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El concepto católico romano y el concepto reformado acerca de la educación

Las citas que siguen a continuación son extraídas del libro «Cincuenta años en la iglesia de Roma» (publicado 1886), por Charles Chiniquy, un ex sacerdote canadiense. Provienen entonces de un entorno histórico y geográfico distinto del nuestro – y a algunos lectores quizás no les guste el tono polémico de Chiniquy. Pero al fijarnos en la esencia de lo que este autor quiere decir, encontramos un análisis sorprendentemente actual del sistema escolar del Perú, y probablemente de todos los países que alguna vez eran colonias españolas. Estos sistemas se remontan a las escuelas coloniales, auspiciadas y controladas por la iglesia católica romana.

A los lectores evangélicos les pido: No usen este escrito en primer lugar para criticar a la iglesia católica, sino para evaluar la clase de educación que ustedes mismos dan a sus hijos en sus familias y en sus escuelas. Ha sido mi triste observación que en muchas escuelas evangélicas reina el mismo espíritu de sumisión ciega y esclavitud, la misma supresión de la creatividad y del razonamiento propio, como en las escuelas católicas y estatales. Todavía no encontré a ninguna escuela evangélica en el Perú que hubiera mostrado las características positivas que Chiniquy resalta respecto a las escuelas reformadas que él encontró en Canadá y en los Estados Unidos. Claro, las escuelas evangélicas no enseñan sumisión ciega al papa; pero hasta donde he visto, se someten con la misma ceguera a la pedagogía oficial del estado, o a las tradiciones de su propia iglesia. El análisis de Chiniquy podría ayudar a los educadores evangélicos a evaluar si realmente fueron liberados por el evangelio, o si en el fondo están todavía influenciados por una mentalidad romanista.

He aquí lo que dice este autor sobre «Roma y la educación»:


La palabra «educación» es una palabra hermosa. Se deriva del latín «educare» que significa levantar, tomar de los grados más inferiores y llevar a las esferas más elevadas del conocimiento. El objetivo de la educación es entonces, alimentar, expandir, levantar, iluminar, y fortalecer la inteligencia.

Escuchamos a los sacerdotes católicos hacer uso de esta palabra hermosa, «educación», con la misma o más frecuencia que los protestantes. Pero la palabra «educación» tiene un significado muy diferente entre los seguidores del papa que entre los seguidores del Evangelio. Y esta diferencia, la cual ignoran los protestantes, es la causa de los errores extraños que cometen los protestantes cada vez que intentan legislar sobre este asunto aquí, como también en Inglaterra o Canadá.

El significado de la palabra «educación» entre los protestantes es tan distante del significado de la misma palabra entre católicos romanos, como lo es el polo sur del polo norte. Cuando un protestante habla de educación, usa y entiende la palabra en su sentido verdadero. Cuando envía a su hijo pequeño a una escuela protestante, él desea honestamente que su hijo sea levantado hacia las esferas del conocimiento, hasta donde le permita su inteligencia. Cuando este niño va a la escuela, pronto siente que ha sido levantado a cierta medida, y experimenta una alegría sincera, un orgullo noble, por este nuevo levantamiento, aunque muy modesto; y naturalmente entiende que este levantamiento nuevo es solamente una grada para pararse encima y levantarse a un grado más elevado de conocimiento, y rápidamente dará este segundo paso con un placer indecible. Cuando el hijo de un protestante ha adquirido un poco de conocimiento, quiere adquirir más. Cuando ha aprendido lo que significa esto, también quiere saber qué significa aquello. Como una pequeña águila, alista sus alas para un vuelo más alto, y levanta su cabeza para subir más en la atmósfera del conocimiento. Una ambición noble y misteriosa cogió repentinamente su alma joven. Entonces empieza a sentir algo de esta sed insaciable del conocimiento, que Dios mismo puso en el pecho de cada hijo de Adán; una sed de conocimiento, sin embargo, que nunca será perfectamente saciada excepto en el cielo.

El objetivo de la educación es entonces, capacitar al hombre para cumplir esta misión real de gobernar y sojuzgar la tierra, bajo los ojos de su Creador.

Recordemos que no es de sí mismo, ni de un ángel, sino de Dios mismo que el hombre recibió esta misión sublime. Sí, es Dios mismo quien implantó en el pecho de la humanidad el conocimiento y la aspiración de estas destinaciones espléndidas que pueden alcanzarse solamente por medio de la «educación».

¡Qué impulso glorioso es este, que toma en sus manos la mente recién despertada, y guía la inteligencia joven para subir más alto y penetrar las nubes que esconden de su mirada los esplendores de conocimiento que están encubiertos más allá de las sombras de esta esfera baja! Este impulso es una ambición noble; es parte de la humanidad que se asemeja a la imagen del gran Creador. Este impulso, el cual dirigir en su marcha adelante y hacia arriba es la misión de la educación, es una de las dádivas más preciosas de Dios para el hombre. Una vez más, es la misión gloriosa de la educación, fomentar esta sed de conocimiento y guiar al hombre a cumplir su alto destino.

Debería ser el deber tanto de los católicos romanos como de los protestantes, asistir al alumno en su vuelo hacia las regiones de la ciencia y del aprendizaje. ¿Pero es esto así? – No. Cuando ustedes, los protestantes, envían a sus hijos a la escuela, ustedes no imponen trabas a su inteligencia; ellos suben con las alas extendidas día tras día. Aunque su vuelo es al inicio lento y tímido, ¡cuán felices se sienten con cada nuevo aspecto de su horizonte intelectual! ¡Cómo laten sus corazones con gozo indecible cuando empiezan a escuchar voces de aplauso y ánimo de cada lado que les dicen: «¡Más alto, más alto, más alto!» – Cuando sacuden sus alas jóvenes para alzar un vuelo más alto, quién puede expresar su gozo cuando escuchan de nuevo las voces de una madre amada, un padre querido, un pastor venerable, que les aplauden y dicen: «¡Bien hecho! ¡Más alto todavía, mi hijo, más alto!»
Levantándose con más confianza en sus alas, entonces se levantan más alto todavía, en medio del concierto unánime de las voces de su nación entera que los anima al vuelo más alto. Es entonces cuando el joven siente que su fuerza intelectual se multiplica diez veces más. Se levanta sobre sus alas de águila, con una confianza y un poder renovados, y vuela todavía más alto, su corazón latiendo con un gozo noble y santo. De norte y sur, de este y oeste, el eco trae a sus oídos las voces de las multitudes: «¡Sube más alto, más alto todavía!»
El ha alcanzado ahora, lo que él pensaba primero que eran las regiones más elevadas del pensamiento y conocimiento; pero de nuevo oye los gritos estimulantes de abajo, que lo animan a volar más alto todavía hacia el dominio más elevado del conocimiento, hasta entrar en las regiones donde se encuentra la fuente de toda la verdad, y de la luz, y de la vida. Porque él también escuchó la voz de su Dios quien le habla a través de Su Hijo Jesucristo, llamando: «¡Ven a mí! ¡No temas! ¡Ven a mí! ¡Yo soy la luz, el camino! ¡Ven a esta región más elevada donde el Padre, con el Hijo y el Espíritu Santo, gobiernan en una luz infinita!»
De esta manera, el erudito protestante, haciendo uso de su inteligencia como el águila de sus alas, procede de debilidad a fuerza, del aleteo tímido al vuelo audaz y confiado, de una región de conocimiento a otra más alta, hasta que se pierde en este océano de luz y verdad que es Dios.
En las escuelas protestantes no se ponen trabas a las alas del joven águila; nada le hace parar en su progreso, ni paraliza sus movimientos y su vuelo hacia arriba. Al contrario, recibe toda clase de ánimo en su vuelo.
¡Es por eso que las únicas naciones realmente grandes en el mundo son protestantes! ¡Es por eso que las naciones realmente poderosas en el mundo son protestantes! ¡Es por eso que las únicas naciones libres en el mundo son protestantes! Las naciones protestantes son las únicas que cumplen su deber como hombres en el escenario de este mundo; solo las naciones protestantes marchan como gigantes a la cabeza del mundo civilizado. Por todas partes son ellas la vanguardia del progreso, de la ciencia y de la libertad, dejando muy atrás a las naciones desafortunadas cuyas manos están atadas por las cadenas de hierro del papado.

