Educación cristiana alternativa

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Una breve historia enojada de la escolarización obligatoria americana (Parte 2)

Por John Taylor Gatto

Exposición ante la conferencia de educadores en casa, del estado de Vermont

(Continuación)

Consideremos la posibilidad extraña que quizás fuimos intencionalmente enseñados a ser irresponsables y a odiarnos unos a otros. He pasado 19 años como estudiante y 30 años como profesor. En todo este tiempo casi nunca se exigió de mí que actuara de manera responsable – excepto si Ud. confunde la obediencia ciega con responsabilidad. Sea como estudiante o como profesor, yo obedecía ciegamente a extraños durante 49 años. ¡Si esta no es una receta para irresponsabilidad! En la escuela Ud. es premiado por renunciar a su responsabilidad personal, y simplemente hacer lo que un extraño exige de Ud, aunque esto viole los principios más preciados de su familia.
Observé que tres años son suficiente para quebrantar a un niño – tres años de estar encerrado en un ambiente de necesidad emocional, de canciones, sonrisas, colores brillantes, juegos grupales – estas cosas funcionan mucho mejor que palabras enojadas y castigos. La súplica constante por la atención del profesor produce las características de los niños escolares: Lloriqueo, traición, deshonestidad, malicia, crueldad, y similares. En 50 años de leer diarios, nunca vi una investigación de esta dinámica en la prensa. Los niños escolares se vuelven como ratas enjauladas, que tienen que apretar una tecla para recibir alimento, y que desarrollan comportamientos excéntricos según ciertos mecanismos de refuerzo. Aquellos entre Uds. que estudiaron psicología de ratas, sabrán de qué estoy hablando. El comportamiento extraño de los niños escolares es una función del mecanismo de refuerzo, al cual están expuestos en la escuela.

Supongamos que la producción de personas incompletas es el propósito de la escuela moderna. Supongamos además que existe una razón inteligente para hacer esto. Supongamos que hace cien años unas personas visionarias vieron que era necesario entontecer a la mayoría de la población – no para herirlos, pero para convertir a un pueblo de productores en un pueblo de consumidores. Para hacer que los obreros sean tan adaptados que soportaran el trabajo moderno con máquinas, que necesitaba seguir desarrollándose rápidamente. Este fue el problema específico que mantenía ocupado a aquel grupo clave de empresarios y filósofos al inicio del siglo XX.
Durante milenios especulaban los pensadores que un estado que lograse controlar a la juventud, podría producir milagros eonómicos. Esta idea tiene por lo menos 2300 años de antigüedad. Pero el único instrumento para realizarla, la escuela obligatoria, era considerado locura en todo el mundo occidental. En un solo lugar tuvo éxito: en la dictadura militar de Prusia en el siglo XIX. El peregrinaje de Horace Mann a Prusia en 1840 anunciaba nuestro movimiento futuro. El siglo XX termina con que la escolarización masiva amenaza con capturar aun a la infancia temprana …

Al inicio del siglo XX fue la decisión de un grupo de académicos famosos bajo Edward Thorndike y John Dewey, con sus aliados empresarios, someter las escuelas bajo la economía y bajo el estado, exactamente como en Prusia. Además iba a haber una misión superior. Las escuelas debían servir como «instrumentos de una evolución administrada, estableciendo condiciones para una reproducción selectiva, antes que las masas tomen las cosas en sus propias manos.» (Esta es una cita de un artículo por Thorndike, publicado en 1911.) Exámenes estandarizados seleccionarían entre los aptos para reproducirse, los aptos para trabajar, y los no aptos. – Ya antes de la 1ra Guerra Mundial, la psicología educativa había descubierto que ciertas formas de entrenamiento mental p.ej. en historia, filosofía y retórica hacía que los estudiantes se volvieran resistentes contra la manipulación. Esto fue un motivo suficiente para entontecer la educación escolar.

