de pedir nuestra ayuda para alcanzar una meta difícil; cuando deja de mostrarnos alegremente sus inventos y sus obras de arte (o las muestra solamente para obtener una calificación) – todo eso son señales de alarma. Indican que el niño se ha resignado a vivir con su «déficit de atención». Ya no cree que los adultos le darían la atención que necesita para desarrollarse de una manera saludable. Ya no cree que merece ser tomado en serio.

Prestemos más atención personal a los niños, y esforcémonos para comprenderlos. Entonces muchos otros problemas de la niñez disminuirán drásticamente.

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