Después de haber visto al erudito protestante levantándose, en sus alas de águila, a las esferas más elevadas de la inteligencia, felicidad y luz, y marchando sin impedimento hacia sus destinaciones espléndidas, volvamos ahora nuestros ojos hacia el estudiante católico romano, y considerémosle y compadezcámonos de él en la degradación a la cual es sujeto.
Este joven estudiante católico romano ha nacido con la misma inteligencia brillante como el protestante; es provisto por su Creador con los mismos poderes de la mente como su vecino protestante; tiene los mismos impulsos, las mismas aspiraciones nobles implantadas por la mano de Dios en su pecho. Se lo envía a la escuela, aparentemente, como al niño protestante, para recibir lo que se llama «educación». Primero entiende esta palabra en su sentido verdadero; va a la escuela en la esperanza de ser levantado, tan alto como le permitirán su inteligencia y sus esfuerzos personales. Su corazón late de alegría, cuando de repente le tocan los primeros rayos de luz y conocimiento; siente un orgullo santo y noble con cada nuevo paso en su progreso; anhela aprender más, quiere subir más alto; también levanta sus alas, como el joven águila, y vuela más alto.
Pero aquí empiezan las desilusiones y tribulaciones del estudiante católico romano; porque se le permite levantarse, sí, pero cuando se haya levantado lo suficientemente alto para estar al nivel de los dedos gordos de los pies del papa, entonces escuchará gritos penetrantes, enojados, amenazantes de cada lado: «¡Alto! ¡detente! ¡No te levantes más alto que los dedos de los pies del Santo Papa! … Besa estos pies santos, y deja de volar más alto! ¡Recuerda que el Papa es la única fuente de ciencia, conocimiento y verdad! El conocimiento del Papa es el último límite del aprendizaje y de la luz que la humanidad puede alcanzar. No se te permite saber y creer lo que Su Santidad no sabe ni cree. ¡Detente! ¡detente! No subas ni una pulgada más alto que el horizonte intelectual del Pontífice Supremo de Roma, en quien solo está la plenitud de la verdadera ciencia que salvará el mundo.»

Algunos quizás me responderán aquí: «¿No ha producido Roma hombres grandes en cada departamento de las ciencias?» – Yo respondo, Sí; como dije antes. Roma puede mostrarnos una larga lista de nombres que brillan entre las luces más brillantes del firmamento de la ciencia y filosofía. Nos puede mostrar sus Copérnicos, sus Galileos, sus Pascales, sus Bossuets, sus Lamenais, etc. Pero fue a su propio riesgo y peligro que estos gigantes se han levantado a las regiones más altas de la ciencia y filosofía. Es a pesar de Roma que estas águilas han alzado vuelo por encima del horizonte oscuro donde el papa ofrece los dedos de sus pies para ser besados y adorados como el non plus ultra de la inteligencia humana; e invariablemente han sido castigados por su audacia.
El 22 de junio de 1663, Galileo fue obligado a postrarse de rodillas para escapar de la muerte cruel a la cual iba a ser sentenciado por la orden del papa; y firmó con su propia mano la siguiente retractación: «Yo abjuro, maldigo, y detesto el error y la herejía del movimiento de la tierra», etc. etc.
Este hombre erudito tuvo que degradarse a jurar una mentira inaudita, esto es, que la tierra no se mueve alrededor del sol. De esta manera, las alas de este águila gigante de Roma fueron cortadas con las tijeras del papa. Esta inteligencia poderosa fue quebrantada, atada, y hasta donde fue posible para la iglesia de Roma, degradada, silenciada, y matada. Pero Dios no iba a permitir que un intelecto tan gigante iba a ser completamente estrangulado por las manos de este enemigo implacable de la luz y de la verdad, el papa. Suficiente fuerza y vida permanecieron en Galileo para decir, al levantarse: «¡Esto no impedirá a la tierra seguir moviéndose!»
El decreto infalible del papa infalible, Urbano VIII, contra el movimiento de la tierra, es firmado por los cardenales Felia, Guido, Desiderio, Antonio, Bellingero, y Fabriccioi. Dice así:
«En el nombre y por la autoridad de Jesucristo, la plenitud del cual reside en Su Vicario, el Papa, que la proposición de que la tierra no es el centro del mundo, y que se mueve con un movimiento diario, es absurda, filosóficamente falsa, y errónea en fe.»
¡Qué cosa gloriosa para el papa de Roma ser infalible! ¡El sabe infaliblemente que la tierra no se mueve alrededor del sol! Y qué bendición para los católicos romanos ser gobernados y enseñados por un tal ser infalible. (…)

Si los Newtons, los Franklins, los Fultons, los Morses hubieran sido romanistas, sus nombres se hubieran perdido en la oscuridad que es la herencia natural de los esclavos de los papas. Habiendo escuchado desde su niñez que nadie tenía derecho de hacer uso de su «juicio privado», inteligencia y conciencia en la investigación de la verdad, ellos hubieran permanecido en silencio a los pies del terrible dios moderno de Roma, el papa. ¡Pero ellos eran protestantes! Este es el secreto de los descubrimientos maravillosos, con los cuales ellos habían leído un libro que les dijo que ellos eran creados en la imagen de Dios, y que este Dios grande había enviado a Su hijo eterno Jesucristo para hacerlos libres de las ataduras de los hombres. Ellos habían leído en este libro protestante (porque la Biblia es el libro más protestante en el mundo) que el hombre no solamente tiene una conciencia, sino también una inteligencia para guiarle; ellos habían aprendido que la inteligencia y la conciencia no tienen ningún dueño aparte de Dios, ningún otro guía aparte de Dios, ninguna otra luz aparte de Dios. En las paredes de sus escuelas protestantes, el Hijo de Dios había escrito las palabras maravillosas: «Vengan a mí; Yo soy la Luz, el Camino, y la Vida.»
Pero mientras las naciones protestantes marchan con pasos tan gigantes a la conquista del mundo, ¿por qué las naciones católicas romanas no solamente se estancan, sino que dan evidencia de una decadencia que aumenta cada día? Visite sus escuelas y preste un momento de atención a los principios que se siembran en las inteligencias jóvenes de sus esclavos desafortunados, y usted tendrá la clave de este misterio triste.

¿Cuál es no solamente la primera lección, sino la lección diaria que se enseña al alumno católico romano? ¿No es esta: que uno de los crímenes más grandes que un hombre puede cometer es el seguir su «juicio privado»? – lo que significa que tiene ojos pero no puede ver; oídos, pero no puede oír; e inteligencia, pero no puede utilizarla en la investigación de la verdad y de la luz y del conocimiento, sin el peligro de ser eternamente condenado. Sus superiores, o sea el sacerdote y el papa, tienen que ver por él, oír por él, y pensar por él. Sí, al católico romano se le dice constantemente en su escuela que el crimen más imperdonable y condenable es el hacer uso de su propia inteligencia y el seguir su propio juicio privado en la investigación de la verdad. Constantemente se le hace recordar que el juicio propio de un hombre es su enemigo más grande. Entonces, todos sus esfuerzos de la inteligencia y conciencia tienen que unirse para combatir, silenciar y matar su «juicio privado». Es por el juicio de sus superiores, el sacerdote, el obispo y el papa, que uno tiene que ser guiado.
Ahora, ¿qué es un hombre que no puede hacer uso de su «juicio personal privado»? ¿No es un esclavo, un idiota, un burro? ¿Y qué es una nación compuesta de hombres que no hacen uso de su juicio personal privado en la investigación de la verdad y de la felicidad, sino una nación de brutos, esclavos e idiotas despreciables?