Entre 1906 y 1920, un pequeño grupo de empresarios, banqueros y directores de universidades de fama mundial invertía más dinero y atención en la esuela obligatoria, que el gobierno. Tan solamente Andrew Carnegie y John D.Rockefeller invirtieron entre 1900 y 1920 más dinero que el gobierno federal. De esta manera, el sistema escolar moderno fue construido lejos de la vista pública, y lejos de los representantes del pueblo. Ahora deseo que Uds. escuchen una cita directa del primer reporte publicado por la Comisión Educativa General de John D.Rockefeller – esta es su primera declaración de su misión:

«En nuestros sueños, la gente se entrega con perfecta docilidad en nuestras manos moldeadoras. Los conceptos educativos actuales, de educación intelectual y del carácter, se desvanecen de sus mentes; y sin impedimento por la tradición, obramos nuestra propia buena voluntad sobre un pueblo agradecido y sumiso. No intentaremos hacer de esta gente, o de alguno de sus hijos, eruditos o filósofos, o científicos. No debemos levantar de entre ellos a autores, eduadores, poetas o hombres de letras, ni grandes artistas, pintores, músicos, ni abogados, doctores, estadistas, políticos – criaturas con los que estamos ampliamente provistos. La tarea es simple. Organizaremos a los niños y les enseñaremos de manera perfecta las cosas que sus padres y madres hacen de manera imperfecta.»

El verdadero propósito de la escolarización moderna fue anunciado por el sociólogo legendario Edward Roth en su manifiesto de 1906, «Control social». Allí escribió: «Planes están en camino para remplazar la familia, comunidad e iglesia por propaganda, medios de comunicación masiva y educación» (él por supuesto quiso decir «escolarización») «…la gente son solamente pequeños pedazos moldeables de masa.»

El primer currículo fue entontecido; después se introdujeron exámenes nacionales; después la moralidad fue debilitada; y finalmente, entre 1970 y 1974, la formación de profesores fue completamente cambiada en secreto. En 1971, la Dirección de Educación de los Estados Unidos (que ahora se ocupa en ganar acceso a la vida privada y los pensamientos de Ud.) encargó a la corporación Rand con un estudio de siete tomos sobre «agentes de cambio». Con fondos del gobierno se inició la formación de «agentes de cambio», bajo la «Ley de Desarrollo de Profesiones Educativas». Poco después se publicó un libro titulado: «Guía del agente de cambio hacia la innovación en la educación». … Machiavelli ha sido modernizado.
Obstáculos como la religión, la tradición, la familia, y los derechos naturales garantizados en nuestros documentos de fundación (del estado), fueron constantemente empujados hacia atrás. Ya antes de 1950 desterraron al Dios tradicional, y en su lugar llegaron los misioneros psicológicos de un sacerdocio de asistencia social. Las escuelas estatales fueron transformadas en laboratorios sociales, sin el conocimiento ni consentimiento del público. Esto fue algo como una segunda revolución americana, que derribó aquellos documentos de fundación que se habían atrevido a entregar soberanía al pueblo común.
La escuela fue una mentira desde el principio, y sigue siéndolo. Hoy se escuchan muchas tonterías acerca de la necesidad de personas educadas en una economía de alta tecnología. En verdad no existe tal necesidad. Nuestra economía racionalizada y globalizada se está convirtiendo en un sistema coordinado de manera centralizada, que no puede tolerar maneras divergentes de pensar. Personas educadas son los enemigos de un tal sistema, y una moralidad no pragmática también es su enemigo.
Lo que hemos construido, la escolarización masiva forzada, no se puede reformar; tiene que ser derribada. El pueblo lo ha creado; el pueblo puede también deshacerlo.

Página web del autor (en inglés): http://www.johntaylorgatto.com

Nota: El autor trata todos estos temas con mucho más detalles en su obra «Historia secreta del sistema educativo».

