La familia es uno de los inventos más sabios de Dios. En el mismo momento de crear al hombre, Dios ya definió la familia como el lugar donde los futuros seres humanos debían nacer y crecer. (Vea Génesis 1:27-28, Efesios 5:31-6:4.) En un artículo anterior hemos visto lo que sucede cuando una sociedad intenta remplazar la familia por otras instituciones, tales como el estado o la escuela: La sociedad entera se quebranta dentro de pocas generaciones. («Las lecciones sabias de la historia para educadores».) Debemos asumir, por tanto, que cada aspecto de la familia tiene un propósito bien diseñado por Dios.
Deseo en este artículo examinar un aspecto particular: En una familia existen normalmente hermanos mayores y hermanos menores. ¿Por qué decidió Dios hacerlo de esta manera? El podría habernos diseñado de tal manera que llegamos a este mundo como personas adultas, sin tener que pasar por las distintas etapas de la infancia. O podría haber creado la familia de tal manera que crezca un solo hijo a la vez, y cada hijo siguiente nacería solamente cuando los anteriores ya serían adultos. O podría habernos creado como los peces, las mariposas, y muchos otros animales, cuyas crías nacen juntas y crecen juntas, teniendo todas la misma edad. (Un planificador moderno de «educación» probablemente lo hubiera hecho así.) Pero no, Dios creó familias humanas con hijos de distintas edades. ¿Cuál será la sabiduría escondida detrás de este hecho?
Creo que podemos encontrar una respuesta, si hacemos la pregunta: ¿Cómo se benefician mutuamente hermanos mayores y hermanos menores? – Estoy hablando aquí de familias que funcionan según el diseño de Dios; no de las familias disfuncionales y desfiguradas por el pecado, de las que hay muchas (desafortunadamente).
En una familia sana, los hijos menores aprenden muchas cosas de sus hermanos mayores: desde habilidades cotidianas como amarrarse los zapatos, hasta conocimientos avanzados. (Por ejemplo, mi hijo menor hasta la edad de aproximadamente once años aprendió casi todos sus conocimientos matemáticos de su hermano mayor.) El ejemplo y la enseñanza de un hermano mayor puede ser más eficaz que el ejemplo y la enseñanza de un adulto. Es que el hermano mayor está más «cerca» del hermano menor (en su edad y en su manera de pensar). Por eso puede haber más comprensión entre ellos, que entre el niño menor y un adulto.
Al mismo tiempo, el hermano mayor también se beneficia de esta relación, porque aprende a ser responsable y considerado, a tener paciencia y misericordia con los más débiles, a compartir sus conocimientos y habilidades con los que saben menos, y a dar un buen ejemplo.
Esta forma de «enseñanza por hermanos mayores» produce aun mejores resultados que la enseñanza escolar por profesores profesionales, como demostró un experimento en escuelas de los Estados Unidos:
«Hace años, unas escuelas en zonas pobres hicieron el experimento de que los alumnos de quinto grado enseñaron a los alumnos de primer grado a leer. Los resultados fueron los siguientes:
Primero, que los alumnos de primer grado aprendieron más rápidamente que otros alumnos de primer grado que fueron enseñados por profesores profesionales.
Segundo, que los alumnos de quinto grado que enseñaron, mejoraron ellos mismos mucho en su lectura. (Muchos de ellos no habían sido buenos lectores.)»
(John Holt, «Teach Your Own»)
¿Por qué entonces no se aplica este sistema en más lugares, si es tan eficaz? – Simplemente porque muchos profesores perderían su trabajo. Para mantener a los profesores ocupados, se sigue manteniendo el actual sistema escolar ineficaz.
Otra ventaja de la familia es la siguiente: Con niños de diferentes edades, es natural que ninguno es igual que el otro. Los niños aprenden a valorar a cada uno en su individualidad. Aprenden en su vivencia que es normal que unos niños ya saben leer y otros todavía no; que unos son buenos en manualidades y otros son buenos en matemática o en ciencias; que cada niño tiene intereses diferentes, y que interesarse por la música no es «mejor» ni «peor» que interesarse por los dinosaurios.
Es cierto que entre hermanos existen también los problemas. (Pero veremos en la continuación que en grupos de niños de la misma edad, los problemas son aun mayores). Una tentación particular para el hermano mayor son los celos contra los hermanos menores. A menudo el hermano mayor siente que él está llevando más carga y tiene mayores responsabilidades, mientras los padres protegen más a los menores y son más complacientes hacia ellos. (Los padres pueden contrarrestar esto, dando a los hijos mayores no solamente responsabilidades, pero también privilegios correspondientes.) – El hermano menor, en cambio, puede resentirse porque es el más débil y no puede defenderse bien contra sus hermanos mayores.
La Biblia nos muestra diversos ejemplos de estas tensiones entre hermanos, como por ejemplo en la historia de José y sus hermanos, o en la relación entre David y sus hermanos mayores. Pero vemos en estas historias, que Dios usó estas tensiones para moldear el carácter de todos los hermanos, tanto de los mayores como de los menores. Aun estas dificultades, que son naturales cuando niños y jóvenes de diversas edades viven juntos, son diseñadas por Dios para un propósito bueno; para que podamos decir al final con José:
«Ustedes pensaron mal contra mí, pero Dios lo encaminó para bien …» (Génesis 50:20)
(Continuará…)