Pero puesto que esto parecerá una exageración de mi parte, permítanme obligar a la iglesia de Roma a venir a hablar por ella misma. Por favor esté atento a lo que ella dice acerca de las facultades intelectuales del hombre. Estas son las mismas palabras de Ignacio de Loyola, el fundador de la Sociedad Jesuita:

«En cuanto a la obediencia santa, esta virtud tiene que ser perfecta en cada punto de su ejecución, en la voluntad, en el intelecto; lo cual debe hacerse con toda celeridad, gozo espiritual y perseverancia; persuadiéndonos que todo es justo, suprimiendo todo pensamiento repugnante y juicio propio en una obediencia cierta; y que cada uno se persuada a sí mismo, que el que vive bajo obediencia debe ser movido y dirigido, bajo la Providencia Divina, por su superior, tal como si fuera un cadáver que permite ser movido y guiado en cualquier dirección.«

Alguien me preguntará, ¿cuál puede ser el objetivo de los papas y sacerdotes de Roma al degradar a los católicos romanos de una manera tan extraña que los convierten en cadáveres morales? ¿Por qué no dejarlos vivir? – La respuesta es muy sencilla. El único y gran objetivo de los pensamientos y las obras del papa y de los sacerdotes es levantarse a sí mismos por encima del resto del mundo. Ellos quieren estar ¡alto!, alto por encima de las cabezas no solamente de la gente común, sino de los reyes y emperadores del mundo. Ellos quieren ser no solamente tan altos, sino más altos que Dios. Es hablando del papa cuando el Espíritu Santo dice: «…el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios …, haciéndose pasar por Dios.» (2 Tes. 2:4)
– Para alcanzar su objetivo, los sacerdotes persuadieron a sus millones y millones de esclavos que no son nada más que cadáveres; que no deben tener voluntad, ni conciencia, ni inteligencia propia, «como un cadáver que permite ser movido y guiado en cualquier dirección, sin resistencia». Una vez que esto se ha logrado, ellos construyen una pirámide de todos estos cadáveres inmóviles que es tan alta hasta los cielos, y poniéndose a sí mismos encima de esta pirámide maravillosa, los sacerdotes dicen al resto del mundo: «¿Quién de ustedes es tan alto como nosotros? ¿Quién ha sido levantado por Dios como sacerdote y papa? ¿Dónde están los reyes y emperadores cuyos tronos sean tan elevados como los nuestros? ¿No somos la verdadera cumbre de la humanidad?» ¡Sí! ¡sí! … ¡¡¡pero es un trono de cadáveres!!!

… Pero para que Ud. entienda mejor las tendencias degradantes de los principios que son la piedra fundamental de la educación moral e intelectual de Roma, déjeme exponer ante sus ojos otro extracto de la enseñanza jesuita, tomado de los «Ejercicios espirituales» por Ignacio de Loyola:

«Debemos siempre tener para en todo acertar, que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia jerárquica así lo determina.»

(…) Pero algunos pensarán que estos principios degradantes se enseñan solamente por los jesuitas; que no son las enseñanzas de la iglesia, y que yo estoy cometiendo una injusticia al presentar como una iniquidad general lo que es solamente la culpa de los jesuitas. Escuche las palabras de aquel papa infalible Gregorio XVI, en su célebre encíclica del 15 de agosto de 1832:

«Si la Santa Iglesia lo requiere, sacrifiquemos nuestras propias opiniones, nuestro conocimiento, nuestra inteligencia, los sueños espléndidos de nuestra imaginación, y los logros más sublimes del entendimiento humano.»

(…) Ahora, protestantes, ¿empiezan a ver la diferencia entre el objetivo de la educación entre una escuela protestante y una escuela católica? ¿Empiezan a entender que la distancia entre la palabra «educación» entre ustedes, y el significado de esta misma palabra en la iglesia de Roma, es tan grande como la distancia entre el polo norte y el polo sur? Para ustedes, «educación» significa levantar al hombre a la esfera más elevada de la hombría. Para Roma significa rebajarlo por debajo de los más brutos. Para ustedes, educar significa enseñar al hombre que él es un agente libre, que la libertad dentro de los límites de las leyes de Dios y de su nación es una dádiva asegurada para todos; ustedes quieren grabar en cada persona el pensamiento noble que es mejor morir como hombre libre que vivir como esclavo. Roma quiere enseñar que hay un solo hombre libre, el papa, y que todos los demás nacieron para ser sus esclavos entregados en pensamiento, voluntad y acción.

Ahora, para que Ud. entienda más todavía el abismo de degradación y corrupción moral al cual estos principios anti-cristianos y anti-sociales de Roma llevan a sus pobres esclavos ciegos, lea lo que dice Liguori (Teólogo moral católico reconocido del siglo XVIII) en su libro «La monja santificada»:

«El medio principal y más eficaz de practicar la obediencia debida a los superiores, y de hacerla meritoria ante Dios, consiste en considerar que al obedecer a ellos obedecemos a Dios mismo, y que al despreciar sus órdenes despreciamos la autoridad de nuestro Maestro Divino. Cuando, entonces, una religiosa recibe un precepto de su prelado, superior o confesor, debe ejecutarlo inmediatamente, no solamente para complacer a ellos, pero principalmente para complacer a Dios, cuya voluntad le es dada a conocer por medio de su orden. Al obedecer su orden, ella obedece más ciertamente la voluntad de Dios que si un ángel viniera del cielo para manifestarle Su voluntad. Tenga esto siempre en mente, que la obediencia que usted practica hacia su superior, es rendida a Dios mismo. Si entonces usted recibe una orden de alguien que ocupa el lugar de Dios, usted debe observarla con la misma diligencia como si viniera de Dios mismo. El bendito Egidio solía decir que es más meritorio obedecer a un hombre por el amor de Dios, que obedecer a Dios mismo. Se puede añadir que hay más certeza de hacer la voluntad de Dios al obedecer a nuestro superior, que al obedecer a Jesucristo en el caso que El apareciera en persona y diera sus órdenes. San Felipe de Neri solía decir que las religiosas pueden estar muy seguras de que no tendrán que rendir cuentas por las acciones hechas por obediencia; de estos actos solo los superiores que los ordenaron serán tenidos responsables. El Señor dijo una vez a Catalina de Siena: «Las religiosas no serán obligadas a rendirme cuentas por lo que hicieron por obediencia; de esto yo demandaré cuentas de parte del superior.» Esta doctrina se conforma a la Sagrada Escritura: ‘He aquí, dice el Señor, como es el barro en la mano del alfarero, así eres tú en mis manos, ¡O Israel!’ (Jeremías 18:6). Un hombre religioso tiene que estar en las manos de sus superiores para ser moldeado como ellos quieren. ¿Debe el barro decir a El que lo forma: Qué estás haciendo? El alfarero debe responder: ‘Cállate, no es tu negocio inquirir lo que yo hago, sino obedecer y recibir cualquier forma que me agrada darte.’ «

Yo les pregunto, protestantes americanos, ¿qué será de vuestro país hermoso si ustedes son lo suficientemente ciegos para permitir que la iglesia de Roma enseñe a los niños? ¿Qué clase de hombres y mujeres pueden salir de tales escuelas? ¿Qué futuro de vergüenza, degradación, y esclavitud preparan ustedes para su país si Roma tiene éxito en obligarles a apoyar tales escuelas? ¿Qué clase de mujeres saldrán de la escuela de monjas que les enseñan que la máxima perfección en una mujer es cuando obedece a su superior, el sacerdote, en todo lo que le ordena? ¿y que su hija nunca tendrá que rendir cuentas ante Dios por los actos que cometerá para complacer y obedecer a su superior, el sacerdote, el obispo, o el papa? ¿Que los asuntos de su conciencia se arreglarán entre Dios y este superior, y que a ella nunca se le preguntará por qué hizo esto o aquello, cuando será hecho para gratificar al superior y obedecer su mandamiento? Y otra vez, ¿qué clase de hombres y ciudadanos saldrán de las escuelas de estos jesuitas que creen y enseñan que un hombre ha alcanzado la perfección de la hombría solamente cuando es un cadáver espiritual perfecto ante su superior, cuando obedece al sacerdote con la perfección de un cadáver que no tiene vida ni voluntad dentro de sí?