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Una breve historia enojada de la escolarización obligatoria americana

Por John Taylor Gatto

Exposición ante la conferencia de educadores en casa, del estado de Vermont

Entre 1967 y 1974, el entrenamiento de los profesores en los Estados Unidos fue secretamente cambiado por los esfuerzos concertados de un pequeño número de fundaciones privadas, ciertas universidades, empresas multinacionales, y grupos parecidos.
Tres documentos críticos en esta transformación eran: Primero «Taxonomía de objetivos educativos» por Benjamín Bloom. Después un proyecto en varios estados que comenzó en 1967, bajo el nombre «Diseñando la educación para el futuro». Y finalmente el «Proyecto educativo del profesor orientado al comportamiento». Estos fueron difundidos en los departamentos de educación de todos los estados; y aquellos distritos pilotos que introdujeron primero estas novedades, recibieron una forma de soborno.

Comenzaremos con «Diseñando la educación para el futuro». Los autores redefinen la educación, según el modelo alemán del siglo XIX, como «un medio para lograr importantes metas económicas y sociales nacionales». – Y añado que el desarrollo de su hijo o de su hija no figura en ninguna de estas metas. Las autoridades educativas de los estados actuarían entonces como «reforzadores federales, asegurando que las escuelas locales cumplan con las directivas federales.» El documento dice además, que «el Departamento de Educación de cada estado tiene que ser un agente de cambio», y «el cambio tiene que institucionalizarse». No creo que algún reporte sobre esto haya aparecido en algún diario del país.

El «Proyecto educativo del profesor orientado al comportamiento» describe unas reformas específicas que debían introducirse a la fuerza a partir de 1967. Su meta es: «la manipulación impersonal, por medio de la escuela, de una América futura donde muy pocas personas serán capaces de mantener el control sobre sus propias opiniones». Una América donde «cada individuo recibe al nacer un número de identificación multipropósito, el cual permite a los empleadores y a otros controladores hacerle un seguimiento, y a exponerle a la influencia subliminal del Departamento de Educación del estado…»
…Se espera de los profesores que actúen como «agentes de cambio» estatales. Los capacitadores de profesores fueron informados que desde ahora el currículo académico sería remplazado por la ciencia del comportamiento. El proyecto describe un futuro donde «una pequeña liga mantendrá el control sobre todos los asuntos importantes, y la democracia participativa desaparecerá largamente». Los niños debían ser entrenados a ver que sus compañeros, y todas las personas en general, serían tan inadecuados e irresponsables que tenían que ser controlados y regulados. El aumento tremendo de violencia escolar al final de la década de los 60 – un período cuando los profesores fueron despojados de su capacidad de disciplinar a los niños – proveyó un pretexto conveniente para restringir drásticamente las libertades tradicionales.

(…) La «Taxonomía de objetivos educativos» fue «un instrumento para clasificar las maneras como los individuos deben actuar, penar o sentir, como resultado de su participación en una unidad de instrucción». – Dudo de que algún padre o alguna madre enviaría a sus hijos a la escuela bajo estas condiciones, si fueran personas que reflexionan. Sus hijos tendrían que aprender las actitudes «apropiadas», y tendrían que remediar las actitudes «inapropiadas» (o sea, aquellas que aprendieron en su familia).

Pero ¿por qué se hace todo esto? – Gran parte de la respuesta se encuentra en la última edición de la «Revista para asuntos exteriores», una de las revistas más influyentes de los Estados Unidos, en un artículo por Mort Zukerman. El atribuye la superioridad económica de los Estados Unidos a ciertas características del trabajador americano. Entre las líneas se ve que esta superioridad viene de la forma como entrenamos a nuestros jóvenes. ¿Y en qué consiste esta superioridad? – En primer lugar, según Zukerman, en que el trabajador americano es un dominó que se deja dominar por la administración y no tiene mucho que decir. En cambio, dice Zukerman, Europa «sufre» de una fuerte tradición artesanal que exige que el trabajador opine acerca de las decisiones.
Además dice que «los obreros en América viven en un constante estado de pánico; un miedo a ser pasado por alto; ellos saben que la empresas no les deben nada y que no tienen el poder de apelar contra las decisiones de la gerencia. El miedo es nuestro poder secreto; les da a los gerentes una flexibilidad que los otros países nunca tendrán.» … En 1996, casi la mitad de los empleados de empresas grandes temían ser despedidos – a pesar de que la situación económica era muy buena.
Y nuestro consumo interminable cierra el círculo dorado. Zukerman dice que la asombrosa adicción americana a las novedades provee este único mercado doméstico para las empresas. En otros países, el negocio se estanca en tiempos difíciles; pero nosotros aquí seguimos comprando hasta la bancarrota, e hipotecamos nuestro propio futuro para que los productos y servicios sigan fluyendo.
Sin duda, las riquezas fantásticas de las empresas americanas son el resultado directo de la educación escolar. Escuelas que educan la masa social a ser necesitados, miedosos, envidiosos, aburridos, sin talentos e incompletos. La economía de producción masiva necesita esta clase de público. … En la escuela aprendemos que el gozo y la satisfacción vienen de cosas externas, de las posesiones, y no de adentro. La escuela acorta nuestro tiempo de concentración a pocos minutos, de manera que clamamos toda la vida por un alivio de nuestro aburrimiento y por estímulos externos. Junto con la televisión y los juegos de computadora, que usan este mismo método, se graban estas lecciones de manera duradera en nuestras mentes…

Las escuelas fueron diseñadas para servir a la economía; no a los niños y familias. Esta es la razón por qué la escuela es obligatoria. Por eso la escuela no puede ayudar a nadie a madurar. Su primera directiva es: atrasar la maduración. Lo hace enseñando que todo es difícil, que otra personas dominan nuestra vida, y que nuestros prójimos no son confiables e incluso peligrosos. La escuela es la primera impresión de la sociedad que los niños reciben. Puesto que las primeras impresiones a menudo son las decisivas, la escuela llena nuestros hijos con miedo, desconfianza de unos contra otros, y ciertas adicciones de por vida. Pone una emboscada contra la intuición natural, la fe, y el amor a la aventura; y remplaza estas cosas por un «evangelio» de procedimientos racionales y gerencia racional.
Una investigación en mil escuelas estatales encontró que los profesores pasan un promedio de 7 minutos diarios en un intercambio personal con alumnos. Dividido entre 30 alumnos, esto resulta en 14 segundos por niño. En el aula hay una competencia constante por la atención y el «status» que un solo adulto puede darles; y este adulto no tiene ni el tiempo ni la información necesaria para poder proveerlo. Esto nos enseña a odiarnos y a desconfiar unos de los otros. Esta constante «subasta de favores» es una raíz de nuestra ira, y de nuestra incapacidad de ser honestos o responsables, aun como adultos. Pero irónicamente, la irresponsabilidad sirve a la administración mucho mejor que el comportamiento honrado. Justifica la vigilancia, y todos estos abogados, juzgados, policías, y escuelas …

(Continuará)

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¿En qué consiste una educación cristiana?

Seguiremos con principios fundamentales de una educación cristiana. En el artículo anterior hemos visto que «educación cristiana» no significa simplemente enviar a los niños a un programa infantil de alguna iglesia. Tampoco es educación cristiana, enseñar a los niños la palabra de Dios, mientras al mismo tiempo los enviamos a una escuela secular y a un profesor incrédulo.

Una educación cristiana abarca todas las áreas de la vida y del conocimiento.

Dios es el Señor absoluto sobre el mundo y sobre la humanidad. El juzgará todas nuestras acciones, y aun todos nuestros pensamientos, con absoluta justicia. Esta es una de las convicciones fundamentales del cristianismo. Por tanto, un verdadero cristiano vive su vida entera en obediencia hacia el Señor, y evalúa todo según los criterios de la palabra de Dios. No es como dicen muchos de esos líderes evangélicos o católicos semi-cristianos, que «la Biblia es un libro religioso, pero no es un libro científico»; o que «la religión no tiene que ver con la pedagogía, con la política, con el periodismo (o con lo que sea)». Sí, DIOS tiene que ver con todo eso; y El va a juzgar sobre todo eso. Por eso no es «educación cristiana» la que hace compromisos con los principios de este mundo.

En lo institucional, una educación cristiana reconocerá que la familia es la institución educativa instituida por Dios; y que ninguna otra «institución educativa» tiene el derecho de pasar por alto la soberanía de la familia sobre la educación de sus hijos. (Vea ¿A quiénes puso Dios para educar a los niños?)