Comentario:

Observo que esta misma enseñanza falsa de la «sumisión» está actualmente difundida en muchas iglesias evangélicas también; particularmente en América Latina. Muchos pastores evangélicos usan exactamente los mismos argumentos como el católico Liguori en la cita arriba, diciendo que «al pastor hay que obedecer, aun cuando esté equivocado.» Pero esta enseñanza contradice a la Palabra de Dios que dice: «Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hechos 5:29) – esto lo dijo Pedro exactamente a sus superiores religiosos a los cuales estaba desobedeciendo. Aquellas iglesias evangélicas que mantienen esa enseñanza de la «sumisión bajo los pastores», tienen en realidad una mentalidad católica romana y se han alejado de los principios de la Reforma y de la palabra de Dios. Por tanto, tampoco podrán educar a sus niños en la libertad del evangelio.

Y por supuesto, esta misma mentalidad esclavizante está todavía muy vigente en las escuelas estatales, aunque ya no se encuentran bajo la autoridad directa de la iglesia católica. Esta es, por ejemplo, una de las raíces profundas de por qué el Perú está tan atrasado en «comprensión de lectura»: El peruano promedio, desde su niñez, está siendo condicionado por esta mentalidad romana, a creer que no se puede ni se debe entender lo que uno lee; que hay que esperar a que la autoridad (eclesiástica o escolar) le dé a uno la interpretación «oficial» de lo que está escrito; y que entonces hay que creer esta interpretación oficial, por más que contradiga el sentido natural y obvio de las palabras. Esta misma mentalidad es la que sigue penetrando el sistema escolar desde la época colonial hasta hoy; y de ahí la gran dificultad que tiene mucha gente para poder entender por sí mismos lo que leen.

Por último, será importante entender que los países que eran «protestantes» (reformados) en los tiempos de Chiniquy, en la actualidad ya no lo son. Por eso, las escuelas estadounidenses hoy en día ya no son ningún ejemplo a seguir. Están ahora dominadas por el mismo espíritu esclavizante, aunque no en el nombre del catolicismo, pero en el nombre del gobierno secular, del «ateísmo científico», y de la industria y economía. Cómo sucedió esta transformación espantosa de las escuelas americanas durante el siglo pasado, lo describe con mucho detalle John Taylor Gatto en su obra monumental «Historia secreta de la educación americana«.

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Educación de niños con síndrome de Asperger

Para información acerca de las características del síndrome del Asperger y el espectro autista, vea los artículos anteriores.

En este artículo me refiero principalmente al trato con autistas de «alto funcionamiento» (o síndrome de Asperger). Para autistas de «bajo funcionamiento» pueden aplicar pautas similares, pero mi experiencia personal se limita a personas con síndrome de Asperger, por lo cual prefiero no afirmar nada acerca de las otras manifestaciones del autismo.

Veamos primero qué posibilidades existen para que un autista mejore su condición y sus relaciones con otras personas.

Tenemos que estar conscientes de que el autismo y el síndrome de Asperger es una condición innata, de origen genético; por tanto es un rasgo inherente de la personalidad (más exactamente, de la estructura de su cerebro) y no puede ser «curado», ni con medicamentos ni con terapias. Reportes o sugerencias que hablan de una supuesta «sanidad» del autismo, carecen de fondo. Primeramente, esa idea presupone que el autismo es una enfermedad, lo que no es cierto. Es una forma distinta de cómo el cerebro procesa las impresiones y las ideas, la cual ciertamente trae sus problemas, pero tiene también sus ventajas, como hemos visto en «Otras características de las personas en el espectro autista«. Si un autista efectivamente perdiese sus características autistas, sufriría una alteración existencial de su personalidad entera; y además perdería también las capacidades intelectuales particulares que son características del autismo. Aun si un tal tratamiento existiera, habría que preguntarse entonces si eso realmente sería deseable.

No puede entonces ser una meta de la educación que un autista «deje de ser autista». Mas bien, el autista debe aprender a usar sus puntos fuertes para compensar sus debilidades.
Por ejemplo, nunca será capaz de entender señales no-verbales de la misma manera intuitiva como las personas neurotípicas. Pero donde le falla su intuición, puede en su lugar usar sus capacidades de análisis y sistematización. Puede aprender a analizar la comunicación no-verbal de las personas, comparando mentalmente situaciones anteriores que experimentó, dejarse explicar verbalmente lo que una persona quiere comunicar, etc. Como me dijo una educadora terapéutica: «Un autista tiene que memorizar el significado de las distintas expresiones faciales, de la misma manera como aprendemos un idioma extranjero memorizando el significado de sus palabras.»
Por supuesto que este proceso es mucho más lento y tedioso que la forma intuitiva como las personas neurotípicas comprenden la comunicación no-verbal al instante. Pero es el único camino que le queda al autista, y le ayuda cuando está consciente de que él debe emprender este aprendizaje. Más fácil es para los autistas de «alto funcionamiento» (síndrome de Asperger) por causa de sus capacidades intelectuales superiores, pero aun ellos generalmente tienen que llegar a los treinta años o más, hasta que pueden relacionarse con otras personas y moverse en la sociedad con suficiente facilidad.

De manera similar, un autista puede aprender a comprender las emociones y los puntos de vista de otras personas, no intuitivamente como una persona neurotípica, pero analizando intelectualmente: ¿Cómo me sentiría yo si estuviera en tal situación? o si yo hubiera experimentado esto o aquello?

En la práctica, un autista necesita sobre todo lo siguiente para poder relacionarse mejor con su entorno:

Comprensión de parte de su entorno.
Las personas que tratan con autistas, deben entender que su frecuente comportamiento inadecuado no es por motivos malignos. Si un autista interrumpe a los demás en la conversación, o expresa de manera muy directa, brusca y ofensiva lo que piensa, no es porque quiere ofender o provocar; es porque no puede expresarse de otra manera. Cuando un autista ignora o hiere los sentimientos de otras personas, no es porque quiere herir; es porque no puede percibir la existencia de estos sentimientos. Cuando un niño autista se descontrola en una situación estresante, es porque no puede tranquilizarse ante una sobrecarga de impresiones sensoriales. Cuando muestra una reacción excesiva al dolor o a un alimento nuevo, no es porque exagera; es porque efectivamente percibe estas impresiones de una manera mucho más intensa que una persona neurotípica.
Por tanto es algo de lo más dañino cuando a un niño autista se le reprocha constantemente que esté haciendo estas cosas por maldad, por «majadero», etc. Con eso se desanima, empieza a pensar que nunca puede satisfacer a sus educadores, y pierde la motivación por contribuir de su parte a una mejora de su situación.
(En este aspecto es bueno tomar en cuenta los principios de la pedagogía de la confianza.)

Los servicios de un(a) mediador(a) o «traductor(a)» en sus relaciones con otras personas.
Para un autista es de mucha ayuda cuando tiene cerca de sí una persona de confianza que le ayuda a orientarse en la «jungla» de las relaciones interpersonales, y que ayuda también a las otras personas a comprender mejor al autista. Durante la niñez, lo más lógico es que sus propios padres asuman esta tarea. Si asiste a una escuela, allí puede ser un(a) profesor(a) o psicólogo(a) entendido en los problemas del autismo.
Esta persona, cuando se da cuenta de posibles malentendidos o conflictos, puede por ejemplo explicar al autista: «Mira, fulano te ha dicho así y así, pero lo que quiso decirte en realidad fue …». O: «¿Te das cuenta cómo te está mirando la vecina? Se siente ofendida por lo que le has dicho.» – Y también puede explicar a los neurotípicos: «A … tienes que decirle las cosas como son; no va a entender tus indirectas.» O: «Saben, … tiene muchas ganas de jugar con ustedes, solamente que no sabe cómo decirlo.»
En una etapa posterior, se puede enseñar al autista a evaluar las situaciones y considerar alternativas a sus reacciones acostumbradas: «Vamos a pensar juntos cómo podrías decir eso de una manera que suene más amable.» – «Cuando te irrita la bulla que hace tu hermanito, ¿qué otra cosa podrías hacer en vez de pegarle?» – Etc.