– En lo moral y ético, una educación cristiana se basa en los principios y mandamientos de Dios. El primer requisito para todo educador cristiano es que haya nacido de nuevo y obedezca a Dios en todo; que cumpla con los estándares bíblicos de honestidad y veracidad, de pureza y temor a Dios, de justicia y equidad, de abnegación y amor a Dios y al prójimo. Y un padre cristiano no encargará la educación de sus hijos a nadie que no cumpla con este requisito.
Un padre cristiano dará primeramente con su propia vida el ejemplo de esta obediencia hacia Dios, y enseñará lo mismo a sus hijos. Gobernará su casa según los principios de Dios, y no expondrá a sus hijos a influencias que contradicen estos principios – por lo menos no mientras son niños y todavía no pueden evaluar las cosas por sí mismos.

– En lo espiritual, una educación cristiana pondrá al alcance de los niños todo lo que ellos necesitan para poder convertirse y nacer de nuevo, y para crecer en la nueva vida en Cristo. Padres cristianos enseñarán a sus hijos el Evangelio completo y no adulterado; orarán por su conversión; les darán el ejemplo de una relación personal viva con el Señor; tratarán de juntarlos con otros cristianos que también sean un buen ejemplo para ellos. Un conocimiento intelectual de la Biblia no es suficiente; deben ver la fe cristiana en la práctica, y deben experimentar la convicción del Espíritu Santo en sus propias vidas.

– En lo intelectual, una educación cristiana evalúa todas las enseñanzas si son conformes a la palabra de Dios. Un educador cristiano investigará los principios de Dios acerca de la matemática, las ciencias, la comunicación, la historia, la geografía, etc. etc. Y enseñará a sus hijos (y alumnos) de acuerdo a estos principios. Si Dios es el Señor sobre todos los aspectos de la vida, entonces tenemos que investigar y enseñar lo que El dice acerca de todos estos aspectos. Esta es la tarea principal de toda educación intelectual cristiana, sea en casa o en una escuela.

«Del Señor es la tierra y todo lo que la llena,
el mundo, y los que en él habitan.» (Salmo 24:1)

«Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.» (Romanos 12:1-2)

Esta «renovación del entendimiento» de la cual habla Romanos 12, sucede cuando investigamos y aplicamos los principios de Dios en cuanto a todos los aspectos de la vida y del conocimiento. Encontraremos que muchos conceptos que hemos sido enseñados, son equivocados a la luz de la palabra de Dios.
Por ejemplo, ya no creeremos que la historia es el producto de la casualidad o de las acciones de ciertos gobernantes poderosos. Descubriremos que Dios es Señor sobre los eventos históricos.
Ya no creeremos que trabajamos solamente para ganar plata. Descubriremos que Dios tiene un llamado a cumplir para cada uno de nosotros, y que nuestra provisión viene de El, mientras a nosotros corresponde «buscar primero el reino de Dios y Su justicia», o sea, ocuparnos de Su llamado para nosotros.
Ya no creeremos que los gobiernos de este mundo son encargados de educar niños o de cuidar enfermos o de redistribuir riquezas. Descubriremos que Dios instituyó los gobiernos para hacer justicia, para velar por el cumplimiento de los mandamientos de Dios en el mundo, para castigar a los malos y premiar a los buenos, y para proteger la soberanía e independencia de su nación hacia afuera – y nada más. Las otras tareas mencionadas, Dios las ha encargado a otras instituciones y personas.
Descubriremos también que el orden del universo, y las leyes naturales, reflejan el orden de Dios que El impuso a Su creación mediante Su ordenanza. (Esta fue la convicción que impulsó a los fundadores de las ciencias modernas como Kepler, Newton y Pascal, a investigar hasta que pudieron descifrar estas leyes de Dios que rigen Su creación física.)

Así cambiará poco a poco nuestra manera de ver el mundo, nuestra cosmovisión, y adoptaremos una cosmovisión que es más de acuerdo con la palabra de Dios. Entonces enseñaremos a nuestros hijos desde un principio según esta cosmovisión cristiana, bíblica. De esta manera, ellos serán administradores sabios de esta creación que Dios puso en nuestras manos, y personas conscientes de su responsabilidad hacia Dios y de su dependencia de El.

– En lo pedagógico, un educador cristiano se dejará guiar siempre y en primer lugar por el amor a Dios y el amor hacia los niños que educa. Estará siempre consciente de que tendrá que rendir cuentas a Dios por los niños que están a su cargo, y que es Dios, no el educador, quien define el llamado y el propósito personal para la vida de cada niño.
Por tanto, un educador cristiano no intentará realizar sus propios planes o deseos para los niños. Ni mucho menos se dejará guiar por «autoridades» en el campo de la pedagogía o psicología, o por progamas estatales de «educación». Escuchará atentamente lo que dicen tales personas, pero lo evaluará todo según los criterios de la palabra de Dios. «Examinadlo todo, retened lo bueno» (1 Tes.5:21).
Entonces, buscará diligentemente a Dios en cuanto a Sus propósitos para la vida de cada niño; y guiará al niño para que éste también empiece a buscar a Dios por sí mismo. Incentivará toda investigación de la palabra de Dios y de la creación de Dios, no imponiendo nada excepto el cumplimiento de los mandamientos de Dios. O sea, dicho de manera figurativa, colocará al niño en un jardín amplio con mucha libertad y muchos incentivos para hacer descubrimientos y ser creativo, pero cercado por un cerco firme que consiste en los mandamientos de Dios. Dentro de este jardín, guiará la mirada del niño para que descubra como todo lo que hay en su alrededor, contiene el reflejo de su Creador.
Respetar el llamado de Dios individual para cada niño, nos protege contra los errores de una pedagogía demasiado humanista (que cree que el hombre solamente es bueno, niega el pecado, y por tanto quiere dar al niño una libertad absoluta), como también contra los errores de la pedagogía conductista (la cual quiere manipular y moldear al niño según los deseos del educador, o de sus superiores, para lograr un control completo de la sociedad).

Lea también:
John Wesley, «La religión en familia»
Aplicar la palabra de Dios a todos los asuntos de la vida
Una visión bíblica acerca de la educación escolar
Escuelas cristianas (Principios y advertencias)
Cosmovisión cristiana y educación escolar

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¿Qué NO es una educación cristiana?

En el artículo anterior comencé a exponer unos principios básicos acerca de la educación cristiana – principios que han sido olvidados por casi todos los que se llaman «cristianos». Vimos allí que la educación de los niños es asunto de la familia y responsabilidad de los padres. Solamente muy al margen es un asunto de la iglesia, y de ninguna manera es un asunto del estado o del gobierno. Mientras no recuperamos la soberanía legítima de la familia sobre el ámbito de la educación, nunca tendremos una verdadera educación cristiana.

Veremos ahora algunos otros aspectos necesarios para que una educación pueda llamarse «cristiana» según los principios de la palabra de Dios. A la vez veremos por qué muchas cosas que pasan bajo este nombre, en realidad no son educación cristiana.

Educación cristiana no es enviar a los niños a un programa infantil de una iglesia.

Estos programas, llámense «escuela dominical», «culto de niños», «scouts cristianos», o lo que sea, son un sustituto muy pobre de una verdadera educación cristiana. Intentan remediar en una o dos horas por semana, lo que las familias y las iglesias descuidan durante todo el resto de la semana. Una semana tiene 168 horas. Si un niño vive 166 de estas horas expuesto a las influencias del mundo incrédulo, y 2 horas en un ambiente (supuestamente) cristiano, ¿quién ganará? La respuesta es obvia.

¿Por qué exactamente estos programas no cumplen con el objetivo de una educación cristiana?

– Porque son ineficaces.