Si se considera buscar ayuda psicológica profesional, lo más indicado sería una terapia cognitivo-conductual. Una tal terapia hace básicamente lo mismo como lo que acabo de describir, solamente con mayor profesionalismo: Ayuda al autista a analizar conscientemente las situaciones que enfrenta, su manera de pensar acerca de estas situaciones, y sus reacciones; y lo anima a buscar y practicar alternativas más adecuadas. En el caso ideal se involucran también las personas más cercanas al autista, para que ellos también puedan mejorar su manera de relacionarse con el autista.

Existe una razón adicional para involucrar a la familia entera y posiblemente a otros familiares: Ya que el autismo es una condición genética y hereditaria, existe una alta probabilidad de que otros familiares también tengan rasgos autistas. Los conocimientos acerca del síndrome de Asperger o autismo de «alto funcionamiento» comenzaron a difundirse ampliamente recién a partir de la década de los 90. Por eso deben existir todavía muchos adultos autistas que nunca fueron diagnosticados. El diagnóstico de un niño autista puede contribuir al descubrimiento del autismo de parientes adultos.

La comunicación entre autistas y neurotípicos es comparable a la comunicación entre personas de distintas culturas: Surgen muchos malentendidos porque las dos partes enfrentan la situación desde suposiciones y valores muy distintos. Por ejemplo, en la cultura peruana es muy importante saludar amablemente; mientras el llegar tarde a una reunión no se considera ninguna ofensa grave. En cambio, en muchos países europeos la puntualidad es sumamente importante, mientras al saludo no se le da mucha importancia. Entonces, si un peruano en Europa llega media hora tarde a una reunión y saluda muy amablemente a todos los presentes, se puede quedar sorprendido de que ellos califiquen su comportamiento como ofensivo y desvergonzado, si él (desde su propia perspectiva) se esforzó tanto por ser amable.
Los malentendidos y conflictos entre autistas y neurotípicos a menudo son de la misma naturaleza: Cada uno se esfuerza por hacer lo que le parece normal y correcto (desde su propia perspectiva), y no entiende que eso mismo es ofensivo en la perspectiva de la otra persona. De ahí la gran utilidad de un mediador o «traductor» que tiene conocimiento de ambas culturas.

Por el otro lado, algunos artículos en internet sugieren «terapias» inadecuadas. Particularmente dañinas me parecen los métodos conductistas, los cuales intentan acondicionar al autista mediante recompensas y castigos, para que se comporte de una manera no-autista. Así encontré p.ej. el consejo de premiar al niño cuando nos mira a los ojos y a ignorarlo cuando no lo hace, y cosas similares. Pero eso solamente causará que el niño asuma un comportamiento artificial, en contra de su naturaleza, y que constantemente se sienta culpable por algo que no es ninguna culpa. Tales métodos desprecian la dignidad humana del autista, y no ayudan para edificar relaciones honestas y de confianza.

Acerca de las «terapias» con medicamentos también hay que tener ciertas dudas. Ya que el autismo está relacionado con la estructura innata del cerebro, ningún medicamento puede realmente alterar o incluso «sanar» las características autistas. Algo que se puede lograr con medicamentos, es controlar ciertas condiciones que a veces se asocian con el autismo, tales como depresiones, ansiedad, estrés, o hiperactividad. Pero en estos casos no se trata entonces de un tratamiento del autismo en sí, sino de otras condiciones que están sólo indirectamente relacionadas con el autismo. Y aun en estos casos habría que preguntarse si los medicamentos son realmente la mejor opción, o si no sería mejor ocuparse de las causas de fondo (ambientales o psicológicas) que provocan estas condiciones.

– Algunos otros puntos que pueden ser de ayuda en la educación de niños autistas:

Acostumbrar al autista a que pregunte si no entiende algo o si tiene un problema; y responder sus preguntas con paciencia.
Muchos autistas no se atreven a hablar si no han entendido una cosa o si no saben cómo llevar a cabo un encargo. Prefieren fabricar sus propias hipótesis, e intentar resolver el problema a su propia manera (o no resolverlo en absoluto), en vez de pedir ayuda. Tienen que aprender que no es una vergüenza pedir ayuda; y en consecuencia no debemos hacerlos sentir mal cuando vienen con muchas preguntas o piden ayuda para asuntos que nos parecen triviales.
Por la misma razón, debemos animar mucho al autista a que nos hable cuando tiene un problema con otra persona, o cuando fue maltratado o ridiculizado de alguna forma; y no debemos defraudar su confianza cuando nos habla de sus problemas. Los autistas pueden a menudo convertirse en víctimas del maltrato, abuso o «bullying»; y dificultan más que los neurotípicos en hablar acerca de tales experiencias.

Proveer un ambiente ordenado y estructurado.
Ya que los autistas pueden dificultar mucho en estructurar su propio mundo, como educadores tenemos que proveerles esa estructura. Por ejemplo, el encargo «Ordena tu cuarto» puede ser difícil o imposible de cumplir para muchos niños autistas. Tenemos que asegurar primero que el niño sepa de cada cosa dónde es su lugar, para poder guardarlo donde corresponde.
De la misma manera hay que proveer una estructura fija para la rutina diaria: a qué hora levantarse, a qué hora comer, cuáles son las responsabilidades de cada miembro de la familia en los quehaceres de la casa, etc. En lo posible, cualquier cambio importante debe anunciarse con anticipación para que el niño autista tenga suficiente tiempo para adaptarse.
Por el otro lado, se puede acostumbrar al niño autista a adquirir poco a poco una mayor flexibilidad, introduciendo cambios pequeños no anunciados y así obligándolo a improvisar un poco, justo en la medida que está todavía dentro de sus capacidades. Así el niño aprende a desarrollar estrategias para tratar adecuadamente con situaciones imprevistas.

Comunicar de manera clara y directa, no asumir que algo «se entiende por sí mismo».
Un autista generalmente no entiende significados implícitos; tenemos que decirle todo explícitamente. Retomando un ejemplo del artículo anterior: No es suficiente decirle: «Fíjate si el agua está hirviendo»; tenemos que añadir: «… y si está hirviendo, apaga la hornilla» (o lo que sea necesario hacer en este caso).

Estructurar tareas y encargos complejos, mediante una secuencia de pasos sencillos.
Ya que los autistas generalmente se concentran completamente en una sola actividad, dificultan con encargos complejos que requieren considerar varios aspectos a la vez. Les facilitamos la vida si dividimos tales encargos en varios pasos sencillos que se pueden cumplir uno tras otro.

Estar dispuestos a dar explicaciones lógicas por lo que exigimos o decidimos.
Ya hemos visto que los autistas generalmente son personas muy «lógicas» y «sistemáticas». A veces se niegan a cumplir mandatos o reglas cuando éstas les parecen arbitrarias o no entienden su utilidad. Entonces hay que estar preparados para darles una razón lógica por qué se debe hacer esto o aquello. Y si no encontramos ninguna razón lógica, quizás tenemos que preguntarnos si realmente necesitamos exigirlo.