Ya hemos mencionado una causa de la ineficacia de estos programas: porque abarcan un tiempo tan mínimo en la vida del niño que casi no tienen ninguna influencia sobre él. Según las investigaciones de George Barna en los Estados Unidos, solo 3 de cada 10 jóvenes que crecieron en iglesias evangélicas, siguen siendo miembros fieles de las iglesias.
También, los líderes y «maestros» de tales programas rara vez tienen una verdadera visión de educación cristiana. Muchos de ellos quieren simplemente entretener a los niños y ofrecerles un programa «interesante», sin preocuparse por sus vidas espirituales. Otros intentan dar una enseñanza bíblica, pero no logran llegar con ella al corazón de los niños, porque no saben comunicarse con ellos de manera eficaz. (Sea porque no tienen experiencia con niños, o simplemente porque no son sus propios hijos y por tanto no tienen una relación personal cercana con ellos.)
Muchos de estos «obreros en el ministerio de niños» ni siquiera son cristianos según los estándares del Nuevo Testamento. Una vez fui invitado por una iglesia evangélica para «capacitar» a unos quince jóvenes que enseñaban a sus niños. Les hablé bíblicamente acerca del nuevo nacimiento y les pedí que compartan sus testimonios de cómo ellos lo habían experimentado, si es que habían nacido de nuevo. ¡Ni uno de ellos pudo testificar de este gran cambio que el Señor obra en los que de verdad se convierten a El! – Obviamente, alguien que nunca ha experimentado la nueva vida en Cristo, no puede dar «educación cristiana» a otros.

– Porque dan una impresión equivocada de lo que significa ser cristiano.

Indirectamente, la «escuela dominical» y programas afines enseñan que la vida cristiana se limita a este pequeño círculo y este pequeño lugar que se llama «iglesia». Enseñan que en un momento especial de la semana vamos a este lugar especial para hacer nuestra pequeña cosa cristiana, y después salimos de allí para vivir nuevamente en el mundo y como el mundo. Así hay muchos evangélicos que asisten siempre a sus reuniones donde se ponen su cara cristiana; pero en su vida normal diaria siguen mintiendo, engañando, fornicando, idolatrando, como cualquiera que no conoce a Dios. Esta es la consecuencia lógica cuando desde niños separamos nuestra vida en un «ámbito religioso» (la iglesia) y un «ámbito secular» (la familia, el trabajo, los estudios, etc…). Una persona que fue educada de tal manera, no reconocerá el señorío de Dios sobre la vida entera.

– Porque quitan la responsabilidad de la familia.

Para muchos padres, los programas de su iglesia les sirven de excusa para no dar ellos mismos una educación cristiana a sus niños. ¿Para qué orar o leer la Biblia en casa, si ya hacemos esto en la iglesia? ¿Para qué enseñar y reforzar principios cristianos en los hijos, si ya están asistiendo a la «escuela dominical»? ¿Para qué aconsejarles y ser un buen ejemplo para ellos, si ya tienen un «pastor» y un «maestro» en la iglesia? Así pasan por alto el gran mandamiento para los padres en Deuteronomio 6:6-7:

«Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y adando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.»

En estos versos no podemos ver ninguna justificación para enviar a los niños fuera de la casa para que reciban su «educación cristiana» en otro lugar. Al contrario, estos versos hablan de estar con nuestros hijos en todos los momentos de la vida diaria («en casa y en el camino, al acostarnos y al levantarnos»), y de aplicar la palabra de Dios en todos estos momentos.

Una educación cristiana no puede suceder mientras los niños asisten a escuelas seculares.

Realmente me horroriza la gran cantidad de evangélicos que hoy en día creen que pueden educar a sus hijos «cojeando entre dos pensamientos» (1 Reyes 18:21), entre Dios y Baal, entre la Biblia y la «educación» de este mundo al mismo tiempo. Así permiten que las escuelas seculares con sus maestros incrédulos destruyan diariamente lo que los padres cristianos comienzan a construir. Generaciones anteriores estaban más conscientes de que en la educación no puede haber comunión entre la luz y las tinieblas, entre la justicia y la injusticia, entre el templo de Dios y los ídolos (2 Corintios 6:14-18). Por ejemplo dijo el gran predicador de avivamiento, John Wesley:

«Les pregunto, entonces, ¿para qué fin envías a tus hijos a la escuela? – «Qué, para que sean preparados para vivir en el mundo.» – ¿De qué mundo hablas, de éste o del por venir? Quizás pensaste solo en este mundo, y te olvidaste de que hay un mundo de por venir; sí, ¡y uno que durará eternamente! Por favor considera mucho esto, y envía a tus hijos a tales maestros que mantengan este mundo venidero siempre delante de sus ojos. De otra manera, enviarlos a la escuela (permítanme hablar claramente) es poco mejor que enviarlos al diablo. De toda manera, entonces, envía a tus hijos, si tienes alguna consideración por sus almas, no a una de estas grandes escuelas públicas, (porque estas son cunas de toda clase de maldad), sino a una escuela privada, donde enseñe un hombre piadoso, quien se esfuerce a instruir a un número pequeño de niños en la religión y la enseñanza juntos.
Igualmente a tus hijas, no las envíes a una escuela pública de niñas. En estas escuelas, las niñas se enseñan unas a otras el orgullo, la vanidad, la intriga, el engaño, y, en breve, todo lo que una mujer cristiana no debe aprender. Por más que tu hija tenga una inclinación buena, ¿qué hará en una multitud de niñas, de las que ni una tiene algún pensamiento en salvar su alma? – especialmente cuando toda su conversación apunta en el sentido opuesto, y se habla de cosas que desearías que tu hija ni piense. Sería igual enviar a tu hija a ser educada en la calle.»

Y Rousas John Rushdoony escribe en «Filosofía del currículo cristiano»:

«Sobre todo, ¿podemos conservar en la membresía a personas que afirman a Cristo como Señor y Salvador y no obstante entregan sus hijos a una escuela impía? Hubo un tiempo en que la mayoría de las iglesias decía que no; unas pocas todavía pasan por la formalidad de pedirles a los miembros que recuerden su obligación de criar a sus hijos en el Señor, pero ya no sirve de fundamento para la excomunión. No obstante, la Escritura repetidas veces requiere de nosotros que les enseñemos la Ley-Palabra de Dios a nuestros hijos (Deut. 6:7, 20-25). De hecho, la Escritura requiere la pena de muerte por adorar a Moloc (Lev. 18:21; 20:2). San Esteban citó este hecho de la adoración a Moloc como uno de los grandes males de Israel (Hechos 7:43).»

Si hoy en día las iglesias evangélicas permiten a sus miembros mandar a sus hijos a escuelas seculares, no es porque hoy estuviéramos «más avanzados» o «más educados». Al contrario, es porque las iglesias actuales se han alejado tanto de Dios, que están quebrantando Sus mandamientos más fundamentales. El Señor nos advierte en 2 Juan 9-11:

«Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no le recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido!, participa en sus malas obras.»

Cualquiera que no enseña conforme a la Palabra de Dios, es un falso maestro. No importa si enseña su doctrina en la iglesia, en los medios de comunicación, o en una escuela. Si el apóstol nos dice que ni siquiera debemos recibir a un falso maestro en casa, ¿acaso permitiría que nuestros hijos sean enseñados por un falso maestro afuera de la casa, todos los días de la semana?

¿Acaso no es en las escuelas donde la mayoría de los niños aprenden a mentir, a sobornar y engañar, a hablar groserías, a obedecer solo de apariencia pero no de verdad, a menospreciar a los débiles, a maltratarse entre ellos? Y los colegios de educación secundaria son verdaderos semilleros de la fornicación, de la borrachera y del consumo de drogras, de las pandillas y de la delincuencia. Si se enseña a los niños que somos nada más que animales, descendientes del mono, ¿nos sorprende si de hecho terminan comportándose como animales?

No existe ninguna justificación bíblica para que un padre cristiano encargue a un incrédulo con la educación de sus hijos.

Alguien dijo una vez: «O Cristo es el Señor absoluto sobre tu vida, o El no es Señor en absoluto.» Su señorío abarca todos los aspectos de la vida y de la educación. Si le negamos Su soberanía sobre el aspecto de la educación escolar, le hemos negado Su soberanía completa. La educación cristiana o abarca todos los aspectos, inclusive la escuela; o no es educación cristiana en absoluto.

 

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