En cuanto al aprendizaje intelectual, los niños con síndrome de Asperger no necesitan ninguna ayuda especial; a menudo tienen mayores capacidades que los neurotípicos. Aun donde parecen tener problemas de aprendizaje o de comprensión, al analizar la situación a menudo resultará que en el fondo no se trata de problemas de aprendizaje, sino de problemas relacionales. Por ejemplo, un niño en la escuela es constantemente el blanco de las burlas de sus compañeros, y por tanto no puede concentrarse en lo que lee y escucha. O un niño no puede responder a las preguntas del profesor, no porque no supiera las respuestas, sino por sus características autistas. O un niño se niega a aceptar algún dato o contenido, no porque no lo comprendiera, sino porque le fue comunicado de una manera inadecuada para él (en desorden, o de una manera que transmitió rechazo personal), y por tanto el contenido le parece ilógico u ofensivo y lo rechaza.

Los «aspies» pueden hacer progresos enormes en el aprendizaje cuando tienen la posibilidad de estudiar algo que está relacionado con sus intereses especiales. Con un poco de experiencia y creatividad se pueden encontrar diversas actividades de lenguaje, matemática, artes, ciencias, etc, relacionadas con estos intereses especiales; y estas actividades a su vez pueden ayudar a ampliar estos intereses poco a poco. Se recomienda aquí el método de las unidades temáticas, individualizado para las necesidades del autista.

Para niños autistas, la educación en casa es una opción preferible si es que los padres son comprensivos y están dispuestos a invertir el tiempo necesario. Aunque algunos piensan que es mejor que asistan a la escuela «para que aprendan a socializar» – pero eso es como decir a un paralítico que se siente en una bicicleta «para que aprenda a pedalear y a mantener su equilibrio». Para aprender a relacionarse con otras personas, un autista necesita un ambiente de confianza, con unas pocas personas comprensivas, de preferencia una sola persona a la vez. A causa de sus intereses especiales y a menudo intelectualmente exigentes, muchos niños autistas prefieren la compañía de adultos en vez de otros niños de su edad. Pero en una escuela se ve confrontado con un grupo grande de niños de su edad, y donde reina un ambiente de competencia unos contra otros, envidia, y luchas por el poder – todo lo cual es muy desfavorable para el desarrollo de cualidades interpersonales en un autista. (Encuestas han revelado que aproximadamente la mitad de las personas con síndrome de Asperger consideraron seriamente suicidarse alguna vez durante su adolescencia. Eso es a menudo relacionado con el rechazo que sufren por parte de sus compañeros de escuela.)
Otra opción sería una escuela de educación especial; pero esas escuelas generalmente están diseñadas para las necesidades de niños con baja inteligencia y/o problemas de aprendizaje. Por tanto, los niños con síndrome de Asperger se sentirán aburridos y no recibirán los estímulos intelectuales necesarios en una tal escuela.

Educar a un niño con síndrome de Asperger puede ser difícil, pero tiene también su recompensa. Estos niños pueden sorprendernos con ideas y talentos insospechados. Y confiemos en que Dios no comete errores. Él creó a cada niño de manera única y especial, con un propósito a cumplir en este mundo. Si hay un niño «Asperger» en la familia, eso no es ningún desastre; este niño está aquí para un propósito especial.


Fuentes y recursos en internet:

Nota: La intención de esta serie de artículos es más práctica que científica. Por eso no he incluído referencias exactas a mis fuentes, solamente menciono a continuación las más importantes:

Ramón Cererols, «Descubrir el Asperger»
Autobiografía de un «aspie» adulto, con explicaciones detalladas acerca del síndrome de Asperger. El libro es un poco largo, pero es la mejor descripción que pude encontrar, y es escrito desde la óptica de alguien personalmente afectado. Contiene una extensa bibliografía al final.

http://espectroautista.info/
Un sitio con muchos artículos informativos y tests para evaluación.

«Un acercamiento al sindrome Asperger»
El punto fuerte de este libro es la descripción de las características (tanto positivas como negativas) y necesidades que los «aspies» tienen comúnmente durante las diferentes etapas de su vida. Solamente que la sección acerca de la niñez está escrita mayormente desde la perspectiva del ambiente escolar y no contempla la alternativa de una educación en casa (lo cual sería lo mejor en muchos casos).

– Para quienes prefieren un acercamiento un poco más «relajado» a la problemática del síndrome de Asperger, les recomiendo la película hindú «Mi nombre es Khan». Retrata la vida (ficticia) de un joven «aspie», con todas las dificultades que enfrenta al relacionarse con la sociedad neurotípica, pero también con las oportunidades de demostrar sus cualidades.

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El «espectro autista» o «síndrome de Asperger» en las diferentes etapas de la vida

Describiré a continuación el desarrollo típico de una persona en el espectro autista a lo largo de su vida. Pero hay que tener presente que estas son generalizaciones; estas características «típicas» no necesariamente se muestran de la misma manera en cada caso individual.

Niñez

Algunos signos del autismo «clásico» o «de bajo funcionamiento» pueden manifestarse claramente desde la niñez temprana; tales como una incapacidad de relacionarse o comunicarse con otras personas. Bebés autistas pueden ser extremamente tranquilos; otros en cambio pueden ser muy llorones y difíciles de tranquilizar. También se pueden manifestar trastornos del sueño y/o de la alimentación y digestión.
Por el otro lado, los niños con síndrome de Asperger o autismo «de alto funcionamiento» muestran pocas particularidades durante la edad preescolar. Además, los signos del síndrome de Asperger pueden sobreponerse parcialmente con los síntomas de otras condiciones como el TDAH (Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad). Por tanto, un diagnóstico a esa edad tiene que tomarse todavía con mucho cuidado.

Unos signos tempranos del síndrome de Asperger pueden ser:
– El niño no señala o trae espontáneamente los objetos que llaman su atención.
– Su atención a objetos es marcadamente más fuerte que su atención a caras humanas.
– Un desarrollo precoz del lenguaje (mientras en el autismo clásico este desarrollo es retardado).
– Intercambio de pronombres: dice «tú» en vez de «yo», y vice versa.
– Hipersensibilidad hacia ciertas impresiones (luces, toques, sonidos …).
– También algunos intereses inusuales y muy intensos pueden manifestarse ya a temprana edad.
– Pueden dar la impresión de tener un carácter difícil. Pero como vimos en el artículo anterior, las «majaderías» del niño autista no son defectos del carácter, son consecuencias de ciertas incapacidades que tiene como autista.

Si se detecta autismo en un niño, es importante que los padres (u otros educadores) comiencen inmediatamente a ayudarle a que desarrolle estrategias adecuadas para tener contacto con otras personas, para pedir ayuda, y para reaccionar adecuadamente a cambios imprevistos en su entorno. (Vea en la siguiente parte, «Educación de niños con síndrome de Asperger«.)

Durante su niñez, los niños con síndrome de Asperger tienen todavía relativamente pocos problemas en la interacción con otros niños. Es que los niños neurotípicos tienen todavía muchas características en común con ellos: el pensamiento concreto y literal; una forma directa de expresarse sin fingir; despreocupación hacia las reglas sociales y de urbanidad.

Generalmente sus problemas interpersonales suelen aumentar cuando se acercan a la pubertad. Empiezan a perder el interés en la compañía de otros niños, o se retiran por causa del rechazo que sufren de los otros niños.

Adolescencia

La adolescencia suele ser una etapa sumamente difícil. A esta edad, los «códigos sociales» de las interacciones entre adolescentes neurotípicos ya son tan complicados que el autista se encuentra incapaz de relacionarse con ellos. Además, muchos adolescentes están absorbidos en sus propios problemas y no pueden o no quieren hacer el esfuerzo de comprender a un compañero que es «diferente». En muchos autistas despierta en esta etapa nuevamente un deseo de cultivar amistades, pero descubren que no lo logran. Por eso, generalmente tienen una inmensa necesidad de comprensión, apoyo emocional y ánimo por parte de sus padres u otros adultos de su confianza.

Puede ser muy frustrante para un adolescente o joven autista, descubrir que tiene por delante un proceso de aprendizaje muy largo y penoso, antes de que pueda nuevamente cultivar relaciones «normales» con otras personas. Pero cuanto mayor su motivación y esfuerzo para este proceso de aprendizaje, más éxito tendrá en su vida adulta.

Normalmente será un gran alivio emocional cuando se le permite pasar bastante tiempo cultivando sus intereses particulares; sobre todo cuando se le brinda la oportunidad de producir algo útil mediante estos intereses. Adolescentes con síndrome de Asperger ya pueden realizar trabajos como tipeos y diseños gráficos en computadora, programar juegos sencillos de computadora, arreglar artefactos eléctricos, traducir textos a otros idiomas, etc. – Si han adquirido cierta destreza en relacionarse con otras personas, pueden también dar clases individuales de matemática o ciencias a alumnos de su edad o menores.

Adolescentes en el espectro autista a menudo tienden a descuidar su persona en cuanto a higiene, vestimenta, ejercicio físico, etc. Necesitan un incentivo positivo en estas áreas.

Orientación vocacional y trabajo

Muchos «aspies» elegirán por sí mismos una ocupación que corresponde a sus intereses y capacidades particulares. Si tienen las capacidades intelectuales necesarias, pueden ser buenos ingenieros, programadores de computadoras, o científicos. De otro modo pueden elegir un trabajo de oficina que requiere exactitud y atención al detalle, pero poca interacción con otras personas: Contador; corrector ortográfico; bibliotecario; diseñador gráfico; etc.
– Autistas de «bajo funcionamiento» harán de preferencia un trabajo manual sencillo que se puede ejercer en un ambiente tranquilo sin interrupciones de afuera.
Sin embargo, unos pocos autistas «de alto funcionamiento» pueden también exitosamente ejercer profesiones que exigen relacionarse con personas, mientras tienen a la vez un fuerte componente científico: Psicólogo; profesor de matemática o de ciencias, etc.
Los peores trabajos para autistas son aquellos que exigen reaccionar de manera rápida y precisa a una gran multitud y variedad de estímulos sensoriales: Chofer o piloto; supervisor de tráfico aéreo; policía de tránsito; reportero; mozo en un restaurante grande; etc. Es bueno saber eso de antemano para no elegir un trabajo de este tipo.

Los problemas laborales de los autistas raramente están relacionados con la calidad de su trabajo. Con mucho más frecuencia sufren de conflictos y problemas de incomprensión, debido a sus dificultades generales al relacionarse con otras personas. La situación de un empleado autista frente a su empleador es comparable con la situación de un niño autista frente a sus padres: A menudo es culpado de desobediencia o de malas intenciones, cuando en realidad se trata de debilidades que no puede evitar debido a su autismo. Por causas como estas, en la actualidad muy pocos autistas adultos logran mantener un empleo estable, a pesar de sus buenas calificaciones profesionales. Esta situación podría mejorarse mucho si los empleadores fueran mejor informados acerca de los problemas y necesidades específicos de los autistas, y si estuvieran dispuestos a proveer a sus empleados autistas un entorno de trabajo adecuado a sus características especiales.

La edad adulta

Autistas de «bajo funcionamiento» generalmente siguen siendo personas dependientes durante toda su vida. Los «aspies» en cambio pueden esperar lograr un nivel satisfactorio de relaciones personales e integración en la sociedad para alrededor de los treinta años, si es que ponen de su parte para lograrlo. Su capacidad de compensar sus debilidades y de comprender la comunicación interpersonal aumenta.
Sin embargo, algunos problemas permanecerán durante toda la vida, ya que las características autistas nunca desaparecen. Son relativamente pocos «aspies» que llegan a casarse, y problemas matrimoniales son frecuentes. Se pueden minimizar si ambos cónyuges desde el inicio están conscientes de los problemas específicos del autismo, se ponen de acuerdo en cuanto a ciertas estrategias para solucionar conflictos, y buscan consejería matrimonial en casos de crisis.


Fuentes y recursos en internet:

Nota: La intención de esta serie de artículos es más práctica que científica. Por eso no he incluído referencias exactas a mis fuentes, solamente menciono a continuación las más importantes:

Ramón Cererols, «Descubrir el Asperger»
Autobiografía de un «aspie» adulto, con explicaciones detalladas acerca del síndrome de Asperger. El libro es un poco largo, pero es la mejor descripción que pude encontrar, y es escrito desde la óptica de alguien personalmente afectado. Contiene una extensa bibliografía al final.

http://espectroautista.info/
Un sitio con muchos artículos informativos y tests para evaluación.

«Un acercamiento al sindrome Asperger»
El punto fuerte de este libro es la descripción de las características (tanto positivas como negativas) y necesidades que los «aspies» tienen comúnmente durante las diferentes etapas de su vida. Solamente que la sección acerca de la niñez está escrita mayormente desde la perspectiva del ambiente escolar y no contempla la alternativa de una educación en casa (lo cual sería lo mejor en muchos casos).

– Para quienes prefieren un acercamiento un poco más «relajado» a la problemática del síndrome de Asperger, les recomiendo la película hindú «Mi nombre es Khan». Retrata la vida (ficticia) de un joven «aspie», con todas las dificultades que enfrenta al relacionarse con la sociedad neurotípica, pero también con las oportunidades de demostrar sus cualidades.

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Otras características de personas en el espectro autista

En el artículo anterior describí las características principales que las personas en el espectro autista tienen en común, tanto los autistas de «bajo funcionamiento» como los de «alto funcionamiento» o con síndrome de Asperger: Grandes dificultades en la comunicación no-verbal, un déficit de empatía, e intereses muy específicos e intensos (asociados a una inflexibilidad mental).

A continuación mencionaré algunas otras características que están a menudo asociadas con el autismo, pero no en todos los casos. Como mencioné anteriormente, la expresión «espectro autista» significa que no existe una sola forma claramente definida de cómo se manifiesta el autismo, sino que eso puede variar mucho de una persona a otra. En estos artículos estoy usando la palabra «autista» indistintamente para todas las formas de autismo, lo que incluye el síndrome de Asperger.

Una manera muy concreta, literal, de pensar y de expresarse.

A raíz de sus dificultades con la comunicación no-verbal, el autista tiene que apoyarse casi únicamente en lo que se expresa con palabras, al relacionarse con otras personas. Por eso tiende a tomar de manera literal todo lo que alguien dice; dificulta en entender expresiones figurativas, de doble sentido, o indirectas.
Por ejemplo, la mamá dice al niño: «Anda a la cocina y mira si el agua para el té ya está hirviendo.» – El niño va a la cocina, regresa y dice: «Está hirviendo.» – La mamá: «¿Y apagaste la hornilla?» – El niño: «Pero no me has dicho que la apague, solamente me has dicho que mire.»
O el niño pregunta: «Mami, ¿dónde está mi cuaderno?» – La mamá: «Pero ¿no lo ves? Está justo delante de tu nariz.» – El niño se toca su nariz para ver si el cuaderno está allí.
Ahora, también niños neurotípicos pueden de vez en cuando reaccionar de esta manera, porque los niños en general piensan de manera concreta y no abstracta. Pero en un niño autista, esta característica es mucho más pronunciada.

Falta de comprensión por convenciones sociales y reglas de urbanidad.

La forma de pensar de un autista es directa y lógica. Pero muchas convenciones sociales (de cómo comportarse) y reglas de urbanidad no se pueden fundamentar con razones lógicas; se establecieron arbitrariamente «porque así se hace». Por tanto, el autista las percibe como ilógicas y no entiende por qué la sociedad espera de él que las cumpla. A veces actúa de manera contraria a las reglas, no por maldad, simplemente porque no ve sentido en las reglas.
Eso sucede particularmente con aquellas reglas que exigen fingir o disimular de alguna manera. Por ejemplo, cuando a alguien se le pregunta «¿Cómo estás?», un autista no entiende por qué la persona responde «Bien», aunque esté enferma o molesta. O cuando se le presenta a alguien, no entiende por qué debería decir «Encantado», aun si la otra persona le parece repugnante.

Hipersensibilidad hacia ciertas impresiones, pero falta de sensibilidad hacia otras.

Muchos autistas reaccionan fuertemente estresados o irritados ante ciertas impresiones sensoriales; pero la clase de impresiones que provocan esta reacción varía mucho de una persona a otra. Para unos pueden ser ciertas combinaciones de luces o colores; para otros son ciertos sonidos; o ciertas formas de ser tocados, o ciertas formas de dolor, o el olor o sabor de ciertos alimentos. (En este último caso, un niño se negará a comer estos alimentos porque le producen asco y hasta náuseas.) Particularmente estresantes son las situaciones donde tienen que procesar muchas impresiones distintas al mismo tiempo, por ejemplo al cruzar una avenida muy transitada.
Por el otro lado, cuando un autista está concentrado en alguna ocupación que le interesa, puede suceder que se «apagan» todos sus sentidos que no están dirigidos hacia su ocupación. No escucha cuando le llaman; no se da cuenta de que tiene hambre o sed o sueño; puede no percibir un dolor físico.
Todas estas reacciones tienen que ver con la manera distinta de como el cerebro del autista procesa las impresiones sensoriales. En una persona neurotípica, el cerebro «filtra» automáticamente las impresiones, de manera que la persona percibe lo que es «importante» y pasa por alto lo que no tiene importancia. En los autistas, parece que este «filtro» funciona de manera distinta: usa criterios distintos acerca de lo que es «importante»; en ciertas situaciones deja pasar demasiadas impresiones, en otras situaciones deja pasar muy pocas.

Prosopagnosia.

Con «prosopagnosia» se entiende la incapacidad de recordar o distinguir las caras de otras personas. Este es un fenómeno que puede ocurrir también en personas neurotípicas, pero es más frecuente en autistas. Si se encuentran en la calle con alguien que no han visto por bastante tiempo, no podrán decir con seguridad si es realmente esa persona, o si es otra persona que solamente se le parece. Cuando comen en un restaurante y su plato no llega, no saben a quién reclamar porque no recuerdan la cara del mozo que recibió su pedido. Cuando una amiga aparece con un peinado distinto o con el cabello teñido, probablemente ya no la reconoce. Esta debilidad puede causar muchas situaciones bochornosas para un autista.

Torpeza física.

Muchos autistas tienen dificultades de coordinar sus movimientos, sobre todo de los músculos gruesos. Por eso dificultan en actividades como juegos de pelota, gimnasia, danza, y similares, y prefieren evitar tales actividades. Por la misma razón – y por sus reacciones imprevisibles al tener que procesar un exceso de impresiones – se recomienda que los autistas no manejen automóviles, porque son más propensos a provocar accidentes. (En cambio, parecen no tener problemas con los movimientos finos, por ejemplo al escribir, dibujar, o tocar un instrumento musical.)
Muchos niños autistas son más propensos a caerse, a chocarse con otras personas o con las paredes, o a empujar y a hacer caer objetos. Es importante no reñirlos o castigarlos como si lo hicieran por maldad, sino ayudarles a tomar precauciones para evitar tales accidentes en lo posible.

Una mayor susceptibilidad a sufrir depresiones, ansiedad y estrés.

Esto se manifiesta sobre todo en la adolescencia y en la edad madura. Hasta donde pude informarme, no está claro si esta susceptibilidad es inherente a la condición autista, o si es mayormente causada por la incomprensión que el autista sufre de parte de la sociedad.

Puntos fuertes de los autistas

Hasta ahora he descrito mayormente características que el autista o la sociedad (o ambos) perciben como un problema o una discapacidad. Pero existen también áreas donde los autistas, particularmente los «de alto funcionamiento» (síndrome de Asperger), demuestran capacidades superiores a los neurotípicos. Si en algún contexto es apropiado cambiar la palabra «discapacitados» por la expresión «personas con capacidades especiales», es en el contexto del autismo y del síndrome de Asperger.

Altas capacidades analíticas y sistemáticas.

La mayoría de las personas con síndrome de Asperger destacan en los campos de la matemática, ciencia y tecnología. Se ha estimado que entre los ingenieros y los programadores de computadoras, el porcentaje de autistas es por lo menos el doble del promedio. Simón Baron-Cohen describió la «alta capacidad de sistematización» como una de las características distintivas del autismo.
A menudo los autistas tienen también una memoria excelente.

Mucha atención al detalle; perfeccionismo en el trabajo.

Autistas son particularmente aptos para trabajos que requieren mucha atención a los detalles, tales como encontrar errores ortográficos en un texto, encontrar y describir los errores en un programa de computadora, etc. Por eso, la empresa danesa «Specialisterne» decidió buscar y seleccionar específicamente a autistas para entrenar y emplearlos como programadores y evaluadores de software. (Por supuesto que necesitan tener las capacidades intelectuales correspondientes.)
Los autistas, cuando reciben un encargo que requiere sus conocimientos especiales, generalmente se esfuerzan por entregar un trabajo de alta calidad. Por el otro lado tienen que aprender a controlar y limitar su perfeccionismo, porque de otra manera demorarán exageradamente y no lograrán terminar su trabajo dentro del plazo.

La capacidad de la hiperconcentración.

Ya mencioné eso cuando hablé acerca de la reacción de los autistas hacia las impresiones sensoriales. Muchos autistas, cuando están concentrados en un trabajo, son capaces de «apagar» completamente las influencias del ambiente que podrían distraerlos. Durante esos tiempos de hiperconcentración pueden trabajar de manera muy eficaz. Solamente requieren para eso un ambiente relativamente tranquilo: no pueden alcanzar esta hiperconcentración cuando por ejemplo tienen que trabajar junto con otras personas en la misma oficina, o cuando al mismo tiempo tienen que atender al teléfono y a la puerta. (Generalmente un autista no puede prestar atención a más que una actividad a la vez.) Por eso, para un niño autista es importante que tenga su espacio propio y tranquilo para hacer sus tareas.

Sinceridad y fidelidad.

Por lo general, en los autistas se puede confiar. Dicen las cosas como son (o como ellos las perciben), sin fingir y sin tener intenciones secretas. Eso es a veces percibido como ofensivo, porque a menudo dicen de manera muy directa lo que piensan; pero en el fondo eso es una cualidad positiva, la sinceridad.
Por sus características particulares, los autistas no llegan a tener muchos amigos; pero generalmente son muy fieles en las pocas amistades que tienen.


Fuentes y recursos en internet:

Nota: La intención de esta serie de artículos es más práctica que científica. Por eso no he incluído referencias exactas a mis fuentes, solamente menciono a continuación las más importantes:

Ramón Cererols, «Descubrir el Asperger»
Autobiografía de un «aspie» adulto, con explicaciones detalladas acerca del síndrome de Asperger. El libro es un poco largo, pero es la mejor descripción que pude encontrar, y es escrito desde la óptica de alguien personalmente afectado. Contiene una extensa bibliografía al final.

http://espectroautista.info/
Un sitio con muchos artículos informativos y tests para evaluación.

«Un acercamiento al sindrome Asperger»
El punto fuerte de este libro es la descripción de las características (tanto positivas como negativas) y necesidades que los «aspies» tienen comúnmente durante las diferentes etapas de su vida. Solamente que la sección acerca de la niñez está escrita mayormente desde la perspectiva del ambiente escolar y no contempla la alternativa de una educación en casa (lo cual sería lo mejor en muchos casos).

– Para quienes prefieren un acercamiento un poco más «relajado» a la problemática del síndrome de Asperger, les recomiendo la película hindú «Mi nombre es Khan». Retrata la vida (ficticia) de un joven «aspie», con todas las dificultades que enfrenta al relacionarse con la sociedad neurotípica, pero también con las oportunidades de demostrar sus cualidades.

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